Mujer necesita un buen psicólogo y encontramos una solución alternativa

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Se supone de los psicólogos que debemos de ir a terapia para limpiar todo aquello que nos cargamos en nuestro trabajo diario, pero a veces esto no es necesario. Ciertamente no es poco lo que llegamos a escuchar, y unas veces es más o menos divertido, otras más o menos duro y en los temas sexuales más o menos excitante. Ese día había atendido a una persona con un problema de ansiedad, otra con problemas en el trabajo que requerirían de un trabajo forense para presentar un informe pericial, y la tercera era una visita nueva, una mujer.

La señora se presento puntual a su hora, justo cuando despedía a la persona anterior en la puerta. Tanto el como yo nos quedamos mirando a la señora que venia muy elegante, con un bonito vestido negro, unas zapatos sin apenas tacón y unas enormes gafas de sol.

-Buenos días doctor.-me saludo.

-Adelante por favor. Hacia el fondo le indique. Indicando con la mano.

Tras de ella la seguí mirando una estupenda figura, unas preciosas curvas, sobre todo para los que gustamos de algún que otro kilo de más que de menos.

Se sentó frente a mí y tome algunas notas para abrir la ficha.

-Cuénteme, le pedí. ¿Que la trae hasta aquí? ¿En qué puedo ayudarla?

-Lo que hablemos es confidencial verdad?

-Obviamente. Nadie sabrá si usted vino, ni que me pudo o no contar.

-No querría que mi marido supiera de esto.

-Adelante pues.

-Hace tiempo que mi marido no me hace demasiado caso. Parece que debe de tener otra.-explico con cara de asco.

-Una amante.-pregunté.

-Exacto. Supongo que más joven y con menos arrugas que una de cincuenta.

Asentí con la cabeza.

-¿Supongo que usted también lo preferiría verdad?

-Pues no necesariamente.-respondí sinceramente. Sus pechos se insinuaban en el escote y me resultaban muy excitantes. Sus ojos marrones también eran preciosos.

-Gracias por mentirme doctor. En todo caso eso me hace sentir mal, me siento como un objeto de decoración y me pregunto que debería de hacer.

-¿Se ha planteado entonces el divorcio?

-Si, obvio. Pero me pregunto si tendría que estar más segura. Ahora mismo me pregunto qué pasaría después.

-¿En qué sentido?

-No me veo sola. Una tiene sus necesidades y no quiero estar sola después. Mi marido no me da sexo, pero de momento si me da compañía.

-¿Y buscar un amante?

-Eso me planteo. ¿Cree que es una mala idea?

-Cada pareja hace como le parece. Si el esta con otra y usted hace lo mismo estarían empatados. Quizás incluso podrían hablarlo. Hablar claramente de que cada uno hará lo que quiera, pero mantendrán una apariencia.

-Uffff. Es un machista. El puede hacer lo que quiera, pero yo hacer lo mismo sería inaceptable.

-Pues no decir nada y todos contentos.

-El siguiente problema es donde encontrar esos amantes. Necesito un hombre discreto y tierno, no quiero entrar en redes de esas donde sin más quedan para follar.

-¿Conoce algún posible?

-La verdad es que no. Además, como le dije creo que pocos hombres se sentirían atraídos por mí.

-No veo la razón.

-¿Puedo tutearle?

-Claro.

-Mira vosotros queréis mujeres delgadas y jóvenes, con tetas enormes y que follen como conejas. Y yo sinceramente no quiero nada de eso.

-Te equivocas de lleno. Primero porque no a todos nos gusta ese tipo de mujer y segundo porque con todo el respeto a mi me pareces muy atractiva.

Ella me miro como si no creyera mis palabras.

-¿Quieres que crea que me prefieres a mi que a una veinteañera?

-La verdad es que si, me pareces mucho más atractiva, más interesante. Con la edad uno tiene las ideas más claras y sabe que quiere y que no. Se tiene un ritmo distinto en el sexo.

Miro la pared donde están colgados los títulos.

-Y tu eres sexólogo. Así que se supone que sabes de lo que hablas.

-Mi experiencia me dice eso.

Me miro con una sonrisa pícara.

-Y entonces tú te acostarías con alguien como yo

-La pregunta correcta no se si con alguien como tu sino si lo haría contigo ¿no?

Ella tenia la boca entreabierta y se tocaba el labio superior con la punta de la lengua.

-Esta terapia esta tomando un rumbo un poco especial.

-Depende de que quieras tú. Aquí eres la que manda.

Se quedo unos segundos callada.

-Esto no es ético para un psicólogo.

-Si quieres ir más allá obviamente dejo de ser tu terapeuta y esto una sesión.

Ella pasaba los dedos de una mano por el borde del escote de su vestido, mientras seguía con el movimiento de su lengua sobre su labio. Yo por mi parte me estaba acelerando y notaba como mi pene reaccionaba ante sus gestos.

-Y dime entonces. ¿Teniendo en cuenta lo que te he dicho que harías ahora?

-Acercarme a ti.-le dije levantándome de mi sillón y acercándome al suyo, poniéndome de rodillas frente a ella y poniendo mis manos sobre la parte desnuda de sus piernas.

Ella suspiro profundamente.

-¿Estas seguro que te gusto?-dijo acercando su cara a la mía.

Yo respondí a su acercamiento con un beso en los labios, corto, y dejando mi mirada fija en ella.

-Ahora mismo no importa nada más. Solo tu y yo. ¿Me permites?

-Tengo miedo. Solo he estado con mi marido desde hace treinta años.

-¿Y has disfrutado?

-Poco

-Pues hoy me voy a ocupar de que eso se termine con tu permiso.

Ante un suave gesto de mis manos, ella descruzo las piernas y yo eleve las manos por dentro de su vestido hasta llegar a sus bragas. Ella de nuevo suspiro.

-Estoy muy excitada.

-Yo también.

Estire suavemente de sus bragas hasta sacarlas por completo. Ella me miraba expectante.

-Déjate llevar.-le pedí estirando de sus piernas hacia adelante, y colocando su culo en la parte frontal del sillón.

Ante mí, bajo es vestido que enrollé hasta la cintura vi una morena mata de pelos, y debajo unos labios gordos, brillantes por la incipiente humedad de la excitación.

-Nunca me han hecho eso.-dijo con voz tenue.

-Siempre hay una primera vez para todo.-respondí sin levantar mi cabeza de entre sus piernas.

Moví mi cabeza hacia adelante y separé sus labios con dos dedos para poder ver antes mi un clítoris bastante grande y húmedo. Acerque mi lengua y empecé un movimiento con ella de círculos sobre el clítoris, algo genial si esperas que no llegue al orgasmo, y después de arriba abajo. Sus manos agarraron mi cabeza, apretándome contra ella sin dejarme casi sin respirar. Sus continuos jadeos y su “si,si,si” no dejaban duda de como estaba disfrutando de mis movimientos. No tarde demasiado en escuchar un “siiiii” y con el sentir un aumento de flujos que me indicaban que estaba teniendo un orgasmo. Levante ahora si la cabeza y la vi con la cabeza reclinada hacia atrás. La movió hacia adelante y con una enorme sonrisa me beso con intensidad.

-Qué bueno.

-Podría ser mejor.

-Después de esto no dudes que te dejare hacerlo cuando quieras. ¿Qué quieres ahora? Dejar ver tu pene.

Yo me saqué toda la ropa y le mostré mi pene que estaba en máxima excitación.

-¿Creo que a los tíos les gusta que se la chupen verdad?- pregunto mientras la sostenía y la masturbaba con una mano.

-Si no quieres no es necesario, pero si me gusta.

Ella empezó a lamer la punta del pene, como si este tuviera que morderle. Poco a poco se la fue introduciendo un poco más y dándome muchísimo placer. Lo hacia con ganas y yo sentía mucho placer.

-Lo siento si no se hacerlo.

-No pares.-pude murmurar.-Me gusta.-no dije nada más porque ya seguía lamiéndome y dándome tremendo placer.

Siguió unos minutos más. Mis manos bajaban para agarrar sus pechos por dentro del escote.

-Me vas a matar de gusto. Quiero metértela bien adentro.

La agarre de las manos y la invite a levantarse del sillón. De nuevo nos besamos. La acompañe con mis manos hasta la mesa y ella elevándose un poco con ayuda de las manos se sentó en el borde.

-¿Quieres sentirla?-pregunté.

-Mucho.-respondió ella acercándome hacia ella.

Moví mi pene hasta la entrada de su vagina. No era una vagina muy cerrada, sino la propia de una mujer que ha tenido hijos. Me gusto mucho la sensación y sobre todo ver su expresión de placer al iniciar el movimiento de entrada y salida, primero lento y después más rápido, hasta sentir como estaba a punto de eyacular.

-Estoy a punto de correrme.-le anuncie.-Quiero hacerlo bien adentro de ti.

-Hazlo. Quiero sentir ese calor dentro de mí.

No hizo falta mucho más orden porque enseguida llego mi orgasmo, y de nuevo otro suyo al sentir el calor dentro. Quedamos allí abrazados y de nuevo besándonos.

-Gracias doctor. Me ha dado justo lo que necesitaba sentir.

-Ahora ya no soy tu doctor.

-Da igual. Pero espero que nos tengamos más veces que esta. Eres un hombre tierno y eso me ha encantado.

Ella se marcho porque tenia cosas que hacer, y yo ya tenia en la puerta al siguiente cliente picando.

Nos volvimos a ver algunas veces más, no siempre para sexo, a veces solo por hablar y compartir un rato. No siempre es fácil encontrar eso en otra persona y cuando lo logras es una enorme suerte. Espero que en el futuro encontrar más como ella.

Si quieres compartir un momento, una conversación, o lo que sea no dudes en escribirme

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