Mi vecino me muestra un mundo completamente desconocido para mi

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Me desperté una mañana fría de invierno muy temprano para ir a la universidad. Como todas las mañanas me estiraba en la cama y veía como se había formado una montaña en mis sabanas, producto de una tremenda erección. Mi polla siempre me saludaba de esa manera, pero hoy la notaba aún más hinchada producto del sueño erótico que había tenido esa misma noche. Me levanté buscando a tientas las zapatillas de andar por casa y me dirigí al baño. Cuando le di al interruptor mis ojos se cegaron unos segundos por el cambio de luz hasta que se adaptaron. En mi baño tenemos un espejo apoyado contra la pared en la que me puedo ver el cuerpo entero. Desde los 18 años, cada mañana me ponía enfrente de ese espejo y empezaba a desnudarme como si me estuviera haciendo un striptease a mí mismo. Me excitaba ver mi cuerpo desnudándose poco a poco como si lo hiciera para otra persona. Primero me quitaba los calcetines que solía llevar a causa del frio. A continuación, me quitaba la camiseta dejando al aire mi torso desnudo. No tenía un cuerpo de escándalo, pero no me quejaba. Tenía los pectorales algo definidos, al igual que mis abdominales. Mis brazos eran delgados y mis bíceps no sobresalían. La verdad es que para el poco deporte que hacía no podía pedir más. Solo iba al gimnasio una vez por semana con una amiga y últimamente me pasaba más tiempo en los vestuarios que haciendo ejercicio.

Finalmente me quité los pantalones liberando mi miembro de su encierro. Mi polla rebotaba, erecta en sus 18 cm y muy dura. Se le notaban las venas que la recorrían desde mi base hasta el capullo que sobresalía rosado y algo mojado de líquido preseminal. Podía ver mi cuerpo desnudo de 19 años en todo su esplendor. Me la agarre desde la base, con cuidado de no arrancarme algún pelo del pubis. Me mire al espejo y me excite aún más de lo que estaba. Apoye la mano que me quedaba suelta en la pared y me acerque todo lo que pude al espejo y empecé mi ritual mañanero. Gracias al líquido que salía de mi polla no necesite lubricarla y, de forma lenta, fui subiendo la mano hasta mi rosado capullo y la fui bajando. Mientras lo hacía me miraba a los ojos por el reflejo. Podía ver la lujuria en mis propios ojos mientras me pasaba la lengua de forma sensual por los labios. Mi excitación iba en aumento al igual que la rapidez de mi mano. Mis gemidos, que me los intentaba reprimir para que mis padres no los escuchasen, eran cada vez más fuertes. Notaba como mi mente se iba nublando y estaba a punto de correrme con un espectacular orgasmo. Pero de pronto sonaron unos golpes al otro lado de la puerta:

– Pablo, date prisa que hoy tengo que llevarte antes a la universidad que tengo que ir al médico -dijo mi madre desde el otro lado.

– Vo-voy -le conteste intentando que no se me notase lo excitado que estaba.

– Vale, ya tienes el desayuno en la mesa.

Escuche como sus pasos se alejaban de la puerta. Reconsideré seguir con mi tarea, pero conociendo a mi madre a los segundos estaría de nuevo metiéndome prisa, así que me metí en la ducha, me lave rápidamente intentando bajar mi erección sin éxito, me puse la ropa y fui a desayunar. Sali de mi casa con la mochila preparada y esperé a mi madre junto al coche mientras cogía el bolso. Vi como la puerta de la casa de al lado se habría y salía mi vecino Carlos. Era un chico de 25 años alto, moreno, con unos ojos verdes, musculoso y muy guapo.

– Hombre Pablo -dijo mientras me estrechaba la mano- que madrugador. ¿Vas ya a la universidad?

– Si -le dije- estoy esperando que salga mi madre.

– Genial. Bueno yo me voy ya que me está esperando mi novia en el coche -me giré y vi como su novia me saludaba dentro del coche que estaba aparcado unos metros más abajo- A ver si consigo ver hoy a mi cuñada para los apuntes que te dije.

– Vale. Muchas gracias.

Y con una sonrisa vi cómo se metía dentro del coche y se iban. Cuando ya había desaparecido mire hacia abajo y comprobé con horror como se me marcaba la polla erecta en los pantalones. Salió mi madre y me metí rápido en nuestro coche para que no me la viese y me puse la mochila encima. Durante todo el trayecto solo podía pensar en si Carlos habría notado mi erección y esperando que no la hubiera visto. Debí de ponerme rojo por la vergüenza de pensar en eso porque mi madre me pregunto si me encontraba bien.

Desde que se mudaron hacía unos meses a mi urbanización no paraba de fijarme en Carlos al igual que en su novia Carolina. Yo siempre me había considerado heterosexual, incluso había tenido un par de novias y nunca me sentí atraído por hombres. Pero un día empecé a excitarme cuando veía a un chico que iba a mi clase en el instituto. Era muy guapo y siempre intentaba estar cerca suya, pero nunca paso nada; ni con él ni con ningún otro hombre. De vez en cuando miraba algún video porno de hombres follando, me había hecho alguna paja pensando el follarme a algunos amigos, incluso había intentado meterme un dedo por el ano, pero notaba que no me satisfacía lo mismo. Pero últimamente la mayoría de mis pajas se centraban en mis vecinos, en follármelos, a veces me imaginaba a Carlos chupándome la polla mientras yo se la chupaba a él; otras veces me imaginaba a su novia Carolina recibiendo mi polla en su coño; incluso me había imaginado a los tres haciendo el trenecito poniéndome a mí en medio recibiendo las envestidas de Carlos mientras penetraba a su novia.

Como su casa colindaba con la mía los veía muchas veces a través de las ventanas. Por suerte desde mi ventana puedo ver un poco de su dormitorio donde tienen puesto un escritorio. Una noche me desperté para beber agua y una sombra me llamo la atención. Esa noche era muy calurosa y mis vecinos tenían las cortinas recogidas; y pude ver como estaban follando encima del escritorio. Carolina estaba encima del escritorio mientras Carlos la empalaba de forma rápida. Me oculté lo mejor que pude detrás de mis cortinas y empecé a masturbarme viendo la escena. Al principio lentamente, acariciando mi miembro, deseando estar en esa habitación y después más rápido hasta adaptar el ritmo de mi vecino. Finalmente se corrió dentro de su novia con un gemido que llego hasta mis oídos lo que provocó que varios chorros de semen salieran de mi polla. Desde ese día en ocasiones los veo oculto a través de mi ventana pasear desnudos cuando salen de la ducha o cuando empiezan a follar.

Al acabar las clases, llegue a casa, tire la mochila en la habitación y me tumbe en la cama. Todavía tenía en la cabeza la imagen de Carlos y de mi polla erecta dentro de mis vaqueros. En cuestión de unos segundos me volvió la tremenda erección presionándome y requiriendo mi atención. Me la quería sacar y empezar a masturbarla, pero me llamaron para comer y volvieron a cortarme el rollo. Estaba claro que ese día no me iba a resultar fácil masturbarme.

Mientras comíamos llamaron a la puerta de mi casa. Me levanté a abrir y me encontré con mi vecino Carlos:

– Hola Pablo, tengo buenas noticias -dijo sonriente como siempre.

– ¿El que? -le dije confundido mientras disimuladamente miraba hacia abajo por si se me volvía a notar la erección, cosa que esta vez no pasó.

– He ido a ver a mi cuñada y tengo los apuntes que querías. Pásate luego sobre las 17:00 y te los doy.

– M-Muy bien. -y despidiéndose volvió a su casa.

Me quede unos segundos en la puerta antes de cerrar. Carlos me había invitado a su casa esa tarde. Note como todo mi cuerpo empezaba a arder.

Terminé de comer lo más rápido que pude y me fui a mi habitación. Mire el reloj, aunque quedaba una hora y media, pero estaba muy nervioso. Me decía a mí mismo que me tranquilizase, que lo único por lo que me había dicho de ir a su casa era para darme unos apuntes, nada más. No entendía porque mi cuerpo reaccionaba de esa forma. Decidí ponerme la televisión y dejar de pensar en ello, pero miraba más el reloj de la pared que los programas que ponían.

Por fin llegó la hora. Estaba muy nervioso. Me puse las zapatillas y me fui a su casa. No tarde nada en estar frente a su puerta. Temblando toque el timbre y la puerta se abrió:

– Hola Pablo -me dijo sonriente- llegas puntual, pasa.

Entre dentro de su casa y note como la calefacción estaba puesta. Me quité el abrigo y lo puse en el perchero de la entrada y lo seguí hasta el salón. Mientras andábamos me fije en que llevaba pesto una camiseta sin mangas que hacían resaltar el cuerpo muy definido que tenía mi vecino y un pantalón corto de hacer deporte. Me senté en el sofá mientras Carlos recogía una carpeta de una estantería. Cuando se acercó, mi mirada se posó en su paquete. Mientras andaba hacia mi podía ver como su polla dormida rebotaba en su pantalón, lo que quería decir que no llevaba calzoncillos:

– Estos son los apuntes. Míralos a ver si te sirven.

– Vale -le dije más pendiente de controlar mis impulsos que de los papeles que me pasaba.

– ¿Quieres tomar algo? Te veo muy acalorado.

– Un vaso de agua, por favor.

Se dirigió a la cocina mientras yo le miraba el culo disimuladamente. No sabía si aguantaría mucho más aquella situación. Volvió enseguida con mi vaso y se sentó justo a mi lado. Yo hacía que miraba los papeles mientras mis ojos se movían involuntariamente hacia su cuerpo:

– ¿Te gustan?

– ¿Q-Que? -le dije asustado- ¿El que?

– Los apuntes.

– Ah, sí me son de mucha utilidad.

– Me alegro. Mi cuñada me ha dicho que te ha puesto unas notas en alguna página.

Se acerco más a mi pegando su cuerpo con el mío, sus manos rozaron las mías al coger los papeles y note su aroma invadiéndome. Olía a jabón, debe de haberse duchado hace poco, pensé para mí. Me señalo las notas, pero mi cerebro ya había desconectado así que solo podía asentir:

– Pues perfecto -dijo al final.

– Muchas gracias, esto me será de gran ayuda -le dije, aunque pensé que esta visita me ayudaría más en mis pajas que en mis estudios.

Me acompaño a la salida, pero antes de darme el abrigo me dijo:

– Ahora que me acuerdo, tengo otra cosa que mostrarte arriba.

Subimos las escaleras y entramos en una habitación. Cuando la mire reconocí el escritorio y la ventana. Era su dormitorio:

– Esta ahí -dijo señalando el escritorio con el dedo.

Lo mire, pero estaba vacío.

– ¿El qué?

– No lo ves. Es el escritorio donde nos viste follar a mi novia y a mí por primera vez.

De pronto todo mi mundo se paró. Lo mire con los ojos abiertos. Al principio pensé que me daría una paliza, que me regañaría o que me amenazaría con contárselo a mis padres.

– Y-Yo lo siento, no lo volveré a hacer.

– Tranquilo -dijo poniéndome una mano sobre el hombro- nos gustó mucho tener un espectador. Desde ese día nos hemos paseado más desnudos por la casa para que nos vieras.

No podía creérmelo. Pensaba que yo les espiaba a ellos, pero era al revés. Cuando estaba a punto de decirle algo se abalanzo sobre mí y me dio un beso. Al principio mi boca permaneció quiera mientras sentía la suya intentando abrirse paso. Mis deseos tomaron el control y me abandoné. Abrí paso a su lengua que empezó a jugar con la mía mientras nuestros labios chocaban entre sí. Sus fuertes manos empezaron a recorrer mi espalda mientras me besaba y me mordía los labios de una manera que me ponía a mil. Notaba como mi polla estaba en una erección total, casi dolorosa. Después de 5 minutos de besos intensos nos separamos y nos quedamos mirándonos a los ojos. Vi de cerca unos preciosos ojos verdes que me devolvían la mirada llenos de deseo y lujuria. Me dio un pequeño empujón y me tumbo en su cama, en la cual yo había tenido decenas de fantasías, pero aquello no era una fantasía, estaba ocurriendo de verdad.

Carlos se fue quitando la camiseta y a continuación los pantalones. Se puso desnudo ante mí para que pudiera observar su cuerpo al natural. Había visto varias veces a mi vecino desnudo desde mi ventana, pero verlo tan de cerca era mucho mejor. Podía observar su torso muy marcado por las horas del gimnasio. Unos pezones rosados que pedían a gritos lamerlos, coronando unos pectorales duros como su tableta de chocolate definida. Sus brazos fibrosos al igual que sus piernas. Tenía todo el cuerpo depilado. Finalmente me paré en la mejor vista. Su polla era más grande que la mía, le media cerca de 20 cm, pero más gruesa y estaba curvada hacia la derecha. De la punta salía una gota de líquido preseminal y en su base se veían dos gordos y duros testículos:

– Ahora quiero verte desnudo yo a ti -me dijo mientras se tumbaba a mi lado.

Mi mente quería preguntarle un montón de cosas sobre aquella situación, pero mi cuerpo solo quería una cosa, follarle.

Me levante y me quite todas las prendas mientras veía como Carlos me repasaba con la mirada ardiente de deseo. Se incorporo y puso sus manos en mi pecho. Yo cerré los ojos mientras sentía como sus manos acariciaban mi pecho, mi estómago, mis brazos, etc. Se paro en mis pezones y empezó a masajearlos. Note como se me ponían duros y empezó a apretarlos de forma delicada. Me mordí suavemente el labio para reprimir un gemido quería disfrutar más de esa sensación cuando de repente mi mente estalló. Abrí los ojos y vi como mi vecino se había metido la punta de mi polla en su boca y empezaba a hacerme una mamada. Todo mi cuerpo se tenso al instante. Mientras se iba introduciendo poco a poco mi polla no dejaba de mirarme a los ojos. Se veía el deseo de poseerme. Podía sentir su lengua moviéndose en círculos alrededor de mi tronco. Con una de sus manos empezó a masajearme los testículos notando una fuerte presión mientras con la otra volvía a recorrer mis pezones que estaban totalmente duros. Era la mejor experiencia que había tenido hasta el momento. Mis novias nunca me habían hecho una mamada tan maravillosa como aquella:

– Tu pene es tan tierno -me dijo sacándoselo de la boca para darme un beso.

Podía notar el sabor a semen en su boca dado que, alguna vez por curiosidad mientras me masturbaba me había llevado un poco a la lengua. Pero este era distinto, era el sabor de mi polla con el sabor de su saliva. Volvió a bajar a mi polla y siguió succionándola mas salvajemente, aumentando el ritmo. Yo no podía aguantar más:

– Si sigues así vas a conseguir que me corra -dije entre jadeos mientras le agarraba del pelo para que siguiese.

Mis palabras debieron de alentarlo porque aumento aún más el ritmo. Cuando estaba a punto de correrme note como uno de sus dedos entro en mi ano:

– ME CORROOOOOOO -dije en un fuerte orgasmo.

Mientras lo decía disparé cuatro chorros de semen en su boca. Me desplome a su lado en la cama jadeando y con las piernas aun temblando. Se acerco a mi lentamente y sin decir nada me dio otro ardiente beso. Note como el semen que había echado en su boca entraba ahora en la mía saboreándolo:

– Ha sido…una de las mejores…corridas de mi vida -dije mientras recuperaba el aliento.

– Me alegro de que te haya gustado -veía como un hilillo aun le salía de la comisura de los labios- Espero que no te hayas quedado sin fuerzas.

– N-no, pero no lo entiendo. Pensé que eras heter… -me puso un dedo en la boca.

– Las preguntas luego, ahora quiero que me devuelvas el favor.

Se tumbo todo lo largo en la cama y me miro con esa sonrisa que me derretía. Me puse encima suyo y le fui dando besos por la cara. Des pues fui bajando por su cuello y noté como se excitaba. A continuación, llegué a su pecho y me detuve a saborear sus pezones de la misma manera que él lo había hecho antes. Note como se ponían duros en mi boca mientras los chupaba y les pasaba el pulgar. Continúe mi recorrido hasta llegar a la base de su polla:

– Nunca le he comido la polla a nadie -le dije.

– Tranquilo. Se que lo harás muy bien.

Agarré su fuerte miembro y me lo metí en la boca de golpe. Sentí como todo su miembro recorrió mi boca hasta llegar a mi garganta, lo que provoco que me diese una pequeña arcada:

– No vayas tan rápido -me dijo- ve poco a poco. Saborea cada centímetro mientras lo disfrutas.

Asentí. Volví a introducírmelo, pero esta vez solo la puntita. Note el sabor a su semen y era realmente delicioso. Tenia un sabor salado que el mío no tenía. Los gemidos de Carlos empezaron a resonar por toda la habitación. De la excitación mi pene volvió a ponerse duro como una roca y empecé a acariciarlo mientras con mi mano libre acariciaba sus testículos que me ocupaban toda la palma.

– Sigue Pablo -dijo cerrando los ojos mientras se pellizcaba los pezones lubricados con mi saliva- quiero correrme.

Aumenté el ritmo todo lo que pude, introduciendo su miembro mas y mas hasta que se incorporo de golpe y me agarro la cabeza con ambas manos acelerando el ritmo mientras gritaba de puro placer:

– Sigue joder ahhh sigue chupándomela ahhh me encantaaa. No pares ahhhh- sus dedos apretaron aún más mi pelo- me ahhh me corrooooo. Me corrooo en tu bocaaaaa.

Apreté lo máximo que pude su polla en mi boca y sentí como disparaba por mi garganta grandes chorros de semen de sus grandes testículos.

Se tumbo de nuevo recuperando el aliento. Yo me levante y me tumbe a su lado. Nuestros cuerpos ya estaban pegajosos por el sudor:

– Para ser tu primera mamada he de decirte que no ha estado nada mal.

– ¿De verdad? -me alegra oírtelo decir.

– Pero sabes que aún no hemos acabado.

– L-lo se -de pronto me puse nervioso. Había llegado la hora de que me penetrase, pero mi cuerpo reaccionó con miedo- Soy virgen anal.

– Me lo imaginé cuando te he metido el dedo en el culo. Bueno tendré que servirte de ejemplo.

Carlos se dio la vuelta y se puso a cuatro patas sobre el colchón. Le miré y me hizo una señal para que lo follase. Me puse detrás de él y admiré las vistas. Su culo abierto en pompa con su ano abriéndose un poco incitándome a entrar y sus testículos colgando al igual que su pene que estaba empezando a volver a crecer. Esta imagen hizo que mi polla se alzase en toda su gloria. Puse las manos en sus nalgas que estaban bien duras y las abrí un poco más. Situé mi lengua en la entrada de su ano y empecé a lamerlo. Como también era el primer ano que lamia esperaba no estropearlo, pero por sus gemidos supuse que lo estaba haciendo bien. Poco a poco mi lengua podía entrar en su ano y me arriesgue a introducir uno de mis dedos y, para mi sorpresa, entro muy fácilmente. Empecé a sacarlo y a meterlo mientras soltaba un poco de saliva en mi otra mano y empezaba a acariciarle la polla mientras le lamia los testículos y me los metía en la boca. Metí dos dedos en su precioso culo y con esfuerzo hasta un tercero. Sus gemidos iban en aumento al igual que mi erección:

– No me hagas sufrir más -me dijo lanzándome un trozo de plástico- penétrame.

Lo cogí y vi que era un condón. Rompí el envoltorio y me lo puse en mi miembro totalmente erecto. Me situé de rodillas detrás de su culo, apoyé las manos en su cintura y sin avisarle le introduje la polla. El gemido que salió de ambos fue el pistoletazo de salida. Empecé a mover las caderas lentamente. La sensación era distinta a como recordaba cuando penetraba a mis exnovias:

– Si Pablo ahh fóllate mi culo.

– Te gusta como te lo hago -le dije soltándome del todo- Notas como mi polla te atraviesa.

– Si joder ahhh como me encanta sentir ahhhh tu polla.

Me estaba excitando aún más. Acelere el ritmo. Coloqué mis manos sobre sus hombros y le empecé a embestir con más fuerza:

– Me encanta como me follas Pablo. Por favor ahhh no pares de taladrarme.

– Tranquilo ahhh no lo hare.

Notaba como sus piernas se iban abriendo. Mi mente se iba nublando y ya no controlábamos nuestros gemidos. Me tumbe sobre su espalda, le agarre fuertemente la polla y empecé a masturbarle. Aunque mis fuerzas estaban desapareciendo mi ritmo no disminuía:

– Me-me voy a correr -le dije a Carlos.

– Hazlo. Córrete ahhh, pero antes ahhh quítate el condón. Quiero sentir ahhhhh tu semen dentro.

Con un rápido movimiento que incluso a mí me sorprendió saque mi polla de su culo, tire del condón y lo volví a penetrar de una estocada metiendo todo mi miembro dentro de él. Mi cuerpo temblaba, la saliva salía de mi boca; notaba que ya estaba cerca:

– Ya viene ahhh estoy a punto.

– Si ahhh yo también ahhhh -decía- JODER ME COROOOOOOOO.

– YO TAMBIEN ME CORROOOOO.

Solté toda la leche que me quedaba en mis huevos inundando su interior mientras notaba en mi mano la corrida de Carlos que fue a parar en las sabanas. Ambos nos desplomamos del esfuerzo aun sin sacar mi polla de su culo. Notaba a través de su espalda su corazón latiendo deprisa al igual que el mío. Unos minutos más tarde saqué mi polla, ya flácida de su culo y vi como mi semen salía de él. Nos quedamos abrazados durante un rato:

– Me ha encantado -me dijo al oído.

– A mí también.

Pero dentro notaba que había sido muy egoísta por mi parte. Carlos me había dejado follarle, pero yo me había acojonado. Se levanto y empezó a vestirse. Yo quería decirle algo, pero no sabía que, así que fue mi cuerpo el que reaccionó:

– Qui-quiero que lo hagas -le dije mirándole con determinación- ¡QUIERO QUE SEAS TU QUIEN ME DESVIRGUE EL CULO!

Una vez me di cuenta de lo que le había dicho me tapé la boca con las manos. Había sido muy brusco y seguro que se enfadaría y me echaría de su casa. Se acerco a mí con una expresión seria y cerré los ojos por el miedo de lo que iba a oír. Pero no escuche nada. Cuando los abrí estaba enfrente de mí. Me puso una mano en la cabeza y me sonrió:

– Hoy ya no podemos -me dijo mientras me acariciaba el pelo- pero me alegro que me dejes a mi ser la primera persona en follarte el culo. Y créeme, hare que lo disfrutes.

– Tengo muchas preguntas aun que hacerte. ¿Eres hetero? ¿qué pasa con Carolina? ¿Lo has hecho con más hombre?

– Resolveré tus dudas otro día, así podremos volver a vernos.

Y dicho eso me dio otro beso, sin morderme el labio, sin meterme la lengua, sin jugar; era un beso que sellaba su promesa. Acabé de vestirme y me acompaño al salón donde me dio los papeles de su cuñada y el abrigo. Salí de su casa en dirección a la mía a la vez que entraba su novia:

– Hola Pablo -me dijo. Note como mi cara se ponía roa de la vergüenza- te han servido los papeles de mi hermana.

– S-si -le dije- me servirá de mucho.

– Me alegro. Pásate siempre que quieras -dijo mientras pasaba por mi lado y, en voz más baja- estaremos encantados de recibirte.

Cuando llegué a la entrada de mi casa vi como Carlos me saludaba con la mano y cerraba la puerta. Subí a mi cuarto me tumbé en la cama y solo podía pensar en el día en que volviéramos a estar juntos.

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