Aprendiendo sobre la infidelidad de tres hombres

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Era bastante tarde en la noche, en el bar sólo quedaba Rául en la barra, atendiendo a los últimos tres clientes, mientras la hermosa Laura limpiaba las mesas del local.

Los tres hombres en la barra se veían decaídos, a pesar de estar sentados uno al lado del otro no interactúaban entre sí, los tres tristes sólo tomaban copa tras copa. La música de fondo no era muy buena pero ayudaba a no tener un incómodo silencio.

Pasados unos minutos el hombre sentado a la derecha rompió en llanto, era un hombre de unos 35 años, un poco bajo, con sobrepeso y un poco calvo, vestía un traje barato de oficinista. El hombre a la derecha, un señor de unos 40 años, un rubio delgado, de 1.70 bien vestido con un traje de marca, no paraba de verlo con desprecio. El joven en el medio, tendría unos 25 años, tenía barba y cabello castaño bien cuidado, su forma de vestir era más casual pero bien cuidada, con unos jeans y una camiseta algo ajustada que marcaba un poco sus músculos.

Él joven se notaba incómodo con la situación, se notaba que había tenido un mal día y el señor que tenía al lado estaba empeorando la situación. Aún así decidió tener un poco de compasión.

-¿Estás bien? Le preguntó obligándose a sí mismo a mostrar un poco de empatía.

El tipo estaba borrachisimo, seguía llorando tratando de ocultar su rostro con su brazo. El joven puso su mano sobre su hombro para intentar animarlo, el rubio seguía con su mirada de desprecio y Rául se mostraba indiferente ante la situación.

-Soy un cornudo imbécil, dijo el hombre sollozando, mi esposa es una puta y todo es por mi culpa.

-No bro, no sé cómo sea tu vida, pero si ella te engañó entonces la culpa es de ella no tuya, le contestó el joven.

-No, es mi culpa, yo fuí el que la incitó a tener sexo con otros hombres, cuando lo veía en los videos me excitaba, pensé que me gustaría ver así a mi esposa pero me equivoqué.

El jovén comenzó a notarse afectado, parece que la situación le estaba tocando una fibra sensible, el rubio los miraba con el rabillo del ojo tratando de disimular que no escuchaba nada. Raúl escuchaba atentamente pero no reaccionaba de ninguna manera, y Laura seguía limpiando sin prestar ninguna atención a lo que pasaba en la barra.

-Al principió no quería pero yo le insistí hasta que aceptó, creamos un perfil en internet para buscar personas interesadas, encontramos un chavo que nos gustó y tuvimos una cita con él, ella seguía indecisa pero yo la convencí. Regresamos a nuestra casa con él, tomamos unas copas y ellos comenzaron a besarse, ahí fue cuando me dí cuenta de mi error pero era demasiado tarde. Los dos estaban en el sillón besándose, el chavo no paraba de sobarle el culo y ella le quitó la playera mientras yo los veía sentado en una silla como pendejo. Quería separarlos pero me aguanté, ese imbécil se cogió a mi esposa en frente de mí y con mi permiso. Pensé que sería una única vez pero ahora fue ella la que me convenció de hacerlo de nuevo. Tuvimos otro encuentro similar con el mismo tipo, nos veíamos en un bar, regresabamos a nuestra casa y cogían enfrente de mí. Luego comenzaron a verse sin mí, ella consiguió más amantes, se volvió una verdadera puta, le gusta humillarme y aprovecharse de mí.

-¿Por qué no la dejas?, le preguntó el joven consternado.

-Porque la sigo amando, además todo fue mi culpa, por mi culpa ahora está follando con mi jefe mientras yo estoy aquí.

El rubio y Laura seguían igual que antes, pero Rául no, Rául se estaba empalmando, debía sentir pena por él pero no podía parar de imaginarse a esa puta teniendo sexo con cualquier hombre que se le atravesará, Rául siempre ha tenido ese fetiche, ver mujeres y novias infieles teniendo sexo con cualquiera, también hombres teníendo amantes a espaldas de sus parejas, todo ese tipo de situaciones siempre le ponen a mil.

-Al final todas son unas putas, dijo el joven molesto como también estaba borracho comenzó a contar su historia ante los desconocidos. Esta mañana encontré a mi novia con mi compañero de piso en mi apartamento. Estaba llegando del gym cuando oí ruidos en mi habitación, ahí estaban en mi cama, él estaba acostado completamente desnudo mientras ella lo cabalgaba con un juego de lencería que nunca había visto, los muy cabrones eran amantes a mis espaldas desde hace meses y nunca me había dado cuenta, luega ella tiene el descaro de decir que era mi culpa por no atenderla como debía. Él chico se veía muy molesto, apretaba los puños y tenía una fuerte expresión de furia.

-¿Cómo me pudo hacer eso?, somos novios desde la secundaría, yo la ayude en el pasado, la traje conmigo cuando sus padres la echaron de casa, trabajo doble para pagarle sus estudios y ella me lo paga así, es cierto que no teníamos sexo muy seguido pero eso no es excusa. Nunca imaginé que el amor de mi vida podría hacer eso.

Rául que seguía calentándose con las histórias paro por lo último que dijo el jovén, “el amor de su vida”, miró su anillo de matrimonio en su mano izquierda y se pusó a pensar, el ama a todas esas esposas infieles, pero qué hay de su propia esposa. Creó un escenario en su mente, veía a su hermosa esposa en la ducha, limpiandose bien, salió y comenzó a arreglarse, tenía un conjunto de lencería negra con encaje, su esposa vestía un corto vestido con un generoso escote, veía como se maquillaba y perfumaba alegremente mientras esperaba a su amante, cepillaba su hermosa melena pelirroja cuando él finalmente llegó, ella fue casi corriendo hacía él y comenzaron a besarse apasionadamente, Rául con esa escena no se sintió excitado, estaba furioso, los celos se apoderaban de él y sólo quería matarlo. Cómo dice Milei, con el culo ajeno todos somos putos, claro, Rául siempre quería follarse a las esposas de otros pero a la de él no la tocaban.

-Vaya par de perdedores. Pronunció el rubio refiriéndose a los dos hombres a su lado, sacando también a Raul de sus pensamientos.

El joven rápidamente se dio la vuelta. -¿Qué dijiste pendejo?

-Lo que oíste, ¿o es que además de imbécil también eres sordo?. Él rubio era el típico chulo que se cree más de lo que es, de los cuatro hombres presentes era el más débil, y al tipo que quería enfrentar era claramente el más fuerte.

-Vuelvemelo a decir a la cara, a ver si muchos huevos.

-Los que te faltan, por eso te engaño tu novia, por no cogerla bien.

-Tu que coño vas a saber, nadas mirate, de seguro sólo follas pagando.

-Sí, yo puedo tener la zorra que yo quiera cuando quiera y tu no puedes ni con una sola.

-Yo te conozco, interrumpió el señor gordo, tú no eres ese empresario que su esposa le quitó todo porque le fue infiel. Él rubio lo miraba fijamente con mucho odio. Sí, saliste en las noticias, ella te descubrió con una de tus amantes e hizo el escándalo público, arruinó tu reputación y te quitó todo tu dinero.

-De seguro ahora está en un crucero gastandose todo tu dinero y follando con toda la tripulación. Dijo el joven con una sonrisa maliciosa en su rostro, quería provocar al rubio y lo estaba logrando.

-No, ella no es así, ella nunca haría eso.

-Sabes que es mentirá, todas son unas putas y ella es la más puta de todas.

El rubio rápidamente le dio un golpe en el abdomen al joven. -No te atrevas a llamarla así de nuevo.

Se notaba que el empresario sí quería realmente a su exesposa, él creía que su ex mujer era una santa, y realmente sí lo era, pero estos tipos le estaban haciendo dudar. Recordó cómo la conoció en una cena en la iglesia de su pueblo natal, eran muy jóvenes y él apenas comenzaba a construir su pequeño negocio que terminaría siendo una de las empresas más importantes del país. Fue amor a primera vista, pasado poco tiempo terminaron casándose y teniendo dos hermosas hijas. Era la familia perfecta pero él no podía dejar de mirar a su secretaria, una morena exhuberante contratada específicamente por su cuerpo, con su posición de poder no tardo en tener sexo con ella apartir de ahí no pudo parar, su secretaria, algunas empleadas, prostitutas. A los 37 se consiguió una amante de la edad de su hija, no le importaba derrochar dinero en ella con tal de obtener lo que su vieja esposa había perdido con los años. Los últimos años sólo pensaba en coger pero por un momento se paró a pensar en su ex, la amaba de verdad, pensaba en todos los momentos que habían tenido juntos en los últimos 20 años, pensaba en sus hijas, tenía la vida perfecta y la bahía arruinado, de los 3 él era el más patético porque él sí había tenido una buena mujer y lo arruino todo por no poder mantener su verga en sus pantalones.

Raúl por su parte estaba teniendo una reflexión similar, se imaginaba teniendo una aventura con una jovencita pero que haría cuando su esposa se enterase, la imaginaba llorando preguntándole por qué, Raul no soportaba verla así, no podría hacerle eso, ella no lo merecía.

El joven rápidamente tomó al empresario por la camiseta y levantó la otra mano para darle un puñetazo en la cara, el oficinista reaccionó y rápidamente se interpuso para separarlos. El joven se bebió su vaso de un sólo trago, sacó dos billetes de 200 y los dejó sobre la mesa antes de salir inmediatamente del bar. El empresario ahora estaba nervioso, ansioso, también se tomó su bebida rápidamente su bebida, pago y también se fue. El oficinista al encontrarse sólo se fue unos minutos después.

Raúl bajó la cortina inmediatamente, estaba pensativo y totalmente erecto. No podía negarlo, todo el tema de los cuernos, cuckold, cuckquean, swinger, todo eso era su mayor fantasía, pero al ver a Laura, su amada esposa, y recordar las historias de los 3 tipos sabía que esa fantasía sólo debía ser eso, una fantasía.

Se acercó a Laura por detrás, la tomó por la cintura y se pegó a ella. Laura rápidamente notó la erección en sus nalgas y la respiración en su nuca, Raúl apartó su hermosa melena roja y la beso en el cuello, “te amo” le susurró en el oído. Laura se dio la vuelta y lo beso en los labios, “yo también te amo” le dijo. Ella comenzó a desabotonar la camisa de Raúl mientras él metía su mano en las bragas de Laura. El acto fue realmente rápido pero apasionado, se desnudaron rápidamente y Raúl la llevó hasta la barra donde comenzó a penetrarla, la escena no duraría más de 10 minutos pero fue suficiente para que ambos se corrieran. Continuaron abrazados besándose unos cuantos minutos más, Raúl no paraba de pensar en cuánto amaba a su esposa, él era feliz sólo con ella y ella era feliz sólo con él, no necesitaban nada más.