Bea le pidió que bajara la cremallera de su falda, ella la dejo caer al suelo, y con una mirada inocente lo empezo a seducir

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En la puerta del hotel, el conserje recogió las bolsas, Bea atravesó el hall dejando tras de sí un reguero de miradas, como era habitual en ella.

Lo sabia y le gustaba jugar a ser el centro de atención, cuando llegamos a la habitación, dejó caer su vestido dejando sus piernas desnudas, enfundadas solo en aquellas medias con costura y un zapato de tacón, su trasero lucia redondo y duro, hoy se sentía triunfadora, había cubierto sus dos expectativas principales: hacer compras compulsivas e insinuarse a algún vendedor joven, era su juego, y el mío, no hay nada que le guste mas que eso, y a mi, verla, en algunas ocasiones como hoy, hemos estado de compras por separado, como si no nos conociéramos, yo observo como seduce a vendedores y en alguna ocasión, vendedoras.

 

– Querida, el chico de la boutique, esta noche no dejara de pensar en ti

– Creo que yo estaba mas excitada que el, con solo sentirlas tocándome los hombros, me hubiera gustado haber llegado a mas, me parece un chico tan atractivo, tiene unas manos preciosas, muy sensuales, las imaginaba acariciándome y entrando por lo mas recóndito de mi, y ver como me miraba ha hecho que me sienta húmeda, por un momento he pensado en meterlo en el cambiador o tocarme.

– Llámalo y dile que te traiga aquí al hotel el vestido negro y el conjunto de mini falda de cuero, nos podemos divertir

– Tú crees que se ofrecerá a hacerlo?, tengo su tarjeta, y tu donde estarás?, Debes desaparecer.

– Por mi no te preocupes, seré tan invisible como he sido mientras flirteabas con el.

No dudó en coger su celular y marcar, al momento lo tenía al otro lado de la línea.

– ¡Hola!, soy la chica que ha estado esta tarde probando el vestido negro, seria posible que me lo acercaran al hotel junto con los demás conjuntos?, me es imposible pasar y mañana tengo un vuelo, Si, gracias, eres muy amable, de acuerdo, después del cierre de la boutique te espero, me alojo en el Hotel Central, suite 212, OK, gracias, te estaré esperando.

Seguidamente, descolgó el teléfono de la habitación y comunico con recepción, e indico que un chico llegaría con unas bolsas para ella, que lo dejaran pasar.

 

Bea se sentía segura de sí, sabia que lo conseguiría, y así seria, en menos de una hora, el chico estaría aquí, en la habitación, siendo seducido por ella, y teniéndola a su disposición.

Veía a mi mujer en el baño, medio desnuda, sus piernas se mantenían firmes, su trasero esta espectacular, y su pecho, después de algún retoque, esta como el de una veinteañera, con el pelo mojado me parecía mas sensual aun, me coloque en el diván, me excitaba ver a mi mujer secar su pelo y maquillarse, puso carmín en sus labios, lo hacia con toda tranquilidad y perfección, el color algo mas bermellón de lo normal, salió y se sentó en la cama, se colocaba unas medias de rejilla, lo hacia con tranquilidad, se ajustaba el elástico en el muslo, disfrutando con solo pensar en el momento, se puso en pie y se miro al espejo, después miró su trasero con la braguita de encaje compañera al bra, yo me seguía excitando, baje mi mano y toque mi verga, se mantenía dura, podía masturbarme en cualquier momento, pero prefería esperar al gran momento, Bea me miraba y me sonreía mientras colocaba su bra, le pregunté si estaba nerviosa, mientras tomaba una copa, me dijo que nunca se había sentido mejor, algo inquieta por la situación, tampoco era la primera vez que habíamos montado un juego sexual, revisó que no hubiera nada mío que la delatara, debía parecer que estaba sola, el baño, el armario y mi maleta, todo lo concerniente a mi, había desapareció.

Ya era la hora del cierre de la boutique, el chico no tardaría demasiado en llegar, se sacó la bata de seda que mantenía abierta a la espera del momento y comenzó a vestirse para la ocasión, se colocó una falda estrecha de cuero negro, con una gran abertura por detrás, blusa negra de seda que le dejaba entre ver el bra de encaje negro, solo había repetido el zapato de tacón, me dijo que si yo tenia claro donde me colocaría, o si prefería salir de la habitación, por supuesto que me quedaría, como cualquier marido cornudo, estaré en el armario, los cristales de espejo permitirán que os vea, pero vosotros a mi, no.

Miré a través de la ventana, y abajo vi llegar alguien con varias bolsas, le dije a Bea: tu chico ya esta aquí, me acerque, besé suavemente sus labios y le di un pequeño azote en el trasero, mientras ella comprobaba que no hubiera borrado su carmín, me coloque en mi puesto, ya dentro del armario, escuche tímidamente llamar en la puerta, Bea se miro de nuevo en el espejo, se tomo unos segundo antes de contestar y abrir, lo hizo pasar mientras le pedía disculpas por haberlo hecho venir, le volvió a agradecer que se tomara esa molestia fuera de horas del trabajo, el le correspondió diciendo que no tenia nada que hacer esta noche, mientras la revisaba de arriba abajo con la mirada, prácticamente la radiografió, yo pensé: si tendrás que hacer.

Bea le preguntó:

– No te importa darme tu opinión, el viajar sola hace que me vea necesitada de ayuda,

Sonreía picarona, mientras le ofreció tomar una copa, el chico la rechazó educadamente, sacó de la bolsa el vestido y el resto de ropa que traía en las bolsas, colocó todo sobre la cama, Bea le pidió que bajara la cremallera de su falda, ella la dejo caer al suelo, y con un tono inocente, le preguntó: no te importa que me cambie aquí?, a lo que el chico no pudo responder nada mas que un: en absoluto, ella quedándose con medias y tacones ahora se abría la camisa y dejaba su cuerpo desnudo, solo con aquel bra de encaje que le hacia el pecho redondo y unido, ayúdame, mientras subía sus brazos para que el colara el vestido por su cabeza, mientras subía la cremallera de la espalda, ella pasó a la acción y restregó su trasero por la entrepierna de el, vi como se miraban en el espejo, ella le sonreía, el se contenía confirmando su sospecha,, aunque sabia que ya no había vuelta atrás, ella quería una sesión de sexo y él se la daría.

Bea siguió el juego, la escuche decir que se le marcaba el bra en esa gasa tan fina, metió la mano bajo su vestido y lo saco, ahora eran sus pezones los que pretendían atravesar el tejido, Que te parece?, pregunto ella, el dio por terminado el juego, su mano acaricio el pecho de ella, dibujando con los dedos las marcas del tejido, ahora su mano bajó y entró por los muslos, Bea le preguntó con tan poca convicción como en una película XXX, ¿no crees que vas demasiado rápido?, el chico levanto el vestido y la acercó violentamente contra si , le beso el cuello mientras su mano buceaba por la entrepierna de ella, Bea dejo caer su cabeza hacia atrás mientras comenzaba a jadear, el saco el vestido y comenzó a chupar los pezones erectos, chupaba y mordía tan rico manjar, la mano de mi mujer estaba en igualdad de condiciones que la mía, los dos sujetábamos una verga dura, ella la de un hombre joven que concentra toda su fuerza en ella, yo dándome placer, comencé a masturbarme, Bea se puso de rodillas ante el , e hizo desaparecer el enorme falo entre sus labios, lamía desde abajo hasta la punta, es especialista en tragar, siempre me ha sorprendido ver como engulle hacia adentro, sus ojos se ponen lagrimosos, su pintura de ojos es arrastrada por las lagrimas, me excita verla faltándole la respiración y aun así, queriendo mas, continuó la chupada, ahora con mucha saliva, el la cogía de la cabeza y la atraía hacia si, mientras sus caderas se movían acompasadas con aquel mete saca, la levantó y la volteo, de nuevo me sorprendió con la facilidad con que la penetró desde atrás, a mi me costaba encontrar esa posición, ella levantó una pierna y él introdujo su verga con violencia, de poco sirvieron los reproches de Bea, se quejaba que le dolía, le pidió mas despacio, pero el seguía embistiendo hasta que de nuevo la sacó y llevó a Bea de rodillas al suelo y su boca fue de nuevo penetrada, un cuerpo joven no aguanta tan desproporcionada actividad, no tardo en descargar, el primer lefaso se lo trago, reacciono como sorprendida, pero no tuvo tiempo de mas, ya que ahora aquel falo lanzaba chorros de semen por la cara, el pelo, cayendo por el pecho de Bea, la contraportada del armario recibió el mío, me quedé recostado entre el perchero y la cajonera.

Bea acabó de limpiar la verga del chico, aun de rodillas y sonriendo, le dijo

-No hemos terminado,  tienes que darme la opinión del resto de ropa que has traído, el chico sonrió, cogió su celular e hizo una llamada.

La muy puta de mi mujer no esperaría que yo estuviera toda la noche dentro del armario viendo como aquel chico la follaba.

-Que te parece si subimos al bar de la terraza y tomamos un aperitivo, pasaron por el baño, perdí el ángulo de visión, aunque los oía juguetear, el quería mas, ella se resistía, esta claro que se reservaba para el siguiente asalto, al fin salieron de la habitación

Por fin vi la posibilidad de liberarme, al instante me vestí y abandone la habitación, me dirigí también a la terraza, Bea estaba esperándome, con la mirada, mantenía su posición, aunque algo mas relajada de lo habitual, el chico no se mostraba abstraído, de nuevo volvió a hablar por el celular, Bea se levanto como para ir al baño, me indico con una mirada que la siguiera, ya fuera de escena y con una sonrisa que casi hizo que me sintiera celoso, me contó lo que estaba pasando, la historia había dado un giro de 180º, habían hablado de sexo y fantasías, le había propuesto hacer un trío y ahora el chico estaba llamando a una amiga para que se uniera a la fiesta, ¡Bien!, dije yo, así me podré unir yo también,

-Ni se te ocurra, tu estas en otra ciudad, esta será mi noche especial, y aunque me ha pedido una tarifa algo elevada por la chica, le he dicho que no tengo problema, estoy impaciente, por lo cual, pídete otra habitación y cambia rápido tus cosas, la chica llegara aquí antes de 30 minutos.

Cambie de habitación, en otra planta, justo en el ático, desde mi pequeña terraza, podía ver las mesas de la terraza del bar, decorado con guirnaldas de luces y grandes plantas, ahora se había hecho la noche, podía ver los edificios mas altos de la ciudad recortándose en la luz naranja que quedaba en el horizonte.

No quería quitar el ojo de lo que se acontecía, pensé en ir al hall y ver llegar a la chica, al fin y al cabo, yo no existía, y así lo hice, bajé, me senté frente a la puerta de entrada, cerca del ascensor, mientras ojeaba una revista, vi la llegada de dos chicas, podían ser, pero se sentaron en la barra del bar ingles, al momento llego un taxi, otra chica, vestía un short blanco con una blusa “print animal” bastante mona, sandalias negras con tacón alto anudadas al tobillo y un bolso tipo saco, miró a su alrededor, y saco un celular, eso me confirmo que era lo que estaba esperando, me levante y me acerque al ascensor para coincidir con ella, le sonreí, y ella me correspondió, le cedí el paso, le pregunte que a que planta, me indico que al restaurante, le pregunté si se alojaba allí, me contestó, no me lo puedo permitir, solo vengo a ver a unos amigos, me fije en su pelo, una melena larga color castaño, el olor era el de una joven que acaba de salir del baño recién perfumada, su olor era dulce, le hacia parecer mas joven de lo que realmente era, el color de su piel era dorado, pensé que en poco tiempo estaría desnuda al antojo de Bea, aquel pecho mas bien pequeño seria acariciado y chupado, imaginé su sexo depilado y algún pequeño tatuaje, recuerdo de no se sabe que, pensé,

-Le preguntare a Bea para saber si he acertado. Salimos del ascensor, ella se quedo un poco desorientada, yo le indique: Tu cita es por aquel pasillo, me sonrió y nos separamos, entré rápidamente a mi habitación y desde la terraza, la vi reunirse con ellos, saludos y sonrisas, camarero, agua mineral, insinuaciones y mas cruces de miradas, le envié un mensaje a Bea “902, la terraza frente a ti”, la vi mirar su celular y su mirada se dirigió a mi, después lo metió en su bolso, le sonreí aunque no se si me vio, pronto yo estaría fuera de escena, ahora solo me quedaba imaginar y esperar que Bea llamara a mi puerta. Observé como se levantaban y salían entre risas de la terraza, Bea me guiño un ojo y desaparecieron. El horizonte había oscurecido, el skyline recortaba la ciudad, vi pasar un avión a gran altura sobre mi cabeza, me pregunté: ¿donde ira?

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