A la prima.
Existe un dicho por estos lares que dicta: «A la prima, se le arrima». Razones del porqué de este dicho sobran, la más evidente es que por lo general se cuenta siempre con mínimo una prima que le provoca a uno olvidar cualquier tipo de lazo sanguíneo y fantasear hasta el punto de intentar algún tipo de encuentro o contacto que materialice el mentado dicho.
Mi historia resulta de una gran amistad forjada a través de los años con una prima, hija menor del hermano de mí papá, la cual es tres años mayor que yo. Nuestra afinidad en la pasión por el diseño y la música nos ha mantenido cercanos en amistad y en colaboraciones profesionales. Al momento que nuestro esporádico encuentro sucede ella tiene un novio con el cual mantiene una relación en constante conflicto, mientras por mi parte llevo unos cuantos meses saliendo con una amiga que ella me presentó. Ella tiene 29, y yo 26, no puedo decir que no me había fijado antes en ella, pero al encontrarnos ambos en diferentes relaciones personales e íntimas, teniamos poco tiempo de aumentar nuestra cercanía.
Es entonces en este momento de madurez profesional e independencia sentimental de ambos (debido a nuestras no muy fortalecidas relaciones amorosas), que procuramos una mayor comunicación, nos juntamos en ocasiones a hablar de trabajo, de vez en cuando colaboramos laboralmente, y seguido salimos a algún bar con amigos, de vez en cuando por nuestra cuenta… Estás pocas, pero sustanciosas salidas solitarias, comienzan a crear en ambos una empatía más allá de lo amistoso y familiar. La primera, recuerdo, una salida a un antro de música electro al que no se asiste más que para bailar. Bebemos, palticamos en un rincón lejos de la concentración sonora, nos reímos, nos emocionamos y nos ponemos a bailar; nada fuera de lo común, un baile individual compartido, hasta que comienzan canciones con ritmos más pausados, casi lounge y muy eróticos.
Entonces evitamos intimidarnos y continuamos bailando, primero riendo de que lo estemos haciendo con canciones «románticas», después con ese sentimiento de palpitación acelerada al rozar nuestras cinturas, piernas ligeramente cruzadas, cada vez más pegados, respiración entrecortada… se rompe la hipnosis al sentir una erección que indudablemente siente ella subir por su pierna en dirección de su ingle y roza constantemente su entrepierna, me despego y sugiero, con voz nerviosa, ir por unas bebidas. Los dos seguimos con una plática sin tocar el tema, hasta que por fin se olvida la situación y volvemos a un baile más alegre y movido. En ciertos momentos ella realiza movimientos de cadera y acercamientos que nos hacen reir a los dos, divertidos, mofándonos, pero conscientes de que esa noche abrimos posibilidades que no habíamos considerado antes, como lo es la atracción sexual creciente entre ambos.
Las salidas siguientes, presentan pocas situaciones similares en contacto, pero aumentan el coqueteo entre ambos, ella se viste cada vez más sexy y yo me enciendo de solo verla y saludarla, cada oportunidad que tengo le abrazo, inocentemente algunas, otras con morbo, casi sin poder controlarme al ver sus estilizadas y suaves piernas morenas bajo sus faldas desconocidas por mí anteriormente, o la tanga que asoma del pantalón cuando accidentalmente se agacha frente a mí en su departamento para alcanzar algún objeto que ni recuerdo. El colmo es cuando me abraza y pega sus labios a mi oido para decirme algo tan simple como: «tengo muchas ganas de beber hoy…»
El punto culminante llega cuando una noche decidimos quedarnos en su departamento, bajo el pretexto de trabajo nos desprendemos de nuestras respectivos compromisos de pareja y bebemos media botella de ron en menos de cuarenta minutos.
Recuerdo perfectamente su look esa noche, blusa entallada que dejaba ver sus portentos de senos y unos pezones atrapados en un delgado sostén. Pantalón de mezclilla que remarca su cintura y presenta un par de nalgas que a primera vista parecen libres de cualquier tipo de ropa interior. Me recibe, los dos estamos nerviosos por un secreto que nunca hemos compartido, como si supieramos que se tratara de un momento decisivo entre los dos…
La plática se centra en el trabajo y algo de nuestras relaciones en principio, hasta que ella saca a colación un tema que me manda a otra dimensión inmediatamente: «Tu crees que de cumpleaños mis amigas me han regalado un… como te diré… un dildo, venga, sin tapujos»… Me quedo en shock, inmediatamente me envuelven imagenes de ella… de la poca concentración que me queda logro preguntarle… «pero, ya lo usaste?… se siente bien?»… a lo que responde platicándome con todo detalle la sensación de sentir un trozo vibrante de plástico en lugar de uno de carne. «Me gusto, algo que jamás hubiera atrevido a hacer es la estimulación por… atrás… y este es de esos que tiene para ambos, sabes como?»… CLARO QUE SE COMO!, pienso completamente mareado, no creo haber tomado aún ni dos cubas. Mi mente me grita en medio de mi estupidez… Algo quiere ella! venga, dale entrada! A lo que solo concreto preguntar: «Oye, Bere, haz escuchado la frase… A la prima se le arrima?… Me ve con cara total de asombro, pero noto también como cambia su expresión a la de una cara embriagada más por la carga sexual en el ambiente que por la cantidad de alcohol injerida… «Mmm, sí, pero siempre he pensado que eso es impensable, intentar romper ese tabú…»
Me acerco: «yo siempre te he querido muchísimo, como una hermana, pero últimamente he llegado al punto de verte distinto, te has preguntado como sería besarnos?»… Ella se encoje, con los ojos cerrados, temerosa… La tomo de las piernas y la siento sobre las mías… «Oye, que te pasa»… dice sin hacer siquiera el mínimo esfuerzo de levantarse. No le contesto, la beso intempestivamente, ella me responde abriendo la boca, un beso tan apasionado y con tal desfogue que nos empapamos los labios. Bajo mi mano por su cintura a su culo y la recuesto, meto mi mano en su blusa y ella aprieta mi bulto cada vez más apretado dentro del pantalón. DEsabrocho su pantalón u bajo lamiendo su abdomen, subiendo hasta sus tetas que he liberado del brassiere. Ella respira muy fuerte, y con sus manos baja su pantalón con todo y el pequeño hilo dental que trae por tanga solo por encima de sus rodillas, toma mi cabeza y la empuja hacia su depilado pubis… está empapado y lo siento más al meter mi mano por debajo de sus nalgas, subiendo los dedos para abrir más sus labios y continuar con un ritmo acelerado de lengua. Ella gime, me pide más, me ruega entre pujidos que se la meta, que necesita que la llene.
Se ha quitado la blusa y juega con sus grandes senos, los besa y pellizca sus pezones, ya me he bajado el pantalón lo suficiente para dejar libres mi miembro y los huevos. Levanto sus piernas y le quito el pantalón solo de un lado, no aguanto más el calor de mi falo y ella no ha perdido el tiempo, frotandose el clítoris mientras me he puesto a modo. Abre las piernas y cierra los ojos mientras la embisto… Siento el increíble calor de su humedad y entro lo más que me deja su trasero… Ella grita, casi llora de tanto placer , me pide que le de por atrás, que quiere que la llene… y así lo hago, entro de un solo movimiento en su lubricado ano… ella grita, no tarda en tener un orgasmo descomunal que provoca que no aguante más y eche un chorro de semen caliente dentro de ella…
Terminamos los dos tumbados en el sillón, atónitos, como si de un sueño se hubiera tratado, no cruzamos palabras, solamente nos quedamos dormidos. Abrazados, listos para una continuación aún más caliente a la mañana siguiente…
Colaborador: Alehorn