Con un poco de alcohol y muy excitada me olvido de mi novio
Hoy queridos lectores seré yo quien os narre esta historia. No se me da tan bien escribir como a mi novio, pero dado que esta historia es anterior a que nos conociéramos, creo que es mejor que os la cuente yo.
Corría el año 2013. Mi vida social era de lo más normal del mundo, pero desde que terminé la universidad y me puse a trabajar me había propuesto aprovechar todo lo que pudiera los fines de semana. Por aquel entonces estaba con un chico llamado Jose que había conocido unos meses antes en un curso de formación. Jose era un chico tan normal como cualquiera, y hacíamos la típica pareja de veinteañeros.
Recuerdo que un fin de semana de finales mayo una de mis amigas nos invitó a unas cañas en un bar del centro. Era viernes, y todos teníamos unas ganas locas deshacernos del estrés de la semana. Recuerdo que hacía bastante calor para la época y me decidí a estrenar la temporada poniéndome un vestido de verano de tirantes amarillo claro para ir bien cómoda, aunque también me llevé una cazadora en la mano por que por la noche aun refrescaba. El vestido no era ajustado, todo lo contrario, pero si era sexy. La falda me quedaba unos centímetros por encima de las rodillas, y los tirantes me dejaban los hombros al aire y parte de la espalda.
La tarde se convirtió en noche entre cerveza y cerveza y entre tapa y tapa hasta el punto en el que el alcohol empezaba a hacer su efecto. Finalmente a eso de las 12 de la noche nos decidimos a cambiar de sitio e irnos a una de la discotecas más conocidas de Madrid, que estaba como a unos 10 minutos andando de donde estábamos.
Sería el alcohol, el calor, o las miradas descaradas que veía que por la calle me echaba algún chico, pero el caso es que según andaba me estaban dando cada vez más ganas de follar… Jose, mi novio de por aquel entonces no había podido venir, con lo que me resigné a tener que aguantarme las ganas…. o eso creía.
Una vez en la discoteca, me puse a charlar con uno de los amigos del trabajo de la cumpleañera. Hasta ese momento no habíamos charlado, pero si me había llamado la atención por su aspecto. Camisa ajustada, pelo muy corto, brazos muy fuertes y bastante alto. Tenía ese porte de alguien muy seguro de si mismo que roza casi en la arrogancia. Se llamaba Sebas.
Había notado como Sebas me miraba de vez en cuando. Yo soy una chica bajita…. no llego a 1,60 de altura y los chicos altos lo tienen muy fácil para asomarse a mi escote sin que se note mucho. Sebas era de esos. No obstante, a mi no me importaba. Si tanto me gustaban mis tetas, que las mirase si quería…. no las iba a probar y se iba a ir casa empalmado y frustrado.
Me divertía jugar con el, lo reconozco. Me divertía tanto que me puse cada vez más cariñosa. Para darle falsas ilusiones recuerdo que le llegué a decir:
Yo – “Ten cuidado con la camisa no se te rompa…. menudos brazos. ¿Te machacas mucho en el gimnasio?”
El maldito de Sebas me miró con media sonrisa y ni me contestó. Le acababa de piropear y pasó de mi. Eso me cabreó mucho. Me decidí a ignorarle a el el resto de la noche.
Pero la noche era larga, y acababa de empezar. Después de un rato mis amigas y yo fuimos a la pista a bailar y poco a poco nos fuimos desinhibiendo cada vez más. Recuerdo como una de mis amigas ya se estaba liando con su novio, mientras otra se puso a bailar con un desconocido.
Yo, no lo pude remediar… Sebas me había tocado la moral y quería ponerle cachondo para que se fuera a casa con las ganas, con lo que me puse a bailar de manera muy sexy con el resto del grupo.
No tardé en apreciar como reparaba en mi y como disimuladamente se fue acercando poco a poco. Acabó a mi lado y así permanecidos durante varias canciones, pero a causa del alcohol o por que soy un poquitito putita, me fui arrimando a el, hasta que en un canción los roces ya eran la norma común.
En el momento en el que el se puso detrás, y mientras yo movía las caderas, pude rozar su paquete y notar que estaba duro, me olvidé de todo. Me olvidé de mi novio, me olvidé del resto del grupo, me olvidé de lo borracha que ya iba, de la intención de dejar a Sebas con la ganas… y solo pude pensar en una cosa. En la polla que tenía pegada a mi .
Sebas empezó a cogerme por las caderas, y yo cada vez tuve más facil poder restregarme con el. Al principio poco a poco, pero al cabo de unos minutos de manera descarada. La idea de que solo unos milímetros de tela separasen a esa polla de mi cuerpo me volvía loca. Pero fue Sebas quién me saco del trance. Susurrándome al oído me dijo.
Sebas: “Si tienes curiosidad por ver con lo que te estás restregando te puedo ayudar.”
No se si alguna vez había estado más excitada en mi vida, pero estaba decidida a jugar con el. Así que me di la vuelta y le dije con media sonrisa.
Yo: “No te creas…. no parece gran cosa…” Me volví a dar la vuelta y continué bailando.
Sebas se inclinó hasta ponerse a mi altura y me volvió a contestar.
Sebas: “Puedes hacerte la dura todo lo que quieras, pero esta noche tienes ganas de follar y yo soy el que tienes más a mano. Con el calentón que llevas sabes que no te vas a ir de aquí a casa de tu novio, así que te propongo lo siguiente: tu y yo, al baño. Ahora.”
No tenía sentido hacerse la dura… No se que pretendía con eso cuando a esas alturas lo que quería era una polla en la boca… con lo que me gire para tenerle de frente, le cogí de un brazo mientras con mi otra mano le acaricié el paquete y sin mediar palabra tiré de el hacia los servicios.
No recuerdo nada sobre el camino al baño, solo que veía la puerta al otro lado de la multitud y me abrí camino hacia el. Entramos en el de chicos y entramos en el primer cubículo libre. Senté a Sebas en la taza, le bajé los pantalones y de dentro de ellos salto una polla enorme como un resorte, que casi me da en la cara. Me embargó una mezcla de sorpresa, excitación y hambre. Mucha hambre.
Sebas: “¿Es o no es gran cosa?”
Lo cierto es que lo era. Sebas no tenía un pene, tenía un-buen-rabo. No le contesté y me puse a lamer…..
Mientras chupaba me di cuenta de una cosa. Ni siquiera nos habíamos besado. Le estaba comiendo la polla a un tio que había conocido esa tarde y ni siquiera nos habíamos liado antes…
Había otros chicos en el baño que nos habían visto entrar en el cubículo. Como si estuvieran muy muy lejos escuchaba sus comentarios desde el otro lado de la puerta que no hacía más que calentarme. Todo ellos animando a que Sebas me hiciera mil cositas.
Debía llevar ya cerca de cinco minutos mamando, cuando me di cuenta que no estábamos del todo solos. Con las prisas de empezar a comer polla no habíamos puesto pestillo en el cubículo, con lo que alguien había medio abierto la puerta y al otro lado había 3 tíos mirando. No me importó en absoluto ni a Sebas tampoco. Al contrario. Seguí mamando con más ganas, hasta que al cabo de un rato, mamar ya no me parecía suficiente, con lo que me la saqué de la boca, y mirado a Sebas a la cara le dije:
“Ponte un condón y fóllame.”
Sebas no me contestó. Saco de sus pantalones la cartera y de ella un preservativo. Se lo colocó apresuradamente y yo me senté encima de el, de espaldas a la puerta abierta.
Le cabalgué hasta que me corrí. Me corrí follando en el baño de una discoteca con alguien que era casi un extraño mientras otros chicos miraban…. me sentí muy satisfecha y muy puta. Pero Sebas no había acabado, y le debía un orgasmo… se lo había ganado.
Personalmente, el semen no me suele llamar la atención a no ser que esté muy cachonda y ese día lo estaba, con lo que no iba a dejar que su corrida se desperdiciara dentro de un preservativo. Me puse de cuclillas por no arrodillarme en el suelo que estaba sucio, y mirándole a la cara le dije.
“Correte en mi boca….”
Sebas me puso una mano en la nuca, como para impedir que me escapara y con la otra, mirándome fijamente, se pajeó hasta correrse. Casi no me entró nada en la boca…. Sebas tenía mala puntería… lo cual me hizo gracia… sería la borrachera que llevaba. Así que ahí estaba yo… de cuclillas en un baño de una discoteca, recibiendo corridas en la cara y riéndome por la situación…
Cunado Sebas acabó, le limpié un poquito la polla y le di un besito en el capullo y por fin pude empezar a recobrar algo de percepción de mis alrededores, con lo que reparé en los chicos que había en la puerta. Ya había más de tres. Sería como seis o siete mirando…
Pero había dos de ellos que la tenían fuera y se la estaban cascando… No habido tenido suficiente con la corrida de Sebas, les dije:
“Vosotros dos, si queréis os podéis correr en mi cara también. Me ha gustado tener espectadores.”
Chico: “Que putita… ven aquí que tengo algo para ti….”
El chico, que le recuerdo como su fuera un poco cani, se acercó, me cogió del pelo con una mano y con la otra se masturbó hasta correrse. Era brusco, y tenía malas maneras, pero a mi me daba igual a esas alturas, solo quería su lefa.
Al segundo chico le debió entrar miedo escénico por que se la tuve que comer un rato antes de que se corriera, pero cuando lo hizo se corrió tanto que pensé que me iba a atragantar….
Una vez hubimos acabado, ya me daban todos igual. Sebas se quedó conmigo en el baño hasta que conseguí asearme un poco, y luego volvimos a la pista de baile, pero para mi la noche ya estaba acabando.
Salí de las discoteca y me fui al piso que compartido mi novio . Durante el trayecto recuerdo que pensaba que en el estómago llevaba el semen de tres chicos en esos momentos…. La noción volvió a excitarme.
Cuando llegué a casa de mi novio follamos como locos… Jose dejo de ser mi novio hace ya mucho tiempo, pero nunca supo, ni sabrá, lo que hice ese día.
Sería por que me sentía algo culpable, o por que seguía excitada, pero al menos intenté compensárselo dejándole seco y comiéndome también sus corridas… cosa que no suelo hacer con mis parejas..
Así que así termina la historia. Toda chica, por muy normal que sea, está a unas copas, unidas a un momento de excitación, de convertirse en una verdadera puta… Yo lo descubrí esa noche, y es a un estado al que me gusta volver de vez en cuando…
Espero que os haya gustado 😉