Mi hijo vuele del exterior más amoroso que nunca
Al regreso de Gabriel.
22 Junio, 2019
~ Amigos lectores, si este es el primer relato que leen de mí, por favor lean primero “El mejor regalo de cumpleaños” para que conozcan mi historia mejor. Todas mis historias están publicadas en el orden en que han sucedido ~
Después de una larga ausencia por sus proyectos de trabajo, Gabriel mi hijo, regreso a casa más apasionado y más amoroso que nunca. Lo esperaba con ansias y muchos deseos. Después de descansar de su largo viaje decidimos salir a cenar juntos, era una noche para adultos así que decidimos dejar a mi nieta con su niñera de costumbre.
El hizo reservaciones para un restaurante fino entonces tenía que vestirme a la par. Yo sabía que Gabriel quería una velada especial para mí y se iba a vestir muy bien así que mientras el descansaba decidí buscar un vestido formal para la ocasión pero al igual que sea lo suficientemente provocativo y sensual para tenerlo prendido toda la noche.
Me decidí por un pequeño vestido de seda negra sin mangas y con unos tirantes muy diminutos, que abrazaba mi cuerpo y delataba mi curva silueta. Mi vestido llegaba a cubrir solamente mis muslos un poco más arriba de las rodillas. Esta noche elegí un conjunto de lencería muy atrevido. Un liguero de encaje negro con unas medias de seda negra cubrían mis piernas mientras que una tanga tipo hilo dental enmarcaban a mis nalgas dando un espectáculo muy morboso sabiendo quien sería el beneficiario de tanto detalle. Opte por no llevar sostén, quería que mis senos provocaran la imaginación de mi hijo.
Después de que Gabriel dejara a su hija con la niñera nos dirigimos al restaurante donde conversamos de muchas cosas que ahora no vienen al caso pero si notaba como mi querido no me quitaba los ojos de encima. Yo por supuesto le coqueteaba, le sonreía, jugaba con mi cabello y de vez en cuando le daba oportunidades para que le dé ojeadas a mis pechos que “accidentalmente” se asomaban revelándose atrevidamente por el escote de mi vestido.
Sabía que lo tenía a mil. No habíamos tenido sexo desde que partió a Panamá un mes atrás y él quería desahogarse conmigo. Después de nuestra cena, mientras pagaba la cuenta me acerque a él y le pregunte si tenía planes de llevarme a otro lugar. Con una sonrisa muy picara me contesto que tenía planes de regresar a casa y darme una sorpresa.
Yo entendí muy bien lo que quería, salimos abrazados del restaurante y nos dirigimos nuevamente a casa. En el parqueadero se aprovechó de la oscuridad de la noche y sus manos bajaron de mis hombros a mi cintura, apretándome hacia él, para después sentir su mano descendiendo a mi trasero, manoseando mis nalgas y notando que llevaba ligero y tanga. No se hizo esperar un gemido de sorpresa al notar que llevaba bajo mi vestido. No hablamos mucho en la media hora que tuvo el viaje de retorno a casa, solo me tomaba de la mano y ocasionalmente me acariciaba mi muslo izquierdo.
Al llegar a casa me contó que había comprado una cámara fotográfica nueva y quería estrenarla conmigo.
“Qué bueno, yo encantada de ser tu musa mi amor.” Le dije.
“Sube a la habitación y saca la cámara, dame un minuto para arreglarme y peinarme.” Le mencione.
Entre al baño para verme en un espejo de cuerpo entero, retoque mis labios, y reaplique mi maquillaje, le di a mi cabello un par de pases con el cepillo y reajusté mi vestido, ya tenía los pezones erectos al tope, y se notaban a través de la fina seda de mi vestido, Esta noche estaba dispuesta a darle a mi amado toda una visión de lo que estaba deseando.
Me asomé a la entrada del cuarto y lo vi sentado en la cama jugando y fijando la cámara para nuestra sesión fotográfica. Yo estaba parada silenciosamente en la puerta de nuestra recamara, con mi vestido de seda negra y mi cabello suelto. Sonreí al ver a mi hijo ya desnudo, mi macho estaba listo para su mujer No pasó mucho tiempo antes de que él se diera cuenta de mi presencia. Inmediatamente agarró la cámara y comenzó a tomar fotos. Me veía sexy, lo sabía, y definitivamente aproveché la situación. Acercándome a la cama, pose sensualmente para él, y él disparaba la cámara como un fotógrafo profesional. Arrastrándome en la cama, lentamente, viéndome como si estuviera a punto de abalanzarme sobre él como una gata salvaje en celo, pero no lo hice. Aún no.
Una vez que estoy en la mitad de la cama, me muevo para sentarme sobre mis rodillas. Levanto el dobladillo de mi vestido centímetro a centímetro muy lentamente para que pueda ver mi cuerpo exponiéndose a él poco a poco. Pronto tengo mi vestido sobre mi cabeza. La primera parte del cuerpo con la que mis manos entran en contacto son mis senos, me encanta cómo se sienten mis senos y me encanta jugar con ellos para la cámara. Apretando, frotando, acariciando y haciendo rodar mis pezones erectos con mi dedo índice y pulgar. Lo estoy volviendo loco. Casi instantáneamente veo que se endurece, ya que quiere cogerme, pero no lo dejo… Todavía no.
Ahora acostada en la cama, con la cabeza sobre la almohada, aparto mis piernas, dejando a mi hijo ver el manjar que le ofrece su madre, su amante, solo cubierto por mi tanga negra y yo sigo jugando con mis senos y pezones antes de mover mi mano derecha por mi estómago e introduciéndolo bajo la tanga hacia mi vagina. Comienzo frotando lentamente mi clítoris, que pronto se excita. Mi mano izquierda nunca deja mi pecho, jugando con mi seno. Gabriel se acerca y enfoca la cámara a mi concha, la transparencia de la tela delata los detalles más íntimos de mi chochito recién depilado. Dejo de jugar con mi clítoris para meter mi dedo medio dentro de mi concha mojada. Entrando y saliendo unas cuantas veces antes de llevarlo a mi boca para lamer mi dedo. Mmmm, me sabe tan bien. Esto lo vuelve aún más loco. Todavía no le dejo que me coja. Me estoy divirtiendo mucho con esto. Nunca deja de tomar fotos, lo que es bueno.
Me encanta que mi hijo me tome fotos, especialmente este tipo de fotos. Me ha dicho que las usa para gratificarse cuando no estamos juntos, lo que me pone muy caliente al saber que mi bebé aún se masturba pensando en mí, dejo de jugar con mis pechos y mi vagina para darme la vuelta y colocarme sobre mis manos y rodillas. Él ama mi culo y le ofrezco un vistazo de mis nalgas todavía cubiertas por mi tanga, el hilo dental incrustado entre ellas casi invisible. Rápidamente me la quito para que las vea descubiertas, ahora solo queda mi ligero y las medias de seda. Opto por no quitármelas, me da un aire de prostituta pagada al servicio de mi cliente. Muevo mi mano derecha bajo mi espalda hacia mi clítoris, donde me froto mi concha con furia, y no mucho después de eso me corro violentamente gritando y aullando de placer. Gabriel ya ha aguantado suficiente, deja de tomar fotos por el momento, moviéndose detrás de mí, empujando su dura verga dentro de mí, lo que hace que un grito salga del centro de mí ser. Estoy demasiado mojada para que sea doloroso, pero de todos modos me tomo por sorpresa lo duro que me penetro. .
Sacando mi mano debajo de mí, me acomodo acercándome a él, pero con mis piernas extendidas lo más abiertas que puedo. Mis brazos se colocan a ambos lados de mi cuerpo mientras me folla. “Duro, más duro, más duro mi amor” le suplico. ” ¡Rápido, más rápido!” Le imploro. Me muevo, lo follo a él, gimo y gruño mientras él bombea su gruesa verga dentro de mí, forzándome a subir y bajar a su ritmo salvaje. Arriba y abajo, rebotando en la cama. Nos estamos fundiendo el uno con el otro, mi hijo, mi hombre, mi amante, mi macho está cogiendo a su madre, su mujer, su hembra.
Me acuesto completamente sobre mi estómago, mis brazos se extienden hacia adelante, agarrando la cabecera de la cama para poder empujarme hacia él, me muevo para que pueda envolver mis piernas alrededor de las suyas, mis nalgas levantándose para recibir su castigo. Mi hijo se aprovecha al máximo de esto, agarrando mis caderas y follando conmigo tan duro y rápido como sea humanamente posible. Él comienza a gruñir, está cerca. Él bombea fuerte, más duro, y aún más duro, aun penetrándome profundamente dentro de mí, sintiendo su deliciosa leche llenando mis entrañas. Respirando con dificultad, la mayor parte del tiempo me asfixia mi pelo que cae por toda mi cara. Terminando y no dejando que una gota de su semen salga de mí, como un perro abotonándose con su hembra en celo; se baja de mi espalda y se acuesta junto a su madre.
«¡Dios mío mama!» él dice.
Dándome la vuelta para acostarme de espalda, le digo tratando de tomar aliento: «Sí, mi amor, que rico estuvo, pero quiero que me des más».
Soy una puta insaciable, pero lo dejo descansar un momento y después de que bebe de una botella de agua, prácticamente lo ataco de nuevo. Agarrando, y acariciando su polla hasta que se endurece una vez más. Me subo encima de él, frotando mi concha lentamente sobre él, mojado su verga con nuestros jugos combinados de antes, lentamente, casi dolorosamente deslizándome poco a poco sobre su palo. Ambos gimiendo, coloco mis manos en su pecho y comienzo a moverme lentamente al principio y luego moviéndome más rápido y más fuerte. Girando mis caderas sensualmente en un baile insinuante, le gusta mucho que me mueva así y mi objetivo es complacer y satisfacer a mi hijo.
Moviéndose para que mis pechos cuelguen sobre su cara, que es una invitación que él toma muy felizmente. Los aprieta juntos, poniendo ambos pezones en su boca, chupando con fuerza. Jadeo, clavando mis uñas en su pecho, pero nunca dejo de mover mis caderas en un vaivén rítmico. Me inclino aún más, forzando mis pezones en su boca aún más, casi sofocándolo con mis tetas. No quedándome mucho tiempo allí, levanto mi torso irguiéndolo erecto y triunfante, tirando mi cabeza hacia atrás en éxtasi y el cogiéndome extremadamente fuerte. Más fuerte, más fuerte. Tan duro y rápido como le es posible. Mis caderas saltando y mi culo golpeando su polla en un sube y baja. Mi clítoris se frota bien contra él, pero estoy disfrutando esto demasiado como para correrme, así que disminuyo la velocidad.
Después de un rato, mi clítoris aun frotándose contra él, no me deja más remedio que escuchar los deseos y necesidades de mi cuerpo. Y, quiere y necesita correrse, lo suelto y no solo me corro por encima de él, también estallo en un rocío de mis jugos íntimos, llenando su abdomen y pecho de mi manjar de mujer. Está emocionado y eso lo empuja hacia el borde, agarrando mis caderas, forzando su verga, se corre con fuerza. ¡Absolutamente amo eso! Bajando nuestro ritmo hasta detenerme, lo beso, descanso un momento para recuperar mi aliento antes de alejarme de él con una sonrisa en mi rostro.
“Te extrañe mucho mi amor.” Le confieso.
“Y yo a ti mama, no puedo vivir sin tus atenciones.” Me dice.
Me doy la vuelta para que me abrase por atrás. Sonrío sabiendo que todavía y ojala por mucho tiempo sea yo quien le sacia sus necesidades sexuales. Pero no puedo dejar de pensar en los hombres que han pasado por mi cama en su ausencia. Si algún día se enterara, no sé qué pasaría. Pero ustedes mis lectores ya saben cómo soy, no me voy a negar mis necesidades de mujer tampoco.
Acostada en nuestra cama matrimonial con los brazos de mi hijo abrasándome y sus manos todavía jugando con mis tetas, mi respiración vuelve a la normalidad, en este abrazo íntimo, todavía puedo sentir su polla mojada en la raja de mis nalgas y pronto nos quedamos dormidos. Sueño con la posibilidad de encontrar en mi camino más vergas para disfrutar, así sean mis familiares o qué edad tengan.
Hasta la próxima mis bellos lectores.