Amalia es como un animalito asustado, sus hijos son dos fieras que disfrutan del incesto. Los tres dejan de lado los prejuicios y liberan sus ganas de sexo

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Amalia regresó a casa tres horas más tarde de su salida, a media mañana. Su cuñado la había encontrado muy desconcentrada y se había preocupado por ella, la había tratado de convencer para que fuera a descansar a casa. Pero lo cierto es que las imágenes de sus hijos follando en su propia cama no paraban de reproducirse en su mente una y otra vez, sumergiéndola en una aureola que le acrecentaba la preocupación. No sabía si hablar con ellos o hacerse la tonta, como si no hubiese visto nada, que todo siguiera su curso. Su hija esteticista de veinte años envuelta en una relación sentimental con un buen chico y el mayor Tito con veinte y dos, sin compromiso, estudiante de ingeniería. No entendía como Lorena se prestaba a las fantasías de su hermano del alma. Ella jamás había hecho esas cosas con un hombre, jamás le había hecho una mamada, jamás la habían follado como a las perras o hecho una paja cubana, y mucho menos chuparle los huevos por detrás como le vio hacer a Lorena. Descubrió que había sido una mojigata toda su vida, entregada a un solo hombre que resultó que no valía tanto la pena. Cerró los ojos rememorando la figura de su hijo desnudo, follándose a su hermana, y resopló ante un inesperado calentón que enardecía su sangre desde el bajo vientre, con la imagen del fabuloso rabo de su hijo hundiendose en el coño de su hermana…. El tamaño de aquella traca de caballo penetrando a la pobre niña casi indefensa, era demasiado para su raciocionio.

Recordó algunas de las ocasiones en las que hizo el amor con su ex marido reconociéndose excitada, con el deseó que estuviera allí ahora para desfogarse con una buena follada, no obstante solo se imaginaba haciendo el misionero con él. Necesitaba sofocar esa emoción lujuriosa y repentina. Sólo se masturbó de joven alguna que otra vez, pero desde que se casó jamás había vuelto, aunque sabía que lo haría inspirándose en la escena de sus hijos. Caminó hacia su habitación y al entrar se paró ante la cama, figurándose de nuevo la figura de su hija montada sobre su hermano. Necesitaba masturbarse, pero entonces oyó pasos por la escalera y, nerviosa, se puso a colocar el joyero de la cómoda. Su hijo irrumpió al instante con la mochila al hombro. Hola, mami, ¿qué haces?,  Acabo de llegar de la gestoría… Su hijo la observó un poco nerviosa…. Vestía una elegante falda que perfilaba su silueta, estaba muy hermosa. Amalia también le miró a él que vestía un vaquero y polo del mismo color. Reparó en el bulto que sobresalía en la zona de la bragueta. Tito soltó la mochila y se acercó a ella, le acarició el cabello por detrás con una mano y le besó cariñosamente. ¿Estás bien?, sé  que antes nos has visto, le dijo. Si hijo, Yo… Fue sin querer… Iba a… No pasa nada, mami, Lorena y yo, bueno, ya sabes, a veces nos desahogamos, pero sólo es un juego…. Pero sois hermanos Tito, no es como jugar a lar cartas… no está bien… Si pero nos tenemos cerca y nos queremos mucho como sabes, y yo sin pareja últimamente no nos importó probar¡El otro día vi cómo te afeitabas el chocho!, le soltó ante su asombro, eres una mujer muy guapa. Fue sin querer, pero mi hermana me vio y después hablando nos excitamos con la idea, es algo que no se puede remediar. Sólo es un juego. No hay de qué preocuparse. Máma, es natural que te halles excitada viendo cómo follamos mi hermana y yo… Tú te sientes muy sola. Amalia le miraba con cierta empatía, y además seguro que te han entrado ganas de masturbarte, Papá ya no está con nosotros y es comprensible que tengas esa necesidad. La agarró de la mano y la condujo hasta el borde del sofá cama. Amalia se dejaba llevar por la iniciativa de su hijo. Tito, esto no está bien. Chsss… Tranquila, quiero relajarte con un masaje, túmbate, ya verás que bien te vas a quedar. Es lo que necesitas.

Amalia era como animalito asustado y con ganas de descubrir nuevos límites… se tumbó boca abajo en el sofá cama, su hijo se arrodilló tras ella y comenzó a subirle lentamente la falda. Pasó por las ligas de encaje de las medias, en lo alto de los muslos, hasta ir descubriendo poco a poco unas bragas negras de satén. Le dejó la falda arrugada y ajustada en la cintura y a continuación le bajó las bragas con la misma lentitud, descubriendo su culo respingón y voluptuoso con una enorme raja y una vagina jugosa entre las piernas, un coñito muy bien depilado, con una vulva pulposa muy rica. Tito, electrizado, dedicó unos segundos a admirar aquel chocho tan jugoso, después le pasó las palmas por las nalgas a modo de caricias, Amalia se mantenía inmóvil ante las caricias. Comenzó a besar el culo al mismo tiempo que le manoseaba el chocho. Enseguida se aceleró la respiración de Amalia. Notaba el paso húmedo de la lengua y cómo se incrementaba el ardor de su sangre. Le separó los labios vaginales con ambos pulgares y le agitó la lengua en el fondo, como si fuera la lengua de una víbora y provocado por el delirio meneó ligeramente el culo sobre la cara de su hijo.

Con el lamido, Amalia contrajo el ano ante la sensación extraña de sentir la lengua en tan íntimo lugar, jamás pensó que alguien fuera capaz de hacer semejante cosa a nadie y menos a ella su propio hijo. Luego le esparció la saliva por toda la raja del coño con la lengua lamiéndoselo. Tito se puso de pie para bajarse el pantalón. Su madre aguardaba con el culo al aire y las bragas bajadas por las rodillas. Se quitó el pantalón y también el slip. Luego terminó de quitarle las bragas, le separó las piernas. Hurgó con la polla en los bajos del culo hasta que le rozó los labios vaginales buscando la bocana de ese suculento conejo hambriento…, en ese momento contrajo el culo por la impresión y él henchido de vanidad se la comenzó a hundir en el coño. Ella se encontraba entre extasiada e hipnotizada, pero lo que verdaderamente le ocurría era el dominio que ejercía aquel hombre ante la necesidad apremiante de sentir un macho dentro de ella. Tito tenía una polla de unos 17 centímetros con un glande que parecía una punta de lanza, con el capullo puntiagudo que va creciendo en grosor hasta los huevos, una herramienta perfecta para entrar fácil e ir expandiendo la vagina en la penetración, por lo que en cada mete saca el coño, produce la expansión y la contracción del coño al ritmo de las clavadas del semental, dándole el máximo placer a la hembra en el clítoris con la base de los huevos. Amalia como un animal inmóvil presa de su depredador se dejaba hacer, no importaba quien le hurgaba el conejo, se imaginaba a cualquier otro que no fuera de su familia y que aquello no era un incesto; había pasado mucho tiempo en el dique seco y estaba muy necesitada de que un macho se la follara. Cerró los ojos y se dejó vencer al placer canal.

Su madre emitió un jadeo muy continuo ante la penetración. Se la clavó entera y se mantuvo inmóvil unos segundos con la polla encajada para disfrutar de la presión y del calor húmedo de la vagina materna, pero enseguida comenzó a follarla cadenciosamente hasta lograr un ritmo era follada apresuradamente elevándole el culo y apretando con potencia hasta topar con su pared vaginal. El sofá chirriaba ante las duras acometidas y alertó a Lorena. A los pocos segundos descubrió que su hija seguía cada penetración, se miraron a los ojos al tiempo que su hijo la follaba. No pudo remediar los estruendosos jadeos ante el aluvión de placer. Le aplastaba el culo en cada clavada y cada vez la penetraba más deprisa, su coño se abría y cerraba en cada embestida, era una sensación orgásmica que no había tenido con su padre de miembro más fino y homogéneo en diámetro; hasta que unos instantes más tarde se detuvo en seco, con toda la polla metida hasta la raiz. Lorena le agarró lo único que quedó sin enterrar…los testículos de su hermano, se lo asió por debajo de su culo como para escurrirlos, masajeándolos con los dedos. El semental continuó cual martillo pilón perforando a su madre… «Vamos Tito demuestrale a mamá lo buen macho que eres… ¡Clavasela hasta el estómago!», fue arreciando la incursión hasta que su madre cerrando los ojos e interiozando todas aquellas sensaciones que la sofocaban, percibió el chorro de leche dentro de su coño y varios bufidos de Tito sonaron al correrse, soltando la presión del subidón de adrenalina. Amalia recibió confusa, el semen caliente, entre lo bueno y lo malo mientras el chico convulsionando terminó de eyacular hasta la última gota de tan sorpresiva follada. Después se incorporó para sentarse y echarse hacia atrás. Le pidió a su hermana que se la chupara un poquito, por favor… y Lorena no dudó en limpiarle la polla de los restos de jugos vaginales de su madre y parte del engrudo que logró salir con el badajo.

Después Amalia se arrodilló encima del sofá y se echó sobre la barriga de su hijo, cogiéndole la polla y acercando la boca para lamerle el capullo impregnado de saliva de Lorena. Al mismo tiempo, Tito le acariciaba el culo. Mientras lamía, miraba fijamente hacia Lorena que observaba la maestría de la madre. Tito con la mirada invitó a Lorena al banquete, primero le acarició los muslos y después acercó la boca a los huevos de su hermano para lamerlos. Le estampaba besos hundiendo los labios en el escroto y le mordisqueaba las bolas para saborearlas como si fueran caramelos metiéndoselos en la boca. Amalia y Lorena se miraban a los ojos mientras lamían sin descanso, una lamía sobre los huevos y otra ensalivando la polla por todos lados. Poco a poco, Lorena fue deslizando los labios hasta el tronco de aquella recia verga y así, juntas le llenaron el cipote de saliva dejándoselo brillante. Hipnotizadas por el hechizo de Tito ambas hembras adoraban su hombría. No cabía duda para Titp que tanto su hermana como su madre eran unas hembras muy necesitadas. El coño de la madre chorreba esperma en un reguero espeso que se deslizaba camino a su culo, la cantidad de semen solía ser cuantiosa en cada eyaculación…. Ya jadeaba Tito de manera nerviosa, así es que su madre elevó un poco la cabeza para sacudirle la polla mientras Lorena se ocupaba de acariciarle los huevos entre las piernas, así hasta que emanaron varios chorros de semen transparente que se derramó en la cara de Lorena. Amalia, bastante sonrojada, se incorporó y se puso de pie. Lorena hizo lo mismo, sonriéndole a su madre, porque ahora cada una se había llevado su ración de esperma, demostrando que el macho de la casa tenía capacidad para cubrir a las dos hembras con el néctar que ellas esperaban… ¡¡Eres un macho alfa!!, dijo Lorena.

Qué gusto más grande, qué bien lo habéis hecho aunque me da mucha vergüenza… reconoció Amalia dirigiéndose a los dos, y sabéis que es del todo inmoral. Tranquila mamá, sólo hemos pasado un buen rato, añadió Lorena para calmarla, nadie se va enterar, ninguno va a contar nada, porque «Todo queda en casa». Voy a lavarme, les dijo la madre, y yo también dijo Tito. Desplegó una sonrisa cómplice sin saber oponerse. Irrumpieron los tres juntos en el cuarto de baño totalmente desnudos. Sentada en el váter, Amalia se puso a mear, ese panorama no se lo perdió Fernandito, se agachó y le abrió las piernas, pronto comenzó a ver caer el chorro de pis, mientras su falo casi le roza el suelo. Después se prestó voluntario para asearle el coño, mientras ella disfrutaba observando cómo su hijo le aseaba el chocho con una toallita húmeda, la puso de pie y le pasó la toallita a todo lo largo de la raja del coño, para luego secárselo con suavidad con una toalla. Gracias hijo, dijo como tonta. Me siento rara,recordando algunas cosas de la escena familiar anterior, un trío aún inconcebible en su mente. Lorena se prestó voluntaria a lavarle la polla a Tito, se colocó frente al lavabo, con la verga por encima del borde y abrió el grifo. Lorena se colocó a su lado, se enjuagó las manos y luego se las enjabonó para frotarle bien la verga y los huevos. Tras aclarársela con agua, cogió una la toalla y le secó cuidadosamente con miradas de complicidad, aquella vez no había sido la primera, estaba claro. Nunca había tenido sensaciones tan llenas de frenesí al practicar el sexo, sus hijos le había inducido una ninfomanía fugaz que iba a costar superar. Debía hacer un esfuerzo y hablar seriamente con ellos.

Llegó la noche. Amalia procuró cenar temprano para no coincidir en la mesa y descansar. Le daba vergüenza mirarles a la cara y no sabía que aptitud adoptar ante ellos todavía. Le dio un beso a cada uno y dijo que le dolía la cabeza, que necesitaba dormir un poco, y se encerró en su habitación. Lorena preparó el vaso de leche de soja con la pastilla de viagra que ambos habían comprado para subir de nivel de frecuencia de sus polvos… Toma cariño las vitaminas del macho alfa, supongo que la has echado entera ¿verdad?, si, esta noche va toda entera.  Amalia en su habitación se desvistió y se puso un pijama blanco de raso, muy brillante, compuesto por un pantalón muy suelto, una camisa y sin bragas. Estaba deshaciendo la cama cuando su hijo irrumpió en la habitación sin previo aviso. Avanzó hacia ella despacio. Llevaba encima un albornoz a medio abrochar y pudo apreciar que no llevaba nada debajo. Tras él entró su hija, con su habitual camisón rosa, parada junto a la puerta. Mientras su hijo le magreaba las tetas, pudo comprobar la excitación de su hija Lorena, quien se había metido la mano por debajo del camisón para masturbarse con aquella situación. Se meneaba el chocho con la mano dentro de las bragas. Tito, Lorena, por favor, esto es una locura. Creo que hemos tenido bastante.

Su hijo le agarró el pantalón por la cintura y se lo bajó con suavidad, dejándola desnuda. Él se desabrochó el albornoz, quedando desnudo también; se agarro la polla tiesa y rebuscó con ella en la entrepierna de la madre, hasta que encontró con su glande la raja entre los labios vaginales. Viendo que era inútil oponerse, se unió al enemigo, de esta forma la batalla sería menos sangrienta y todos ganarían. Ella le ayudó a posicionar la punta del capullo en al agujero y con una mirada de complicidad le dio la orden de clavarla, se la clavó de un golpe seco; Amalia contrajo todo el cuerpo, estirando las piernas y los pies y extendiendo los brazos hacia los lados. Y comenzó a follarse a su madre elevando el culo y bajándolo de manera contundente, penetrándola hasta los mismos huevos, con embestidas enérgicas que la obligaron a gemir. A su lado Lorena se masturbaba observando la follada tan buena que estaba recibiendo mamá. Aceleró la penetración, bombeándole el chocho con fuerza, el coño bien lubricado, se abría y cerraba a un ritmo vertiginoso. Amalia había comenzado a sudar, se sentía llena de carne trémula, rígida y ardiente…, su frente hervía con gruesos goterones y el pelo se le empezaba a humedecer. Gemía sin descanso, en consonancia con las clavadas. Lorena se dirigió a su madre y le dijo, mamá disfruta bien estos polvos, pocos hombres tienen esta verga y la capacidad de follar de Tito. Su polla la tenemos a nuestra disposición. Tito es un semental incansable, me ha llegado a follar hasta cinco veces en un solo día. Amalia escuchaba atónita al tiempo que era ajada con aquel ariete que la partía en dos, llegando a lugares indómitos dentro de su útero…. Tenía las piernas muy separadas, con su hijo en medio y el coño muy abierto, por lo que la verga resbalaba con facilidad hacia el interior. Lorena se puso detrás de su hermano para besarle el culo y lamer su ano a la par de sobarle los huevos apretando cuando estos chocaban contra la vagina de su madre. Sin el camisón refregó las tetas por el culo de su hermano sujetándosela por la base. Ante semejante roce, Tito aceleró violentamente obligando a su madre a emitir gritos en vez de los gemidos que expelía de su boca. Notaban cómo la vagina materna chorreaba flujos producto de los orgasmos, con un color blanquecino y espeso. Tito aceleró las embestidas y de pronto frenó con la polla dentro, un nuevo chorro de leche caliente le descargo en lo más profundo de su coño acogedor, ayudado por el cosquilleo de la lengua que le proporcionaba un gusto tremendo, su hermana le lamía cada testículo lengüeteándolos como una perra. Unos instantes más tarde, Tito fue sacando el extenso rabo del coño de su madre y Lorena terminaría de beberse la última gota de leche expelido, al tiempo que se fijaba en el fino reguero que rezumaba de los labios carnosos de su madre.

Amalia se mantuvo tumbada, con las piernas separadas, el coño abierto y enrojecido por la salvaje penetración. Pronto fluyó un hilo de semen viscoso que anegó la raja de coño y resbaló hasta el culo. Tenía la vagina repleta de semen y fluido vaginal propio, demasiado a pesar de tener una oquedad hermosa y madura. Se posicionó con la ayuda de Tito a lo largo del sofá con las piernas abiertas y un pie en el suelo. Su hija se inclinó sobre el coño de su madre para chuparle y relamer el semen y flujo vaginal que le salía; ante tal postura Tito se puso detrás de su hermana y con suma lentitud le acarició el culo. Controlando la cadera dirigió la verga al coño de su hermana y la metió poco a poco en el chocho carnoso, un coño hinchado más semejante al de una niña que al de una mujer madura, se la hundió hasta pegar la pelvis a sus nalgas. Lorena no cesaba de chuparle el coño a su madre, degustando el cóctel de semen y flujo. La follaba muy despacio, extrayendo la polla muy sosegadamente y volviéndola a hundir con la misma lentitud. Minutos más tarde, Tito sacó la verga, le dio la vuelta a Lorena y la volvió a penetrar por delante, Amalia y Lorena se chupaban las tetas, Tito le clavó la polla hasta que los huevos chocaron con el chocho…. Amalia le puso el coño a su hija, sentándose encima enfrentada a su hijo que follaba hábilmente a la niña. Aquella posición era la ideal para hacer un trío dado que formaban un círculo contínuo donde Tito se follaba a su hermana por el coño al mismo tiempo que sobaba las tetas de su madre con la que intercambiaba la saliva de sus bocas en un beso húmedo y encarnizado, y su madre a mismo tiempo era devorada por el coño y ano por su hija. En tal posición continuaron durante otros diez minutos hasta que el macho eyaculó… un pequeño chorro de leche inundó su vagina tras un par de clavadas secas en el fondo. Al terminar, Lorena se levantó y su hermano la abrazó por detrás apoyando la barbilla en su hombro, ambos con la mirada dirigida hacia su madre, quien aún tenía el chocho empapado y salivado por su propia hija. Con esfuerzo, se incorporó y se dirigió al baño para lavarse y preparase para ir a dormir a su cama. Ambos se acercaron y la besaron en la boca, Tito se entretuvo mucho más jugueteando con su lengua y palpando su conejo.

Después Tito y Lorena abandonaron juntos la habitación. Amalia no durmió, no paró de dar vueltas en la cama durante toda la noche, porque Tito hasta ahora no había tenido un comportamiento fuera de lo común. Las novias que había tenido a veces se las follaba en casa sin ningún problema, con condón y nunca pasaban de un polvo que a ella le pareciera, por eso estaba algo preocupada. Además follar a su hermana y a su madre no parecía nada adecuado. Por otro lado el incesto la excitaba de aquella manera haciéndola sentir como una lasciva perversa ¡Tal vez somos nosotras las que le provocamos! A media noche Amelia tuvo necesidad de ir al baño a mear ante tanta excitación vaginal suministrada por las folladas de su hijo, ya eran las tres de la mañana y les escuchó gemir como animales. No paraban de follar, estaban inmersos en una follada bestial, Lorena y Tito eran casi insaciables, eran jóvenes pero demasiado activos, pensó. Se bajo los pantalones sin bragas y descargó con un chorro grueso; se comenzó a masajear el clítoris oyendo sus gemidos, con los ojos cerrados percibía incluso los chasquidos de sus cuerpos al golpearse. La imagen de la polla de Tito abriéndole el coño la inspiraba a meterse los dedos hasta los nudillos. Por un momento deseaba estar en lugar de Lorena, en esos momentos, su masturbación solo era un sucedáneo del placer que le proporcionaba la dura verga de su hijo a Lorena. Pero mejor no, tengo la vagina demasiado irritada, no soportaría otra follada brutal, pensó; siguió con su masaje en el clítoris hasta alcanzar su orgasmo y calmar la necesidad.

A las ocho de la mañana se sentó en el borde de la cama. Se había puesto una camisa brillante de raso, color azul celeste, con la base por las rodillas, finos tirantes y un escote amplio anudado. Su hija Lorena entró en la habitación ya con el uniforme puesto y se acercó hasta ella le dio un beso y se despidió. Al momento entró Tito y se preocupó por el estado de ánimo de su madre…. No pasa nada, hijo, de todas formas no está bien. Somos familia, Tito, yo sé que tú eres muy joven y a tu edad los jóvenes sois como sois, pero…  No creo que sea tan grave, Lorena y yo nos relajamos y pasamos un buen rato. ¿O no pasaste un buen rato?, claro que sí, fue digamos algo alucinante, como un sueño que te despiertas y piensas que nada ha ocurrido, pero estás completamente sudada. Tito se acercó y le abrió el camisón dejándole las tetas por fuera del escote, y se deslizó por encima de la tela satinada hasta meterse por debajo del faldón. Amalia cerró los ojos cuando le metió la mano por dentro del tanga, palpándole levemente el chocho antes de comenzar a manoseárselo. Le frotaba con la yema toda la raja hasta que poco a poco le fue clavando el dedo corazón hasta el nudillo. Amalia emitió un gemido con los ojos cerrados. Le continuaba enredándole el cabello con la izquierda al tiempo que la masturbaba con la derecha frotándole el clítoris. ¿Nunca se la habías chupado a hombre? Amalia apoyó la sien en el hombro de su hijo para resistir las incesantes acometidas del dedo. Le había agarrado la polla que iba endureciéndose con el paso de los segundos y aquello tenía pinta de acabar dentro de su vagina si no lo evitaba de alguna manera.

La ayudó a quitarse el camisón, dejándola sólo con el tanguita rojo y los tacones, y él se despojó de los  pantalones. Tito se posicionó frente a la cómoda, con el tórax erguido y su madre de espaldas al espejo, de esa manera la veía por delante y por detrás a la vez. Su madre le empezó a besar en la boca metiéndole la lengua; miro hacia abajo y Amalia tenía ante sí el pollón de su hijo, lo miró y vio los huevos enormes que le colgaban entre las piernas. ¿Mamá porque no me haces una mamada?, ella accedió, siempre sería mejor que una follada. Erguido con las piernas separadas ella le cogió la polla y le deslizó el prepucio dejando el glande al descubierto, estaba brillante y duro, parecía una ciruela madura. Pensó que sería bueno imaginar que lo era, de esa forma no le daría tanto asco, a pesar de que el día anterior se la mamó sin remilgos y le gustó. ¡Dios mío es enorme! y ¡Cómo huele a macho! Y sus huevos también, Se le dilataban las fosas nasales y su sabor se impregnaba en las papilas gustativas. Comenzaba a cogerle el gusto a la relación incestuosa. Amalia se arrodilló entre sus piernas, con sus tetas sufriendo ligeros vaivenes, con la delantera del tanga ligeramente ladeada hacia un lado, con parte de la rajita del chocho visible; se puso de rodillas para tener mejor acceso a los cojones de su hijo y empezar a lamerle los huevos mientras él se masturbaba. Las bolas subían y bajan por las embestidas de la lengua en su escroto, después abría bien la boca y se tragaba una de sus pelotas ensalivándola entera, cambiaba de testículo y le aplicaba el mismo castigo. Nunca se había comido unos huevos, y los de ese macho desprendían un fuerte aroma a testosterona, pero estaba claro que le gustaban. La comida de polla y el calentón de esa madrugada en el aseo necesitaban una follada para calmarla, pero su vagina requería un tiempo de recuperación, por eso accedió a saciar a Tito solo con la mamada.

Su hijo extendió el brazo izquierdo, le sacó la tira del tanga de la raja del culo y la apartó a un lado, como deseoso de que la mamada se la hiciera con el culo al aire. Luego volvió a relajarse cuando ella siguió machacándosela despacio, percibiendo el hormigueo lento y húmedo de la lengua por sus testículos colganderos forrados de gruesas venas azuladas, enjuagándoselos en saliva. Se miraban mientras ella lamía y le masturbaba con un movimiento entre el glande y los huevazos. Por el espejo se fijaba en su culo voluptuoso y en la raja del coño semi abierto, depilado y reluciente por el flujo que humedecía la vulva. Sus tetas colgantes balanceaban como dos campanas. Chúpame la polla, estoy my caliente…, ella cada vez la engullía más adentro. Amalia irguió el tórax, le sujetó la verga por la base y se la comenzó a menear al mismo tiempo que le lamía el capullo con toda la lengua fuera. Tito alisaba el pelo a su madre, mimándola, alternando con fuertes masajes en sus tetazas con ambas manos como si las amasara. A los pocos segundos era él quien comenzó a follar la boca dando a conocer a su madre que estaba a punto de correrse y ella aceleró la felación comiéndose y absorbiendo el glande. Enseguida, la verga comenzó a derramar leche sobre la lengua de Amalia, una leche blanca y gelatinosa que procuraba irse tragando, aunque algunas gotas le resbalaron por la barbilla y hacia los lados de la boca. Tito se relajó mediante bufidos. Amalia apartó la cara asestándoles tres sacudidas secas, como para escurrirle bien, luego se la soltó y se limpió la boca con el dorso de la mano. Se arreglo la ropa y se marchó al trabajo.

Por la tarde-noche, Amalia se encontraba en la encimera preparando la cena. De pronto, sintió que su hijo se pegaba a ella y la abrazaba manoseándole las tetas por encima de la camiseta y besándole suavemente el cuello y la nuca. ¡Hijo! ¿Qué haces? Por favor, no es momento, la cena… Te deseo… le susurró en la oreja, metiéndole una mano por dentro del escote para agarrarle una teta por la base. No, hijo, no, por favor… Trató de desembarazarse de él, pero continuó hostigándola. Necesito follarte… Le subió la falda apretada que llevaba hasta la cintura y dejó al descubierto las bragas de encaje. Ella intentó evitarlo, pero él consiguió bajárselas. Tito sólo se liberó de sus calzoncillos aireando su gran polla con los huevos redondos y duros. Con la mano derecha le sujetaba de un hombro y con la izquierda se guió la verga a los bajos del culo de su madre que tuvo que agacharse un poco por los tacones que la hacían un poco más alta, así Tito pudo enfrentar la cabeza de turco de su polla con la raja del chocho y clavársela poco a poco. Enseguida pegó la pelvis al culo de su madre, con la verga encajada hasta el fondo. Amalia jadeó mirando hacia al lado. Con ambas manos le abrió la camiseta hasta dejarle las tetas libres. Y Tito comenzó a contraer el culo aligeradamente para follarla sin apenas despegarse de las nalgas maternas. Las tetas se balanceaban de arriba a abajo al mismo ritmo que le producía las penetraciones por detrás de su madre, quien lo recibía queriéndolo despachar pronto.

De pronto apareció Lorena al oír los jadeos secos que ambos desprendían cuando procedía a desvistiéndose para ducharse después de un largo día de trabajo en la clínica. Su hija se excitó al visualizar el baile alocado de las tetas ante las continuas penetraciones que ambos mantenían en el polvo contra la encimera. Le daba de manera muy seguida, sin pausa, meneándose sobre el culo, así hasta que de repente se detuvo emitiendo un jadeo profundo. Amalia cerró los ojos al notar como se le ponía dura y la clavaba hasta los cojones para producirse el derramamiento severo de esperma dentro de su coño. Lorena siempre dispuesta a ayudar a su hermano, le amasó sus huevos. Cómo me gusta metértela mamá… Por favor, hijo… no puede ser bueno para tu polla tantos polvos seguidos, tus testículos no paran de fabricar leche…, hijo somos dos mujeres, pero no tienes porque follarnos todos los días. Tito se despegó de ella extrayendo la tranca, un rabo embadurnado de fluido vaginal espeso. Es que me gustáis mucho las dos mamá. Sin embargo Lorena que acababa de llegar del trabajo, no estaba de acuerdo y le dijo a su hermano, Cariño, necesito un poco de lo que le has dado a mamá, y tocándose su clítoris, siguió diciendo. Yo también necesito que me folles como tú sabes hacerlo. Amalia condescendiente, besó a su hijo y al oído le susurró…, folla a tu hermana que tengo hambre y ganas de descansar de todo día bregando. Lorena se apoyó sobre la encimera y se bajo las bragas a los muslos; la erección que tornaba a bajar volvió a su posición al ver el culito de su hermana y sin más dilación la enfiló en su raja, penetrándola poco a poco porque Lorena tenía un coño más estrecho que su madre. Fue adquiriendo cada vez más ritmo acompañado de penetraciones más profundas. Amalia se subió a la encimera y Lorena le empezó a comer el coño a su madre, mientras Tito había cogido un buen ritmo desde el glande hasta los huevos.

Lorena se subió a la encimera y su hermano le abrió las piernas y mientras su madre la masturbaba, Tito le penetraba la vagina húmeda, todos observaban como se le ensanchaba y encogía el coño en el mete saca, cuando la leche estuvo a punto de salir Lorena bajó al suelo se arrodilló ante el falo de su hermano y con las sacudidas que Amalia le dio a la polla consiguió el chorro de leche que entró directo a la boca de su hija, después chupó todo el capullo y absorbió para no dejar nada de semen fuera de la polla de su hermano del alma.  Enseguida, Amalia se cerró la camiseta, se puso las bragas y se bajo la falda volviéndose un poco disgustada hacia sus hijos. Taparos y salir de aquí a refrescaros con una ducha fría. Hijo lo tuyo es impresionante ¡¿No se te agotan las ganas de follar?! Tito y Lorena se fueron directos a la ducha juntos y bajaron arreglados para la cena que Amelia había preparado para los tres.

Ese fin de semana Amalia tenía que marchase a un evento relacionado con la gestoría. Tito y Lorena se quedaron solos en casa. Los dos estaban sobre las lonas y Lorena tomó la palabra, Oye Tito ¿Por qué a los hombres le gusta que las mujeres tengamos el coño depilado?, bueno dependerá del gusto de cada uno.  ¿A ti por qué?a mí por tres razones: la primera es cuestión de higiene, un coño sin pelo parece estar más aseado, la segunda es una cuestión de estética, me gusta ver el coño y el clítoris despejados cuando me los estoy follando; y la tercera es una cuestión que tiene que ver con el mito del cuerpo virginal de la hembra, cuerpo de mujer y chocho de niña. Y ¿Por qué te gusto yo? Le pregunto a Lorena…, pues básicamente porque tienes una polla enorme con unos cojones de vicio, un olor a macho que me embriaga y que eres el único hombre que ha sido capaz de hacerme multiorgásmica, además de tenerte a mano. La conversación los puso calientes y estaban solos en casa. Con muy poco se excitaban y se ponía cachondos. Tito se irguió en la hamaca para quitarse el albornoz y bajarse el slip para exhibir la increíble longitud de la verga, Lorena se puso de pie y se quitó la camiseta sacándoselo por la cabeza, exhibiendo sus tetas desafiantes y su vientre liso, a continuación se bajó las bragas mostrando su chocho abultado con una raja muy bien perfilada y profunda. Las tetas de su hermana se mecían como flanes de gelatina. Tito se reclinó todo lo que pudo y elevó las piernas para que su culo sobresaliera del asiento, casi con las rodillas rozándole los hombros. Lorena se arrodilló ante él curvándose, acercando la cara a los bajos de los huevos. A cuatro patas, comenzó a lamerle la polla como si fuera una perra, deslizando la lengua hasta los huevos, el perineo y llegando a chupar su ano. A veces se detenía en las bolas y se las besaba o le daba un mordiscón con los labios, pero enseguida subía hasta el glande. Sin tocarse, sujetándose las piernas para no bajarlas, la polla se le iba hinchando con el continuo recorrido de la lengua mientras le besaba los cojones pendolones y la base de la polla. Era una maestra lamedora.

Ay, cabrona, qué bien nos entendemos tú y yo… Ahhh… Su hermana le hizo una peineta con el dedo ¿Quieres que te la meta por el culo? Sí, fóllame, le pidió irguiéndose. Tito se levantó y Lorena se puso de pie para sentarse en el sofá y reclinarse hacia atrás, con la coronilla apoyada en los bajos del respaldo. Las tetas puntiagudas se quedaron erguidas desafiando a la gravedad como dos flanes. Su hermano se arrodilló y le separó las piernas elevándoselas. Tenía ante sí el chocho abierto y seguido la raja del culo sobresaliendo del cojín. Se agarró la polla y la condujo cuidadosamente hasta clavársela por la vagina, para lubricar la polla, tras varias embestidas en el coño, la sacó y colocó la punta del capullo bien lubricada en el agujero del culo con ganas de taponarle el ano. Ella misma se llevó las manos al coño para masturbarse. Le clavó el capullo y Lorena se mordió el labio para no gemir. La sujetaba por las caderas para empujar. Le hundió media polla. Desesperada, se abría el chocho severamente mostrando la carne viva de las profundidades. Terminó por clavársela entera y disfrutó unos instantes sin moverse, con la polla encajada y presionada en el ano de su hermana. Se miraban a los ojos. Ella respiraba mediante bufidos para no jadear. Se separaba los labios vaginales para palparse con las yemas de los dedos la sensibilidad del clítoris. Se chupo los dedos y repartió la saliva con los dedos sobre la verga dura que su hermano le estaba clavando queriéndola lubricar más.

Se dieron la vuelta y Lorena se colocó encima mirando a su hermano, ofreciéndole las tetas y los pezones como ciruelas para que los mamase mientras se clavaba la polla por su culo de nuevo, comenzó a contraer las nalgas para que le follara el ano, débilmente al principio, como si le costase trabajo entrar y salir. Lorena cabeceaba con los ojos entrecerrados, mientras Tito le masturbaba al son de la lenta enculada. Tito se echó hacia arriba para lamerle las tetas mientras la follaba con el mismo ritmo pausado. Ella le abrazó arañándole los hombros con sus uñas. Procuraban ahogar los gemidos para no hacer ruido. A veces Tito levantaba la cabeza para volver a mamar de los pezones, succionarselos y mordisquearlos. Aligeró las contracciones de las nalgas bombeándole el ano con más facilidad. El culo de Lorena subía y baja con mucha agilidad y la penetración llegaba hasta los huevos, tenía el ano completamente expandido a merced del pollón de Tito que disfrutaba de la estrechez del esfínter de su hermana que le apretaba la verga como para escurrirla y del campaneo de su tetazas que su boca no abarcaba a comer y mamar hasta que se irguió exhalando de forma muy continuada. Lorena culeaba agarrada a los brazos de su hermano aferrándose con fuerza. Tito dejó de moverse envuelto en un suspiro, vertiendo toda su leche dentro de su hermana. El chocho se humedecía por la afluencia de flujo vaginal, un flujo viscoso y transparente que manaba del fondo de la rajita. Tito le sacó la polla despacio dejándola con el ano dilatado e irritado de la follada salvaje. Lorena se recostó sobre la lona de la hamaca agotada. Había sido rápido y brutal.

Se fijó que del chocho emanaba un hilo de flujo vaginal y del ano asomaba un poco de semen. Se curvó y le lamió la almeja con tres pasadas, pasándole toda la lengua por encima. Lorena, como insatisfecha, meneaba la cadera, bajó del sofá y arrodillada probó el semen que aún le brotaba de la polla de su hermano. Después se irguió relamiéndose los labios. Ella se acariciaba las tetas tratando de normalizar la situación. El fin de semana era largo y con muchas ganas de follar, no dejaron ni un rincón sin probar, y gracias a la buena temperatura de la casa pasaban todo el día semidesnudos o desnudos literalmente, comían pizzas e incluso follaban mientras comían, Lorena se comió más de un trozo de pizza con un chorro de semen caliente sin ningún disgusto. O cuando él iba a mear ella le acompañaba para sujetarle la polla y después de la última gota le hacía la mamada del siglo, para acto seguido follar su chocho húmedo hasta que los huevos le golpeaban en la boca de la vagina, todo olía a macho y hembra en celo. Ese fin de semana contabilizaron más de diez polvos… el coño de Lorena, su ano o su boca no pararon de tragar semen. Tito tenía tres agujeros a los que servir con una sola polla y un par de huevos que se portaban bien suministrando lefa a gogó, se volvía insaciable y con su carita de ángel a él le era difícil resistirse a follarla para facilitarle su chorro de leche. A ella toda la comida le sabía a esperma de su hermanito del alma.

Rebeca es preciosa un encanto de niña traviesa que hizo del sexo con su hermano un juego divertido e irrespetuoso con su madre, Amalia pensaba que Tito pervertía a su hermana cuando era todo lo contrario, su hija le espoleaba a tener relaciones incestuosa con ella y después con la madre. Tito se dejaba ganar a sabiendas que él se llevaría la satisfacción de follar a “tuti plen”. Recostada sobre la cama muy de mañana, elevó su cadera rogando que la follara por el culo. Tumbada boca abajo se encendió otra vez, evitó mirarle de forma directa. Tito se venció encima de ella y casi diría que la forzó, aunque no fue así, la acariciaba y masajeaba entre besos fuertes y caricias, hubo un momento en que ella cedió dejándole tomar el control, resignándose a lo inevitable y preparándose a disfrutar de ello, sintió que su deseo superó la barrera mental, más que física. Se abrió la raja de sus nalgas y le bajó, casi arrancó el tanga de un tirón, le recibió cálida y húmeda como siempre, y quiso castigarla por algo, aunque no tenía claro que era. Durante diez minutos la penetró con fuerza hasta hacerla delirar, su cuerpo rebotaba de sus embestidas, tumbada boca abajo en la cama, se retorcía al sentirlo. Le dio la vuelta y comenzó a comerla las ubres de madona amamantadora, pegándose a su cuerpo con sus brazos, gritando como una poseída que era suyo al sentir su orgasmo. Tras otros tantos minutos follándola de frente se venció encima de ella, sudando y derramándome toda la leche en su interior, le vació de nuevo los huevos con ganas de morir en ese instante, esa muerte dulce que se siente al eyacular severamente.

Pasó un buen rato hasta que salieron a ducharse y comenzar un nuevo día que pasarían en el mar. En el agua volvieron a follar, cada instante que pasaban juntos era una experiencia de la que sacar partido y Lorena sabía cómo hacerlo. Sin precauciones fue inevitable que a Lorena le hiciera una barriga su hermano en ese fin de semana de lujuria desenfrenada y como por simpatía, su madre Amalia también quedó preñada de Tito. Esto parecía menos razonable, pero si tenemos en cuenta que Amalia no tomaba precauciones al no tener relaciones estables, entonces si era normal. Era curioso ver a las dos mujeres con sus panzas de aquí para allá, haciendo sentir orgulloso al macho alfa y semental de ambas hembras. De modo que pasados los meses dos bebés llegaron a casa con apenas tres semanas de diferencia, una niña de Amalia y un niño de Lorena… dos generaciones de hembras inseminadas por el mismo semental, sin embargo nada de lo sucedido entre ellos transcendería más allá del trío familiar… TODO QUEDARÍA EN CASA.

FIN