Me volví adicta a la polla de un viejo afro
Como ya les he contado en mis otros relatos, mi marido despertó en mi a la perra que llevaba dentro, primero me hizo abrirle las piernas a la pareja de mi mamá, enseguida al viejo chofer de mi empresa y continúo con el deprabado jardinero del barrio: Siempre eran los peores viejos, salvo una obligada entrega a mi joven cuñado. Todas esas consentidas infidelidades me otorgaron un intenso placer que yo desconocía. Yo retribuía a mi marido relatándole con lujo de detalles cada sesión, eso le bastaba para eyacular extasiado sobre mi cuerpo. No le bastó entregarme a distintos viejos, también me obligó a satisfacer a mi padrastro junto al chofer de mi trabajo… fue una experiencia maravillosa sentir don pipos dentro de mi, obviamente la he repetido muchas veces, pero hoy les voy a relatar la primera vez que me comí una enorme verga negra.
A mi barrio llegó una pareja de afrocolombianos a instalar una tienda de abarrotes. El era un hombre mayor, de unos 60 años, muy negro, barrigón, nada atractivo. Ella en cambio pese a su edad, unos 50 y tantos años, era muy atractiva, su negro cuerpo atraia todas las miradas en el barrio.
Obviamente ese macho viejo me atrajó, cada vez que iba a comprar algo me vestía bien putona, la mujer me ponía mala cara pero el me desnudaba con la mirada y eso me estimulada a continuar cada vez más sugerente.
Debo decir que mi marido seguía atento esta aventura y siempre motivándome a dar el siguiente paso.
Para mi dicha llegó el verano y la negra celosa se fue de viaje a colombia a visitar a su madre enferma. Mi deseado negro se puso mas descarado ante cada visita mia y yo cada vez más calentona. Fui aumentando mi escote y acortando mis faldas. Nos despediamos de abrazos y yo me pegaba provocativamente a su cuerpo sintiendo su enorme bulto entte mis piernas. Llegaba mojadísima a mi casa, directamente a masturbarme si es que no estaba mi marido para satisfacerme.
Ya no aguantaba más. Mi marido me ordenó que me entregara al negro al día siguiente.
Desperté ansiosa. En la tarde fui a verlo, iba vestida con una blusita negra bien transparente sin nada abajo. El viejo me vio y entendió que era su día de suerte.
Le compre bastantes verduras y le pedí que me las fuera a dejar a la casa. «Por supuesto» me dijo, «cuando cierre se las llevo.»
Casi exploté de calentura en la espera. Mi marido me dejó sola para que cumpliera con sus deseos que también eran los mios.
Lo esperé con un transparente vestido blanco, se me veian mis tetas -que estaban más hinchadas que nunca- y también se notaba mi colalles, elegí justamente uno negro para que se viera más claramente.
Sabía que no iba a poder detenerme cuando mi futuro macho tocara la puerta, estab completamente chorreada, mis juguitos corrian un poco por mis piernas…
Llegó mi hora por fin.
Don Aurelio tocó el timbre, le abrí, no dije nada, no era necesario, lo tome de las manos, dejo las bolsas y me tomo de las caderas y empezamos a besarnos como novios,
Con una mamo acariciaba su peludo pecho y con la otra fritaba su nermo verga. El apretaba mis tetas y mi culo…