Con la llegada de Hugo, un nuevo alumno, Alejandro descubrirá el amor y el mejor sexo de su vida
Tras mi estado de absoluta confusión, decidí salir del aula y dirigirme a la salida del instituto para encontrarme con mis amigos. Mientras bajaba las escaleras hacia el vestíbulo pensé en todo lo que me había pasado en pocas horas: habían empezado las clases en otro grupo distinto, me había prendado de un macarra nuevo de mi clase y, además, iba a quedar con él por la tarde.
En medio de mi caos mental, de repente, mis colegas, Marta y Diego se abalanzaron sobre mí para preguntarme qué tal había ido el día. No tuve que decir nada para que Marta inmediatamente me viera raro y me preguntara:
– ¿qué te ha pasado hijo de mi vida? – dijo con su cara de detective profesional
– ¿A mi? Nada, nada…- contesté sin mucho convencimiento
– A nosotros nos vas a engañar cariño. Vete soltando por esa boquita, ¿Qué ha pasado? ¿algún problema? – dijo con tu tono inquisitorial y materno
– Si Alex, algo te ha pasado, se te nota. – dijo Diego con su habitual suave y tímido tono.
– A ver, está bien. Os lo voy a contar todo. Pero vamos caminando que sino no vamos a llegar a comer jamás y me muero de hambre- dije mientras mis amigos y yo emprendíamos el camino hacia nuestras casas.
Tras hacerles un resumen de todo lo que había pasado, Marta fue la que rompió el hielo mientras caminábamos.
– Cari, ¿te has enamorado de un hetero cani? ¿tú estás tonto? – sentenció Marta
– Joder Marta, no me he enamorado, solo he dicho que el tío me ha parecido muy guapo y me ha impresionado, nada más.
– Bueno, lo que he dicho, te has pillado por él- dijo reafirmándose- A ver querido, lo que te quiero decir es que me parece muy bien que te parezca guapo el chico, pero, tienes que tener claro que todos esos son heterosexuales y además chulos que odian a los maricas. Así que te aconsejo que te olvides, te centres en ayudarle con los estudios y no te flipes porque vas a acabar mal. Y peor, voy a acabar yo mal metiéndole una patada en los huevos a ese cabrón por defenderte- dijo mientras Diego se reía en silencio y yo flipaba con su discurso.
– A ver Marta, que yo lo se perfectamente. Estoy un poco flipado por la situación, pero te juro que se lo que tengo que hacer con él: quedaré con él, le pondré un poco al día con las cosas del insti y ya. Quedaremos como compañeros y final del problema- dije con absoluta seriedad y convencimiento.
– Bueno, eso espero querido. No quiero que te hagan daño. Bueno me voy, que el bus llega en dos minutos y tengo que llegar a mi parada. Besos mis amores y ya mañana nos cuentas qué tal- dijo mientras salía corriendo y nos mandaba besos con las manos.
Tras quedarnos solos, Diego y yo emprendimos el camino ya que vivíamos muy cerca el uno del otro.
– Diego, ¿qué opinas tú?
– Alex, tú sabes que yo no me meto en tu vida, pero opino un poco como Marta. ¿no te enfadas verdad?
– No claro que no “Che”- siempre lo llamaba Che en confianza- sé que Marta tiene razón, y aunque tenga esas formas de decírmelo, sé que en el fondo tiene la puta razón. No me puedo hacer ilusiones ni nada por el estilo con Hugo.
– Claro, Alex. Tú sigue el consejo de Marta y ya está. Por cierto, ¿tan guapo es? – dijo con un tono de vergüenza en su voz y en sus mejillas.
– Uf, Che. Es el tío más buenorro que he visto en mi vida. Lo secuestraría y lo dejaría seco todas las noches….
– ¡ALEX! No seas tan ordinario- gritó ruborizado
– JAJAJA. Es broma Che, pero lo que te digo, está muy bueno.
– Está bien, está bien … bueno nos vemos mañana. Besitos amigo- dijo mientras se dirigía a su calle.
Mientras llegaba a mi casa, pensé en todo lo que me habían dicho mis amigos, y decidí qué es lo que debería hacer: dejarme de reflexionar o pensar tonterías sobre Hugo y centrarme en ayudarle con los estudios fríamente y ya está. Tras tomar esta decisión, llegué a mi casa, me puse cómodo y me comí los macarrones que había en la nevera. Luego, recogí la cocina, subí a mi cuarto y me eché en la cama con el móvil a ver el Instagram. De repente, y sin quererlo, me dejé dormir.
De pronto, un fuerte ruido proveniente de la calle me despertó. Cuando miré el reloj eran ya las 17:00. Ostias, había dormido casi dos horas. Me desperecé lentamente y fui a mear. Cuando volví, vi que tenía varios mensajes en el móvil. Uno de ellos me pareció sumamente extraño ya que venía de un contacto que no tenía guardado. Cuando lo leí me quedé helado:” ey, k tal? Soy Hugo. Como no me has escrito le pedí el numero a Jorge el de clase para hablarte. Espero que no te hayas olvidado de nuestra quedada de hoy”
Tras leerlo varias veces y quedarme flipado, me decidí a contestarle:
– lo siento tío. Llegue muy cansado y me deje dormir. No me olvido. ¿Dónde y a qué hora nos vemos?
Inmediatamente me respondió:
– k te parece a las 6? Si kieres te puedo recoger en mi coche.
Ostia, tiene coche, pero ¿qué edad tiene este tío?
– Eh, por la hora me parece bien. Aunque me da palo que me tengas que recoger, puedo ir yo en bus o en metro a donde me digas.
– No tío tranqui. Pasame tu ubicación y a las 6 estoy ahí colega.
– Vale, vivo en Ortega y Gasset, 81.
– Perfect, a las 6 estoy ahí.
– Guay.
Dios, había quedado con Hugo en una hora. Empecé a temblar y a dar vueltas en mi habitación. ¿qué coño había hecho? Pero de repente, me di cuenta de que no había hecho nada malo. Había quedado con Hugo para hablar sobre las cosas del insti y ya está. Me relajé y decidí darme una ducha rápida antes de vestirme.
Me duché y me puse algo casual. Unas bermudas beige, una camisa blanca de Ralph Lauren y unos náuticos marrones. Además, me peiné un poco y me puse un poco de perfume Invictus.Me miré en el espejo y por un momento no me convencía, pero luego pensé que daba igual, solo íbamos a hablar de cosas de clase. Preparé una carpeta y cogí la cartera, las llaves y el móvil. A las 17:50 estaba sentado en el sofá de mi casa esperando que me avisara. He de reconocer que estaba muy nervioso, aunque no debía estarlo. De pronto, recibí su mensaje.
– Ya estoy aki coleguita.
– Vale, ya bajo.
Salí de mi casa hacia el portal y tras saludas a Doña Lourdes, una vecina, lo vi aparcado justo en frente de mi portal. Tenía un Seat León tuneado. Qué típico cani, pensé. Me dirigí hacia él y entré en el coche tras saludarle.
– Hola, perdona. Espero que no hayas tenido mucho que esperar.
– Nah, tranqui, acabo de llegar. Ostia tío, ¿tú vives aquí?
– Si, ¿por?
– Esta es una zona toda pija. Aunque claro, ahora viéndote mejor, pegas bastante- dijo mientras me miraba de arriba abajo.
– Ay no se… es una zona normal- dije avergonzado y sin saber qué decir.
– Ya ya … bueno vamos- dijo mientras arrancaba el coche.
Emprendió la marcha y estuvimos unos minutos sin decir nada hasta que decidí ser valiente y romper el hielo.
– Bueno, y ¿a dónde vamos?
– A mi casa ¿no?
– Ah sí, sí, no lo sabía- dije muy nervioso, puesto que pensé que íbamos a una cafetería o algo, ¡NO A SU CASA!
– Oye si te molesta vamos a otro sitio… Yo lo decía porque así estábamos más cómodos tío.
– Sí, sí. Me parece perfecto- dije mientras mis nervios aumentaban por segundos.
En unos minutos llegamos a su casa en Vallecas (barrio de Madrid). Me sorprendió que viviera en esa zona y fuera al instituto cerca de mi casa. Aparcó y nos bajamos. Subimos sin decirnos nada a su piso. Al entrar en su casa no había nadie, era un piso normal, pequeño, con muebles clásicos y todo debidamente ordenado.
– Ven tío, por aquí. Vamos a mi cuarto.
Le seguí con unos nervios cada vez más presentes, aunque intenté disimularlos. Al entrar en su dormitorio, la impresión cambió. Todo estaba echo un desastre: la cama sin hacer, ropa tirada, el escritorio abarrotado y un olor a cerrado que tiraba un poco para atrás. Al ver mi expresión, Hugo se disculpó:
– Lo siento colega, no me ha dado tiempo de recoger. Mi vieja está currando y tampoco ha podido.
– No pasa nada tranquilo. Hay veces que mi cuarto esta peor jeje- dije sin mucho convencimiento porque antes muerto que tener mi dormitorio así.
– Espera que recojo un poco para que nos podamos sentar a gusto- dijo mientras lanzaba toda la ropa a una esquina y estiraba la cama.
Mientras recogía, eché un vistazo a cuarto. Era el típico cuarto de tío joven descuidado, todo desordenado y posters de tías semidesnudas colgados en la pared.
– Bueno, ya está todo un poco más decente. Puedes sentarte ahí- dijo señalando la cama- y yo arrastro la mesa para estar más cómodos.
Al final estábamos los dos sentados en su cama con el escritorio enfrente en medio de esa leonera. De verdad, estaba flipando en colores. Ya los dos acomodados, decidí que cuanto antes acabáramos, antes podría salir de esta incómoda situación.
– A ver Hugo, cuéntame un poco sobre cómo vas y qué problemas tienes.
– ¿Qué eres? ¿mi psicólogo ahora? – dijo con una expresión seria.
– Eh. no, no, yo solo…- dije plenamente cortado
– Es broma hombre- dijo con una amplia sonrisa que me dejo obnubilado- pues veras tío, tengo 19 años, pero a los 16 dejé los estudios por rebelde y me puse a currar en la construcción y luego de camarero. Pero me echaron del bar en qué estaba y mi vieja me dijo que me pusiera a estudiar y así podría trabajar en algo mejor. Y nada aquí estoy empezando a estudiar de nuevo sin puta idea y sin acordarme de nada loco.
“Ya entiendo lo del coche”, pensé. Y a continuación dije:
– Ah bueno, nunca es tarde para rectificar. Y tío, una pregunta, espero no ser indiscreto, ¿puedo?
– Si claro man, adelante.
– ¿Por qué vas al Barrio de Salamanca en vez de estudiar aquí cerca de tu casa?
– Jajaja- se empezó a reír- ya tardabas en preguntármelo, te preguntarás: ¿qué hace un cani como yo en un insti de pijos como el tuyo no?
– No, no, por favor- señalé avergonzado- solo que me parece raro que te vayas a estudiar tan lejos teniendo un instituto al lado de tu casa.
– Jeje es broma- dijo- me gusta ponerte nervioso-
“Ay madre”- pensé para mis adentros.
– El rollo es que mi vieja no quería que estudiara aquí porque sabía que me iba a ir por el mal camino. Entonces, me apuntó en el instituto que dirige su jefe, ósea en el tuyo. Y así me tenía más controlado, a pesar de que ya tengo pelos en los huevos como se dice vulgarmente- dijo mientras se tocaba la entrepierna por encima del pantalón.
Ante eso, sentí una punzada en mi polla. Me había puesto cachondo con ese gesto el muy cabronazo. Intenté olvidarlo y seguir con la conversación.
– Ah vale tiene sentido. Bueno, ya que nos conocemos un poco, podemos empezar a aclarar dudas y eso, ¿no?
– Bueno tío espera. Ahora me gustaría saber algo de ti ¿no?
– Eh, vale, ¿qué quieres saber? – dije con cara de asustado.
– No sé, cuéntame de tu vida un poquito- dijo mientras se acostaba hacia atrás en la cama, flexionando todos sus músculos.
– Bueno, pues me llamo Alejandro ya lo sabes, jeje- reí nerviosamente- tengo 18 años y vivo donde ya tu sabes. Tengo un hermano mayor de 24 años que es entrenador, mi padre es neurocirujano y mi madre trabaja como representante de España en Bruselas. Y bueno, no se qué más.
– ¿Tienes novieta? – dijo con cara perversa, o eso intuí.
– Eh. no. No tengo novia- dije.
– ¿Y novio? –
Se hizo el silencio. Me quedé sin respuesta. Cómo el cabronazo este me iba a estar preguntando si tenía novia o novio. A él qué coño le importaba. Sin pensarlo mucho más tiempo le contesté:
– No, novio tampoco- dije de forma contundente y medio enfadado.
– Que raro- dijo el sin inmutarse ante mi enfado.
– ¿Raro por qué? – dije yo de forma incrédula.
– Pues porque estas muy bueno y no me creo que estés libre.
De repente, ante esa afirmación, todos mis esquemas se vinieron abajo. El tío hetero buenorro me acaba de decir que “estoy muy bueno”. No sabía que contestar ni qué decir, estaba en estado de estupefacción y asombro. Hugo se dio cuenta de mi estado y decidió continuar:
– No se porque te pones así tío. Sabes que lo que te digo es verdad. Cualquier tío mataría por follarte – dijo mientras se acercaba a mi. Yo no sabía que hacer, me quedé inmóvil. Y el continuaba acercándose – de hecho, tengo unas ganas tremendas de follarte tío- dijo con su cara a pocos centímetros de la mía.
Ante esa situación, intenté pensar fríamente y controlarme, pero no pude. Sin pensarlo dos veces, me lancé hacia él y le comí la boca. Empezamos un morreo intenso entremezclando nuestras lenguas apasionadamente mientras nos tocábamos nuestros cuerpos. Dios como besaba, que puta pasión le ponía- pensé-. Tras besarnos, me agarró y me acostó en la cama con furia, tiro la mesa hacia atrás, y se desnudó por completo quedándose únicamente con unos slips blancos que le marcaban sus grandes atributos. En ese momento casi se me corta la respiración. Tenía enfrente a un hombre de 1,90 de puro músculo, moreno con vello suave y semidesnudo ante mi.
Con cara de puro vicio se abalanzó sobre mi y me arrancó toda la ropa, dejándome únicamente con mi slip negro de Calvin Klein.
– Uff tio, cómo puedes estar tan bueno- dijo mientras me observaba en su cama después de arrancarme toda la ropa- te voy a hacer mío pedazo de putita.
Se abalanzó sobre mí y empezamos de nuevo a morrearnos mientras me masajeaba las nalgas.
– Dios, que culazo tienes cabrón. Te voy a dar una caña en ese culito que no te vas a sentar mañana en clase.
Cuanto más guarro era, más me ponía. De pronto, me agarró y me puso sobre de él, sintiendo su rabo duro entre mis nalgas.
– Lo sientes eh putita, uff. Siente bien lo que te vas a tragar luego por golfa.
Ahí no pude más, lo estiré en la cama, me puse encima de él y le empecé a comer y lamer el rabo por encima del slip, dejándole bien húmero el calzoncillo.
– Umm, sigue así, lame mi rabo putita.
Tras dejárselo bien húmedo, le bajé el slip para verle el rabo bien. Y joder, que pedazo de polla tenía. Por lo mejor eran unos 21 cm con un grosor enorme y dos huevos gigantes. Casi se me hace la boca agua al ver ese pedazo de monumento fálico.
– Dios Hugo, qué pedazo de polla- dije con vicio.
– Mmm ¿te gusta? pues va a ser todo tuya papi.
Tras la sorpresa, me lo metí en la boca todo lo que pude. Emitió un gemido que se tuvo que oír en todo el edificio. Como vi que le gustaba, seguí intentando metérmela toda, poco a poco, hasta que lo conseguí. Logré encajarme todo su rabo en mi boca, lograr sentir sus pelos del pubis en mi nariz. Hugo estaba definitivamente en la gloria.
– ¡¡¡Dios!!! Pedazo de cabron, ¿cómo te la has metido toda? Uff eres una zorra profesional. Sigue así joder, sigue así, ¡qué gusto!
Tras sacarla y expulsar toda mi saliva después de la garganta profunda que le había hecho, me dedique a chuparle sus huevos y su capullo bien. Succionando todo su líquido pre seminal que le salía como una fuente por ese pedazo de nabo. De repente, me paró en seco.
– Para joder, que me voy a correr y no quiero. Ponte a 4 patas golfa- me ordenó con autoridad.
Me di la vuelta y me puse como me dijo. De repente, sentí algo caliente y húmedo en mi ojete. Me estaba comiendo el ano. Uff, estaba en la gloria. Me estaba comiendo el culo con unas ansias mientras me daba azotes en el culo y me llamada de todo. ¡Como me ponía joder!
– Cabron que pedazo de culo tienes. Que duro está y que ojete tan rico. Lo quiero siempre para mí.
Continuó comiéndome el ojete unos minutos hasta que de repente desapareció y volvió con un poco de lubricante y un condón.
– Llegó la hora del plato principal amorcito… mmm vas a disfrutar como un perro en celo.
– Uff sí, no lo dudo hijo de puta.
Tras echarme lubricante en el ojete, me empezó a meter un dedo y luego dos, mientras yo en un estado de excitación total, gemía sin ningún tipo de pudor y de gusto.
– Joder tío, que vicio tienes. Como traga tu culo. Entran los dedos como si fuera mantequilla. Ya creo que estas preparado para el gol final.
Se puso el preservativo y el muy cabrón me la metió de golpe. Metí un grito enorme que frenó con su mano en mi boca.
– Tranquilo putito, relájate, ya está toda dentro. Ahora solo toca disfrutar- decía mientras empezaba una follada cañera a cuatro patas.
Sus huevos rebotaban con mi culo de forma salvaje. Me estaba literalmente reventando el culo, y yo solo podía gemir de gusto mientras ese toro me empotraba duramente en su cama. Me estaba follando tan duro, que sus gotas de sudor caían sobre mi espalda.
De pronto, me cogió y me tiró sobre la cama, puso mis piernas sobre sus hombros, y me la volvió a meter de una vez. Esta vez, con su boca, silenció mi gemido. Uff, me estaba follando mientras nos comíamos la boca como dos animales en celo.
Pasaban los minutos, y cada vez me estaba follando con más fuerza. La atmósfera en el cuarto era irrespirable. Con cada embestida, su sudor era más denso y su cara de vicio era mayor.
– Perro joder, que gusto, qué pedazo de culo tienes. JODER.
– Sí Hugo, reviéntame pedazo de hijo de puta, dame más rabo- respondía enloquecido.
Finalmente, tras diez minutos de brutales embestidas, anunció que se corría.
– Joder, me corro, ¡me corroooo!
Inmediatamente, se saco el rabo de mi culo, se quitó el condón y me corrió todo el abdomen con varios trallazos de leche, mientras yo, a la vez, me corría viendo ese pedazo de macho bufando como un animal y llenándome de lefa. Tras la corrida, que para mí fue la mas intensa de mi vida hasta el momento, acabamos los dos extasiados tirados, uno al lado del otro, sobre la cama, llenos de lefa caliente y sudando como cerdos.
Pasados unos minutos, se rompió el silencio.
– Tío, ¿quieres ducharte no? – dijo Hugo
– Sí claro, ¿puedo?
– Si man, vete yendo a la ducha, ahora te llevo una toalla
Me levante, y me dirigí hacia el baño intentando que toda la lefa no se escurriera piernas abajo. Me metí en la ducha y mientras Hugo llegó:
– Canijo, te dejo la toalla aquí en el lavamanos. Yo mientras me voy duchando en el baño de mi madre, así ahorramos tiempo. Además, te he dejado toda tu ropa al lado de la toalla.
– Vale gracias- le contesté.
Ya con el agua limpiando los restos de leche y sudor que tenía encima, me puse a reflexionar. Sin esperarlo, me acababa de follar en su casa al tío macarra de mi clase que pensaba que era hetero, y que, para mas inri, me acababa de dar el mejor polvo de toda mi existencia. Estaba flipando, hasta que de repente, metido en mis pensamientos, Hugo me avisó de que él ya se había duchado y estaba recogiendo el cuarto.
Rápidamente, salí de la ducha, me sequé, me vestí y fui hacia el cuarto.
– Bueno, ya estoy listo- dije.
– Vale man, perfecto. Vamos, que te llevo a tu casa- dijo mientras cogía las llaves y salía hacia la puerta.
Bajamos, nos metimos en el coche y emprendimos el camino. Durante todo el trayecto no dijimos absolutamente nada. Yo no sabía qué decir y él supongo que tampoco. Cuando llegamos por fuera de mi casa, aparcó y se despidió.
– Bueno chaval, nos vemos mañana en clase- dijo mirando hacia delante sin mirarme apenas.
– Si, hasta mañana- dije mientras salía del coche.
Tras bajarme, se fue y yo me metí en mi casa. Cuando llegué al dormitorio, me tiré en la cama y me puse a pensar en todo lo ocurrido. Acababa de tener el mejor polvo de mi vida, pero a la vez, me sentía raro por la actitud de Hugo hacia mí. Prácticamente no me había hablado ni me había mirado después de lo ocurrido. Eso me hacía sentirme mal porque seguro que se había arrepentido o, peor, no le había gustado nada. En esas estaba cuando de repente, me sonó el móvil, y era Hugo:
– Chaval, ha sido el mayor polvazo de mi vida. Espero volver a catarte porque me has dejado loko. Sueño con tu culazo.
Cuando lo leí, lo primero que me salió fue una sonrisa y pensé “que puto cabrón”. A continuación, me volvió a escribir y me dijo:
– Por cierto, te has dejado la carpeta en mi casa. Si la quieres recuperar tendrás que volver a por ella y pagar el rescate…. Jejeje 😛
Definitivamente era un puto cabrón.