Como me dieron una buena follada en el tren

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Hoy amanecí con ganas de calentar a un par de hombres, hace tiempo que mi novio no me tocaba porque dice que lo pongo muy celoso, y que tal vez si ya no me folla, a mí se me quitarán las ganas con el tiempo. Obviamente, es todo lo contrario, me ha gustado la idea de que se me acumulen las ganas, pero jamás voy a querer dejar una polla sin chuparla o montarla.

Así que decidí que hoy me iría en el metro para poder calentar a más de alguien, me puse guapa, con mi faldita decente pero apretadita, una blusa de botones, tacones, maquillaje, todo para ir decente a la universidad pero lo suficientemente caliente como para lograr sentir el pene de alguien contra mis nalgas. Salí con el suficiente tiempo como para poder dar un par de vueltas innecesarias por si acaso.

Al salir de casa empecé a notar miradas como siempre y no les puse mucha importancia, al llegar al metro empecé a sentir el morbo entre mis piernas al saber que yo estaba allí buscando un hombre con ganas de follarme, lentamente llegué a la estación y me senté con descuido para que la falda quedara un poco descolocada y dejara ver más mis piernas, no pasó mucho rato cuando un hombre de unos 35 años, no me apartaba la mirada, yo me hacía la que no entendía nada, pero lentamente movía mi mano sobre mi muslo para incitarlo. Llegó el tren y al ingresar esperé para quedar cerca de donde él iba, me sentía muy contenta porque habían muchas personas y eso nos obligaría a ir juntitos.

Al estar dentro del vagón, fue mucho el movimiento que dejé de verlo, no lo podía localizar así que me desilucioné porque creí que no había logrado subirse entre tanta gente. Empecé a buscar a otra persona, sabía que sería difícil porque sería solo con la gente que estaba a mi alrededor, y claro estaba que no habían muy buenas opciones, pero no me rendía. Quería encontrar emoción, así que intencionalmente boté mi cartera y al querer recogerla dejé que mi falda se subiera y mostrara casi todo el muslo y mi blusa se abriera del escote, justo frente a mí estaba un señor de unos 40 años, y pensé que él era la mejor opción que tenía en lo que encontraba a alguien más, por lo que dejé que me observara, cuando intenté levantarme le hice como que no podía sola y levanté la vista y él me miraba los senos, al notar que yo lo miraba buscando apoyo, me ofreció su mano, que tomé sin pensarlo dos veces y al estar de pie quedé más cerca de él de lo que estaba antes.

– Ten cuidado con tus cosas, aquí se te pueden perder.

– Me preocuparía más si pierdo otras cosas. – Intentaba sonar inocente, pero falle estrepitosamente, se había notado mucho que me estaba insinuando.

– Como qué cosas te preocuparía perder? – su vista estaba de nuevo en mi cuerpo, y me dí cuenta que seguía su mano muy cerca de mi muslo, por lo que decidí acercarme disimuladamente a su mano para que rozara mi pierna expuesta, porque no había arreglado mi falda.

– Pues, no me preocupa realmente. Hay cosas que vale la pena perder de vez en cuando.

– Sabes, a mí no me preocupa mucho tampoco, porque el que no arriesga, no gana. – me guiñó el ojo y su mano estaba a milímetros de tocarme, así que terminé de acercar mi muslo y él gustoso puso su mano sobre mi pierna y apretó fuerte, cosa que a mí me mojaba más la ropa interior.

– Perdona, me acerqué mucho, lo siento. – Yo fingía que me daba pena haber llevado mi muslo hasta su mano, y me retiré un poco, pero no pude porque sentí que alguien estaba atrás mío.

– No te disculpes, fue mi culpa, yo pensé que te caías y por eso te detuve de tu pierna… que por cierto, son un gran atractivo tuyo.

– Gracias por preocuparte por mí. Quizás si me caigo enserio, tengas que detenerme más fuerte para no caer. – él llevó su mano a mi cintura y me presionó contra su pecho y miraba mis labios.

– Por qué no prevenimos que no te caigas si te llevo así?

– Es muy buena idea en realidad. – coloqué mi pierna entre las suyas y empecé a rozar el muslo contra su pene que ya se sentía algo duro… solo quería verlo morir de las ganas.

– Además, es muy agradable tenerte cerca. Dime, ¿cómo te llamas?

– Que maleducada soy, no me presenté jaja, me llamo Rosemary… y cuál es el tuyo?

– Me dicen Jack.

– De acuerdo Jack, mucho gusto.

– El gusto es mío. – todo iba tan formal que me empezaba a aburrir, pero gracias al cielo que todo cambió.

– Mi nombre es Luis, y creo que yo también reconozco que tus piernas son tu mayor atractivo.

Al girar la vista me dí cuenta que el hombre que iba atrás mío era el mismo que estaba en la estación, cuando nos vimos, él colocó su mano en mi pierna y lentamente fue subiendo hasta llegar a mi cadera y sin miedo alguno, siguió ascendiendo mientras mi piel se sensibilizaba y quería más…

– Mucho gusto Luis, creí que no venías con nosotros… me alegra que estés aquí- cuando dije «aquí» llevé mi vista a su miembro que ya estaba erecto y se marcaba en su pantalón.

– A nosotros nos gustaría estar aquí – dijo Jack colocando su mano sobre mi nalga, apretandome, y yo me sentía muy mojada al sentir que en vez de calentar a uno, calenté dos hombres a la vez.

Seguía sintiendo como me tocaban y manteníamos una conversación muy trivial, de vez en cuando dejaba de hablar para que no se notara que ya respiraba diferente, porque sus manos no se detenían, me estaban subiendo de a pocos la falda por detrás, es que ya me tenían bien cubierta con los dos, para que la gente no nos pudiera ver tan fácilmente. Sentí que Luis ya estaba moviendo su cadera y cada vez podía sentir más su cremallera contra mi trasero, cada vez que se movía y Jack no perdía tiempo, restregaba su paquete en mi muslo que todavía tenía entre sus piernas, ya lo sentía bien paradito y quería tocarlo, así que llevé mis manos a sus penes, una mano para cada uno, y empecé a rozarlos de a poco y subía la intensidad y la fuerza con que los estaba tocando.

Al cabo de unos minutos de manoseo me acomodaron donde mis nalgas ya no podían ser vistas por nadie porque justo detrás mío se colocó Luis y Jack tapaba todo el panorama, y Luis movió mi ropa interior a un lado y sacó su pene del pantalón, yo sentí un poco de miedo porque no pretendía que me follaran en plena luz de la vía pública en un tren con un montón de gente a nuestro alrededor. Sin embargo, no opuse resistencia y de a poco él fue colocando más y más en posición su pene para pentrarme, y Jack no perdía el tiempo porque ya me estaba masturbando y decidí besarlo… me acerqué lentamente y le dí un piquito, él no se movió de su lugar, entonces empecé a besarlo despacio, sin prisas, él me recibía en su boca y correspondía a la lentitud de mi beso, mientras profundizabamos el beso, sentí como el pene de Luis estaba penetrandome de a pocos, yo me moría del placer, sentirme así de entregada a dos desconocidos en un vagón de tren era muy morboso, así que hasta levanté más mi trasero para que me pudiera penetrar mejor y me dediqué a masturbar a Jack y a besarlo con disimulo, para no llamar mucho la atención.

Mis piernas temblaban de tanto placer al cabo de un rato, Luis no dejaba de metermela y Jack no dejaba de masturbarme y de besarme. Luis apretó mi cintura y me dijo:

– Baby, me voy a venir, dónde quieres que acabe… solo tienes unos segundos para decidirlo…

Giré mi rostro hacia un lado y le dije con toda la coquetería que pude:

– Acaba donde tu quieras, tienes todo mi cuerpo para escoger.

Inmediatamente sentí como su semen caliente quedaba dentro de mi vagina y él se retiró de mi cuerpo para girar y cambiar posiciones con Jack quien tenía su pene de un tamaño asombroso, incluso más que Luis, me preparé para ser penetrada y sin previo aviso me la ensartó hasta el fondo, un gemido se escapó por lo bajo pues no pude contenerme y Luis aprovechó la excusa para besarme y contenerme para evitar que nos descubrieran así que los dejé utilizar mi cuerpo a su antojo.

No duró mucho, pero con los orgasmos producidos por Luis, ya no me frustré tanto cuando Jack me eyaculó dentro sin avisarme y sin haber acabado yo,

– Ten, aquí están nuestros números de teléfono, tenemos que ir a otro sitio para poder terminar de disfrutar de tu cuerpecito de puta, así que llamame hoy en la tarde, y nos juntamos para terminar lo que empezamos. – Luis me dió un beso más y se fueron… empecé a ver cómo bajarme del tren para ir a la universidad, sin embargo, empecé a buscar un lugar para comprar ropa linda y sexy para esta noche… porque definitivamente iba a hacer esa llamada.

Continuará…

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Hola amores,

Me encanta poder hablar con ustedes, envíen un mensaje a mi correo y charlamos un rato… intercambiamos un par de fotos y nos damos un gustito y rato de placer. Besos.

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