Con mi esposa en el circo
En el circo con mi mujer
Esa tarde decidimos ir al circo con Ana, acababan de llegar a nuestra ciudad y nos dieron entradas gratuitas que aprovechamos. Era un circo de estos provinciales que ya están de caída, con espectáculos ya pasados de moda: algún animal exótico, los payasos de siempre además de un grupo de enanos que también actuaban.
Al ser ya verano, el calor era sofocante, por suerte el espectáculo empezaba a las 7 de la tarde con lo que el calor aflojaría, pero la fuerte humedad que había seguía generando una sensación de bochorno que solo se podía paliar con una buena bebida refrescante y con un atuendo muy ligero.
Mi mujer se lo tomó al pie de la letra (lo del atuendo) y se puso una faldilla minúscula junto con una camiseta de tirantes ajustada que dejaba al descubierto su ombligo y destacaba sus perfectas y grandes tetas, para que cualquier mirón pudiera deleitarse con su forma puntiaguda que me ponían tan cachondo (¡y no solo a mí!). Evidentemente no había lugar para un sujetador.
Así que nos fuimos hacia el descampado donde se había instalado la carpa. Antes de entrar quisimos dar una vuelta por los alrededores para ver a los animales en sus jaulas de más cerca. Nos paramos en la de los leones y después en la de los tigres. Mientras los estábamos mirando se acercaron unos cuantos enanos que al ver a mi mujer aprovecharon para ver más de cerca sus provocativos atributos.
Empezaron a hablarnos de cosas sin importancia sobre los animales, haciendo que nos fijáramos en ellos. Sin embargo, pude observar como mi mujer estaba rodeada por aquellos tipejos, que apenas le llegaban a su cintura, que casi le impedían cualquier movimiento. Me pareció incluso que algunos de ellos estaban sobando las piernas de Ana con alguna de sus manos desapareciendo furtivamente debajo de su falda en dirección a su apretado culo. Después de unos minutos allí nos acompañaron a una zona restringida al público donde nos enseñarían a los cocodrilos. Llegamos a esa zona, mucho más agradable ya que estaba debajo de unas lonas que nos protegían del calor, pero también una zona más oscura…
En la jaula había varios cocodrilos, uno de los enanos me dijo si quería alimentarlos, a lo que yo contesté con entusiasmo que sí. Me pidió que le acompañara a buscar la carne que estaba en un frigorífico. Los otros se quedaron pegados a mi mujer siguiendo con sus ataques cada vez más insistentes a la anatomía baja de mi mujer. Cuando regresé pude ver como ella intentaba apartar, con poca convicción todo hay que decirlo, a aquellas pequeñas manos que no se estaban quietas y que volvían enseguida a soba sus esculturales piernas. Eso era interpretado por aquellos enanos como una invitación a que siguieran con sus travesuras. El enano que estaba conmigo me dijo que mejor quedarnos allí para alimentar a los cocodrilos (y de paso, pensé yo, dar cierta privacidad a aquellos salidos enanos para seguir toqueteando a Ana).
Estaba tirando trozos de carne a aquellos monstruos cuando pude escuchar un grito ahogado de Ana, me giré para ver si todo estaba correcto y le pregunté si estaba bien, ella me respondió con voz tímida que sí, que no pasaba nada. Pero sin duda alguna de esas manitas había alcanzado la cueva desprotegida de mi mujer. Esa imagen se formó en mi cabeza con una nitidez total y aquella imagen provocó en mí una extraña sensación de excitación. Yo lejos de parar aquella situación, hice ver como si no me enterase de nada, pero mi miembro había despertado y tenía un buen empalme por el morbo que me daba aquella situación. Mi polla estaba bien tiesa al ver como Ana, con los ojos en blanco, se tenía que apoyar en sus desproporcionadas cabezas para no caerse, cuando sus piernas flojeaban del placer por sentir esos dedos penetrar en su intimidad. Al enano que estaba a mi lado no le pasó por alto mi estado y después de gritarle a los otros algo en un idioma que no alcancé a entender se pusieron todos a reír.
En esos momentos pudimos todos oír como detrás de unas cortinas se oían unos gritos que de convirtieron después en gemidos. El enano que estaba a mi lado me dijo si queríamos ver otra clase de espectáculo que no veríamos en el circo y sin esperar a que yo contestase se fue hacia los otros que empujando a mi mujer se la llevaban de dónde provenían los gemidos.
Ana se dejaba llevar por aquellos jodidos pervertidos y se giró para ver donde estaba yo con una expresión de impotencia en su rostro. Yo me dispuse a seguirlos más que nada para no perder de vista a mi mujer que desapareció detrás de unas cortinas. Cuando entré el espectáculo que vi no lo olvidaré jamás, había una enana a cuatro patas que estaba siendo penetrada por dos enanos. Mientras uno le taladraba el culo con pollón desproporcionado el otro le penetraba el coño.
Ana también se había quedado inmóvil con aquel espectáculo, y pude ver como sus enormes pezones se habían erizado descaradamente, anunciando a todo el mundo su estado de enorme excitación. El enano que había estado conmigo ahora se había acercado a mi mujer para recuperar el tiempo perdido y poder sobarla con impunidad. Otro de ellos se me acercó y me preguntó si me gustaba el espectáculo. Yo no sabía a cuál se refería, si a la follada que estábamos presenciando o a que mi mujercita fuese sobada ya sin miramientos por aquellos duendes pervertidos. Mi boca sólo supo emitir un leve si….
Entonces nos dijo que si queríamos nos podíamos acercar más, era un decir (para mi mujer) que ya estaba siendo llevada por ellos hacia la escena. Cuando se acercaban pude comprobar como en el suelo donde antes había estado Ana ahora se podía ver su diminuto tanga. Señal de que aquellos depravados se la habían quitado y solo con imaginarme a su coño desnudo y depilado a merced de aquellas manos ansiosas casi me corro encima. Cuando volví mi mirada a mi mujer pude ver como la única parte de su cuerpo que no era manoseada eran sus tetas a las cuales aquellos pequeños demonios no podían llegar.
Yo permanecía inmóvil a cierta distancia, estaba como petrificado por la visión de todo aquello, mi mirada era como un péndulo que se movía de la escena pornográfica de los enanos a mi mujer, para ver cómo era manoseada sin piedad. Ana no perdía detalle de como aquella enana era follada sin parar, nos cruzamos una mirada que me confirmó lo cachondísima que estaba y mordiéndose un labio me señaló que lo estaba disfrutado. Uno de los enanos fue testimonio de esta mirada de pasividad absoluta de nuestra parte, cosa que le confirmó que ya no cabía esperar resistencia por nuestra parte. Enseguida se subió a una caja de embalaje que estaba detrás de mi mujer y poniéndose detrás, a su misma altura empezó a sobar las tetas a Ana sin dejar de mirarme. El hijo de puta sabía que aquella situación nos superaba.
Como era de esperar las tetas de mi mujer no tardaron ni diez segundos en ser puestas a la vista de todos por el enano, Ana haciendo uso de sus últimas fuerzas de sensatez, se tapó las tetas con las manos, pero el fino trabajo de penetración digital que estaba sufriendo su húmedo coño la hizo tambalear con lo que, para no caerse, volvió a aguantarse con aquellas cabezas que la rodeaban. Esto fue aprovechado de inmediato por el enano para aprisionar fuertemente sus perfectos pechos.
Los gemidos del trío se confundían ahora con los suspiros de mi mujer, que se acrecentaron cuando el cabronazo del enano descubrió como le afectaba que le pellizcaran aquellos enormes pezones que habían despertado por la calentura de Ana. Aquello era la ostia, no podía creer como una tarde de circo se había convertido en una orgía donde el centro del espectáculo era mi delicada mujercita. Los dos enanos que se estaban tirando a la sufrida enana empezaron a gritar como posesos, señal de que su descarga estaba cerca. Mientras los que se dedicaban a dar placer a Ana se empezaban a bajar los pantalones. Lo que vi entonces me confirmó con creces lo que había oído sobre los miembros de los enanos. Las pollas duras y tiesas que salieron de aquellos sucios pantalones eran descomunales, y digo descomunales comparándola con la mía. Ana se percató también de ello, esos enormes falos centraban ahora toda su atención. El enano de detrás de ella cada vez hacía más presión sobre las tetas de Ana con lo que ella se veía cada vez más desequilibrada hacia atrás, hasta que no pudo mantener el equilibrio y se cayó sentada sobre la caja donde estaba el enano que castigaba a sus preciosos pezones. Su caída coincidió con la corrida al unísono del trío de enanos que ahora ya no era más que el espectáculo secundario.
Las pollas babeantes de los enanos ahora se dirigían hacia Ana, que en su posición actual ya permitía a los otros enanos tocar aquellos perfectos melones. Mientras el enano que estaba encima de la caja se bajaba también sus pantalones, los otros arrancaban a mi mujer su molesta falda (para sus malignas intenciones). Ana tenía delante de sus ojos a escasos centímetros otra polla descomunal que se balanceaba peligrosamente hacia su angelical rostro mientras el dueño de tal pedazo de carne acabada de desnudar a mi mujer deshaciéndose del top.
Yo no podía aguantar más y me estaba sobando mi miembro que comparado con el de los enanos se podía considerar de pequeño. Noté de pronto como una mano hacía contacto con la mía y con sorpresa (o no) vi como la enana me decía:
– No te preocupes cariño, que yo me ocuparé de tu pollita…
Y acto seguido me bajó la cremallera para hacerse con mi preciado miembro que ahora pajeaba suavemente con su dos manitas.
Cuando volví la vista a Ana vi como el enano que estaba encima de la caja estaba abofeteando la cara de mi mujer con su polla, que era la más grande del lugar, y cogiéndole fuerte de su rubia melena le decía:
– Vamos zorrita abre la boca.
Mi mujer se resistía, pero un fuerte tirón hacia atrás le hizo abrir la boca que aprovechó el hijo de puta para ensartarla en aquella boquita.
– ¡¡¡Ahora chupa guarra!!!
Los otros enanos separaron las piernas de mi mujer colocando una de ellas encima de la caja, con lo que el mojado coño se mostró es todo su esplendor y al alcance de todos. Uno de ellos fue el más rápido y se apoderó enseguida de la posición dominante y empezó a lamer aquel sagrado lugar que hacía tan solo unas horas pensaba que solo era mío. Debía tener una hábil lengua ya que a los pocos segundos pude observar cómo Ana empezaba a mover las caderas como si se follase aquella cara. Los otros enanos en coro se estaban pajeando delante de aquella diosa sin parar de decir cosas que yo no entendía pero que por el tono le debían de estar diciendo de todo a mi mujer.
La reticencia inicial de Ana con aquel enorme intruso en su boca se había convertido ahora en una felación en toda regla, y podía ver perfectamente como aquel miembro salía y entraba de manera pausada pero constante apretada en todo momento por aquellos carnosos labios de mi mujer.
– Joder, como se la traga la muy cerda. La boca de puta que mejor me la ha chupado.
El muy cabrón lo decía en español para que yo lo entendiera y, además, al ver que mi mujer reaccionaba con más esmero a sus obscenas palabras lo provocaban a seguir con nuestra humillación.
– Te gusta más mi polla que la del cornudo, ¡eh! No te preocupes que hoy te vamos a llenar hija de puta.
Lo que me temía estaba a punto de llegar, por los movimientos rítmicos de Ana sabía que estaba a punto de correrse. Y cuando se corre, se nota…. Su espalda se arqueó hacia atrás, aquella enorme polla salió de su boca mientras un hilillo de líquido preseminal quedaba colgando, sus ojos quedaron en blanco y empezó a gritar:
– Noooo… para, para… Ahhhhhhhhhhh, Ohhhhhhhhh,… jodeeeeeeer….
Todos empezaron a reír mientras el enano cabrón decía:
– Como se ha corrido la muy cerda, además de rebuena es una mega puta.
Los otros asentían con gritos e insultos (algunos de los cuales si podía descifrar).
– Ahora te voy a follar, te voy a meter mi polla hasta el fondo y no voy a parar hasta que te llene ese coño de puta.
El enano puso una asquerosa manta encima de la caja y estirándose le ordenó a Ana que se ensartara la polla. Ana aún afectada por su enorme corrida no tuvo tiempo de reaccionar y se vio volteada por todos para colocarse encima de aquel degenerado. Mi sorpresa fue mayúscula cuando vi que voluntariamente le cogía la polla se la iba acercando con cuidado hacia la entrada de su coño lleno de fluidos. Para aquel enano tener ahí, a su merced, a semejante diosa no lo había podido imaginar ni en sus sueños más calientes, no pudo esparase ni un segundo más y, cogiéndola de sus caderas, le ensartó su enorme polla hasta el fondo.
– Ohhhhhhhh, Ahhhhhhhhh,…
– Se nota que eres puta, te gusta que te den fuerte ¡eh!, no como el maricón de tu maridito. Vamos dime que te gusta mi polla.
Ana, que notaba como aquella enorme polla la llenaba por completo, aún se resistía a humillarse más.
– Venga zorra, dime que te folle.
Y mientras se lo decía atacó sus erizados y tremendos pezones, chupándolos y sorbiéndolos sin compasión. Mi mujer no pudo más y su último resorte de resistencia cayó, empezó a culear lentamente aquel trozo de carne que la perforaba sin pausa.
– Ummmm…. Ohhh……. -se le escapaba a mi mujer mientras iba cabalgando al semental.
– ¿Sientes cómo te la meto hasta el fondo puta?
– Ohhhhhhh… para, no sigas… Ohhhhhh… basta, por favor…. Ahhhhhhh….
Los ruegos que salían entre gemidos de su boca no coincidían con los movimientos de su cuerpo, que cada vez se movía más y aceleraba la penetración.
– Uhhhh….. Ahhhh…. Oh sí, sí,…..
– Cómo se nota que necesitabas una buena polla guarra.
– Ohhhhh… sí, sí, ohhhhhh….
– Qué buena estás reputa, Ohhhhh… sí, muévete como la puta que eres.
– Ahhhhh… no por favor, nooooo… Ohhhhhhh…. Para, paraaaa… …. Ahhhhhh…
– ¡Mirad que puta! Como me está follando… Uhhhhhhhh….
La enana que estaba a cargo de mi polla empezó a aumentar el ritmo de bombeo, y con una cara de vicio tremendo me espetó:
– Joder como se pone tu polla cuando se follan a tu mujercita, ¡eh cabrón!
Yo no pude resistir más y me corrí como no me había corrido en años. Los chorros de semen salían disparados de mi polla, parecía una fuente. Mientras el enano que estaba ensartando a mi mujer decía:
– Mirar el cornudo, si parece que esté disfrutando más él que su mujer. Venga a qué esperáis hermanos, llenar de polla a esta hembra.
Dicho y hecho, uno de los enanos se subió al cajón y dirigió su enorme ariete al culo virginal de mi mujer. En ocasiones me había dejado meterle el dedo mientras follábamos, pero hasta el momento nunca había dejado que su marido se la follase por atrás. Siempre me decía que lo reservaba para una ocasión especial. Por lo visto, la ocasión especial había llegado, pero en vez de ser yo el protagonista vería en primer plano como otro se lo estrenaba.
Ana no paraba de moverse arriba y abajo, pero una fuerte nalgada del nuevo participante la hizo detenerse. Al mismo tiempo dos enanos más se subieron en la caja y situándose delante de ella con sus pollas tiesas. En ese momento Ana notó como el nuevo miembro luchaba por entrar en sus entrañas.
– No, por ahí no, por favor, nooooooo…..
– No me digas que aún eres virgen por el culo puta -le dijo en que se la follaba.
No hubo tiempo para más, de un golpe vi desaparecer aquella polla en el culo de mi mujer.
– AHHHHgggggggggg…
El grito de dolor lo debieron de escuchar hasta en la pista del circo, que aquella hora ya debía haber empezado. Pero nosotros estábamos en otro espectáculo con una protagonista de excepción: mi Anita follada por uno enanos.
Aquel grito no cayó en saco roto y las dos pollas que tenía delante se insertaron al unísono en su boca.
– Vamos puta a chuparrrrrr…
Ver a mi mujer ensartada con cuatro pollas al mismo tiempo me volvió a empalmar, ahora mi polla y los restos de semen de mi anterior corrida eran chupados por la boca experta de aquella enana.
Poco a poco el ritmo de Ana se fue acelerando, dando muestras de que el dolor inicial se había convertido ahora en placer. Los enanos le siguieron el ritmo y sus embestidas cada vez eran más rápidas.
– Ahhhhhhhhhh… Ohhhhhh… nooo… Ufffffff….parar……Ahhhhh………
Ella les pedía que parasen ni sus caderas ni su culo obedecían ya aquellas tímidas ordenes que salían como podían de la boquita de mi mujer llena de polla.
– Me voy a correr hija de puta, sigue así, joder que buena estás -decía el que estaba estirado.
– No, no, no te corras cabrón, Ohhhh…. Para, para, ahhhhhhhhh……
– Vamos hija de puta, métetela hasta el fondo… Ohhhhhh….
– Ahhhhhhhhh, nooooooo….., Ahhhhhhhh, Ohhhhhhhh,…
Mi mujer y aquel cabrón se corrieron al mismo tiempo, las tetas de mi mujer no paraban de golpear la cabeza de aquel enano que ni en sus mejores sueños había gozado de semejante belleza. El enano salió de debajo de Ana y pude ver perfectamente como hilos de semen salían de su coño. El que le estaba dando por el culo intensificó en esos momentos sus embestidas, Ana agotada, estaba a cuatro patas sin moverse mientras uno le estaba rompiendo el culo de mala manera y otros dos la estaban follando al mismo tiempo por la boca. La imagen del enano embistiendo el culo de mi mujer era porno del duro, empezó a bajar la velocidad de sus embestidas mientras la fuerza de los golpes de sus pequeñas caderas en el culo de mi mujer le hacía rebotar sus blancas nalgas y podía casi sentir como a cada embestida un chorro de leche inundaba el culo de mi mujer.
Una vez más tenía que ver como otra polla babeante salía de las entrañas de mi mujer, ya iban dos y no parecía que aquello tuviera fin. Había aún cuatro pollas que no habían visitado las estrechas grutas de Ana y tenía claro que no iban a perderse la oportunidad de follarse a una de las hembras más buenas que nunca habían visto.
Uno de los enanos que tenía su enorme falo en la boca de mi mujer le estiró de su melena dorada y le dijo en un acento extranjero:
– Ahorrra te vamos a follarrrr nosotrrrrossss…..
Mi mujer que después de la tremenda corrida (la segunda) ya había recuperado momentáneamente el sentido del pudor le dijo:
– ¡No basta! ¡No más, por favor! ¡Ya habéis tenido bastante!
La ostia que recibió enseguida por parte de aquel enano retronó por toda la carpa. Aquel hijo de puta le pegó tal bofetada que mi mujer se desequilibró y cayó al suelo. Al instante aparecieron aquellas inmensas pollas sedientas que hacía unos segundos estaban dentro de la boquita de Ana.
– ¡Cacho zorrra! Yo no tengo bastante y me voy a vaciar en tu coño quierrras o no.
Mi mujer se quedó paralizada y yo no pude resistirlo y me volví a correr sin poder evitarlo. Esta vez la boquita de la enana atendió mi nueva remesa de leche ahora más modesta. Creo que Ana lo vio y aquello encendió en ella una especie de rabia y venganza que desató en ella algo que no había visto jamás: se volvió de pronto una puta ninfómana.
El otro enano puso enseguida la manta en el suelo al lado de donde había caído mi mujer y se estiró con la polla bien tiesa reclamando atención por parte de Ana. El del bofetón y los otros dos que hasta ahora se habían limitado a pajearse, cogieron a mi mujer y le hicieron sentarse de cuclillas sobre la polla enhiesta. Aquel sitio ya estaba dilatado y con el esperma recibido aquel miembro desapareció sin mucha dificultad en el culo de Ana.
La actitud de Ana había cambiado completamente y ahora, con una cara de vicio que podía empalmar al mismísimo santo padre, invitaba a los otros tres a completar el cuadro. Los miraba fijamente a los ojos y les sacaba obscenamente la lengua mientras bombeaba lentamente la polla del pequeñín que se clavaba en su orto. Todos estos mensajes me los estaba enviando a mí, como echándome en cara que me hubiera corrido mientras la maltrataban.
Los otros tres empezaron a sacudírsela acercándose a Ana. Ella mirando con descaro al que la había abofeteado, se inclinó hacia atrás apoyando sus manos en el suelo y mostrando su mojado coño al enano, que apartando a los otros se colocó enfrente para penetrarla.
– Qué cabronazo, me vas a follar o voy a tener que pedir al cornudo que acabe el trabajo.
– Mirra que eres zorrrra, hija de puta, ¡¡¡¡te voy a reventar!!!!
En aquella postura las tetas de Ana estaban en todo su esplendor, bien erguidas, con los enormes pezones apuntando hacia arriba. Llevando una de sus manos a su chocho mojado se metió los dos dedos y llevándoselos a su boca los empezó a lamer.
– Venga, ¡méteme ese pollón enano de mierda!
Eso fue demasiado para aquel miembro con piernas, se abalanzó sobre Ana y se la metió de golpe.
– Ahhhhhhhh, que gusto… Ohhhhhh…
La cara de satisfacción de Ana no pareció gustarle al enano, que hizo dos o tres embestidas y se la sacó.
– Qué haces maricón vuélvela a meter.
– Errrres una puta, primerrro no querrías y ahora te muerres por mi polla.
Ahora en mi mujer había una expresión de ansiedad, de necesidad no satisfecha. Las embestidas que no paraban en su culo provocaban que su coño le picara cada vez más, tener el agujero de atrás bien lleno incrementaba exponencialmente la necesidad que cualquier cosa la penetrase por su concha. Parecía que entre ellos había un combate imaginario por la dominación sexual sobre el otro. Sus ojos se miraban con una mezcla de pasión y odio.
El enano volvió a entrar lentamente su pollón en el coño de Ana.
– Así cabronazo, métemela, ahhhhhhhh…
La mueca que esbozó el enano era inequívoca, volvió a retirar su miembro de dentro de mi mujer. Aquel comportamiento de Ana nunca visto antes, me provocó otra erección.
– Si quierrres esta polla ahorrra me la vas a pedirrr, me la vas a pedirrrr bien.
– Por favor, ¡fóllame!
– Así no puta -mientras le volvía a entra la punta y se la volvía a sacar.
– Joder, méteme tu polla en mi coño hijo de puta.
– Ahorrra mejor -volviendo a entrarla, esta vez más, y volviéndola a sacar.
– Vamos cabrón fóllame con esta enorme polla delante del cornudo mirón. Haz que me corra como nunca me he corrido y lléname con tu leche. Soy tu puta, este chocho sólo quiere tu jodido nabo, reviéntame,
– Ahorrra sí que te la merrreces. Cógeme la polla y sin dejarrrr de mirrrar a tu marrrido te la metes en tu chocho.
Ana se giró hacia mí, y con cara de perversa maldad cogió aquel enorme manubrio y se lo empezó a insertar en el coño.
– Vamos puta, dile lo que estás haciendo.
– Mira cariño, mira cómo me meto este pollón en mi coño, mira cómo me follo a este cabrón, mira cómo me hará gritar de placer. Ahhhhhhhhh… ves como entra… Ohhhhhhhhh….
El enano empezó entonces a follarse con rabia a Ana, sus embestidas eran brutales, las tetas de Ana saltaban a cada penetración de aquel pollón que estaba destrozando de placer a Ana.
La puerta que había abierto aquel enano en Ana hizo aparecer a la puta que mi mujer llevaba dentro.
– ¡Y vosotros dos que! Ohhhhhh…… Me vais a dar esas pollas o no…. Ahhhhhh…..
Los dos enanos se acercaron a mi mujer que en la postura que estaba tenía aquellos dos falos (uno por cada lado) entre sus tetas y su boca. Mirándolos a los ojos y con una cara de puta a más no poder les dijo entre jadeos:
– Meterme estas pollas en la boca y no paréis de tocarme las tetas Ahhhhhhhh… joder como me follas cabronazo. Os voy a vaciar estos huevos llenos de leche. Ohhhhhhhh, dame más fuerte, no pares, Ahhhhhhhh…
Los dos enanos no se hicieron de rogar más y acercaron sus pollas a la boquita de Ana para que les hiciera una buena mamada. Cómo las chupaba, ahora una, ahora la otra. Mientras ellos le follaban la boca por turnos se entretenían en los perfectos pechos de mi mujer.
Ahora el que estaba dándole por culo empezaba a jadear, su leche ya venía, arqueó la espalda como pudo (tenía a mi mujer encima) y agarrando fuertemente las caderas a Ana se empezó a correr. Cuando mi mujer lo notó también se vino de una manera muy violenta.
– Ahhhhhhhh…. Que me viene maricón. Córrete en mi culo… Ohhhhhhhhh…. Ahhhhhhh…. Joder esto es la ostia…. Ahhhhhhhhh…. Que gusto…..
El enano salió de debajo y mi mujer se quedó de espaldas sobre el suelo. Los otros seguían a lo suyo y después de un leve descanso Ana volvió a la carga para conseguir que le regaran su coño una vez más. Uno de los enanos que estaba de pie no pudo más y descargó todo su semen encima de las tetas de Ana.
– Ohhhhhhhh… noooooo. Qué haces imbécil, quería esa leche en mi boquita de puta. – Y mirando al otro le dijo:
– Tú no seas cabrón y córrete en mi boca, lo que no puede hacer mi cornudo, vosotros sí.
Al decir esto el que la estaba follando incrementó sus sacudidas.
– Qué zorrra que errres. No me cansarrrría de follarrrte.
El otro también aceleró sus sacudidas, que podía ver perfectamente como aquel nabo entraba y salía de la boca de mi mujercita.
– ¡Qué! ¿no podéis más hijos de puta? ¿No hay nadie más que me pueda llenar este chocho de puta y dejarme de una puta vez bien follada?
Entonces apareció el primer enano que se la había tirado con aquel rabo enorme que acercándose a mi mujer se puso delante de ella con un pie a cada lado y colocando aquella polla entre las tetas de Ana se la empezó a follar por las tetas.
– Toma más polla guarra, no quiero que tu marido piense que no te hemos follado como dios manda. Joder que tetas más grandes y perfectas tienes.
El que se la estaba follando ya no pudo más y se vino casi sin avisar.
– Ahhhhhhhh… Toma mi leche zorrrrraaaa
– Ohhhhhhh lléname maricón…. Joder dale toda la lechita a tu puta…. Ahhhhhhhhh….. Que me vengo toda…. Ahhhhhhhhh… no pares, dale más, que me viene, Ahhhhhhh….Ohhhhhhhh……
El enano ya se había vaciado, pero hacía un esfuerzo sobrehumano para seguir bombeando y que Ana se pudiera correr de nuevo.
– Ahhhhh… Siiiiii…. Siiiiiiii…. Ohhhhhh….
Su último gemido quedó silenciado por la polla que le estaba follando la boca y que por la expresión del enano y los ojos como platos de Ana pude interpretar que el hijo de puta se estaba vaciando en la boca de mi mujer.
– Así trágatela toda puta -le decía el enano que tenía su polla en las hermosas tetas de Ana.
La polla del enano salió bien limpia y reluciente. Ana se había tragado hasta la última gota. Con una cara de satisfacción miró fijamente al enano que tenía delante y le dijo:
– Ahora me voy a tragar tu lechita.
Mi mujer se incorporó ligeramente para poder sentir mejor aquella enorme polla entre sus tetas. Al incorporarse pude ver claramente como el semen salía de su coño. Con ambas manos apretó aquellos hermosos pechos contra la turgente polla hasta hacerla desaparecer. Solo podía ver como a cada embestida un glande rosado y babeante aparecía entre los montículos de mi mujer. El enano empezó a aumentar ahora el ritmo de sus embestidas.
– Joder, hoy nos hemos follado a la mejor puta del mundo -y girándose hacia mí me dijo:
– Nos vas a tener que agradecer que hayamos despertado a esta ninfómana, joder como folla la muy guarra.
Y dicho esto cogió con sus dos manos la cara de Ana y le metió su gran polla hasta la garganta y empezó a escupir su leche.
– Vamos zorra trágatela toda Ohhhhhhhh…… que bien que la chupas puta, Ufffff…..
Después de descargar su leche mi mujercita salió del estado de trance al cual la habían llevado aquellos putos enanos (y con mi complicidad). Empezó a recoger su ropa y a limpiarse con aquella sucia manta los restos de semen que tenía por todo el cuerpo.
Yo la fui a ayudar, nos miramos y no dijimos nada. Cuando nos íbamos el enano que primero se la había follada y el último en descargar en la boca de Ana nos dijo:
– Vamos a estar aquí 3 días, os esperamos mañana aquí mismo, si tu no quieres venir no vengas, pero la zorra de tu mujer que no falte. Pero seguro que mañana por la mañana ya estará bien mojada pensando en lo que ha disfrutado y en lo que le espera, te prometo que la sorpresa que te vamos a dar no te va a defraudar.
Pero esto ya es otra historia……