Mi padre se fue de viaje de negocios a China, me quede solo con mi madrastra. La puta me volvió su esclavo, me masturbo de la mejor manera y me hizo estallar como nunca

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Toda esta historia comenzó cuando mi padre, después de muchos años de viudo, decidió casarse nuevamente.

Él es un hombre de negocios y gracias a sus habilidades comerciales gozamos de un gran pasar. Eso, por supuesto, lo ayudó a conseguir mujeres fácilmente, pero ninguna le duraba demasiado. Hasta que llegó Clara a nuestras vidas. Clara es una mujer de 40 años (10 años menos que mi padre) muy hermosa. Rubia de cabello largo y lacio y ojos verdes, con unas tetas operadas de un tamaño importante, que gracias al dinero aportado por mi padre parecen reales, y una cintura que envidiaría cualquier mujer de 20. Sus piernas y su culo son un poema, bien carnosos y firmes. Gracias al buen pasar económico de mi padre, Clara se da el lujo de vivir sin trabajar, pasando la mayor parte de sus días tomando sol en la piscina. El resultado es una hermosa piel dorada q da ganas de besar.

Clara lleva viviendo en nuestra casa 2 años en los que no trabajó ni un solo día, a diferencia de mi padre que vive viajando por negocios. Esta situación no pareció molestarle nunca, como así tampoco los malos tratos que recibe generalmente por parte de ella, que solo acepta agachando la cabeza y diciendo “si mi amor”. Recién ahora entiendo el por qué.

Como he dicho, a Clara le encanta pasar sus tardes junto a la pileta. Lo que no mencioné es que le encanta hacerlo en topless, hecho que me resulta muy incómodo ya que no puedo disimular mis ganas de mirarle esas tetotas.

Hace dos semanas mi padre se fue de viaje a la China, planeando estar fuera varios meses. Fue así que me quedé solo con Clara; bajo sus órdenes en mi propia casa. Me di cuenta los primeros días que disfrutaba enormemente paseándose desnuda o semidesnuda, bamboleando esos hermosos pechos delante mío, notando mi incomodidad y mi excitación. Eso la calentaba, la hacía sentir poderosa. Y yo me di cuenta que en esas situaciones me transformaba en un corderito que obedecía todas sus órdenes. Así me fui convirtiendo en su sirviente. Tan solo debía acercarse a mí en su bata de seda que transparentaba sus pechos y decirme despacito y al oído que era lo que quería que hiciera por ella. Le cocinaba, le preparaba sus baños, le llevaba tragos a su reposera junto a la pileta, todo estando nervioso e intentando disimular mi erección.

Una tarde soleada llegué a mi casa y me encontré con Clara tomando sol como de costumbre. A excepción de una pequeña tanguita violeta y unas gafas de sol bastante provocativas, cada centímetro de su piel estaba expuesto al sol y a mis ojos. Me costaba dejar de mirarla con la boca abierta y en mis pantalones se dibujaba un bulto. Al verme me llamó y me pidió (ordenó?) con su vocecita sensual que le alcanzara el bronceador del suelo. Cuando lo hice y le extendí mi mano, se levantó sus anteojos y me miró fijo a los ojos.

–          Me lo pones en las tetas, bebé? – me dijo, dejándome atónito. Unos segundos después me arrodille delante de ella y apreté el pomo sobre sus increíbles pechos. Me quedé ahí quieto, mirando esos hermosos médanos como un idiota hasta que me preguntó qué estaba esperando. En ese momento, con gran timidez, extendí mi mano y la apoyé sobre su pecho. Mi palma quedó llena de bronceador. La empecé a mover lentamente y en círculos para abarcar toda la superficie. Ella se había puesto nuevamente sus lentes y se había reclinado hacia atrás. Procedí a untar su otro pecho y sin querer le apoyé mi miembro contra su costado. Ella se levantó hasta quedar sentada y se levantó los anteojos. Ante mi aparecieron dos ojos brillantes, con una mezcla de furia con lujuria y maldad.

–          Juliancito – me dijo – hace mucho calor para estar de jeans. Que tenés abajo?.

–          Unos bóxers, Clara – le conteste tímidamente.

–          Ay tonto no me digas Clara, decime Mami. ¿Entendido?

–          Si…mami…

–          Dale, sacate los jeans, si total un bóxer es lo mismo que un traje de baño.

Dude unos segundos y la obedecí. Me puse de pie y baje lentamente mis jeans con las dos manos, dejando al descubierto mis bóxers y mi verga empalmada. Sonrió con malicia al ver el bulto. Entonces se puso de costado sobre su reposera, dándome la espalda, y me pidió que le pasara bronceador sobre ella. Mientras lo hacía, Clara sacaba su culo hacia afuera y me rozaba la entrepierna como si fuese sin intención, a la vez que hacía comentarios disimulados de índole sexual.

Mi pito estaba por explotar, necesitaba urgentemente bajarme los bóxers y masturbarme hasta acabar, pero no me animaba a detenerme sin que ella me lo dijera. Y así continué pasándole bronceador por toda su espalda y hombros mientras ella jugaba a volverme loco rozando su cola sobre mi verga. Estaba por explotar.

Entonces Clara se dio vuelta y clavó su mirada en mi entrepierna. Se encontró con mi bulto a punto de explotar, y con una mancha de humedad en la punta. Con simulada sorpresa me dijo que fuera urgente a su habitación a buscar un traje de baño que había comprado para mi antes de que arruinara los bóxers. Me puse de pie y estaba dispuesto a emprender mi camino cuando Clara me chistó y me dijo que le dejara los bóxers ahí mismo para ponerlos en la lavadora. Me quedé de piedra. Jamás me había desnudado delante de mi madrastra, ya era demasiado estar en bóxers y empalmado delante de ella, pero insistió, y esa vez su tono no fue tan cordial.

Sin voltear a mirarla dejé caer mis bóxers al suelo, revelándole a Clara mi joven culo. Cuando pretendía irme volvió a chistarme.

–          Que son esos modales Juli? Como me vas a dejar los bóxers ahí tirados? Levantalos y dámelos en la mano.

Dudé unos segundos, aunque en el fondo sabía que no podía desobedecerla. Así que con toda la vergüenza del mundo me agaché, los levanté, y di media vuelta para acercarme a ella. Ante sus ojos apareció mi modesto pene. Se bajó los lentes hasta la nariz para mirarlo sin disimulo y emitió una pequeña risita burlona. Extendió su mano. Yo me acerqué desnudo hacia ella, bamboleando mi pito durísimo deseando que me tragara la tierra. Pero cuando fui a depositar mis bóxers en su mano extendida ella la acercó más a su cuerpo. Di otro paso, ella volvió a retirar su mano. Al tercer paso ya me encontraba prácticamente pegado a su cuerpo.

Agarró los bóxers de mi mano y aprovechó para rozarme la verga, que reaccionó latiendo ante el contacto. Clara emitió una nueva risita y la tomó con dos dedos mientras decía “que chiquitita!”. Ese cruel comentario solo logró excitarme más, y ella lo notó. Sus dedos se deslizaron a mis huevos. Los acarició como quien no quiere la cosa preguntándome si en serio tenía 19 años.

–          Si Clara, digo, mami. Por? – le pregunté avergonzado.

–          Por nada Juli, dejá. Jajaja!

A continuación me colgó los bóxers de mi pito y estalló en carcajadas.

–          Mirá Juli! Un percherito de bebés!… y no se cae, está bien durito.

Yo estaba duro como una estatua, muerto de vergüenza humillación y excitación. Ella tomó la punta inferior de los bóxers y tiró con fuerza para abajo. Mi pito duro comenzó a doler, pero resistió bastante hasta que finalmente el elástico cedió y la prenda cayó al suelo. Para risa de mi madrastra, mi pito quedó bamboleándose en el aire por unos segundos.

–          Pensé que iba a aguantar mas Juli…

–          Perdón mami.

–          No pasa nada bebé, esos bóxers eran pesados y tu pitito es tan… chiquito.

–          Perdón. – dije sin poder ocultar mi vergüenza.

–          No me pidas perdón Juli, sos mi hijito chiquito, ya te va a crecer el pitulín. – dijo a la vez que le hacía cosquillas con la yema de su dedo índice. – Mirá, seguro con mi tanguita sí resiste.

Se levantó de la reposera por primera vez en la tarde y bajó sensualmente su tanga violeta. Ante mis ojos apareció un pubis completamente depilado, igual de suave y brillante que el resto del cuerpo. Se sentó nuevamente y colgó su prenda íntima de mi pito; el contacto de esa tela con mi piel era mucho más agradable que el de los bóxers. Clara se dedicó a jugar con la tanga en mi verga. La estiraba hacia abajo, luego hacia arriba, luego la enroscaba en mi falo, luego también en mis huevos, y yo estaba por explotar ahí mismo. Ella lo notó. Agarró la tela y la empujó hacia atrás, dejando al descubierto mi glande, que expulsó un hilo de líquido pre seminal al sentir el roce de la bombacha. Sonrió. Con su dedo índice recorrió circularmente mi glande y luego se lo llevó a la boca, haciendo el gesto de gusto. Me estaba volviendo loco. Repitió el proceso, sólo que esa vez estiró su dedo índice hacia mí. Sin  que tuviera que decirme nada me agaché y me lo metí en la boca. Lo chupé con pasión, cosa que a Clara le encantó y le divirtió. Comenzaba a entender por qué mi padre soportaba sus maltratos, era imposible negarse a ella.

Con su mano envolvió mi pito y comenzó a masturbarme lentamente, gimiendo dulcemente y preguntándome si me gustaba. Yo solo podía articular un sí entre gemidos. Sus movimientos lentos me iban a hacer desmayar; sentía que si no acababa explotarían mis huevos, pero no me atrevía a decírselo.

–          Que pasa Juli, te gusta?

–          Si Clara. – al oir mi respuesta ella se detuvo.

–          Si, mami. – dije nuevamente. Ella sonrió mirándome a los ojos y reanudó la faena.

–          Mucho?

–          Si mamiii

–          Necesitas acabar, no bebé?

–          Si mami, urgente. – ella realentizó sus movimientos.

–          No mami! Por favor!

–          Por favor que Juli?

–          Dejame acabar mami, por favor.

–          Seguro querés eso?

–          Siiiiii

–          Y harías lo que fuera por eso?

–          Si mami, si!!

–          Me vas a obedecer en todo, no Juli? – dijo a la vez que aumentaba el ritmo.

–          Siii mamiiii

–          Me lo prometes?

–          Te lo prometo mami, por favor….

–          Vas a empezar por limpiar tu corrida? – Dijo mirándome a los ojos, aumentando aún mas las sacudidas. Me quedé de piedra. Al ver que yo no contestaba Clara fue aminorando la velocidad lentamente, sin dejar de masturbarme. Yo sentía como la leche volvía despacio a mis huevos y mi alivio se alejaba cada vez mas.

–          No mami, no pares, perdón!

–          Perdón por qué?

–          Perdón por desobedecerte – dije desconsolado

–          Entonces vas a limpiar todo? – volvió a aumentar el ritmo

–          Si mami

–          Y vas a ser mi juguetito obediente?

–          Siii mamiiii

–          Y me vas a obedecer en todo putito????

–          Ahhh sii mamiiii – dije a la vez que Clara aumentaba el ritmó y la fuerza de su mano.

Exploté como nunca en mi vida. Varios chorros generosos de leche salieron disparados de mi pitito creando un cuadro de Jackson Pollock en sus hermosas tetas. Estaba en el cielo. Ella siguió acariciando mi pito despacio. Luego colocó sus dedos en mis huevos y los masajeó. Comenzaba a excitarme de nuevo cuando ella me miró y me dijo:

–          Ahora tenés que limpiar a tu mami, dale.

Estiró su brazo hasta mi cabello y me empujó hacia sus tetas. Yo me arrodillé ante ella sin animarme a cumplir mi palabra. Miraba toda mi leche empapando sus tetas, corriendo en forma de gotas hacia abajo. Era demasiada, y parecía desagradable.

Clara, sentada en la reposera, usó su pié para seguir jugando con mis huevos. Ya no pude resistirme y saqué la lengua y me acerque.

–          Empezá de abajo putito, con las gotas que se caen. – me dijo con sorna, y yo obedecí. Apoyé mi lengua contra su hermosa piel, levantando una de las gotas de leche tibia y comencé a subir por su teta siguiendo el camino que había trazado el semen. Cuando llegué a su pezón me encontré con un mar de leche blanca y viscosa. Me alejé unos centímetros para mirarla a los ojos con miedo y súplica, pero no me dio oportunidad; me tomó del pelo y aplastó mi cara contra sus tetas mientras me gritaba que chupara.

No me atreví a alejarme ni un milímetro, y como si mi vida se fuera en ello me dediqué a devorarme mi propia leche. Parecía una perra en celo. Y mi mami gemía contenta.

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