Mi casero me acosaba, solo quería que me arreglara algunas cosas. Me lo folle una noche para que no me molestara mas
Permítanme contarles una típica historia de Nueva York.
Yo vivo en un edificio de seis pisos, sin ascensor, por lo antiquisimo del mismo. Y como muchos neoyorquinos, tenemos un super-intendente en el edificio. Ahora, en teoría, tener un super es una gran cosa: si algo se averia o se rompe, cualquier problema, sólo tienes que ir a llamar a su puerta para conseguir ayuda. Me mudé a mi edificio hace poco y rápidamente aprendí que, aunque era fácil obtener ayuda, el super no era alguien a quien quisiera tener a mi alrededor.
Comenzó poco después de que me mudé. Siempre estaba sentado afuera del edificio, mirandome a mí y a las otras mujeres que vivían allí. Cuando subia las escaleras, pude verlo por debajo, estirando el cuello para mirar por debajo de mi falda, que, como codigos de vestimenta, debo de usar en la oficina. Se puso peor cuando las cosas comenzaron a fallar en mi apartamento. Él entraba y se demoraba, tocando cosas que no debería (como mi caja de tampones) y siempre haciendo preguntas inapropiadas.
Cuando estaba arreglando mi lavabo, abrió un cajón en el cuarto de baño para revelar un juguete que habia limpiado y que habia olvidado guardar en el dormitorio, de esos que uso para masturbarme. Me la mostro burlonamente y se echó a reír, luego preguntó casualmente que cómo lo habia sentido. Mortificada, se lo arrancé de sus manos y lo devolví al dormitorio, sin atender a sus inpertinencias.
Por desgracia, las cosas en mi departamento no dejaban de estropearse, y el super no dejó de mirarme en cuanto salia del apartamento. Finalmente, llegué a mi punto de ruptura. Llegué a casa un día para encontrar un aviso de mantenimiento en mi puerta, «algo con el fregadero de la cocina» estaba mal, y el se había dejado entrar arbitrariamente, mientras yo estaba en el trabajo. Furiosa, entre a revisar. Él sujeto era descuidado con su trabajo, ademas de que aun seguia husmeando en mis cosas. El cajón de la cómoda todavía estaba medio abierto, las bragas y los juguetes claramente habian sido revisados. Eché un vistazo a mi cesto de ropa también, y encontré que la mayoría de las bragas sucias habían desaparecido.
Sentia ganas de llorar, necesitaba salir de allí. Por desgracia, tenia un contrato de arrendamiento por seis meses, apenas habia conseguido mi empleo, no conocia a,nadie en la ciudad… no tenía muchas opciónes. Asi que, resople un poco, llamé a un compañero del trabajo que me habia sugerido salir, y me dirigí a un bar cercano, con la esperanza de que tal vez hallara alguna solucion y nunca mas tener que volver.
…
Cuatro horas más tarde, me encontré tropezando para llegar a casa. Me sentia enojada, había estado bebiendo rápidamente y con abandono. Todo lo que pude pensar entonces era que necesitaba orinar y volver a mi cama. En mi prisa, sin embargo, tropecé justo sobre la acera a dos cuadras de mi apartamento. Cai volando, y también mi bolso. Rápidamente me apresuré a recoger mis pertenencias y reanude el camino a casa. Llegue a la puerta del edificio y a casi a tientas iba subiendo mi camino hasta el 4o piso. Me detuve fuera 4A y busque las llaves en mi bolso.
Nada.
Revise de nuevo, más frenéticamente. Mi teléfono estaba allí. Mi cartera también. Y el iPod. Todo parecía estar allí excepto lo que más necesitaba en ese momento. Me quedé allí, sabiendo que sólo había un camino, y eso significaba tocar el timbre en el apartamento 1, el del super. Caminé cuidadosamente por las escaleras, aterrorizada de que pudiera caer y terminar allí mismo. Una vez en el fondo, me detuve de nuevo, luego levante una mano temblorosa y golpee dos veces en la puerta.
No tuve que esperar mucho, era como si hubiera estado esperando junto a la puerta. Rápidamente -y ebria- le expliqué que había perdido mis llaves y que debia dejarme entrar. Me dijo que tendría que consultar con el dueño o algo parecido y que eso serían algunos minutos. En ese momento, mi vejiga se interpuso impaciente.
-¿Unos minutos? Am… -practicamente me arrastraba. -¿Podría al menos usar tu baño mientras revisa eso?
Él me lanzó una sucia sonrisa, pero yo no estaba de humor para esperar. Corrí y encontré el baño, cerré la puerta y me senté en el inodoro. La sensación de llorar volvía; puse mis codos sobre mis rodillas y apoyé mi cabeza en mis manos. Justo entonces, escuché algo que no esperaba – la puerta se abria.
Para mi horror, ahi estaba el super, que llevaba absolutamente nada. Sus piernas y su pecho, su piel descolorida por las partes que no dejaba broncear, una barriga prominente estomacal y en fin, pelos por todos lados, que revelaban un origen de linea italiana. Estaba paralizada. Mis palabras me fallaron. Luego dio un paso y cerró la puerta detrás de él.
Traté de levantarme y moverme, pero en el espacio apretado y con mis jeans alrededor de mis tobillos, me tropecé y me caí al suelo. Intenté ayudarme, pero en vez de eso me encontré mirando directamente a su polla. Por un segundo me encontré notando lo grande que era, luego volví a la realidad. El miedo empezaba a apoderarse de mí, y parecía que sólo había una salida para esta situación, así que decidí que quizá podría hacer un trato.
-¿Qué deseas? -le pregunté, plenamente consciente de la respuesta.
Él respondió dando un paso adelante. Su polla rozó mi mejilla, manchandome de su liquido preseminal. Luego se detuvo y lo pensó.
-Una noche contigo preciosa -dijo. -Una noche, tú accedes y te dejaré salir en la mañana.
No tenia muchas opciones. Si dijera que no, era casi seguro que me violaría y quien sabe que tantas cosas podria hacerme. Aceptando, estaba de acuerdo y no tenía ningún otro recurso.
Tal vez si lo negociaba él me dejaria romper mi contrato de arrendamiento… ¿Valia la pena una miserable noche para nunca ser acosada por él otra vez?
Parecía que me iba a forzar a tomar una decisión: él me agarró del pelo y me movió la cabeza hacia atrás, encarandome para poder obligarme, practicamente, contra mi garganta. Esto me hizo exclamar asustada:
-Está bien, lo haré, no me haga daño.
Y con eso se retiró y me dejó levantarme.
-Ahora quitate la ropa -me ordeno con esa cara horrenda.
Despojé con tibieza lo que traia puesto y lo miré con verguenza.
-Ahora, -me hablo con agudeza – me complaces esta noche, haces lo que te digo, a menos que, me puedas entregar un cheque por los próximos seis meses.
El iba a dejarme romper mi contrato de arrendamiento … Pero con los alquileres de Nueva York más los futuros cargos de alquiler, eso serian unos $ 12,000 que no tenía.
Sentí como goteaba mi sudor, insegura, sólo a la,espectativa de lo que él iba a obligarme a hacer. Se acercó y comenzó a acariciarme torpemente. Primero mis pechos, luego hacia abajo a mi hendidura.
Él metió sus horrendos dedos de tamaño salchicha allí, tratando de iniciar la lubricación. A regañadientes, mi cuerpo se vio obligado a cedero; el comenzó a frotar mucho más rápido. Para mi consternación, mi aliento se acortaba y pude sentir pequeños cosquilleos corriendo por mi espina dorsal. Sin embargo, cambio su atención, me hizo agacharme y sus caricias se dirigieron a mi culo. Sin previo aviso, metió un dedo apenas lubricado en mi culo, aun incondicionado. El dolor me atravesó y dejé escapar un grito. Podía sentir su polla saltar y golpearme contra mi cadera; entonces supe que no iba a ser una noche fácil.
Él meneo su dedo en lo más profundo que podia en mi culo, luego añadió otro también seco. Para entonces el dolor era casi insoportable. Los retorcia y hacia largas ondulaciones; en ese momento, empecé a llorar.
Continuó un poco más, luego sacó los dedos y me dijo que me pusiera de pie. Se acercó y me miró a la cara, luego me metió los dos dedos en la boca. Capté el sabor y traté de escupir los dedos, pero él me metia los dedos, atorandolos más profundamente. Las lágrimas fluyeron por mi cara, mi nariz comenzó a escurrir y mi boca babeaba. Me preguntaba si incluso sobreviviría esa noche.
Al darme cuenta de que estaba perdiendo el control, decidí que tenía que tomar las cosas en mis propias manos, antes de que las pudiesen empeorar. Caí de rodillas (para su sorpresa) y tomé su polla en mi mano. Me miro con perversa aprobación y tomé todo lo que pude en mi boca.
Me llenó más de lo que recordaba, ni siquiera mi juguete de 8 pulgadas se acercaba. Cerré los ojos y chupé un poco timida. Entonces él retrocedió y comenzó a apretar mi garganta. Aún me dolía, pero era todavia soportable, y su mano firmemente en mi hombro, jadeando con satisfaccion. Empeze a sentir una leve sensación de hormigueo, y empecé a mover la cabeza hacia atrás y adelante cordinando de manera mis movimientos y asi lograr mi objetivo, (sacarle todo ese asqueroso esperma) y ponerle fin a esa noche tan pronto como sea posible.
Por desgracia, me agarro por el pelo y me levanto con brusquedad. Luego me llevó fuera del cuarto de baño y me llevo a su dormitorio. Ahí, él cerró la puerta y la aseguró con llave. Luego me empujó hacia la cama. Me caí de frente, exponiendo mi espalda, y él no perdió tiempo siguiéndome. Sin embargo, para mi sorpresa, sentí que su lengua ardía en mi culo aun herido. Era un sentimiento nuevo, y de inmediato me sentí empapada. Él lamió más fuerte, probando el levemente mis agujeros, y arqueé mis caderas para hacerle el trabajo mucho mas facil. Por mucho que me resistiera, yo ya estaba agarrando las sábanas, apreciandolo con gusto.
Empezó a jugar con mi clítoris y solté un breve gemido. Metió la mano en un cajón y sacó algo que realmente me sorprendió: mi juguete de 8 pulgadas, me escupió en el culo y, antes de que pudiera decir o hacer algo, metió la cabeza del juguete en mi apretado agujero. No dolía como antes dolía, pero también había placer. Manipulo el juguete en toda su extension, moviendolo hacia fuera, luego hacia adentro de nuevo, sumergiéndolo en forma rítmica. Por último, el lo sacó totalmente, y yo lo sentí colocándose sobre mí. Él empujó la cabeza de su miembro contra mi agujero, deteniéndose brevemente antes de sumergir sus varias pulgadas.
Nunca había sido follada en el culo antes, pero estaba siendo forzada a ello, y estaba apreciando bastante la experiencia. Me agarró las caderas y se lanzó contra mí; podía sentir ese doloroso grosor con cada empuje. También podía sentir como se hinchaba,que se acercaba al clímax y a mi libertad. Sin embargo, me movió hacia adelante, sacándo su miembro y reincorporandose para más. Él sabía lo que yo queria, (que se vaciara en mi) asi que me obligó a voltearme sobre la cama, pero luego, e inesperadamente, colocó su culo sobre mi cara. Traté de levantar la cabeza, pero él me obligó a bajarla, y mi lengua entonces encontró su obscuro y peludo agujero. Podía sentir, ademas, el peso de él que lo sostenía con trabajo, y a pesar de eso conseguí sentirme aún más mojada. Entonces me puse a trabajar en su agujero, primero un suave movimiento de tanteo, oliendolo incluso, luego probando timidamente y despues, como era de esperarse, empeze a lamer todo. El gimió a gritos, pidiendome mas y me atascaba sus nalgas aun más cerca.
Respondí probando aún más profundamente, a pesar del sabor como a rancio, aunque ya me acostumbraba, hasta que finalmente movió sus caderas y lo sustituyó con su polla palpitante en mi boca. Lo empujó aún más profundo que antes, cortando mi aliento.
Todo el tiempo él masajeó mi humedo clítoris, volviendome absolutamente loca.
Se retiró lo suficiente para que yo pudiera recuperar el aliento, luego me sumergí de nuevo. Se mantuvo allí mucho, mucho más tiempo esta vez. Estaba aterrorizada de no poder respirar, y eso me hizo quedar aun más húmeda. Justo cuando pude sentir que me estaba desvaneciendo, se retiró y me dejó respirar de nuevo.
Me volví, agotada. Crei que continuaria pero se sentó en la cama y comenzo a probar un cigarrillo, indiferente a mi.
-De acuerdo -dijo-, ahora puedes hacer y pedir lo que quieras.
-Am… ¿Significa eso que puedo terminar mi contrato? -pregunté un tanto vacilante.
-Lo que quieras hacer, -respondio para mi sorpresa -eres libre de irte ya.
Por alguna razón, eso me dio una pauta.Después de todo eso, no estaba segura de querer mi libertad. El dolor, esa verga, el forzamiento… todo era algo que nadie me había dado antes.
Entonces sonreí, rodé sobre mi vientre, levanté mi culo en el aire y lo moví.
-Podemos lidiar con eso despues -le dije en tono sugerente. -Hay un lugar al que no has… todavia -señale con severa calentura.
Salí de su apartamento a última hora de la mañana, su semen todavía goteaba de mí cuerpo, ya era su marca de propiedad, asi lo expresaba firmemente mi culo magullado.
Cuando llegué a casa fui a mi fregadero de la cocina y se hallaba roto una de las llaves.
Supongo que ahora tendría que llamar al super.