Me tuve que prostituir por una beca ¡Y la conseguí!
Había sido un año muy largo. Pasaba la mayor parte de mi día estudiando. Siempre fui una alumna aplicada, y dedicaba una gran parte del día la estudio. Pero ese año fue particular, era mi último año de cursada, y había sido preseleccionada para una beca de estudio en una Universidad de gran prestigio en mi país. La beca, tenía varias exigencias, las cuales cumplí con todas, solo restaba mantener tener un promedio general al final del año de 9.00.
Solo me restaba un examen de “Computación Avanzada”. Solo necesitaba aprobar con 7.83, y el promedio general de todo el año sería de 9.00.
No parecía imposible, ni difícil, me había preparado con un compañero que dominaba la materia a la perfección, y no paré de practicar todos los ejercicios que pude. Me sentía segura.
Era Miércoles 30 de Noviembre, por la tarde. En menos de 50 minutos, había terminado el examen. Y salí del aula a esperar los resultados.
El profesor mientras iba corrigiendo los exámenes, nos iba llamando para informarnos de la calificación y si habíamos aprobado o no.
Fue llamando a mis compañeros uno por uno, algunos todavía, estaban rindiendo, la mayoría había aprobado, algunos ya dejaban atrás la secundaria para siempre y otros tendrían que rendir a mediados de diciembre un examen final para ver si la promocionaban la materia.
Ya no quedaban alumnos rindiendo, habíamos quedado 3, esperando los resultados. Me había llamado la atención que fui la segunda en terminar en rendir, y me había dejado para el final. Era raro, pero sacando los nervios normales, no estaba preocupada.
Terminó de llamar a mis 2 compañeros que quedaban, estaba sola esperando en el pasillo.
Finalmente me llamó. Apenas entre lo vi mirando fijamente mi examen.
Te cuento Melanie, no te fue mal, pero no te alcanzó para el promedio general que necesitabas. La directora me pidió revise especialmente tu examen, que necesitabas aprobar con mas de 8.00 puntos, lo revise tres veces el examen, pero solo sacaste 7.19. Se que no te alcanza y que vas a perder la beca, por esta calificación. Me dijo, Alfredo, mi profesor.
Mi mundo se vino abajo, empecé a llorar desconsoladamente, pensaba en todo el sacrificio que había hecho, en mis padres, en la oportunidad que se había desperdiciado. Solo sentía angustia y desesperación.
Alfredo se acercó y me abrazó. Traté de parar de llorar, pero no pude.
Pasaron un par de minuto y mi profesor me pidió que me siente.
Estoy pensando que podemos hacer. Hagamos esto, anotate esta dirección y venite mañana a las 18:15 hs. A ver si podemos recuperar el examen.
Escuchar esas palabras, cambió mi mundo. Salté de la alegría y lo abrace, y no paraba de agradecerle.
Lo que te pido, es que no le digas a nadie de esto, inventate algo con tu familia y compañeros, que puedo perder el trabajo por ayudarte. Anota bien la dirección. Me dijo.
Si, gracias, no voy a fallar esta vez. Anoté en el celular la dirección. Lo saludé con un beso en la mejilla. Y salí corriendo a mi casa. Quería estar lo antes posible para estudiar todo devuelta, no podía volver a equivocarme.
Esa noche, estudie hasta perder el conocimiento. Me levanté al día siguiente, y seguí estudiando. Ni paré para almorzar.
Salí de mi casa a las 17 hs, y llegué a la dirección que me había dado mi profesor. Era la puerta de una casa, me llamó la atención, no había pensado realmente donde me había citado, pero pensé que sería otra escuela en la que trabajaba.
Toque timbre, y a los 2 minutos, salió mi profesor. Me saludó y me pidió que entre. Era una casa antigua, con un patio amplio, estaba lleno de plantas, algo descuidado. Y había cuatro puertas alrededor del patio, una pude ver que era el baño, las otras puertas estaban cerradas. Fuimos a la que estaba a la derecha, y había una habitación grande de unos 6 x 5 metros supuse.
Al fondo había un pizarrón grande de color verde, para escribir con tiza, varias bibliotecas, por las otras paredes, y en el medio del cuarto, un escritorio de madera grande, lleno de carpetas y libros.
Me ofreció algo para tomar. Estoy bien, no tengo sed. Le dije.
La verdad que solo quería dar el examen e irme, me tenía incomoda la situación de estar los 2 solos en una casa.
Alfredo se sentó en el escritorio. Me pidió que me acerque al pizarrón. Primero me hizo preguntas fáciles, me pidió que escriba unos códigos de programación, todo venía bien, ya sentía que aprobaba sin problemas. Pero me hizo una pregunta que no pude responder, luego otra, me empecé a preocupar. Ni siquiera recordaba que nos haya dado esos temas para preparar.
Se me quedó mirando fijamente. No te puedo aprobar sino sabes de que te hablo. Te voy a dar la última oportunidad, pero haz lo que te digo, sin peros. Quedo claro? Dijo Alfredo.
Si, esta claro, respondí.
Sacate el pantalón. Me dijo.
Me quedé inmóvil. Traté de procesar esas palabras. Buscando que significara otra cosa. Pero me di cuenta que fui una idiota, que debí suponer de que se trataba.
Fueron solo unos segundos, pero analicé toda la situación. No podía perder esa beca. No me lo iba a perdonar nunca. Y ya estaba ahí, si me negaba, tampoco sabría que me iba a hacer. Desde mi punto de vista, no había mucho que pensar. Haría lo que me pediría el depravado de mi profesor, aprobaría, e iba a dejar todo eso atras de una vez por todas.
Me saqué las zapatillas, y luego me saqué el pantalón de jean que llevaba puesto. Quede de la cintura para abajo con mi tanga blanca y medias azules.
Me pidió que me de vuelta. Dándole la espalda. Se quedó callado unos minutos. Sentía como me miraba por atrás.
Sin darte vuelta, sacate la tanga. Me dijo.
Estuve a punto de pensarlo, pero me dije a mi misma, callate, hace lo que te pide y termina con todo esto.
Me bajé la tanga. Sentí atras de mi, como se baja el cierre del pantalón. No lo vi pero, era obvio que se estaba masturbando, sentía un gemidos leves.
Me pidió que me incline hacia adelante sin doblar las piernas y que toque con mis manos, las puntas de mis pies. En esa posición pude ver al viejo pervertido, como se estaba masturbando, mirando fijo hacia mi, sentado en su silla, no podía ver su miembro, pero si el movimiento de su brazo.
Estuve unos 15 minutos en esa posición. Ya me dolían las piernas, y estaba algo mareada, en esa posición tenía toda la sangre en la cabeza.
Vi como se paró de la silla, y tenía su miembro erecto saliendo por el cierre del pantalón. Era un pene corto pero grueso. Me daba ganas de vomitar de ver a ese pervertido de 60 años.
Alejó la silla del escritorio, a unos 2 metros, tal vez menos. Se sentó nuevamente. Me pidió que me acerque.
Me reincorporé, casi perdí el equilibrio. Sentía mucho calor en la cabeza.
Me quede a un metro de Alfredo.
Vení, me dijo en forma autoritaria. Parada me puse entre sus piernas. Me tomó de la cintura, y con mis piernas entre sus dos piernas me inclinó y me puso sobre su regazo, boca abajo. Con mi cola, entre sus dos piernas, mi cintura quedo sobre su pierna izquierda, apoyé mis manos en el suelo para no perder el equilibrio.
Sin aviso sentí una nalgada muy fuerte, sentí el ruido de golpe seco, y grité, luego vino otra, y otra, y otra, lo hacía con violencia, su mano derecha, estaba castigando violentamente mi cola. Cerré mis ojos, traté de pensar en otra cosa, pero no podía, ese ruido del golpe de su mano contra mis nalgas, era demasiado fuerte y doloroso, me ardían demasiado mis nalgas, apretaba fuertes mis ojos, pero su mano volvía a pegarme, sin parar, traté de controlar mis gritos, al principio solo emitía un gemido ahogado, no quería que sienta que estaba sufriendo, pero luego de unas cuantas nalgadas, ya no pude controlarme, sentía mi piel al rojo vivo, me ardía demasiado, y comencé a llorar desconsoladamente, le suplicaba que pare, pero solo lograba que me pegue mas fuerte, como si mi dolor lo excitase. Sentía la cabeza de su pene, sin penetrarme, contra mis labios vaginales. Sentía tanto asco, y dolor, jamás había odiado alguien. Nunca pensé en odiar tanto a alguien, hasta al punto de desearle que se muera.
Las nalgadas pararon, pero el dolor seguía siendo brutal, pude escuchar como jadeaba Alfredo. Se tomo unos minutos, y volvió a la carga con mas nalgadas, con menos fuerza, pero se sentía igual de doloroso. Apenas me tocaba, me producía dolor, sentía mi piel al rojo vivo.
Finalmente su mano, quedo sobre mis nalgas, comenzó a gemir, pero como de sufrimiento y se vino contra mis labios vaginales. Sentir ese liquido pegajoso en mi vagina, casi produce que vomite, de haber comido, lo hubiese hecho.
Se tomo unos minutos, cada vez jadeaba menos. El dolor seguía pero, era tolerable.
Se levanto sin previo aviso, y me dejo caer al suelo, caí de espalda, cuando mi cola toco el suelo di un grito de dolor, giré inmediatamente para no estar apoyada sobre el suelo, quede en 4 patas, tratando de reincorporarme, mi respiración estaba agitada. Todo movimiento que hacía repercutía en mis nalgas. Cuando me paré lo vi limpiándose su miembro con unas servilletas que saco del cajón de su escritorio.
Sin mirarme me pidió la libreta, caminé lo mas derecha posible, pero no encontraba posición para estar, como me pusiese, me dolía. Busqué mi mochila que la había dejado en el suelo. Muy lentamente saqué la libreta y se la di. Fui a buscar mi ropa mientras mi profesor firmaba la libreta, tomé mi tanga.
Dejala ahí. Ponete el pantalón solamente. Me dijo.
Obedecí, como pude metí mis piernas en el jean, pero al llegar a mis nalgas tuve que parar, el dolor me mataba, no podía seguir subiendo el pantalón, ardía demasiado. La libreta estaba firmada, podía irme, pero era un dolor brutal. Tomé fuerza de no se dónde y subí el jean de golpe, grité muy fuerte y rompí en llanto nuevamente. Me calcé, tomé la libreta. La guardé. Sin mirarme me dijo que estaba abierto y felicitaciones por la beca.
Odié esas palabras de su boca. Por dentro sabía que era un depravado, pero consiente o inconscientemente, sabía que me había prostituido para conseguir esa nota.
Hice pasos ligeros, y salí de la casa. Era hermoso estar fuera de la casa. Tome aire, lo mas que pude y fui caminando a la parada de colectivo. Había asientos libres, pero tuve que ir parada, mi cola no soportaría.
Llegué a casa. Saludé a mi madre, le dije de las buenas noticias. Me abrazó, me dijo que me iba a preparar una comida especial. Fui a mi cuarto. Quería bañarme y limpiarme el cuerpo, y dejar atras esa experiencia. Pero estaba tan agotada, mi cuerpo estaba anestesiado por el dolor que me tiré boca abajo sobre la cama. Y me quedé dormida.
Me despertó mi madre, para avisarme que en 10 minutos estaba lista la cena.
Le dije que me bañaba e iba.
Luego de la ducha, abrí la mochila y quise ver la nota que me había puesto.
Un 10.00 había escrito. Había un papel pequeño de color amarillo dentro de la libreta, escrito a mano que decía:
– “Una buena puta puede conseguir lo que quiera”.