Con 18 años apenas cumplido me subo al coche de un desconocido
Esto pasó cuando cursaba la escuela secundaria, tenía 18 años a penas cumplidos.
De lunes a viernes salía de mi casa siempre a la misma hora, las 12:00 del medio día (porque estaba en el turno de la tarde).
Mi uniforme era una falda de tela cuadriculada azul con negro, una camiseta tipo polo blanca escolar con cuello V, zapatos escolares negros y medias largas negras arriba de la rodilla.
Obligatoriamente nos hacían llevar el cabello completamente recogido en una cola de caballo y estaba prohibido usar maquillaje.
Si ya me han leído antes saben que soy un poco (o muy) pervertida. Cuando me dirigía a la escuela, yo me encargaba de subir mi falda aún más para que se vieran mis piernas casi hasta los muslos y calentar a cualquier hombre (o mujer) que me viera. Me consideraba bonita, de piel blanquita y ojos color café claro, mi cabello largo y alborotado siempre me lo habían halagado además de que me daba un aura más sexy.
En ese entonces eso era lo que me gustaba hacer, me gustaba provocar pero no tenía el valor de ir más allá. Era muy pequeña e inexperta en varios sentidos, era virgen y no tenía memoria de haber besado a alguien nunca. Solo me excitaba mostrando mi cuerpo y a solas, dándome placer a mí misma.
Bueno, como iba contando, sucedió que un día de esos en que me diría a tomar un taxi para ir a la escuela, a penas había caminado dos cuadras cuando un automóvil me empezó a seguir despacio por la calle. Yo seguí caminando como si nada un poco nerviosa.
De repente me gritó un hombre
«oye! .. Hola!»
Me paré en seco y voltee a ver. La persona también detuvo su auto.
Era un hombre de entre 30 o 35 años, un poco rellenito y rubio. Tenía un aspecto muy agradable.
Me dijo:
«Vas a la escuela verdad?
Yo tengo una hija que también va a la escuela que tú vas, ya sé llegar. Si quieres te llevo»
Me quedé pensando un instante, y algo nervioso le contesté que no, que ya iba a tomar mi taxi más adelante. Pero que muchas gracias.
Me volvió a insistir.
«Anda! Para que gastas?, yo voy para allá también, voy por mi hija, súbete».
Aún que no estaba muy convencida si lo que me decía era cierto, le di el beneficio de la duda y me subí en el haciento del copiloto, a un lado de él.
«Muchas gracias» le dije. Y me dediqué a ver hacia afuera por la ventana, me daba algo de pena verlo a él o comenzar una plática.»
El empezó a intentar una conversación al ver mi timidez de estar con él a solas.
«Y cómo te llamas?» Me preguntó
Le dije mi nombre.
» Y cuántos años tiene?», dijo.
Le contesté que acababa de cumplir 18.
«Yo también tengo una hija de 18», comentó.
«Y tienes novio?». Preguntó .
Mientras me cuestionaba, el conducía viendo el camino, pero también volteando para verme a mi, era algo intimidante.
Moví mi cabeza en forma negativa. «No tengo novio»
«No!!?!?!?! Y por qué?…si estás bien bonita»
Mientras me decía esto puso su mano en mi pierna izquierda. Que estaba descubierta de lo corta que llevaba la falda.
Yo sentí su mano, pero seguí viendo hacia afuera, no sabía qué hacer, qué decirle, cómo debía reaccionar. Mi corazón se aceleró.
«Deberías animarte, es muy bonito tener novio». Me decía, mientras me acariciaba la pierna.
Al ver mi nerviosismo quitó su mano de mi pierna y la volvió a poner en el volante. Cambio de tema.
«Yo voy ahorita a tu escuela, de hecho voy a recoger a mi hija, tiene tu edad.» Me decía.
Seguí su plática normalmente, empezaba a tranquilizarme y empecé a verlo a la cara, a reírme de sus bromas.
Me preguntó «Por qué no me veías a la cara hace rato?»
«Estaba nerviosa…toda la vida me han educado para no subir al carro de un desconocido, pero aquí estoy»
Él se empezó a reír. «Ya se que eso decimos los papás, tranquila.»
Empezó a acariciar mi pierna nuevamente. Me miró a los ajos y me sonrió.
Me quedé inmóvil viendo su mano acariciándome. Seguía son saber cómo reaccionar y el se aprovechaba de mi inexperiencia.
Acariciaba mi rodilla, subía hasta mi entrepierna, una y otra vez y despacio.
Estaba mi mente en blanco, pero mi cuerpo reaccionaba a su tacto y comencé a mojar mis bragas. Mi sexo ya estaba palpitando al sentir sus manos cerca de mi colita.
Mi respiración se aceleraba, seguía sin moverme. Pero él seguía aprovechándose y comenzó a tocar mi conchita. Deslizaba sus dedos en mi ropa interior mojada y hacía círculos en mi clítoris.
«Te habían tocado así antes?» Me preguntó.
Moví mi cabeza de un lado a otro diciendo que no.
«Te gusta lo que sientes?» Dijo.
Dudé si debía contestar esa pregunta.
Si decía que si, quién sabe que querría hacer después. Si decía que no, tal vez dejaría de tocarme, podría molestarse, hacerme algo malo. Nunca se sabe.
Moví mi cabeza afirmativamente, me atreví a ser sincera y ver qué pasaría después.
«Que bueno. Yo ya sabía que te estaba gustando, siento tu ropa mojada, pero quería que tú lo aceptaras». «Bájate tu calzoncito»
Abrí los ojos muy grandes, sorprendida.
«Ándale, no seas tímida, no te voy a hacer daño»
Me los comencé a bajar, aún más nerviosa. Los baje hasta mis tobillos.
«Gracias, que niña buena eres»
Por estar los últimos momentos concentrada viendo su mano acariciarme, no me había percatado de que estábamos ya en una calle que no reconocía y que el hombre comenzaba a estacionarse.
Estábamos parados en medio de algún tipo de frabica muy grande y unas vías de tren de carga. Nunca nadie pasaría por ahí y nadie podría escucharme gritar si pedía auxilio. Todo esto y más pasaba rápidamente por mi mente. En qué me metí?
Inocentemente aún tuve el valor de decirle «creo que por aquí no se llega a mi escuela…»
«Jajaja ya sé que no, ahorita te llevo, no te preocupes. No pasa nada si llegas 10 o 15 minutos tarde. Además aquí conmigo vas a aprender más.»
No salió ni una palabra de mi boca. Qué se contestaba a algo así?
Se inclinó a mi asiento y jalo una palanca. Me asusté por un instante al sentir mi respaldo caer hacia atrás.
Acercó su cabeza a mi cuello, empezó a besarlo mientras con una mano me tocaba mi sexo sin problemas, yo le había facilitado el camino al quitar mi calzoncito.
Empezó a introducir sus dedos a mi vagina, seguía besando mi cuello. Yo estaba completamente inmóvil, pero la verdad estaba disfrutando cada segundo. Inconscientemente abrí mis piernas, mi cuerpo pedía más.
Metió su mano ahora bajo mi blusa pero sobre mi corpiño, apretando mis pechos con deseo.
«Yo estaría feliz de ser tu novio» empezó a decir entre jadeos y besos en mi cuello y subiendo a mis mejillas . «Te cogería así todos los días» murmuró a mi oído.
Intentó besarme en la boca, pero yo nunca había besado, me sentía bastante insegura en el tema además de nerviosa a más no poder. Mi primer instinto al acercarse fue voltear mi cara.
A él no le gustó mi gesto de negación, debí haberlo pensarlo dos veces.
Salió de su asiento rápidamente y se montó sobre mi. Tomo mis mejillas con fuerza, me volteó el rostro hacia él y empezó a besarme a la fuerza.
Yo no tenía opción, no sabía cómo besarlo, intentaba acoplarme a sus movimientos de labios y lengua. Hasta que por fin fue más sencillo y placentero. Empecé a dejarme llevar y a apartar el miedo y los nervios.
«Ves que ya aprendiste algo nuevo?» Me dijo sonriendo.
Moví mi cabeza arriba y abajo afirmativamente.
«Ahora te doy tu segunda lección»
Desabrochó su pantalón y sacó su miembro, era largo, de buen tamaño pero no muy ancho.
Lo tomó en su mano y empezó a buscar la entrada de mi vagina. Cuando la encontró introdujo su verga muy despacio. Emití un grito de dolor que se convertirá en uno de placer al sentir que aumentaba la velocidad de sus movimientos adentro y afuera.
Mientras me penetraba con fuerza nos besabamos, yo estiraba mi cuello para alcanzar su boca, pues resultó ser más alto de lo que parecía estando sentado, pero ahora acostado sobre mi cuerpo, era más que obvio. Además que siendo una niña de 18 años yo aún no era muy alta.
Después de unos minutos abusando como perro caliente de mi colita inexperta, me dijo «aquí viene tu tercer lección del día mi niña»
Se regresó rápidamente a su lugar, sentado me jaloneo hacia él.
«Cómete mi verga, ya!, abre la boca!» Me gritó.
Obedecí algo asustada, me incliné sobre su miembro y entró en mi boca.
Él empezó a empujar mi cabeza hacia abajo con mucha fuerza, yo hacía arriba intentando sacarme, pero él volvia a empujarme hacia abajo. Literalmente estaba violandome por la boca, estaba poseído, estaba a nada de eyacular.
Gimió y gritó muy fuerte, me asustaba que alguien nos escuchara, pero eso no ocurrió.
Empecé a sentir su semen saliendo de su pene, seguía empujandolo hasta dentro de mi garganta, sentía que me ahogaba pero el no me dejaba escapar de esa posición.
Tuve que intentar tragar todo el semen que pude para sobrevivir aquello.
Cuando por fin se calmó soltó mi cabeza, me incorporé rápidamente y y me limpie con la mano el semen que aún escurría de mi boca.
«Aprendiste mucho hoy verdad que sí? Más que en la escuela» se burlaba.
Acomode mi asiento sin responder nada.
Arrancó el auto y empezó a manejar a mi escuela. El resto del trayecto pasó en silencio. A veces me volvía a acariciar la pierna para tranquilizarme.
Yo estaba muy aturdida, tuve muchas sensaciones diferentes, estaba excitada pero asustada y mis bragas seguían en mis pies. Era un desastre.
Cuando el señor llegó a mi escuela, se estacionó. Me subí rápido mi calzoncito y baje mi falda.
Abrí la puerta y me disponía a bajar cuando de pronto me dice. «No te vas a despedir?» Apuntandome con el dedo su mejilla.
Regresé y me acerque a él, le iba a dar un beso en la mejilla pero me engaño y movió su cabeza para que se lo diera en la boca. Se salió con la suya hasta el último momento.
Me bajé del auto y entré a la escuela aún con el sabor del semen de aquel hombre. Deseando en el fondo volver a encontrarmelo muy pronto.