Así es como comenzó el inicio con mi amo

Valorar

Angélica una chica morena con larga melena y ojos verdes se dirigía hacia la puerta para abandonar la fiesta de disfraces, de sexy diablesa, si hubiera tenido menos ropa el traje se hubiera considerado un biquini. Observó como un hombre disfrazado con elegancia, ella suposo del famoso espía, le aguantaba la puerta para que no tuviera que realizar ningún esfuerzo para abandonar el local.

-Esta sexy diablesa ha elegido el mejor momento para salir -comentó el hombre mientras la recorría con los ojos, ella se notaba deseada y se ruborizó.

-Han sido mis tacones los que lo han escogido -al contestar esto Angélica podía ver los ojos negros y profundos del espía mirando sus piernas.

-Te acompaño al coche, te puedes encontrar a alguien peligroso -al decir esto el espía le miraba el escote.

-Será muy difícil que me acompañes -el espía realizó una mueca-. Vivo cerca, he venido a pie -el espía rió.

-Sube a mí coche, que es ese -señaló uno a pocos metros de la puerta- y te acerco -ella iba a replicar-. Me llamo Jaime y solo te tocaré cuando me des permiso -a Angélica esa frase le produjo humedad en el tanga.

-Angélica -se presentó mientras dejaba que los ojos de Jaime la desearan y la comieran, maldiciendo que no fueran las manos .

Los dos subieron al coche, Angélica iba dando instrucciones de qué dirección tenía que tomar.

-No es bueno que cruces las piernas, en caso de hacerlo pon la izquierda encima -Angélica no entendió la frase-. Así podré ver más muslo. Si las tuvieras en paralelo y algo separadas te podría masturbar -Angélica en un primer momento tuvo la intención de hacerle caso.

-Ya puedes parar, no es aquí pero es cerca -expuso con la respiración cortada, mientras imaginaba que la lengua del espía recorría su boca y sus dedos sus piernas.

-Hoy no me dejas ir a tu piso, se que algún día me invitarás dispongo de paciencia, para oír tus jadeos -esas palabras de Jaime a Angélica la estaban excitando y le pudo distinguir la sonrisa gracias a la luz de una farola. Él movió su mano y tomó una tarjeta del cenicero-. Aquí tienes mi número, llámame o envíame un mensaje cuando quieras. Imagina cómo te haría jadear.

Angélica tenía dificultades para no lanzarse sobre el conductor, notaba como el tanga le chorreaba. Jaime con cuatro palabras la había excitado. Entonces él le sujetó la mano y le besó la parte superior, jugando por un breve instante con la lengua sobre su piel.

Ella salió del coche a toda velocidad, sin despedirse. Sabía que si permanecía un segundo más en ese vehículo se colocaría encima de él y lo empezaría a besar. Él al ver las prisas que invadieron a Angélica sonrió.

Angélica justo cruzó la puerta del piso se descalzó. Al quitarse los zapatos perdió 10cm y se dijo que en ese momento la diferencia de altura con Jaime se aproximaría al folio. Estaba observando su reflejo en el espejo de cuerpo del pasillo con deseo, se veía provocativa. Pensó que Jaime se lo arrancaría, la tiraría al suelo, la giraría de espaldas, le apartaría el tanga, le escupiría en su ano y se la metía de golpe, en un primer momento gritaría pero al poco rato ya jadearía de placer. Los pechos casi le salían fuera del escote y la falda cubría sus nalgas de forma justa. Retiró el vestido por la cabeza dejando a la vista un conjunto blanco de encaje.

Cogió el teléfono del bolso y se sacó unas fotos, se encontraba enamorada de su cuerpo. Pensó en enviárselas a Jaime. Dejó el teléfono en el suelo, movió las manos hacia la espalda y se desabrochó el sujetador. Al inclinarse para tomar el teléfono cayó y se imaginó que Jaime estaba detrás suyo magreándola, estirándole los pezones y jadeo mientras sacaba más fotos. Notaba el tanga muy húmedo y se lo sacó. Su reflejo, el de un cuerpo sin pelo la excitó más todavía. Se pasó la mano por los labios vaginales y notó como estaban mojados, empezó a tocarse pensando en Jaime. Luego del orgasmo se lamió los dedos y se dirigió a la cama donde se tapó con la sábana.

A la mañana siguiente se levantó para recoger lo que dejó tirado. Vió su reflejo en el espejo, desnuda, despeinada y con los cuernos de demonio en su cabeza. Observó la tarjeta de Jaime que salía del bolso y le envió un mensaje, para luego acariciarse la piel del estómago.

-¡Buenos días! Soy Angélica.

Decidió ser breve, cada segundo que pasaba sin que le contestara se iba preocupando, decidió empezar a vestirse. Un tanga, una mini tejana y un jersey de cuello de barco, lo que más le costó fue encontrar unos zapatos que no le hicieran daño. Oyó un mensaje en el teléfono y corrió a leerlo. Una sonrisa se le dibujó y el tanga empezó a mojársele. Lo leyó mientras intentaba tranquilizarse.

-¿Qué Angélica? ¿De dónde te conozco?.

Al leerlo se enfadó, se había creado otras expectativas. Volvió a oír otro menaje, también era de Jaime y lo miró por curiosidad, por odio.

-Era broma. Recuerdo a la perfección la prisa que tuviste en huír del coche, no me diste tiempo a despedirme.

Se sorprendió de cómo la hizo caer en el juego, se sentía derrotada y no le gustaba perder. Al no haber pregunta no sabía qué responder. El teléfono volvió a sonar, otro mensaje le llegó.

-Espero que la broma no te moleste. ¿Aceptas que te invite a desayunar en el bar que hay cerca de tu piso?

-Sí -contestó de forma inmediata, con excitación quería que sucediera algo.

-En diez minutos te quiero aquí.

Con el último mensaje Angélica leyó que ya la estaba esperando. Puso las llaves, la cartera y el teléfono dentro de un bolso y salió a la mayor velocidad que pudo.

Llegó al bar y lo vió en una mesa del fondo que empezaba a levantarse. Una vez estuvo a su lado él le dio un pico, ella se quedó paralizada. No sabía si era por el atrevimiento o por la falta de lengua.

-Si quieres más solo lo has de pedir -a ella la respiración se le aceleró-. Lo siento soy directo.

-No me suelen gustar los rodeos, pero en este tema sí.

-Siéntate y espera -ella se sentó frente de él, la camarera le trajo un café y le regala una sonrisa, él le dio un cachete en el culo mientras se retiraba-. Cuando me has enviado el mensaje he venido es el segundo café que tomo.

-Yo quiero un café con leche, la leche bien caliente -la camarera la ignoró.

-Aquí en medio no pienso cascármela para verte luego mi corrida en tu café -Angélica se puso roja-. Por como te han subido los colores me habrás odiado con el primer mensaje. Prefiero follarme la boca de alguna camarera a cascármela.

-Eres un salido -observó indignada mientras pensaba en que sería mejor su boca.

-¿Cómo has llegado a esa conclusión? Ahora hazme creer que ayer noche no pensaste en mí -Angélica se puso roja de nuevo, recordó el orgasmo que tuvo y miró el bolso, Jaime sonrió-. Sería fantástico que me pasaras alguna de las fotos que te hiciste.

-Eres un cerdo -con estas palabras se levantó y abandonó el local hacia su piso.

Una vez Angélica estuvo en el sofá del piso se imaginó a Jaime follándose la boca de la camarera, ella mirando y su mano derecha empezó a bordear el tanga, se lo movió hacia un lado y se introdujo de golpe dos dedos en la vagina. Al cabo de poco rato sacó los dedos pringoso y los lamió para limpiarlos, tomó el teléfono y le envió una de las fotos que se hizo con ropa interior.

Al cabo de un instanté le contestó.

-La ropa interior no me gusta, a mis perras no dejo que utilicen.

Angélica con esa frase quería enfadarse, pero en su lugar se excitó, no se conocía ni a ella misma. Se sacó el tanga, lo puso encima en la falda, en sus piernas y realizó la foto. Se la envió a Jaime junto con su dirección. Se sentó nerviosa a esperar. Al cabo de poco sonó el timbre y fue a abrir la puerta, al otro lado estaba Jaime con su sonrisa y una mochila a la espalda.

-¿Me invitas a pasar? -ella afirmó y se le tiró encima para introducirle la lengua, por suerte él se dejó, al separarse-. Si hubiera sido al revés se podría considerar acoso.

Le indicó el camino hasta el comedor yendo delante, notaba como la humedad bajaba por la parte interna de los muslos. Deseaba que él no prestara atención. Jaime estaba gozando del brillo, la tenía donde quería.

-Ayer te lo dije y hoy lo vuelvo a repetir, no te tocaré hasta que digas que me perteneces. Por lo que he notado tienes muchas ganas de que te folle -Jaime sabía que le había de hablar en ese tono, imaginaba que a ella le gustaba.

-Eres directo. Lo más probable es que sea tuya antes de que salgas del piso -al escuchar esas palabras por la cabeza de él pasó «de rodillas»-, de momento soy libre. ¿Cuánto rato llevabas mirándome ayer? -él se lo tomó como una pregunta trampa.

-Casi toda la noche, una esclava me comentó que serías una buena perra. Observé como muchos se te acercaban y los hacías huir, les ladrabas. Huían con el paquete inchado.

-De tu lado huí.

-Porque tenías el tanga húmedo -Angélica hizo el gesto de sacarse un puñal de la espalda-. Hoy no quieres que te suceda y por eso no llevas -miró hacia el sofá-. Las piernas te brillan.

-La foto que te he pasado, ¿te ha puesto?

-No, me ha puesto más la segunda, me obedecías. Quedarías preciosa si solo llevaras la falda o nada. Que viera esos pezones que se están marcando -al decir eso vio como Angélica trasteaba el teléfono y al instante le sonaba un mensaje en el suyo.

Miró el teléfono y observó una foto de ella completamente desnuda.

-Bonitos pezones, pero quiero verlos en 3D, quiero que me des permiso para tocarlos, para lamerlos, para morderlos, para estirarlos…

-Te paso una foto desnuda y me pides más, no te has fijado que voy depilada.

-De una calienta pollas como tú era de esperar. Ví como les producías una erección y cambiabas de objetivo, no sabías ni chuparla.

-¿Me azotarías?

-Enana, sé que te correrías. ¿Imaginas mi mano marcada en tu nalga? -él sabía que tenía que enfadarla y excitarla casi por igual-. Imagina que en una de las zurras mi dedo entra en tu ano y empieza a moverse -a él le pareció oír un jadeo- ¿Te comes las corridas? -ella afirma con la cabeza.

-Realizo cosas -Jaime levantó las cejas-. No de todos a los que se la chupo.

-¿Has disfrutado con el anal? -buscaba la negación de ella y la obtuvo-. Yo te haría pedir más, primero masajeare tu culo mientras reparto el lubricante, dejaría caer unas gotas en tu ano -vio como ella apretaba las piernas y le gustó-. ¿Has lamido los huevos a alguien? -ella negó con la cabeza-. Hace que las corridas sean mayores.

-¿Qué placer me produciría?

-El de satisfacer a tu Amo perrita. ¿Has limpiado una polla luego de que se corriera en tu coño o en tu ano? -Angélica hizo cara de asco-. Todo llegará, conmigo disfrutarás -él sacó el teléfono y le enseñó una foto en la que a una le follaba la boca y la otra le realizaba un beso negro.

Jaime sabía que estaba en los últimos metros, tenía que convencerla con rapidez. Quería follársela.

– ¿Sabes que puedes marchar cuando quieras? Pero no creo que seas de las cobardes a las que un desafío les da miedo. Hay un código de colores amarillo alerta y rojo prohibido -Angélica sonrió

-¿Solo un polvo?

-Me fastidiará pero si quieres, a si sera perra.

-No me gusta que me insultes. Soy tuya.

-Se más precisa. Habrás de subir de categoría para que no te insulte.

-Soy su perra mi Amo.

-Ya era hora que te decidieras zorra.

Deja una respuesta 0

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *