Con mi madre ingresamos a la industria del porno

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Madre e hija prueban porno

Por culpa del coviv-19 se están produciendo situaciones económicas tremendamente complicadas a las que cada cual busca solucionarla de alguna manera, aunque esta que voy a contar sucedió hace poco en una gran ciudad, como es Los Ángeles…

– «No creo que debamos hacer esto… Sé que necesitamos el dinero, y desde que papá murió, las cosas han estado bastante ajustadas, pero para que actuemos en una película porno, creo que has perdido la cabeza», le dijo Candy a su madre.

Doris Donner mantuvo sus ojos en la carretera mientras circulaba con su coche en hora punta con mucho tráfico… Después de dejar que su hija se desahogara, ella le contestó con calma:

– «En menos de dos semanas, el banco va a pedir el desahucio de nuestra casa por falta de pago, y como no surja un milagro y te den una beca completa, puedes olvidarte de ir a la universidad, así que no me digas que no debemos hacer esto porque no tenemos otra alternativa para ganar dinero, aunque no nos guste hacer porno.»

Los dos siguieron el resto del camino en silencio como si hubieran hecho una tregua… Doris estaba cansada de discutir con su hija Candy sobre cada pequeña cosa de la rutina diária.

Quince minutos después, Doris se detuvo en un lugar de un parquing semivacío junto a una antigua fábrica a la salida de la ciudad, que albergaba los Estudios Triple XXX.

– «Bueno, ya hemos llegado», le dijo su madre.

– «¿Ves esto, mamá?… Sólo mira este lugar… Debemos estar locas!», respondió Candy con algo de malhumor.

– «Oh, vamos… Al menos entremos y veamos que nos dicen… ¿De acuerdo?», respondió su madre.

Candy se encogió de hombros y asintió levemente con su cabeza como señal de estar de acuerdo.

A pesar de que el edificio estaba en una parte deteriorada de la ciudad, tanto Doris como Candy se sorprendieron al descubrir que las oficinas del estudio eran bastante bonitas, con pintura blanca fresca, paredes tapizadas de colores alegres y mobiliario totalmente nuevo.

Había una atractiva mujer de unos treinta años sentada en la mesa de recepción, a quien Doris se acercó y le dijo:

– «Tenemos una cita con el señor Bent, ¿podría decirle que Doris y Candy Donner están esperando?»

– “Por supuesto, Sra. Donner… Siéntese y el Sr. Bent estará con usted en unos minutos”, respondió la joven.

Después de tomar asiento, Doris dijo en voz baja:

– «Ves… No es tan malo como pensabas que sería.»

– «Mamá, te recuerdo que estamos aquí para hacer películas porno», dijo Candy con exasperación.

Doris estaba a punto de responderle, pero fue interrumpida cuando la recepcionista le dijo:

– «El Sr. Bent te verá ahora.

El Sr. Benl resultó ser un hombre alto y guapo de unos cuarenta y cinco años, y de inmediato complació a las dos mujeres con su forma sencilla de atenderlas y su voz sociable.

– «Me alegro mucho de que hayan decidido venir… Tenemos la intención de grabar una película que se titulará ‘Madre e hija’… Y si saben algo sobre nuestra compañía, usamos la realidad en todas nuestras películas… Por ejemplo, cuando hacemos una pelicula sobre hombres gays, sólo usamos gays reales nunca actores que hagan el papel de homosexuales… Así que, en el caso de nuestra nueva película, necesitamos una verdadera madre e hija”, explicó.

Después de que Doris y Candy lo dejaran hablar, Candy les dijo:

– “No tenemos ninguna experiencia de actuar, Sr. Bent, así que si usted busca actrices con un currículum, tendrá que buscar otras personas.»

El Sr. Bent asintió con la cabeza mientras ella hablaba y cuando ella terminó, le dijo:

– «Su comentario está muy claro, señorita Donner, pero en este caso, no queremos experiencia, queremos frescura como aficionadas que son, y por el aspecto de ustedes dos, lo harán espléndidamente.”

Ahora fue el turno de Doris de hablar, y llegó al punto preguntando:

– «Entonces si nosotras le agradamos para hacer la película, ¿cuánto paga y qué tenemos que hacer para ganárnoslo?»

El Sr. Bent se rio entre dientes, pero respondió directamente:

– «Por el trabajo se paga cinco mil dolares a cada una, es decir, un total de diez mil dólares, y se pide que actúen sexualmente entre sí, al igual que con otros actores o actrices que también actuarán.»

La cabeza de Doris daba vueltas cuando escuchó las palabras ‘diez mil dólares’, y antes de que Candy pudiera decir una palabra Doris dijo:

– «Estamos de acuedo… ¿Dónde firmamos?»

Aunque Candy había estado en contra desde el principio, tenía que admitir que diez mil dólares era mucho dinero, y por eso, con un poco de temor, firmó justo debajo de su madre y le devolvió el contrato al Sr. Bent.

Rápidamente se escaneó el documento para darles una copia del contrato y después de entregarselo, les dijo:

– «Muy bien, señoras, es hora de ir a trabajar, y lo primero que quiero que hagáis es: quítaros la ropa y hacer el amor la una con la otra, ahí mismo en el sofá… Quiero veros cómo lo hacéis»

– «¿Quieres decir, ahora?… ¿No tenemos que maquillarnos o algo así?”, balbuceó Candy.

– «No se preocupe por el maquillaje, el vestuario o cualquier otra cosa, esto es sólo un ensayo… Así que por favor, empezad ya», dijo el Sr. Bentl sin dejar espacio para más discusión.

Ambas mujeres caminaron hacia el sofá, y después de mirarse a los ojos, lentamente comenzaron a desvestirse… Mientras se desnudaban, el Sr. Bent les dijo:

– «¿Cuántos años tienen ustedes… Veo que ambas tienen cuerpos muy bonitos y con buenas tetas… Las tetas grandes siempre venden más peliculas.»

Tanto Doris como Candy se sonrojaron ante la observación del Sr. Bent y finalmente Doris respondió:

– «¡Tengo cuarenta y dos y Candy diecinueve!»

Cuando ambas estuvieron completamente desnudas, se hizo obvio que ninguna de los dos había hecho algo así antes… Y el Sr. Bent les ofreció una posibilidad.

– «Puedo ver que ustedes dos están un poco tensas con esto, así que, ¿quieren que llame a uno de nuestros actores masculinos y de esa manera las dos rompen el hielo?”, les dijo.

Tanto Candy como Doris se miraron aliviadas y asintieron con la cabeza y entonces el Sr. Bent descolgó el teléfono y preguntó por Jeff y dijo que fuera a su despacho.

Cinco minutos después, un joven de color negro, de unos veinte años entró a la oficina y preguntó:

– «¿Querías verme, Dale?»

– «Sí… Quiero que conozcas a las protagonistas de nuestra nueva película ‘Madre e hija’… Son Doris y su hija Candy” le dijo el Sr. Bent.

Ambas mujeres estaban muy avergonzadas por estar de pie en medio de la habitación, desnudas, con dos hombres extraños, pero Jeff apenas les hizo caso… Sólo las miro, asintió con la cabeza y volvió a hablar con el Sr. Bent, esperando más instrucciones.

– «Les pedí que me hicieran un pequeño ensayo de lo que tendrán que hacer, pero como estan muy cohibidas, les pregunté si les gustaría que pidieramos ayuda a un profesional y me dijeron que sí”, le dijo.

Jeff volvió a mirarlas bien a los dos, y encogiéndose de hombros, respondió:

– «¡Claro… ¿Por qué no?»

El aire acondicionado era un poco frío en la oficina del Sr. Bent, y ambas mujeres podían sentir que sus pezones se ponían duros, pero en realidad no era el aire fresco, sino lo calientes que estaban.

Jeff se desnudó y les mostró su enorme polla de 25 cm de larga y 5 cm de diámetro.

– «Oooh… Es enorme, nunca había visto algo así», le dijo Candy a su madre al ver la enorme polla de Jeff.

Su madre pudo sentir que su vagina se humedecía rápidamente mientras miraba esa mostruosa polla y su comentario fue en la misma linea de asombro que el de su hija:

– «Tengo el doble de tu edad, y créeme, he soñado muchas veces con tener una polla de ese tamaño para disfrutar con ella.»

Con las manos en las caderas y su gran polla tiesa, Jeff se acercó al sofá, y con una confianza brutal nacida de sus años de experiencia con mujeres, cogió a Candy en sus brazos y la besó en la boca, haciendo que sus rodillas se debilitaran de deseo.

Después de soltarla, dirigió su atención a Doris y le preguntó:

– «Dime, mamá, ¿a quién se la meto primero, a tí o a tu hija?

– «Lo que tú quieras… Elije tú», le susurró con la garganta seca y respirando con dificultad.

Una risa casi cruel se escapó de los labios de Jeff… Con una ligera presión sobre los hombros de Candy, la empujó de rodillas al suelo y le preguntó a Doris:

– «¿Alguna vez la has visto chupar una gran polla… ¿No?… Pues ahora vas a ver como me la chupa tu hija.»

Candy escuchó estas palabras y sin esperar a que se lo dijera, se metió un trozo de esta gran polla en su boca y comenzó a chuparlo como si fuera la última polla en la faz de la tierra.

Doris miró con ojos vidriosos a su hija, que se sentaba sobre sus rodillas y tenía la polla de caballo de Jeff metida hasta su garganta.

Jeff sonrió con suficiencia a Doris y le ordenó:

– «Acuéstate en el sofá y tócate tu coño… Quiero ver que en tres minutos, te has corrido… Así que muévete, zorra.»

Doris tenía su cabeza fuera de control, y la orden de correrse rápido la iba a cumplir dandose una masturbación y metida de dos dedos en el coño, con intensidad, sin importarle que todos la vieran.

Candy no le prestaba ninguna atención a su madre absorta en mamar esa enorme polla, pero Jeff sí, y le dijo:

– «Tu vieja tiene un coño muy peludo… ¿Crees que se va a correr en tres minutos?»

Doris, con su mano izquierda fue a su entrepierna y al instante encontró su clítoris distendido entre la masa peluda de vello púbico que ocultaba su hendidura, que goteaba.

– «Oooh, Dios… Tienes una polla enorme», le dijo mientras gemia y se tocaba el clítoris y observando a su hija chupar a este joven estrella del porno.

– «Te refieres a esta pequeña cosa que está mamando tu hija, vieja… Con lo puta que se te vé que eres, casi seguro que has tenido un montón de pollas más grandes que las mías, metidas en ese coño.»

El dedo de Doris ahora estaba literalmente volando sobre su clítoris, y aun en su alto estado de excitación ella sabía que él estaba burlándose de ella, impotente para resistirse a él, así que jadeó:

– «No, no, soy puta… Y la tuya es la polla más grande que he visto en mi vida… Ooooh… Ooooh… Aaag… Me estoy jodiendo muy bien como me has ordenado hacerlo.»

El despacho del Sr. Bent estaba lleno de vicio y olor a sexo con los gemidos de Doris y de su hija Candy mientras el joven semental las llevaba por donde él quería.

El culo regordete de Doris rebotaba hacia arriba y hacia abajo en el sofá cuando se corrio de forma salvaje con gritos de placer… Candy, al escuchar la corrida de su madre, su vagina se convulsionó con fuerza… Y en ese preciso instante fue cuando Jeff soltó, como si fuera una manguera, el esperma caliente en su boca.

– «Tanto la madre, como la hija son dos perras que vamos a joderlas hasta reventarlas de placer porque les gusta esto.», jadeó Jeff mientras vaciaba su semen profundamente en la garganta de la joven chupadora de pollas, que se lo tragaba todo.

Candy se dejó caer hacia atrás mientras se limpiaba de semen que le quedaba en su barbilla mientras Jeff dirigía su atención a Doris.

– «Debes estar muy orgullosa de lo puta que es tu hijita… El pequeño coño tiene verdadero talento… Creo que ella seguirá adelante en este negocio, ¿no es así, nena?!», dijo con una breve carcajada.

El coño de Doris aún se movía incontrolablemente cuando los últimos vestigios de su corrida se desvanecieron lentamente de su coño, pero mientras observaba la enorme polla de Jeff balanceándose de lado a lado mientras se acercaba a ella, sintió que su coño se empapaba una vez más en anticipación de otra corrida.

Como solía hacer cuando se calentaba, Doris siempre parecía dejar que su mano cayera de forma natural en su coño y comenzaba a masturbarse mientras la furor uterino crecía dentro de ella.

– «Te hice una pregunta… ¿Tu hija no es una buena chupadora de pollas?», repitió Jeff.

Con su coño, ahora en un estado de gran excitación, Doris le contesto casi tartamudeando:

– «Ella es una buena chica y una buena chupadora de pollas como has podido comprobar… Se ha tragado todo el semen que tenías hasta dejarte vacío… ¿Ahora, me vas a dar esa gran cosa que tienes entre tus piernas o vas a hacerme rogar por eso?»

Jeff miró su polla que rápidamente se ponía rígida y comentó:

– «Mamá quiere polla para ella… Bueno, lo pediste y ahora te la voy a dar hasta dejarte bien saciada.”

En lo que fue casi un momento surrealista, Doris se quedó boquiabierta mientras Jeff la montaba rápidamente, y con un fuerte empuje de sus caderas, hundió el grueso pollón en lo profundo de su coño peludo.

– «Oooh,Dios… Me está jodiendo y no hay nada que pueda hacer para detenerlo… Ooooh… Aaaah… Uuuuff», gritó ella mientras el gran pollón estaba totalmente metido en su coño deformado por semejante tamaño introducido en él.

Desde donde se encontraba, Doris pudo escuchar a Candy animando a Jeff para follarla con más fuerza, de modo que, mientras giraba la cabeza de un lado a otro, podía ver a su hija furiosamente tocándose su coño mientras chupaba una de sus grandes tetas.

– «M-mírala… Mi hija es una maníaca del sexo… No tiene nunca suficiente», jadeó Doris.

Jeff miró por encima del hombro a la joven con el pelo mojado por el sudor y respondió:

– «Tienes razón mamá, tu pequeña es una viciosa de primera clase…

– “Mira qué puta que soy», le dijo.

El coño de Doris estaba ahora en medio de una larga serie de orgasmos que continuaron disparándose a través de su coño mientras observaba a su hija masturbarse… Y mientras esto sucedía, Jeff continuó golpeando sus 25cm de gran pollón dentro y fuera de su coño con brutal ferocidad!

Richard Bent observó con evidente satisfacción que Doris y Candy no sólo eran madre e hija, un requisito primordial para su próxima película, sino que además eran muy atractivas y ambas tenían mucho apetito sexual.

Estaba absolutamente seguro de su decisión cuando vio que, sin más, Candy saltó de su lugar en el suelo, corrió hacia su madre y comenzó a chupar sus grandes pezones cuando Jeff la follaba dentro y fuera hasta que los tres explotaron recibiendo una cascada de semen y jugo de coño por todo el sofá.

Los tres participantes finalmente se derrumbaron en un montón mientras Richard Bent descolgó el teléfono y llamó a Producción:

– «¡Harry, prepárate para comenzar a rodar mañana, acabo de encontrar a nuestras dos nuevas actrices para la película ‘Madre e hija’… Estoy convencido que sera todo un éxito y ganaremos mucho dinero.”

No se equivocó Richard Bent, la película fue todo un éxito y Doris y Candy rodaron más de quince películas, en las que las dos no tuvieron descanso a pesar de que fueron preñadas engañadas por el médico de la productora para engolfarlas lo máximo posible… Las películas con ellas preñadas también fue un autentico éxito de beneficios.