Las cosas fueron avanzando, corte relación con mi mejor amiga por lo sano, me había cansado. Lo bueno es que con Pamela las cosas avanzaban

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Primero que nada quiero agradecerles por sus comentarios, me hace muy feliz saber que están disfrutando de mis relatos. Fuertes abrazos a mi colombiana Angiehot y a mi venezolana Melosha. Un saludo especial para HombreFX por estar al pendiente de la serie y sus comentarios, muchos besos!

La dirección que están tomando los relatos me hace pensar que tal vez debería de cambiarle el título, o tal vez no. Jajaja solo con el tiempo lo averiguaremos. Espero disfruten de esta tercera parte y no olviden dejarme sus comentarios. Besos!

Salí de casa de Pamela y mientras me dirigía a mi auto revisé mi celular pues lo había tenido abandonado toda la noche. Habían algunos mensajes de amigos y amigas, otro de mi mamá preguntando la hora a la que regresaría junto con una llamada perdida suya, pero lo que más me sorprendió fue ver 5 llamadas perdidas de Jimena. Decidí que la llamaría en la mañana pues ya era muy tarde.

Llegué a mi casa, me puse la pijama y caí dormida de la manera más rápida y profunda. Me levanté pero aún me sentía en un sueño, la experiencia del día anterior me tenía flotando en una nube. Había sido una de las mejores noches de mi vida.

Pero mi nube no tardó en esfumarse cuando recordé las llamadas de Jimena. Una parte de mi tenía curiosidad de saber qué es lo que quería, pero la otra parte no quería saber nada de ella, seguía molesta por su actitud del día anterior y no quería que lo que fuera a decirme arruinara mi felicidad y emoción de mi noche con Pamela.

Sin embargo ganó mi primer instinto y la llamé. Después de unos segundos contestó:

Ji: Pero miren quien se molestó en dar señales de vida.

L: Hola Jime, cómo estás?

Ji: Estoy bien, aunque no creo que te importe. Dijo hostilmente

L: A qué te refieres con ese comentario. Dije extrañada

Ji: Se refiere a que ayer teníamos planes y que además de incumplirlos también decidiste a ignorarme.

L: Sigo sin entender tu enojo. Ayer quedaste en avisarme si nos veríamos y no me mandaste ningún mensaje y no ignoré tus llamadas, simplemente estaba ocupada. Traté de responder tranquilamente, aunque mi cuerpo comenzaba a llenarse de rabia.

Ji: Pero que ocupada es la señorita. Dijo sarcásticamente. Y qué? Si yo no te escribí tu no podías hacerlo?

L: No pude contener más mi molestia. Pues si pude hacerlo, al igual que tú. Por qué yo soy siempre la que te tiene que buscar? Nunca has hecho ningún esfuerzo por mí. Pero ahora que decidí tratarte como tú me tratas a mí no te ha gustado nada, así que tal vez esto te sirva de aprendizaje a valorar más a las personas que siempre hemos estado ahí para ti, es más, estábamos. Hice énfasis para hacerle notar que de ahora en adelante ya no estaría para ella, que esa amistad había terminado.

 

Enojada colgué el teléfono y lo aventé entre un montón de ropa que tenía arrumbado. No podía creer el descaro de Jimena de quererme reclamar aun cuando el error había sido claramente de ella. Pero lamentablemente ella siempre había sido así, egocéntrica.

Me arreglé pues iba a ir a desayunar con mis papás, mi hermana Daniela y su esposo René. Ya habían pasado varios fines de semana que solo salía de fiesta y veía a mis amigos así que un plan familiar no me caía nada mal para alejarme del drama que había sucedido.

Una vez en el restaurante me percaté que había dejado mi celular, pero no le di importancia. Estábamos pasando un rato muy agradable y comiendo un rico desayuno y ya al final mientras terminábamos nuestros platillos mi hermana me dijo:

D: Y tú que te traes? Te noto diferente.

L: Diferente? Para bien o para mal?

D: Para bien, te noto relajada y alegre. No que no seas alegre siempre, pero esta vez tienes un brillo especial.

De pronto René se incluyó a la conversación.

R: Si, yo también lo noté. A mí se me hace que tiene un galán por ahí.

D: Eso debe ser! Y bueno, tienes alguna noticia?

L: No sé de qué hablan, no hay ningún galán. Dije sonriendo y sacándole la lengua a mi hermana.

D: Hmmm ya luego te sacaré la sopa, Lisita.

L: No me digas Lisita.

Aunque yo tengo 25 y mi hermana 30, nos seguimos llevando como cuando éramos pequeñas. Tenemos alguna que otra discusión pero sabemos que siempre podemos contar una con la otra.

Terminando el desayuno regresé a mi casa, fui hacia mi recámara y tomé mi celular. Lo vi con precaución pues no quería encontrarme con más llamadas o mensajes de Jimena, sin embargo me llevé una grata sorpresa al ver un mensaje de Pamela que decía:

 

“Buenos días guapa, no pude dejar de pensar en ti toda la noche. Hoy en la tarde iré a tomar unas copas con unos amigos y amigas, te gustaría acompañarme?”

 

Le respondí que con gusto la acompañaría y que me escribiera la hora a la que quería que pasara por ella.

En lo que era la hora, aproveché a ponerme ropa deportiva e ir al gimnasio un rato. Mientras estuve ahí algunos de mis amigos y uno de los instructores me dijeron que me veía excelente y que les compartiera mi rutina de ejercicios o lo que fuera que estuviera haciendo para verme así.

Yo solo podía reírme internamente pues no podía compartir que mi secreto era sexo con Pamela. Me hacía sentir realmente bien que todos notaran en mi esa felicidad que irradiaba.

Llegué a mi casa y me arreglé para salir con Pamela. Traía puestos unos jeans oscuros, con botas de tacón hasta la rodilla, una blusa ajustada y una chamarra en la mano pues no estaba haciendo mucho frío.

Me subí a mi auto y me dirigí al depa de Pamela para recogerla. Una vez ahí, toqué el timbre y escuché a Mónica contestar el intercomunicador.

M: Quién?

L: Soy Lisa, vengo a recoger a Pamela

M: Sube Lisa, Pame aún no está lista.

Llegué al departamento y nuevamente me recibió Mónica, nos saludamos y aprovechó a presentarme a su novio que también estaba ahí. Su nombre era Octavio, mediría cerca de mi misma estatura (170), tenía el cabello negro y unos ojos cafés oscuro que casi se podían confundir con negro. Vestía una camisa de cuadros y usaba lentes, tenía un look intelectual, el cuál iba acorde a Mónica quien también usaba lentes.

Mónica era una mujer chaparrita de 150 aprox. de estatura, complexión delgada, cabello castaño, ojos café claro enmarcados por unos lentes de armazón negro. De alguna manera Mónica y Octavio podían pasar por parientes aunque no lo eran.

Después de las presentaciones escuche un grito desde una de las recámaras donde Pamela me pedía que la acompañara. Entré a la habitación y para mi sorpresa estaba vestida con una falda negra y una blusa desabotonada que dejaba a la vista su brasier. Su cabello seguía húmedo, así que podía inferir que no tenía mucho de salir de bañar por lo que iba atrasada a nuestro compromiso.

Al verme entrar se puso rápidamente de pie y me saludo con un tierno beso en la boca y un abrazó.

P: Hola guapa, estoy feliz de verte! Disculpa la tardanza pero prometo apurarme para que nos vayamos pronto.

L: No te preocupes hermosa, tómatelo con calma. No hará daño que nos esperen unos minutos.

P: Hermosa? No me esperaba que me fueras a decir así.

Me quedé paralizada unos segundos pues yo tampoco me esperaba hacer ese comentario. Simplemente salió de mi sin pensar.

L: Y por qué te sorprendes? Si eso es justamente lo que eres. Dije eso sonrojándome un poco.

P: De verdad que eres increíble. Dijo estas palabras de una manera muy tierna y nuevamente acercándose para besarme, esta vez de una manera más apasionada.

 

De pronto escuchamos un grito de Mónica.

M: Apúrate Pamelaaaaa! Ya vamos 20 minutos tarde.

P: Ya voy! Ya estoy lista en 5 minutos!

Pamela terminó de cerrar su blusa, agarró su cabello en una cola de caballo, se puso sus zapatos, tomó su bolsa y se dirigió a la salida.

P: Estoy lista, solo me maquillo en el coche y listo.

Nos bajamos al estacionamiento y Octavio ofreció llevarnos a todas, Pamela me dijo en voz baja: “Puedes dejar tu auto aquí, al fin y al cabo vamos a regresar aquí en la noche no?” Yo solo asentí y sonreí.

Llegamos al bar y los amigos de Pamela y Mónica nos estaban esperando. Saludamos a todos y empezamos a platicar. Pamela y yo estábamos con un par de muchachos que resultaron conocer a una prima mía por lo que empezamos a hablar sobre el tema en común que teníamos.

Mientras los muchachos y yo hablábamos, Pamela escuchaba atenta a la conversación, hasta que sentí su mano sobre mi pierna y como empezaba a recorrerla hacia arriba. Gracias a la mesa no se notaba lo que hacía pero yo empecé a ponerme nerviosa y cachonda.

Parte de lo que hacía que todo fuera tan excitante era el que yo trataba de mantener la conversación con los muchachos sin que ellos se dieran cuenta de lo que estaba pasando bajo la mesa.

Pamela quería desabrochar el botón de mis pantalones y para ayudarla puse mi chamarra sobre mis piernas para cubrir su mano y de esta manera tuviera más movilidad. Logró introducir su mano en mi pantalón y en cuanto sentí el contacto de sus dedos con mis partes di un pequeño salto, pues me había agarrado desprevenida.

Los amigos notaron esto pero no le dieron mucha importancia y continuaron con la conversación. Mientras Pamela seguía moviendo sus dedos masajeando mi clítoris yo comencé a perderme de la conversación. Podía ver sus bocas moverse pero no estaba interesada en lo que decían, yo solo estaba enfocada en disfrutar y en controlar mi respiración para no revelar lo que estábamos haciendo.

Yo estaba concentrada en no permitirme llegar al orgasmo pues un gemido o un suspiro de ese estilo nos delataría, sin embargo Pamela estaba sumamente divertida al verme luchar contra mis impulsos y se propuso a manera de reto que lograría darme esa explosión de placer a como diera lugar.

Cada vez movía más rápido sus dedos y uno de ellos logró penetrarme, sabía que mi perdición sería muy pronto pues estaba realmente excitada y mi cuerpo me pedía a gritos que dejara de resistirme.

Un mesero del bar rompió accidentalmente un vaso y aproveché la distracción para sentir el orgasmo explotar y liberar un pequeño suspiro. Pamela satisfecha con su labor retiró su mano de mis pantalones y sin importar quien la viera se llevó los dedos a la boca como si estuviera saboreando los residuos de alguna comida.

La miré y sus esos ojos azules que tanto me encantaban me dieron a entender que esto apenas comenzaba.

El par de amigos con los que hablábamos se marcharon y poco a poco se fueron yendo más personas, hasta que quedamos Mónica, Octavio, dos parejas más y nosotras. Uno de los hombres que quedaban, llamado Sebastián, nos invitó a su casa a seguir la reunión pero Pamela dijo que no se sentía muy bien y que prefería regresar a su casa.

Ambas sabíamos que eso no era verdad, Pamela había dicho eso para que pudiéramos estar solas de nuevo. Íbamos en el coche de Octavio, quien nos hizo favor de dejarnos en el departamento y después se irían a casa de Sebastián.

En el camino, Pamela decidió recargarse en mi hombro. No dijimos nada, simplemente disfrutamos del momento y la cercanía que sentíamos. Disimuladamente tomé su mano y continuamos el trayecto. De pronto Mónica nos volteó a ver y dijo:

M: Hacen una linda pareja. Volteándose de nuevo a ver el camino.

 

Ninguna de las dos contestó nada y solamente sonreímos. No obstante mi mente comenzó a hundirse en un mar de pensamientos. Realmente estaba disfrutando conocer y pasar tiempo con Pamela, pero a dónde se dirigía esto? Si continuábamos de esta manera estaríamos saliendo formalmente? A caso terminaríamos siendo novias? Un pequeño brote de pánico recorrió mi cuerpo, no había considerado nada de esto.

Si las cosas se mantenían, tendría que considerar seriamente salir de un closet en el cual no sabía en el que estaba. Qué pensarían mis papás y mi hermana?

Y por otro lado pensaba, si las demás personas sabrían que Pamela y yo estamos involucradas? Obviamente Mónica y su novio lo sabían, pero para el resto de la gente nuestras interacciones podían ser fácilmente percibidas como una buena amistad.

Los pensamientos que tenía eran tan abrumadores que empecé a sentir un ligero mareo, decidí cerrar mis ojos y traté de decirle a mi mente que dejara de pensar en eso. Recordando lo que Gerardo me había dicho la última vez que lo vi: “Tu problema es que siempre has pensado demasiado las cosas, por una vez deja las cosas fluir”.

Fluir, eso es lo que tenía que hacer. Respiré profundamente y decidí enfocarme en los autos que pasaban junto a nosotros para distraerme.

Llegamos a su departamento y me preguntó si quería algo de tomar, pero yo no contesté nada, estaba ausente.

P: Hola? Dijo esto mientras movía su mano frente a mis ojos para romper el trance en el que me encontraba.

L: Qué pasó? Lo siento, no se en que estaba pensando.

P: Estás bien? Te noto extraña.

L: Eso creo. Hice una larga pausa. Lo siento mucho pero creo que debo irme.

P: Por qué? Qué está pasando Lisa?

No sabía ni que decirle, simplemente me sentí abrumada de estar ahí con ella después de todo lo que había pensado. Mi cuerpo me decía que me fuera de su departamento, pero de pronto sentí como tomaba delicadamente mi mano.

P: Por favor no te vayas, habla conmigo.

Accedí a hablar con ella, aunque me sentía algo tonta por hacerlo. Sabía que me estaba anticipando a muchas cosas que podrían nunca suceder y hacer que Pamela se alejara. Pero no tenía otra opción, ya que ella no me permitiría irme sin decirle lo que me pasaba y de ninguna manera pensaba mentirle, no a ella.

Después de que hablé unos minutos explicándole mis dudas y preocupaciones ella respondió:

P: Mira guapa, te entiendo perfectamente y tal vez nos estemos adelantando al hablar de esto ahora pero si eso es lo que necesitas para estar tranquila no tengo problema en hacerlo. Me encanta pasar tiempo contigo y espero que lo sigamos haciendo y si te causa problemas que la demás gente nos vea como algo más podemos mantener esta relación entre nosotras. Al final el que estemos juntas es lo importante. Y si se mantiene nuestra relación, en un futuro cuando sea que estés lista veremos la forma de hacerlo público. Qué te parece?

L: Gracias por ser tan comprensiva, lamento si fui demasiado intensa. Pero como tú sabes nunca había estado con una mujer y realmente me asusté al no saber qué sería de mí, o más bien de nosotras.

P: Tranquila guapa y de ahora en adelante si te vuelve a dar una “crisis”, quiero que sepas que siempre lo podremos hablar y resolver.

La abracé y comencé a besarla tiernamente. De pronto se separó de mí y pude ver en su cara de diablilla que algo estaba planeando.

P: Ahora que lo pienso, mantener el secreto no es algo necesariamente negativo. Podemos usarlo para divertirnos un rato.

L: A qué te refieres con eso?

P: Si nadie se puede enterar de nosotras, entonces tendremos que ser muy discretas, sin importar lo que nos haga la otra. Así como hoy en la mesa, qué opinas?

Estaba realmente sorprendida del apetito sexual de Pamela, desde que la conocí no había habido una sola vez en la que no hubiéramos realizado un acto sexual y no se notaba que ella pensara parar en ningún futuro cercano.

L: Me parece un excelente plan, de esa manera le podremos dar uso a ese marcador de puntos que llevamos. Por cada orgasmo que te dé me llevaré un punto y la primera en llegar a 10 puntos podrá pedirle un deseo a la otra y ésta deberá de cumplirlo sin objeciones. Trato?

P: Trato.

Cerramos nuestro pacto con un beso e inmediatamente la cargué para llevarla a la sala donde estaba la televisión. La recosté en el sofá y empecé a hacerle un ataque de cosquillas, Pamela reía fuertemente y no lograba liberarse de mí. Con mis manos sujetaba las suyas por encima de su cabeza y tenía inmovilizadas sus piernas al estar sentada sobre ella. Concluyeron las cosquillas y nos quedamos mirándonos profundamente a los ojos.

P: Qué me vas a hacer? Dijo de manera seductora.

L: Lo que voy a hacer, es ganarme mi primer punto del marcador.

De inmediato comencé a besarla de manera apasionada, no me cansaba de hacerlo. Nuestras lenguas empezaron a tocarse y a moverse en sincronía, mordí su labio inferior y comencé a besar su cuello. Empezó a suspirar lentamente, intentó liberar sus manos pero no se lo permití, bajé hacía su escote y mientras con una mano la sujetaba, con la otra desabroché los botones de su blusa y comencé a besar sus pechos.

Los liberé del brasier para tener sus pezones a mi alcance, comencé a succionarlos y a morderlos, la respiración de Pamela se iba acelerando y comenzaba a mover sus caderas a manera que se rozaran con las mías. Sin embargo había mucha ropa de por medio, así que accedí a liberarla para que pudiéramos quitarnos la ropa.

Ambas completamente desnudas retomamos donde nos habíamos quedado, yo clavada entre sus pechos saboreándolos y Pamela ya con sus manos libres tocaba todo mi cuerpo.

Después de besar sus pechos, bajé por su abdomen hasta llegar a su sexo, recordé la manera en la que ella me había comido así que intenté hacer lo mismo.

Lamía y succionaba sus labios vaginales según las instrucciones que ella me daba: “Más rápido, más lento, no pares”. Yo como un cachorro lamiendo la mano de su amo no quería parar, quería que se viniera en mi boca. Y a los pocos segundos lo hizo, sentí como brotaban sus jugos de su interior.

Satisfecha por mi labor, mi boca regresó por el camino que había tomado, subiendo por su abdomen, sus pechos, su cuello y hasta llegar a su boca.

Nos abrazamos, nuestros pechos se rozaban y nos mirábamos fijamente a los ojos.

L: Te gustó?

P: Me gustó? Claro, lo has hecho increíble.

L: Si no hubiera sido por los gemidos que hacías no hubiera sabido si lo estaba haciendo bien. Bromee.Pero tenía que preguntar de todos modos.

P: Ha sido asombroso guapa, una parte de mí no puede creer que yo sea la primer mujer con la que has estado. Eres toda una profesional. Dijo esto mientras guiñaba un ojo.

L: Tal vez tantos años de fantasía me prepararon para darte todo el placer que pueda.

Besé su frente, la abracé y le dije:

L: Aún es temprano, qué te parece si nos vestimos y vemos una película?

P: Vestirse es obligatorio? Rio. Haré las palomitas.

Vimos una película romántica y al finalizar, decidí que era momento de regresar a mi casa. Para despedirnos hicimos una pequeña sesión de besos y caricias y Pamela me acompañó a la puerta.

L: Buenas noches, hermosa. Descansa.

P: Adiós, guapa. Por favor avísame cuando llegues a tu casa.

Le di un último beso y me marché.

Arribé a mi hogar y le envié un mensaje que decía: “ Ya llegué a mi casa, hermosa. Gracias por todo y espero nos veamos muy pronto, dulces sueños.”

 

Inmediatamente recibí respuesta: “ Te veré en unas horas, pues estoy segura de que soñaré contigo.”

Ese lindo mensaje me sacó una enorme sonrisa. Yo también esperaba soñar con Pamela, ya que a pesar de que tenía minutos sin verla ya la extrañaba. Pame estaba causando un gran impacto en mi vida y eso me encantaba.

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