Aprendiendo inglés, de una forma muy extraña pero placentera
Aquel aire frío parecía calarme los huesos y más en la oscuridad de ese cuarto de baño. Seguía sintiendo su olor conmigo, sus palabras habían invadido cada rincón de mi ser, mi corazón latía cual caballo desbocado, incluso sentía náuseas, no era posible crear tanto alteramiento en el cuerpo, realmente es todo mental el amor y la atracción, pero acaban dominando cada acción de tu cuerpo ya sea voluntaria o involuntaria.
Encendí la luz, tenía gran parte de mi pecho mojado por el agua de la cara que no me había dado tiempo a secar, mis mejillas seguían del mismo tono rosado, por un momento me vi hasta más sexy, tenía el cabello despeinado por sus caricias, el pecho con ciertas gotas de agua, la camisa arrugada dejándome a la vista el vientre que estaba bastante tensado, mis ojos estaban completamente verdes, con las pestañas mojadas y el reflejo de la luz parecía una sirena.
– Claudia, ¿Estás bien? –Karina irrumpió en el servicio en mi busca.
– Sí, sí perdona la tardanza. –me giré en su dirección para poder verla.
– ¿Por qué lloras? –preguntó en un tono preocupado.
– No, no, es por haberme lavado la cara, para nada estoy triste. –sonreí, como creo que nunca lo había hecho antes, con ternura, euforia, amor, felicidad..
– Sonriendo así no tengo más remedio que creerte.. Cualquiera diría que acabas de tener un buen polvo. –sin mover la cabeza miré a un lateral del baño-. ¿Espera, qué? –se agitó al ver mi reacción-. ¿Con quién? A estas horas.. –hizo una pausa-. ¿Helena? –yo todavía no había dicho nada, me limitaba a mirar a los alrededores evitando su mirada-. Es la única que rondaba por los pasillos tras sonar el timbre.
– ¿Qué dices? Anda.. –hice una mueca de indiferencia.
– Por eso ella también estaba tan acalorada.. –musitó lentamente.
– Cállate. –dije seria pero al final se me escapó una sonrisa.
– Genial tía yo me estoy tirando al de Historia. –dijo tan tranquila, mis ojos se abrieron como platos y una fugaz imagen suya siendo embestida por ese hombre contra la pizarra invadió mi mente. Fruncí el ceño e intenté sacarme eso de la cabeza-. A veces llama a su mujer mientras está follando conmigo, eso le pone mucho. –era difícil sacar esa imagen de mi cabeza.
– Bueno.. yo no he dicho nada. –me justifiqué.
– No es necesario, tú sabes mi secreto y yo el tuyo. –me dio una nalgada mientras me abría paso para salir por la puerta.
– Y sigues.. –intentaba cambiar de tema.
– Eso sí. –me agarró del brazo justo antes de entrar en la siguiente clase-. Ya puedes ser buena, Helena tiene cara de que ha follado mucho, ponte las pilas.. –me guiñó el ojo y cruzó la puerta, yo me limité a reír, no pude evitarlo y luego entré tras ella hasta sentarme en mi asiento.
No aguanté toda la hora de clase, pedí permiso para irme antes excusándome de que me encontraba mal. Así pude ir a casa i arreglarme. Tras un buen baño con cierta exfoliación, las empleadas me ayudaron a peinarme, maquillarme y básicamente todo..
HELENA
La estaba esperando en la entrada del restaurante minutos antes de la hora.
Estaba inquieta, no soportaba tal desesperación. ¿Y si no viene? Esa era la pregunta que perturbaba mi mente. Revisaba a cada instante el móvil a la espera de recibir una notificación y a su vez ir controlando la hora.
El tiempo pasaba, ya había transcurrido media hora tras nuestra quedada y ella no daba señales de vida. La esperanza se negaba a dejarlo en el olvido, era algo tan profundo, un deseo tan intenso de verla y tenerla a mi lado que la esperanza parecía decirme que la esperaría toda la vida si hiciera falta, aunque no me amara, cada partícula de mi ser me confirmaba que siempre sería mi debilidad.
Llevaba ya una buena suma de copas de vino tinto, prácticamente toda una botella, era deliciosa, me encantaba observarla a través de la copa, removerla viendo su color intenso mientras su olor se profundiza propagándose a su alrededor, hasta finalmente posar mis labios en la copa y lentamente inclinarla hasta sentir mis labios humedecerse y permitir que el vino entrara en mi boca para darme una fuerte adrenalina haciendo que cerrara los ojos y luego me lamiera los labios mientras devolvía la copa a su lugar.
Miré nuevamente la hora, ya casi era media noche.
El cansancio juntado con el vino empezaba a pesarme y finalmente decidí pedir la cuenta e irme.
Al cruzar la puerta de salida del restaurante la fría noche penetró en mi piel, erizando cada uno de mis poros, observaba la noche, la luna llena tan resplandeciente, como habría deseado que ella fuera testigo de los pecados que habría hecho esa noche si Claudia hubiera aparecido..
Finalmente apareció el aparcacoches (valet parking), salió de mi coche y lo rodeó causándome una confusión. Luego abrió una de las puertas traseras, había contraluz y no veía nada.
De la nada salió sensualmente una pierna desnuda con unos tacones rosados muy claros, consecutivamente apareció su pareja y una suave tela cubrió parte de las piernas que antes estaban más desnudas, se levantó del coche proporcionándome una vista perfecta de la persona, el vestido, Oh Dios, de color azul griego, marcando cintura y luego soltándose dejando a la vista gran parte de las piernas, tenía una apertura lateral para mostrar toda una pierna, era en parte un poco transparente la tela por la parte de abajo, era como tela de gasa, lucía cuatro tirantes, dos marcando los laterales del cuello, y los otros dos caídos a los lados de los hombros, pero lo que me hizo jadear fue ese escote en forma de V, me mostraba su piel tersa, sus pechos turgentes a simple vista, tan provocativos.
Su cabello medio recogido con algunas partes que quedaban sueltas al natural acariciando sus hombros.
– Claudia.. –susurré sin habla, estaba a punto de caerme de rodillas, mis piernas me fallaban, estaba.. como un ángel, pero menudo ángel, porque esa mirada, su sonrisa con ese pintalabios rojo perdición y la provocación de su cuerpo mostraban el mismo infierno, lo mejor de todo era que deseaba arder en ese infierno. Se acercó a mí lo suficiente para poder embriagarme con su perfume de rosas, no podía apartar mis ojos de esos labios rojos-. Dime. –aclaré mi garganta-. ¿Eres el diablo? –se mordió los labios, Santo Cielo, si era el diablo, era demasiado perfecta, hecha para seducir a los seres humanos y dejarlos a su merced, me esperaría una larga vida a su lado si la vivía, no iba a ser fácil acostumbrarme a ver como todos la deseaban.
– ¿Tienes hambre? –me preguntó mirando al restaurante.
– Podría decirse que sí.. –respondí observándola de arriba abajo, dando a entender que mi hambre era de otro tipo.
– A estas horas habrán cerrado la cocina.. –se refirió mirando al restaurante.
– Tenemos arriba una habitación. –observé la parte de hotel en lo alto del edificio, ella se sonrojó y apartó la mirada, eso me enloquecía-. ¿Qué te apetece? –le pregunté para relajarla. –se quedó observando los alrededores y repentinamente se le iluminó el rostro como a una niña pequeña, no pude evitar sonreír ante su gesto.
– Pues.. –se mordió el labio, agachó la cabeza y me miró en esa posición, en esos momentos solo quería llevarla a la habitación y atarla pero a su vez la veía tan perfecta que pensar en tal cosa obscena me resultaba como si manchara su imagen, estaba tan hermosa, me miraba con cierta picardía-. Quiero ir a bailar. –dijo tras soltar lentamente su labio inferior que estaba algo marcado por sus dientes, creándome un arduo deseo de morderlos y dejarle una marca aun mayor.
– Donde usted diga Mylady. –sonreí con deseo.
Nos dirigimos a una discoteca, para ir entonándonos nos quedamos en la parte exterior en los sofás bebiendo unas copas de Whisky.
Pasado un rato hablando, un chico se acercó a ella, parecían conocerse ya que se abrazaron con entusiasmo, incluso demasiado para mi gusto. El la invitó a bailar una canción, entré yo con ellos no me sentía segura. Empezó a sonar la canción de Súbeme la radio, cantada en cover por algún chico desconocido que lo hacía espectacular, lentamente vi al chico acercarse a ella, deslizar su mano por la pequeña cintura de ella y acercarla a el. Respire hondo. Pedí otra copa para poder soportar eso. En el momento que se acercaron hasta tener una pierna del otro entre las suyas y moverse sensualmente, ardí en odio, aunque mi fascinación por la manera de moverse de ella me tenía embelesada, excitaba con solo verla. El le acariciaba la espalda de arriba abajo, y a ambos lados de las nalgas la agarraba y seguía el movimiento que hacían sus caderas. Quería salir y fumarme algún cigarro pero algo me impedía dejarlos solos, solo podía resignarme a vigilar. Al terminar la canción ella se separó con naturalidad como si nada, pero podía apreciarse cierto abultamiento en los pantalones de él.
Claudia se acercó a mi, con un sensual contoneo, mi rabia aumentó. Me acabé la copa de un trago, cuando estuvo lo suficiente cerca de mí, agarré su brazo y la saqué con fuerza de ese sitio, abriéndome paso entre la gente, la llevé andando hasta el hotel, ella tan solo me preguntaba y le costaba andar rápido con los tacones y cierta cantidad de alcohol en el cuerpo, entré directa arrastrándola hasta el ascensor.
– ¿Se puede saber que cojones haces? –preguntó rabiosa y bebida, no soportaba ni su voz, estaba demasiado furiosa.
– Cállate. –la apoyé contra la pared de espaldas a mí y le subí el vestido hasta ver su trasero, que tan solo estaba dividido por un pequeño hilo azul que remarcaba más esos glúteos. Se lo agarré fuerte con la mano, hundiendo en el mis dedos, lentamente me separé de él y le di una fuerte nalgada que resonó en todo el ascensor junto a un quejido suyo-. Shhhh –chistee antes de que pronunciara alguna palabra.
El ascensor llegó a la planta, con rapidez saqué la tarjeta y fui directa a la habitación. Claudia iba arrastrada por mí, con parte de sus nalgas al aire, no le había dado tiempo ni a acomodarse el vestido.
Entramos a oscuras, no encendí la luz, podía ver suficiente por la luz del exterior que alumbraba la habitación. Le quité rápidamente el vestido y la empujé contra la cama, le até las manos al cabezal de la cama con una cuerda especial.
Todo sucedió en pocos minutos, ni si quiera me había dado cuenta con la rapidez que la había desnudado y atado. Sus pechos desnudos, con sus pezones muy endurecidos me demostraban gran excitación. Habían estado toda la noche desnudos, con tal solo la tela del vestido que los cubría. Le di la vuelta y se quedó boca abajo en la cama. Me desnudé con suma rapidez y saqué del bolso un vibrador de ambos lados, en forma de L. Me lo metí en la boca para humedecerlo y me introduje con facilidad la parte pequeña de la L, ahora sobresalía la otra parte por delante como si fuera un pene de verdad. La agarré de la cintura para que se pusiera a cuatro patas, con una mano agarré el vibrador por el capullo hasta posicionarlo en la entrada de ella, hice a un lado aquel pequeño hilo que apenas molestaba y lentamente se lo metí todo lo que pude, ella gimió sorprendida, no se esperaba aquel tamaño de golpe, tras varios intentos lo metí todo dentro de ella, allí ella empezó a removerse, sus manos se movían como si quisiera desatarse o encontrar un punto de apoyo.
– ¿Esto es lo que quieres? –me retiré de dentro de ella-. ¿Una buena polla? –y con agresividad se lo metí de una. Gritó desesperada junto conmigo, aquel pequeño aparato que tenía yo se había removido mucho al penetrarla a ella.
La seguí follando, fuerte, rápido.. completamente hasta el fondo. Yo no podía gemir, el placer junto con el esfuerzo de estarla penetrando mientras yo también me hacía jadear continuamente, sentía sus piernas temblar y la empujé para que quedara completamente tumbada en la cama y en esa posición la seguí penetrando, dentro fuera, moviéndome arriba y abajo, sentía como estaba a punto de correrme, mis movimientos bruscos para correrme hicieron que ella empezara a correrse también, gemía desesperada y eso me excitaba más, dadas mis fuertes contracciones el vibrador se salió de mí dejando libre uno de los lados mientras Claudia aun se corría, con agilidad lo agarré con la mano y se lo removí ayudándola a extraer todo el flujo que iba saliendo de ella.
Me quedé tirada encima de ella, la respiración de ambas era acelerada y entrecortada.
– ¿Qué tal? –pregunté exhausta.
– Tendré que portarme mal más a menudo si esto es lo que me espera.. –la escuché reír de forma coqueta.
– No te la juegues mucho. –sonreí mientras me separaba de ella y le sacaba el vibrador, gimió con alivio.
– Ahora si que tengo hambre, me comería todo el buffet. –me reí a carcajadas, se notó que esas palabras le salieron de dentro. Saqué el móvil y envié un mensaje de código-. ¿Qué haces? –me preguntó irritada.
– Tranquila. –me reí-. Solo le estoy pidiendo a mylady un buen buffet.
– ¿Enserio? –se ilusionó-. No juegues con mis sentimientos. –puso cara de inocente.
– ¿Cómo puedes tener esa cara y ser tan perversa? –no pude evitar esas palabras.
– ¿Cómo esta cara?
– De ángel, de belleza perfecta. Bueno.. una vez escuché que las más hermosas y tiernas son las mejores en la cama. –hice una pausa-. Doy fe de ello. –y se rio con ternura y picardía.
Se escuchó como llamaban a la puerta comentando que traían la cena. Rápidamente me puse una bata y fui a recibir al chico. Al abrir entré el carrito yo misma, dejando el chico fuera, me miraba sorprendido.
– Mmmm que hambre. –murmuró Claudia, se me había olvidado que seguía atada a la cama. Entonces el chico alcanzó a verla, Claudia al percatarse rápidamente cerró las piernas para que no viera nada, ya era tarde. El chico estaba aturdido viéndola, lo entendía perfectamente, yo también podría quedarme allí mirándola en esa posición.
– ¿Quieres pasar? –le invité en broma, el tan solo tartamudeó y cerré la puerta dejándolo fuera.
– Eres muy intimidante, se nota que te gusta dominar. –me comentó.
– ¿A caso no te gusta que te domine? –pregunté acercándome a ella y desatándola, luego hizo un gesto de cerrarse la boca con cremallera en señal de que sí le gustaba mi dominancia.
Comimos repostería, eran cosas de desayuno con lo cual nos hinchamos a comer.
Estuvimos toda la noche haciéndolo, las siguientes veces ya fueron más dulces por así decirlo, con caricias, muchos besos y sensualidad. Adoraba la forma en la que se entregaba a mi con cada caricia que le proporcionaba, toda ella era un estímulo para mí.
[…..]
Los primeros rayos de sol me despertaron de mis sueños, aunque el sueño que estaba viviendo era mejor. Claudia dormía plácidamente, las sabanas finas blancas trasparentaban un poco su cuerpo. Su expresión facial era perfecta, relajada y vulnerable a todo en ese momento, Santo Cielo, como podía estar tan enamorada de ella..
Le acaricié la mejilla y sonrió desde sus sueños.
Y me invadió el mejor sentimiento que jamás había tenido.
Que ese despertar lo quería tener el resto de mi vida.
Quería hijos con ella, con su belleza y carácter, y su espectacular mente y cerebro.
Jamás volvería a dudar, a partir de ahí mi vida se resumiría en Ella.