Me dio mucha vergüenza, pero no pude evitarlo el saber que tendría fiesta de vuelta me hizo olvidar de todo

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Nos reímos con el oficial, nos regresó una sonrisa, le agradecimos por ser tan comprensivo y comenzamos el recorrido, todas las antiguas culturas mexicanas estaban en ese lugar, y a mí me causaban gran entusiasmo, Peter, me tomó de la mano y decidió darme un tour guiado, con sus propias, palabras en ocasiones era irreverente, en otras, era bastante atinad pues se podía tratar de alguna que a él le gustara, otras más solo era tan gracioso y ocurrente que a veces al no atinar en que decir, solo se acercaba a mí y me besaba la frente.

-¿Sabes? Las culturas del norte eran bastante respetables, pero nadie les hace mucho caso por ser nómadas.

-¿Nómadas? No entiendo esa palabra.

-Eso significa que no tenían un lugar fijo para vivir, cazaban, pescaban y después, cuando se aburrían o el clima no era agradable, se iban a vivir a otro lugar.

-Creo que soy una nómada.

Dije deprimiendo mis cejas en el medio y estirando los labios intentando emular una cara agresiva, con mi mano izquierda simulé llevar un arco y con la derecha tirar de una flecha apuntando hacia Peter. Lejos de verme ruda y agresiva como yo intentaba debí verme bastante graciosa, pues él me sonrió, me dijo que era bastante ocurrente, me tomó de las caderas y besó mi labios, después de ese corto beso me recliné en su regazo pensando en lo corto que sería este viaje y que ya pronto deberíamos estar de nuevo en la comunidad, y quizá eso sería un problema.

-¿Te pasa algo?

Peter me miró fijamente a los ojos, sus cejas se levantaron y pude saber que comprendía lo que pensaba.

-Todo estará bien, no debes preocuparte, mi padre es el líder y podré convencerlo de lo nuestro, no importa que tu vengas de fuera, si ambos cumplimos con nuestros papeles en la comunidad, podremos hacer lo que nos venga en gana.

Él se refería a mi situación como una persona extranjera, además de ajena a las costumbres de la comunidad, pero esa no era mi mayor preocupación, sino más bien la razón por la cual yo estaba a unas horas de comenzar un tratamiento hormonal.

Seguimos con nuestro recorrido, nos tomamos muchísimas fotografías con su instantánea, que si bien ahora, es de nuevo bastante fácil conseguir una película para ese tipo de cámaras, en el instante en el que fuimos allí, estaban descontinuadas, Peter las protegía como el más grande de sus tesoros, pues su madre había logrado guardar y esconder para él varios cartuchos, por lo que solo los usaba en ocasiones especiales.

Salimos de aquel museo y decidimos caminar por la avenida principal, era bastante ancha y larga, la gente andaba por todos lados y sin importar la hora que fuera el flujo tanto peatonal como vehicular no cesaba.

-¿Quieres un helado? Yo invito- Pregunté con cierta duda.

-Mmm está bien, pero te dejo invitarme solo si yo escojo los sabores ¿qué dices?

Le miré con ojos de duda, él solo sonrió.

-Está bien pero nada de bananas, soy alérgica a ellas.

Entramos a la tienda, la cual era muy bonita, parecía que todo estaba hecho a mano, y si me refiero al helado, era hecho en esos antiguos toneles con una palanca en el centro. Nos sentamos en una banca que estaba afuera de aquel local y comenzamos a deleitarnos con nuestro helado, él había escogido chocolate con menta, y para mí había decidido que debía probar un clásico mexicano si así se le puede decir en lo que a helados caseros respecta, nieve de Tequila.

-¿Supongo que jamás habrás tomado Tequila?

-En lo absoluto, de hecho creo que jamás he probado ningún licor, a menos de que la sidra lleve alcohol, ¿sabes si lleva?

-Jaja no lo creo, a menos de que sea una sidra con piquete.

-¿Piquete? Los mexicanos hablan con muchas palabras agresivas creo yo.

-Jeje me parece que así es. Piquete es cuando le pones un poco de alcohol a cualquier bebida, desde un café hasta a un helado, así que tu nieve de tequila realmente es nieve de limón con piquete.

-Vaya ya entiendo, jaja espero tener la oportunidad de usarlo, “con piquete” se escucha gracioso.

Terminamos el helado y decidimos que era hora de seguir caminando, esta vez Peter se paró antes que yo, y me extendió su mano para ayudarme, se la extendí y me dio un suave tirón, creí que me soltaría de in mediato, pero no fue así, sino que continuamos caminado, incluso fuimos a un bote a tirar la basura, pero él nunca me soltó, esa ciudad era grande, y en cierta forma me sentía un poco pequeña y atemorizada, pero confiaba en él, sabía que no nos llevaría por ningún lugar peligroso y ahora que me tomaba de la mano, sabía que todo estaría bien.

Al principio nuestras manos solo iban juntas, después Peter decidió entrelazar sus dedos con los míos, durante el camino me ayudaba a subir, me detenía en las esquinas y de vez en cuando llevaba mi mano a sus labios para darle un gentil beso, mi corazón estaba a mil, ¿realmente me podía estar pasando esto? ¿Podía estar enamorándome de un chico? ¿Y en un solo día?

Las horas pasaban demasiado rápido, y más tarde que temprano ya era hora de ir a mi cita con el médico, a pesar de que no creía que lo tendría en mente, Peter me recordó que ya era hora y nos dirigimos a su camioneta. Como habíamos caminado mucho desde donde la habíamos estacionado, teníamos que tomar algún medio de transporte.

-¿Te has subido al metro?

-Nunca

-¿Ni en el país de donde viene tu familia?

-Quizá pero la verdad no lo recuerdo, desde que la situación se puso complicada por los asuntos bélicos dejamos de movernos en esos medios y por lo general salíamos poco.

Bajamos a una estación, la cual era muy larga, había decoraciones por todos lados y parecía como un museo pero complemente gratuito, llegamos a la línea y no había gente, pero poco a poco conforme fue hora de que llegara el tren, la multitud comenzó a incrementar hasta que ya no había espacio para moverse, el vagón se paró, las puertas se abrieron y todos comenzaron a empujarse, Peter para evitar que me separara de él me abrazó por atrás y puso sus manos sobre mi vientre, una vez que el vagón estuvo en movimiento, nos colocamos en una esquina donde no estorbáramos, pues nuestro destino era cerca de la última estación, yo me acurruqué en él y él hizo lo mismo en mí.

Pasaban de las seis en punto y llegamos a la torre donde estaba el consultorio de mi médico, era una torre donde había muchos especialistas de distintos tipos, y como Peter y yo no habíamos platicado muy bien de ese tema, él caballerosamente accedió a esperarme en el lobby, para así no tener que entrar conmigo a ver al doctor, con esa amable acción, me quitó un gran peso de encima pues yo tenía el pendiente de que él pudiera atar cabos y averiguar la verdadera razón de porque estaba allí, no es que no quisiera decírselo pues eventualmente tendría que hacerlo, pero no era necesario precipitarnos antes de tiempo y menos con los eventos tan bellos que ese día habían ocurrido.

Entré y el médico tuvo una larga plática conmigo, recordándome de nuevo los pros y los contras y que es lo que estaría sucediendo con mi cuerpo los siguientes días, que al principio no sentiría ningún cambio porque después incluso algunos aspectos podrían molestarme, como por ejemplo el crecimiento de las glándulas mamarias, podría hacerme sentir una picazón, y que solo debía evitar cualquier contacto con esa área.

Me dio dos frascos, uno con valerato de  estradiol  que son los estrógenos o comúnmente conocidas como hormonas femeninas, y otro con espironolactona, que eran los medicamentos que ya estaba consumiendo en ese instante, pues fungen como bloqueadores de la testosterona. Después de recalcar de nuevo los pros y los contras y que bajo cualquier reacción extraña no dudara en contactarlo, me dio su tarjeta y me pidió que no fuera a olvidar la cita con el psiquiatra, pues sin su aprobación todo el tratamiento debía detenerse.

Le agradecí mucho por su amabilidad, salí del consultorio y me metí al elevador para dirigirme al lobby.

-Hola de nuevo preciosa.

Al abrirse las puertas ahí estaba Peter recargado en la pared cruzado de brazos en una pose muy varonil, que me prendió un poco.

-¿Cuánto rato llevas allí esperando? ¿Espera, a cuantas otras personas que han salido de aquí  les has dicho preciosa?

-Jaja solo a ti

-Y ¿Cómo sabía que era yo? ¿Qué tal que era alguien más?

-La posibilidad era muy baja, llevo bastante rato aquí, y solo han entrado 3 personas, dos se dirigieron a algún lugar en este mismo piso, y una se dirigió al piso 7, tú estabas en el cuatro así que solo debí esperar a que el elevador se para allí y llegara directamente a mí.

-Muy bien pensado, eres muy bueno con la deducción.

-Jajaja podríamos intentar deducir algo más si tú lo quieres.

-¡Qué atrevido!

-Me refiero a que iremos a cenar por supuesto.

-No lo sé ya es un poco tarde preferiría irme a casa, tardaremos bastante.

-Bueno si así lo deseas, y mira que soy adivino, creí que dirías algo como eso y he comprado unos beagles de una pastelería de aquí cerca, toma este es el tuyo y te compré una malteada de fresa.

-Oh gracias, que lindo.

Nos devoramos los beagles, que por cierto eran muy buenos y emprendimos el viaje de regreso a casa, ambos estábamos muy cansados, y Peter debió notarlo pues me dijo que podía recostarme en sus piernas y dormir durante el camino, me cubrió con su chamarra y dormí todo el camino de vuelta.

La mañana siguiente desperté en mi cómoda cama aun usando la ropa del día anterior, y aun usando la chamarra de Peter.

-Despierta dormilona, es hora del desayuno.

-¿mamá? ¿Cómo llegué aquí?

-Peter te trajo en sus brazos hasta la cama, fue muy considerado de tu parte. ¿Qué pasó el día de ayer? Cuéntame.

-Nada mamá, no pasó nada.

-Pues Peter no te cargaba tan tiernamente como si nada hubiera pasado, yo creo que algo ocurrió, pero está bien ya después te iré sacando eso poco a poco.

-¡Mamá!

Me metí al baño y me desnudé por completo, me da pena aceptarlo pero olía como a una noche de sexo, mi panty tenía varias marcas que indicaban que mi madre tenía razón y que el día anterior la había pasado muy bien.

Me quité las bragas, y las olí profundamente, ese olor era tan agradable, aunque era mío, me hacía recordar a Peter, pues él era el único responsable de todo aquello. Intenté masturbarme pero ni aun con todo aquel aroma y la calentura que traía encima logré obtener una erección, según lo que decía el médico, era normal que después de tanto tiempo en bloqueadores mi cuerpo dejara de responder como antes.

Yo entendía todo aquello sin embargo el entenderlo no es sinónimo de poder controlarlo, día con día mi excitación iba en aumento y tenía liberar era energía acumulada, no sabía cómo pero tenía que encontrar unas solución, y en eso tuve una epifanía, todo se aclaró para mí, si estaba bloqueando las hormonas masculinas, y estaba a punto de comenzar un tratamiento con hormonas feminizan tés, porqué rayos debía de darme placer de una forma masculina, la respuesta estaba en aprender la forma femenina, y de hecho mi herma ya me había dado un pequeño empujoncito, con aquel artefacto que me había regalado en la tienda erótica. Esa era la respuesta solo debía aprender a usarlo.

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