Complací a Mia, a mi querida hija que quería tener sexo con un hombre. Deje que el primero fuera yo, pero ahora tenemos una conexión única

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Mía volvió a competir en torneos de tenis, el siguiente domingo al mediodía le tocaba jugar, había llegado a la final.

El sol estaba radiante así como mi amor, desde las gradas la veía concentrada en agarrar ritmo en sus golpes.

Me sentía feliz, Mía había ido venciendo sus miedos, estaba tan absorta admirando su figura que no me di cuenta cuando Raúl, su papá se sentó junto a mí diciendo:

-Me da mucho gusto tu amistad con Hylda, es otra desde que son tan unidas.

-Es muy linda, adorable, yo la estimo mucho.

-¿Cómo la convenciste de volver a competir?

Me animé a tutearlo:

-Fue decisión de tu hija, yo simplemente la traté de motivar.-

Me le quedé viendo, tendría unos 50 años, su porte me pareció bastante atractivo, eso explicaba la belleza laudable de mi amor.

De pronto se me ocurrió una idea, comencé a reclamarle:

-Yo creo que tu hija dejó de jugar porque se sentía presionada, muchos padres exigen resultados.

Raúl respondió a la defensiva:

-Yo no, jamás le he dicho que tiene que ganar.

-Estoy casi segura que solo en su cumpleaños o cuando gana algún torneo la abrazas, Hylda me confió que cuando pierde se siente devastada al creer que no le darás comprensión y afecto, es por esto que dejó de competir, por el temor a fallarte.

-Bueno, es que no está bien que me la pase abrazando a mi hija.

-Tampoco exageres, yo no digo que todo el tiempo, pero si es necesario que le des tu apoyo, un abrazo en este momento la ayudaría más que mil porras.

Después de decir esto, le hice señas a Mía para que se acercara a nosotros, estaba por terminar su calentamiento.

Avisó que regresaba en un momento, en cuanto llegó corriendo le dije:

-Amiga, tu papá te quiere decir algo.

Un tanto incómodo Raúl empezó a hablar, lo hacía quedito, para alcanzar a escuchar Mía se acercó a su papá con cierta timidez.

-Bueno, solo quiero decirte que me da mucho gusto que hayas vuelto a competir… -No pudo evitar suspirar conmovido.- Y que más que preocuparte por el resultado me gustaría que disfrutes del juego, ganes o pierdas yo me siento muy orgulloso de ti mi niña porque sé que das tu máximo esfuerzo.

Entonces se acercó y le dio un tenso, pero al fin y al cabo abrazo.

Volví a meter mí cuchara diciendo:

-Raúl, también dale un besito a tu nena…

Mía dejo el alma en la cancha, coronándose campeona en la máxima categoría.

Las siguientes semanas las pasé disfrutando, el trío que hacíamos David, Sonia y yo eran sesiones de sexo salvaje, cada ocasión íbamos a más, incluso mi amiga me confesó que había empezado a coquetear a su hijo, pero muy sutilmente y que no se veía capaz de llegar a más.

-Pasará a su tiempo lo que tenga que pasar.

Le dije comprensivamente.

Con Mía más que sexo se fortalecía mi adicción a esa droga llamada amor, disfrutaba de su ternura, me aceptaba tal y como era.

Se había establecido una conexión entre nuestra mente y nuestro cuerpo, conocíamos cada rincón más íntimo, hasta la última terminación nerviosa de nuestro ser, hasta el último centímetro de nuestra feminidad.

Su cuerpo, mi cáliz, era como el aire que mis pulmones necesitaban. Anhelaba tenerla bajo mi dominio, recibir su lengua en mi boca, sus manos en mis pechos, en mi cadera, nuestros cabellos acariciando nuestras caras, sus gemidos, su sexo húmedo, nuestras nalgas agitándose a su compás que marcaba su sexo restregándose en el mío.

Sus manos conocían perfectamente el mapa de mi cuerpo, sus dedos se introducían en cada uno de mis lugares con maestría, con lujuria…

2 semanas después ganamos un torneo de tenis de dobles, el premio era un viaje con todos los gastos pagados.

Era apenas el primer día en la playa, en cuanto llegamos nos recostamos en el mismo camastro, mi cabeza descansaba en su antebrazo.

Jugaban voley varios hombres, había 2 o 3 corpulentos, quería tanto complacer a Mía, que me excitó la idea de seducir a un hombre para que ella disfrutara.

-¿En realidad no te apetece hacerlo con ningún hombre? No sabes de lo que te pierdes, las vergas son un verdadero deleite, el de tanga azul se ve muy bien dotado.

-Mmm, está mono, pero solo hay un hombre que me atrae.

-A ver, cuéntame.

-Me moriría de vergüenza si te digo quien me gusta.

-¿Acaso no me tienes confianzas?

-No es eso, es solo que no le veo el caso, es imposible.

-Mira que te puedo ayudar a tenerlo a tus pies.

-Eres muy linda, pero en verdad que es imposible.

-¿Por qué lo dices? Los únicos límites que existen son los que nos imponen nuestra mente.

Mía estaba agitada, trataba de disimularlo acariciando mis bucles con parsimonia:

-Mi amor platónico es mi padre ¿Tú crees que sea una mala persona por esto?

Sin darme cuenta comencé a rozar con las yemas de mis dedos uno de sus muslos.

-Para nada corazón, la atracción genética es algo totalmente natural, pero dime ¿Has follado con algún hombre?

-No, los hombres que he conocido me parecen insensibles.

-Menos tu papá.

-Así es, en mi papá sí que puedo confiar.

Estaba por cumplir una semana de un maravilloso idilio con Raúl, él no había dejado ir sola a su hija de vacaciones.

Nos divertimos mucho los 3, las tardes jugábamos voley de playa, nadie nos podía ganar, el último día de vacaciones un equipo quería apostar, el perdedor pagaría la salida al antro, pero Raúl era tan pudoroso y cuidaba tanto a su hija que rotundamente se negó.

Después de cenar nos tomamos algunas copas en el bar, entonces Mía se despidió diciendo que estaba rendida, que se iba a acostar.

-Te podrías quedar a dormir en la habitación de mi papi.

Me dijo mientras maliciosamente le cerraba un ojo a su padre.

Se despidió de él con un tierno beso en la frente.

Raúl estaba algo alegre así es que solo le dio una incipiente nalgadita a su niña.

En cuanto se fue, Raúl me empezó a besar.

-Me gusta tu aroma, me parece familiar.

-Claro que sí, tu hija y yo usamos Shalimar.

Sin dejar de besarnos nos dirigimos a su habitación, una vez ahí nos metimos a la regadera, mientras nos quitábamos la arena empecé a hacerle una felación, entonces hice una pausa para preguntarle:

-¿Por fin me vas a cumplir mi capricho?

La pausa no le hizo gracia, contestó con otra pregunta:

-Es que no entiendo ¿por qué te llama la atención?

-Mmm, me gusta tu pene, se ve muy bien, nunca había sentido uno circuncidado… Mira, es una fantasía que me derrite porque es como si yo te pudiera controlar-Le dije con voz melosa, entre pausas para lamer su glande- es como si pudiera aprovecharme de que no ves y así amarte en la posición que me plazca, anda amor, es solo una fantasía mía.

Más bien era una fantasía de Mía, así es que dije Mía elevando mi tono de voz.

-Está bien, pero solo lo por esta vez.

Senté a Raúl en el borde de la cama, en cuanto le cubrí sus ojos, lo sentí tenso, mientras le enviaba un mensaje a Mía dulcemente le dije:

-Relájate, estás conmigo, no tengas miedo.

Entonces apagué la luz, solo dejé la de una lámpara, no quería que Raúl alcanzara a vislumbrar 2 sombras, puse música, no fuera que llegara a reconocer el tono de voz de su hija.

Mía no tardó en entrar a la habitación, solo se había cubierto con una toalla, la dejó caer al piso, ya estaba desnuda y temblaba de emoción, en sus muslos alcancé a ver recorrer varías gotas de fluido vaginal. Se sentó al lado de su padre y empezó a devorar su lengua con ansiedad, se daba su tiempo para lentamente besarlo en el cuello y torso, cuando se agachó completamente para llegar a besar la enorme verga, vi la concha de mi amor, parecía una cascada, Mía estaba en celo.

La separé un poco para susurrarle al oído:

-¿Estas segura de querer hacerlo? Tu papá está muy bien dotado, no sólo tiene el pene grueso, también lo tiene largo.

También me susurró:

-Por nada del mundo voy a desaprovechar esta oportunidad, aunque me partiera en dos.

Entonces la joven guió a su padre para que se recostara y poder montarlo, me apresuré a colocar dos toallas en la cama, mi cielo se mordía los labios haciendo un esfuerzo enorme para tratar de evitar que sus jadeos de dolor y placer delataran su timbre de voz, se movía con parsimonia tratando de entrar cada vez más en el descomunal falo.

Al ahogar sus gritos profería unos excitantes bramidos escuchándose con más fuerza su respiración.

Raúl comentó extrañado y excitado a la vez.

-Amor, te siento súper lubricada, pero aun así te siento distinto, muy apretadita ¿Por que no te la puedes meter hasta el fondo?

Me asusté de que nos descubriera, tuve que improvisar, acerque mi cara a Mía diciéndole:

-Uf, así de apretada me pongo porque no me puedes ver, además yo siento tu verga enorme, a punto de reventar mi amor, Ay Papi, si supieras lo caliente que me tienes.

En cuanto dije esto Mía se encajó de golpe y por completo el miembro de su progenitor, no pudo evitar proferir un grito horrible, pero una vez que se sobrepuso respiró y empezó a acelerar el ritmo.

Su vulva asfixiaba por primera vez un miembro erecto, no tardó demasiado en exprimirlo, Raúl descargó su semilla en el útero del amor de su vida, arrebatándole a la vez la virginidad a su hasta entonces protegida niña.

Mía también sufría un inmenso orgasmo, en cuanto sus espasmos amainaron dije:

-Me ha encantado tanto, si supieras lo mojada que estoy, voy a limpiarme con unas toallitas húmedas que tengo en el buró.

Mía se desabotonó y me apresuré a quitar las dos toallas tratando de limpiar lo más posible cualquier rastro de sangre.

Mi novia comenzó a succionar como hechizada la semi erecta verga, para ser la primera vez, le hacía una increíble felación, en cuanto creció la verga, su progenitor comenzó a tomar la iniciativa diciendo:

-Marta por favor ponte de pie, quiero ayudarte a limpiar tu sexo, en verdad que te sentí inundada.

Para que no sospechara Mía, le ofreció su mano para guiarlo. Raúl sumisamente se postró ante su sexo comenzando a lamer los muslos de su hija.

Involuntariamente de su concha empezó a emanar un considerable flujo de sangre, sus piernas temblaban de la emoción, parecía a punto de desfallecer de placer. Instintivamente también me hinqué atrás de Mía lamiendo la sangre a la que alcanzaba a llegar, me deleité recorriendo con mi lengua hasta llegar a saborear su estrechísimo culo, Raúl seguía atacando por el frente, devorando la concha de su niña.

Mía no tardó en volverse a correr, para que se mantuviera en pie la tuve que sostener de la espalda.

Entonces su papá dijo:

-¿Podría mi nena ponerse a 4 patas?

Inmediatamente la nena lo guió adoptando la posición anhelada, entonces comenzó a restregarle su culo en el miembro, invitándolo a embestirla sin piedad.

Su padre aceptó el ofrecimiento, Mía con gran agilidad abrió sus muslos lo más que pudo para tratar de facilitar la invasión a su intimidad.

Raúl comenzó a moverse con parsimonia pero Mía empezaba a agistarse sin control mientras balbuceaba:

-Te amo papi, me haces muy feliz.

Aproveché para acercar mis labios a los de Mía, la besé y esto la tranquilizó, comenzó a dejarse llevar, moviéndose con suavidad.

Casi sin separar mi boca de Mía no pude contenerme al ver salir de sus ojos lágrimas de dolor y placer infinito los empecé a incitar diciendo:

-Te amo papi, me haces muy feliz, me encanta ser completamente tuya por fin.

Mía cerró los ojos haciendo un esfuerzo por no delatarse, Raúl fue ahora quien empezó a aumentar el ritmo, enardecido se animó a preguntar.

-¿Así quiere que le dé a mi princesa o quiere que le dé o más duro?

-Cómo te plazca más mi papi tan lindo, solo a usted le quiero entregar mi pureza, soy su princesa y estoy dispuesta a recibir su verga de la manera en que a usted me la apetezca dar.

Entonces Raúl sin desabotonarse cargó a su hija con suma facilidad acomodándola boca arriba, la nena alzó ágilmente una pierna y la dejo descansar sobre el hombro de su padre, la otra la abrió lo más que pudo.

Raúl comenzó a jadear moviéndose con fuerza, pensé en ya no decir nada, pero estaba cautivada admirando la bonita polla introducirse una y otra vez en el ser que hacía 18 años había procreado.

Acariciando el cabello de mi novia me aventuré a decir:

-Que rico me follas, mi amor, mi vida, mi todo, mi padre tan precioso.

Los firmes senos de mi amor se movían sin cesar, los pellizqué.

Mía no pude evitar bramar de lujuria, tuve que taparle la boca para evitar que su padre llegara a reconocer el agudo timbre de su voz en sus alaridos.

En cuanto Raúl se corrió se dejó caer abrazando a su hija, confortando su precioso cuerpecito que vibraba sin control.

La estampa era hermosa, un padre corpulento poseyendo a su menudita hija, completamente sudorosos, contorsionándose como locos, gozando el clímax de su amor…

Una vez que por fin amainaron sus espasmos, Mía no se resignaba a dejar de abrazar a su papá, hasta qué pasó un buen tiempo, para no arriesgarnos a ser descubiertas la tuve que arrastrar ordenándole que se regresara a su cuarto.

En cuanto Raúl se quedó dormido me fui a buscar a Mía.

Estaba inmensamente feliz, me esperaba de pie, desnuda, la delta de su sexo escurría más de su sangre mezclada con el líquido seminal de su amante y progenitor.

Nos abrazamos, mientras restregaba mi cuerpo en el suyo sentí correr entre nuestros muslos el pegajoso fluido vital.

-¡Fue lo mejor que me pudo haber pasado en la vida! Te adoro, muchísimas gracias mi amor.

Mía me contagiaba su gran alegría.

-Gracias por tenerme la confianza de ser testigo de tu pasión, en mi vida nunca vi tanta belleza, gracias por confiar ciegamente en mí y compartirme todos tus sueños.

Después de besarnos y acariciarnos cayó profundamente dormida, yo continuaba abrazándola, sentía miedo de llegar a perderla.

Después de la euforia por haber vivido una sublime experiencia junto a mi amor, no lograba conciliar el sueño, me preocupaba que David se empezara a aburrir de Sonia y demandara sangre nueva, estaba indecisa de llegar a compartirle a Mía.

Me empecé a dar cuenta que todo el sexo del mundo no basta, si bien era un medio para acercarme a mi hijo, lo único que me saciaba era el amor de Mía, su comprensión, la armonía y paz que me brindaba.

Para aprovechar el insomnio empecé a escribir este, mi último relato de la serie, pero antes de despedirme me gustaría que me aconsejaran si quedarme con mi hijo, con Mía o ¡Con los dos! Pero ¡Qué tal si por querer conservar a los dos los termino perdiendo! con eso que dicen que el que a dos amos sirve con ninguno queda bien.

No crean que ya no quiero tanto a mi hijo, créanme que lo amo con todo mi corazón, es solo que en ocasiones me veo utilizada por él, en fin, ojalá pudieran ayudarme.

¡Besos y mil gracias por sus opiniones!

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