Follando con la madre mientras su hija presente mira todo lo que hacemos, está mal o no, no me importa solo quiero seguir
Había pasado una semana desde aquella noche juntos los tres en mi hotel. Yo había estado viajando sólo por el país durante esos días para visitar otras ciudades y lugares, hasta que volví de nuevo al hotel de Santo Domingo, donde me hospedaba. Dejé todas las cosas que llevaba y pedí un taxi en recepción para que me llevara al pueblo donde vivían Pam y Liz…
Al llegar a la aldea, subí el camino directo a su casa, y a lo lejos vi a Pamelita tendiendo la colada en unas cuerdas que tenían montadas a la entrada de casa. Vestía un camisón que le venía algo pequeño y estaba algo roto por la parte de abajo, se notaba que era algo viejo y desgastado. Al tender la ropa mojada en las cuerdas y empinarse al hacerlo, se le subía el cortito camisón hasta la mitad de sus nalgas, dejando entrever la parte baja de su culo respingón. Al ir a coger otra prenda para tender, se percató de mi llegada y me miró sonriendo, y dejando lo que estaba haciendo, vino corriendo a mi encuentro a darme un abrazo.
– Hola papito!!!- me dio un abrazo y se colgó de mi cuello dándome un generoso pico en mi boca.
– Hola preciosa.-
– Te hemos echado de menos desde que te fuiste –
– Yo también, tenía ganas de volver a veros, ¿está tu madre en casa?-
– No, bajó al pueblo esta mañana y aún no ha vuelto.-
– La esperaremos dentro de casa, y mientras is quieres puedes ir murando los regalitos que os he traído. –
Ambos entramos y nos sentamos en el salón, le di una bolsa con las cosas que le había comprado y toda risueña empezó a sacar lo que contenía… Un short vaquero, una minifalda con pliegues de tipo colegiala, un par de camisetas y tops muy juveniles, unas sandalias de plataforma y tres tangas de encaje de varios colores, una blanca otra negra y otra rosa. Además, una de esas cuchillas Gillette rosas para mujeres con recambios…
– Halaaa!, ¿todo esto es para mí?-
– Todo, ¿recuerdas? Ahora eres mi novia, así que tengo que hacerte regalos por lo bien que te portas.- lo dije guiñándole un ojo.
Estaba entusiasmada, pues nunca había recibido tantas cosas a la vez, al ser una hija con escasos recursos y muy humilde.
– Si quieres puedes probártelo todo y así me lo muestras para ver cómo te queda. – Sin ningún rubor se quitó el camisón arrojándolo al suelo, quedándose tan solo con las braguitas puestas. Yo sentado en el sofá miraba como esos pechos grandes (pues debería tener como una 110 ó 120 de medida de pecho) se movían y botaban al agacharse a coger uno de los tops que le traje, y comenzó a colocárselo.
– ¿Te gusta cómo me veo? – poniéndose ambas manos en la cintura y contoneando la cintura y hombros para mostrármelo con gran interés.
– Te queda perfecto, ¿Por qué no te pones la faldita para ver cómo se conjunta?- se apresuró a ponérsela y volvió a hacer el mismo movimiento de antes, dándose la vuelta y girando sobre sí para que pudiera verla desde todos los ángulos… – Anda ven y acércate para quitarle la etiqueta a la faldita. – Dio un paso hacia mí, alcé los brazos y agarrándola detrás de los muslos, justo donde terminaba el culo y empezaban las piernas… y la acerqué hacia mí. Puse mi cara a un lado de sus caderas y con los dientes mordí el hilo de plástico de la etiqueta para quitársela.
– te ves tan linda y provocadora que podría comerte para desayunar –
– Jajaja, que loco estás-
– ¿Pero sabes cómo quedaría mejor?- Si te quitas esas viejas braguitas y te pones uno de los tangas nuevos.- Sin ella querer de dejar que siguiera agarrándola de los muslos, se volvió a agachar girándose un poco y estirando todo lo que podía de su pequeño cuerpo que apenas alcanzaba los 1.60 cm. Agarró el tanguita blanco qu ehabía dejado en el suelo, y ella misma le quitó la etiqueta con la boca…
– Déjame que te lo ponga yo…- Abriendo bien los ojos y con una leven sonrisa me puso en una de mis manos el tanga. Volví a posar mis manos en ella, esta vez en sus caderas por debajo de la faldita, para con los dedos agarrar el elástico de sus viejas braguitas y deslizarlos hacia abajo. Las bajé hasta los tobillos y ella levantando un pie y luego el otro, se deshizo de ellas dejándolas tiradas en el suelo. Levantó un poco el pié para colocarle el tanga, y luego el otro… Fui subiendo lentamente el minúsculo trozo de tela sobre sus torneadas y morenas piernas hasta colocárselo por completo. Se levantó la parte delantera de la minifalda para enseñarme como le quedaba.
– Ahora si te ves como una mujercita.- Ella sonreía contenta con el nuevo aspecto que ofrecía con ese atuendo. Yo observaba ese monte de venus tapado por la tela minúscula del tanga donde se trasparentaba los pelitos negros y rizados, acerqué mi nariz a esa zona y aspiré el aroma de su entrepierna.
– Cariño estás preciosa así, ¿Pero sabes?, se te vería mucho mejor si no se te trasparentasen los pelos de tu bollito, me gustan totalmente depilados.-
– Yo nunca me los he quitado-
– Por eso te traje la cuchilla de afeitar, para que tengas tu chochete siempre limpio y bonito. Deberías rasurártelo todos los días, o como mínimo una vez cada dos días… ¿me lo prometes?-
– Así lo haré – Se separó unos pasos de mí, y dio varios giros para volver a verla mostrándose con su nueva vestimenta… En ese instante entró por la puerta Lizbella, que cargaba en sus manos ambas bolsas con algo de compra. Al vernos ella exclamó sorprendida y alegre…
– Vincent!!! – dejo las bolsas en el suelo y se acercó a nosotros.
– Hola mami!, mira todo lo que me ha traído.- Enseñandole lo que llevaba puesto y mostrándole también lo demás que estaba desparramado por el suelo.
– ¿Le has dado las gracias al Sr…? Se quedó callada un instante y rectificó… -¿a papi Vincent?-
– Claro que si mami- mirándome y dándome un guiño… Lizbella se arrimó y me dio un abrazo al levantarme del sillón.
– Anda, que para ti también hay regalos.- Se puso una mano en la boca, como sorprendida y se sonrojó… Le acerque la bolsa donde contenía lo que había comprado para la madre y la abrió apresuradamente. Sacó una caja donde había unas sandalias blancas de tacon alto. Ella siguió buscando y encontró un mono de pantalón y peto de tela de gasa color azul marino, con estampado de flores…, también sacó de la bolsa un par de tangas y un culotte negro a juego con el sujetador que aún contenía la bolsa. Después de sacarlo también sacó la última prenda que quedaba… un bodi blanco de encaje semitransparente con medias y liguero a juego.
También la madre se quedó sorprendida por todo lo que le ofrecí, pues al igual que la hija, tampoco había tenido tantos regalos a la vez nunca.
Despues de charlar un rato de mi semana de viaje y ausencia, de todos los lugares que había visitado, comimos los tres una deliciosa comida que Lizbella preparó. Al terminar la comida les propuse ir a algún lugar donde pasar la tarde, y les pregunté si sabían algún sitio donde poder bañarnos y quitarnos el calor pegajoso que hacía ese día.
Liz me comentó que a media hora de camino había un riachuelo donde podíamos refrescarnos… Así que les dije que se prepararan para el baño, que la tarde la pasaríamos allí.
– Pero papi, yo no tengo ropa de baño,- me respondió Pamelita.
– Pues hazlo en short, o braguitas.-
Lizbella si poseía un bikini negro que se puso bajo el short y una camiseta blanca. Esperamos un buen rato a que Pamela se cambiase de ropa en el baño, pues tardó bastante en salir de él, aunque luego más tarde descubrí el porqué de la tardanza… Salió con un short de tela negra, (como los de tejido de chándal), y una camisetita rosa con un dibujo de un unicornio en el centro… era tan infantil esa ropa.
Caminamos hasta el arroyo y nos colocamos bajo una gran sombra que producían los arboles tropicales, justo encima de una gran roca donde había un pequeño salto hacia el riachuelo. Tendimos unas viejas toallas que trajo Liz y nos quitamos la ropa para el agua. Yo solo me quité la camiseta pues ya llevaba un pantalón corto de baño. Liz se despojó de la suya y dejando ver su cuerpo escultural de piel tostada bajo su bikini negro.
Pamela se quedó en braguitas y con la camiseta puesta, se lanzó al agua dando un salto desde la roca, salpicándonos a su madre y a mí.
– Qué alegría volver a tenerte junto a nosotras, la verdad es que te había echado mucho de menos, mas después de la última noche que pasamos juntos.- …No podía imaginar lo que aquella noche hice con su hija.
– Yo también tenía ganas de veros- le dije sonriendo.
– Desde tu llegada y hasta que volviste, Pam está mas contenta y animada de lo habitual, creo que siente por primera vez, que tiene algo parecido a un padre, que la cuida y le hace detalles y regalos. No paraba de preguntarme por ti estos días.-
– ¿y tú, me has echado de menos? -…
– Si, muchísimo, pensaba que no volverías… –
– Yo también he pensado mucho en ti y en Pamelita durante esta semana.- Le acaricié la cara con el exterior de mi mano y me acerqué a su rostro para besarla. Ella me correspondió con sus carnosos labios en mi boca y nos besamos durante unos minutos sin parar. Despues de besarnos me miró fijamente a los ojos y me dijo: -SI no estuviera aquí mi hija, te “chingaba” ahora mismo hasta sacarte la ultima gota de leche.-
Escucharla decir aquello me puso a cien, además ella puso su mano entre mis piernas y acariciaba mi paquete. Volvió a besarme mientras continuaba acariciándome cuando Pam salió del agua y se sentó junto a nosotros… Abrí los ojos y la miré a ella mientras su madre me besaba, y noté como me miraba con algo de recelo mientras escurría su frondoso pelo con las manos, para secar su cabello mojado.
– Mi amor, nos estás salpicando de agua- le dijo su madre separando sus labios de los mios pero sin dejar de abrazarme…
– Así os refrescáis, que parece que estáis muy calientes los dos.- … Me hizo soltar una carcajada al comentario de la nena.
– Anda ponte con nosotros cariño.-
– No, que quiero secarme al sol- me respondió con desdén quitándome la mirada.-
– Pues si quieres secarte mejor, deberías quitarte la camiseta mojada.- Al escucharme decir aquello, su madre me miró con cara picarona…
– ¿No será que quieres verle las tetas a mi preciosa hija?-
No sabía que responderle buen ante esa afirmación, así que le dije lo que primero se me ocurrió-
– Quisiera ver las tuyas, ya que no hay nadie más que nos mire, además, estamos como en familia, ¿Por qué no íbamos a estar cómodos tomando el sol sin ropa que nos moleste?-
Al oír lo de “como en familia”, Lizbella puso cara de felicidad. Se desabrocho el sostén del bikini y llamo a su hija para acercarse.
– Ven mi amor, estamos en familia.- le agarró la parte de debajo de la camiseta y se la alzó quitándosela, dejando ver su enorme pecho morenito, junto a esos pezones que estaban tiesos por la frescura del agua que aún humedecía el cuerpo de su hija. Pamela se pasó las manos sobre sus tetas, secándose la humedad, mirándome con cara pícara y sabiendo lo que me producía ver sus grandes pechos al descubierto… tocándoselos con los dedos.
– La verdad es que me preocupa dejar que mi niña haga topless en el río por si alguien puede verla, ella está muy desarrollada para su edad. Pero como estás tú para protegernos, no tengo miedo.-
Ambas mujeres tenían un pecho grande y prominente, los pechos de la hija eran algo mayores que los de la madre y tenían las aureolas de los pezones más pequeños, mientras que los de Lizbella eran un poco más anchos. Ambas tetas se mantenían firmes, las de madre e hija, a pesar de su tamaño.
– ¿Sabes? Nunca le di el pecho a mi pequeña Pam, me dolía mucho, así que tuve que darle biberón desde bebé.- Esa aclaración dejaba claro por qué Liz, aun habiendo tenido una niña, no tenía los pechos caídos ni con estrías.
– ¿Y a mi, me lo darías?, me acerqué a una de sus tetas y lamí con suavidad el pezón… en pocos segundos se erizó y se puso puntiagudo. Liz miró a su hija al tiempo que entrecerraba los ojos a las caricias de mi lengua en su pecho. Pam miraba de reojo pero se hacía la inocente alzando la cara hacia el horizonte.
– Sssssh… mi nena está ahí…- susurró. Era el momento de poner a prueba a ambas…
Separé unos centímetros mi boca del pecho de la madre y llamé a Pam…
– Cielo, ven un momento- le dije a la hija. La pequeña mulata dejó de tener la mirada perdida, para fijarse en mi y acercarse a gatas los pocos metros que nos separaban. Sus grandes tetas colgaban bamboleándose mientras se acercaba a nosotros. –Tu mamá y yo ahora somos pareja, y como tal, tendremos muchas muestras de cariño, quiero que entiendas que es normal vernos haciendo cosas de enamorados, como besarla en los labios y besarla en sus pechos.- Ella asintió poniendo cara de inocencia y sacando los morros hacia fuera, como si aún fuese más pequeña.
Su madre me cogió la cara con su mano y acerco los grandes labios a mi boca al decir lo de “pareja”. Acto seguido guió mi cabeza con su mano a una de sus tetas para que las besase, mientras miraba con los ojos entre cerrados a su hija… -Es tu papi y esta es la forma de quererme.- Le dijo a su niña mientras la miraba y acto seguido cerraba los ojos mordiéndose la boca y alzando la cabeza hacia arriba por el placer que le producía, y la certeza de tener una pareja confirmada.
Sin querer ir mas allá y el atardecer llegando a acercarse la noche, recogimos todo y nos fuimos de vuelta a la aldea. Entramos en casa y les dije que cogieran ropa mas todo lo que le había regalado, porque nos íbamos a la ciudad a pasar la noche. Las dos mulatas contentas con mi proposición prepararon sus enseres, y tras montar en el taxi que había llamado, nos dirigimos a mi aparta-hotel, esta vez pensaba pasar mas días allí junto a mi par de bellezas morenas.
– Puedo pedir que nos traigan la cena a la habitación.-
– Lo que tu quieras mi amor,- me dijo Lizbella.
Pedí unas langostas y acompañamiento de patatas con unas cuantas botellas de champán. Cenamos gustosamente y les propuse que se pusieran cómodas para pasar el resto de la noche en la habitación.
Liz cogió la bolsa que se había traído y marchó al dormitorio. Pam hizo lo mismo y fue al baño. Salieron a la vez al salón… La madre con el bodi puesto de encaje blanco, medias y liguero blanco y zapatos de tacón puestos. Pamela salió justo después con las sandalias de plataforma, el tanga negro y una camiseta gris de tirantes que acababa de regalarle por la mañana. Ambas mujeres en todo su esplendor. Lizbella mas alta y esbelta con un tono de piel algo mas claro que la hija, pero también morena, haciendo contraste con el color de su vestimenta. La joven, con piel trigueña, el pelo suelto y aún mojado después de la ducha, mostrando su voluptuosidad, haciendo pequeña la camiseta que llevaba por sus enormes pechos. Sus muslos oscuros y rozándose entre la v de su entrepierna, tapada por el minúsculo tanga negro de encaje y las plataformas que estilizaban su grande y ancho trasero aún más.
– ¿Te gusta como estamos para ti papi?- Dijo la hija de Liz mientras intentaba bailar sin música.
– Enciende el equipo de sonido y pon la música que te guste.- Le mandé a Pam. La pequeña morenita se acercó a la minicadena que había y encendió el aparato sonando música de bachata… Bailaron brevemente ante mi, cuando Liz, contoneándose y moviéndose al ritmo de la música, se acercó donde estaba para abrazarme y hacerme participe del baile que mantenía.
Yo vestía una camisa de seda azul, desabotonada hasta la mitad del pecho y unos pantalones de lino blancos que pronto dejaron notar mi erguida erección… Al abrazarme Liz, juntando su monte de venus a mi paquete endurecido, deslicé mi mano entre el pantalón y libere mi erecta polla fuera del calzoncillo. Bailamos juntos unos minutos para después cambiar de pareja y hacerlo con su hija.
– Me toca mami-
Ocupó el lugar de la madre y se abrazó a mi bailando al compás de la canción. Lizbella nos dejo bailando mientras se dirigía al salón-bar a preparar otras copas de champan… Mientras Pam y yo bailábamos cogió mi mano derecha y la llevo a su entrepierna, la metió debajo de su tanga y note la suavidad del roce de la piel de un bebé sobre su coñito…
– Me he depilado para ti papito, como me dijiste, ¿te gusta?- Miré hacia el salón donde su madre preparaba las copas y le susurré al oído.
– Me encanta, has sido una niña buena, esta noche te compensaré.- Giró su cabeza hacia atrás, vió que su madre no miraba y abriendo la boca me introdujo su lengua en la mía. Lizbella se acercó con las dos copas hacia mí y ocupo el lugar donde antes estaba su pequeña hija, me ofreció la bebida y brindó chocando los vasos diciéndome a escasos centímetros de mi oreja…
– Deseo que esta noche sea la mas intensa y lujuriosa de mi vida…- Sorbió su copa, me besó y con una mano posándola en mi trasero apretó hacia si.
– Te deseo papito,- sin dejar de susurrarme al oído. –Voy a mandar a la niña a la cama y así podrás darme lo que necesito.-
El saber que iba a follarme esa noche tremenda mulata, me puso la polla como el acero, pero aun así, mi morbo por tener a Pam a la vista no cesaba, así que me aventuré a decirle…
-Tú ahora eres mi hembra, por que tengas una hija no debe cohibirnos. – Oírme decir lo de “mi hembra” debió ponerla aún más cachonda, y me empujó hacia el sofá sentándome y poniéndose a horcajadas entre mis piernas, dejando cabida libre para mi dura polla en la entrada de su vagina… Lizbella cogía entre sus manos mi polla hasta dirigirla a la entrada de su coñito. Estaba rebosando de jugos vaginales, así que no costó mucho introducirla. Pamela seguía bailando absorta sin darse cuenta de lo que pasaba, hasta que dirigió su mirada hacia nosotros, y dejando de bailar…
– Mami, ¿Qué estas haciendo?-
Lizbella se introdujo hasta el fondo de su coño, rozando lo profundo de su útero, cuando se giró para decirle.
– Mi amor, papito y yo nos estamos queriendo.- Jadeaba mientras se lo decía. Pamela dejó el baile por completo y se sentó a nuestro lado mientras no dejaba de penetrar a su madre. Liz llevaba por la pasión y la sensación de placer que le producía mientras la follaba ante su preciosa hija, no se contuvo más y llegó al orgasmo corriéndose y empapándome los muslos de sus jugos… Quedó rendida, extasiada después del orgasmo, y la tumbé en el sofá… Saqué mi polla ahora algo mas blanda después de la corrida que tuvimos al mismo tiempo mientras miraba a la joven Pam.
– Ha sido la mejor corrida que he tenido en mucho tiempo.- Le susurré al oído a la madre mientras miraba a su hija.
La noche no había mas que comenzado y no quería que acabara. Antes de que su madre se despertara de su leve sueño debido al orgasmo, me acerque a Pamela y le dije…
– Has visto como me follaba a tu mami, solo era para aparentar y calentarme, realmente a quien deseaba es a ti…-
La dulce chica me sonrió, aunque algo celosa, y me besó en la boca.
– También quiero que me des tu leche, como has hecho con mi madre.-
– Ponte de rodillas al lado de ella, y déjame que me recupere mientras te saboreo.-
En la otra punta del sofá, donde yacía la cabeza de Lizbella aun soñolienta, se arrodillo Pamelita, se hizo a un lado el tanga y me dijo.
– Cómeme antes que despierte.-
Puse mi cara ante su gordo y tostado culo y empecé a lamer los jugos de su chochito que manaban desde que empecé a follarme a su madre, pues se había puesto cachonda mirarnos… Le mordía la molla de su culo, ponía mi nariz en su ano y restregaba mi boca en su coñito… Su madre empezaba a despertar y coger conciencia, y antes de que me viera, volví a darle un fuerte bocado en el trasero de su hija, dejándole una gran marca en el, y situándome de nuevo tras su madre, abrazándola, besándola y rozándome todo de mi en ella.
– Mi amor, me has hecho correrme tanto, que ni me acordaba lo que se sentía…- Le comenté mientras se desperezaba alzando los brazos.
– Nunca había hecho el amor delante de mi hija, pero era tanto el deseo que sentía que no podía negarme.- Pasamos un buen rato abrazados, besándonos y acariciándonos, hasta que volví a tener otra vez mi pene completamente duro. Ella recostada delante de mi, empezó a frotar su culo conmigo al notar que me había vuelto a empalmar. Se giró para levantarse y me ayudó a levantarme, cogió con una mano mi polla… -Sígueme.- y sin soltarla se encaminó delante de mi hacia el dormitorio.
– ¿Ya os vais a dormir?- musitó desde el sofá, sentada con las piernas cruzadas Pam.
– A dormir no, pero si a la cama para estar más cómodos.-
– Pero mami, no quiero quedarme sola aquí mientras vosotros os divertís juntos.-
– Mi amor, papi y yo vamos a hacer cosas de mayores y tenemos que estar solos.-
– Pero si os acabo de ver chingando ahora mismo en el sofá.-
– Lo que has visto es solo una parte de lo que mami hace por su hombre, pero hay cosas que no deberías ver.-
– ¿Cómo mamarle la pinga?… , eso es algo que ya he visto hacer en vídeos que me han enseñado los compañeros del instituto, además mis amigas se lo hacen a sus novios y me lo cuentan.-
– Niña, no me discutas más, solo quédate en la sala y haz lo que quieras, pero no nos molestes en el dormitorio… y ya hablaremos de las cosas que ves y dices con tus amigas.-
Pamela se cruzó de brazos y se resignó a quedarse sola por un momento, mientras su madre cerró la puerta de la habitación tras de mi. Aun sujetando mi miembro con su mano me guió hasta sentarme en el borde de la cama, ella se situó a mi lado mientras yo me recostaba del todo.
– Hay cositas que prefiero que no vea mi nena, aún es joven para ver a su madre hacer las guarrerías que me gustan.- Dicho eso, puso su boca en mi glande y empezó a besarlo y lamerlo. –Tremenda vergota tienes papi.- no quitaba la vista de mis ojos mientras me la chupaba, y eso me encantaba. La sensación de esos labios gruesos rodeándomela mientras movía la cabeza arriba y abajo con sus ojos color miel clavados en lo míos, me hacía sentir un morbo tremendo… -Quiero mi leche papito…- Sujeté su cabeza con ambas manos y la introduje hasta la garganta empujándola hacia mí… La mantuve así durante unos segundos y le retiré la cabeza hacia atrás, tosió un poco cuando se la saqué de la boca, que aún mantenía abierta, y unos hilitos de babas le caían por la comisura de los labios.
– Quiero que te la tragues toda cuando me corra, no dejes caer ni una gota de mi leche.- Volví a metérsela hasta el fondo, antes de que me pudiera responder, pero asintió con la cabeza sin dejar de mirarme con toda mi polla en su garganta… La agarré de su corto pelo con las manos y empecé a menearle la cabeza de adelante a atrás… follandome así su boca.
Ella tenía las manos posadas en mis muslos mientras me la comía. A veces retiraba la cabeza hacia atrás para ver su boca abierta ya cubierta de babas… Ver sus labios rebosantes de espesa saliva goteando de ellos, me ponía demasiado. Volví a introducirla en su boquita, y aceleré el vaivén de su cabeza, pues estaba a punto de explotar ya. Cuando sentía que la carga de mis huevos iba a salir, empujé con fuerza hacia el fondo su cabeza, y comencé a correrme en su garganta… Lizbella empezó a dar arcadas, pero aún así la mantuve presionada hasta descargarme por completo. Le solté el pelo y ella en un rápido reflejo retiró la cabeza hacia atrás… Los ojos con lagrimones y la boca abierta para recibir una bocanada de aire, tosió varias veces, mientras al hacerlo le caían constantes hilillos de baba mezclada con un poco de semen, pues la mayor parte de la corrida se la había tragado, ya que la descargué directamente en su garganta… Se relamía y respiraba profundamente por la boca.
– Ves papi… ahhh, ahhhh… me la tragué toda… ahhh, aaahhh…-
– Muy bien cariño, me has sacado hasta la última gota.- La cogí dulcemente de la barbilla con una mano, mientras con la otra restregaba con mis dedos toda la mezcla de jugo que tenía alrededor de sus carnosos labios… Introducía un par de dedos en su boca para que relamiera todo aquello que le empapaba la boca, a la vez que ella cogía mi mano con las dos suyas e introducía y sacaba mis dedos, como si les estuviese haciendo una felación a ellos.
Nos quedamos acostados un rato, mirándonos y diciéndonos cosas típicas de enamorados después de echar un polvo. Se escuchó el pomo de la puerta abrirse y Pam asomó la cabeza por la puerta entreabierta.
– Mami, me aburro mucho allí sola, ¿puedo estar con vosotros ya?-
– Ven mi amor, ya puedes pasar.- Pamela entró corriendo al dejarla su madre, y de un salto aterrizó en la cama junto a nosotros.
Yo solo llevaba la camisa abierta puesta nada mas, con mi pene y fláccido al aire, me sentía con total naturalidad, pues a Liz no le parecía importar que su hija pudiera vermela.
– ¿Habeis hecho el amor otra vez?- lo dijo con una cara medio pícara y medio inocente.
– Hijita, esas cosas no las tienes que preguntar, voy al aseo a lavarme un poco y nos acostaremos a dormir.-
– Pero yo quiero dormir con vosotros mami.-
– Está bien mi amor, la cama es muy grande y cabemos todos perfectamente. Si Vincent quiere, puedes quedarte con nosotros.-
– papi, ¿puedo, puedooo?-
– Claro que si cielo, puedes dormir con nosotros.-
– Pero yo en medio!- … y rápidamente se acostó boca arriba abriendo los brazos y ocupando el centro de la cama. Su madre se había levantado para ir a asearse, para volver en pocos minutos. Pamela mirando fijamente mi polla colgando la tocó con la punta del dedo índice.
– ¿Qué habéis hecho?- me lo dijo en voz baja. –Te prometo que no se enterará si me lo cuentas.-
– Pues me la ha comido toda y se ha tragado toda mi leche…- Se lo comenté acentuando lo de tragarse la leche para que notara que eso me hacía sentir orgulloso… -Si te das prisa, antes que llegue puedes probar un poco a ver que sabe.-
– Pero si no tienes nada…- miró de reojo hacia el baño comprobando que su adre no apareciera, y en un rápido gesto acercó su boca a mi pene, sacando la lengua y pasándola por mi glande, se volvió a recostar y me susurró.
– No sabe a nada, sólo algo salado…-
– ¿Qué cuchicheáis…?- Apareciendo su madre y acostándose al lado de su hijita. Lizbella se había despojado del bodi y se acostó completamente desnuda, le dio un piquito en los labios a su hija y le rodeó el brazo sobre su cuerpo. Yo estaba acostado de lado en la otra mitad de la cama con Pamela en medio también recostada de lado, ofreciéndome todo su culo en pompa hacia mí, y su madre en el otro extremo mirando recostada hacia nosotros dos.
– Ay mi nena, pero que rápido has crecido, tienes los pechos enormes, estás ya muy desarrollada, eres toda una mujercita.- Su madre le tocaba uno de sus pechos a la niña sobre el top que llevaba, comprobando el tamaño de los mismos. Pamela se sobaba el otro pecho con su mano izquierda y acto seguido puso esa mano en el pecho descubierto de su madre para compararlos.
– Son casi iguales… pero los míos un poquito más.- Sacandole la lengua a Liz como orgullosa y burlándose del mayor tamaño de sus tetas… A su madre le hizo gracia el comentario y con un fingido gesto de enfado, le pellizcó el pezón a su nena con sus dedos, hasta que la pequeña gritó un pequeño.. “Ayyyy!!!”…
– Eso te pasa por burlarte de mami con esa lengua fea tuya.- Y le dio un sonoro beso a su hija que atinó a dárselo entre la nariz y labios. Mientras ellas andaban con sus jueguecitos de madre e hija, yo me fijaba en el protuberante y generoso culo de Pam, con ese hilito negro de su tanga metido por la raja de su moreno trasero… Era tan perfecto y redondo que me quedaba absorto mirándoselo.
– Mami, tu y papi estáis desnudo y podéis dormir cómodos, ¿puedo quitarme el top?… es que me aprieta un poco y es incómodo para dormir.-
– Anda tontita, levanta los brazos para que te lo quite,- le subió la prenda hasta despojársela por completo y lanzar la ropa a los pies de la cama. Sus grandes tetas rebotaron al quitarle la apretada ropa y se posaron rozándose los pezones de madre e hija.
– Anda déjame ver como estas de crecida,- le dije a Pam mientras miraba a su madre, a lo que ella me contestó…
– A ver si te vas a poner malo viéndoselas.- Se quedó callada un instante al mirar mi entrepierna y percatarse de que tenía ya una erección, que había conseguido al observar el generoso culo de su hijita.
– Lleva cuidado con eso anda…- refiriéndose a mi polla, y poniendo una mano en el culo de su hija como para que no la rozase con ella.
– así que te has puesto cachondo al ver el cuerpito de mi niña… Hummmm!!!.- Exclamó mientras entrecerraba los ojos.
– No seas tonta mujer, estoy acostado con dos bellezones, ¿Cómo no iba a estarlo?, anda Pamelita, gírate para que papi vea lo crecida que estás,-
Intente que sonase como algo inocente y natural, pero en el fondo de mi, sabía que era porque la visión de la chiquilla desnuda me excitaba sobremanera… Pam se incorporó sentándose sobre la almohada cruzándose las piernas, y sostuvo sus enormes pechos mulatos sobre ambas manos, se giró un poco hacia mí para que las observase bien…m tenía los pezones erectos por el roce que acababa de tener con los de su madre, con una pequeña aureola mas marroncita alrededor de ambos.
– ¿Te gustan.?-
– Si cielo, son muy lindos y grandes, están perfectos, eres toda una mujer ya.- Ella sonreía orgullosa.
– Pamiiiii!!!, a ver…?- Exclamó su madre al fijarse ahora en la entrepierna de su niña, al tenerla a la altura de su cara. El tanguita que la niña llevaba puesto de encaje, trasparentaba la piel y hacía ver a Lizbella, que su hija no tenía ni un solo vello púbico sobre su chochito.
– Te has rasurado el bollo!!!-
– Si mami, es que quería ver como se veía con los tanquitas que Vincent me regaló, es que así se ve mas bonito.- Si madre metió la mano por el tanga y comprobó lo suave y afeitada que estaba la zona.
– Ahora ya soy toda una mujer, me lo habéis dicho los dos.- Con los pulgares deslizó el elástico de la prenda hacia fuera para mirarse ella misma su depilada vagina.
– Se lo voy a enseñar a pap…-
– No mi niña!!!- La interrumpió Liz. –Eso ya es demasiado, aún eres muy joven y esas cosas no se muestran así como así.-
– Déjala mujer- Interrumpiendo en la conversación de las dos. – Se ve que esta ilusionad con el aspecto que tiene, además está casi desnuda del todo, y es lo más natural…-
– Pero es que…- Volví a interrumpir la desaprobación de la madre añadiendo…
– Además ella si nos ve desnudos a nosotros, déjala que nos enseñe a ver que tal le ha quedado, estamos en familia, hay confianza.- … No se si sería por lo de escucharme decir lo de “en familia”, pero al momento Lizbella dejó de oponerse. Sabiéndose Pam ganadora de su intención, sacó media lengua mordiéndosela y estirando las piernas que tenía cruzadas, se bajó hasta debajo de las rodillas el pequeño trocito de tela que la cubría… La visión que me ofrecía la pequeña Pamelita, con su coñito completamente rasurado, sus piernas estiradas juntas, haciendo que la mollita del pliegue de sus labios mayores abultaras más aun su gordito chocho.
– Cuando tengas un novio, realmente lo vas a hacer muy feliz.- Sin poder apartar la mirada ante semejante tesoro, se lo dije pensando para mí, que yo era aquel novio secreto… La chiquilla sonrió nerviosa y su madre intervino.
– Pues de novio nada, hasta que seas mayor, no quiero que ningún “mamahuevos” te estropee- …Liz era muy celosa con su hija, y no iba a permitir que cualquiera la tocara.
Volvió a subirse el tanguita, se recostó junto a su madre abrazándola e intencionadamente sacó el culo hacia atrás para que con el, me rozase con la punta de mi pene. Su madre al no tener visión de esa parte del cuerpo de su hija, no se dio cuenta del roce que manteníamos allá abajo. Lizbella se dio la vuelta para posicionarse a dormir, dando la espalda a su niña, que estaba abrazada por detrás rodeando el brazo sobre el pecho de su madre.
Nos dimos las buenas noches y enseguida quedaron dormidas…, menos yo, que por el reoce del culo de Pam, ya había colocado la mitad de mi dura polla entre la raja de su precioso y gran trasero… Pasé toda la noche en vela gozando del roce del culo de la joven mulatica.
———————- Fin de la segunda parte ————————–
Todo comentario será bien recibido para poder seguir con la historia.