En el parque conocí a un hombre, un señor que no ni un poco guapo. Pero lo hizo, obtuvo lo que quería de mí y sin problemas
Hace algunos días iba caminando por la calle, había ido a ver a unos clientes, iba muy arreglada, una minifalda negra con blusa blanca, un saco negro, tacones negros muy altos, mi cabello lo había planchado, la reunión había sido muy buena, logré que aquellos empresarios empezaran a hacer mayores pedidos a nuestra empresa, ese día no lleve mi carro pues en esa zona es muy difícil encontrar un lugar en el cual estacionarse, así que fui en taxi, regresaría de la misma forma.
Antes de buscar un taxi decidí caminar un poco, me encontré a varios hombres en la calle que volteaban a verme pero ninguno se atrevía a decirme nada. Al caminar llegué a una parte que no conocía, se ve que era una zona de clase media, la zona se veía limpia y muy tranquila, tenía sed y vi un parque pensé que tal vez ahí podría conseguir algún helado o una paleta de hielo. Camine hacía ese parque, era algo grande, camine por un pasillo donde había varias bancas todas vacías menos una, en la cual estaba un señor de unos cincuenta y tantos años, de más de 100 kilos, como de un metro 65 y con la cara muy marcada por el acné que debió de tener de joven.
Él no dejaba de verme mientras yo caminaba, yo caminaba más sexy, el señor era feo pero su mirada de lujuria me calentaba mucho, cuando pase a su lado le sonreí, seguí caminando, vi que él se paró y camino atrás de mí, camine algunos metros y me senté en una banca, en la orilla, en la otra orilla se sentó el señor, me veía, yo empecé a cruzar las piernas, él no dejaba de ver mis piernas, comenzó a tocarse la verga.
P –Señor sabe si por aquí es seguro caminar.
S –Aquí la gente es tranquila, pero cualquiera se vuelve loco con una mujer tan guapa.
Quise fingir ser una mujer tímida, inocente, insegura.
P –Que bueno que yo soy algo fea.
S –No mames chiquita, estás bien rica.
P -¿Cómo cree señor? Yo soy una mujer de clase media, realmente no tengo dinero.
S –Me refiero a que estás que te caes de buena, mira esas piernas que tienes, esas nalgotas que mueves tan rico al caminar, eres muy guapa, tienes unas tetotas, para mamártelas todo el día.
P –Gracias señor pero está usted exagerando.
S –No ricura no estoy exagerando, eres una súper hembra.
Él se seguía tocando la verga, yo veía con atención, se empezaba a notar el bulto, yo tenía muchas ganas de vérsela,pero quise seguir fingiendo.
P -¿Qué pasa señor, tiene comezón?
Él se rió, yo fingí que no entendía nada, lo vi con cara dubitativa.
S –No lo que pasa es que quiero calmar a este animal que quiere salirse y darte una buena cogida.
P –Señor, pero que atrevido es usted.
S –No me digas que no te gusta coger.
P –Sí, pero solo con mi esposo.
S -¿Qué nunca le has sido infiel?
P –No jamás.
S –Que mal, ese culote debería de ser disfrutado por cada hombre que lo tuviera cerca.
P –No, yo amo a mi esposo no podría andar con alguien más.
S –Que rico debe de ser tener esas piernas en los hombros mientras de doy unos rico vergazos.
P –Señor por favor, no diga eso.
S –Tienes miedo de que te guste la pitiza.
P –No, pero es que, yo.
S –Tienes ganas de que te coja verdad.
P –No, como cree, qué pensaría mi esposo.
S –Pensaría que su mujer le gusta ser la putita de los hombres.
P –Por favor señor, yo soy una dama.
S –Vamos, se ve que eres una puta caliente.
Tomó mi mano y la puso sobre su verga, no era muy larga pero era muy gorda, yo ya deseaba mamársela.
P –Que grande es esto.
S –Y puede ser todo tuyo si así lo quieres.
P –Pero donde.
S –Vivo aquí cerca, vamos.
Se paró y empezó a caminar, yo lo seguía, caminamos como dos cuadras, llegamos a un edificio muy viejo, olía mucho a humedad, muy mal iluminado, subimos al segundo piso, caminamos por un pasillo en la última puerta nos paramos, él sacó unas llaves y abrió, entramos, el departamento se veía pequeño y humilde, algo sucio, la sala tenía unos sillones rojos, muy viejos, en una mesita que estaba en el centro había varias revistas pornográficas.
Me senté en los viejos sillones, él se sentó a mi lado, paso uno de sus brazos por mi espalda y me jaló hacía él y me comenzó a besar, yo lo abracé y le respondí el beso, me tenía muy caliente. Nos estuvimos besando por más de 10 minutos, sus manos me acariciaban la espalda y parte de las nalgas.
Cuando dejamos de besarnos le dije.
P –Es la primera vez que engaño a mi marido.
S –En serio.
P –Sí.
Él me empezó a desnudar, mientras me iba quitando la ropa me acariciaba cada parte del cuerpo, pero lo hacía de una forma ruda, no era un amante cariñoso, era un hombre rudo que de seguro me cogería solo pensando en su placer y dejando de lado el mío.
Cuando me tuvo toda desnuda me chupó las tetas, me mordió los pezones, me provocaba dolor pero a la vez me excitaba su rudeza. Después bajo y me chupó la concha, lo hacía muy rápido, mi clítoris también era chupado, yo sentía delicioso.
P –Sí así, chúpame.
Él siguió haciéndolo muy rico, yo no paraba de gemir, no aguanté más y terminé en un delicioso orgasmo.
P –Síííííííííííííííííííííííííííííííííí, me vengo.
Él se comió todos mis jugos, se paró y se quitó toda la ropa, me jaló fuertemente del cabello y me hizo mamarle la verga, yo me la metía y me la sacaba de la boca, ya la tenía muy parada, sabía muy rico, me la saqué y le pasé la lengua por todos lados, él gemía mientras yo seguía disfrutando de aquella verga que me abría mucho la boca.
Él me la sacó, me hizo ponerme de perrito en el sillón, mientras me acomodaba como él quería me di cuenta que una parte del sillón tenía unas manchas, algunas se veía recientes, se sentían tiesas, por lo visto era el semen seco de aquel hombre que se debería de venir en el sillón después de ver sus revistas.
Él tomó su verga y la pasaba por mis labios vaginales, lo hacía lento, yo me hacía para atrás buscando que ya me la metiera.
S –Ya la quieres verdad puta.
P –Sí, quiero saber que se siente tener un pene diferente al de mi marido.
S –No se llama pene, se llama verga.
P –Pues quiero saber que se siente tener una verga diferente a la de mi marido.
S –Pues si quieres saberlo tendrás que rogarme para que te la meta.
P –Métemela por favor.
Me dio una fuerte nalgada, me dijo que le rogara bien, yo sabía lo que él quería, y le dije.
P –Por favor, méteme tu verga, hazme sentir lo que es tener un hombre diferente en la concha, quiero saber que se siente ser la puta de otro hombre.
Él me la metió toda, por la gorda que la tenía, sentí como se abrió de una forma exagerada mi concha, di un grito de placer y dolor.
P –Aaaahhhh como me estás abriendo la concha mi amor.
S –Se nota que tu marido la tiene chiquita.
P –Sí, la tiene muy pequeña, en cambio la tuya es una enorme verga.
La de mi esposo es normal, pero quería volver loco a ese hombre, quería que pensará que era una mujer insatisfecha que por primera vez se atrevía a engañar a su esposo.
Se comenzó a mover, sentía como mi vagina se abría, él me la metía y sacaba lento, yo daba algunos gemidos, le pedí que me cogiera más fuerte, me dio una fuerte nalgada, me dijo que se lo pidiera bien, que ahora era su puta que me comportara como tal.
P –Cógeme rápido papi, hazme gozar con tu verga, soy tu puta, quiero que me des muy duro con esa vergota.
Él empezó a cogerme muy rápido, yo acompañe sus movimientos, los dos nos movíamos muy rápido, nuestro placer debía de notarse en nuestras caras, yo no dejaba de gemir, el no dejaba de decirme cosas muy calientes, como que era su puta, que mi concha era para su placer, que que rico movía las nalgas.
Cada vez la cogida era más rápida, este macho sabía cómo llenarme de placer, me tomó muy fuerte de la cintura, no me dejó moverme, me aventó sobre la cama, me hizo voltearme y me jaló hacía él, puso mis piernas sobre sus hombros y me metió toda su verga, mientras me cogía yo no dejaba de ver lo gordo y feo que era, pero que rico me cogía, su cuerpo ya sudaba de una forma exagerada.
S –Te gusta ver cómo te cojo puta.
P –Sí me gusta mucho.
S –Que rica estás, si fueras mi esposa no te faltaría verga nunca.
P –Ojala mi esposo tuviera tu vergota.
La sacaba casi toda para después meterla otra vez, hasta que sentía como sus testículos se golpeaban con mis nalgas, sus gordas manos me agarraban de los muslos, yo me sentía una autentica puta, una mujer como yo tan deseada por hombres tan guapos y de cuerpos muy bien formados, estaba siendo cogida por un señor muy feo, gordo y que me trataba como a una puta, lo cual siempre me ha gustado mucho.
Llegué al orgasmo, sentí mucho placer, sentí como mis jugos mojaban aquella gorda verga que tanto placer me estaba dando.
P –Así dame rico, me vengo papi.
Él siguió cogiéndome rápido, su verga entraba y salía el gemía muy rico.
S –Me voy a venir puta, me dejas venirme en tu concha de puta.
P –Sí papi, vente rico en mí, lléname con tu leche de macho, quiero saber que es ser llenada por otra verga que no es la de mi esposo.
Él empezó a venirse, yo sentía riquísimo como su verga se hinchaba y dejaba salir su semen que me llenaba la concha, la leche era caliente, cuando acabo de venirse me la sacó, se paró y me dijo
S –Bueno puta, ahora vete que quiero dormirme, cuando quieras engañar a tu esposo otra vez, vienes a verme.
Me sentí súper puta, me había cogido y ahora me estaba corriendo, ni siquiera me había dado las gracias.
P –Bueno si decido engañarlo otra vez te buscaré.
Salí de su departamento, salí del edificio, me di cuenta que ni siquiera supe su nombre, me llamó mi esposo, mientras veía como regresar a mi casa, me preguntó que como me había ido en la reunión le dije que muy bien, que al final me fui a la zona a dar una vuelta pero que me había perdido, le dije que un señor muy amable me ayudó.
Cuando llegué a mi casa, saqué el poco semen que no había salido de mi concha con mis dedos, los cuales los pasé por mi nariz, era un olor rico, después me los metí en la boca, su sabor era normal, tenía que tomar en cuenta que ya se había mezclado su semen con mis jugos vaginales.
No dejé de pensar en ese señor todo el día, cuando llegó mi esposo, lo vi y me sentí muy puta pero muy feliz de haber sido cogida tan rico.