Claudia tienes dos opciones o follamos o te vas a la cárcel por robar en un centro comercial
Esta historia me sucedió el pasado mes yo soy guarda de seguridad en una gran superficie.
Tengo 35 años de edad, me paso el día vigilando posibles robos. Mi carácter es tímido, con lo que me cuesta tanto entablar conversación con mujeres sobre todo guapas.
Una mañana en una ronda, estaba paseando por la gran superficie para estirar las piernas y distraerme un rato después de estar dos horas en la puerta. Cuando paso por delante de la góndola de bebidas alcohólicas. Al mirar veo a una chica que me mira con cara asustada, con su manos dentro de su bolso del cual salía los dos cuellos de dos botellas de alcohol.,
-¿Qué hace usted aquí señorita?- Pregunté.
-Yo…
-No, no hace falta que conteste, acompáñeme – le dije.
-La he cagado…- Dijo la chica mientras me entregaba su bolso con la botellas y me seguía a la garita de seguridad.
-Pues sí, la ha cagado señorita, voy a tener que informar a la policía.
-No por favor, a la policía no, que mis padres me matarán, no le diga nada a la policía por favor.
-No tengo más remedio señorita, conoce usted bien las leyes y el robo es algo grabe .
-Por favor, haré lo que sea, pero no le diga nada a nadie.
Me quedé un momento pensando, estas palabras iban a ser la perdición de esa chica, ya que mi caliente mente empezó a pensar en cómo aprovecharse de esa situación y cerrando el pestillo de la garita de seguridad.
-Muy bien, …- dije señalándola.
-Claudia,- dijo ella
-Gracias, Claudia, tienes dos opciones, o le digo a la policía que te he encontrado robando en una gran superficie lo que hará que ellos informen a tus padres , o me complaces sexualmente. Piénsalo bien y dime que prefieres.
En cuanto la chica se hubo recuperado de la primera impresión, se puso a pensar en ello, si a la policía venía tendría graves problemas en casa, ya había tenido varios patinazos con los estudios, pero su padre no consentiría que fuera arrestada por robar, las consecuencias podían ser realmente graves. Finalmente, sin estar muy segura aún, aceptó mi oferta.
-Muy bien preciosa, lo primero que quiero que hagas me hagas un striptis, y con tranquilidad, que tenemos toda la tarde.
Claudia comenzó a bailar sin ganas, en su cabeza no entendía porque estaba haciendo eso, pero por otro lado se arriesgaba a que su padre le pusiera un castigo bastante grave. Ante esos pensamientos decidió hacer lo que le pedían de la mejor forma posible, así que decidió dejar la mente en blanco y se puso a bailar de la forma más sensual que fue capaz.
Yo la miraba complacido mientras observaba los movimientos de la chica sin perder detalle, poco a poco cada una de las prendas fue terminando en el suelo de la garita, hasta que la chica quedó completamente desnuda frente de mí. Su pelo moreno caía por sus hombros hasta sus grandes y firmes pechos, su cara ruborizada por la vergüenza invitaba a la perversión, su vientre plano, su culo firme y redondo y su entrepierna depilada ofrecían un deleite visual, yo estaba deseoso por degustar. Me levanté de mi silla, me acerqué a la chica y comencé a acariciarle todo su cuerpo. Mis manos recorrían su cuerpo, que sentía escalofríos por la suavidad con la que la estaba acariciando. Comencé a acariciarle el pecho con suavidad, pasando el dedo suavemente por sus pezones hasta ponerlos bien duros, con la otra mano acariciaba suavemente su trasero. Luego comencé a bajar la mano de los pechos hasta su entrepierna, y comencé a acariciar su clítoris con mucha dulzura, la verdad es que Claudia se estaba poniendo muy cachonda.
-Ahora quiero que me quites la ropa tu a mi.
La chica sin pensarlo mucho comenzó a quitarme la ropa, mientras yo pensaba en la suerte que estaba teniendo, nunca en su vida había estado con una chica así, con la piel tan suave y aterciopelada, con unos pechos tan firmes que me llenaban la mano, con un culo tan redondo y prieto que daban ganas de estrujar. Estaba tremenda mente excitado y deseoso de que mi pene dejará de estar preso dentro del pantalón, pero pretendía saborear cada momento de esa tarde sin tener prisa para nada, ya que era una ocasión única que nunca más tendría en mis manos.
Cuando Claudia me bajó el pantalón, se quedó impresionada por el bulto que revelaban mis calzoncillos, realmente se veía grande. Entonces me bajó los calzoncillos rápidamente más por curiosidad que por otra cosa. Ahí se veía una gran polla que la miraba directamente, desafiante, impresionante a la chica. Yo estaba enorgullecido de la cara de impresión que se reflejaba en ella.
-Chúpamela.
Claudia me miró asustada, nunca había probado una polla y no sabía qué sabor tendría, me daba miedo que le diera asco y acabara vomitando.
-¿Vamos a qué esperas?- le insistí.
Entonces la chica acercó mi polla a su boca, pensó que era mejor no pensarlo y acabar cuanto antes, así que se la metió en la boca y se puso a chuparla. Un escalofrío de placer recorrió mi cuerpo entero cuando aquella preciosidad comenzó a comerme la polla de esa forma. A pesar del tamaño, se la metía casi entera dentro de la boca, y al mismo tiempo jugaba con su lengua, cosa que me daba un gran placer. Después de unos minutos de estar de pie, disfrutando de la boca de esa preciosidad, decidí sentarme. Una vez sentado, Claudia volvió a comerme la polla. Iba disfrutando de cada mamada de la joven mientras observaba el rostro de la chica moverse arriba y abajo con la polla en la boca.
-Voy a correrme- le dije.
Ella se armó de valor y se puso a chupársela todo lo rápido que podía. Y la leche no se hizo esperar, empecé a gemir de placer mientras chorros de leche salían de mi polla. Claudia se esforzaba por tragar cada gota antes de que su lengua pudiera notar el sabor. El placer que sentí era increíble, nunca me había corrido en la boca de ninguna mujer, y la situación me dió mucho morbo. La chica se dio cuenta de que no era tan grave lo del semen, pudo sentir el sabor en su boca, pero no me resultó desagradable en ningún momento.
-No pares de chupar aún.- Le dije.
Y así lo hizo, la chica siguió chupando mi polla por unos minutos más. Entonces le pedí que se sentara en la mesa. Desde mi silla, tenía el coño de esa preciosidad justo en frente. Me acerqué y comencé a lamerlo, jugando con mi lengua por toda la raja, y en especial el clítoris. Claudia sentía como mi lengua recorría su rajita, y no pudo evitar excitarse, su cuerpo respondía por si solo al cunnilingus que le estaba dando. Pronto la zona comenzó a humedecerse, me dí cuenta y no pude evitar esbozar una sonrisa triunfal, decidí que terminaría mi trabajo, así que seguí comiéndole ese rico pastelito con más ganas aún. La chica no daba crédito a lo que le estaba sucediendo, resulta que ese guarda de seguridad que le había pillado robando le estaba provocando el placer más grande que había sentido hasta ahora, realmente lo estaba haciendo bien, y no pudo evitar correrse salvajemente, derramando todos sus flujos en mi boca. Yo seguía lamiendo sin parar mientras ella gemía cada vez más fuerte, hasta que terminó de correrse. Entonces me levanté y se me acerqué a su oído.
-¿Pensabas que solo iba a disfrutar yo? tranquila que solo es el principio.
Sin darle tiempo a reaccionar, apunté mi polla a la entrada de su coño, y comencé a metérsela muy lentamente. Claudia sentía dentro de si como ese enorme pene se iba abriendo paso. Cada vez estaba más adentro y parecía que nunca iba a terminar. Sentía toda su almeja llena y aún seguía entrando más profundo. Finalmente mi pelvis chocaba contra sus caderas y ella sintió como había tocado el fondo de su cueva. Le resultaba increíble esa sensación de tener un pene que la llenaba entera y encajaba a la perfección.
Por mi parte, sentía algo parecido al ver como mi pene entraba de esa forma en ese coño, que era lo suficientemente estrecho como para que le apretara, pero no demasiado. Sentí un escalofrío al tocar el fondo de la chica con la polla, y soltó un gemido de placer. Entonces comencé a moverme suavemente, degustando ese precioso coño y cada una de las sensaciones que me producía. La chica soltaba pequeños gemidos de placer, acompasados con los movimientos de mi polla, que acelera el ritmo poco a poco.
De nuevo Claudia llegó al orgasmo, mis movimientos se habían más acelerado hasta el punto de producirse ese placer tan enorme, la chica gritaba y gritaba sin parar, con la espalda arqueada y el cuerpo totalmente tenso.
-Chúpame la un poco más.- Le dije cuando terminó su orgasmo.
La chica se bajó de la mesa y se agachó enfrente de mí, y comenzó a chupármela de nuevo, esta vez con más ganas que antes. Al cabo de un momento le pedí que se pusiera en pié, y se diera la vuelta, ella apoyándose en la mesa y agacharse me dio a entender de saber lo que yo quería y ella deseaba. Con una mano la apreté la cabeza contra la mesa, mientras con la otra volvía a meterla en el coño, estaba húmedo. De nuevo comencé a follármela, mientras que con la otra mano jugaba con su ano, la chica se aferraba a la mesa disfrutando de esa enorme polla y de lo que mis dedos hacían en su ano.
Estaba disfrutando de la imagen de mi polla entrando y saliendo entre esas preciosas nalgas, los gritos de placer de la ladrona eran música para mis oídos. Sin duda era una experiencia que nunca iba a olvidar. Cada vez se sentía más cerca del orgasmo, pero no quería correr el riesgo de embarazar a la chica.
-Quiero follarte el culo.- Le dije.
-¿El culo? eso no por favor, nunca me lo han hecho por el culo, me va a doler mucho.- dijo la muchacha levantándose de la mesa.
-Tranquila preciosa, puede que te duela al principio, pero al final te acabará gustando, la alternativa ya la sabes.
Con lágrimas de miedo en los ojos, Claudia volvió a apoyarse en la mesa. Yo me senté en la silla y comencé a lamer le de nuevo el coño. La chica se excitó de nuevo y por un momento se olvidó de lo que iba a pasar. Entonces le metí un dedo en el culo lentamente, sin dejar de comerle el coño. Claudia se sintió incómoda por un momento, pero sabía que era mejor relajarse y se centró en lo que sentía en su almeja. Pronto volvía a sentirse cómoda, y yo le metí otro dedo, esta vez le dolió un poco, pero pudo soportarlo sin problemas.
Por suerte, tenía la suficiente paciencia como para que la chica no sufriera demasiado. Cuando metí el tercer dedo el dolor fue algo más intenso, pero aún no se hacía insoportable. Yo seguía lamiéndola el coño sin parar, cosa que le daba a la chica algo en lo que centrarse para poder olvidar el dolor hasta que desaparecía. Entonces saqué los dedos del culo,me levanté y acerqué mi pene a ese precioso culo virgen que me moría por follar. Lentamente comencé a apretar, esta vez a Claudia si que le dolía de verdad. Poco a poco, mi enorme polla se abría paso en su culo, y ella no podía evitar soltar gemidos de dolor. Se aferraba al borde de la mesa con sus manos, tratando de soportar el dolor. Una vez hube metido unos centímetros, comencé un suave mete-saca con el fin de acostumbrar el culo de la muchacha a la presencia y grosor de mi polla.
Con mucha paciencia, fui metiendo la polla cada vez más profundo, la chica no paraba de sufrir, pero yo sabía que pronto se iría acostumbrando y comenzaría a disfrutar. Hasta que llegó en el cual estaba metida entera. recosté a la chica, con toda la polla metida en su culo, ella lloraba del dolor, y le habló al oído.
-Tranquila preciosa, lo peor ya ha pasado, ya verás como poco a poco te va gustando.
Entonces le saqué la polla entera, escupí sobre mi polla y su culo, llenándolo de saliva con el fin de lubricar, y volvió a meterla, esta vez con mucha facilidad, gracias a la saliva. Poco a poco empezó a moverse dentro de ella, y la chica poco a poco sintió como el dolor se iba reduciendo. al poco mi polla ya se movía con total facilidad dentro de su recto, y ella ya no sentía nada de dolor. En realidad había comenzado a sentir placer. Un placer distinto al de siempre, algo nuevo y excitante que no paraba de crecer.
El esfuerzo me estaba quemando y me senté en la silla. Claudia que ya no sentí mi polla miró hacía atrás con curiosidad de porque se había acabado ese nuevo placer la tomé por el culo y ella sin esperar, se sentó sobre mi polla y volvió a meterse la en el culo. Ahora era ella la que marcaba el ritmo, Yo simplemente me dedicaba a disfrutar del placer de ese agujero tan estrecho, observar las nalgas de Claudia subiendo y bajando y acariciar y pellizcar sus pechos. Unos minutos más tarde, la chica volvió a gritar, y de nuevo eran gritos de placer. Saltaba sin parar sobre mi polla y me hacía sentir un placer enorme. No tardé mucho más en correrme, un orgasmo que también se sintió distinto a los demás, no mejor ni peor, tampoco era mas intenso, simplemente era otro tipo de placer. En cuanto terminé de correrme cayó ella rendida sobre mí.
Cuando recuperamos el aliento, Claudia seguía encima de mí, y mi polla ya estaba flácida y manchada por su leche.
-¿Hemos terminado?- Preguntó la chica cuando consiguió articular palabra.
-Claro que si preciosa, tranquila que no le diré a nadie lo que estabas haciendo.
Sin decir una palabra más, Claudia se vistió yo abrí el fax de la puerta y salió de la sala camino a su casa. Yo me quedé un rato mirando como ella andaba con las piernas abiertas por el anal que le había hecho casi no podía andar. Me quedé un rato en la sala desnudo, no acababa de creerse que hubiera tenido la suerte de poder disfrutar de una preciosidad como esa. Ese recuerdo me lo guardaría para toda mi vida.
Finalmente me vestí y salí a hacer la ronda. Esa noche dormí mucho mejor de lo que podía recordar, y al día siguiente me marché a trabajar totalmente feliz. Durante el día no vi al Claudia ni creo que volviera a ver.
Al final del día estaba totalmente enfrascado en mi trabajo cuando llamaron a la puerta. Cual fue su sorpresa cuando ví a mi compañero con Claudia cogida del brazo.
-Hemos cogido a esta ladrona robando alcohol.
– Déjamela a mí y cierra la puerta yo me encargo de ella.- le dije a mi compañero
Claudia había venido a verle. Ahí entendió perfectamente de que lo que había pasado el día anterior no era una experiencia única, a la chica le había gustado y quería repetir. Al parecer iba a poder disfrutar de esa preciosidad una vez más.