En la cafetería se pueden escuchar muchas cosas, como la historia de Eme y Jota, dos adultos que se conocieron por Internet
Prólogo: Los relatos, de todo género, pueden estar basados en experiencias reales, aderezadas con algún suceso no real. Mezclados con noticias, historias oídas o relatadas por otras personas, etc. Este relato fue fruto de la casualidad, cazado en la mesa de una cafetería, añadiendo alguna parte por el autor y si el azar hace que la protagonista lo lea y quiera ponerse en contacto para continuar o añadir algo más, lo haré.
Trabajar en casa puede resultar muy cómodo, sobre todo a la hora de los traslados de casa al trabajo, poder fijar tu jornada y ritmo de trabajo, pero a la vez debes tener una gran disciplina para no caer en jornadas maratonianas o todo lo contrario. Yo recomiendo hacer las mismas rutinas que cuando uno trabaja fuera, ducha, café, vestirse para trabajar, esto puede parecer una tontería, pero trabajar en casa de cualquier manera hace más difícil la desconexión y si debes salir por cualquier motivo ya estás preparado. El espacio de trabajo debe estar separado de cualquier otro, yo tengo el ordenador de trabajo sin conexión a internet, los trabajos y correos los leo en otro para no estar siempre en el mismo. Al empezar la jornada con mi primer café, empecé a ver las tareas pendientes, debía terminar unos trabajos pendientes y no había nada más, me dispuse a terminarlos para poder tomar el desayuno pronto. Una vez descargados en el pendrive y mandados por mail a la oficina, comprobé que no tenía tostadas, bueno podía permitirme el lujo de romper la rutina e ir a desayunar a la cafetería cercana a casa.
Eran cerca de las nueve cuando llegué a la cafetería, pedí unas tostadas con aceite y tomate, café y un zumo y me senté en una mesa al fondo de la cafetería, viendo las noticias en televisión mientras desayunaba, la cafetería empezó a llenarse, joder la hora de entrada al colegio y muchas de las madres y algún padre aprovechaban para tomar algo antes de ir a sus ocupaciones o por charlar.
En la mesa de al lado se sentaron dos madres, en torno a los cuarenta años, venían hablando de sus cosas y se sentaron, pidiendo sus consumiciones. Mucha gente suele pensar que vive sola en el mundo o pasan totalmente de los que están a su alrededor, a pesar del bullicio, la televisión, podía captar su conversación, no hablaban excesivamente alto, pero mi mesa estaba pegada a la suya, de forma que para salir, unos u otros debíamos movernos. El tema de la conversación despertó mi interés y me mantuvo en la cafetería algo más de lo que esperaba.
Una de ellas dijo a la otra: (Omito nombres y lugares, por claros motivos).
– Vaya eMe, hoy vienes muy arreglada, ¿Vas a algún sitio?.
– Mmmhh, no, ha sido por casualidad …- Respondió la aludida, se notaba que intentaba disimular.
– Huy creo que tienes algún secreto – La compañera sabía que la había pillado y trataba de sonsacarle.
– Mira, te lo contaré, pero por favor, te pido discreción total.
– Ufff hija, espero que no sea nada grave, pero te prometo que no diré nada.
– Bueno, te lo voy a contar, pero no me interrumpas, tengo una cita a las diez y media con alguien he conocido por internet y ayer estuve con el por primera vez.
Joder la charla se ponía interesante, tenía una posible historia al alcance de mi mano, decidí prolongar el desayuno, si la cosa seguía interesante.
– Empecé a conectarme a chat de internet, conocí gente, algunos interesantes con los que chateaba, otros claramente buscaban sexo por internet, pero un día conocí a uno. Empezamos a charlar y conocernos, hubo confianza y buen feeling entre ambos. Me sentía a gusto y empezamos a usar otras aplicaciones para charlar, etc. A pesar de buscar lo mismo que otros su estilo era distinto, me sentía seducida y era una sensación morbosa y excitante. Llevamos varios meses, hablamos por móvil, ambos somos casados nunca me lo ha ocultado ni yo a él, por motivos de trabajo el ha venido a ………. y ayer me dijo que al estar tan cerca podíamos quedar, estará hasta hoy.
– Vaya eMe. , me dejas de una pieza, yo también he hecho algo parecido, en ocasiones, pero me daba miedo dar el paso, joder que pasan cosas muy raras con los líos de internet – la compañera se había quedado sorprendida y parecía que lo mismo también tendría alguna historia.
Iba a tener que venir más a menudo a tomar el café aquí.
– Solía entrar en un canal de sumisas, la mayoría se creen que estás allí deseando que llegué el primero, Jota, es su nombre, era de otra manera y nunca había pensado que podría ser tan excitante hacerlo así, he llegado a mojarme como nunca con las cosas que me escribe o dice a veces.
La única condición que me pidió fue que llevará falda y blusa, él tenía la tarde libre y yo hasta las ocho, así que quedamos en un centro comercial, me estaba esperando y al verme me dijo:
– Buenas tardes Eme, soy Jota, gracias por venir y veo que has cumplido lo que te pedí .- Beso mis mejillas y me dijo gracias, pegando sus labios a mi oído, joder me sonrojé como una quinceañera, era tal y como había dicho, me dijo de ir a una cafetería a charlar para que estuviera más cómoda. Buscamos una y nos sentamos a charlar, al principio me sentía intimidada, la libertad que tienes al hacerlo por internet, te hace ser más atrevida, pero notaba que no iba a hacer nada que yo no quisiera, es esa sensación de seguridad y tranquilidad que te da una persona, a pesar de no conocerla. Se comportaba igual que en internet, me daba confianza, se insinuaba, pero sin prisa, el leve roce de su mano en la mía, me hacía erizar la piel, mordió mi cuello levemente y me dijo:
– Esta blusa quedaría mejor así – y desabrocho un botón más, no podía negarme, no sabría describir que me pasaba, en ese momento me besó, fue un roce más bien de sus labios con los míos – El próximo tendrás que pedirlo tú y no será así, mi lengua esta deseando conocer a la tuya Eme.
No tardé más de un minuto, no podía creer lo que estaba diciendo, pero deseaba decirlo, era como una fuerza que me empujaba, mi resistencia, miedo o como quieras llamarlo era cada vez menor y lo dije, parecía que oía la voz de otra persona, pero era yo la que decía:
– Jota, por favor, bésame – Sujetando mi barbilla acerco su boca a la mía y nos dimos un húmedo y lento beso, era tal como los había imaginado y no intentaba nada más, se centraba en mi boca, aunque podría haber hecho conmigo lo que quisiera y él era consciente de eso.
Tras el beso, volvió a sorprenderme: – Quiero que me hagas un regalo, ve al baño, quítate las braguitas y me las entregas a la vuelta.
– ¿Cómo voy a hacer eso?, podrán verme, por favor … – Volvía a estar en su red, me miró y me sentí segura – Puedes traerlas en la mano y dejarlas en mi maletín, lo dejaré abierto en esta silla.
Nuevamente, como si otra persona dominará mi cuerpo me levanté, fui al baño y cumplí sus instrucciones, sentía que todo el mundo podía verme, pero me daba igual, las dejé en su maletín y lo cerró.
– Bien, te has ganado un premio, vámonos – Tras pagar la cuenta nos dirigimos a su coche, fuimos a un lugar apartado, paró y se vino al asiento del copiloto echando los asientos atrás.
– No va a pasar nada que no quieras, cuando te sientas incómoda dime que pare – Yo no tenía palabras, empezamos a besarnos, me acariciaba y hablábamos sobre las sensaciones, me desabrochó más la blusa y acarició los pechos me sentía en su poder, le dije que siguiera pero que no quería llegar hasta el final, – No pensaba hacerlo en el coche y con tan poco tiempo, pero voy a hacer que disfrutes, sabes que me encanta oírte gemir – empezó a lamer mis pechos, sus manos estaban en mis muslos y yo me dejaba hacer, estaba disfrutando como nunca, sus dedos bordeaban mi sexo y pudo notar lo mojada que estaba – Voy a hacerte gozar con mis dedos ¿Quieres? – .
Estaba en otro lugar, su voz llegaba como lejana, entre gemidos contesté:
– Sí, por favor, hazlo Jota, – deseaba sentirle, me tenía excitada y entregada, mis miedos habían pasado y solo existía el placer. Sus dedos exploraron mi cuerpo, su boca lamía y mordía mis pechos, a pesar de lo que pueda parecer fue lento, una mezcla de ternura y morbo, metió sus dedos y me masturbo, mientras me decía al oído lo que me hacia, lo mojada que estaba y yo me sentía a gusto, no tardé en tener un fuerte orgasmo, había hecho que me gozará de una manera nueva e intensa, me decía frases al oído que ahora me hacen sonrojar, pero quería ser su puta y gozar para él, a pesar de lo grosero que pueda parecer me sentía halagada con esas palabras, acompañadas de sus caricias.
– ¿Te ha gustado? – preguntó de manera innecesaria, mientras sus dedos jugaban con mi clítoris, asentí, mientras bajaba la mirada, en ese momento abrió su pantalón y me dijo:
– Te toca, yo también quiero que veas como gozo contigo – llevó mi mano a su rabo y me dijo que lo acariciará según tocaba mis pechos, seguí sus movimientos, a veces de manera leve, otras apretando y más rápido o lento, concentrándome en su punta cuando él lo hacía en mis pezones, notaba como crecía en mis manos, me guiaba y decía lo bien que lo estaba haciendo, en mi cabeza solo estaba la idea de hacer que se corriera, como había hecho conmigo, ahora era yo la que escuchaba sus gemidos, notaba endurecerse su miembro en mis manos y crecer, en un momento dado me pidió parar, sacó mis bragas del maletín y las enrolló tapando su polla, – Quiero correrme en ellas, ese va a ser mi regalo, sigue – joder, cada minuto me llevaba a una nueva sensación, obedecía sus instrucciones con agrado, deseando que me lo pidiera, note como se tensaba y pude ver el brillo de su semen mojando mis bragas.
– Mmmm ha sido tal como esperaba – me dijo mientras limpiaba y recogía todo en mi ropa, un conjunto casi nuevo, pero me excitaba ver el uso que le estaba dando. – Quiero que te las pongas, que sientas como te mojo de camino a tu casa, seguro que una vez que estés allí y te las quites las olerás y lamerás – me dijo con esa sonrisa entre tierna y pícara. Me las puse y noté como me mojaba, la mezcla de su corrida con la mía, sentía que iría goteando por la calle y en ese momento me beso y se pasó al asiento del conductor para acercarme.
En el trayecto, llevé mis manos a mis muslos y esperando no ser vista atrapé un poco de esa mezcla y no pude evitar lamer mi dedo, – No has podido aguantar hasta casa, eres una cerdita Eme – Sonreí ante su comentario. Le mandé un mensaje al llegar a casa, estaba sola y podía ducharme y lavarme, iba a lavar antes las bragas cuando recibí este mensaje de Jota, una foto de la cama de su habitación, con una venda, esposas y cuerdas, con este texto “Te esperan para mañana, si quieres a las once en ………” No pude evitar tocarme y lamer las bragas tal como había dicho, en mi vida había hecho nada parecido y lo que siempre pensé que me daría asco era algo que mi cuerpo pedía, volví a correrme y trate de disimular pensando que lo llevaba escrito en la cara.
– Ufff chica, me has dejado de piedra, ¿Qué vas a hacer? – su amiga había quedado sorprendida con la historia de su amiga y yo estaba alucinado, intentando que pensarán que seguía absorto en el periódico y las noticias, mientras terminaba el desayuno.
– ¿Tú qué crees?, son las nueve y media, tengo tiempo de sobra para llegar allí a las once. – Dijo con una mirada convencida.