Mi historia como puta y también como sumisa obediente

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Este relato fue escrito por uno de los autores de esta página, ReigDreed, al cual le agradezco muchisimo esta magnifica historia pero que no está terminada, lamentablemente ya pasó mucho tiempo y perdí el contacto con él y mi relato está incompleto, solo existen 2 de las 3 partes originales, así que como agradecimiento publico el relato que me escribió y pedir a quienes lo lean y les guste, me contacten si les interesa ayudarme a acabar mi historia, yo soy pésima para escribir, espero alguien pueda ayudarme.

Deseo sea de su agrado y un saludo a ReigDreed donde quiera que estes. Muchas gracias.

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Aprendiz de sumisa

Mi nombre es peculiar, como lo son mis gustos. Me llamo Yadira, estoy en la universidad, tengo 25 años, con una obsesión en mi cabeza. Ser una puta. Puede parecer sencillo ¿no? Pues créanme que no lo es. Puede que sea, que por mucho que me gustaría serlo, soy algo tímida. Mi cuerpo me pide hacer cosas que mi mente no me deja. Pero eso cambió desde hace unos dos meses.

Me di cuenta de que no podía dejar a un lado mi fantasía, pero que yo sola nunca me atrevería a hacerla realidad. Lo normal es que hubiera buscado un chico, que fuera mi novio y que compartiera esa fantasía. Pero nunca encontraba uno con el que atreverme a dar ese paso. Por lo que una noche, de esas calientes, en la que mi cabeza dijo que tenía que dar el paso, entre en internet y envié un email. No entraré en detalles, pero él me contestó. Y desde entonces soy su sumisa. Obedezco todo lo que él me pide que haga y a cambio, yo aprendo a ser una buena puta y sumisa, aunque ni siquiera le conozca en persona. Él me dio valor para empezar con mi adiestramiento.

Han cambiado muchas cosas en mi vida desde entonces. Ahora ya tengo la reputación de facilona e incluso, mi tan deseada, fama de puta, en mi universidad. Poco a poco me la he ido ganando a pulso, siempre siguiendo las órdenes de mi Amo. Y entre muchas otras cosas, una amiga y compañera, que después pasó a ser mi rival con los hombres, ahora es mi Ama también, asegurándose de que cumpla todas las órdenes de mi Amo. Para mí fue muy duro someterme a ella, pues como os digo, no nos llevamos bien. Ahora ella me tiene siempre a sus pies y pude dar rienda suelta a su venganza contra mí.

Para que podáis imaginarme bien. Soy una mujer normal, linda de cara, con unos ojos preciosos según me dicen. Mido 1.70 y de comprensión normal, con buenas caderas, donde puedan agarrarme para poder clavármela con fuerza. En cambio, mis pechos son más bien pequeños, es lo que menos me gusta de mí. No es que sean minúsculos, pero me encantaría tener dos buenas tetas para que todos me mirasen por la calle, pero bueno, ahora lo hacen. Mi Amo se ha asegurado de que mi manera de vestir cambiara. Superando mi timidez, ahora siempre luzco sensual, por no decir como una zorra. Y si no lo hago, Eli, que así se llama mi Ama, se encargará de “recordarme” mi compromiso con mi Amo y lo soluciona con algún castigo hacia mi persona, generalmente, humillante.

Quizás debiera empezar mi historia desde el principio, pero he decido contaros solo el final. Quién sabe si en un futuro, deba contaros como pase de ser una niña buena con ansias de ser una puta a serlo realmente.

La historia que nos ocupa es sin duda la más importante. Pues hoy es mi examen final para graduarme como puta sumisa. No creo que sea cosa del destino que coincida con mi graduación en la universidad, sino simple capricho de mi Amo. Como os digo, ya he acabado todos los exámenes de mi carrera. Dentro de unos días será la celebración. Pero para mí queda el examen más importante.

Mi Amo me había dicho que tendría que pasar tres pruebas en la universidad. Por lo que fui allí como un día más, aunque no tuviera clase alguna. Lo hice vestida como me ordenó. Un simple vestido veraniego, corto, muy corto. De los que no te puedes agachar sin enseñarlo todo, ni siquiera andar rápido con él. Muy a mi pesar, pues como os dije tengo bastante complejo por mis pequeños pechos. El vestido tenía un gran escote, tanto que dejada ver mi sujetador morado, aunque tampoco se hubiera disimulado, pues la tela era blanca y fina, por lo que pude comprobar que mi tanga a juego se transparentaba en la escasa falda del vestido. Unos zapatos de tacón de vértigo terminaban de darme un look, que, aunque este mal decirlo, era muy sexy, tirando a zorra. Justo lo que yo deseaba ser.

Llegue al campus de la Universidad, atrayendo las miradas de todos los estudiantes que aún tenían que ir por faltarles algún examen. En la puerta estaba Eli, perfecta y hermosa como siempre. Y que, supongo siguiendo las órdenes de mi Amo, lucia resplandeciente con unos leggins de cuero negro que le marcaban absolutamente todo, podía ver claramente sus labios vaginales, así como su tanga. Junto con una blusa escotada de color rosa, bastante transparente por cierto y subida sobre los tacones de unas botas altas. Daba la sensación de comerse el mundo. Ella era la encargada de mi examen, pues yo no sabía en qué consistían las pruebas. Me acerqué a ella y a pesar de que habían por lo menos 5 o 6 estudiantes por allí, me arrodillé en el suelo y le dije:

-Buenos días Ama.

-Buenos días perrita. Vamos al baño que tengo que maquillarte.- me contestó.

La seguí por los pasillos de la universidad hasta uno de los baños. Según entramos extendió por el lavabo todo lo que usaría y empezó maquillarme. Lo hizo de espaldas al espejo, para que yo no viera el resultado, pero por la cantidad de productos que usó, debía lucir como una puta barata. Cuando terminó me ordenó arrodillarme de nuevo y besar sus botas. Lo hice, dejando marcado el pintalabios en ellas y manteniéndome en esa posición me dijo:

-Tu primera prueba, para mí es demasiado suave, pero bueno, el Amo lo quiere así.- lo dijo dando a entender, lo que yo ya sospechaba, que mi Amo también la tenía a ella a sus pies. Me sentía celosa, pero me gustaba saber que aquel hombre pudo con la inquebrantable Eli, como hizo conmigo.

-Debes buscar a tu querida amiga Luciana y dominarla. La llevarás al aula 29, que estará vacía. Yo estaré vigilando, si me parece que no eres lo suficiente dura con ella, se lo contaré al Amo y suspenderás.

-Si Ama, no se preocupe, la dominaré como usted hace conmigo.- le dije.

-No te creas tanto perrita, tú nunca serás como yo. Otra cosa, aparte de humillarla y vejarla, debes darle la virginidad de tu culo. Es una orden expresa de tu Amo, por eso te lo ha mantenido así este tiempo.- me dijo Eli.

Esa era la razón de que nunca me hubiera ordenado hacer nada con mi culito. Él sabía que era virgen por ahí. Tenía ganas ya de probarlo, aunque tengo que reconocer que yo ya había experimentado, no había pasado de hacerlo con mis dedos. Por lo que me daba un poco de miedo y sobretodo no sabía con qué iba a hacerlo.

-Pero Ama Eli, ¿con que debe….- no continué, pues entró una chica al baño.

Al verme allí, de rodillas ante Eli y cómo íbamos ambas vestidas, sin olvidar, como yo debería lucir por el maquillaje. La chica se quedó sorprendida al vernos. Tardó un poco en continuar su camino al baño, pero finalmente lo hizo y mientras ella caminaba esquivándome por estar en medio del paso, Eli me instó a continuar.

-Sigue perra. ¿Qué ibas a preguntarme?

-¿Con que debe desvirgarme el culo?- le dije muerta de vergüenza, pues aquella chica tuvo que escucharlo sí o sí.

-Eso es parte de tu prueba. Tú misma debes conseguir algo con el que hacerlo. Y debe ser de mi gusto, nada de cositas pequeñas como un rotulador. Algo que de verdad te deje el culo abierto y dolorido.- sentencio Eli.

-Si ama, así lo haré, conseguiré algo que sea de su total agrado.- le contesté sumisa, sabiendo que aquella chica me estaría escuchando.

-Pues venga, sal del baño a cuatro patas y corre a cumplir con tu primera prueba.- me ordenó Eli.

Obedeciendo su orden, salí rápidamente del baño a cuatro patas, mientras ella me sujetaba la puerta. En el pasillo había dos chicos, que empezaron a reírse en cuanto me vieron con tal humillante acción. No les miré, me daba mucha vergüenza. Ya en el pasillo me puse de pies y corriendo me alejé de allí. Error. Ese vestido, como había dicho, no era para correr.

-Ese culito blanco.- dijo uno de ellos.

-Por qué no vuelves a cuatro patas y nos lo enseñas bien.- dijo el otro.

-Gracias chicos, pero no puedo. Quizás otro día.- les contesté yo.

No les pude hacer caso, tenía orden de mi Amo de ser simpática y obediente con todos los hombres de la universidad, pero tenía que cumplir algo más importante. Lo primero era conseguir algo con lo que Luci me desvirgara. ¿Pero qué? En este tiempo había reunido un buen arsenal de juguetes eróticos por orden de mi Amo. Pero esta vez, él mismo me pidió que no llevara ninguno a la universidad. Pensé y pensé, pero no se me ocurría ningún objeto con la forma y tamaño adecuado para tal propósito. Que podría usar para que Luci me diera por el culo…… Un pepino!. Algo muy típico en cuanto a consoladores caseros se trataba. Pero estaba en la universidad… la cafetería!. Allí daban comidas para alumnos y profesores, es posible que tuvieran. Pero… como iba a comprar un pepino en la cafetería de la universidad. Pues con mucha vergüenza, pero debía intentarlo.

Me dirigí hacia allí. Había una fila de gente para pedir, supongo que café o algo así, pues por la hora que era, sería lo normal. No un pepino…

Esperé en la fila nerviosa, mientras la gente me miraba y cuchicheaba, supongo que por el maquillaje que Eli había decidido ponerme y mi corto vestido. Eso hizo que me pusiera más nerviosa, tendría que pedirle un pepino a la camarera, con auténtica pinta de putón. Si ya era raro de por sí, aquella mujer seguro que adivinaría que para comer, no era. Llegó mi turno y nerviosa le dije.

-Buenos días. Verás…… necesito un pepino… para un trabajo de una asignatura…- si la excusa era mala, mi voz titubeante no ayudaba.

-¿Para un trabajo? No vendemos pepinos, esto es una cafetería no un mercado.- contestó ella secamente, mirándome de arriba abajo.

-Ya lo sé. Pero lo necesito de verdad. Seguro que tienen para hacer la comida. Yo le pago lo que cueste.- le dije casi rogándole.

-Sí, ya se te ve muy desesperada por un buen pepino. Voy a ver si tienen en la cocina.- me contestó con ironía.

-El más grande que tengan, por favor.- le dije casi chillando antes de que entrase en la cocina.

Ella me miró riéndose. Era muy humillante, pero tenía que asegurarme de que no me diera uno pequeño y Eli no estuviera contenta. Al poco volvió, riéndose aún más. Seguro que lo había estado comentando con sus compañeros de la cocina, burlándose de la zorrita que venía pidiendo un pepino bien grande. Traía dos en la mano, de buen tamaño ambos, sobretodo uno de ellos, que parecía más bien un calabacín que un pepino.

-Este es el más grande, pero me parece demasiado incluso para ti.- me dijo con recochineo.

-Por eso te he traído esté otro. Suficiente para aliviarte.- dijo ella sin poder aguantar la risa.

Yo lo pensé un segundo y le dije:

-Gracias, me llevo los dos.

-¡JAJAJAJA! Que vicio tienes niña, búscate un novio rápido.- dijo ella muerta de la risa.

-¿Qué le debo por ellos?- le dije yo, tremendamente humillada, intentando acabar con aquello pronto.

-Nada, nada, en cocina me han dicho que te los regale. Como es para una urgencia… ¡Jajaja!- .

-Muchas gracias.- le dije cogiendo ambos pepinos con mis manos.

Esta vez no corrí, quise hacerlo pero recordé lo corto de mi vestido. Por lo que tuve que salir despacio, escuchando a aquella mujer como seguía riéndose a carcajadas.

Ya fuera de la cafetería, intente meter los pepinos en mi bolso, pero eran demasiado grandes para que entraran en él. El bolso tampoco es que fuera muy amplio, me lo había comprado por orden de Eli y como ella decía era de putilla de carretera. La verdad que fuera daba esa pinta y si veías lo que había dentro lo confirmabas. Pues solo llevaba mi cartera con mi documentación y algo de dinero, mi móvil y un montón de condones, por lo que pudiera pasar en mi examen. Cogí mi móvil y llame a Luci, para saber dónde estaba y quedar con ella.

-Hola Luci amor. ¿Dónde estás?

-Hola nena, estoy justo entrando en la uni.

-Necesito que vayas al aula 29. Tengo que contarte algo y pedirte tu colaboración.

-Claro, sabes que sí. ¿Qué te pasa, algún problema?

-Ahora te cuento. Espero que lo entiendas y que me ayudes.

-Que si tonta, por ti lo que haga falta, ya lo sabes.

-Date prisa. Besito.

Luciana era mi mejor amiga. Lo sabía todo de mí o casi todo. Y ahora le contaría mi secreto más íntimo. No se me ocurría ninguna otra forma de conseguir poder dominarla. Necesitaba su colaboración. Pero no sabía si ella aceptaría. Si bien es cierto, que entre nosotras ha habido “algo”. Nunca ha pasado de unos cuantos besos o algún toqueteo suave en sus enormes tetas. Pero claro, siempre de fiesta, después de que el alcohol nos desinhibiera. Pero ahora era diferente, en frio y en la universidad. Ya no me parecía tan fácil conseguirlo.

Fui hasta aquella aula, con un pepino en cada mano. Dando el espectáculo con mis pintas por media universidad. Mi mirada siempre en el suelo, para evitar ver las caras de la gente con la que me cruzaba, hasta que por no mirar, choque con algo. No era algo, era alguien, Os (Oscar), un buen amigo, que siempre había intentado conseguir algo conmigo, pero yo nunca había terminado de dejarme.

-¡Yadira, que… guapa vas!- me saludó

-Hola Os, gracias.- le dije nerviosa.

-¿Dónde vas con eso?- me preguntó refiriéndose a los pepinos evidentemente.

-Es para un trabajo.- le dije repitiendo la estúpida excusa.

-¿Un trabajo? Si tú ya has acabado la carrera, dentro de nada serás la arquitecta más guapa de todo México.- me dijo él, adulándome como de costumbre.

-Gracias amor. Es para una muestra de nuevos alumnos. Tengo que enseñarles como encajar formas cilíndricas en sitios difíciles.- le dije, sin llegar a mentirle del todo.

-Ammm. ¿Y puedo ir yo a esa clase?

-No, no. Además tengo prisa. Luego nos vemos.

Le dejé con la palabra en la boca, solo me faltaba que se quisiera apuntar a mi “clase” particular con Luci. Por fin llegué al aula de mi primer examen. Allí estaba Luciana, guapísima como siempre.

Para que sepáis como es mi gran amiga Luci os diré que es una linda chica de mi edad. Simpática y risueña. Aunque le sobra algún kilito, tiene un cuerpo precioso y quizás por ese poco sobrepeso que tiene, posee unos enormes pechos que me tienen loca desde hace años. No es que yo sea lesbiana. Me encantan los hombres, pero he de reconocer que algunas mujeres también me excitan. Y Luciana y sus grandes tetas han sido muchas veces cómplices de mis juegos nocturnos en mi cama. Y ahora, gracias a mi Amo. La tendría a mis órdenes. Si conseguía convencerla claro.

-Hola Luci cariño, que ganas de verte.- la saludé.

-Hola Yadi, que…… bien te ves… – me dijo con algo de duda – me tienes nerviosa ¿qué te pasa?

-Tengo que contarte algo muy importante para mí y necesito que me entiendas y que me ayudes.

-Claro tonta. Lo que este en mis manos hacer, lo haré.- me contestó.

-Gracias amor. Eres la mejor.

-Bueno dime, que eso que tanto te preocupa.- me preguntó intrigada.

-Sabes que llevo un tiempo un poco diferente ¿no?- le dije.

-¿Un poco? Ya te lo he dicho muchas veces, que te estas volviendo una tremenda zorra, mírate como vienes ahorita, pero sabes que yo te quiero igual. Si a ti te gusta no soy quien para juzgarte.- me dijo mi amiga, siempre tan comprensiva.

-Pues ahora te contaré la verdad, podría mentirte con alguna excusa, para que hagas lo que necesito, pero eres mi amiga y no te mereces eso.- le confesé.

-Te lo agradezco Yadi. Ahora dime, que te pasa.

Se lo conté todo. Lo de mi ansia por ser una puta. Como conocí a mi Amo y que todo lo que he estado haciendo ha sido bajo sus órdenes para conseguir mi propósito de ser una puta sumisa. De que hoy era mi examen como puta y que constaba de tres pruebas. Me sinceré del todo y ella pareció entenderme. Era la mejor. Por eso la amo tantísimo.

-Es increíble nena. Muy fuerte. Pero la verdad que es excitante. Yo también he tenido la fantasía de ser una esclava a los caprichos de un hombre. Pero nunca he tenido valor de hacerlo realidad. Te admiro amiga. Eres una valiente.

-Gracias. Muchas gracias por comprenderme. Sabía que tenía que decirte la verdad. Que sería lo mejor para que hicieras lo que necesito.- le dije.

-¿Y que necesitas de mí? No me digas que tu Amo quiere que sea su esclava también.- me dijo ella, yo creo que con la esperanza de que yo respondiera que sí.

-No, él no quiere que seas su sumisa. Él quiere que seas la mía.- le dije soltándolo rápidamente para que no se me fuera el valor que había reunido.

-¡¿Cómo?!- me preguntó desconcertada.

-Sí, amor. Necesito que seas mi esclava ahora mismo y que cumplas mis órdenes. Es la primera prueba de mi Amo. Y no puedo fallar ¿me ayudarás? ¿Por favor?

-Sabes que quiero lo mejor para ti. Pero… no se… eres mi amiga… una mujer… ¿qué tendría que hacer?

-Obedecerme. Simplemente.- le contesté.

-¿Y qué me harías?- me preguntó nerviosa, aunque yo creo que también excitada.

-De todo. Te dominaré, tendremos sexo, te humillaré, más o menos lo que me ha hecho Eli a mí este tiempo.

-¿Eli? ¿La odiosa de Elizabeth?- me preguntó sorprendida.

-Si amor. Es mi Ama y yo soy su esclava. Pero no nos desviemos. ¿Lo harás?- le pregunté.

-Mmm… Sí. Eres mi mejor amiga y necesitas un favor. Además, tengo que reconocer que me has puesto un poco cachonda con todo esto. Ya sabes que a veces, cuando bebemos y nos ponemos cariñosas… siempre he tenido esa fantasía contigo. Ahora puedo hacer realidad dos de mis fantasías. Tengo que ser valiente como tú.

-Gracias Luci, te amo. Ahora, desnúdate.

Ella me miró con duda. Sabía que tendría que hacerlo, pero que fuera tan directa la asustó. Tardó unos segundos, pero sacándose la blusa por la cabeza, me dejo ver aquellos preciosos pechos escondidos en un bonito sujetador blanco. Me miró y me guiño un ojo, en señal de complicidad. No podía aceptar aquello, era mi amiga y la quería. Pero ahora era mi esclava y mi Amo quería que fuese dura con ella. Le di una bofetada en la cara, que sin ser muy fuerte, la dejo desconcertada.

-¿Pe…pe…pero que haces?- me dijo confundida.

-No te equivoques Luciana, eres mi amiga y te quiero como una hermana, pero ahora eres mi esclava, no me mires, la mirada al suelo y llámame Ama Yadira.

Ella me miraba raro, no sabría decir si asustada por haber aceptado aquello o excitada. Bajó su mirada al suelo y me dijo:

-Lo siento Ama Yadira. No volverá a pasar.

-Así me gusta. Ahora fuera el resto de la ropa, quiero ver ese cuerpo llenito que tienes.- le dije, entrando en papel de dominante.

Ella siguió desnudándose. Cuando la tuve en ropa interior pude apreciar que tenía un cuerpo bonito. Tenía barriga pero no era algo desagradable a la vista. Llevaba unas braguitas también blancas, que sin ser muy sexis eran bonitas.

-¿Qué haces con bragas? Las zorras como tú llevan tanga. Date la vuelta.- le ordené.

-Lo siento Ama Yadira. Me siento más cómoda con bragas pero no volveré a ponérmelas si no le gustan.- me dijo ella, tremendamente sumisa para mi sorpresa.

-Ya es tarde, ahora lo arreglo.- le dije.

Con ella de espaldas a mí, dejando su grande y bonito culo a mi vista. Cogí sus bragas por la goma y tire hacia arriba con todas mis fuerzas, haciendo que la tela se la metiera en la rajita de su culo y posiblemente, también en su otra rajita. Ella se quejaba, pero poco, parecía no molestarle demasiado que la tratase así su mejor amiga. Manteniéndola levantada así, le solté un primer azote en sus descubiertas nalgas.

-¡Ayyy!

-No grites. Dime: gracias Ama Yadira y cuéntalos.- le dije, soltándola después otro azote.

-Uno, gracias Ama Yadira.- dijo Luci, para después yo volver a darle otro azote en la otra nalga.

-Dos, gracias Ama Yadira.- repitió ella.

Así estuve hasta que llegué a 10. No me gustaba el dolor, pero debía hacerle de todo para que mi Amo y Eli estuvieran contentos. Tenía el culo rojo por mi mano. La cual a mí me dolía. Por eso Eli usaba su zapatilla de deporte para azotarme a mí. Le desabroché el sujetador y se lo quité, todavía no podía verlas, pero pronto tendría esas amadas tetas a mi disposición.

-Date la vuelta tetona.- le ordené.

Ella obedeció y se dio la vuelta dejándome a la vista sus dos enormes pechos. Eran preciosos, redonditos y grandes. Llevé mis manos a ellos y acaricié por primera vez la piel de esas tetas de ensueño, era muy suave. Las levanté con mi mano y pude notar como pesaban. Eran muy diferentes a las mías, que son mucho más pequeñas. Me divertiría con ellas. Dejé caer sus tetas para ver cómo se movían al estar liberadas. Acaricié sus pezones, que ya estaban duros. Luci estaba excitada, perfecto. Los pincé con mi dedo y se los estiré. Ella dio un pequeño gritito, pero no se quejó. Tiré de ellos hacia arriba, elevando sus tetas que quedaban colgando de sus pezones. Su cara era una mezcla de dolor, vergüenza y yo creo que placer. En esa posición los hice botar, subiendo y bajando de sus pezones. Tenía que dolerle, pues sus pechos pesaban y junto con el movimiento, podía ver como sus pezones se estiraban. Dejé descansar sus tetas a su altura normal, pero sin soltarla. Ella me miró y yo sonriéndola, le pellizqué ambos pezones a la vez. Ella aguantó todo lo que pudo, pero al final tuvo que gritar. Yo me reía en su cara. Mi amiga querida, lloriqueando porque la tenía bien cogida de sus pezoncitos. La solté y como premio de consolación por el dolor que la había hecho pasar, llevé mi boca a sus tetas y suavemente lamí, primero su aureola, haciendo círculos con mi lengua y finalmente sus pezones, que se pusieron aún más duros.

Luci disfrutaba ahora de mis lamidas, para mí, hacer aquello era un sueño hecho realidad. Siempre había soñado con tener esas tetas en mi boca y ahora no podía contenerme. Dejé de lamer para chuparlas como loca. Era como si quisiera mamar de aquellos enormes pechos. Sus pezones se alargaron con mis succiones. A mi amiga parecía que la estaba poniendo bien cachonda y llevó sus manos a mis pequeñas tetas. Aunque a mí me gustaba, no podía dejarla que creyera que podía tocarme a su antojo. La di un pequeño mordisco en su teta.

-¡Aaauuu!- gritó ella.

-Eso te pasa por tocar sin permiso. ¿Pero qué te crees? Que soy tu novia. No zorrita, soy tu dueña y yo decido cuando puedes tocarme.

-Perdón Ama Yadira. Pero me has puesto muy caliente.

-¡Calla zorra y bájate las bragas a las rodillas!- le ordené.

Ella me obedeció, dejando sus bragas blancas en sus rodillas. Yo volví a agarrarla de sus pezones y tirando de ellos, hice que me siguiera dando pasitos ridículos para evitar que sus bragas cayeran de donde yo la había ordenado que debieran estar. La hice andar como diez pasos mientras tiraba de sus pezones, solo por verla humillada. Estaba gozando de mi poder sobre mi amiga. Aunque yo me sintiera sumisa, con ella me gustaba ser la que mandaba. Iba a disfrutar de mi primera prueba. Tirando hacia el suelo de sus pezones hice que se arrodillara a mis pies.

-Bésame los zapatos perrita.- le ordené.

Ella me miró extrañada, pero después de unos segundos, llevó su cara al suelo y besó primero uno y después el otro. Yo me senté sobre una mesa y levanté un poco mis pies.

-Ahora la suela pequeña puta.- le dije.

Ella cogió mi pie con sus manos y con cara de asco le dio un tímido beso. Yo apoyé mi otro zapato en su teta derecha y clavándole, sin hacerla mucho daño, el tacón en ella, le dije:

-Bésalo bien, como si fuera un helado.

-Pero Yadira, están sucios.- me contestó para que me apiadara de ella.

-Ya lo sé, he andado mucho con ellos para este momento. Y que no se te vuelva a olvidar llamarme Ama, puta tetona.- la regañé, mientras apretaba más mi tacón contra su pecho.

Ella tuvo que superar su asco y empezó a lamer la suela de mi zapato con su bonita lengua. Me gustaba verla así. Lamiéndome la suela del zapato, con sus tetas al aire y sus bragas en las rodillas. No me había fijado todavía en su coñito, la muy guarrilla lo llevaba tan depilado como el mío. Otra zorrita que le gusta llevar la rajita como una niña.

-Chupa el tacón, como si fuera la polla de un tío.- le dije.

Esta vez no puso ninguna pega y levantando un poco más mi pie con sus manos, se metió mi tacón de 8 centímetros en su boca. La muy guarra movía la cabeza como si de verdad estuviera haciendo una mamada. Estaba claro que mi amiguita la santita sabia chupar rabos. Cuantas cosas iba a aprender de ella esa mañana.

-Vale zorra. Que no vas a conseguir sacar leche de ese tacón. – le dije para humillarla un poco más.

Ella se detuvo, y sujetándome el pie frente a su cara, me miró esperando una nueva orden.

-Descálzame y dame un masaje en los pies que me duelen de andar con estos zapatos.- le ordené.

Ella lo hizo presta. Me quitó ambos zapatos y mientras empezaba a masajear uno, yo con mi otro pie toqueteaba sus pechos, intentando coger con mis deditos sus pezones. La verdad que Luci sabía dar un buen masaje de pies. Levanté mi pie de su pecho, para que lo masajeara y ella misma posó el pie que tenía en sus manos, sobre su teta y se dedicó a masajearme el otro. Me gustó ese detalle, pero no podía dejar de putearla. Por lo que en vez de juguetear con sus tetas como había hecho antes. Me dediqué a darle pequeñas pataditas con mi pie libre, viendo cómo se hundían mis deditos en sus grandes pechos.

Estaba en la gloria. Pero debía continuar con su dominación.

-Bésame los pies mi amada perrita.- le dije.

-Encantada, Ama Yadira.- me dijo con una sonrisa en su cara.

Empezando con el mismo pie que estaba masajeando lo fue besando suavemente. Primero por el empeine y fue bajando dándole besitos cariñosos hasta que llegó a mis dedos. Chupó cada uno con deleite y cuando acabóo con el último empezó a besarme la planta del pie. Yo aproveché para apoyar mi pie en su cara, aplastando su naricilla. Ella no se quejó y siguió besando para luego pasar a lamerlo como había hecho con la suela de mi zapato. Cuando pensé que era suficiente le quité el pie de la cara y le di el otro. Ella repitió exactamente igual su humillante tarea. Aunque parecía no importarle, pues tenía una bonita sonrisa en su cara. Parecía disfrutar con su sumisión hacia mí. Tenía que pasar a mayores.

-¿Ves esos dos pepinos que hay en la mesa, junto a mi bolso?- le pregunté, quitándole el pie de la cara.

-Sí, Ama Yadira.

-Pues ve a cuatro patas y tráemelo como la perra que eres.- le ordené.

Se dio la vuelta sobre sus rodillas y apoyando sus manos en el suelo empezó a gatear con las bragas en las rodillas. Tenía una visión perfecta de aquel culazo que pronto seria mío. Al igual que el mío, terminaría siendo de ella. Llegó hasta la mesa y cogió ambos pepinos. Se dio la vuelta y de rodillas, se quedó mirándome. Entendí que no sabía cómo debía traer aquello si tenía que volver a cuatro patas.

-No me mires así. Te he dicho que como una perra. ¿Cómo traen las perras los juguetes a sus amas?- le dije.

-Con la boca, Ama Yadira.- me contestó.

-Pues venga, hazlo.- le dije.

Ella me miró incrédula. Yo sabía que no podían caberle en la boca ambos pepinos a la vez. Pero quería ver como lo intentaba. Al final se decidió por hacerlo. Se metió el más grande en la boca, el cual le ocupaba entera su pequeña boquita. Era imposible que entrase el otro. Se lo sacó y me dijo:

-Ama Yadira, no me caben los dos a la vez, son muy gordos.

-Te he dicho que te lo metas en la boca, dímelo con él dentro.- le dije, para verla humillada intentando hablar con el pepino en su boca.

Ella me volvió a mirar con cara de pena, pero yo tenía que hacerme la fuerte. No le quedó más remedio que meterse de nuevo el pepino en la boca e intentar repetir aquella frase.

-Ama Aira, no eh abe o do a a ve, on mu odos.- fue lo que salió de su boca llena.

Yo me empecé a reír. Era muy divertido verla de rodillas hablando como una estúpida.

-No te he entendido nada. Repítelo.- le dije.

-Ama adira, no eh abe lo do a vez, on mu godos.- volvió a repetir mi mejor amiga.

-¡Jajajajaja! Pues si no te caben los dos en la boca, tendrás que buscar otro agujero donde metértelo para traérmelo.- le dije yo entre risas.

Me volvió a mirar como si no me entendiera, pero ambas sabíamos a que me refería.

-Vamos zorra, hazlo y podrás elegir en que agujero metértelo. Como tenga que ir yo, te aseguro que te lo meteré en el culo y de golpe.- le dije para atemorizarla.

No le quedó más remedio que llevar el pepino más pequeño, pero de buen tamaño y ponerlo en la entrada de su coñito. Me miró a los ojos, no sé si desafiante o buscando el morbo de saber que estaba haciendo aquello y empezó a empujar aquella gran verdura hacia dentro de su chochito. Su cara cambio, no llevaba ni la mitad pero se notaba que era grande para su coñito.

-Vamos, mételo bien que no quiero que se caiga.-le dije

Ella empezó a hacer un movimiento de mete-saca. Supongo que para que su agujero se acostumbrara a tan gran huésped. Aunque se controlaba de no gemir, estaba claro que aquello la estaba dando placer. Con ese método consiguió meter ¾ partes del pepino dentro de ella. Debió pensar que ya era suficiente para mantenerlo dentro, pues soltándolo, puso sus manos en el suelo y empezó a venir hacia mí.

No llevaba ni la mitad del camino cuando el pepino cayó al suelo, visiblemente manchado con sus flujos.

-Ves como tienes el coño muy dado de sí. Si no fueras tan guarrilla… vamos métetelo otra vez o te lo meteré en el culo.- le dije.

Manteniéndose a cuatro patas, cogió el pepino y empezó a metérselo desde atrás. Esta vez no necesitó mucho tiempo, por lo lubricado que estaba, sus ojitos brillaban de excitación. Con él dentro, volvió a reanudar el camino hacia a mí. Justo cuando llego a mis pies volvió a caérsele al suelo.

-Chocho abierto, no eres capaz de mantenerlo dentro. Tendré que castigarte.- le dije.

Ella me miró y después bajo la cabeza avergonzada por mis palabras. Tampoco podía hablar pues su boca seguía ocupada. La saqué el pepino de la boca y le dije:

-Recoge el pepino del suelo y chúpalo.

-Pero Ama Yadira, está sucio.

-Ha sido por tu culpa. Si no lo hubieras dejado caer solo estaría sucio de tu coño. Hazlo.- le contesté.

Luci cogió el pepino y lo puso frente su cara. Lo miró con asco, pues aparte de haber estado en el suelo, estaba completamente empapado. Obedientemente llevo la verdura a su boca y empezó a chuparlo, de nuevo, como si mamara un pene. Me calcé con mis zapatos y me puse en pie. Le quité el pepino de sus manos y puse uno de los extremos sobre mi coñito.

-Te gusta chupar vergas. ¡Pues chúpamela!- le dije.

No se hizo rogar. Poniendo sus manitas sobre mis muslos, llevó su boca al pepino que yo tenía entre las piernas y empezó a mamarlo con ese movimiento de cabeza que tan bien se le daba. Al moverlo, la punta que yo tenía golpeaba mi sexo, dándome un rico gustito. La cogí del pelo con mi mano y la forcé para que mamara más rápido. Notaba como mi coñito se estaba derritiendo. No pude aguantar más la calentura y metiendo las manos bajo mi corta falda me quité el tanga y lo dejé en el suelo, dejando a la vista de mi amiga mi depilado chochete. Luego coloqué aquel pepino en la entrada de mi coñito y le dije:

-Métemelo con la boca. Dame placer.

Mirándome a los ojos, fue empujando con su boca el pepino hacia dentro de mi coñito. Era verdad que era muy gordo, pues aún con lo mojada que estaba me dolía un poco. Pero yo ya estaba acostumbrada a meterme cosas grandes en él, por lo que empujando con mi cadera ayude a Luciana a que entrase. Cuando tuve más de la mitad dentro y su boca casi pegada a mi empapado sexo, la hice continuar con su movimiento de cabeza, guiada por mi mano en su pelo.

Era maravilloso. Mi amada amiga Luci me estaba follando con un pepino enorme en su boca. Yo estaba empapada. Y de buen seguro que tenía que llegarle mis líquidos a sus labios. Estuve así un buen rato, hasta que noté que estaba a punto de correrme. La hice sacar el pepino de mí. Para luego quitárselo a ella de la boca y le dije:

-Cómeme el chocho amor, que estoy a punto.

No dijo nada. Pero me obedeció. Pasó su lengua por mi rajita, recorriéndola entera, llegando a mi botoncito. Ahí lamió con devoción, haciéndome que temblara de gusto. No aguantaría mucho. Agarré su cabeza y la apreté sobre mí. Ella metió su lengua dentro de mí y empezó a moverla con mucho talento. No podía más y no me contuve. Entre sonoros jadeos me corrí en la boca de mi mejor amiga.

La mantuve allí mientras me recuperaba. Ella siguió lamiendo, esta vez más suave, siendo delicada y dejando mi coñito limpio. Me puse de rodillas junto a ella y la besé. Por primera vez la besé con pasión, jugando con nuestras lenguas. Degustando el sabor de mi coñito.

-Te has portado muy bien. Ahora te devolveré el favor.- le dije.

Cogí el pepino que había estado en mi coño y se lo metí en la boca de nuevo, pero esta vez por el lado que había estado dentro de mí.

-Date la vuelta y pon el culo en pompa.- le ordené.

Ella lo hizo, dejando su cara pegada al suelo con el pepino saliendo de su boca. Ahora tenía ese precioso culito junto con su mojadito coño para mí. Pasé mis dedos por sus nalgas hasta llegar a su raja, lo deslicé por ella, pasando mi dedo de largo por su agujerito trasero, para llegar a su coñito. Estaba empapado, casi entra mi dedo sin querer de lo lubricado que estaba. Pero no era mi dedo lo que yo quería meterle. Apoyando mis manos en sus nalgas, llevé mi cara entre ellas, para pasar mi lengua por su delicioso chochito de niña. Era mi primera vez, aunque lo había deseado tantas veces que para mí no parecía nuevo. Después de un par de lamidas de reconocimiento. Metí más mi cara entre sus nalgas, dejando mi nariz justo en su culo y empecé a lamer aquel coñito con ansias. Me encantaba. Era delicioso. Si ya sabía que las mujeres me atraían sexualmente, ahora lo estaba confirmando. Se lo comí con devoción, mientras ella jadeaba ahogadamente por tener el pepino en la boca. Si seguía así, no tardaría en correrse en mi boca como yo había hecho con ella. Pero era mi esclava, no podía ponérselo tan fácil.

La dejé al borde del orgasmo. Pasando mi lengua de su coñito a su otro agujerito. Sé que una Ama no debe lamer el culo de su sumisa, pero lo necesitaba para lo que iba a hacer. Además, solo soy un Ama de paso, no podía resistirme a la tentación de probar lo que se siente comiéndole el culo a una mujer y menos si esa mujer, era mi deseada amiga Luciana. Metí mi lengua muy adentro y ella empezó a jadear. Me encantaba esa sensación de estar dándole placer lamiendo su ojete. Me sentía humillada pero me encantaba. Me imaginé haciéndoselo a mi Ama Eli. Me puse a mil. Lamí ese culo como si fuera mi comida favorita mientras mi amiga se retorcía de placer. Llevé el pepino enorme a mi coñito, y empecé a jugar con él mientras seguía comiendo ese culito. Me costó bastante pero conseguí metermelo, al menos un poco. Empecé a masturbarme con él. Ahora éramos las dos las que gemíamos de placer, ella con su cara en el suelo y yo con la mía en su culo. Tuve convencerme a mí misma para parar.

Me saqué el pepino del coño y se lo cambié por el que tenía en su boca.

-Saborea este.- le dije.

Le metí el otro pepino en el coño, nuevamente, que se lo tragó sin mucho esfuerzo. Pero no era allí donde yo quería que acabase ese pene vegetal. Solo lo hice para lubricarlo más. Se lo saqué, para su desilusión y lo llevé a la entrada de su culo. Ella al notarlo dio un sobresalto y separo su culo.

-No por favor, Yadira. Soy virgen por ahí.- me dijo suplicante.

-Pues esta mañana dejarás de serlo amor y no olvides que soy tu Ama- le dije.

Ambas íbamos a perder la virginidad de nuestros traseros juntas. Y lo haríamos, no con una buena polla, como debería ser. Sino con unas tristes verduras, que de bien seguro nos dejarían doloridas durante días. Me compadecí y esperando que luego ella lo hiciera de mí, metí un dedo en su culo para dilatarlo. No se quejó, pero seguía apartando el culo de mí, aunque no podía escapar. Ya tenía casi todo mi dedo dentro cuando empecé a movérselo. Eso debió gustarle, pues dejo de apartarse y volvió a poner su culo bien en pompa hacia mí. Seguí un rato follándole el culo con mi dedo hasta que escuché como empezaba a jadear tímidamente. Era el momento de meterle otro y dejarlo preparado para su verdadero inquilino. Así lo hice y esta vez ella misma empujó con su culo, cuando notó la yema de mi segundo dedo en su entrada. Dejé que fuera ella la que se lo metiera. Con ambos dedos dentro, volví a masturbarla analmente. Tenía a mi amiga Luci a cuatro patas, ensartada por mis dedos, mientras jadeaba, ya sin cortarse a la vez que seguía mamando el pepino. Era divertido, pero tenía que seguir. Saqué mis dedos de su culito y volví a apuntar con el pepino aquel agujerito que se veía más preparado para recibirlo.

Empujé un poco y con algo de esfuerzo conseguí que entrase la punta. Lo mantuve allí, para que su cuerpo fuera asimilando lo que tendría que soportar. Volví a la carga y lo metí un poco más. No llevaba ni la mitad, pero ella daba claros síntomas de que la dolía.

-¿Te duele zorrita?

-Un poco, Ama Yadira. Pero lo aguantaré.- me contestó ella, sacando por un segundo el pepino de su boca.

-Así me gusta mi amor, se fuerte y deja que te folle el culo, luego tendrás tu recompensa.- le dije.

Sin meterlo más, empecé a moverlo suavemente, intentando darle placer, para que comprobase que al final aquello le gustaría. No dijo nada, pero empezó a chupar el otro pepino con ansia, como si sintiera que la estaban follando el culo y a la vez estuviera chupando una polla. Verla así de entregada me animó y aceleré mis movimientos. Literalmente, estaba follando el culo de mi amiga con aquella verdura. Pero aún no había entrado del todo. Dejé de moverlo y puse la palma de mi mano en el extremo del pepino que sobresalía de su culo.

-Quiero que tú misma te lo acabes de meter entero solita. Yo solo mantendré mi mano donde está y tú empujarás con tu culo. Contaré hasta 10 y cuando termine, te meteré lo que falte de un golpe.- le dije a modo de ultimátum.

-No, no por favor. Dame más tiempo, duele mucho.- me dijo ella.

-No hay más tiempo. Ahora no somos amigas, eres mi esclava y yo tu Ama.- le dije.

-Por favor Ama Yadira, me vas a romper.- suplicó Luci.

-Uno.- Empecé a contar.

Ella entendió que de nada serviría suplicarme y empezó a empujar con su culo. Pero apenas entraba un poco y aflojaba, volviendo a salirse casi todo lo que había entrado.

-Dos.

-Tres.

-Cuatro.

Llevaría algo más de la mitad de aquel pepino, que sin ser tan exageradamente grande como el que tenía en su boca, era de un tamaño que sin duda era difícil de igualar con un pene.

-Cinco.

-Seis.

Se empezó a poner nerviosa. Ahora apenas adelantaba nada en su carrera por meterse aquello en el culo.

-Siete.

-Espera, por favor, dame más tiempo.- suplicó ella.

-Ocho.

-Nueve.

-¡¡Yadira!! ¡Por favooooooor!

-Diez.

Como la había advertido. Empujé con la palma de mi mano el pepino. Incrustándola casi la mitad que aún la faltaba por entrar, de golpe en su pobre culito.

-¡YadiraaaAAAAAhhhh!!!!- gritó ella.

Dejé mi mano, ahora directamente apoyada entre sus nalgas pues de su culo solo asomaba una pequeña parte que quedaba escondida entre sus preciosos y grandes cachetes. Ella gimoteaba, hasta me pareció ver una lágrima cayendo por su mejilla. Retiré un poco mi mano, asustada. Pensé que podría haberla hecho más daño de lo que yo quería. Pero por suerte en su culo no había rastro de heridas. Aunque de bien seguro que cuando saliera de esa aula lo haría andando con paso estúpido. Al igual que me pasaría a mí.

La dejé un poco que se recuperara de tal salvaje violación. Para mimarla un poco, llevé mi cara de nuevo a su culo y le pase la lengua alrededor del pepino, refrescando aquella zona tan dolorida.

-Gracias Ama Yadira.- me dijo ella.

Me sentí muy halagada. Acababa de meterle sin compasión aquello y lejos de estar enfadada, me agradecía que tuviera ese detalle con ella. Sin duda era mi Luciana.

-Túmbate bocarriba en el suelo.-le ordené.

Se movió despacio y dolorosamente, por los gestos de su cara. El pepino se deslizo un poco, saliendo unos centímetros. Pero no lo suficiente como para escaparse, yo me había ocupado de dejarlo bien dentro. Se colocó como le ordené y separándole las piernas me puse a cuatro patas sobre ella.

-¿Te gusta?- le dije con mi cara a unos centímetros de la suya y nuestros pechos casi rozándose.

-Sí, nunca pensé que haría algo así y menos con una mujer. Pero me encanta. Gracias Yadira.- me contestó.

Me gustó su respuesta. Tenía miedo de haberme pasado con mi amiga y que ello cambiara nuestra relación. Pensándolo bien, cambiaría, pero creo que a mejor. La besé. Y ella me correspondió. Me encantaba como besaba. Ya lo había hecho antes con otras mujeres, por orden de mi Amo, pero ahora era con mi mejor amiga. El morbo era máximo. Llevé mis manos a sus increíbles pechos y los magree a mi antojo. Ella en cambio me agarro del culo, tirándome hacia ella. Acabe tumbada encima de ella. Con nuestras tetas juntas y nuestros sexos rozándose. No pude evitarlo y empecé a frotarme contra ella. Notaba como tenia de empapado su coñito y de bien seguro ella tenía que notar el mío. Cogí el pepino gigante que había quedado en el suelo, junto a su cara y lo llevé entre nuestros sexos. Con él entre nuestras rajitas, empezamos las dos a movernos, frotándonos contra la verdura. No sabría decir quien de las dos se corrió antes, pues ambas gemíamos como perras. Acabamos las dos derribadas, una encima de la otra, besándonos suavemente.

-No hemos acabado.- le dije.

-Hazme lo que quieras.- me contestó.

Volví a llevar mi mano al pepino que teníamos entre nuestras piernas y esta vez puse una punta en la entrada de su coño y la otra en la mía. En forma de tijera, en la posición más típica del sexo lésbico, fui empujando con mi cadera, notando como aquello entraba a la vez, tanto en mí, como en ella. No sé quién de las dos tenía más verdura en su interior. Pero con el tamaño del pepino, yo me sentía completamente llena y aun había mucho verde separando nuestros coños. Era el momento. El momento de follármela de verdad. Como si fuera un hombre, armada con aquella verdura que salía de mi coño para entrar en el suyo. Empecé a moverme, bombeando suavemente. Ella cerró los ojos, le gustaba aquello.

Me puse de rodillas sobre el suelo, así podía verla bien. Ver como sus enormes tetas se balanceaban con mis embestidas. Luci me agarró del culo, siguiendo con sus manos el ritmo que yo marcaba. Me cogió las nalgas y me las separó, notando yo el airecito en tan íntimo agujerito. Eso me hizo recordar que pronto seria ella la que me desvirgaría a mí. Noté como intentaba llevar sus dedos a él, pero no podía dejarla. Quería que cuando le tocase hacerlo, se lo encontrara completamente cerradito, para que fuera ella la que decidiera como y cuanto debía dolerme.

Ella llevó sus manos, esta vez, a mis pequeños pechos, sacándolos del todo de mi vestido y del sujetador, masajeándolos. Yo la imité, pero a diferencia de ella, yo tenía más con lo que poder jugar. Apreté sus enormes tetas fuertemente. Era increíble lo duras que estaban para ser tan grandes. Cogí sus pezones y se los pellizque. Ella hizo lo mismo con los míos. Era una lucha entre nosotras ¿Quién soltaría antes a la otra? Aquello me puso más cachonda todavía y creo que a Luci también, seguí apretándole con fuerza sus pezones y noté como me llegaba otro orgasmo. Esta vez estoy segura que yo me corrí primero, pero ella al notar mis convulsiones sobre aquel pepino, no pudo aguantarse y retorciéndome aún más mis pequeños pezoncitos, se corrió.

Nos quedamos nuevamente agotadas, una encima de la otra. No podíamos ni besarnos, solo nuestras manos acariciaban suavemente el cuerpo de la otra. Estuvimos así un rato, hasta que le dije:

-Te has portado muy bien Luci.

-Gracias, Ama Yadira.- me contestó.

-Ya hemos terminado, ya no soy tu Ama. Pero ahora eres tú la que tienes que hacer algo conmigo. Y quiero que lo hagas bien y seas dura conmigo, puedes vengarte de lo te acabo de hacer.

-¿Y qué tengo que hacer?- me preguntó con curiosidad.

-Tienes que desvirgarme el culo, al igual que yo he hecho con el tuyo.- le dije.

-¡Jajaja! Encantada amor.- me dijo.

-Gracias Luci. Y asegúrate de que lo recuerde durante días.- le dije, volviendo a mi papel natural de sumisa.

-No te preocupes Yadira. No podrás sentarte en un tiempo.- me avisó ella.

No sé por qué. Pero su amenaza me hizo sentir un escalofrió directo a mis pezones. Me levanté del suelo y ella hizo lo mismo, dejando el pepino enorme tirado y completamente empapado de nuestros flujos.

-Bueno Yadira, tú dirás, o me sacas esto del culo o tendré que meterte aquel.- dijo Luci, enseñándome su culazo taponado aún por el pepino.

-Prefiero sacártelo, aunque te queda muy bonito ahí dentro. Pero el grande no me va a caber y una cosa es que me duela y otra romperme en dos.- le dije bromeando con mi amiga de siempre.

-Pues venga, tú lo has metido, tú lo sacas.- me dijo agachándose y dejándome su culo en pompa.

-Encantada.- le contesté.

Llevé mis manos a sus nalgas y se las abrí. Su tapón verde salió un poco más al liberarlo de la presión que ejercía sus hermosos glúteos. Cogí la parte que ya tenía por fuera con una mano pero ella me dijo:

-No, no, nena. Con la mano no. Con la boquita. Me lo debes por el daño que me has hecho al meterlo.- me dijo Luciana.

-Eres una zorrita. Aprendes muy rápido.- le contesté.

-Eso es porque he aprendido de la mayor puta de la universidad.- me contestó.

Halagada por aquel insulto, me arrodillé delante de su culo y volviendo a separar sus nalgas lleve mi boca al pepino. Intente tirar succionando, pero no conseguí apenas moverlo de donde estaba.

-Vamos perrita, saca tu juguete.- me dijo Luci.

Volví a intentarlo, pero nada. La muy guarra estaba apretando su ano para que yo no pudiera sacarlo. Clavé mis dientes en aquel falo verde y ahora sí, fui sacando el pepino venciendo la presión que ella hacía con su culo.

-¡Aahhh!- gemía ella al notar como salía.

Cuando por fin saqué del todo aquello, comprobé como su, antes pequeño agujerito, ahora estaba completamente abierto. Ella se incorporó y se dio la vuelta, mientras yo me quedé arrodillada con aquello en mi boca.

-Me duele horrores mi pobre culito.- dijo ella llevándose la mano atrás.

-Ormal, o enes mu aieto.- intente decir con mi boca llena.

-¡Jajaja! Así de estúpida sonaba yo ¿verdad?- me preguntó.

-¡iii!- atiné a contestar.

-¡Jajaja! Trae anda, que ahora va a ocupar otro culo esta afortunada hortaliza.- me dijo ella, cogiendo el pepino de mi boca.

-Ponte contra esa mesa, con ese culito lindo hacia mí.- me ordenó, la que hasta hace un momento fue mi esclava.

Ande de rodillas hasta la mesa, para aumentar mi humillación. Ahora que ya no tenía que dominarla, quería que mi amiga supiera lo buena sumisa que era. Me puse de pie y pegué mi pecho y mi cara en la madera de la mesa. Levanté mi corta falda, llevé mis manos a mi culo, y me lo abrí para mi amiga.

-Todo tuyo Luci, hazlo como tú quieras. Me lo merezco por haberte metido en todo esto.

Se acercó a mí y pasando mi futuro invitado por entre mis nalgas me dijo:

-Debería metértelo de golpe. Como tú me has hecho.- me dijo.

-Pero yo primero te metí los deditos, además te chupé el culo para ensalivarlo bien.- le dije, buscando un poco de piedad.

-Es verdad. Se me olvidaba que me has comido el culo, pues entonces te daré a elegir. O te dilato el ojete con mis dedos o te lo lubrico con mi lengua. Tú decides.

No sabía que decidir. Sabía por mi experiencia que con sus dedos conseguiría dilatarme mucho más que si usaba su lengua, por mucho que me lubricase. Pero sentir lo que sería que me comiera el culo mi amiga Luciana…

-¡Cómeme el culo Luci!- le dije, sabiendo que después me arrepentiría.

-Como tú quieras. Luego no llores como una niña de papá.- me dijo, mientras notaba como se agachaba al rozarse sus grandes pechos contra mi culo en pompa.

No tardó en llevar su lengua a mi agujerito más privado. Nunca nadie me había hecho eso. Y tenía que ser mi mejor amiga quien lo hiciera por primera vez. Disfruté mucho sintiendo su húmeda lengua recorriendo todo mi culo y más aún cuando luchaba por entrar en mi hoyito. Estuvo un buen rato lamiéndome. Y por el sonido, debía tener toda la zona llena de su saliva. Pero lo bueno se acaba y cuando noté que se separaba de mí y sus pechos volvían a rozarse por mi culo al levantarse. Me empecé a poner nerviosa.

-Ya has disfrutado de mi lado bueno, ahora te toca del no tan bueno.- me dijo ella.

Puso el pepino en mi entrada trasera. Todo lo que se hubiera abierto se cerró de golpe al sentir aquello tan cerca. Colocó su otra mano bajo mi vientre, de manera que no pudiera escaparme de lo que me esperaba.

-¿Lista?- me preguntó.

-No. Pero adelante.- le dije yo nerviosa.

Ella empezó a empujar. Ya dolía y no había entrado nada. Pero Luci no se detuvo, empujando el pepino a la vez que hacia fuerza con su otra mano que tenía apoyada en mí, fue metiéndome aquello, mientras mi ano se iba abriendo a su paso. Me dolía mucho, muchísimo. Pero sabía que yo misma me lo había buscado. Podría haber perdido la virginidad de mi trasero con un hombre, que lo hubiera hecho con cariño, pero no. Yo era una puta. Y como tal, tenía que darme por el culo mi mejor amiga con un enorme y duro pepino. Ella seguía, no paró ni un segundo en su lenta penetración. Empecé a sudar, notando como caían gotas de mí frente a la mesa y como mis pechos dejaban marcas húmedas en la madera. Debía llevar más de la mitad dentro cuando Luci empezó a follarme con él. Al principio me dolía. Mucho la verdad, pero poco a poco fue gustándome hasta que empecé a jadear.

-Bueno, ¿ahora que toca? ¿de golpe? ¿Cómo has hecho conmigo?- me preguntó.

-Lo que tú quieras Luciana. Soy tuya, rómpeme si quieres.- le dije, sacando mi lado sumiso del todo.

-No eres de ella, eres mía, puta. No lo olvides.- ¡Otra voz que no era la de Luci, era Eli!

Levanté mi cabeza y la vi. Mirándonos desde la puerta, como mi amiga, completamente desnuda, me sodomizaba con aquel pepino. Luci se quedó parada, dejando de follarme con aquello.

-¡Ama! Lo siento. Estoy cumpliendo con mi examen.- le dije.

-Ya lo veo. Pero yo decido si te lo mete de golpe o no, ni ella ni tú. Y quiero que sea de golpe y bien fuerte. Quiero escucharte gritar de manos de tu amiga querida.- dictaminó Eli.

-SI Ama, como diga.- le contesté.

Lliana no se movía, se había quedado de piedra al verse sorprendida de esa forma por Eli.

-Vamos Luci, obedécela.- le dije casi susurrando.

-Pero te va a doler mucho.- me dijo ella igual.

-Lo sé, pero hazlo, rómpeme el culo Luci.

Ella puso su mano como yo había hecho antes con ella, con la palma de la mano en el extremo y empujó de golpe.

-¡¡¡¡¡AAAAAAAAHHHHHHH!!!!!- mi grito debió escucharse en toda la universidad.

-Lo siento, lo siento, perdóname.- decía mi amiga.

Yo no pude evitar llorar. Me dolía mucho, pero estaba feliz. Al menos habían sido las manos de Luciana y no las de la zorra de Eli las que me habían desvirgado mi culo.

-No te preocupes cariño y gracias- le dije a mi amiga.

-Venga dejaros de lagrimitas y sentimentalismo. Aún os queda algo que hacer.- dijo Eli.

No sabía que más quería que hiciéramos, pero tenía que obedecer.

-Ponte a cuatro patas en el suelo, gatita.- me dijo mi Ama.

La obedecí, aunque con aquello en el culo apenas podía moverme. Mis movimientos eran lentos y torpes, notaba mi culo palpitando del dolor. Al agacharme, parte del pepino se deslizo de mi culo, intenté mantenerlo apretando el culo, pero el dolor fue mucho mayor. No quería que Eli se enfadara por no poder mantener mi culo cerrado, por lo que superando el dolor, apreté mi culo y también mis dientes para no gritar. Conseguí ponerme a cuatro patas como mi Ama quería.

-Luciana, ven aquí. Quiero que veas bien a tu amiguita.- le ordenó.

Ella, para mi sorpresa, se puso a cuatro patas y fue junto a ella, con sus tetas balanceándose, hasta que se colocó justo a mi espalda. Eli cogió el pepino más grande y lo puso en la entrada de mi coño.

– ¿Cómo quieres que se lo meta, despacio o fuerte?- le preguntó a Luci.

-Despacio. Me da lástima, está muy adolorida ya.- contestó ella.

– ¿Te compadeces de la misma zorra que te ha metido eso en el culo haciéndote gritar? Pues tú misma.- dijo Eli.

Empujó el pepino, sin demasiado cuidado, pero suavemente, dentro de mí. No entró entero, claro. Pero lo suficiente para hacer tope con mi otro ocupante. Si antes me sentía llena ahora no podría explicar lo que sentía. Podía notar ambas hortalizas casi rozándose en mi interior. No podía moverme de lo llena que estaba. De mi frente caían goterones de sudor del esfuerzo que estaba sufriendo mi cuerpo.

– Si tanto quieres a esta gatita en celo, correrás su misma suerte. Date la vuelta, con tu culo frente al suyo.- ordenó Eli a mi amiga.

Ella volvió a obedecerla, no sé qué la pasaba por la cabeza. Que es lo que la hacía obedecer a aquella mujer a la que no tenía ningún aprecio. Pero lo hizo, girando sobre sus rodillas se puso en cuatro tocando su culo el mío. Se tenía que estar clavando ambos pepinos que salían de mí. Girando ligeramente mi cabeza, vi como Eli guiaba los pepinos hacia sus agujeros.

– Empuja tetona, métete lo mismo que tiene tu amiga a la que tanto quieres.- dijo Eli a Luciana.

– Noté presión sobre mis agujeros, señal de que estaba obedeciendo sus órdenes. Cuando la escuché jadear, supe que ella, como yo, estaba siendo doblemente penetrada por aquellos consoladores verdes.

– Ahora las dos estáis ensartadas. Como dos perras enganchadas por vuestros coños y vuestros culos. ¡Vamos! Empezar a moveros, quiero ver como os folláis la una a la otra, como dos animales.

Era muy humillante esa situación. Completamente llena por mis dos agujeros, encima con mi amiga, justo detrás de mí, en igualdad de condiciones por mi culpa. Si a mí me dolía todo, ella no podía estar mucho mejor. Pero tenía que obedecer. Empecé a balancear mi culo, notando como entraba y salían de mí y supongo que a Luci le pasaría lo mismo con mis movimientos. Ella me siguió y también empezó a balancearse, metiéndome más en mis agujeros nuestros intrusos. Aquello me empezó a gustar. Seguí con el balanceo y ella me imitó. Como quería Eli, nos estábamos follando la una a la otra. A cuatro patas, como animales. Y me encantaba. Empecé a gemir y Luciana, que parecía estar esperándome, lo hizo también.

– Miraos, la gatita en celo y la vaca lechera follándose juntas. Dais pena.- dijo Eli.

Sus palabras, lejos de ofenderme me excitaban más aún. Y por los jadeos y el aumento de ritmo de Luci, a ella también. Estábamos desatadas. Movíamos nuestros culos como si bailáramos reggaetón, buscando darnos placer la una a la otra. Me dolía, sí. Pero me daba igual. Quería correrme, hacerlo con mi amiga. Mientras nos follábamos ambos agujeros a la vez.

-Quiero ver como desaparecen esos pepinos dentro de vosotras. ¡Vamos, pegar esos culos!- nos ordenó Eli.

Lo que Eli quería era imposible. Pero lo hicimos, dejamos nuestro baile y nos centramos en juntarnos. Llevé mis piernas hacia atrás para poder coger impulso y vi como Luci hacia lo mismo. Como si hubiéramos contado hasta tres mentalmente las dos, empujamos nuestros culos a la vez. Sintiendo como entraban todavía más aquellos pepinos del demonio. Me acordé de la zorra de la cafetería, como se reiría ahora si nos viera.

Mi culo casi rozaba el suyo. Eso sólo podía significar que ya casi estaban completamente dentro. Me dolía mucho, pero también me gustaba. Volví a balancear mi culo, con cuidado de que no saliera nada de lo que habíamos conseguido. Empecé a notar más placer, por lo que seguro que Luci le pasaría lo mismo. Era el momento.

– Luci, mi amor. Ya nos falta poco. Un empujón más y los tendremos dentro del todo.- le dije a mi amiga animándola.

– Lo sé, Yadi. Pero me duele mucho. Sobretodo el culo.- me contestó.

– A mí también, piensa que así nos acordaremos de esto cada vez que nos sentemos. Venga, se una buena putita como yo y clávate junto a mí estos pepinos.

– Tú sí que eres una puta Yadira y por tu culpa yo también lo estoy siendo. Cuando tú digas lo haré. – me contestó Luci.

– A la de tres.- dije yo.

-Uno.

-Dos.

-Tres.

-¡¡¡Aaaaaaagggg!!!- gritamos las dos.

Lo conseguimos. Nuestros culos estaban completamente pegados. Mis ojos lloraban, pero estaba contenta con haberlo conseguido.

– ¿Estás bien Luciana?

-Sí… creo que sí. Me duele, pero me gusta.

Eli se puso enfrente de mí, mirándome con toda la superioridad que le daba tenerme medio desnuda y enganchada a mi amiga por ambos orificios. Puso su bota en mi cara y empujó, haciendo que me pegara más aún a mi amiga.

-Chúpame el tacón gatita.- me ordenó.

Con su bota apoyada en mi frente, metí el tacón en mi boca y como antes había hecho Luci conmigo, chupe su sucio tacón con devoción. Estuvo un rato así. Riéndose de nosotras mientras yo le chupaba el tacón y nuestros culos se movían rítmicamente, todo lo que podíamos sin dejar salir ni un centímetro de lo que teníamos dentro.

-Bien, esta prueba ha acabado.- dijo Eli sacando el tacón de mi boca.

Recogió mis zapatos y abriendo la puerta del aula los tiró fuera. Dejando la puerta abierta, cualquiera que pasara nos podría ver en tan humillante situación, cogió mi tanga que estaba en el suelo y me lo puso al cuello. Tirando de él, me fue “desenganchando” de mi amiga, haciendo que salieran de mí mis ocupantes.

Como si fuera una perra, me llevó tirando del tanga, a cuatro patas hacia la puerta, mire a Luci por un segundo y seguía en la misma posición, con los pepinos casi fuera, pero aun colgando de ella.

-No te muevas hasta que salgan por si solos, después podrás vestirte. Pero no te vayas muy lejos. Quizás te guste ver cómo acabará la mañana.- le dijo Eli a mi amiga.

Me sacó al pasillo. Aún con mi dolorido culo a la vista y mis pequeñas tetas colgando.

-Vamos, vístete bien y ponte los zapatos. Esta prueba la has aprobado. Vamos a por tu segunda prueba. – me dijo mi Ama.

Coloqué mi falda, tapando lo que tapaba, pues el tanga lo dejé en mi cuello. Guardé mis tetas en el sujetador y me coloqué el vestido. Me puse los zapatos y miré por la puerta del aula, que seguía abierta de par en par. Allí seguía mi amiga, a cuatro patas y completamente desnuda. Con su culo y su coño todavía rellenos por las hortalizas. Eli tiró del tanga y yo la seguí tras sus pasos. Dejando allí a mí amiga, a la vista de cualquiera que pasará.

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