Un conocido del gimnasio satisfaciéndome
Había pasado casi un mes desde que habláramos por primera vez y desde entonces supimos que conectábamos.
Rafa se llamaba. Me sacaba ocho años y en aquel momento yo tenía treinta y cuatro, por lo que él tenía cuarenta y dos. Llevaba dos meses en el gym cuando lo vi por primera vez y me llamó la atención. Un tío algo maduro, bien de cuerpo, y según lo que vi en los vestuarios durante los primeros días estaba muy bien dotado. No llevaba alianza por lo que supuse que no estaba casado y empecé a fijarme en él cada día.
Al principio fue un saludo, luego un… qué tal? Hasta que días más tarde nos pasamos wassup y comenzamos a hablar. La temperatura subió un día que me escribió de noche con la escusa de enviarme unas fotos sobre ciertos ejercicios para aumentar volumen en pecho, y a partir de ahí supimos que algún día follaríamos pues fue una conversación subida de tono y ambos buscábamos lo mismo, llegando al extremo de mandarnos fotos sensuales y desnudos.
Rafa era un tío simpático, amigable. Pero por wassup era cachondo y espabilado. Empezamos a tomar la rutina de hablar por las noches mediante wassup y un día me envió una foto de su rabo semi empalmado, aunque seguía sin haberlo visto nunca erecto del todo. No era nuevo para mí porque a diario lo veía en los vestuarios o por el gimnasio, pero si fue nuevo que estuviera en bóxer y con el rabo morcillón, a lo que tras mi comentario pareció gustarle el que me hubiera fijado.
Un día en las duchas nos liamos bajo el agua pero allí delante de cualquiera que nos pudiera ver en cualquier momento decidimos parar y no pasé de tocarle el paquete. Aquella noche me invitó a su casa pues vivía solo, pero me negué porque madrugaba al día siguiente y me era imposible. Dos días después lo invité yo a la mía y tampoco pudo. Y así estuvimos hasta que hoy, un mes después de verlo en el gym, voy decidido hacia la dirección que me dio porque sí podíamos quedar ambos.
A la hora acordada aparqué mi coche cerca del lugar y toqué el timbre.
-¿Sí? –Dijo Rafa a través del telefonillo-.
-Soy Dani, Rafa. Abre. –Contesté, y tras oir el abrir de la puerta entré en el portal y llamé al ascensor-.
Yo soy un chico majete y guapo según dicen. Al llevar en el gym unos cinco años puedo decir que tengo un buen cuerpo. Mido 1,77 cm y peso 72 kg. Soy de pelo moreno, piel clara, buen culo. Buen paquete. Visto de manera casual y no como los tíos modernos de hoy con esos pantalones que parecen mallas de tía. Me considero un tío masculino y todos los chicos u hombres en los que me fijo son así. No me va la pluma.
Rafa era similar a mí, pero más maduro. Eso sí, me encantaba su cuerpo, y no sólo por la buena polla que parecía tener, sino por todo su conjunto. Era de mi misma altura y aún conservaba todo el pelo, el cual era plateado debido a las canas. Él molaba porque había observado entre las máquinas que las mujeres lo observaban al pasar. Parecía y era más serio que yo, aunque allí, en su casa, me llevé una grata sorpresa.
Cuando llegué al piso ya estaba preparado. Vestía solo un bañador azul y estaba sin camiseta y sin zapas. Sonaba música lounge de fondo y era ya de noche pero tenía la mayoría de las ventanas de su casa abiertas de par en par y a través de ellas entraba el aire fresco de la noche. Se estaba muy a gusto. Rafa vivía en un tercero, en una calle normal llena de bloques, por lo que al otro lado de la calle se veía cientos de ventanas que miraban hacia allí.
-¿Quieres tomar alto? –Preguntó nada más entrar en su casa. Le contesté que no casi sin tiempo a penas pues se lanzó a por mí y me empezó a comer la boca-. ¡Qué rico estás, tío! ¡Y qué ganas tenía de esta… quedada!
Le comí la boca al igual que él a mí y me dejé meter su lengua en la boca mientras ésta tocaba mi paladar e impregnaba mi lengua con su saliva. A la vez comenzó a acariciarme el culo. Yo tenía puesto zapatillas, una camiseta algo ajustada y un pantalón vaquero corto y algo ajustado, pero Rafa metió una mano entre la tela y mi cuerpo y me sobó el culo. Pasó uno de sus dedos entre ambos glúteos y en aquel momento metió su lengua hasta el fondo en mi boca y llegó a traspasar mi anillo con aquel dedo que estaba seco. Lo sentí.
-Mmmm –Gemí-.
-Vamos a ponernos más cómodos, tío. Vamos a mi cuarto.
Durante el camino hasta allí, Rafa no dejó de sobar mi cuerpo y yo le agarré el paquete palpando su polla morcillona. Parecía muy buena.
Nada más llegar allí me desnudó dejando mi verga y el culo al aire y él hizo lo mismo con mi ayuda. Encendió una vela y abrió la ventana del dormitorio por lo que entraba una ráfaga de aire muy rica. Estábamos súper a gusto y tan sólo eran las once de la noche por lo que disponíamos de buen rato al no madrugar ninguno a la mañana siguiente.
Entre caricias y besos nos tumbamos en la cama y pude ahora ver bien su rabo en todo su esplendor. Al fin lo tenía duro. Más de veinte centímetros de rabo apuntaban al techo y nunca se lo había visto así.
-¿Qué? ¿Te gusta? –Me preguntó cuando vio que no dejaba de mirarle la polla empalmada y mi cara denotaba gusto-.
-Sí, claro. –Dije, y me arrodillé en la cama mientras llegaba con la boca a su entrepierna. Olía un poco a sudor y meo, pero también a jabón por lo que no llevaría más de una o dos horas duchado. Luego me metí su glande en la boca-. …mmmmm…
-¡Ah! –Gimió Rafa con gusto-. Eso es… chúpala.
Moví mi lengua para acariciar su capullo dentro de mi boca y empecé a salivarlo todo lo que pude. A la vez iba bajando mi cabeza y tragándome la mitad. Siempre se me dio bien tragar polla, y tragarla a tope, así que de primeras empecé a mamarla entera. Más de veinte centímetros entraron en mi boca y empecé a subir y a bajar mi cabeza.
-Ohh, cabrón. –Dijo excitado-. Cómo la mamas, ¿no?
Así estuve con aquella polla en la boca lo menos un cuarto de hora sin parar. Subiendo y bajando, subiendo y bajando. Me la tragaba entera, haciendo que su capullo entera por mi garganta y echando babas con mucho gusto para que Rafa viera como me resbalaba por la barbilla.
-Joder, Dani. ¡Cómo la mamas, tío!
Mamaba y mamaba. Me encantaba aquella polla. Recta y larga. Algo gorda pero sin llegar a ser exagerada, y con un glande rosado y brillante más que apetecible. Me entraba bien aún así.
Sin mediar palabra para no dejarme parar, me giró y levantó para que pusiera mi culo en su boca y empezamos un sesenta y nueve. Noté primero su lengua húmeda y vigorosa. Me recorría toda la raja del culo una y otra vez mientras se detenía en el esfínter y me metía fuerte la lengua en mi agujero para bajar de nuevo hasta llegar al perineo. A veces cogía mis cojones y se los metía en la boca, pero no cesaba en lamerme la raja y darme golpecitos con la yema de sus dedos en el agujero.
-¡Paf! ¡Paf! ¡Paf! ¡Paf! –Se escuchaba en la habitación-.
-¿Te la clavo ya? –Me preguntó Rafa viendo que yo movía la cadera con ganas. Al yo asentir me cogió de la mano y con cuidado me apoyó contra la ventana de la habitación y le di la espalda-.
Apoyó su polla en mi culo y de una enterrada me la clavó de un golpe.
-Aaaaaah… -Gemí yo como un cerdo-. Qué gusto, tío.
Rafa empezó a meterla y sacarla despacio mientras yo observaba la fachada del bloque de enfrente.
-¡Ah! ¡Ah! –Gemía yo mientras notaba como esa barra de carne me abría por completo en canal. Me llenaba el culo y la retraía para sacarla haciendo que yo culeara para que no dejara mi agujero vacío-. Dame fuerte, tío. Estoy acostumbrado.
Él empezó un mete saca más rápido y a la vez me daba alguna cachetada.
-Desde el primer día que te vi en el gimnasio quise follarme este culo. –Me dijo-. ¡Ah! ¡Cómo se abre! ¡Tu culo pide polla, tío!
-Tenía hambre. –Dije sensual y con cara de vicio-. Dame fuerte si quieres, tengo experiencia.
Y sin esperarlo Rafa no me dio más fuerte, sino que se lubricó los pulgares con saliva y fue metiéndomelos en el culo a la misma vez que su polla.
-Te entran dos fijo, niño. –Me dijo al rato, sin dejar de mirar mi agujero y contemplando cachondo como su polla me resbalaba ahora más en mi culo dilatado-. Tengo algún juguete, ¿quieres?
-Si te apetece.
Sacó el rabo de mi culo y me quité de la ventana para tumbarme a cuatro patas sobre su cama. Le vi sacar de un cajón dos dildos, uno de unos veinte centímetros y muy, muy gordo, y el otro era de largo como mi antebrazo y puño juntos, lo menos treinta centímetros de goma venosa. También cogió varios condones y lubricante.
Reparé en que me la había metido a pelo, pero es que últimamente todos los tíos que me querían follar me pedían no usar gomas, así que no dije nada y me limité a disfrutar de aquella polla, pues ya vería donde echaba la lefa.
Introdujo al menos la mitad del dildo largo y fue untándome de lubricante el culo a medida que lo introducía.
-¿Quieres popper? –Me preguntó-. Tengo.
-¡Sí! –Dije alegre, pues es algo que me hace ponerme muy cerdo y guarro-.
Tras aspirar ambos del botecito me dispuse a relajarme y dejé a Rafa hacer todo lo que quisiera. Yo estaba en la cama en aquella posición, y él detrás de mí y dándole la espalda a la ventana, por lo que el aire fresco entraba y nos refrescaba a los dos por igual.
-Aaah, Aaah, Aaaah, Aaaah… -Mis gemidos se oían por toda la estancia mientras Rafa jugaba con mi culo y con los dildos-.
-Te voy a intentar meter la polla, ¿vale? –Me dijo-.
Rafa me tenía el pollón largo de goma metido bien dentro cuando noté que acercaba su glande y escupía sobre aquel agujero cedido.
Lentamente lo logró. Al principio me dolió un poco, pero apenas nada si lo comparo con el placer que empecé a sentir mientras tenía el culo doblemente abierto.
-Uff, aaaah, ah, ah, qué gusto, niño… -Me decía-. …cómo tienes el culo, y cómo te entran, tío. ¿Puedo echarle una foto?
Lo pensé por un momento, pues yo también hubiera disfrutado viendo mi culo así de abierto con la polla de Rafa dentro y la de goma mientras él las movía las dos con el balanceo de su cuerpo. Me he dejado fotografiar o grabar sin que sacase la cámara mi rostro, y no tengo pudor a la hora de mostrarme desnudo pues mi figura gusta y empalmado mi rabo mide unos 18 centímetros. Pero no quería que parase, quería seguir disfrutando de aquel movimiento y de aquellas dos pollas en mi culo. Una real, y la otra de goma.
-No, tío. –Le contesté-. Paso de móviles ahora Rafa, ¡fóllame!
-Vale, no hay problema. –Dijo Rafa mientras siguió dándome por culo un buen rato más-.
Paró y sacó la polla de goma para follarme fuerte durante un rato con su rabo. Sabía que estaba disfrutando conmigo de lo lindo, pues sé que mi culo suele gustar. Tengo experiencia con tríos y a veces me han penetrado doblemente, por lo que no me achanto ante nada.
Metió entonces la otra polla, la que era más corta pero mucho más gruesa y las dos entraron bien también, y a la primera. La de él y la más gorda de las de goma.
-¡Joder, tío! –Me decía Rafa súper cachondo-. Hacía mucho que no disfrutaba así.
-¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! Pues dale. –Le dije mientras miraba hacia atrás y le miraba a los ojos-. ¡Dame más, por fa!
Noté como me echó en el ano más lubricante aún y metió su dedo pulgar, pero ya empezó a dolerme y él se dio cuenta, por lo que siguió metiéndome las pollas de gomas alternativamente junto con su polla.
Más de una hora de reloj estuvo disfrutando así de mi agujero, haciéndome cambiar de postura mientras me metía las dos pollas de goma y le chupaba su rabo, o alternándolas con su instrumento.
-¡Ah! Mmmmmm. –Nuestros gemidos se oían altos-.
Tras todo aquello le pedí que me sacara las de goma y se tumbara boca arriba sobre su cama. Así pude subirme sobre él y cabalgarlo mientras me pajeaba.
-¡Quiero repetir contigo, Dani! –Me decía Rafa antes incluso de acabar-. ¡Me corro! ¡Me corro!
-¡Lléname! –Le pedí mientras botaba sobre su rabo y metiéndome aquellos más de veinte centímetros dentro, pues quería que su orgasmo fuera bestial-.
-No, ven aquí. –Me dijo haciendo que saltase y me quedara sin rabo-.
Me dio tiempo a ponerme de rodillas al tiempo justo de ver como Rafa se ponía en pie sobre la cama y apuntaba con su cipote a mi cara y se pajeaba fuerte.
-Ya viene, ¡tómala! –Me dijo-.
Uno, dos, tres trallazos, cuatro y cinco. Todos al interior de la boca y labios, y con abundancia. Hasta que me metió toda la polla dentro de la boca y volvió a tocar mi campanilla con el capullo. El sabor de la corrida inundó mi boca y tragué leche con gusto. Joder, cómo tragué leche aquella noche, además de quedarme toda la cara manchada de los restantes tiros de lefa que me cayeron por la cara.
Luego, tras recuperarse, me hizo poner boca arriba y me mamó el rabo hasta que me corrí. La noche terminó genial y nos despedimos con muy buen rollo hasta el día siguiente que nos viéramos en el gym. Me vestí y me fui de su casa.
Ya en el coche y a punto de llegar a mi aparcamiento me vibró el móvil. Cuando estacioné el coche abrí y vi que la notificación era de Rafa. Me escribía y me mandaba varias fotos e imágenes.
En todas ellas se me veía a mí y a Rafa follando, comiendo rabo, o con mi culo y las dos pollas bien visibles dentro de mi culo. Habían sido tomadas desde una de las ventanas de enfrente al bloque de Rafa, a través de otra ventana. Nuestros rostros no eran muy visibles, pero sí las posturas o lo que hacíamos.
Sonreí y me sentí más guarro y cachondo viendo aquellas imágenes. ¡Qué polvazo!
-Mi vecino dice que estás muy rico. –Me escribía Rafa al wassup-. Y dice que si mañana quieres volver a venir a casa él también tiene otro buen rabo para que no te meta nada de goma. Piénsalo.
PD: Un gusto el que lo hayáis leído. me gustaría saber vuestras opiniones o consejos. Gracias.