Me vas a pedir que te folle delante de tu marido..
Diana se bajo del taxi, apremiando a su marido, para que también lo hiciera lo antes posible.
Habían llegado por fin al aeropuerto, y ella tenía prisa por ponerse en la cola, para embarcar las maletas, conseguir sus asientos y empezar a relajarse de una vez.
Llevaban mucho tiempo esperando estas vacaciones, se les había hecho bastante difícil organizar todo, dejar a la niña con los abuelos, conseguir las fechas de descanso los dos la misma semana, y convencer a su marido de que por una vez, irían a un sitio tranquilo, a Canarias, sin otro objetivo que disfrutar del buen tiempo, tumbarse en la playa y dejar que pasara el tiempo. Nada de senderismo, nada de visitas a la ciudad, de excursiones organizadas, nada de salir a un restaurante, nada de nada, simplemente quedarse en el hotel, donde estaba todo incluido, precisamente para escapar a otro tipo de experiencias, que, por lo menos aparentemente por una vez, según su gusto, iba a conseguir
Además, ahora, precisamente ahora, la ola de frio que padecían, parecía que podía traer problemas con los vuelos, y aunque cuando llegaran a su destino, el frio y la nieve de casa les haría sentirse muy a gusto en la playa, hasta arribar a sus destino podría ser un problema añadido. Por eso, apremiaba más a José, para que se diese prisa con las maletas, y consignarlas de una vez, pero cuando llegaron a la fila que les tocaba, sintió la primera decepción del dia, era enorme, la más larga de todo el aeropuerto, y parecía que no avanzaba mucho. Como eran dos filas diferentes, para el mismo vuelo, le entro la duda que siempre surgía en esta situación, en cual de las dos filas ponerse, pero su marido llego con el carrito de las maletas, y se posiciono en la que estaba mas cercana, según su sentido de llegada, así que se resigno, pensando que seguro que la otra iba mas rápido, y se situó junto a su marido dispuesta a padecer el tiempo de espera.
Al poco tiempo constato que sus sospechas se hacían realidad, la otra fila avanzaba mucho mas rápido, y para no enfadarse mas con José, lo mando a comprar los periódicos, y alguna revista, con la excusa de perderlo de vista un rato, y no agobiarse con el por la mala elección realizada.
Mientras esperaba a su marido, hizo tiempo fijándose en la gente que estaba esperando en la cola con ella. Era una costumbre que tenia desde siempre, desde muy niña, y conforme se hizo mayor, la retuvo y la acentuó: se fijaba en la gente, en su forma de vestir, de hablar, de comportarse, de reaccionar ante pequeños detalles y situaciones, y a partir de esto, se hacia su análisis de situación de cómo serian esas personas.
En la fila contigua, se fijo primero en una pareja madura, de unos cincuenta años, un poco abandonados físicamente, pero con ropa elegante y cara. Diana elucubro que probablemente viajaban al sur, a recuperar un poco de calor, del calor del buen tiempo y del sol, pero también para volver a sentir algo de su pasión interna. Apenas hablaban, ni se miraban ni comunicaban, pensó, que seria difícil que recuperan algo de su pasión, si seguían en esa actitud. Después de fijo en una pareja bastante mas joven, que se encontraban bastante acaramelados. Seguro que se trataba de un par de novios, que iban de luna de miel, y que en este viaje alcanzarían su cenit pasional, para empezar a ceder poco a poco a la rutina de la vida en pareja, y a la monotonía que ello conllevaba. Tras ellos se encontraban un grupo algo más heterogéneo, dos chicas que parecían extranjeras, y un chico hablando con ellas. No estaba muy seguro que fueran un grupo en si, quizás el chico, estaba aprovechando la espera, para intentar ligar con ellas. El chico se veía muy lanzado y muy seguro de si mismo, y las dos chicas se mostraban muy receptivas.
Viendo a lo lejos acercarse a su marido, se puso a compararse a ellos mismos como pareja, con los tres ejemplos que había visto. Desde luego, después de 5 años de noviazgo, y diez de matrimonio, su situación no se podía comparar a la de los novios de luna de miel, sino mas bien a la pareja madura, que parecían que iban a recuperar algo quizás perdido para siempre. Incluso la actitud de José hacia ella, se parecía a la de aquella pareja, una actitud distante e incluso un poco fría, aunque después de tanto tiempo era un poco lógica. Se pregunto a ella misma cual seria la actitud, que si ella pudiera elegir, preferiría para su marido, y tras dudar un momento, descarto a la de la pareja de novios. Tanto amaneramiento y caramelosidad le parecían un poco excesivos, tras tanto tiempo de relación, preferiría la frescura y la procacidad que usaba el chico con las dos chicas, el atrevimiento, el descaro.
Cuando llego José, le dijo que avanzara, que se estaba quedando atrás. Efectivamente, enfrascada en sus pensamientos se había quedado un poco retrasada, aunque tampoco le gusto mucho el tono en que se lo había dicho su marido. Finalmente, tras unos minutos mas de espera, pudieron consignar sus maletas, y conseguir dos asientos juntos, lo cual, considero como una buena señal de comienzo, ya que aunque era lo lógico, no siempre era lo habitual.
Tras pasar el control de pasajeros, y los desagradables inconvenientes, a los que últimamente sometían a los viajeros, se sentaron en una cafetería, a esperar los 45 minutos de rigor hasta el embarque. Mientras su marido se envuia en la lectura de la prensa, ella mas ávida y curiosa, no dejaba de fijarse en la gente.
Se sorprendía de lo elegante y original que iban la gente en los aeropuertos. Aunque ella viajaba frecuentemente por temas profesionales, nunca dejaba de prestar atención a la manera de ser de la gente cuando viajaban, como se vestían, como intentaban ser elegantes, llamar la atención, sobresalir. De hecho ella tenia algunas teorías al respecto, que muchas veces comentaba con sus compañeros, si quieres ir a un sitio a ver gente elegante, vete a un aeropuerto, y se preguntaba a si misma, que pasaría con esa gente, cuando llegaran a casa, cuando se desmaquillaran, cuando se quitaran los modelones y los taconazos, cuando se desabrocharan los wonderwras y las fajas. De hecho, muchas veces se sorprendía, si entraba al servicio de lo que se demoraban las mujeres en el, no solo en hacer sus necesidades, sino también después en darse sus retoques, en terminar de arreglarse. Muchas veces, Diana se sentía un poco vouyeur, y se entretenía, fijándose en como terminaban las mujeres estos detalles, o si se sentaba cerca de un aseo, cronometraba mentalmente a las personas que entraban, sobre todo si alguna le llamaba la atención, igual que fuese hombre o mujer, y se preguntaba que estarían haciendo para tardar tanto. Entre sus fantasías sexuales, se encontraba hacerlo en un aseo, o en un sitio semipúblico, aunque a José eso no le hacia mucha gracia, o mejor dicho ella pensaba que no le hacia tanta gracia. Ella también manejaba sus teorías sobre las fantasías sexuales, y hablaba mucho sobre ellas con sus amigas, aunque apenas con José. Mantenía, que si se realizaban esas fantasías, ya perdían esa categoría, y además, normalmente, no llegaban a la altura de lo deseado, por eso, sostenía, que muchas veces era mejor dejarlo en eso, en simples fantasías, a las que recurrir en determinadas situaciones. Sumida en esas reflexiones, un inesperado y desagradable anuncio de megafonía la interrumpió:
Sras y sres. Pasajeros, el aeropuerto anuncia el retraso del vuelo IB2427 a Canarias, debido a las inclemencias del tiempo. Permanezcan atentos a la espera de nueva información.
J: Vaya, lo que faltaba
D: Ya me lo estaba temiendo, la borrasca esta no tenía buena pinta,
J: Y ahora que hacemos?
D: Pues me temo que no tenemos muchas alternativas más que esperar… y desear que se mejore el tiempo
J: Ya te avise que irnos de vacaciones, ahora con este tiempo, no era una buena idea
Diana se enfado mucho con esa respuesta de su marido, y le respondía airadamente
D: A veces, hasta las malas ideas son mejores que ninguna idea, ya te valdría a ti tener alguna de vez en cuando
José recibió ese comentario con cara de circunstancias, y se enfrasco en la lectura del periódico. Entonces ella escucho el sonido de entrada de un mensaje en su móvil. Era un número desconocido para ella, y cuando lo abrió se sorprendió con el contenido:
«Parece q no t lo estas pasando muy bien, t apetece una visita al reservado para desestresarte?»
Diana enrojeció al leerlo, e inmediatamente levanto la vista para intentar localizar al emisor. Tras una ojeada escrutante al amplio salon del aeropuerto, su mirada se cruzo con el rostro sonriente del chico al que antes había visto en la cola con las dos extranjeras.
Antes que pudiera reaccionar, su marido le pregunto
J: Quien era
Diana, aliviada porque no había apartado el periódico, y no pudo darse cuenta de su estado de azoramiento, le respondió.
D: Nada, una de esos mensajes de publicidad, ya sabes…
Inmediatamente, de una manera casi impulsiva, respondió al mensaje:
«Vete a la mierda, pervertido», tras esto le dijo a su marido
D: Me voy a dar una vuelta por las tiendas, si te vas a mover, avísame
J: De acuerdo
Tras esto, se levanto, y sin ni siquiera mirar, ni a su marido, ni al chico, y se fue hacia las tiendas. Se sintió muy liberada, de poder estar un rato sola. Habían sido demasiados sobresaltos de golpe. Primero el retraso, luego la recriminaciones de su marido, y por último el mensajito, necesitaba poner un poco de orden en su cabeza.
Se dirigió al área de duty free, y aunque intentaba concentrarse en buscar algún perfume, no conseguía quitarse el mensaje de la cabeza. Al principio se preguntaba como habría conseguido el chico su número de teléfono, aunque luego cayo en la posibilidades que la tecnología blue tooth, sin cable, ofrecía. Seguramente, el chico había pasado cerca suya, y había contactado con tu terminal de teléfono mediante esa vía, aunque nada podía asegurarle a el, que ese era realmente su teléfono, y menos, en un sitio como el aeropuerto, donde todo el mundo llevaba sus teléfonos conectados.
Ese pequeño detalle, esa audacia del chico, ese atrevimiento, la hizo reflexionar un poco. Desde luego el chico se había fijado en ella, de eso no le cabía duda, cuando levanto la mirada tras recibir el mensaje, el la estaba mirando de una manera sonriente y simpática. Cuando se refería a si misma en sus pensamientos al chico, lo hacia consciente de su diferencia de edad. Diana tenia 38 años, y aunque se castigaba en el gimnasio y corriendo y haciendo, cuando su familia y el trabajo le dejaban un poco de tiempo libre, se consideraba aún en buena forma, lo cual no quitaba que esa temible frontera de los cuarenta, se acercara inexorablemente, de una manera cada vez mas rápida.
Y no era ella misma quien se consideraba en buen estado, estaba acostumbrada a que en algunas ocasiones, los hombres se volvieran a mirarla, o le prestaran especial atención en las reuniones de trabajo, a nivel ejecutivo, en la que la mayoría de los participantes eran varones. Ella era consciente de su atractivo, aún a pesar de esa edad, a la que ya estaba llegando.
Por eso se sintió especialmente molesta por el mensaje. Que esperaba el chico, que al recibir el mensaje, ella lo dejaría todo, y se lanzaría a sus brazos, bragas en mano, para entregarse entera…Diana no entendía la evolución que el concepto de la seducción y la conquista estaba teniendo últimamente: citas a ciegas, chats, perfiles por internet, paginas de contacto, sms…todo eso se apartaba de su ideal de la seducción, que se ajustaba a parámetros bastante clásicos: encuentros visuales, sonrisas, miradas cómplices, algo mas elaborado que un simple mensajito de móvil, y aunque se daba cuenta que estos valores, sus valores clásicos estaban hoy en dia en decadencia, ella no estaba dispuesta a dejarse avasallar por los nuevos tiempos, definitivamente no.
Para apartar todo esto de su cabeza, se impuso a si misma la idea de comprar un perfume, de cambiar el suyo, o al menos de buscar uno alternativo para algunas ocasiones especiales. Tras dejarse aconsejar por una vendedora, y tras probar varios diferentes, finalmente se decidió por el nuevo de Versace y aunque el precio no era lo que se podía denominar como asequible, se convenció a si misma, pensando en su desahogado sueldo, y considerando, que a pesar del retraso y los problemas, se iban de vacaciones, y la mejor manera de comenzarlas, era con la satisfacción y el subidon personal que a una mujer le da permitirse un caprichito.
Con el paquete de perfume en la mano, y otro ánimo de espíritu, se percato que ya había pasado casi una hora, y volvió en busca de su José, con la idea retomar la conversación de seducirlo en la cabeza, y con el perfume como instrumento de seducción, pero cuando llego a la zona de bares donde había dejado a su marido, se llevo una tremenda sorpresa.
Su marido esta charlando animosamente, con el chico del mensaje, en un tono aparentemente muy relajado y risueño, con varia botellitas pequeñas de licor, de las que servían en los aviones, vacías sobre la mesa.
Diana se asusto un poco ante este panorama, pensó incluso en dar la vuelta, y volverse a las tiendas, durante unos segundos, pero inmediatamente se sobrepuso. Pensó, que tenía que volver con su marido y afrontar la situación con serenidad y aplomo. Ella era una mujer madura, y con mucho mundo, y no iba a dejar que el muchachito tomara la iniciativa.
Se acero hasta ellos, evitando que la vieran llegar, y cuando estaba al lado, interrumpió su conversación:
D: Vaya, paree que la fiesta ha empezado sin mi, que estais celebrando?
Los dos hombres se volvieron sorprendidos, y su marido al reconocerla, le respondió jocoso
J: Bueno, ya sabes, si una mujer se va de compras, es mejor prepararse para una larga espera
D: Ya veo que incluso has aprovechado para conocer gente, por lo visto te aburres bastante, no?
J: Mira este es Pedro, me cruce con el, y casualmente vuela con nosotros, ella es Diana, mi mujer
Pedro se levanto, dispuesto a darle dos besos, según el típico saludo, pero ella se adelanto, y le tendió la mano, en un gesto firme, que no le dio la oportunidad a alternativa alguna;
D: Hola, ya has escuchado a mi marido, soy Diana, como estas?
P: Hola, yo me llamo Pedro, y creo que nos conocemos de algo, no?
Pedro, le dijo esto, sosteniéndole la mano, alargando el apretón, y amortiguando un poco la sensación de pequeño triunfo que Diana había experimentado al imponerle su saludo…
D: No, no creo, soy muy receptiva para las caras, y si te hubiera conocido antes, seguro que me acordaría de ti…
Tras decir esto, dudo un poco, no estaba segura que el pudiera darle un doble sentido a su frase…
P: Bueno, espero que a partir empecemos una bonita relación de amistad…, tal y como hemos hecho tu marido y yo…
Diana escucho las risas de su marido, y sonrió ella también…
J: Es verdad, en este rato que llevamos juntos, hemos coincidido en muchas cosas, es increíble que fácil es hacer amigos, mientras esperas un retraso de un vuelo, ja, ja, ja.
Diana notaba que su marido estaba un poco entonado, y no pudo dejar de comentar:
D: Claro, también es fácil hacer amigos, con una copa de mas, no?
P: No piensas mal de nosotros, es cortesía de la compañía aérea, para hacernos más amena la espera, nos han invitado a una copa, quieres tomarte tú también algo, tenemos más invitaciones?
D: No gracias, no hace falta, espero que el retraso no dure mucho mas…
P: Cualquier cosa que podamos hacer para hacer la espera mas amena, no dudes en pedírnoslo, no José?
J: Claro, claro.
Pedro le había dicho esto, mirándola a los ojos, con una mirada clara y firme, segura y radiante, y aunque había usado a su marido como supuesto apoyo para esa en teoría amable oferta, no había dejado de mirarla, y aunque ella intento sostener su mirada, la intensidad de la misma, y la carga de profundidad que sabia que tenia, hizo que no pudiera aguantarla, como en principio había sido su objetivo…
D: No te preocupes, estoy acostumbrada a esperar
J: Pedro esta acostumbro a viajar, y opina que quizás esta espera puede hacerse un poco larga
D: Bueno, en ese caso hay que relajarse, no ponerse nerviosos, y prepararse para la espera
P: Eso mismo le estaba diciendo a José, que hay que relajarse, y hacer la espera lo mas llevadera posible.
Diana volvía a sentir la mirada intensa de Pedro y empezó a preocuparse un poco, creía que se estaba poniendo un poco pesado, pero tampoco quería montar ningún escándalo delante de su marido, así que intento cambiar de tema.
D: Y como es eso que viajas tanto?
P: Es por mi trabajo, soy consultor turístico, y trabajo para las grandes cadenas de hoteles, y a cada tanto me toca visitarlas, para instruirles sobre nuevas técnicas y adelantos, todo orientado a la satisfacción de los clientes..
Pedro, dijo esta última frase, en un tono tan especial, que Diana volvía a sentirse aludida..
J: Si ya me ha dado un par de consejos muy interesantes, sobre lo que podemos hacer para sacarle mas partido a nuestra estancia. además conoce el hotel donde nos quedamos y me ha recomendado un par de atracciones especiales, ya veras
Pedro asistía sonriente a esta conversación. José estaba creando una especie de halo especial sobre el, dándole unas capacidades, que le hacían sentirse muy seguro, y el, muy consciente de eso, parecía que aumentaba su aurea personal.
fijándose en el paquete envuelto que traía del duty free le pregunto:
P: Y tú que has comprado?
Diana se mostró un poco reacia a enseñárselo, al fin y al cabo había comprado el perfume para ella y para su marido, y no le apetecía nada enseñárselo al muchachito.
D: No es nada, un perfume..
Entonces su marido curioso le pregunto.
J: Déjame verlo, es el de siempre?
Diana vio un brillo en los ojos de Pedro, y a continuación comprendió su pregunta.
P: Cual el es perfume que usa tu mujer, José?
Ella sabia que su marido no sabría acodarse de su perfume, y espero divertida su respuesta
J: la verdad, no lo se, casi todos huelen igual
P: Bueno, cada uno corresponde a un tipo de mujer, déjame que adivine cual te has comprado Diana
D: No creo que lo sepas, además, el que he comprado no es el de siempre, es uno diferente
Se arrepintió en seguida de haberle dado esa respuesta, seguro que era capaz de sacar alguna información extra de ella.
P: Bueno, cuando una mujer cambia su perfume, es que hay algo en su interior que le dice que algo tiene que cambiar en su vida, no es cierto Diana?
Diana empezó a sentir que estaba cediendo un poco de terreno ante aquel chico, la insistencia que tenía en dirigirse a ella por su nombre, la sutileza con la que manejaba la poca información que le daba, hacían que su actitud de resistencia empezara a resquebrajarse un poco.
D: No, no es nada de eso, simplemente quería probar otra cosa
Su marido interrumpió su frase, para ponerla en evidencia.
J: Bueno, déjanos ver que es lo que has comprado
D: No hace falta abrirlo aquí, ya lo veras en otro momento.
J: Venga mujer, ábrelo de una vez…
Pedro observaba risueño esa pequeña discrepancia de pareja, y como ella notaba que su marido, animado por la ingesta de alcohol, no se iba dar por satisfecho hasta que se saliera con la suya, finalmente cedió, un poco enfadada.
D: Esta bien, hay lo tienes, ábrelo tu mismo.
José, satisfecho como un niño pequeño que se sale con la suya, cogio el paquete y lo abrió. Cuando Pedro vio la marca, comento:
P: Versace, me lo había imaginado, para la mujer que busca nuevos retos, te pega bastante
Diana se ruborizo cuando lo escucho, efectivamente, ese era el lema de la publicidad del perfume que había comprado, y el podría imaginar cualquier cosa al respecto, en relación con el mensaje que había mandado…
Mientras tanto, su marido, abrió el frasco, y apretando el pulverizador, y echando un poco en su mano dijo
J: Vamos a ver como huele
Pedro disentio, agitando la cabeza negativamente, y comento
P: Así no se hace para saber como huele un perfume, me permites?
Aunque estaba hablando con José, miraba a Diana,
J: Claro, claro
P: En primer lugar, el perfume genera un olor especial en contacto con cada piel, y los de mujeres, solo han de usarse con pieles de mujeres, y en segundo lugar, el perfume no debería entrar en contacto directo con la piel, y aunque pregunto mirando a Diana, fue su marido el que respondió
P: Puedo
J: Si claro
Entonces tomo la mano de Diana, y alzo un poco la manga de su vestido, para a continuación disolver una pequeña cantidad de perfume en el aire, y agitarle la mano, con la parte interior de la muñeca de ella hacia arriba, para que esta se impregnara del perfume, que flotaba en el aire.
Diana se dejaba hacer muy sorprendida por la iniciativa de Pedro, y enfadada con José, por responder a preguntas que iban dirigidas a ellas. El muchachito, estaba empezando a vencer sus defensas, la manejaba como si fuera una niña, y la verdad es que no dejaba de tener cierto encanto.
A continuación, tomo su mano, sin pedir permiso esta vez, y se la acerco a José
P: Huela ahora, a ver que te parece
José tomo la mano, y oliéndola afirmo
J: vaya, mucho mejor que antes, muy buena elección
Una vez que José olió a su mujer, Pedro, manejando muy bien la situación, le pregunto, claramente a el, si le permitía olerla.
Diana se sentía fuera de juego, en una especie de divertimento, en la que ella era la protagonista, pero no tenia oportunidad, de jugar ningún papel, pero esa sensación, estaba generándole un malestar hacia su marido, que consentía ese juego, y una ligera simpatía hacia Pedro, que era capaz de convertir cualquier sencillo acto, en una ceremonia vistosa y llamativa.
Pedro, tomo su mano, y el contacto con sus dedos, le resulto electrificante, no sabia si existía esa palabra, pero era una mezcla de electricidad y una sensación edificante. Suavemente, acerco su mano hacia su cabeza, que inclino ligeramente, para acercarla a su muñeca, y a continuación aspirar su olor intensamente.
A su vez, ella noto como el había aprovechado ese movimiento para acercar su pierna a su rodilla, y establecer un primer contacto bajo la mesa. Sencillamente estaba como enganchándose a nuevas sensaciones, por encima de la mesa se sentía sutilmente olida, y por debajo, sensualmente tocada, estaba completamente fuera de juego.
P: Tu mujer huele deliciosa, José, si estuviera aquí sola, no dudaría en hacerle una proposición indecente
J: Ja, ja, ja, ya te dije Diana, que Pedro es muy divertido
Diana, se sonrió y no se atrevió a abrir la boca. Conociéndose como se conocía, sabia, que su voz hubiera sonado quebrantable, tal y como se encontraba ahora su voluntad, y su firmeza. No sabia que hacer, ella que cinco minutos antes había llegado, con la mano por delante para impedir cualquier contacto, se encontraba ahora, en las manos de Pedro, literalmente hablando, y rodilla con rodilla bajo la mesa, fuera del alcance visual de su marido, y lo que aún era peor, sin una voluntad clara de como podía terminar con esa situación.
P: Y, tu, ya sabes que hacer cuando quieras entregarte a tu marido, vestida solamente con el perfume, no?
José, que con las copas que llevaba encima, estaba perdiéndose la sutileza de la conversación, pregunto despistado
J: Como te puedes vestir solo con el perfume?
Diana sentía que la tensión subía hasta su cabeza, y que su cara enrojecía, el muchacho, Pedro, le estaba diciendo como debería impregnarse de perfume, y se imagino a si misma, desnuda, en el cuarto de baño, echando el perfume a aire, y sumergiéndose en esa mezcla, vistiéndose con ese aire, con esa emulsión de perfume disuelto, y se sentía muy sexy, para a la vez se sentía desnuda, delante de Pedro, que seguía sosteniendo su mano boca arriba, y había empezado un movimiento de sus dedos, por la parte de abajo, sin que su marido pudiera verla, que la estaba poniendo muy nerviosa
J: Bueno, como nadie contesta creo que voy a tomarme otra copa, queréis algo?
Cuando ella escucho eso, sintió un ataque de pánico, no tanto por que su marido siguiera bebiendo, que también, sin sobre todo por quedarse a solas con Pedro. Sabia que su voluntad empezaba a quebrantarse, que su espíritu comenzaba a flaquear, y no quería de ninguna manera pasar por ese trance, así que rápidamente respondió
D: José, no crees que ya has bebido bastante, pronto tendremos que volar, y no se como reaccionaras, en el avión, si sigues así
J: Vamos cariño, no sabemos cuanto tiempo mas vamos a estar aquí, y mientras mas amena hagamos la espera, menos nos molestara la situación
P: Claro mujer, además nunca mas vas a estar en la situación de que una compañía aérea te invita, deberías aprovecharlo
Diana se estaba viendo acorralada, su marido y Pedro la estaban llevando a una situación sin salida, bajo ningún concepto quería quedarse a solas con Pedro, y tampoco quería tomarse ninguna copa. Se le ocurrió una idea con la que al menos ganar un poco de tiempo..
D: Esta bien Pedro, ya que tanto insistes, no te importaría ir tú mismo a buscar algo para mí
P: Claro que no, será un autentico placer, que vas a tomar
D: Lo mismo que vosotros, no voy a ser menos…
P: Y tu José?
J: Siguo con lo mismo
P: Muy bien, enseguida estoy de vuelta
Diana, asintió y cuando se volvió para dirigirse al bar, no pudo evitar fijarse en su culo…aunque su marido enseguida la saco de sus consideraciones…
J: Me alegro que te unas a nosotros, cariño, veras que amena se nos hace la espera
Ella se concentro de nuevo en su marido, y no pudo evitar expresarle su enfado, por todas las situaciones y por el juego morboso, que según su parecer había propiciado
D: José, estoy muy enfadada contigo, no creo que te estas comportando correctamente, desde que has llegado no has hecho mas que recriminarme por el viaje, emborracharte, y juntarte con extraños, te parece eso una bonita manera de empezar una vacaciones?
J: Creo que te equivocas, no estamos haciendo nada malo, solo estamos haciendo más amena la espera, y además Pedro no es ningún extraño, es un tipo muy simpático, no crees?
Diana lo miro muy enfadada, se daba cuenta que estaba hablando bajo los efectos del alcohol, y además, no quería ni podía contestarle a lo que ella creía de Pedro, cuando estaba pensando en esto, su culo se le vino a la cabeza…
D: Sabes lo que te digo, me voy a dar una vuelta, no os aguanto
Se levanto, y se dirigió a la zona de tiendas. De nuevo intento evadirse, buscando algo para comprar, aunque se tratara de un tópico, cosa que a ella no le gustaba mucho, necesitaba poner su cabeza en otro sitio, habían sido, esta vez definitivamente si, demasiadas sensaciones, demasiadas emociones, que no eran necesarias para ella.
Se maldijo a si misma, por sentir que había entrado en un juego, al que no quería jugar, estaba participando en una guerra en la que tenia mucho que perder, y poco que ganar
Lo curioso del caso, es que había empezado muy bien, le había contestado adecuadamente al mensaje, no había querido besarlo al saludarlo, pero desde entonces las cosas habían empezado a ir mal, en parte por la actuación un tanto imbecil por parte de su marido, en parte por el encanto y el saber de estar de Pedro, aunque al pensar en el en esos términos, en Pedro, el lugar del muchachito, o el muchacho, tal y como pensaba de el al principio, sentía que estaba cediendo, que estaba claudicando, y no quería, no podía hacer eso.
Vio una Boutique de ropa cara, y se metió en ella, dispuesta a mirar ropa, a comprar lo que hiciera falta, a gastar el dinero que fuera, con tal de quitarse cualquier otra idea de la cabeza.
Había un vestido muy bonito, y un pantalón vaquero que quiso probarse. El vestido no le quedo muy bien, en eso coincidieron tanto la vendedora como ella, pero luego el pantalón le quedaba que ni pintado. Le hace un culo estupendo, fue el comentario que le hizo la vendedora, y ese simple comentario basto para que la imagen del culo de Pedro volviera a su cabeza.
Tuvo que pensar en algunas conversaciones sobre culos y fantasías que había tenido últimamente con sus amigas.
Ella tenía una teoría sobre las fantasías sexuales, en las que discrepaba con sus amigas. Para ella, cada persona, manejaba en su vida dos o tres fantasías sexuales como máximo, que iban y venían, que podrían mezclarse entre ellas, aparecer con mayor o menor intensidad, pero al fin y al cabo eran siempre las mismas.
Sus amigas opinaban lo contrario, que las fantasías podían cambiar a lo largo de la vida, y que podía haber infinidad de ellas.
También discrepaba con sus amigas en cuanto a la calidad, al sentido de las mismas. Sus fantasías eran ambiguas, intangibles…,sin embargo la de sus amigas eran un poco mas materialistas, por decirlo de alguna manera, simplemente un buen culo de hombre.
Hasta hoy ella había considerado esas fantasías un poco infantiles, algo vacuas, pero el culo de Pedro la estaba haciendo cambiar de opinión, ahora sentía que un culo de hombre, el culo de Pedro también podía ser una fantasía sexual, y allí sola, en el probador, mirando como le quedaban los vaqueros, y recordando el culo de Pedro, embutido en sus vaqueros, se le estaba subiendo un poco el tono, y aunque podía sentir algo, que no quería definir, pero si alguien le hubiera dicho que era excitación no podría negarse en modo alguno a ello, si se tratara de ser sincera, de igual modo, siendo sincera consigo misma, le disgustaba esta situación, porque ella era una mujer a la que le gustaba mantener el control sobre todas las cosas, y por encima de todas las cosas, sobre ella misma, y eso no era lo que estaba pasando.
No podía dejar de pensar, en sus otras fantasías sexuales, y en la manera que tenia de tratarlas. Para ella sus fantasías siempre habían sido situaciones morbosas y excitantes, hacerlo en un sitio mas o menos público, hacerlo con un desconocido, hacerlo con un hombre mas joven que ella, pero siempre había mantenido que las fantasías tenían que quedarse en eso, en fantasías.
Su profesionalidad, era lo que marcaba su forma de ser, ella, ante cualquier situación, requería información exacta y precisa, que ella a su vez, manejaba, estudiaba, y aportando su contribución, redefinía y enviaba a sus jefes, que apreciaban su pulcritud y exactitud, sin embargo odiaba la información intranscendente, los borradores.
Así, en ese sentido, sus fantasías sexuales eran como borradores, que solo servían como comienzo de algo realmente útil, pero ahora se daba cuenta, que todas estas situaciones que manejaba en forma de borrador, podían llevarla a algún sitio.
Si juntaba todas las piezas del puzzle de sus fantasías, aparecía la situación que estaba viviendo, estar en un sitio más o menos público, un semidesconocido, haciéndole proposiciones deshonestas, un buen culo…
Pero no, ella no podía acceder a esto, no podía permitirse el lujo de transigir en sus convicciones mas profundas…
Nada que ver con las fantasías de los hombres, con la de su marido, por ejemplo. Ella , para que el aceptara el viaje, tenia que haberle prometido, que le dejaría probar su culito, intentar oradar su ultimo vestigio de virginidad, aunque, para ser sincera, dudaba de la capacidad y sobre todo de la firmeza de su marido, para lograr este fin
Al mismo tiempo que pensaba todo eso, probándose los pantalones en el probador, se los subió un poco inocentemente, y pudo notar el contacto de la costura de los vaqueros, con su entrepierna, lo que la provoco un escalofrió, que ahora si que asumía abiertamente como una señal de excitación, no solo por el contacto en si, sino por la situación, encontrarse ella sola en el probador, pensando en el culo de un hombre, que no paraba de insinuársele, que le proponía cumplir todas sus fantasías sexuales. Tal vez no estuviera tan mal, llevarlas a cabo, se sorprendió pensando en eso, aunque asumiendo que podía ser una cosa factible y placentera.
Imbuida en esas reflexiones, en el probador, escucho como un nuevo mensaje entraba en su móvil, y se estremeció al pensar en el contenido del mensaje.
Respiro profundamente, para tranquilizarse y coger fuerza, y pensó que si el mensaje le proponía un punto de encuentro, iba a dejar todas sus precauciones de lado, e iba a aceptar la cita, a la mierda su marido, al diablo sus cautelas, al cuerno con su prudencia.
Se sentó en la banqueta del probador, se sentía excitada, enardecida, si porque no pensarlo, cachonda perdida. Se quito los pantalones, y el roce que le generaba el asiento con los movimientos de bajarse los pantalones la enardeció aún más. Estaba casi jadeando, no se reconocía a si misma.
Tomo el móvil, y abrió el mensaje, dispuesta a todo, pero el contenido la descoloco totalmente:
Me vas a pedir que te folle delante de tu marido, pervertida.
Diana se enfado mucho cuando lo leyó, que pretendía este hijo de puta, este cabronazo. Hubiera bastado un simple te espero en los servicios de minusvalidos, o nos vemos en los probadores, pero el pervertido no tenia bastante con eso, quería seguir degradándola, que se habría creído, a la mierda con el, no le iba a permitir que le tocara ni un solo pelo, ya vería el desgraciado con quien estaba topando.
Se puso el vestido y el abrigo, y devolvía los vaqueros a la dependiente, y con una excusa cualquiera le dijo que no le gustaban
Cuando regresaba hacia la zona de bares, escucho el anuncio de salida de su vuelo, y francamente se alegro mucho de ello. El aeropuerto se estaba convertiendo en una sala de esperas agobiante, condicionada por todo lo que le estaba pasando, y la situación se estaba convirtiendo en un trance insoportable para ella, la estaba ahogando, y por fin parecía que habría una salida, aunque al llegar adonde estaban los hombres lo que vio no le gusto mucho.
Su marido había seguido bebiendo, pudo ver un par de botellitas más sobre la mesa, y conociéndolo, sabia que su comportamiento podía ser impredecible. Por el contrario, Pedro aparentaba serenidad y frescura. Al llegar se encontró con las recriminaciones de su marido.
J: Vaya, por fin llega nuestra princesa, ya estábamos pensando en irnos sin ti…
Diana, al reconocer su tono, y confirmar sus temores, no quiso entrar en la discusión.
D: Esta bien, entonces vamos…
J: Vamos, Pedro, para la sala de embarque
Diana miro a Pedro y asintió con la cabeza. No quería ahora discutir con el marido, pero tenia ciertos resquemores de cómo podía terminar todo aquello.
Cuando se dirigían al mostrador de embarque, Pedro, en un inciso, sin que lo oyera José se dirigió a Diana
P: Creo que José ha bebido un poco mas de la cuenta, si lo ves conveniente, os acompaño y me siento con vosotros…
Diana no quiso contestarle, sabia que cuando su marido bebía perdía el control, y que poco después no tardaría en dormir profundamente, si ella conseguía llegar a los asientos, con el todavía despierto, el mayor peligro habría pasado, y ya no necesitaría a Pedro, pero si su marido empezaba a desfasar antes, iba a necesitar ayuda, pero eso significaba comprometerse y no quería darle la mínima concesión al muchachito
D: No te preocupes, todo esta bien…
Cuando llegaron al mostrador de embarque, ya se había formado una cola de gente, y estaban empezando a entrar, así que se sentaron los tres juntos, en los asientos de espera
A los cinco minutos, cuando la cola avanzaba, el estado de José se deterioraba, se encontraba cansado y poco activo
Pedro, se percato de la situación, y tratando de sacar ventaja y se levanto dispuesto a despedirse de ellos
P: Bueno, yo me voy para el avión, encantado de conoceros, y os deseo un buen viaje…
Diana, al verse sola, con su marido fuera de control, dudo un poco, pero pensó que si no cedía, sus vacaciones podrían irse al traste
D: Bueno, quizás podrías ayudarnos a subir
P: Claro, por ti haría cualquier cosa, encanto.
Diana se sintió un poco humillada, con su marido fuera de control, y una vez que ella había empezado a claudicar, Pedro empezaba a aprovecharse, y a usar un lenguaje, que ni a ella le gustaba, ni su marido permitiría, pero este no estaba en condiciones de enfrentarse a nada, ni ella en condiciones de exigir, así que tragándose su orgullo, se limito a decir
D: Gracias
Se levanto, y entre ambos ayudaron a José a ponerse en la cola. Pedro le dio un par de tortas, y le explico que tenia que sobreponerse y aparentar un poco antes de entrar, sino no le dejarían subir, luego podrás relajarte, y dormirte todo el vuelo y José se despertó un poco. Pasaron sin problemas el control de entradas, y cuando llegaron a sus asientos, en la fila de tres, solo quedaban dos libres, el tercero estaba ocupado por un hombre.
Diana se alegro de esta situación. Si conseguía sentar a su marido, Pedro tendría que irse a su asiento, y la situación estaría salvada, pero Pedro tenia otros planes.
P: Disculpe Sr., vera mi mujer y yo, nos hemos encontrado a un viejo amigo, y durante la espera, ha bebido un poco mas de la cuenta, y nos sentimos un poco responsables, no le importaría cambiar su asiento por el suyo, para tenerlos cerca, y controlarlo por si fuera necesario
Diana se sorprendió de la estratagema de Pedro, pero no estaba en condiciones de contestar. El hombre accedió amablemente, y Pedro le dio las gracias.
Para intentar solventar algo de al situación, Diana intento pasar primero, para sentar a José, en medio y poner algo de distancia, pero Pedro estaba muy atento:
P: Cariño, es mejor que pongamos a José en la ventana, para que tenga algo donde apoyarse, permíteme
Pedro coloco a su marido en la ventana, luego sugirió a Diana que se colocara en medio, y el se coloco en el pasillo
Tras cinco minutos, termino el embarque, y las azafatas procedieron a las explicaciones de rigor. Ella se encontraba un poco asustada, pero al menos habían embarcado, y se dirigían a sus vacaciones. La verdad es que ni se atrevía a mirar a Pedro, y José ya se había dormido profundamente.
Cuando el avión salio a la pista, Diana tomo la mano de su marido, era una costumbre que tenían, pero la encontró inerte y como muerta. Aunque en muchas ocasiones viajaba sola, siempre sentía algo de aprensión en el momento del despegue, y la tranquilizaba mucho sentir una presencia conocida cercana, alguien que le diera fuerza, pero su marido no estaba para esto en ese momento. Pedro se percato de la situación, y abriendo la mano sobre su respaldo, hizo señal de ofrecérsela, pero ella, lo miro de soslayo, en una actitud negativa. Este pequeño gesto le dio un poco de animo, de seguridad y de fuerza en si misma, la hizo sentirse un poco mas segura, pero cuando el avión inicio la aceleración, la aprensión se apodero de ella, intuitivamente, al vibrar un poco el avión en plena aceleración, el miedo la hizo tomar su mano, y apretarla fuerte para descargar un poco la situación de pánico. Fue un movimiento intuitivo, reflejo, pero a los segundos, cuando paso la situación y el avión ya se encontraba en el aire, se percato de la situación, y sintió otra vez como empezaba a ceder, como ella misma había tomado la iniciativa para agarrarle de la mano. Miro a Pedro y este le sonriendo le dije
P: Tranquila, relájate, ya estamos en el aire, no pasa nada, trata simplemente de disfrutar el viaje.
Ella, asintió, y pensó que se había portado como una niña insegura, con ese gesto de cogerle la mano, pero ahora sentía un poco vacilante, que iba a pensar Pedro de ella, pensó en soltarse las manos, pero se sentía un poco bloqueada. Pedro, parecía que intuya sus pensamientos, y el mismo aflojo la mano, momento que aprovecho ella para soltarse.
Pedro, la miro sonriente, y entonces escucharon un aviso por megafonía:
Estimados pasajeros debido al retraso y a las condiciones meteorológicas, nos vemos impedidos a ofrecerles los servicios de catering y bebida, por lo que cuando alcancemos la altura y velocidad de crucero, las luces se apagaran, para que puedan descansar durante el viaje. Cualquier petición y deseo, no duden en contactar con el personal de cabina.
Diana se preocupo al escuchar este mensaje, las circunstancias empeoraban para ella. Sus condiciones ideales hubieran sido un viaje lo mas normal posible, con el servicio de comida, duty free, etc, que habrían hecho el viaje mas corto y ameno, y ahora anunciaban que no servirían nada de eso, y que todo seria tranquilidad, e incluso oscuridad, las peores premisas que podían darse. Debió de inquietarse tanto, que al ver su cara, Pedro le dijo:
P: No te preocupes Diana, no pasara nada que tu no quieras que ocurra…
Lo dijo afable y cordialmente, a la manera del mejor Pedro, del que la había hecho disfrutar en la sala de espera con su conversación y su simpatía, con su sonrisa encantadora, y eso la tranquilizo bastante. Al fin y al cabo, estoy en un sitio publico, lleno de gente, no me puede forzar a hacer nada, si intenta propasarse conmigo puedo montarle un escándalo. Además, le había ayudado a cargar con su marido, nunca mejor dicho lo de cargar, porque José se había convertido en un peso muerto, y sin su ayuda, no habría podido emprender este viaje. quizás estaba cargando una culpa a Pedro, que no era suyo, quizás incluso los mensajes no venían de su móvil, todo había sido una confusión, y ese comentario de que eran marido y mujer, una estratagema para ayudarla con su marido. Quizás Pedro solo era un buen chico, que además estaba muy bueno, que demonios, no tenia porque pasar un viaje asustada y temerosa como si fuera una viejita,
D: Muchas gracias por ayudarme, no se que habría hecho sin ti, gracias Pedro.
P: No tienes porque darme las gracias, como te dije antes, haría cualquier cosa por ti, eres una mujer increíblemente atractiva, y te mereces pasar un viaje y unas vacaciones inolvidables
De nuevo, Diana volvía a escuchar al mejor Pedro, al chico que casi la hace perder el control, al chico que casi la hace caer en la tentación, y el chico ante el que de nuevo estaba empezando a ceder en su firmeza…
En ese momento, debieron alcanzar la velocidad de crucero, porque las luces se apagaron. Poco a poco, la gente también empezó a tranquilizarse, y cada vez se escuchaba menos ruidos y voces, lo cual era lógico por otra parte. Todos habían estado esperando que partiera el vuelo, con el temor y el nerviosismo que no fuera posible, y ahora que el avión volaba a su destino, el nerviosismo había dado paso a cierta relajación, y al cansancio que el estrés había producido.
P: Que te parece si tomamos algo para celebrar que por fin hemos empezado el viaje, y que comenzaras estas inolvidables vacaciones…
D: Pero si habían dicho que no ofrecían ningún servicio, que no habría bebidas,
P: Seguro que eso es algo que se puede arreglar con una buena propina, y que José seguro que estaría encantado en invitarnos, saca su cartera, que voy a llamar para que nos traigan algo.
Diana se quedo pasmada cuando escucho esto. Por un lado, como mujer racional, no entendía que pudieran plantearse pedir algo, cuando ya habían avisado que no servirían ningún servicio. Por otro lado, y aun mas sorprendente, Pedro, descaradamente le estaba pidiendo la cartera de su marido, como se atrevía? Durante un momento pensó en negarse, aunque inmediatamente se le vino a la cabeza todo lo que había montado su marido, emborrachándose, amistándose con Pedro, y embarcándola, nunca mejor dicho en todo este lío, así que cuando vio que la azafata se acerco, ante la llamada de Pedro, ella toma la cartera de su marido del bolsillo, y se la paso, sonriendo, por esa pequeña venganza, que estaba perpetrándole a José.
Cuando la azafata llego, pregunto que podía hacer por ellos. Pedro se hizo cargo de la situación
P: Hola Olga ( el nombre aparecía en una solapa que la chica llevaba puesta, y Diana se sorprendía de nuevo de la naturalidad el chico), veras Diana y yo vamos de luna de miel, y siempre pensamos que nuestro viaje empezaría con un brindis con champagne, no seria posible que nos trajeras un par de botellitas para cumplir nuestro sueño?
O: Lo siento señor, pero ya ha oído la información, en este vuelo no se servirá ninguna copa.
P: Si, Olga ya lo escuche, pero estoy seguro que no dejarías a un par de tortolitos enamorados sin su capricho, además no se enterara nadie, todo el mundo esta durmiendo, y mira a mi estupenda y flamante mujer, crees que no se merece cumplir con su fantasía..
La azafata miro a Diana, que no pudo reprimir una sonrisa de corderita enamorada, para seguirle el juego a Pedro, divertida con toda esa ocurrencia.
Pedro tomo 50 euros de la cartera, y se los dio a Olga, que sonriendo, contesto:
O: Enseguida estoy aquí
Cuando se alejaba, Pedro le dijo
P: Ves, no hay nada imposible, todos los deseos se pueden hacer realidad, solo hay que anhelarlos…
Diana lo miro, con una expresión entre divertida y curiosa. Volvía a ser el chico entretenido y adorable que podía ser en sus mejores momentos, el chico que podía conseguir lo imposible, el que hacia sentirse bien a las personas, el que sacaba el lado entretenido y ameno de las cosas, el chico con el que cualquier mujer podría tener una aventurilla, y porque no podría ser ella esa mujer. Entretenida en esos pensamientos, no vio a la azafata acercarse, en medio de la oscuridad, hasta que apareció ante sus asientos:
O: Aquí les traigo lo que me pidieron. Pero por favor sean discretos, nadie debe enterarse de esto
P: Tranquila Olga, este será nuestros secreto, y puede que no sea el único, a lo mejor nos toca compartir algún secreto mas, muchas gracias.
La azafata los miro sonriendo, y se marcho. Pedro, se encargo sigilosamente de abrir las botellitas, monto los vasos, y ofreciendo una copa a Diana, propuso el brindis..
P: Por que tengas un viaje inolvidable…
Diana, divertida y atrevida, le contesto
D: Por ti que todo lo puedes conseguir..
Bebieron, mientras se miraban, con el ruido de fondo de los motores, y al terminar con el trago, Pedro acerco su cabeza a la suya, y la beso. Fue un beso, suave y tierno al principio. Diana estaba sorprendida al principio, aunque lo pretendía y lo deseaba, no dejaba de sorprenderle su atrevimiento, y aunque se mostró un poco reacia, acabo cediendo y disfrutando del beso. Hacia mucho tiempo que no le besaban así, con pasión y con suavidad, con cariño y con esmero. Aún así, la situación era un poco complicada, porque tenia la copa en la mano, y estaba muy limitada en sus movimientos, pero acabo disfrutando del beso.
Cuando se separaron, Pedro le pregunto:
P: Te ha gustado
Diana no sabia que contestar, claro que le había gustado, pero a la vez estaba en una situación muy comprometida. Miro a su marido, que estaba al lado, durmiendo la mona, y conociéndolo sabia que estaría así por mucho tiempo, pero todo seguía siendo una temeridad, estaban en un avión, el vuelo duraría tres horas…
Pedro insistió:
P: No me contestas…
D: Eres un chico muy majo y simpático, pero yo soy una mujer casada, y mi marido esta aquí al lado, durmiendo, entiéndeme, esta situación es imposible.
P: lo que me estas contando no esta respondiendo a mi pregunta, una cosa son las circunstancias, y otra cosa es mi pregunta
D: No insistas, por favor, esto no puede ser, no puede pasar, no aquí en estas circunstancias.
P: Estas son las circunstancias que tenemos, las únicas que hay, se toman o se dejan, se aprovechan o se dejan marchar…
Después de decir esto, volvió a llenar la copa con lo que quedaba e las botellas, y volvió a proponer un brindis
P: Por que aproveches las oportunidades, y no las dejes escapar…
Esta vez, Diana no contesto, y simplemente bebió su copa. Cuando bajo la cabeza, después del trago, esperaba, temía o anhelaba, ella misma no sabia muy bien cual era su sentimiento, el beso de Pedro, pero este no llego. El se limito a colocar el vaso y la botella en el bolsillo del asiento delantero, y se retrepo en su asiento. Esto la desilusiono un poco aunque por otra parte era coherente, el quería que ella se implicara, y a ella no le faltaban ganas, pero también debería ponerse en su lugar, comprender su situación, tenia a su marido al lado, lo que estaba haciendo, o lo que podía hacer, era una locura, aunque eso si, una bendita locura, una quimera imposible, o quizás no, una fantasía, una de sus fantasías sexuales, que podían convertirse en realidad. Atormentada por todos estos pensamientos, miro a ambos lados, a su derecha estaba su marido, ausente, sin dar señales de vida, al otro lado su chico, su muchacho, su niño, el hombre que le había hecho sentirse deseada, sentirse mujer, sentir que sus utopías sexuales podían convertirse en realidad. Tragándose todo su orgullo, y quizás achispada por el efecto del champagne, se acerco a su oído, y le dijo
D: Si, me ha gustado, me ha gustado mucho, me ha encantado, hacia años que no me besaban así…
Pedro se volvió hacia ella, y sonriente, le pregunto:
P: Te gustaría que lo repitiéramos?
Ella, sintió como empezaba una espiral, que no sabia como podía terminar, entendió, que el estaba empezando un juego muy peligroso, y que ella estaba entrando a saco en ese juego, pero pensó que la recompensa valía la pena, y contesto:
D: Si por favor, bésame otra vez…
Sus cabezas se reclinaron, y sus labios se encontraron. Esta vez el beso fue mas intenso, mas vehemente, mas apasionado, si el beso anterior había sido un beso de enamorados, este fue un beso de amantes, sus lenguas se exploraban, descubriendo cada rincón de sus bocas.
Ahora, tenían ambos las manos libres, y las aprovecharon. A pesar de la estrechez del lugar, se abrazaron, y se acariciaron, tranquila y pausadamente, al principio. Diana sentía que estaba realizando un sueño, y quería disfrutar de ese sueño. Estaba con un chico joven, fuerte y guapo, simpático y ocurrente, despierto y ávido de ella, justo lo contrario del marido, que tenia al lado, dormido y casi muerto…Pedro, mientras tanto, tampoco se había quedado quieto, había empezado a acariciar sus piernas por encima del vestido, tranquila y suavemente, sin prisas, tal y como ella suponía que debía ser ese momento…
En ese momento se oyó un carraspeo…, era Olga la azafata..
O: Puedo retirarles ya las botellas
Diana se asusto un poco y se corto bastante, aunque no conociera a la chica, y no volviera a verla nunca, se había sentido descubierta, y a pesar del ardid que había tramado Pedro haciéndola creer que era su esposa, se sentía avergonzada…
Pedro por el contrario, tomo la situación con mucha soltura:
P: Si, claro que si, Olga, muchas gracias, llévatelas, como vez andamos un poco estrechos de espacio, y ya tenemos algo de prisa por empezar nuestra luna de miel, verdad cariño
Diana, no pudo mas que asentir, un poco incomoda con ese juego
O: Bueno, les dejo, y sean un poco discretos, aunque no los vean, están rodeados de gente…y sonriendo se perdió otra vez e la penumbra…
D: Esto es una locura, no podemos seguir adelante…
P: Te recuerdo que estábamos haciendo lo que tu habías pedido….
Diana estaba en una encrucijada, por un lado, su lado mas formal, mas prudente, le pedía parar, pero por otro lado, el beso, los besos y las caricias del chico la estaban enervando, la estaban haciendo sentir, como hacia tiempo que no se sentía…
Pedro, que se percataba de las dudas que surgían en ella, aprovecho para tomar la iniciativa, y empezó a acariciarla suavemente las pantorrillas, directamente por debajo del vestido,
P: Si quieres que pare, solamente tienes que decírmelo…
Ella, sentía solamente la sensación agradable que sentía al tacto en sus piernas…, una sensación que poco a poco le estaba provocando una adición insuperable
Aprovechando su silencio, Pedro se retrepo del sillón, y se volvió había ella, y mirándola a los ojos, acerco sus labios para volver a besarla, aunque se sorprendió al notar, que era ella ahora la que tomaba la iniciativa de los besos, la que metía su lengua hasta la última comisura de su boca, la que aprovechaba para explorar toda su cavidad bucal…
El ahora, mas seguro de la situación, se atrevió a dar un paso adelante…
P: Si no dices nada tendré que parar, supondré que no te apetece seguir…y empezó a parar sus manos…
D: No, no pares, sigue
Ella dijo eso de una manera espontánea y franca, probablemente si lo hubiera pensado un instante le hubiera pedido lo contrario, pero ahora no quería pensar, no quería razonar, solo quería sentir
El, entretanto, había continuado con sus caricias, y acercándose a su oído le dijo:
P: Apóyate en el sillón y relájate, yo me ocupare del resto
Ella, obediente, se retrepo en el asiento, y cerrando los ojos, se dispuso a disfrutar. No quería ver lo que pasaba a su alrededor, no quería mirar a su marido, no quería pensar que estaban en un avión, solo quería sentir la mano de Pedro, rozando sus piernas, subiendo y bajando, acercándose a su triangulo mágico y alejándose, haciéndole percibir estímulos desconocidos para ella, desde hace mucho tiempo… Cuando por fin la mano se poso sobre su sexo, por encima de las braguitas, ella no pudo reprimir un gemido de placer, al que el respondió.
P: Tranquilízate, no querrás despertar a tu marido…
Ella siguió con los ojos cerrados. Estaba empezando a entender su juego, pero aunque al principio le había incomodado esta situación, sus caricias en las piernas la estaban volviendo loca, la estaban haciendo olvidar todos sus temores, y solo quería que siguieran…
Pedro continuo tocándola por encima de las bragas, apenas rozándola, aumentando y disminuyendo tanto la presión, como la velocidad de sus movimientos..
P: Tus braguitas me están molestando…
Diana, que cada vez se sentía mejor, sabia que ya no había vuelta atrás, y respondió
D: Quítamelas
P: Tu ya eres muy mayorcita, y puedes hacer las cosas solita, no necesitas ayuda para todo, no?
Ella, como una zombie, bajo sus manos, levanto su culo y empezó a bajarse las bragas, pero el retuvo sus manos, y le dijo:
P: No tan rápido señorita, quiero que me explique lo que vas a hacer…
D: Voy a quitarme las bragas, como me has pedido…
P: Vamos, vamos Diana, tu ya no eres una niña, quiero que me des algunos detalles mas, quiero que me digas donde estas, con quien estas, para que lo vas a hacer, no me hagas enfadar, sino tendremos que terminar con esto.
Cuando escucho esto, ella pensó que estaba ante la ultima oportunidad para pararlo todo. quizás todo estaba yendo demasiado lejos, una cosa era una aventura, una fantasía, su fantasía, y otra cosa era someterse a lo que quisiera Pedro. Recordó cuando todavía estaba en el aeropuerto, en la tienda , probándose ropa, cuando pensó que las cosas podían hacerse a su manera, y recibió ese segundo jodido mensaje, en el que le quedo claro que las cosas no se harían a su manera, y ella tomo la decisión de que entonces no se harían, pero ahora estaba en el avión, a punto de caramelo, se sentía muy excitada, sentía que no había marcha atrás, pero que eso podía representar consecuencias para ella…
Mientras tanto, Pedro, que aún seguía con sus tocamientos, le dijo.
P: Como quieras, si lo prefieres lo dejamos aquí, y retiro su mano
Ella advirtió, que si el paraba, no podría quedarse como estaba, necesitaba seguir con esas sensaciones, no podía concluir, tenia dependencia de esas caricias, y claudico
D: Espera, espera, me voy a bajar las bragas, al lado de mi marido, en un avión lleno de gente, para que tu puedas seguir tocándome…
P: Muy bien, esa es la mujer que yo esperaba, la que tiene clara sus ideas, y no duda en expresar lo que quiere…
Diana se avergonzada por lo que escuchaba, pero a la vez se reconfortada con el contacto de la mano de Pedro. Otra vez, se retrepo, para subir su culo, y bajarse las bragas, tal y como le había pedido, le había ordenado su amante. Cuando retiraba las bragas, noto como estaban mojadas, y cuando las dejo caer para abajo, entre sus piernas, sintió que estas se iban manchando de toda la humedad que había acumulado. Eso la sofoco aún mas. Ella nunca había sido de las que se mojaban, de las que segregaban líquidos, y ahora, estaba mojándose entera, como una adolescente ante sus primeras caricias. El, no dejo pasar la oportunidad para comentarlo…
P: Vaya, parece que Diana esta muy excitada, nunca había visto una mujer que segregara tanto no…
Ella asintió con la cabeza, y siguió disfrutando de las caricias de el
El insistió
P: Vamos, vamos, explícame que te pasa, ya sabes con detalle…
D: Me has excitado mucho, y me estas poniendo muy cachonda, y me he mojado entera…
P: Muy bien, así me gusta
Diana ya no se preocupaba en asimilar estos comentarios hirientes, ya había asumido su papel, y no le importaban, lo único que le importaba era disfrutar, y eso si que lo estaba consiguiendo
El mientras tanto, subía y bajaba su mano, tocando ya sin tapujos su sexo, que seguía emanando líquidos, con cada caricia, aprovechaba para tocar sus labios vaginales, para separarlos, y a continuación volvía a acariciar sus glúteos, en un trabajo lento y concienzudo, del que sabe bien lo que hace.
Cada vez que su mano pasaba entre sus labios, su clítoris pararía querer salir, aumentaba su tamaño, como si tuviera vida propia, y el roce con la mano, multiplicaba el regocijo que ella sentía.
Ella, a su vez, aceleraba su respiración, se movía intranquila, no era capaz de estarse quieta, estaba sintiéndose subir al cielo no solo el cielo material, por donde el avión surcaba su rumbo, sino al cielo del placer, al monte del gozo, al sumun de la satisfacción.
Hacia mucho tiempo que no tenia relaciones con su marido, y esa necesidad de placer, que de alguna manera había quedado larvada, ahora emergía en todo su apogeo, en su máximo esplendor, y aunque ella había programado el viaje para esto, no lo había previsto de la manera en que estaba ocurriendo, pero ello no iba a ser un problema, para que lo disfrutara.
Diana, sentía como poco a poco su momento llegaba, como comenzaban esas descargas eléctricas que empiezan a recorrer todo el cuerpo, y comenzó a respirar mas agitadamente…
Pedro, se dio cuenta de su estado y de repente para sus caricias..
D: Que haces, no pares, sigues por favor…
P: Vamos Diana, ya somos los dos mayorcitos, piensas que esta aventura va a consistir en que yo te haga una paja en el avión, que no somos unos adolescentes…
D: Entonces que quieres…
P: Esa es la pregunta, pero yo no soy la persona que tiene que contestarla…
Diana se dio cuenta de lo que le estaba pidiendo, Pedro ya no era mas el chico encantador y jovial, el chico resuelto y simpático, era el cabronazo de los mensajes, el tipo que quería que las cosas se hicieran a su manera, y lo peor de todo es que ella no estaba e condiciones de negarse, había perdido el control de sus fantasías, ya no le pertenecías a ella, le pertenecían a el…
D: Quiero que me folles…
P: Hay, hay, hay, que lenguaje mas feo usas, las mujeres como tu no deberían usar esas palabrotas, sobre todo cuando no describen las condiciones en las que quieren que se realicen…
A ella ya no le importaba nada, tenia claro lo que quería
D: Quiero que me folles delante de mi marido…
P: Uff que fuerte, que fuerte, nunca pensé cuando te vi en la cola para embarcar que me fueras a pedir eso, me parecistes una mujer muy integra y cabal, una mujer incapaz de engañar a su pareja..
D: No importa lo que pensaste, quiero que me folles delante de el, por favor no me dejes así…
P: Muy bien, pero ya que me lo pides lo haremos a mi manera, de acuerdo?
D: Si, como tu quieras, pero hazlo ya de una vez…
P: Bien, para empezar, te vestirás como yo te he pedido antes, te acuerdas?
Diana no entendía nada, como diablos iba a vestirse para follar? En cualquier caso, se tendría que desnudar, y eso es algo que no le hacia muy feliz, aunque en las circunstancias en las que estaba, le daba igual todo
D: No entiendo, que quieres que haga…
P: Quiero que te vistas de Versace…Para eso iras al aseo, y allí te vestirás para mi…
Diana comprendió lo que quería, recordó la conversación en el aeropuerto, y pensó que aquella utopía romántica en la que pensó, se iba a convertir en una sucia realidad
D: Pero como voy a hacer eso?
P: Mira, coge una de estas mantas, y te cubres con ella a la vuelta, todo el mundo esta durmiendo, y nadie se fijara
D: De acuerdo, y tomando la manta se levanto
P: Para, para, no tan rápido…aún no he terminado. Tu marido me contó tu promesa, y para hacerlo mas fácil, creo que le voy a ayudar desatorando un poco tu agujerito trasero, así que para hacerlo mas fácil, y para que no te duela, será mejor que te eches un poco de jabón tu culito
Diana se sorprendió mucho cuando escucho aquello, será cabronazo José, como se le ocurre ir contando sus secretos a todos, sintió un deseo de venganza inmenso, y lo único que dijo fue
D: Algo mas?
P: Si, lo último, quiero que dejes tu vestido y tu sujetador en el aseo, ya sabes que aquí no tenemos mucho espacio, y si quieres lo que quieres necesitamos libertad de movimientos…
Ella se estremeció un poco al escuchar esto
D: Pero, y después, que pasara después?
P: Confia en mi, no pasara nada, yo te lo devolveré luego…
Diana no quiso pensar nada mas, seguía estando caliente, cachonda, excitada, y estaba dispuesta a hacer cualquier cosa con tal de apagar su deseo. Tomo la manta que había en el asiento, y saco el perfume del bolso, y salio del asiento para dirigirse a los aseos.
Por el pasillo, constato que efectivamente todo el mundo estaba dormido, todas las luces apagada, algún pasajero mas atrás estaba leyendo, pero nadie prestaba atención a nadie.
Cuando entro al aseo, cerro la puerta tras de si y se miro al espejo. Casi no se reconoció a si misma, tenia la cara encendida por la excitación, y los ojos brillantes por el deseo. Se sintió un poco puta, no mejor dicho se sintió muy puta, pero le daba igual. El poco apuro que le quedaba, lo dejo de lado, y en el estrecho servicio, se quito el vestido, y se desabrocho el sujetador. Vio que había un cambiador para niños, y lo abrió, para por lo menos esconder un poco sus vestimentas, y entonces, como había imaginado, escancio el perfume en el angosto habitáculo, y se engalano para su amante.
Lo siguiente le costo un poco mas de trabajo, nunca pensó que tuviera que verse a si misma lubricándose su culo, para perder la ultima virginidad que le quedaba. Cuando se agacho, para abrir su ano, y facilitar la lubricación, y se vio en el espejo, no le quedo ninguna duda, iba a hacer cualquier cosa que le pidiera su joven amante, con tal de conseguir su satisfacción.
Una vez terminado su proceso de engalanarse, de emputecerse, salio y regreso hasta su sillón. Pedro la estaba esperando, y sonriendo le pregunto…
P: Que tal ha ido todo?
D: Compruébalo tu mismo..
Pedro le levanto la manta al pasar por delante de el, y pudo comprobar que no había nada debajo.Cuando ella se sentó, se incorporo y se giro sobre ella, levandando el reposabrazos, para tener un poco mas de libertad de movimientos. Mientras que con su cabeza iba oliendo de arriba abajo el cuerpo de ella, con una mano comenzó con el majase sobre sus piernas y sexo que antes había interrumpido. Después de oler su cara, su cuello, sus pechos y su barriga, volvió a su oído y le susurro
P: Muy bien, muñequita, lo has hecho muy bien, no esperaba otra cosa de ti…
Y a continuación, se puso a jugar con su lóbulo. Ese era sus uno de los puntos débiles, de los que la encendían, de los que la inflamaban. Su respiración se volvió a acelerar, y sintió que otra vez estaba a punto de explotar.
El, al sentir su agitación, volvió a la carga
P: Bueno, señorita, o mejor dicho señora, que vamos a hacer ahora…
Ella ya no se lo pensó:
D: Quiero que me folles, ahora mismo, delante del cabron de mi marido, quiero ver como le salen los cuernos delante nuestra…
P: Muy bien, muy bien. Asi me gusta.
El estaba muy orgulloso de si mismo, había llevado las cosas hasta su terreno, hasta donde el había querido que estuvieran, y ahora tenia a esa mujer, que unos horas antes se había mostrado altiva y orgullosa delante de el, mandándole incluso a la mierda, pidiéndole que se la follara, agitándose como una perra en celo, esperando solo la estocada final, y el estaba dispuesto a dársela..
P: Como estamos un poco reducido de espacio, vamos a necesitar la ayuda de tu marido.
A ella ya no le importaba, y estaba dispuesta a cualquier cosa
D: Dime, que quieres que haga
P: Vas a levantar su reposabrazos, y te vas a echar sobre el, para que tu trasero quede a mi disposición.
D: Muy bien, lo que digas,
Procedió a seguir sus consejos, sus ordenes, y se recostó sobre su marido, para dejar vía libre a su amante.
Una vez que ella se había acomodado, el se recostó sobre ella, y jugando de nuevo con su lóbulo, le dijo
P: Muy bien, la mujercita vuelva al regazo de su marido, para empezar a disfrutar del viaje…
Ella contesto, mientras notaba que el se trastocaba los pantalones..
D: Si, si
Mientras, el se acoplo hasta ella, y ella sintió como algo rozaba su entrepierna…
P: Sigues muy mojada, pareces de mantequilla por hay abajo…
Ella apenas oía, solo quería sentir, ser penetrada, disfrutar de ese orgasmo que tanto se le estaba resistiendo.
Entretanto, el saco el brazo inerte de José, y cogiendolo con su mano, lo llevo hasta el pecho de ella.
P: Dejemos que tu marido también disfrute del momento…
A ella no le gusto el detalle, estaba enfadada con su marido, por descuidado, por borracho y por bocazas, pero ahora no podía poner remilgos a la situación…
Entonces, Pedro se le acerco y la embistió, y por fin sintió su pene, interrumpiendo en su sexo, fue como un rompehielos que resquebrajara un tímpano, pero un tímpano de fuego.
Ella tuvo que morderse los labios para no gritar. A pesar de todo tenia que controlar, estaba en brazos de su marido, y en ningún caso debía enterarse de lo que estaba pasando.
Pedro, a pesar de la estrechez, del poco espacio había conseguido penetrarla, y comenzó una serie de movimientos lentos de salida y entrada en su cuerpo, en su sexo
Ella notaba esos movimientos, y sentía que ya no necesitaría mucho mas para llegar a su ansiado destino, a su añorada culminación.
Normalmente le costaba mucho llegar al orgasmo, y muchas veces con su marido no lo conseguía, pero la acumulación de circunstancias, el tonteo que había empezado con Pedro hace horas en el aeropuerto, los besos, los roces y caricias, la degradación que había tenido que sufrir, la circunstancias en la que se hallaba, desnuda, sobre su marido, y penetrada por el chico con el que había flirteado, hacían que su estado de excitación se elevase, la elevase hasta ese punto sin retorno.
Pedro seguía bombeándola, y movía la mano de su marido sobre su pezón, otro de sus puntos débiles. Aunque José no se estaba dando cuenta de nada, el hecho que el también estuviera disfrutando de ella le daba un poco mas de perversión al asunto, le hacían sentirse un poco mas depravada.
Ella, sintiendo que el momento llegaba inexorablemente, intentaba retrasarlo, intentaba, atenuarlo, para disfrutar del momento, para hacerlo infinito, para que durara siempre. Movió su mano para atrás, para tocar a Pedro, para agrarrarlo,para sentirlo, para acoplarse de alguna manera a el, cuando llegara el instante.
Fue entonces, cuando el acercándose a su oído, le pregunto..
P: Y, que se siente, cuando te están follando, delante de tu marido, cuando estas desnudo, en medio de un avión, cuando has dejado todo tu ropa en el servicio, cuando te acostumbras a pedir lo que quieres por su nombre, cuando te has depravado tanto que hasta te has lubricado tu culo para perder tu ultimo vestigio de dignidad..
Diana sintió que un dedo oradaba su culo, no sabia como podía hacerlo, como era capaz de manejarse en tan poco espacio, de cómo podía hacer tantas cosas, a la vez, con tan poco sitio, pero eso ya no le importaba, lo que le importaba era que su momento llegaba. Lo poco que le faltaba, lo recorría con las palabras que escuchaba. El tenia razón, ella se había enfangado, se había corrompido, se había depravado, y probablemente cuando terminara todo esto, se arrepentiría, pero ahora, se recreaba en su envilecimiento, lo disfrutaba, se deleitaba, porque incrementaba su gusto, redoblaba el placer que ya sentía llegar…
P: Dime, en una palabra, en lo que te has convertido, Diana
Ella, apenas podía aguantar ya mas, sentía ya el comienzo de los espasmos, el inicio de la sacudida que anunciaba el placer, el clímax, pero aun así, quiso contestarle, quiso recordar el mensaje que recibió, el que ella misma mando, la palabra que uso, y la condición en la que ella misma se había convertido. A la vez que contesto, que articulaba la respuesta, que modulaba la entonación, se dejo llevar por la ola infinita de placer que ya no podía ni quería aguantar mas..
D: Pervertidaaa, soy una puta pervertidaaaaaa
A partir de ese momento, ella perdió el control, intento no gritar, intento no ser exuberante en cuanto a sus movimientos, no a su demostración de la situación, pero la sacudida de placer aumentaba, y disminuia, iba y venia, se quedaba, se iba, pero luego volvía…
Nunca había sentido nada como aquello, sus orgasmos, cuando los tenia, eran intensos, satisfactorias, pero esto era otra cosa, era un no parar. Sentía que Pedro seguía bombeándola, intentaba agarrarlo con su mano, apretarlo, aprisionarlo, como si haciendo eso, pudiera apretar el placer, no dejarlo escapar.
Durante un intervalo indeterminado, perdió la noción del tiempo, lo único que sentía era placer, un placer infinito, con pequeños altibajos, con cambios en la intensidad, pero un placer maravilloso. No tenia muchas referencias de lo que pasaba, solo placer. En algún momento sintió que Pedro eyaculaba, la inundaba de semen, y ella seguía sintiendo placer. también sintió que el recogía con su mano, el semen que a ella se le escapaba, y con el dedo se lo ponía en la boca, y aunque ella nunca había hecho eso, le chupo el dedo como si fuera la mas preciada golosina que en su niñez le hubieran ofrecido. Después empezó a tranquilizarse y a intentar asimilar la situación, pero eso si muy relajada, continuaba en el regazo de su marido, y se encontraba en una especie de limbo, en el que todo le era indiferente.
Escucho como Pedro llamaba a la azafata, y le decía que ella había olvidado algo en el aseo, pero no se avergonzó por ello. Cuando la azafata volvió con su ropa, y sorprendida le pidió explicaciones a Pedro, este levanto la manta, y la enseño como si fuera una vulgar mercancía, una situación que en cualquier circunstancia la hubiera humillado, le traía completamente indiferente, no cesaba de recrearse de ese momento, supuestamente multiorgasmico que tuvo, el primero de su vida, y esperaba que no fuera el último. Al decirle Pedro, que se vistiera, que ya estaban llegando, lo hizo desganada, como una niña caprichosa a la que obligan a hacer algo que no quiere. Lo único que se atrevió a decir fue:
D: Quiero repetir esto…
Pedro solo le respondió que empezara a despertar a su marido, que ya quedaba poco. Mientras intentaba despertarlo, observo de refilón como el escribía algo. A José le costo trabajo reincorporarse, y ella tampoco ponía mucho interés en el, estaba enfadada, aunque ya se había llevado su merecido. Cuando encendieron las luces, y pidieron que se abrocharan los cinturones, ella noto que su vestido estaba manchado por abajo, pero no se preocupó por ello. Al acercarse al momento del aterrizaje, tomo las dos manos, las de su marido, por rutina, y la de Pedro, apretándola fuerte, sintiéndose protegido, dominada por el.
Aunque ya había pasado todo, se sintió muy feliz, muy puta, agarrando la mano de su amante, a la vez que la de su marido, lo hizo sin miedo ni tapujos, aprovechándose eso si que José estaba todavía un poco ido.
Noto que le había pasado un papel, lo guardo en el bolso. Cuando el avión aterrizo y llego al punto de embarque, Pedro se despidió de ellos, deseándoles un buen viaje, José aún andaba medio grogui, y no le presto mucha atención. Espero a que saliera todo el mundo, para ir mas cómoda. A la salida del avión, Olga la azafata, la citaba con una cara un poco rara, entre incrédula y de sorpresa, cuando la vio salir de la mano de su marido…, ella no se corto un pelo, y le dijo muchas gracias por todo. Cuando estaban esperando las maletas, le dijo a su marido que se sentara, que ella se haría cargo de todo, y aprovecho para leer el mensaje:
Si quieres volver a verme, tienes que publicar este anuncio, en El Diario de Palma, y esperar a que yo te llame, eso si lo haré desde otro tfno, así que tendrás que contestar todas las llamadas: » Madura curiosa, de vacaciones en las Islas, busca hombre joven, que le taladre el ultimo agujero virgen que le queda, 50 euros, abstenerse curiosos y pichiflojis llamar a 6xxx…»
Cuando recogió las maletas, dejo el carrito con su marido, y diciéndole que necesitaba hacer una llamada, se aparto un poco, para llamar al periódico, poner el anuncio, y comenzar su nueva y pervertida vida…