Confinado con mi nuevo compañero de piso

Rate this post

Finales de febrero de 2020.

La situación económica me ha obligado a dejar mi piso y buscar una habitación de alquiler. Esta tarde voy a visitar el apartamento. Al llegar me abre la puerta un chico de mi edad, veintipocos, pero con un aspecto de macho macarra acojonante. Va con un panatalón deportivo bastante ajustado que le marca un paquetón impresionante. Lleva puesta una camiseta de tirantes que deja ver sus musculosos brazos. Me doy cuenta en ese momento de que estoy analizado descaradamente su cuerpo cuando voy subiendo y llego a la cara. Un chico con una sonrisa pícara, con el pelo rapado, intimidante si no fuera porque está sonriendo.

En ese momento me alarga la mano.

Hola! Eres Mario?

Eh… Sí! Soy mario! Vengo por lo de la habitación.

Sí, pasa, pasa. Yo me llamo Diego. Por teléfono parecías más mayor.

Ah! Sí? -Me daba cuenta de que solo decía monosílabos y palabras cortas… Era evidente que Diego causaba algún extraño morbo en mí…

Mira, esta es la cocina, que da al comedor… Del pasillo salen las habitaciones y el baño… Este es tu cuarto.

La habitación estaba bien, normal… Pero yo pensaba más en mi compañero de piso que en la habitación…

Si todo te parece bien son 300 al mes. Como febrero ya acaba, te dejo estos días, así, como de prueba. Si te mola, el 1 de marzo me pagas el primer mes.

Sí! Vale! Eh…

Todo bien? -Me miraba ahora ya como extrañado de mi falta de vocabulario.

Sí, perdona, estoy un poco estresado con esto del cambio de piso y…

Tranquilo, todo bien -me vuelve a ofrecer la mano. Pues como tú quieras, puedes ir acomodándote si te gusta el cuarto. En la cocina hay una copia de las llaves. Ponte cómodo.

Dediqué las próximas horas en traer mis cosas al nuevo piso. Al acabar el traslado, ya por la tarde, me volví a encontrar con Diego en el piso.

Oye, Mario, quería explicarte… Sobre la convivencia y tal…

Claro, dime. Yo soy muy adaptable.

Bien. Pues mira, no voy a andarme con rodeos. Yo tengo ciertos hábitos. A veces viene algún amigo a tomar unas birras, o el fútbol…

Bueno…

Y soy sexualmente todo lo activo que puedo… No puedo pasarme la semana sin follarme uno o dos culitos… -Ese comentario me dejó absolutamente flipando. Espero que no te moleste…

Eeeh!

Mario?

Nnnno, noo… Claro…

Mira si te molesta…

Tranquilo, no, claro que no…

Perfecto entonces! Esta noche viene una amiga a cenar. Vamos a hacer unas pizzas cojonudas! Bueno, las hace ella… Es italiana. Cocina que lo flipas. Y tiene unas tetazas de vicio… jajajaja

No, no quiero molestar…

Por favor! No molestas! Quédate, va. Así nos conocemos un poco mejor.

Vale, está bien.

Fui a mi habitación, cogí ropa limpia, me duché… Me miré en el espejo. Estaba un poco delgado… Desde que vivía solo había perdido algo de peso. Pero aún tenía mi culo en perfecto estado. Me gustan mis nalgas. Siempre que puedo me pongo pantalones que me marcan buen culo. Y especialmente quería marcar culo esta noche. Qué cachondo que me pone diego. Se folla uno o dos culos por semana!! Cómo me gustaría que me lo follara a mí alguna de estas semanas… Se me empezó a poner la polla dura. No pude evitar hacerme un pajote a la salud de Diego antes de ducharme. Recordaba el paquete que marca en sus pantalones ceñidos, sus brazos, esa forma tan directa de hablarme de que se folla todos los culos que puede… Me corrí como hacía mucho tiempo…

La cena fue fantástica. Nos reímos mucho los tres. Paola tenía, ciertamente, buena tetas. Y diego, cada vez que podía, se las sobaba un poco. A veces parecía que me miraba provocador mientras tocaba a su amiga…

Y qué, Mario, tú tienes novia?

No! -Dije un poco sobresaltado por la pregunta. No tengo novia. No tengo novio, de hecho, soy gay.

Ah! Muy bien!

Mira tendrá un compañero gay! Como yo! Tal vez podrían conocerse! -Dijo Paola.

No sé si te lo debería de haber dicho antes, Diego…

Tranqui, tío! Que va! No es de mi incumbencia! Me parece guay que seas gay, me parece guay que seas lo que quieras ser.

Me límite a sonreir, no sabía qué decir. Hasta cierto punto me temía que fuera homófobo Diego. Las pintas de macarrilla hicieron que le prejuzgara. Después de cenar nos fuimos a los sofás sonde estuvimos tomando unas cervezas y explicándonos nuestra vida. Las latas de cerveza vacías se acumulaban en la mesa. El ambiente era diferente. Todos sentíamos los efectos del alcohol. Diego empezó a jugar con la blusa de Paola, abriendo un botón… Después otro… Yo me reía en el otro sofá, aunque me estaba empezando a poner cachondo. Diego manoseaba sin ningún pudor a su amiga, y cada vez parecía más entregado.

Bueno, yo me voy a dormir -Dije para no ser un obstáculo en la actividad de Diego y Paola.

Ya te vas? No, quédate con nosotros. -Dijo Diego ya con una mano en la teta derecha de la chica..

No, gracias, estoy cansado del traslado y todo.

Como quieras, nosotros vamos a disfrutar un rato jeje -Y se puso a lamer ya directamente las tetas de Paola.

Yo estaba flipando. Esto iba a ser lo normal? No es que me desagrade pero… necesito tiempo para asimilarlo. Fui a la habitación a prepararme para ir a dormir. Me dí cuenta de que me había dejado el móvil en la cocina. Para recuperarlo tenía que pasar por el comedor… No podía evitar pensar en qué estarán haciendo esos dos…

Al pasar por el comedor intente no mirar hacia los sofás, pero no pude dejar de ver que Paola le estaba chupando la polla a Diego, me quedé paralizado. Diego tenía una polla de tronco gordo, de cabeza grande y brillante. En ese momento me mira a los ojos Diego, hace un gesto que no logro comprender y me sonríe. Yo asustado cojo el móvil y me voy a mi habitación, como un niño asustado me meto bajo las sábanas.

Menuda polla, empiezo a pensar. Ojalá se la chupara yo. Ha de estar deliciosa. Mientras iba pensando en la majestuosa polla de Diego empecé a pajearme. La tenía durísima desde hacía rato solo pensar en tremenda verga de mi compañero de piso. Se empezó a escuchar en ese momento Paola gemir, cada vez más fuerte. Eso hacía que yo me pajeara más y más rápido. Hasta que me corrí por segunda vez ese día, llegando la corrida hasta mi nariz.

La mañana siguiente, cuando desperté, ya estaba Diego en la cocina haciendo el desayuno.

Buenos días! -Le dije.

Hola tío, qué tal? Has dormido bien?

Diego solo llevaba unos calzoncillos blancos puestos. Le marcaban toda la polla en un lateral, se notaba hasta el capullo de su enorme verga perfectamente.

Eh… sí, sí… -Se me iban los ojos a su polla, no podía evitarlo.

Paola dice que eres muy simpático, que a ver si os veis alguna vez más.

Claro, claro… Es tu novia?

Novia? Jajajaja! No, que va, es una amiga a la que me encanta follarme, pero nada más.

Ah! Pues sí, ya nos iremos viendo. Ella también me cayó muy bien, es simpática.

Simpática… Sí… Pero lo mejor de ella son las tetas y el culo que tiene. Tú tampoco andas mal de culo, eh!

Eeeh! Yoooo… -No podía más que balbucear mientras el miraba descaradamente mi culo y se tocaba la polla por encima del calzoncillo.

Jajajaja… tranquilo, que no muerdo! -Dijo desde detrás mío, casi rozando mi oreja con sus labios.

Se tomó el café de un trago y me dejó intentando hacerme el café sin pensar demasiado en la polla que tenía a pocos centímetros de mí. Cada uno se fue a trabajar.

Principios de marzo de 2020

Pasaron unos cuantos días sin eventos de especial importancia. Digamos que la convivencia iba bien. No me gustó tanto cuando trajo a sus amigotes a ver el fútbol, pero la verdad es que todos tenían un morbo importante. Hubo un momento en que se empezaron a quitar las camisetas, supongo que por el calor del alcohol y la euforia de que su equipo fuera ganando. Yo empecé a ponerme cachondo, pero no pasó nada más. Me dormí un rato más tarde en mi cama, imaginando que le comía la polla a Diego y a todos sus amigos.

Pasaron los días y una noticia paralizó de golpe toda la sociedad: “se decreta el estado de alarma por el Covid-19”. Tanto Diego como yo nos quedamos sin ir al trabajo ya que cerraron temporalmente. No podremos salir de casa excepto para comprar y todo el rollo que seguro que ya conocéis…

Esto sirvió para pasar todo el día, todos los días, con Diego. Hasta entonces solo llevábamos tres semanas compartiendo piso. No nos veíamos tanto hasta la pandemia, por los trabajos y tal… Pero ahora íbamos a tener que vernos a todas horas. No paraba de pensar si se iban a dar más situaciones en las que pudiera apreciar su enorme paquete y fantasear con llevármelo a la boca. Y así fue en diversas ocasiones…

Continuará.