Así es como la pasamos tan bien, el rompiéndome el culito y metiéndomela hasta el fondo sin parar. Presiona sus huevos contra mi piel y clava sus dedos en la piel de mis hombros

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Nos acercamos pausadamente a la tranquila cafetería, en estos días, abarrotada por turistas y veraneantes. Pedimos las bebidas y nos sentamos en la terraza para disfrutar de la tarde y hablar de cosas cotidianas. Tras unas horitas disfrutando de la tarde, nos vamos para casa. Te encanta ver como camino. Te gusta ir un par de pasos por detrás, para poder disfrutar del movimiento de mis piernas y del contoneo de mi culito bajo la sutil faldita de franela. En la oscuridad del paseo, te pegas a mí, me tomas por la cintura sujetándote firmemente. Tus dedos recorren mi tripita, lo que al principio me causa algo de cosquillas y luego esas cosquillas se convierten en ganas de sentirte aún más. Caminamos pegaditos, me encanta hacerlo, sentirme rodeada y protegida por ti. Tu mano baja primero sutilmente hacia mi culito, hasta que poco a poco colocas tu mano allí. Sintiendo cada movimiento de mí caminar, mi brazo también te rodea, caminando sin prisas, solo disfrutando del momento, de nosotros, uno que otro besito acompaña el paseo nos asomamos a algunas tiendas y trato de convencerte que en los próximos días me compres una camisa que me ha encantado. El paseo se nos pasa volando, al igual que la tarde. Espanta ver como vuela el tiempo cuando estas disfrutando. Cuando llegamos a casa, el cansancio acumulado del día nos sacude como un mazo y solo tienes una idea en mente. Una ducha calentita para quitarnos el salitre, una tranquila cenita y algún capítulo de alguna serie para relajarnos en el sofá.

Nuestras mentes como siempre en sintonía, pienso en lo mismo que tú. Dejas las cosas de lado y comienzo a ordenar todo, me acaricias la espalda una señal que me conduce a tus brazos. Buscando tus mimos y besos. «Una duchita, pero por separado que sino no te portas bien» te sonrió mientras te doy una lamidita en la punta de la nariz y salgo corriendo al baño tratando de que no me des  caza. Te he pillado por sorpresa, pero esta vez no piensas dejar que me salga con la mía. Sales disparado detrás de mí y cierro la puerta del baño justo en el momento en el que estas a punto de alcanzarme. «Abre la puerta, y dejamos entrar, o soplare y soplare, hasta derribar la puerta» «¡Tú eres insaciable!» pienso en si dejarte pasar o no «eres un escorpión y si te dejo pasar…» sigo pensando y como un jovencito sigues insistiendo. Luego de unos minutos cuando pareces darte por vencido le quito el seguro a la puerta y al asomar mi cabecita, tú lasciva sonrisa, triunfal no se hace esperar «Vale te la concedo esta vez» te digo mientras te abres paso y tus labios me buscan al igual que tus dedos inquietos.

«¿Ya? ¿Tan pronto te rindes? ¡Oooh!» Pronuncias estas palabras mirándome con provocación mientras me rodeas con tus brazos. Buscas mi boca. Tus manos acarician mi culito. Nos movemos en círculos sin dejar de besarnos como dos coordinados bailarines. Con un sutil empujoncito, me arrinconas contra la pared y atacas a mi cuello provocándome un escalofrío. Deslizas tu boca sobre mi cuello y me sientes entregada. Me atraes de nuevo hacia ti  «Ahora estas a puntito…» Con suave movimiento, salimos del baño y aprovechando mi situación de medio trance, te cuelas de nuevo en el baño y cierras la puerta. «Como puedes ver, la cazadora, se convierte en presa. Jajajajaja.» «¡Eres un liante! y esta vez lo utilizo en el modo correcto» hago un pequeño berrinche pero una sonrisa se dibuja en mis labios. Mi mente veloz maquina una venganza que se no será de tu agrado, así que decido ponerla en marcha «¿a esas vamos no? ¡Ya verás!» me retiro lentamente, sé que mis silencios en situaciones así solo pueden despertar tus alertas. Sé que debes estarte replanteando mientras te dedicas a la ducha. Con resignación me acerco al sofá y tomo mí móvil para jugar un rato, sigo pensando cual es la mejor opción y concluyo que será atacar por donde más te duele. Encerrado en el baño esperas mi replica, que no llega. “(Ups. Me apetecía jugar contigo al ratón y al gato)” Enciendes el agua, para provocarme, pero nop. Silencio. Canturreas…nada. Escuchas pasos alejarse. Sales en silencio y me ves en la sala jugando con el móvil. «Mi niña… ¿Duchita juntos? Prometo ser bueno…»

‘Nunca sos bueno en la ducha» te saco la lengua, me levanto y me acercó a ti dándote un sentido beso que te hace olvidar todo. Nuestros labios se unen y sin darte cuenta estas en el sofá y yo sobre ti perdiéndonos en nuestros labios, sujetas mi culito para sentirme más y mi boca baja a tu cuello sintiéndolo y mordiéndolo. «jaque mate» sonrió al ver tu cara de pregunta. Salgo corriendo y antes de que te des cuenta te he calentado adrede para obtener la ducha «niñas….» con ese pensamiento te vas a la cocina mientras preparas algo ligerito. Escuchas el ruido en la ducha y puedes imaginar el agua corriendo por mi cuerpo desnudo sin poder reprimir un deseo de estar allí. Cuando por fin salgo de la ducha, esta todo casi listo. «vida, me doy una duchita rápida. La mesita está casi lista…» Me miras con picardía entre la rendija de la puerta: «procura no quemar la cocina, jajajajajaja» Te miro con cara de pocos amigos «muy gracioso liante» y te lanzo un cojín que esquivas hábilmente dedicándome tu risa malvada. Mientras te duchas me planteo seguir liándotela o llamar a la paz. Cuidadosamente procuro que nada se queme en tu ausencia. Te escucho en la ducha y como siempre me sacas una sonrisa. Al poco ya estás conmigo, tienes el cabello alborotado y me encanta cuando lo llevas así porque puedo peinarlo.

Sales desnudo de la ducha y vas a la cocina guiado por una sutil sensación de hambre. Cuando me ves con ese fino pijamita, tu verga da una pequeña sacudida perfectamente visible, puesto que estas desnudo, te acercas a mí, abrazándome por la espalda y besando mi cuello y mojándome levemente la parte superior del pijama. «creo que será mejor que me ponga algo… «Me das una suave nalgada y caminas despacito hasta el cuarto. La sensación de sentirte detrás de mí abrazándome, siempre es reconfortante además de que provoca en mis muchas sensaciones y más cuando noto la leve erección que es más que evidente. Has mojado parte de mi pijama y te sigo a la habitación «empiezo a creer que un día terminaras ocultando mi ropa para andar desnuda por la casa» una sonrisa de maldad se dibuja en tu rostro «¡Ni se te ocurra!» Saco otra camisa de pijama muy parecida. Luego de que estés medio vestido te acercas nuevamente dedicándome un beso en el cual aprovechas para tocar mis nalgas sin pudor. Te tomo de la mano recordándote que debemos cenar y sin mucho querer me das la razón. Cenamos tranquilitos, con bromas y con la TV de fondo que narra las noticias. Te apresuras a cambiar de canal estando saturado de escuchar siempre las mismas cosas “Si el mundo se va al carajo que me pille feliz, y en tus brazos” Tras la cena, recogemos todo y nos vamos al sofá a ver una serie. Acomodado sobre mí, con tus manos siempre buscando mi suave piel y dándome suaves caricias.

Mis largos dedos se pierden en tu caballo, lo acomodo para que quede tal como a mí me gusta. Si alguien me viera diría que tengo una maña por peinarte, aunque poco me importa. Siento me abrazas con fuerza y te dedico mi sonrisa y un suave beso en tu frente, me olvido de cualquier cosa que no sea tu y yo en ese sofá. Nos distraemos con la serie y con nuestras caricias El sueño te alcanza con la caricia de mis dedos. El día ha sido apasionante, morboso y muy divertido, pero agotador. Te acomodas entre mi pecho, abrazándome con dulzura y tus ojos se cierren unos segundos. Cuando abres los ojos de nuevo, la serie ha terminado y te miro con ternura. Te beso en la frente y como podemos, nos dirigimos a la habitación. Ya en la cama, adormilados, nos acoplamos a la perfección. Tras unos minutos, te mueves levemente para no alterarme y acomodar el hombro, y en el movimiento, tu verga se coloca entre las nalgas de mi culito. Te detienes, deseando no haberme despertado y te quedas quieto dispuesto a dormir. Pero tu polla reconociendo el lugar, se levanta solita presionando mis nalgas. Te retiras un poquito justo cuando me escuchas decir… «eres incorregible» Tu brazo me rodea y sabiendo que estoy medio despierta todavía me atraes hacia ti y sin poder evitarlo tu miembro queda ajustado entre mis nalgas, una risa floja acompaña tu acción. Me acerco a ti moviéndome suavemente y quedando mejor acoplada, tu nariz se hunde en el olor de mi cabello y me causas suaves cosquillas con el roce de tu brazo «liante pervertido te amo»

El cansancio es enorme, y pese a la creciente excitación, crees que debemos dormir un ratito. Te pegas más a mí de forma que nos fundimos en uno. El sueño se acerca mientras te embriagas con el aroma de mi cabello. Besas mi cuello con suavidad y susurras un «buenas noches» que dudas haya escuchado. Ha sido un día cargado de emociones. De las cosas más reconfortantes que podemos sentir, el dormir muy unidos. Sé que es natural esas suaves erecciones cuando dormimos. Tus manos recorren mi cuerpo con suavidad. Una de tus manos va a parar sobre uno de mis senitos y tu cercanía me descoloca. Pero el sueño puede más. Y tus caricias son el mejor prólogo para dormir. Sintiendo tan cerca mi cuerpo, es muy fácil quedarse dormido y alcanzar el reino de los sueños. Tus ojos se cierran y el sopor te alcanza. Poco después, un ruido en la calle te hace abrirlos. Tienes la sensación de que han pasado tan solo un par de minutos, pero el entumecimiento de tu cuerpo y la claridad de la casa te dice que no es así. No quieres ni mirar el reloj. Permaneces inmóvil con la esperanza de no despertarme. Mi respiración es lenta y pausada y disfrutas de mi calma.

Cuando mi cuerpo comienza a desperezarse tengo mi cabeza hundida en tu pecho entre mechones de cabellos. La primera visión es la de tus ojos verdes mirándome con suma ternura y acariciándome con delicadeza. Trato de tomar el móvil pero me lo impides sutilmente, quieres disfrutar el máximo posible de tenerme en tus brazos. Te acercas a mi cabeza y me das un suave beso en mi frente Acaricias mi carita de niña, dulce y perfecta pasando tus dedos alrededor, sin apenas rozarme. Me tienes entre tus brazos, que es como más te gusta tenerme. Podrías pasarte horas así. Mi fragancia, el calor de mi cuerpo, mi ronroneo. Todo te invita a continuar inmóvil, disfrutando de cada segundo. «Laztana, creo que me voy a levantar para hacer el desayuno. Hoy nos vamos de excursión. Uhmm. Tal vez… ¿quieres desayunar en la cama? Te puedo traer una porra, unos huevos y leche calentita…» Me has pillado adormilada, porque asiento con un ronroneo. Cuando segundos más tarde, me doy cuenta de la alusión sexual, comienzo a golpear tu cuerpo, soltando divertida, toda clase de improperios.

Conoces perfectamente lo mucho que me cuesta desperezarme y sé que también disfrutas mucho de verme revolviéndome entre las sábanas, tus ocurrencias lascivas me producen una risa y otras cosas más. Antes de salir a la cocina te colocas sobre mí besándome con mucha ternura, para luego ir a hacer esos desayunos que tanto me gustan. Sonrío de satisfacción y pienso te me has escapado sin tener la oportunidad de morderte Enciendes la plancha para hacer unas súper tostaditas con pan, y los ricos cafés que tanto me gustan. El aroma del café y las tostadas me atrae a la cocina como hipnotizada, y cuando me ves aparecer con una de tus camisetas, SOLO, con una de tus camisetas, no puedes evitar una erección que evitas que vea por todos los medios. Si queremos salir de excursión es mejor no entretenerse. Desayunamos tranquilamente, viendo TV y charlando de la uni, de películas que veremos e importantísimos debates acerca de cómo se afeita Superman. Luego de un extendido debate a donde no llegamos a ninguna conclusión razonable de cómo se afeita Superman vamos acomodando todo en casa para irnos de excursión. Tu mirada se desvía cada tanto al borde de tu camisa que cubre lo justo y necesario. Me abrazas por detrás disfrutando de nuestra unión corporal y recordándote que no podemos jugar si no queremos cambiar los planes. Me cuelgo de tu cuello «no podría afeitarse con una cuchilla de diamante» rompes a reír cuando lo digo y me explicas las razones por lo cual tampoco es viable.

Con el debate en la boca, nos acercamos a la habitación para cambiarnos. Mientras me voy vistiendo, me lanzas miradas de lujuria que siempre me hacen sonrojar. Te encanta como a pesar de tiempo de convivencia, siempre me azoro cuando me miras de esa forma, te hace desearme con más fuerza. Cambiados y con todo preparado, tomas las llaves de la moto, y nos dirigimos a nuestro destino. Mientras nos dirigimos a la moto sigo proponiéndote varias teorías… las cuales de una u otra manera terminamos descartando casi de inmediato. Ya frente a la moto me insistes en que por el momento dejemos de lado el tema. Con la promesa de seguirlo más tarde, pues ahora quieres que disfrutemos al máximo. Un beso y una sonrisa es todo lo que necesito para darte la razón. El paseo es precioso y el tiempo espectacular. El destino, el bosque encantado. Un bonito bosque de robles, pintado que es una obra de arte. El trayecto es rápido y pronto estamos en la entrada del bosque. Tus manos aprietan las mías. Nuestros labios se funden de nuevo. Es de mis destinos favoritos, desde la primera vez que me pasaste fotos del lugar te hice prometerme que me llevarías ahí, la paz que se respira es mágica, todo allí es tranquilidad y la manera en cómo han decorado cada árbol da una sensación de familiaridad, fácilmente se puede pasar horas y horas en esta zona y aun mejor puedo comerte a besos como tanto me gusta. «modo koalita activado» te dijo antes de que me dediques una gran sonrisa y un fuerte abrazo

El bosque, viejo y cerrado, pese a estar pintado y decorado, tiene zonas donde apenas puede penetrar el sol. Es un bosque lleno de paz, y donde puedes sentir los espíritus ancestrales. Mientras me vas relatando antiguas leyendas de tu cultura, ves como poquito a poco, me voy pegando más a ti con carita de temor. «Tranqui laztana, es tan solo mitología. Además, estás con el Basajaun. El guardián del bosque, y esta, es mi casa» «Tienes razón mi Basajaun… a tu lado es el lugar más seguro para mi» Te inclinas a besarme, la paz es casi mágica, me conduces a algunas zonas donde nos dedicamos a tomar fotos del paisaje, unos pensamientos pasan por mi mente y muerdo mi labio ligeramente, me miras con cara curiosa, tratándome de sacar lo que se me ha cruzado pero una risita y un beso desvían tu atención. Rodeada por tu brazo seguimos el paseo, me cuentas más leyendas a la vez que vas corrigiendo mi pronunciación que admites es buena para el poco tiempo que manejo el idioma. El bosque es bastante grande, y entramos en su corazón a mediodía, deteniéndonos en unas mesas para comer un bocata y beber algo. El agua de la fuente es fresca y suave. Tras comer, continuando con tu labor didáctica de mostrarme todos los personajes mitológicos, proseguimos el paseo. Nos cruzamos con todo tipo de gente en el bosque con las que cruzamos tímidos saludos. Un tiempo después, llegamos de nuevo a los lindes del bosque terminando nuestro recorrido. «Mi niña, ahora podemos adentrarnos en otro bosque que conozco, no muy lejos de aquí. Un enorme bosque lleno de hayedos y robles. Poco transitado y con una solitaria borda.» El recorrido en la moto se hace corto y de nuevo nos apeamos ente la entrada del frondoso bosque.

Te miro con un poco de desconfianza pero sé que a tu lado estoy segura, además la idea de explorar un bosque más… solitario se me hace muy tentadora. Recorremos poco a poco el nuevo camino ya con la tripa llena es mucho más agradable y una suave brisa que se cuela entre los arboles es simplemente maravillosa. El camino está algo más cerrado que en el otro, y nos llevara algo más de tiempo avanzar, pero como aun es verano, y anochece tarde nos dará tiempo. En ocasiones, debemos evitar las zarzas acumuladas en el camino, pero el bosque enamora. Enormes telarañas que cruzan el camino delatan que no ha pasado nadie por ahí en al menos un par de días. Sientes la presión en tus manos originadas por el temor. «tranquila caperucita, el lobo no te comerá…. TODAVÍA GRRRRR. AUUUUU» «Muy gracioso lobito feroz…» te susurro y aparto de mi mente todos los temores y pensamientos que puedan evitarme disfrutar de tu compañía a pesar de vivir juntos nuestro se ve limitado por nuestras responsabilidades y estos momentos donde solo somos nosotros y mandamos a la porra los demás son de los que más disfruta. «Pero… te equivocas… no puedo ser caperucita ella es un ideal de inocencia y virginidad, y no soy lo primero y sin duda mucho menos lo segundo… soy tu hechicera…» esa sonrisa lobuna te delata y me sonrío también mientras me ayudas a no caer en una zanja y rompemos a reír en la paz del bosque.

Entre risas y juegos, y alguna historia de cazadores, llegamos hasta una zona donde la maleza se reduce dejándole sitio a una borda. Un pequeño refugio de pastores, cazadores, senderistas y montañeros donde pueden refugiarse del frio y la lluvia. Cuando veo la pequeña y vieja casa, sientes como mis perfectas y cuidadas uñas, se clavan en tus manos. Un pequeño gruñido emites cuando clavo mis uñas, me disculpo varias veces y me dices que no pasa nada, es solo la impresión, la verdad por mi mente recorren varias opciones, la más tentadora era hacerlo al aire libre en algún claro, pero esa cabaña… tengo debilidad por ellas, además de que se tus intensiones no son castas ni mucho menos inocentes nos acercamos a la cabaña muy despacito, por si hay alguien dentro. La puerta está cerrada, pero suelen esconder la llave en algún hueco. Entretenido buscando la llave, giras  tu cabeza hacia mí y me ves agachada, mirando algo en el suelo, con el culete en pompa. Eso es demasiado para ti. Te acercas sigiloso por detrás, y colocas las manos en mis caderas provocándome un respingo, pero sigo mirando el suelo y te pregunto por una seta. Tus dedos se aferran a los bordes de mis pantaloncitos y con la rapidez del rayo los desplazas lo suficiente como para dejar mi culito únicamente tapado por una bonito tanga blanquito que te sorprende. Tu polla crece en el mismo segundo que la presionas contra mi culo.

«¿De dónde has sacado eso mi niña?» me preguntas con una mirada ardiendo en deseo y mis ojos también brillan de excitación, me incorporo y solo hago que te pegues más a mí. «Eso mi querido Basa es una sorpresa para ti, creo nunca me has visto con uno puesto» tus manos apartan mi cabello de mi cuello y te dedicas darle suaves besos Verte con ese tanguita te ha sobreexcitado. Te restriegas contra él. Tu mete se debate entre apartar el hilito allí mismo, o meternos en la borda. «¡¡¡qué demonios!!!» Apartas el hilito del tanga y te agachas, para poder saborear, y explorar con tu lengua los bordes de mi culito, empapando muy bien la entrada y buscando mí ya húmeda rajita. «¡¡Liante!!» digo sobre exaltada cuando siento tu lengua explorando mis zonas íntimas y el color en mis mejillas no se hace esperar, nunca se cómo reaccionaras cuando me ves con este tipo de prendas y en esta ocasión sin duda te dejas llevar por el impulso, (nota mental, comprar más tanguitas) sonrió y suspiro cuando tu lengua va directo a mi culito «tienes debilidad por el» susurro «Mmmm, sí que lo tengo. Debilidad por ti» Pronuncias las palabras con restos de flujo chorreando por tus labios y la cara ya empapada. Tu lengua baila entre mi culito y mi almeja saboreando cada instante. Tu verga golpea tus pantalones, deseando ser liberada, pero antes, tienes que seguir con el banquete. Tu lengua perfora mi culo, intentando adentrarse en él, deseando descubrir sus secretos. «eres deliciosa»

«podríamos entrar… así disfrutarías mejor de lo bien que me queda el tanguita» mi voz resuena por el silencioso bosque, ronca de excitación. Tu estas perdido en el placer de mis sabores, y sé que en este tipo de situaciones no te gusta ser interrumpido, sonrío y me alejo de ti mientras protestas de una manera bastante sonora, y corro hacia la cabaña. Tu movimiento te ha dejado sorprendido. Me ves alejarme con los pantaloncitos medio bajados y los hilos de mi tanguita asomando por ellos que te cuesta reaccionar, y con mi sabor en la boca, sales disparado detrás de mí que ya estoy adentrándome en la pequeña borda. Te quedas en la entornada puerta antes de adentrarte y le das unos golpecitos. «toc toc, niñita, ¿está tu mami en casa?» «Muy gracioso…» Noto tu mirada lobuna que me devora por completo, te sonrío y me cuelgo de tu cuello atrayéndote al interior, cierras la puerta con una suave patada y quedamos completamente solos ahora si «si hay un gemido en el bosque y el bosque esta vacío, en verdad se escucha» digo atendiendo a un viejo postulado filosófico, me miras con una ceja levantada mientras tus manos se cuelan dentro del short rápidamente para tocarme

«No tengo ni idea de lo que me hablas, pero una niñita como tú no debería dejar entrar a desconocidos en casa. Mucho menos si esta tan rica como tú. Podría intentar…comerte» Avanzas despacio palpando mi cuerpo, disfrutando de él. Tus manos vuelan bajo mi short y bajo mi sweater, acariciando mi ombliguito, subiendo hacia mis tetitas. Sientes como tiemblo, como me estremezco. Acercas tu cara a la mía buscando un beso. Mi boca busca a la tuya, con ganas de sentirte mucho, de saborearnos. Tus manos me recorren mi espalda baja debajo de la ropa «un desconocido entrando a devorarme… que tentador sueno eso» me atraes más hacía ti levantando ligeramente mi ropa hasta que quedamos pegados a la pared devorándonos con devoción. Como solo nosotros sabes hacerlo. Tus manos vuelan bajo mi ropa, palpando mi desnuda y cálida piel. Suben por mi vientre hacia mis senos y se aferran a ellos, por encima del molesto sostén que rápidamente me quitas con habilidad para seguir disfrutando de mis tetitas. Me subes levemente el sweater dejando la parte inferior de mi cuerpo al descubierto así como la mitad de mis senos. «dulce niña…nunca debiste dejarme entrar. Ahora, por mucho que grites… ya es demasiado tarde» Pronuncias las palabras con voz ronca, gutural, arrancándome una mirada de extrañeza. Nunca te había escuchado cambiar de voces. «Tienes un olor delicioso. Miedo y excitación. Por eso, tendré que comerte»

Mi mirada lo dice todo, mi mente vuela, trato de determinar qué papel estás llevando acabo. Me sonrojo cuando me arrancas la ropa sin mediar palabras. Lo intenso de tu respiración, tus palabras con esa voz ronca que tanto me excita pero que hoy suena bastante diferente, tus verdes ojos ensombrecidos por el deseo provoca que muerda ligeramente mi labio. Me volteas, colocando mi espalda contra ti. Colocas mis manos contra la pared, de la misma forma que la policía posiciona a sus detenidos. Abres el cierre de mis pantalones y los bajas hasta mis tobillos dejando el tanguita a la vista. Intento mirar hacia atrás, pero me lo impides. «De eso nada niñita» Me quitas mis pantalones y te separas unos metros para poder verme. Frente a ti, tengo a una nenita, con la cintura desnuda, y con su cuerpo solamente tapado por una fina tanga y un nicky subido hasta las tetitas. La presa perfecta para cualquier predador. Te acercas, con pasos lentos y pausados. Te sitúas detrás de mí, y te pegas a mi culito, dejando que sienta tu potentísima erección. «¿Ves nenita? esto es lo que pasa por dejar entrar a desconocidos a casa.» Mi respiración se entrecorta, no puedo evitarlo, este arranque de «desconocido/violador» no me lo esperaba, me muerdo el labio para reprimir un gemido al momento que tus dedos se pasean con habilidad por mis caderas. Cuando llegan a mis nalgas las amasas sin descaro alguno y cuando pienso protestar, me sueltas una nalgada, que aunque no ha sido demasiado fuerte ha resonado bastante. Mis mejillas se enrojecen y solo logras excitarme más cuando tus dedos siguen ese travieso recorrido por toda mi piel, suelto una que otra palabra inentendible y te aprovechas de mi flaqueza momentánea para seguir explorándome a tu antojo «(las consecuencias del tanguita)» supongo

Tus manos vuelan por mi cuerpo, disfrutando de cada zona, de cada poro. Se cuelan bajo mi ropa y se aferran a mis senos con firmeza mientras mordisqueas mi orejita «De esta no te salvas nenita. Tu culito será mío y el resto de tu cuerpo también» Bajas tus manos, recorriendo mi cuerpo y abres el cierre de tus pantalones y te los quitas, sin dejar de manosearme y vuelves a pegarte a mí, con tu polla totalmente erecta y amenazante presionando mi carne. Me quitas totalmente la parte superior de mi ropa, inmovilizando mis manos con ella, y presionas tus dedos con fuerza en mi espalda hasta ponerte a la altura de mi culito y empiezas a olfatearlo, abriendo levemente mis nalgas y dejando a la vista el fino hilito del tanga. «Tienes un olor delicioso, me pregunto cuál será tu sabor» Mi respiración acelerada, las emociones me invaden por completo, no sé en qué momento pero esta situación me tiene al tope de la excitación, has tomado todo el dominio de la situación, el fuego en tus ojos me indica que estas a punto de cometer una de tus infames «violaciones» pero el tono en que me hablas, la manera en cómo me miras, has perdido los papeles por completo y al parecer más que en cualquiera de nuestros encuentros

Metido por completo en el papel del violador asaltacunas tus manos recorren mi cuerpo sin ningún pudor. Separas mis piernas con tus manos, situando tu cara justo a la altura de mi firme culito. Abres mis nalgas del todo y aparece ante tus ojos el tesoro escondido tímidamente oculto por el hilito del tanga. Tu polla no podría estar más dura por la imagen. Mi rosado y apretado agujerito a penas tapado por el tanga, que empieza a estar empapado por mis abundantes flujos, cuyas emanaciones llegan a tu nariz cortando los finos hilos de cordura que te faltaban. Separas firmemente mis nalgas, metes tu cara entre ellas, apartando con la boca el tanguita y despejando el camino. Sujetas la fina tela con tus dedos, y entierras tu cara en mi culo, deslizando tu grande y poderosa lengua por todas mis intimidades, iniciando desde mi rajita, presionando con fuerza hasta mi ano en el cual te detienes a chupetear, succionar y penetrar con tu lengua. «Mmm, estas deliciosa niñita. Creo que te comeré durante un buen rato antes de violar este virginal culito»

Tu actitud me descoloca y me excita de sobremanera nunca pensé que esta situación fuera a excitarme a tal grado que estoy completamente mojada, suspiro cuando te hundes a saborearme y no puedo responder con coherencia a tus afirmaciones cada vez estas más excitado ahora sí creo me violaras en toda regla. Tu lengua repasa cada milímetro de mi imberbe culito, así como mi deliciosa cueva. Cuando de forma inconsciente cierro mis piernas, tienes que darme una nalgada, y abrírmelas de nuevo, con mayor abertura. «No es conveniente que te resistas, pequeña.» Mi vagina segrega jugos de forma abundante y potente. Mi culito tiembla de excitación. Metes un dedo dentro de mi culito, sin dejar de lamerme, arrancándome un gritito infantil, que multiplica tu excitación. Dándole una suave mordidita a mis nalgas, metes un segundo dedo dentro de mi culito. Pasa por tu cabeza la idea de obligarme a tragarme tu polla, pero ver mi culito, ver mi tanguita… Te incorporas y despojado de la parte inferior de tu vestimenta, deslizas tu verga por mis nalgas, rodeando mi ano. Inclinando mi cuerpo un poquito más, dejando la entrada de mi culito, totalmente disponible.

Mi corazón está desbocado, ese mordisco no ha sido tan suave y la nalgada también estaba cargada de intensidad, mi cuerpo entre la pared y tú, tu miembro amenazante que ya tantea mi entrada, un par de veces solo punteas pero al tercer intento te dejas ir por completo mientras muerdes mi cuello, trato de relajarme lo máximo posible pero una nalgada nueva y un poco fuerte me descoloca Estas desbocado. Totalmente metido el rol del violador a una jovencita. Entierras tu polla dentro de mi apretado y lubricado culo y lo haces hasta el fondo, consciente de que en otras ocasiones, lo haces más lentamente y no tan profundo la primera vez. Cuando suelto el gritito se multiplica tu excitación. Te retiras con lentitud, disfrutando cada segundo de la presión que mi culo ejerce contra tu verga. Miras hacia abajo para disfrutar de las vistas, de mis nalgas abiertas y mi delicioso agujerito tragándose tu verga. Das otro empujón, dejándolo totalmente dentro de mí, presionando tus huevos contra mi piel. Tus dedos se clavan en la piel de mis hombros y me atraes hacia ti, para evitar que me escape, para presionarme contra ti. Los empujones de tus caderas, me desplazan hacia delante, pero la pared impide el movimiento. «Niñita, tu culito está muy apretado. ¿Es la primera vez que usan tu culito? »

«Au…» logro decir cuando nuestros cuerpos se pegan más, puedo sentir la presión de tu miembro como me invade de manera violenta y puedo notar por lo acelerado de tu respiración por tus gruñidos animales que estas disfrutando mucho de poder «abusar» de mí, tu mano se sitúa en uno de mis senos atrayéndome con firmeza y tu otra mano baja para estimular mi botoncito totalmente empapado Mis suaves gemidos, mis infantiles quejidos, te catapultan al sumun del delirio. Sin darte cuanta, aumentas el ritmo de la penetración, así como la fuerza de las embestidas, y, sin darte cuenta, te follas mi culo profunda y fuertemente. Mis gemidos y grititos aumentan de volumen devolviéndote a la realidad y sacándote de tu rol por unos segundos. «¿mi vida, estas bien?» «Si… solo se un poquito más sutil…» respondo en un hilito de voz que aunque no lo he planeado te conmueve más de lo debido, pero sabes perfectamente como recompensarme. Me besas dulcemente, primero subiendo por mi cuello hasta llegar a mis labios, nuestros ojos se miran fijamente diciendo lo que nuestras bocas a veces no saben interpretar. Suspiras, entre gemido y gruñido vuelves a la carga, un poco más suave pero con la misma intensidad, sigues poseyendo mi culito como su único dueño. Pronto nos perdemos nuevamente en el placer, tú siendo más dedicado y yo dejándome llevar un poco más y más… Perdiéndonos en ese nuestro pequeño paraíso

Tras unos instantes de cordura, el delirio se adueña de nuevo de tus actos. Tus manos, se aferran a mis tetitas sujetando los bamboleos de mi cuerpo, impidiendo que me desplace más hacia delante. Con tu polla firmemente enterrada en mi culito, sientes llegar el orgasmo. El movimiento es simplemente delirante, mis gemidos van en aumento con cada embestida, tus jadeos y gruñidos también. Todo el lugar huele a sexo y eso me calienta aún más. Cada embestida como se entierra tu verga en mi culito, encaja a la perfección y queda completamente insertada, un rápido movimiento y una de tus manos baja a mi almejita, tus dedos se adentran de forma rápida y furiosa como el movimiento de tus caderas. Me sujetas firmemente sabes que también estoy a puntito y este orgasmo tiene proporciones épicas para los dos, nuevamente tu lengua recorre lasciva mi cuello y un potente escalofrío me recorre, más aun cuando juegas con mi pezoncito duro como diamante

«veo que gusta el sexo anal, niñita ¿qué le dirás a tu novio cuando vea que te han estrenado el culo?» Tienes que bajar el ritmo para pronunciar esas palabras, mientras una mano, sigue presionando y estimulando mi almejita y la otra mis endurecidos pezones. «¿qué le vas a decir cuando llegues con tu culito lleno de leche? ¿Le dejaras que te lo coma? » «Mmm… si… que me coma… o cómame usteeed» mis palabras se ven sumamente alteradas por tus dedos, son mi perdición siempre lo han sido y el ritmo como se adentran y como presionas mi botoncito más la intensidad de tus embestidas. Un fuerte orgasmo, un squirts sacude mí cuerpo, un reguero de mis flujos dan a parar entre nuestras piernas y al piso. Mi cuerpo se desvanece quedando como una muñequita dispuesta a complacerte, me sujetas firmemente y tu verga taladra sin piedad mi culito. «¿le dirás a tu papi que te he violado y te ha gustado? ¿Le enseñaras tu culito de niña?» No puedes más. El orgasmo es inminente. Quieres culminar la violación llenando mi boca de leche, pero no te dará tiempo. El primer disparo es en la entrada y después empujas la lechita hacia dentro, donde descargas los demás acompañados por sonoros gruñidos.

Mi sonrisa flojita, solo logro asentir a tus palabras. Cuando siento esos disparos inminentes de tu leche llenando por completo mi culito. Siento como entierras tu verga lo más profundo posible descargando tu gran cantidad de leche en mí. Tengo que admitir que la cantidad de leche que produces es asombrosa, mérito propio de tanto ordeñarte. Tus últimos gruñidos son acompasados por suaves mordidas a mi cuello. Tras el potentísimo orgasmo, sientes como las piernas te flaquean. Tu polla, pega las ultimas sacudidas dentro de mi apretado culito. Muerdes mi cuello. «¿Saben tu papi y tu novio lo guarrilla que eres? ¿Saben cómo traga leche tu culito? ¿Y tú, te gusta el sabor de la leche?» Sigues totalmente aferrado a mí, pero tu verga se desliza lentamente hacia fuera hasta liberarse del todo. Tomas con mi dedo los restos del esperma que rezuman en mi ano y los llevas hasta mi boca. «¡Abre tu boca y prueba mi leche!» Mi lengua saborea tu esperma, y vuelves a repetir la operación de recoger esperma y llevarlo a mi boca. «ahora, aprieta tu culito. Quiero que llegues con toda la carga a tu casa, y tu novio pueda lamerte el culito esta noche lleno de mi leche.» Lamentando haber dejado el tapón anal en casa, me colocas de nuevo el tanga. «Y ahora, vas a limpiarme la polla como una buena chica…» «si señor» respondo en mi tono de niñita que se te vuelve loco. Me empujas suavemente hasta que quedo a la altura de tu polla ya algo flácida y llena de rastros de leche, sin perder tiempo la llevo a mi boca para dejarla completamente limpia. Mi lengua desaparece toda señal de tu leche. Me apartas suavemente cuando empiezo a succionar más de lo debido. Me incorporo y guardo tu verga en tus boxers, bajo mi mirada risueña y lasciva. Tu mano acaricia mi rostro y levantas mi mirada que se cruza con la tuya.

Tras ese cruce de miradas, te deleitas con mi cuerpo, parcialmente tapado por la tanguita. Se aprecia una fina línea dejada por una gota de tu leche deslizándose por mi pierna, que te apresuras a besar. Inspeccionas mi culito «niñita, no se te olvide cerrar tu culito. Quiero que tu novio se lleve una sorpresa cuando llegues a casa» Te incorporas y te vistes con presteza ante mi atenta mirada. «si se te ocurre denunciarme, volveré a violarte, y será peor» Me das un último beso, mordiendo mis labios con suavidad, antes de salir por la puerta de la cabaña. Tras cerrar la puerta, vuelves a entrar presuroso y te diriges de nuevo a mí. «mi niña, por fin te encuentro…. ¿estás bien?» Sonrió mirando la pared donde hasta hace poco taladrabas mi culito, siento algún hilillo de tu leche que baja por mi pierna derecha me sonrojo un poco «si vida estoy viendo» te dedico una mirada coqueta, en tus ojos puedo notar el destello de lujuria y sobretodo la complicidad propia de nosotros, el aroma a sexo de nuestros cuerpos y sobretodo mi culito lleno de tu leche. Aprieto mi culito mientras vamos andando de regreso y puedo notar tus dedos palpando discretamente la zona. Tu sonrisa de satisfacción no puede ser más grande, saber que vamos andando como si nada y con mi culito lleno completamente de tu leche es algo muy excitante. «yo… lo siento mi niña. Me deje llevar» Susurras esas palabras mientras retornamos por el boscoso camino de regreso. «No te preocupe liante, lo he disfrutado mucho» sonrió adelantándote unos paso y luego me volteo «¡Además tengo una buena excusa para una venganza!»

Tras el paseo por el bosque, nos acercamos hasta un pueblo cercano, donde tomamos unas copas y merendamos algo. Hablamos de cosas triviales, de libros, de cine, de mis clases y de música, mientras terminamos el paseo de vuelta a la moto. «¿camino largo, o corto mi vida?» Me miras con una sonrisa de medio lado, tanteando el terreno. Sabes que me encanta pasear en moto, pero crees que el finde ha sido largo, y tal vez quiero ir a casa a descansar. «Un paseo corto vida… Además necesito limpiarme…» digo en un tonito más bajo, pero otra idea pasa por mi cabeza. Nos montamos y eliges la ruta más corta, sin prisas disfrutando del camino. Perdiéndonos en el atardecer, nos acercamos a casa. Cuando llegamos te acerco a mí besándote con dulzura, «necesito limpiar mi culito…» susurro con malicia. Con la situación presente desde que salimos, me abrazas, me besas y entras en casa cerrando la puerta y dejándome fuera. Segundos después la abres de nuevo. «hola mi niña ¿Qué tal la excursión por el bosque con tus amiguitas de clase?» Me preguntas con inocencia, esperando que capte el nuevo rol «Me ha ido estupendamente… Pero tengo una molestia en mi culete ¿puedes ver que tengo vida?» Veo el fuego en tu mirada, y la mía es tan intensa como la tuya. Me sonrojo cuándo amasas mi culito sin descaro.

“Vaya» Empiezas a desnudar mi cuerpo, muy lentamente y cuando ves las marcas que tus dedos han dejado en mi piel, presa de la excitación, las inspeccionas «mi niña… ¿y estas marcas?» Te miro con esa carita de no entender. Continúas quitándome la ropa, muy despacito, disfrutando al máximo. Cuando tan solo me queda la tanguita, ves las marcas que tus dientes dejaron en mis nalgas y percibes el olor a sexo que sale de mi cuerpo. «Mi vida… ¿qué ha pasado esta tarde? Puedes contármelo, mi niña…»Tus dedos no dejan de acariciar mi cuerpo, mis nalgas, enroscando tus dedos en la cuerda de mi tanguita, empapado y apestando a flujo, y semen. Te miro atentamente mientras tus dedos recorren las marcas que has dejado en mi cuerpo. Los mordiscos y la presencia de tus dedos se destacan en mi menudo cuerpo «y-yo no quería vida… me abordo cerca de una cabaña… y era muy fuerte… no pude…» tu mirada es bastante convincente, la mía también lo es. Tus dedos recorren el tanguita moviéndolo solo un poco. Besas mis nalgas con suavidad, acariciando las marcas. «¿qué te ha hecho ese salvaje? Cuéntamelo todo.» Me susurras al tiempo que entierras tú cara entre mis nalgas, aspirando el delicioso olor que sale de entre mis piernas.

«Me ha mordido laztana… me ha forzado por mi culito de una manera muy ruda ¡mira como me lo ha dejado!» en efecto mi ano está un poco rojo por la fricción del encuentro. Tus dedos, tu lengua recorren ese camino, mimando las marcas que dejaste más temprano, dedicándote a suavizarlas con dulces besos y acercándote a mi anito por el cual escurre tu leche. «pobrecita mía. Tendremos que ir a la policía a denunciar a ese tipejo.» Continuas inspeccionando la zona que tan fuerte has perforado hace unas pocas horas. El olor a sexo es muy penetrante. «cuéntame mi vida, ¿cómo te lo hizo?» Mientras escuchas con mis dulces y aniñadas palabras los primeros compases del relato, tus manos acarician mis piernas, mis nalgas y mi deliciosa tripita. «pobre niñita mía. ¿Te hizo micho daño? ¿Te asustaste?» Empiezas a besar mi espalda, bajando hasta mi cintura y le das una muy suave mordidita a mi nalga, justo antes de un cariñoso besito. Tienes que contenerte para no lanzarte a lamer los jugos que salen de mi almejita y de mi delicioso ano.

«si laztana… fue un bruto salvaje» te lanzo una mirada que te causa un escalofrío, sabes perfectamente que esa mirada… esa sonrisa… oculta una venganza. Tus suaves caricias y mimos me hacen suspirar fuertemente, deseando que avances más a cada instante. Me acerco a ti como una invitación para que sigas «¡mira como me ha dejado el culito lleno de leche!» Acercas cada vez más tu cara mis nalgas, siguiendo mis palabras. Se aprecian los rastros del esperma que horas atrás depositaste allí, aunque, parte de él se ha escurrido por mis piernas y otra parte la ha absorbido mi cuerpo, el olor permanece intacto. Tu lengua, deseosa de colarse dentro asoma entre tus labios. «wow, te ha llenado el culito. Deja que te limpie mi niña…» Me pegas una gran lengüetada, que empieza en medio de mi rajita, y termina penetrando mi lubricado ano y empiezas a saborear el delicioso néctar escondido. Mi rostro se sonroja de sobremanera, al sentir el roce de tu lengua como saboreas tu leche que todavía está dentro de mí, mezclados con mis jugos y la que ya se ha secado. Tu lengua se entierra por completo arrancándome suaves gemidos en mi sensibilizada zona.

«la zona está un poquito dilatada, bihotza, pero no parece haber ningún daño. Mejor, sigo inspeccionando» Tu lengua se enloquece penetrando en mi culito, arrancándome gemiditos y suspiros. Tus manos, abriendo mis nalgas con firmeza para despejar el camino del edén. Abres un poco más mis piernas, para poder tener acceso a mi almeja y disfrutar de mi sabor, mi calor, tu delirio. Intento voltearme, pero me lo impides. “Tu culito, es la visión más perfecta de este mundo.”

Me sonrojo por tus caricias, la manera en como tocas mis nalgas y como miras mi anito con devoción. Tu cara está enterrada entre mis nalgas saboreando la mezcla tan intensa de sabores, nuestros flujos mezclados y sobretodo los nuevos jugos que brotan de mi rajita «Mmmm si laztana inspecciona muy bien…» sonrío pícaramente cuando aumenta la intensidad. Saboreas cada parte de mi intimidad, succionando con fuerza, empapándolo en saliva. Mis gemidos resuenan en tus oídos y te hacen desear más, pero ya estoy limpita, excepto por mis abundantes flujos, que manan sin parar de mi manantial de la eterna juventud. Tú verga, está de nuevo a punto de reventar, pero no quieres perder los papeles de nuevo. «Mi niña, ya estas curada y limpita ¿Que más te hizo ese señor?» Me pego a ti, sintiendo tu potente erección entre nosotros «¿te pone que hayan violado a tu niña? que poca laztana» mis labios buscan los tuyos para un dulce beso. Ha sido un día bastante largo e intenso en sensaciones. Me besas suavemente en los sitios donde quedaron marcados tus dientes como es el caso de mi cuello, donde se nota perfectamente las hileras de tus dientes.

«Sii, me excita que te hayan hecho de todo. Y me ha encantado comerme su semen, mi polla va a reventar. Ahora, tendrás que encargarte de mí”

“Lo lamento laztana… acabo de sufrir una violación necesito un tiempo para encontrarme conmigo misma, para saber cómo sentirme respecto a esta situación así que por ahora… nada de nada» me dirijo al cuarto partiéndome de risa mientras te noto shockeado como en muchas otras situaciones. Me doy la vuelta y te hago una seña con mi dedo índice para que te acerques, cuando veo que me sujetas por la cintura con ganas de guerra te susurro «la ducha es mía» y salgo corriendo.

Shokeado, te quedas unos segundos paralizado, clavado en el sitio. Cuando sales corriendo detrás de mí, tu altura y velocidad no es suficiente para darme caza y entro en el baño cerrando la puerta con cerrojo. «laztana ¿no sabes q es peligroso cerrar la puerta? podría haber un incendio…  (Nota mental, tengo que quitar ese cerrojo)”

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