Apasionante verano con mi tía
Se acercaba el verano y yo iba a pasar un tiempo en Barcelona con mi tía Marta.
Tengo que decir en primer lugar que yo soy un chico de 19 años. Que comenzó la universidad este curso y que por cuestiones que no vienen a cuento,
tuve que pasar unos veinte días con mi tía Marta en su casa.
Yo soy de un pueblecito de Castellón que no voy a mencionar pero está casi en Catalunya, con lo cual, no me encontraba tan lejos de la ciudad condal.
Aquel verano del año pasado, yo me dirigía en coche, era un viaje de estos compartidos y yo iba pensando en el encuentro con mi tía, la hermana de mi padre. Tal y como yo la recordaba, era una mujer que estaba rellenita, era de piel blanca, bastante alta para una mujer, 177cm y hace años no la veía.
Solo recuerdo que cuando entraba en su Facebook, tenía las típicas fotos en la montaña, con gorra y con gafas, con lo cual, no podía identificar mucho sus atributos faciales. Además, tampoco es que habláramos mucho, pero en una ocasión que sí lo hicimos, ella me invitó a ir a su casa.
Iba a ser una semana, pero como mis padres querían pasar tiempo solos y todos mis amigos se habían ido de viaje pues, no era muy divertido quedarme en Castellón.
Mientras miraba el paisaje, me acordaba de cuando yo era más joven y de cómo fue con ella que comencé a tener cierta atracción hacia una mujer. Ya que ella solía llevar ropa muy apretada y se le marcaban bastante las tetas. Me puse a pensar también en cómo sería el recibimiento, porque recuerdo que era un poco hippie y muy abierta de mente. De hecho nunca se casó y no tenía hijos.
-¿Te dejo aquí vale?
– Estupendo Roberto, muchas gracias – Roberto era el conductor que seguía su camino hacia Badalona. Conmigo se había bajado una chica llamada Pilar, la cual tenía los mismos gustos míos y con la cual había intercambiado teléfono.
-Bueno, vamos hablando por Whatsapp a ver si nos vemos- Le dije. -Que vaya bien con tu padre- Su padre vivía en Barcelona.
-Sí David, lo mismo digo, pásalo bien con tu tía.
Nos despedimos y yo cogí un taxi hacia casa de mi tía. Ella vívia en un piso cualquiera, de una finca cualquiera en un barrio a las afueras. A decir verdad, estaba un poco nervioso, además tenía calor y estaba cansado porque la noche de antes no había podido dormir bien.
Llamo a la puerta…
No contestan…
Sigo llamando…
-¿Sí?-
-¿Tía? soy David-
-«puerta abierta, por favor, cierre después de entrar»- sonó cuando la puerta se abría.
Cuando entraba, bajaba por las escaleras una chica jovencita morenita y bajita muy guapa que iba en chanclas con su perro. La cual saludé muy amablemente.
Salgo del ascensor en el 5º piso, llamo a la puerta, se escucha un perro de fondo, música de los 70 tipo rock y me abre la puerta mi tía.
-¡David! cariño, cuanto tiempo sin verte, cómo has crecido- Me decía mientras me abrazaba y me estrujaba. La verdad es que era muy guapa, para tener 45 años se conservaba demasiado bien y ya no era la mujer rellenita que recordaba.
-Pasa, pasa, cariño. Deja la mochila por ahí, no le hagas caso al perro-
-¡Para Ozzy! le decía al perro- era un perro pequeño y algo pesado, no paraba de chuparme la mano.
Algo de lo que me percaté fue, en primer lugar, de lo cariñosa que era, ya que con su abrazo noté sus tetas en mi pecho, en segundo lugar, que la camiseta de tirantes roja que llevaba, le marcaba mucho las tetas. No las recordaba tan grandes.
Además, tenía las piernas un poco rojas de haber tomado el sol y los dedos de sus pies estaban pintados de rojo. También tenía un anillo en el dedo anular del pie derecho.
La casa tenía muchos colores y olía a incienso, tenía como puffs en el suelo y alfombras de muchos colores, así como adornos de paises africanos y máscaras, así como instrumentos raros.
Todo estaba muy limpio.
– Quieres tomar algo? Siéntate- Entonces me senté en el sofá principal que tenía hueco para dos personas.
-Sí, dame agua por fa-
-¿Agua? ¿no quieres una cerveza? vamos a celebrar que hace tiempo no nos vemos-
-ok, cerveza está bien- dije yo algo cohibido.
Al volver con la cerveza, se sentó a mi lado y comenzó a acariciarme el muslo mientras reía.
-De verdad que no me creo que hayas venido a verme, yo pensaba que no vendrías, como siempre me decías que ibas a venir ya ni te creía-dijo ella.
Mientras acabó la frase seguía acariciándome el muslo con sus bonitas manos, entonces cuando comencé a hablar se acicaló el pelo y con la otra mano dio un sorbo a la cerveza.
– Sí, al final me he animado…-
Entonces ella soltó una carcajada y me miró, tenía los ojos azules, algunas patas de gallo y lo curioso es que sus dientes estaban muy blancos y perfectos.
-¡Estupendo! nos lo vamos a pasar genial, ya verás cariño.
– ¿Puedo ir al baño?
-Sí, claro, está al final del pasillo a la izquierda.
Al entrar al baño, me di cuenta de que el cesto de la ropa estaba lleno de ropa suya, pero además, mientras orinaba, no puede evitar fijarme en que habían unos calzoncillos también. Entonces se me ocurrió que ella estaría con alguien en la casa.
Al acabar de orinar, me acerqué al cesto y ví que los calzoncillos estaban untados de semen. Lo cual me hizo pensar que estaría teniendo relaciones con un hombre.
Entonces, busqué dentro del cesto y vi que sus bragas sucias también estaban. Eran unas bragas moradas que estaban manchadas. Entonces se me ocurrió olerlas.
Olían a mujer, a sudor, a bragas usadas… Esto hizo que yo tuviera de repente una erección, era algo inesperado que mi tía me pareciera tan atractiva en esos momentos. No era lo que yo pensaba hacer en un primer momento, pero he de decir que a veces soy algo pervertido.
-¡David! Cariño, voy a bajar la basura y a pasear a Ozzy- se oía de fondo -Luego subo, ponte cómodo.
-¡De acuerdo tía Marta!-Entonces abrí la puerta del baño, ella estaba al final del pasillo, con sus pantalones blancos y cortos, su camiseta de tirantes roja que le marcaban muchísimo las tetas y esas piernas tan largas que me parecían infinitas.
Mientras ella paseaba al perro, comencé a pasearme por la casa. Lo primero que hice fue entrar en su habitación. La cama estaba bien hecha y además estaba todo muy ordenado, es como si hubiera limpiado porque sabía que venía yo. Era una habitación enorme y la cama era muy grande. Además tenía un espejo que ocupaba casi toda la pared opuesta a la ventana.
Entonces me vino a la mente los calzoncillos llenos de semen y me imaginé a mi tía erollandose con un hombre encima de su cama y luego follando con semejante espejo para observarlo todo. Con tales pensamientos, lo que se me ocurrió fue abrir su armario y ahí estaban sus vestidos, pantalones y por supuesto sujetadores grandes y braguitas.
Mientras todo esto pasaba, me di cuenta que hacía un olor muy fuerte a pintura, salí de la habitación de mi tía y en la habitación de al lado, la cual abrí, salía un olor a recién pintado.
Entonces, de fondo se escuchó de repente una puerta que se cerraba. Salí y me dirigí hacia el comedor.
-Ya estoy David, ¿quieres otra cervecita?
Me apresuré hacia el comedor, donde estaba ella con Ozzy quitándole la correa. -Sí tía, está bien-
-David, cariño, la habitación donde ibas a dormir está recien pintada, lo siento. Tendrás que dormir en mi habitación hasta que se vaya el olor.
-No, tranquila, duermo en el salón.
-¿Pero qué dices David? ahí no vas a estar cómodo. Mi cama tiene una cama adicional debajo que puedes usar.
-¿Sí?- No opuse mucha resistencia.
Después de un par de cervezas, dos copas de vino y las pizzas que pedimos para cenar, además de habernos actualizado sobre nuestras vidas, era hora de irse a la cama.
Mañana sería sábado.
-Te veo cansado, cariño, vamos a dormir- Eran las 00:20, y efectivamente estaba cansado y mi tía también lo estaba.
Mientras inspeccionaba mi bolsa, me di cuenta de que no me había traido el pijama
– Se me ha olvidado traer pijama, ¿Cómo soy tan tonto?-
-Eh, tranquilo, toma esta camiseta y este pantalón. Era una camiseta blanca y larga que había sacado de su armario además de un pantalón corto muy fino.
Después me pasó unas sábanas que olían como a fresa. Lo bueno es que no hacía calor porque, a pesar de ser verano, tenía aire acondicionado en la habitación.
Yo me puse cómodo, me tumbé y me tapé. Mi tía Marta fue al baño con el pijama en las manos y sonriendo me dijo -Ahora vuelvo-
Mientras ella estaba en el baño yo no paraba de mirar el espejo, entonces se me ocurrió levantarme, bajarme los pantalones y acercarme a su cama con la polla dura, me imaginé lo que se sentiría ser su amante mientras me miraba al espejo.
De fondo se escuchaba un chorro, como si estuviera orinando, me imaginé su vagina soltando orín y a pesar de estar tan cansado, yo no paraba de darle vueltas a sus bellas piernas, sus tetas y su piel blanca. Como notaba que ya iba a salir, me subi los pantalones, me acosté y me tapé con la sábana de nuevo.
Entonces salió del baño con el pijama puesto, era un pijama muy colorido y con estampados de nubes y pantalón corto.
-Tu padre no tiene vergüenza, nunca me llama, siempre soy yo…Cuando vuelvas dile que tiene que cambiar de actitud.
Yo asentía, ella seguía hablando mientras estaba de pie y plegaba algunas camisetas sobre la cama, yo no escuchaba nada, mi mente estaba en otro mundo, concretamente en su monte de Venus. Sus pezones, con el aire acondicionado se estaban poniendo duros y yo estaba teniendo otra vez, una erección.
– Voy a aparga el aire, ¿hace frío no? no está funcionando bien.
-Sí…
Bueno, vamos a dormir. Mañana iremos con unos amigos a la playa. ¿Te parece?
– Claro, estaría estupendo.
-Bueno, cariño, buenas noches.
Entonces apagó la luz de su lámpara y hasta que mis ojos no se acostumbraron a la oscuridad, no pude ver nada, pero poco a poco, y con la luz de la luna que entraba a través de la persiana medio abierta, pude ver cómo su figura se dibujaba debajo de la sábana.
Me quedé dormido entre tanto pensamiento…
Pero no por mucho tiempo. Eran las 3 de la madrugada y hacía un calor insoportable, entonces, como tenía la ventana cerca de mi, decidí levantarme y abrirla para que entrara un poco el aire.
Entonces me di cuenta, de que mi tía estaba dormida boca arriba y sin la sábana. Podía ver ahora sus pechos aplastados así como sus pezones y sus piernas abiertas ocupando toda la cama.
Me fijé que su cabeza estaba girada y tenía el cuello lleno de sudor, entonces me acerqué un poco más para mirarla de cerca, se me había quitado el sueño de repente.
El pantalón le quedaba ajustado y se le marcaba toda la raja de su órgano sexual. De repente me vino un deseo sexual terrible.
Ella estaba tan dormida, su respiración era tan profunda…
Yo no me atrevía a nada pero era tal mi deseo sexual que quería tocarla, entonces decidí tocarle un poco las piernas. Pero era un toque muy sutil con los dedos,
no me atrevía a nada más. También me acerqué para olerle el pelo. Pero de repente, ella respiró a fondo y se giró hacia mi, justo en el borde de la cama que coincidía con mi cama en el suelo.
Su mano derecha quedó colgando muy cerca de mi cama, casi tocándola.
No pude evitar fijarme en su mano, tenía las uñas rojas, del mismo color que las de los pies. Entonces, muy levemente, acerqué mi nariz a su mano y comencé a olerla, acto seguido, no aguanté y me bajé los pantalones. Comencé a masturbarme mientras le olía la mano. No obstante, quería dar un paso más. Me quité la sábana de encima y me quedé completamente desnudo con mi polla completamente dura.
Podía notar su aliento y su respiración, es decir, podía notar un soplo de aire de sus fosas nasales que acudía hacia mi frente y yo seguía allí masturbándome para ella.
La luz de la luna le alumbraba la cara, podía ver sus carnosos labios, además sus tetas apretadas entre sus brazos. Mi instinto me pedía hacer algo más pero no podía. No tenía el coraje suficiente. Era mi tía.
Acto seguido, su pie derecho salió de la cama, con lo cual, estaba unos centímetros al alcance de mis pies. Yo estaba boca arriba pajeándome, con su mano casi tocándome la cara.
Mi siguiente paso fue subir mi pie a su cama para que hubiera un poco de tacto entre su pie y el mío. Me palpitaba el corazón y mi pene soltaba liquido preseminal. Entonces, su pie comenzó a moverse, me asusté, yo lo quería quitar pero ella comenzó a suspirar levemente entre sueños agarrando mi pie con los suyos y me fue imposible hacer un movimiento brusco, como si pensara que aquellos pies de su sobrino eran los pies de su amante. Sus pies eran suaves como la seda. Justo cuando esto sucedía, mi pene comenzó a chorrear semen. Hace una semana no me había corrido, el chorro me alcanzo el pecho y mientras tenía mi pie debajo de sus pies y su mano en mi nariz, el orgasmo fue el más intenso que tuve en mucho tiempo.
Al rato, ella liberó mis pies y se giró hacia el otro lado, con su culo en pompa, como si nada hubiera pasado. El orgasmo y el cansancio había hecho su efecto sobre mi cuerpo, con lo cual me quedé dormido al instante sin ni siquiera tener alientos de ir a limpiarme con papel.
Pasadas unas horas, noté como alguien me arropaba, entonces dije me maldije para mis adentros, durante los movimientos de la noche me había quedado desnudo y sin sábana. Lo cual hizo que mi tía me tapara antes del amanecer. Probablemente ya había visto mi pene flácido pero eso ya no importaba, lo que sí importaba era que mi tía me estaba enloqueciendo y cada día lo haría más.