Fui a una boda con mi novia y sus amigos, cuando ya estaban todos con unos tragos encima se fueron a una habitación e hicieron una orgia
Hace cosa de 6-7 años estaba con una chica bastante mona y maja. Era una chica estupenda y lo pasábamos bien. La cuestión es que cuando apenas llevábamos unos seis meses saliendo me comentó un día que se casaba una de sus amigas (una llamada Silvia), y que bueno, quizás me apetecería acompañarla a la boda, ya que la mayoría de sus amigos ya sabían que estaba conmigo y creía que era un momento oportuno para de hecho acabar de presentarme al resto de su “cuadrilla”. A mí la idea no me pareció mal ya que me gustan las bodas. No me gusta soltar la pasta asociada, lógicamente, pero si lo que hay alrededor (sobre todo en términos de comer y beber). Suelo considerar las bodas como la ocasión ideal para beber casi sin control y aprovechar la pasta que se da como regalo como excusa.
Y llegó el día de la boda. Era un sábado de Octubre, extrañamente caluroso, de esos días que no pegan con la estación. La boda era en un pueblo a las afueras de Ávila, ya que al parecer la novia era de por allí. Ya que nosotros vivíamos en Segovia, en parte era una putada para luego volver ya que no habían contratado servicio de autobuses. Afortunadamente, al parecer, la madre del novio regentaba un pequeño hostal en el pueblo que aunque en la actualidad estaba cerrado nos dejó usar a varios de los invitados que veníamos de lejos. Nos dirigimos a eso de las 17 de la tarde hacia el hostal para dejar las cosas y cambiarnos, ya que la boda era de tarde-noche y teníamos que estar sobre las 19 en la iglesia para la misa. En el hostal no estábamos solos lógicamente, ya que al parecer había varias parejas amigas de la novia (y de Marta, mi novia) que también se iban a quedar. Era un hostal pequeño, de una sola planta (la primera) y estaba situado justo encima de un bar. Había unas 8 habitaciones y las ocupamos todas, la mayoría parejas (excepto un par, de unas amigas que vinieron sin sus respectivos).
Tras cambiarnos, fuimos a la misa, y tras ésta, Marta aprovechó para presentarme a unos cuantos de sus amigos que no conocía. Había otros que sí que conocía de ocasiones anteriores, así que en ese sentido también se me hizo menos duro, ya que tenía con quien hablar cuando mi novia estuviera “ocupada”.
El convite estuvo bastante bien y aproveché para empezar a entonarme. Cerveza por aquí, vino por allá. Cuando llegó la hora de la cena estaba sin hambre por lo comido en el convite y borracho. Aun así hice un esfuerzo para comer algo, y sobre todo, seguir bebiendo. La parte relativa a la cena se alargó más de lo que me hubiera gustado, pues hicieron varios sorteos para regalar a los invitados cosas, habló mucha gente haciendo brindis, etc. Pero finalmente llegó la música, y con ella, la barra libre.
La noche se me hizo corta. Con tanto cubata al final a uno todo se le hace corto. Recuerdo que bailé con Marta, bailé con sus amigas y bebí, sobre todo bebí. Cuando era la hora de irse (sobre las 4) tanto Marta como yo estábamos bastante perjudicados y apenas nos teníamos en píe. Dado que éramos varios los que íbamos al hostal decidimos pedir varios taxis y nos fuimos para allá.
Al llegar al hostal la juerga continuó un rato: un par de parejas habían traído hielo y bebida así que nos juntamos en una terraza y continuamos bebiendo durante un par de horas. La mayoría de la gente que estaba en el hostal era desconocida para mí hasta esa noche. Las dos amigas que vinieron solas no las había visto nunca, y había cuatro parejas más, de las que solo conocía a dos previamente. Las otras dos eran un chico y una chica amiga del novio, y otro chico y chica amiga de la novia. Marta solo conocía a los amigos de la novia (Cristian y Sandra), pero me daba la sensación de que había algo de tensión de hecho precisamente entre ellos ya que trataban de evitarse y dirigirse la palabra.
En cuestión de las chicas que había allí, la verdad que la única que merecía la pena era Sandra. Era una chica bastante bajita y pelirroja. De cuerpo estaba muy bien: a pesar de que tenía unos kilillos de más se veía que tenía un cuerpo muy apetecible, y sobre todo sus pechos: debía medir 1,50 y algo y no exagero si digo que debía tener una 130 de pecho. Además iba con un vestido con un escote tremendamente pronunciado que hacía que se le viera casi todo. De hecho, su novio, más de una vez le soltaba un pequeño codazo disimulado y le hacía gesto para que se subiera el escote. Estuvimos bebiendo en la terraza como una hora y cuarto, hasta que se acabaron las dos botellas que habían traído y la gente, y concretamente la otra pareja, tras acabarse sus respectivas copas abrió la veda levantándose y yéndose a dormir.
En cosa de 10 minutos todos estábamos en nuestras habitaciones. Algunos estaban ya de hecho bastante borrachos (como Sandra) y era hora de retirar. Una vez dentro, y ya en la cama, le pregunté a Marta:
– Oye, la pareja esta… Cristian y Sandra. ¿De qué les conoces?
Me miró ladeando la cabeza.
– ¿Por?
– No, por nada, curiosidad. Me da la sensación como de que tenéis mal rollo o algo… – contesté.
Se me quedó mirando unos segundos y luego continuó revolviendo su neceser si contestarme.
– ¿Hola? ¿Pasa algo? – dije.
Tras seguir unos segundos revolviendo se giró:
– Los conozco de casi siempre. Son del grupo de toda la vida. – respondió.
– Ahá, ok, pero eso no responde a mi segundo comentario… ¿pasa algo entre vosotros?. – insistí.
Ella seguía rebuscando en su neceser, personalmente creo que nada, lo hacía por evitar mirarme y tener que darme alguna explicación. De repente paró, apartó el neceser a un lado del escritorio y se sentó en la cama que estaba frente a la mía.
– A ver… no sé, llevamos saliendo poco y me da un poco de apuro contarte algunos detalles de la relación con mis amigos. – dijo
Me quedé unos segundos pensando. La verdad que era una pregunta muy simple. Al principio tenía mera curiosidad, ahora prestaba toda mi atención y le dije:
– Bueno, a ver, si no quieres contármelo no pasa nada. Son cosas de tus amigos y tuya. Solo lo preguntaba porque me daba la sensación de que había mal rollo.
Se quedó un par de segundos pausada y entonces empezó a relatarme el motivo:
– A ver… es que además no quiero que pienses mal de mí, pero bueno… te lo cuento, lo primero es la sinceridad. Cristian y Sandra llevan saliendo unos 3 años, pero todos nos conocemos de siempre, y en alguna ocasión casi todos hemos tenido amagos o tonterías unos con otros. Concretamente yo con Cristian no había tenido nada serio nunca… de pequeños con 12 o 13 años nos dimos un beso, pero nada más. La cuestión es que hace cosa de un año pues.. pasó algo. – y se paró.
– Entiendo, contesté. Pero… ¿algo? ¿a qué nivel?.- pregunté.
– Pues… fuimos a un festival de música a un pueblo cerca de Valencia casi todos los del grupo, pero Sandra no pudo venir por trabajo. Estuvimos creo que fueron tres días, durmiendo en tiendas de campaña y eso. Durante el festival casi todos bebimos bastante y varios pues pillaron varias cosas: porros, coca, éxtasis… – dijo, y se paró.
– Tranquila, puedes continuar, no te juzgo. Hoy en día es raro el que no haya consumido nada nunca así que no te preocupes. – le dije mientras le cogía las manos.
– Bueno, la cuestión es que yo nunca había probado nada de eso, pero estaba súper estresada por el trabajo así que decidí que igual probar algo de eso me permitiría olvidarme un poco de todo, así que hablé con Cristian que es precisamente el que se encargaba de estas cosas y le dije que quería probar el éxtasis. – prosiguió.
– La cuestión es que él lo consiguió a las dos o tres y me lo trajo a la tienda. Yo compartía tienda con Anabel (la chica que trabaja en la pizzería donde solemos ir), pero ella en ese momento no estaba ya que se había ido a ver un concierto. Yo estaba cansada del día anterior y decidí quedarme esa tarde para recuperar un poco. – siguió contando.
– Bueno, me lo trajo, me explicó cómo iba, como se tomaba y me dijo que si quería él se tomaba medio conmigo para que no estuviera sola y me sintiera más segura. Yo con Cristian aparte de ese beso con 12 años nunca había tenido nada ni me lo había planteado pero.. la cuestión es que estuvimos una media hora o tres cuartos de hora solos en la tienda bebiendo y hablando mientras eso hacía efecto. Estábamos hablando de música, cuando me acerqué a coger de la mochila, que estaba justo a su lado, unos kleenex. Al intentar coger la mochila no sé como pero sin querer me agaché más de lo que quería y bueno… simplemente mis tetas rozaron su mano, sin más. – dijo mientras agachaba la cabeza y dejaba de hablar.
– Ahá.. entiendo, y pasó algo más, ¿no?. – dije.
– Si… cuando pasó eso, al levantarme me encontré cara a cara frente a él y… bueno, nos liamos. – contestó.
Según estaba diciendo las últimas palabras pude notar como su mano derecha descendía muy ligeramente, pero casi de forma autónoma, sin querer hacia su coño, y lo apretaba. Como quien se agarra de la pierna al cambiar de una postura a otra, pero en este caso hacia el coño, aunque no le di en su momento mayor importancia. Dado que veía que no seguía hablando, proseguí yo.
– Entiendo, pero… con liaros, ¿a qué te refieres? ¿unos besos o algo más?. – pregunté.
Al hacer esa pregunta pude ver como ahora si su mano empezaba ligeramente a rozar su coño, de forma muy muy ligera y disimulada, y también creo que muy inconscientemente, mientras con el otro brazo cruzado hacía por “tapar”.
– Bueno… pues algo más… pero no sé hasta qué punto quieres detalles. – contestó.
Y vi algo que no había visto jamás en Marta. Picardía, pero picardía sexual. Vi una mirada de una persona que claramente estaba poniéndose cachonda (no solo por el movimiento de la mano), si no por lo que estaba diciendo. Alguien que creo, que estaba descubriendo algo nuevo. Marta era una buena chica, y en el plano sexual era normal, ni increíblemente fogosa ni un saco de patatas, pero en ese momento vi deseo irracional, vi pasión descontrolada.
– Los que tú quieras contarme. – le contesté. – no creo que a estas alturas de la vida me escandalice. Y si te preocupa porque somos pareja y crees que me voy a molestar, no te preocupes, soy consciente de que ambos hemos tenido otras parejas y rollos antes. – proseguí.
Se quedó nuevamente pensando, en este caso mirando hacia el suelo. Sinceramente pensé que me iba a contar que bueno, se magrearon, o a lo sumo que simplemente echaron un polvo, pero me equivocaba de pleno.
– Bueno… – comenzó – la cuestión es que al rozar y mirarnos de frente no sé muy bien cómo ni porqué pero el empezó a besarme. Al principio me quedé durante yo creo que el primer segundo sin saber cómo reaccionar. Mi cabeza no funcionaba tan rápido como para analizar que ocurría o pensar en las posibles consecuencias o similares. Simplemente se dejó llevar.
– Nos besamos durante unos segundos, al principio de forma suave y delicada, de forma constante, sin sobresaltos. Pero yo de repente empecé a sentirme como nunca me había sentido. Acalorada, pero no en el sentido de tener calor realmente. Acalorada de deseo, de ganas, y empecé a tomar la iniciativa. – prosiguió.
Mientras hablaba sus movimientos en su coño eran cada vez más intensos, pero la veía y estaba completamente seguro de que no se estaba dando cuenta, de que lo hacía de forma inconsciente, pues aunque se tocaba de forma cada vez más rápida y con más intensidad, aún no era una cosa exagerada.
– Empecé a besarle con ganas… el empezó a besarme el cuello mientras me cogía de la cintura. Bajó la mano al culo y lo tocó por fuera mientras me daba pequeños mordiscos cerca de la oreja, y entonces pasó a lamerme muy suavemente la oreja. Yo estaba en un estado que jamás he estado… creo que era el éxtasis, porque sentía todo de una forma muy intensa, multiplicado por 1000, y me sentía completamente desinhibida. – continuó.
– Seguimos así unos minutos, creo, hasta que el intentó pasar de nivel. Empezó a meterme la mano por debajo de la camiseta y de forma muy hábil, me lo quitó. En esto me recordó un poco a ti. – me dijo levantando levemente la mirada y sonriéndome de forma pícara.
– Continúo quitándome la ropa hasta que solamente me dejó en tanga. Para entonces él también se había desnudado, pero se había quitado todo y me estaba comiendo las tetas. Yo sabía que tenía que hacer algo, que quería ir más allá. Estaba cachonda, muy cachonda. – dijo. Y vi como cada vez era más intenso su movimiento sobre el coño. Ya estaba claramente masturbándose.
– Me volví loca, simplemente. – dijo. – jamás, nunca más, he vuelto a estar así. Sentí que tenía que ser una puta. Pero una puta en el sentido pasional. En el sentido más primitivo. En el sentido del sexo puro. De practicar un sexo que nunca había practicado. – y entonces agachó la cabeza y paró, y dejó por unos segundos de tocarse.
– ¿Qué pasa?.- le pregunté.
– Pues… no sé, que me da apuro la opinión que puedas tener de mí. – contestó.
Le volví a coger las manos. La mano con la que se tocaba estaba caliente, con cierta humedad de tanto rozarse.
– Marta, somos humanos, y el sexo es parte de nuestra vida. Hasta el sexo más duro y sucio. Cada uno somos como somos y nos gusta lo que nos gusta, y no es motivo de vergüenza ni de nada. Si no te sientes cómoda no sigas, pero no te avergüences. – le dije mientras la miraba fijamente a la cara.
Vi una sonrisa que salía de su cara. Volvió a poner sus manos en su regazo y continuó:
– Bueno… la cuestión es que yo estaba así, en tanga, y el completamente desnudo. Y esa especie de instinto irracional se estaba apoderando de mi cada vez más y más. Por mi mente pasaron miles de cosas, de pensamientos sexuales, pensamientos que jamás he vuelto a tener, pensamientos que me dan vergüenza a veces solo de recordarlos. Pero en ese momento eran pensamientos de puro deseo. – dijo.
– Él estaba sorprendentemente parado, como esperando. Siempre he pensado que los tíos tenéis el deseo en constante ebullición, que siempre queréis follar. Pero estaba congelado. Creo sinceramente que la situación le sorprendió tanto como a mí, pero no sabía cómo gestionarla… así que decidí actuar. Me acerqué a él y le besé en la boca unos segundos y entonces empecé a bajar a través de su cuello, su pecho… hasta que llegué a su polla. – decía, con cada vez signos más claros de excitación, volviendo a comenzar a tocarse.
Entonces me miró. Buscando yo creo un gesto de aprobación para lo que estaba a punto de venir. Sinceramente, una mamada, no era nada que me fuera a descolocar, así que le hice un gesto como de aprobación, que creo que era lo que necesitaba, para que continuara. Volvió entonces a agachar la cabeza ligeramente y siguió hablando.
– Me metí su polla en la boca y empecé a chupársela. He chupado pollas antes, pero soy consciente de que pocas veces lo he hecho porque yo quisiera, es decir, que lo hiciera de tal forma que fuera porque quisiera darle real placer, porque me gustara. Nunca me ha gustado hacer mamadas. Las hago porque sé que es parte del “juego”, pero no disfruto haciéndolas. – dijo mirándome fijamente. Y por un momento me sentí ligeramente confundido, ya que obviamente, alguna mamada me había hecho. Pero mi confusión duró poco ya que continuó.
– Pero esta vez no era así. Me metí la polla en la boca, al principio como siempre he hecho, sin gana, tratando realmente de cerrar los labios para que fueran ellos quienes rozaran y no mi boca. Tratando de que fuera una de esas mamadas que he hecho siempre sin gana. Pero de repente, no sé cómo ni porqué, cambié. Me saqué la polla y le retire la piel hacia atrás, dejando a la vista el glande. Empecé a pasar la lengua, poco a poco, lentamente. Metía la lengua en la boca y trataba de salivar para que estuviera más húmeda y repetía la operación.
Mientras decía estas últimas palabras vi cómo se quitaba la camiseta del pijama que se había puesto y se quedaba con los pechos al aire. Cuando duerme rara vez lleva sujetador, y en esta ocasión no iba a ser menos. Tras quitarse la camiseta se subió completamente a la cama y se sentó sobre ella, apoyando su espalda contra la pared que había justo al otro lado de la cama y se sentó con las piernas cruzadas. Y continuó:
– Empecé a chupársela como nunca he chupado una polla. Hice que se echara sobre el suelo de la tienda y empecé a lamérsela. Le escupí en ella y se la chupaba. Le escupí varias veces y la polla estaba chorreando de mi saliva. El me miraba atónito. Creo que no sabía que estaba pasando, que estaba en modo pasivo esperando no sé a qué. No reaccionaba. Y yo trataba de que lo hiciera porque realmente necesitaba que lo hiciera e hiciera lo que le correspondía.
– Seguí chupándosela. La tenía muy dura, pero era un robot. Bajé más y le empecé a lamer la zona del perineo. Le subí las piernas y le chupé el culo, metiendo poco a poco mi lengua mientras a la par me masturbaba.
Yo estaba ya, sinceramente, muy cachondo. Aunque mi novia me estaba describiendo como hacía la mejor mamada de su vida a otro tío, que además estaba en una habitación a pocos metros, no pude evitar ponerme palote. Ella mientras tanto había vuelto a empezar a frotarse, mientras que a la vez se tocaba ligeramente los pezones. Estaba claro que ambos estábamos a tono, pero no quería interrumpirla. Quería saber más.
– Cuando bajé a esa zona entonces Cristian despertó de su letargo y empezó el comienzo del fin. Me agarró del pelo y tiró de mí hacia él, lo que me puso nuevamente tremendamente cachonda. Subió mi cara hacia la suya, y cuando mi boca estaba frente a la suya me apretó los carrillos para que abriera la boca y me escupió en ella. Jamás pensé que algo así me pudiera gustar, pero hizo que casi me corriera. Estaba en un estado de excitación tan grande que podría haber hecho cualquier cosa. – siguió, aunque hizo una pausa para quitarse el pantalón, y se quedó desnuda, a excepción de un culotte.
Marta era una chica muy mona. Tenía poco pecho, pero tenía un culo que era espectacular. Cuando vamos al gimnasio juntos, alucinaba porque con las mallas eso se volvía una obra de arte, y claramente todos los tíos del gimnasio pensaban igual, porque veía como la observaban, generalmente de reojo porque la veían conmigo. Incluso pude ver como alguno, tras verla hacer sentadillas simplemente negaba con la cabeza y resoplaba, dando a entender que aquello, simplemente no era normal.
El tema del culo de Marta para mí siempre ha sido algo tremendamente excitante. Llevábamos poco tiempo y nunca había sacado el tema, porque la veía muy recatada y estaba seguro de que no sería de ese palo, pero mi mayor objetivo en esta vida era darle por el culo. Había salido alguna vez el tema, pero me dijo que nunca lo había hecho ni intentado y que no tenía tampoco curiosidad, así que he dejado el asunto un poco en standby.
Ella prosiguió.
– Entonces se levantó y se puso de pie. Mientras se levantaba me hizo un gesto para que me incorporara, pero me dijo que me quedara de rodillas. Una vez de rodillas se agarró la polla y me la metió en la boca y empezó a follarme la boca. He hecho mamadas, pero jamás me habían follado la boca. Mientras el me follaba la boca yo me hacía un dedo. Intercalaba tocarme el clítoris con meterme uno, y dos dedos. Hubo varias veces que me dieron arcadas, pero eso me ponía incluso más. Cristian… – y se detuvo. Aunque seguía tocándose ligeramente.
– ¿Qué pasa? ¿Cristian qué?. – pregunté.
– Bueno es que… no sé si.. – dijo.
– Dilo, a ver, que no pasa nada. – contesté.
– Pues que… tiene una polla muy grande. – dijo bajando la mirada.
– ¿Más grande que la mía?. – pregunté.
Se quedó pensativa unos segundos, y aunque la vi dudar, fue sincera.
– Sí… como casi el doble. – dijo.
Me quedé sorprendido. Yo tenía una polla bastante buena, es decir, algo más que el tamaño medio, y bastante gruesa. Me impresionó que ese chaval calzara ese trabuco.
– Bueno, bien por él.. y por ti ese día, ¿no?. Venga, sigue. – le dije mientras le guiñaba un ojo.
Me sonrió y continuó.
– Bueno… no queda mucho más… estuvo un rato así hasta que de repente se paró y me tumbó sobre la tienda y empezó a comerme el coño… Estuvo unos minutos, pero igual que te digo que tiene una buena polla… no tiene ni idea de cómo comer el coño. En eso eres tu infinitamente mejor. – me dijo guiñándome un ojo.
– Así que… le dije que me follara. – continuó. Pero nuevamente, se quedó callada.
– ¿Qué pasa?. – dije.
– Bueno … recuerdas que hemos estado hablando en alguna ocasión del sexo anal y eso… ¿y te dije que no lo había probado?.- dijo.
Me quedé callado porque sabía a donde iba esto, y ahora si me sentí mal. No porque me mintiera, que lo puedo entender, si no por envidia. Me estaba dando una envidia terrible saber que ese coquetón había entrado en ese culo.
– Si, lo recuerdo, contesté.- con cierto tono de desánimo.
– Bueno, pues… – siguió. – Cristian me dio por el culo. – Y volvió a callarse.
Me quedé un par de segundos pensando que decir. Si decirle que continuara, sí que ya era suficiente… pero debo reconocer que a pesar de la rabia, estaba increíblemente cachondo. Y sé que ella también. Y sobre todo, sabía que ella se estaba poniendo cada vez más cachonda según las palabras salían de su boca.
– Me lo suponía. –le contesté sonriendo. – No pasa nada, entiendo que no me lo contaras, es normal. Pero bueno, ya que estás contándomelo pues… acaba ¿no?. – le dije mientras mantenía la sonrisa.
Eso parece que la tranquilizó ya que sus gestos se relajaron.
– Bueno pues… cuando le dije que me follara me puso a cuatro patas. Aún llevaba el tanga puesto ya que aunque intenté quitármelo varias veces me dijo que no, que le ponía. Me la empezó a meter poco a poco. Yo estaba increíblemente cachonda, era puro flujo. Mientras me la metía yo me tocaba el clítoris. Pero de repente la sacó y me dijo que me girara. – relató.
– Me gire y le miré a los ojos fijamente. Estaba muy cachonda. Se levantó y me acercó la polla a la cara y me la metí en la boca. Empecé a chupársela de nuevo. Estaba jodidamente cachonda, me hubiera dejado hacer cualquier cosa. Mientras se la chupaba le miraba a los ojos. Estaba a cuatro patas chupándosela y mirándolo y me sentía como una auténtica puta, pero me sentía genial. Jamás en mi vida he vuelto de momento a sentirme así. – me dijo mientras me miraba, esta vez, y de nuevo, con cara de puro vicio. Entonces vi cómo se apartaba el tanga y ya empezaba a hacerse un dedo claramente.
– Seguí chupándosela un rato y… no sé cómo Sandra se me vino a la cabeza. Se me apareció mientras tenía la polla de su novio en la boca y se la comía como si no hubiera mañana. Y lo peor de todo es que su imagen en vez de hacerme sentir culpable me hizo sentir más cachonda. Y traspasé otra línea, una línea que jamás me ha interesado, que jamás me ha excitado, pero que hoy, sí. Cristian, – le dije – ¿qué te hace Sandra?
– Al principio se quedó algo sorprendido por la pregunta. No la entendía. Pero yo no paré en ningún momento, seguía con su polla en la boca.
– ¿A qué te refieres?. – me contestó.
– Me saqué la polla de la boca y le dije: “Pues a ti que te parece. Que te hace sexualmente. Te la chupa, se lo comes,…”. –le dije.
En ese momento yo estaba ya fuera de mí por varias razones. La primera es que yo conocía a otra Marta. Yo conocía a una Marta que pensé que me iba a contar, como mucho, que simplemente un día de pedo de éxtasis y alcohol se tiró a un amigo. Ya. Ok, que le haya hecho una mamada, ok, pero sin más. No pensé que “mi Marta” fuera a contarme lo que me estaba contando. No pensé que cuando le dije que me contara detalles iba a llegar a este nivel de detalle. No pensé que su faceta y apetito sexual pudieran llegar tan lejos. Simplemente para mí era otra Marta. Por otro lado estaba el hecho de mi excitación. Estaba terrible, pero terriblemente cachondo. Algo que jamás hubiera pensado que iba a llegar a suceder (al menos así) cuando me dijo de ir con ella a una boda. Ella continuó:
– Tras hacerle la pregunta se quedó pensando unos segundos, mirándome. Y yo seguí comiéndosela, con ganas, con fuerza, como una zorra. Al poco reaccionó y contestó, de forma bastante tímida: “pues no sé, lo normal… follar, mamada… como destacable me deja correrme en su boca.”.
– Así que correrte en su boca. – le dije tras sacarme su polla de la mía, mientras se la seguía cascando. – ¿Quieres correrte en la mía?. – le pregunté.
Cuando Marta dijo eso estaba ya en otra onda. Se estaba masturbando sin pudor alguno y me miraba fijamente. Eso era otra de esas cosas que no habíamos hecho, pero en este caso, no porque me hubiera dicho que no lo había hecho, si no porque simplemente nunca salió como tema.
– Tras preguntarle eso puso una sonrisa de imbécil y contestó, obviamente, que sí. Le hice alguna pregunta más que no recuerdo muy bien, pero entonces el me interrumpió de repente. – continuó Marta.
– “Lo que no me deja, y me vas a dejar tu es otra cosa.”. – dijo Cristian.
– Acto seguido se sacó la polla de mi boca y se puso detrás de mí y me dijo que me pusiera de nuevo a cuatro patas. Me la metió por el coño y empezó a embestirme con fuerza durante unos segundos, hasta que me dijo que me girara. Me giré, se acercó a mi oído y me dijo: “te voy a romper el culo”.
Cuando Marta dijo esa frase observé su cara de inmediato. Era una cara nueva para mí. Era una cara que creo que reflejaba el rememorar su mayor momento, si no de placer, de sentirse deseada, de sentirse golfa. Me miró nuevamente fijamente y me dijo:
– Andrés… tras decirme eso… yo apoyé la cabeza contra el suelo, y con las dos manos me abrí las nalgas. Cristian sacó su polla de mi coño y tras rozar los laterales de mi ano me la metió. Hasta el fondo, y directamente. Era la primera vez que me daban por el culo. Me conoces y sabes que soy… tímida, recatada. Sabes que en el sexo no soy apasionada, no soy lanzada, no tengo iniciativa. Pero ese día sentí algo que nunca más he sentido. Me sentí dueña de mi misma, de mis pasiones y sentimientos. Me sentí desatada, me sentí libre. – me decía mientras se incorporaba y se acercaba poco a poco hacia mí. En ese momento yo me quedé paralizado, pues una nube de sentimientos encontrados me acechaban, mientras veía como mi novia, que me acababa de contar como le dieron por el culo por primera vez se acercaba a mí.
Se levantó de su cama. Yo estaba en la cama de enfrente (eran dos camas pequeñas). Se subió sobre mis piernas y se sentó sobre ellas. A continuación se acercó a mi oreja y tras darme un ligero soplido continuó, diciéndomelo muy lento y muy bajo:
– Cristian siguió dándome por el culo. Ya no necesitaba abrirme las nalgas, pues tenía toda su polla dentro. Siguió dándome embestidas hasta que se corrió. Y cuando se corrió me aparté y saqué su polla de mi culo, y mientras seguía a cuatro patas me acerqué y se la chupé de nuevo y me tragué toda su lefa.
Cuando acabó, se apartó de mi oreja y me miró a los ojos fijamente.
– Bueno… pues ya sabes que ocurrió y porque hay esa tensión. – dijo.
Me quedé atónito por el final, pero reaccioné.
– Entiendo… aunque eso no explica todo, ya que la propia Sandra parece que no le caes nada bien, y entiendo que esto no lo sabrá, porque si lo supiera… – dije.
– Pues aunque no te lo creas… lo sabe. Como te dije compartía tienda con Anabel. Anabel era íntima amiga de Sandra (ya no) y… al parecer vio casi todo y se lo contó a Sandra. – dijo.
En ese momento estaba flipando, porque no entendía como esta chica seguía con su novio sabiendo que no solo se folló a otra si no que… en fin, tal y como sucedió.
– Y siguen juntos a pesar de todo… – dije.
– Si, aunque lógicamente Sandra no me traga. – contestó Marta.
– No, ya, ella no te traga y tu… te tragas todo lo de Cristian. – dije con tono malicioso. Pero no dijo nada, se quedó mirándome.
– De todas formas –dije – hay algo que no me queda claro… entiendo que me mintieras con el tema del sexo anal siendo esta situación, pero has dicho que esa fue la primera vez… ¿hubo otras?. – pregunté.
– La verdad es que… sí. – contestó.
– Vaya… – dije con cierto desasosiego. Me jodía saber que ese culo ha sido follado por más y no ser yo uno de ellos. Aún así la curiosidad me pudo más y lo pregunté. – ¿por cuantos, si se puede saber?
Me miró y sonrió.
– ¿De verdad quieres saberlo?. – dijo.
Dudé.
– Sí. – contesté.
Se quedó pensativa unos instantes.
– Pues… que me hayan dado por el culo… 5. – dijo.
Antes de que pudiera responder, pues me quedé en shock, pues no acababa de entenderlo, ella se levantó y me dijo:
– Pero lo que realmente importa es. ¿Vas a ser el sexto?.
Acto seguido se dio la vuelta y me dio la espalda y se quitó el culotte. Giró levemente su cabeza para mirarme y me dijo:
– Estoy cachonda como una perra y mojada que no te haces una idea así que… simplemente méteme un par de embestidas por el coño, y al culo.
Acto seguido apoyó su cabeza sobre la cama. Contemplé una vez más ese tesoro. Ese culo. No daba crédito. A continuación se abrió las nalgas y dijo:
– Andrés, rómpeme el culo.
No tardé ni dos segundos en quitarme la ropa y metérsela por el coño. Solo meterla en el coño casi hizo que me corriera. Estaba jodidamente cachondo. Le di un par de embestidas y a continuación cambié y se la metí por el culo. Fue breve. La sensación de follar ese culo fue algo tan indescriptible que no tengo palabras. Eso sí, al igual que con Cristina, al correrme se dio la vuelta y se metió mi polla en la boca para rebañar toda la leche que quedaba.
Acto seguido Marta se metió en la cama. Tras el sexo, SIEMPRE caía rendida, y no fue menos esta vez. Fue meterse en la cama y a los dos minutos estaba frita. Yo sin embargo estaba aún en shock, así que me levanté para ir al baño. Me puse la parte baja del pijama y salí de la habitación, tratando de hacer el mínimo ruido posible para no despertar a Marta, aunque sabía que eso era casi imposible.
El baño estaba justo al lado de nuestra habitación. Entré, me lavé un poco mis partes y me dispuse a salir. Justo al salir me encontré de frente con Sandra. Al principio me miraba raro, como si no me conociera, pero debió caer en la cuenta:
– Andrésssss!! – Empezó a decir, alargando las s, pero muy bajito. – ¿Qué haces?
– Nada, vengo del baño, que mis necesidades fisiológicas básicas me reclamaban. –le respondí tratando de hacer una gracieta.
– Aissss… que cachondo. ¿Y te has lavado las manos?. – preguntó.
– Pues la verdad es que… no he podido, no hay agua. – respondí.
– Ahhh… es cierto, nos lo dijeron, que en esta planta estaba cortada, que había que ir a la de abajo. Pues tienes que lavarte las manos! – me dijo. Y acto seguido me agarró del elástico del pantalón y empezó a tirar de mí. – ven, sígueme que te enseño donde está.
Me quedé un tanto sorprendido. Estaba muy claro que estaba muy borracha, así que decidí seguirle el rollo.
– Muy bien, vamos y me enseñas. – le dije.
Bajamos las escaleras y fuimos a dar la planta baja. En la plantaba baja estaba la puerta al exterior y un par más. Una de ellas era la del baño, que era un baño de minusválidos.
– Ahí esssss. – me dijo Sandra señalando la puerta. Acto seguido, la abrió, y entró. – vamos pasa!
– Ok muchas gracias por indicarme, le contesté. Voy a proceder a lo que hemos venido ¿no?. – le dije.
– Claroooo, lávate bien, yo te espero aquí para que no te pierdas al volver. – me dijo, con una sonrisa que empezaba a extrañarme.
Tras ver esa sonrisa me fije por fin en que llevaba puesto, pues no le había dado mayor importancia. Iba con un pantalón tipo short bastante corto (aunque no tanto como para enseñar culo). En la parte de arriba llevaba una camiseta que parecía de hombre, bastante grande. Aun con esa camiseta era claramente visible que tenía unas tetas enormes. Y no debía llevar sujetador, porque la noche había refrescado y se le marcaban claramente los pezones.
Me lavé las manos y me di la vuelta para salir, pero al dar el primer paso Sandra me interrumpió:
– No no, tienes que lavarte algo más que las manos, ¿no?.
– Ah sí, ¿el qué?. – Le pregunté con cierta sorna. Sabía por dónde iba, pero no tenía claro si solo quería picar, si quería jugar o qué.
Me miró y con un gesto con la cabeza señaló hacia la cintura.
– La polla, claramente. ¿Has meado antes no?. Tendrás que lavártela también. ¿O vas por ahí con restos de pis?. – dijo con una media sonrisa en la cara.
– Vale, me la lavo, pero tendrás que salir, ¿no te parece?. – respondí
– Ui, ¿y eso? Seguro que no soy ni la primera ni la última que te la vería. Tranquilo que no me voy a asustar.- dijo.
– No, está claro, pero entonces vamos a estar en una situación de desventaja, porque tu vas a ver algo mío y yo no voy a ver nada tuya. – le contesté.
Me miró fijamente a los ojos. Lentamente subió las manos y se agarró la camiseta. Me volvió a mirar. Y empezó a levantarla. Según la iba levantando las tetas se le iban marcando. Eran enormes. Probablemente las más grandes que haya visto nunca. Pensé que se iba a tirar un farol y pararía, pero entonces empecé a ver la parte baja. Paró y me sonrió y continuó hasta quitársela del todo y tirarla.
– Yo voy sin camiseta así que realmente ahora estamos empatados. ¿no crees?. –le dije.
– Muy bien. – dijo sin inmutarse. – Pero si me lo quito luego te toca a ti para estar en la misma situación.
Acto seguido se dio la vuelta y se puso contra la puerta y empezó a bajarse el pantalón. Aunque su culo no era ni mucho menos comparable al de Marta, estaba muy bien. Según se lo iba bajando iba dejando ver que llevaba un fino tanga de hilo. Al acabar se dio la vuelta.
– Te toca, dijo.
Me quité entonces el pantalón y calzoncillo y me quedé mirándola.
– Muy bien, ahora lávate, ¿no?. Es el objetivo final de todo esto. – dijo.
Me acerqué al lavamanos y me eché algo de agua con jabón y me la acerqué a la polla y me la lavé. Realmente estaba bastante limpia, después de correrme en el culo de Marta esta se había encargado de dejarla bastante limpia. Solo rastros de su saliva. Me di la vuelta.
– Hecho. – dije.
– ¿Sabes que mi novio le dio por el culo a tu novia?. ¿Y que esta luego le limpio absolutamente toda la lefa justo tras correrse en su culo?. – preguntó.
Eso no me lo esperaba. Estaba claro que esta tía tenía ganas de tocar las narices. Bueno, al principio con la tontería de lavarme las manos e ir abajo eso pensaba. Al quedarse en tetas y tanga vi que claramente quería algo más, pero esa pregunta me pilló totalmente desprevenido, y no supe reaccionar.
– Bueno, realmente da igual que lo sepas o no. Te cuento lo que va a pasar: Cristian es un mierda, y lo demostró no solo con tu novia. Sé que se ha follado a alguna más… en fin, de hecho quien me contó lo de tu novia, como supe tiempo después acabó chupándosela a mi novio con otra amiga ese mismo día. – dijo con la cara desencajada a medio camino entre la borrachera y el odio.
Por un momento me quedé pensando en que ese Cristian era realmente un crack. Se había follado el culo de mi novia, y el mismo día, ¿dos tías se la chupan?. Era mi ídolo.
– La cuestión es que yo he sido idiota y me he reprimido, y he aguantado, y le he sido fiel. – continuó – pero la vida a veces da vueltas muy raras y ha querido que nos encontráramos en la puerta del baño. Así que es bastante simple lo que va a pasar.
Yo estaba desnudo, me había quitado calzoncillos y pantalón para lavarme, y la imagen de esta chica con esas pedazo de tetas me estaba empezando a poner a tono de nuevo. Se acercó a mí y directamente se agachó y agarró mi polla y se la metió en la boca. Empezó a chupármela con ritmo, con ganas. Me miraba a los ojos mientras se la metía y sacaba sin parar y empezó a tocarse. Vi como intercalaba dedos entre el coño y el culo mientras seguía chupándomela. La chupaba bien, de hecho muy bien. De repente paró y se puso mi polla entre las tetas y empezó a hacerme una cubana y mientras tanto decía:
– A tu novia le dio mi novio por el culo. Creo que lo justo es que tú hagas lo mismo conmigo. Además, a mí nunca me han dado, así que serás tú el primero.
Eso me excitó de sobremanera. No sabía si era verdad o no, pero pensar en la posibilidad de ser el primero que se follara el culo de esta tía me ponía a mil. Ya me estaba imaginando como sería ponerla a cuatro patas y ver esas tetas moviéndose.
Siguió chupándomela durante un buen rato mientras se tocaba. Al cabo de unos minutos se levantó y se sentó sobre la taza del wáter y se abrió de piernas.
– Cómemelo. – dijo.
Yo, que soy muy obediente, fui. Me puse de rodillas y empecé a comérselo. Me encanta comer coños, sobre todo si están bien depilados, y este lo estaba. No había un solo pelo. Empecé a lamer por los labios exteriores muy lentamente. Con una mano le abría el coño para chupárselo y con otra le tocaba las tetas. Eran enormes, jodidamente enormes. Le pellizcaba ligeramente los pezones poco a poco y gemía sin parar. Empecé entonces a lamer el clítoris, poco a poco, lametazos muy muy suaves acabando con la punta de la lengua justo sobre él. Con mucho cuidado. Empecé entonces a meterle un dedo mientras le seguía lamiendo el coño. Y otro, y otro, hasta tener 4. Había hueco. Probé a bajar uno de los dedos al culo y lo metí, y soltó un pequeño chillido, mezcla de dolor y placer. Entonces la cogí de los muslos, la tumbé hacia atrás y puse su culo a la altura de mi boca. Y empecé a chupárselo. Nuevamente con cuidado, suaves lametones, muy poco a poco. Intercalaba los lametones del culo con el coño. Continuo, sin parar. Volvía a meterle un dedo. Le metí un dedo en el culo, bien adentro y lo saqué. Lo subí a sus tetas y luego a su boca y empezó a chuparlo. Subí un momento y le metí la polla en la boca. Le di una sola embestida fuerte hasta que le dio una arcada. Cuando iba a sacarla porque iba a vomitar, me agarró del culo y se la metió de nuevo entera y con fuerza, pero esta vez no hubo arcada.
La saqué de su boca y volví a arrodillarme. Volví a lamerle el ano, suavemente, y entonces metí un poco la lengua por el culo. La puntita. Un poco más.
Me levanté y la besé. Aún no la había besado.
Volví a donde estaba de rodillas pero me levanté. Era un wáter algo raro porque estaba bastante elevado, lo que me vino perfecto. Se la metí en el coño y soltó un grito ahogado. Hice como con Marta: dos embestidas para que se lubricara, y luego cambié.
Fue diferente: dar por el culo a cuatro patas es más animal, pero es más difícil que la polla entre. Pero así, con la tía tumbada de espaldas, piernas hacia arriba y hacia afuera y dejándote la entrada totalmente visible, es otro rollo.
Era su primera vez, según ella. Había dos opciones: o poco a poco o una buena embestida. Decidí que ya que había venido ella a jugar y tentar que.. se atuviera a las consecuencias. La puse justo en el ano y la empujé despacito, dándole la sensación de que todo iba a ser suave. La realidad es que solo necesitaba que entrara lo mínimo para luego poder empujar. Y eso hice. Cuando entró el capullo la agarré de las piernas y mientras tiraba de las piernas hacia mi yo empujé. Soltó un grito de auténtico dolor y me miró. Intentó con las manos empujarme, pero solté una pierna y se las aparté. La tenía dentro. Le dije:
– La verdad que si sabía lo de Cristian y Marta. De hecho me lo acaba de contar ahora.
Me miró. Le dolía.
– Y ¿sabes que más me contó?. Que ella le pidió a tu novio que le rompiera el culo. Al parecer tu novio se la folló por el culo a cuatro patas. Está bien, pero no es lo mismo. Por su relato creo que sí, le gustó, pero no le rompió nada. Así, sin embargo… – le dije mientras la miraba a la cara. Su cara había cambiado del dolor y cierto miedo al… placer. A esta tía le iba la marcha mucho. Un trio con Marta y esta tía hubiera sido la bomba.
– Así que ya que tu novio, a pesar de que tenga la polla tan grande, en el fondo no sabe partir un culo, he decidido obsequiarte yo. Estoy seguro de que mañana lo notaras, le dije. – Y me acerqué a ella y la besé. Ella me siguió el rollo y me comió la boca con pasión.
– Así que… seguimos. – dije.
Acto seguido saqué casi toda la polla, agarrando nuevamente las piernas y tirando para abrir el hueco y volví a empujar. Y así, de nuevo. Estuve unos dos minutos embistiéndola por el culo cuando de repente me dijo:
– ¡¡Para!!
Paré.
– ¿Qué pasa?. – pregunté.
– Que… creo que me estoy cagando.- contestó.
– Ahh… ¡bueno mujer, no pasa nada!. – dije
Y seguí empujando. Ella seguía diciendo que parara, pero le veía la cara, estaba gozando como en su vida había gozado. Y seguí empujando. Dejó de decir que parara. Empezó a masturbarse de forma compulsiva. Se acariciaba el clítoris como si no hubiera mañana, y entonces se corrió. Yo estaba también apunto, pero aguanté y seguí, y le dije:
– Estoy apunto. Me voy a sacar la polla y te la voy a meter en la boca y te vas a tragar toda la lefa. ¿Ok?. Es lo que tu novio le hizo a la mía, es lo que yo debo hacerte.
Me miró con cara seria. Sabía que estaba pensando: si se estaba cagando, eso va a salir mal, si es que luego al sacarla encima no se caga. Pero no dijo que no.
– Ok.
Entonces me saqué la polla. Acto seguido y como pensaba, un poco de mierda salió de su culo. Su cara era un poema porque sé que eso le causo placer. La polla estaba ligeramente manchada con algo de mierda y sobre todo con sangre y algún resto de lefa. Claramente le rompí el culo.
Acerqué mi polla a su cara. La cogió. Me miró a la cara y se la metió en la boca. Cumplió. La chupó con auténtica gana hasta no dejar un resto y sin decir ni mu.
Después de eso nos vestimos y nos fuimos. Ella salió primero, a los 5 minutos salí yo.
Al entrar en la habitación Marta seguía durmiendo.
Me eché en la cama y me dormí.
A día de hoy Marta ya no es mi novia, pero Sandra sigue siendo la de Cristian. La diferencia es que Sandra aprendió que siendo su novio un cabrón, ella debía serlo. A día de hoy Sandra y yo seguimos quedando para follar muy habitualmente (como una vez por semana) y nuestras prácticas sexuales conjuntas han alcanzado otros niveles. Niveles que ya os contaré.