El calor y el deseo de que me chuparas mis pezones y les dieras esas mordiditas que tanto me prenden mucho, follando en la cocina

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Aquel día, hacia mucho calor, al coche le dio el sol por un tiempo y parecía un horno, yo traía una falda negra hasta los tobillos que aumentaba mi temperatura corporal más de lo normal, necesitaba moderar mi calentura; ¡pero que suerte la mía! Justo cuando encendí el auto y me disponía a iniciar mi recorrido, me percaté: el conductor del auto que pretendía estacionarse en el lugar que yo desocuparía, eras tú.

Para estar segura de lo que veían mis ojos bajé un poco la mirada para que las gafas no me bloquearan la luz de tal forma que pudiese observar bien tu rostro. Entonces emparejaste tu auto con el mío, la temperatura subía y subía, comentaste que estacionarias tu auto y yo apagué el mío.

Unos minutos después regresaste a pie y por la ventanilla me diste un beso en la boca, el calor era ya insoportable, pero no el calor ambiental, sino el calor de mi cuerpo al verte y sentir tus labios en los míos (si aaaassiiiiiii besas divino… Guauuu, bueno, mejor continuo).

Subiste a mi auto y comenzamos a platicar, creo que ambos pensábamos en lo mismo, ambos deseábamos tener un encuentro sexual, y mientras más pronto mejor, pues tenía tiempo que no lo hacíamos.

No te habías quitado las gafas, no me permitían ver tus ojos, pero se muy bien que dirigías tu mirada hacia mis pechos por que te gusta que sean grandes, entonces tenia yo una blusa algo ajustada, lo que permitía observar bien su tamaño, imagino que se alcanzaban a marcar los pezones de tanta excitación y comenzaste a rozarlos sutilmente; lo que hizo subir ¡aun mas!

El calor y el deseo de que me chuparas mis pezones y les dieras esas mordiditas que tanto me prenden. Me comentaste que tenias que hacer un depósito en el banco pues traías una fuerte suma de dinero en el bolsillo de tus jeans fijando tu mirada a aquel «bultito» de billetes, pero ¡oh sorpresa! No solo tenias el bulto de billetes, también noté otro bulto en medio de tus piernas ¡era tu pene bien erecto!, al verlo así, vinieron a mi mente recuerdos de cuando cogemos e inmediatamente sentí ese cosquilleo en el cuerpo cuando la excitación se encuentra al limite.

Comencé a frotarlo suavemente con mi mano y tú también estabas súper caliente, imagino que la temperatura en el auto rebasó el record. Veía esa cabeza roja de deseo con una lágrima colgando en su ojito, me daban ganas de chuparla, de morderla, de hacerla mía en ese mismo momento y lugar.-

Es excitante cachondear en un lugar donde sabemos que la gente nos observa ¡a mi me encanta! Pero no podíamos ser tan cínicos y ponernos a coger en el auto sobre una avenida súper transitada y a plena luz del día (aunque a mi me hubiera fascinado); y como nuestros deseos carnales ya no podían dar marcha atrás, en unos cuantos segundos organizamos el famoso «rapidín» pues no teníamos mucho tiempo, ¡era nuestra hora de comida!

Dijiste: Prefiero coger, en vez de comer. Irías al banco a hacer tu depósito con todo y erección, y yo esperaría en el estacionamiento para irnos a mi casa.

Regresaste y subí a tu auto, nos matamos a besos, a lengüetazos, llegamos a mi casa, entramos, sin dejar de besarnos, besaste y mordiste mis pechos y los pezones en tanto yo intenté desabrochar tu pantalón, nos fuimos a la cama, tú encima con tus dedos comenzaste a tocar e introducir tus dedos en mi vagina muy húmeda por la gran excitación, buscando la forma de hacerme sentir todo el placer del roce de tu dedos maravillosos, buscando con tus ricos masajes, de que llegara al orgasmo; mientras yo apretaba tu cuerpo hacia el mío, besaba tu cuello y tus hombros aunados a los movimientos involuntarios de excitación, los pujidos y gemidos que demuestran cuanto gozo siento con el calor de tu cuerpo encima o detrás del mío.

¿Pero que habré hecho para merecer tanto placer en esta vida!? No se, pero se que me lo merezco ¡Tres veces, tres veces en unos cuantos segundos! Y estaba tan mojada como si hubiesen vaciado cuatro botellas de cava en la cama,

deseaba tanto consumar el acto sexual que te pedí que ya me penetraras.

Y así fue, con ese delicioso movimiento de pelvis que la pasión te provoca y me hace enloquecer, una y otra vez al ritmo de la excitación metías tu verga dentro de mi vagina provocando gemidos y alaridos de gozo, mimosa te pregunté si te gustaba meterla mirándote a los ojos para descubrir el grado de placer al que habíamos llegado al ser partícipes de esos orgasmos geniales plenos de tu ardor y mi calentura, me sentía tan llena, tan mujer, tan tu hembra y que tanta falta nos hacia.

Tus huevos golpeaban mis nalgas cada vez con más rudeza y yo abría mas y mas mis piernas para ser toda y solo tuya.

¡Que riiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiccccccccoooooooooooooo! Ahhhhhhhhhhhhhhhhhh.

Con ese gemido y esa mirada me dijiste todo sin pronunciar una sola palabra, aunque no hacia falta, por que yo también sentí ese escalofrío que recorre el cuerpo, mis entrañas, todo mi cuerpo sediento de tu sexo, de tu semen dentro mío, de tu lengua dentro de mi boca y mamar de mis tetas toda mi leche para ti, esas cosquillitas y ese querer volverse loco en un instante, cuando te corres una y otra vez, y no te dejo escapar de entre mis piernas, sedienta mi conchita de todos tus jugos, soy tan feliz a tu lado que deseo pasen volando las horas para volver a gozarte.-

Espero les haya gustado.-

Autor: Maru

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