Convirtiendo a una joven en prostituta

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Sentada en el piso, con Flor abrazada, y el esperma de ellos cubriéndola y untándome el cuerpo y la ropa, pensé en lo que estaba haciendo. Jugando, quizás con un rencor exagerado, había arrastrado a la prostitución a una jovencita de 19 años que no lo aparentaba… y ella, desconocida, había resultado se completamente virgen antes de hacerlo… antes de besar a ese chico por 15000 pesos, antes de aceptar tener sexo con dos por 100000, antes de que le gustara tanto el descobrimiento que invitara a dos más convirtiendo el trío en «gangbang», y antes de que de que le pidiera al chico que faltaba que le follara la boca sin compromiso mientras los demás, distribuidos en su cuerpo, también daban y recibían. Y una vez ellos terminaron, me dieron 100000 para ella, y 200000 para mí, por nuestros respectivos… tratos. Ella había regalado gran parte de su virginidad; con lo hermosa que era, podría haber cobrado mucho.

– Yuri… – me dijo, sobreponiéndose a la fatiga.

– Dime… – respondí disimulando mis nervios.

– Fue delicioso…

– …¿de verdad?

– Sí… tuve mi primera vez con cinco hombres… ¿qué chica puede presumir de eso?

– Hmmm… tal vez ninguna…

– Y además… me’…

– ¿Te qué?

– Me… pa’… garon.

– Sí…

– ¿Eso me hace una prostituta?

– Supongo… o al menos se puede decir que para tu primera vez te prostituíste… ya seguir o no es tu decisión.

– ¿Qué me aconsejas?

– Que hagas lo que mejor te parezca. Pero si estás en una universidad, tal vez sea porque quieres hacer lo que estudias, y para ser puta no se necesita mucho… sólo saber cómo no embarazarse ni enfermarse… y las… artes amatorias.

– ¿Entonces debería retirarme?

– No lo sé.

– …Voy a pagar mis estudios con esto. Luego decido.

– …¿Y tu reputación?

– …No lo sé. Lo haré a escondidas por ahora.

– ¿Y si te descubren?

– …Tendrán que aceptarlo. Es mi cuerpo.

– …¿Y el feminismo? – no resistí la tentación de preguntar.

– …No lo sé. Muchas de ellas odian a los hombres.

– …¿Y tú?

– …A mí… – rió – … a mí me encantan… por eso veía el porno de mi hermano…

– Hmmm… ¿y cómo te gustan?

– …no lo sé… tal vez no importa…

– ¿Te acostarías con cualquiera?

– …Yo creo que sí… lo hice con ellos sin conocerlos…

– ¿Te gusta que te la metan? – Le pregunté… ¿hasta dónde podría llegar?

– Sí… – Noté que había empezaba a excitarse de nuevo… cedí a mis tentaciones…

– ¿Por dónde te gusta más?

– …bueno… – realmente pensaba en ello… lo cual me sorprendió… – …por la boca.

– ¿Te gusta mamarla?

– Sí, pero me gustó más lo que hizo él al final…

– ¿Metértela profundo por la boca hasta correrse?

– …Sí…

– Raro… ¿por qué será?

– …No lo sé… ¿y a ti, por dónde te gusta más?

– … – no esperaba que me preguntara, pero… ¿qué podría pasar? Respondí casi al azar: – …Por la vagina.

– ¿Por qué?

– Me gusta pensar que está hecha para eso, y que por eso mismo hay que usarla… ¿no lo crees?

– Bueno… tal vez… no lo había pensado…

– Pues piénsalo. Es la parte del cuerpo que más rico se siente… ¿y cuánto tiempo la usan las personas?

– …muy poco…

– Exacto. Es como tener un carro de lujo y no salir a pasear en él.

– …tienes razón.

– …y si además te pagan por ello…

– …sí…

En ese momento llegó el tipo del motel. Yo tuve que pararme a abrirle. Básicamente nos dijo que ya habíamos completado el tiempo del alquiler. No pareció gustarle cómo me veía yo, pero sí le gustó verla a ella desnuda, salpicada con lo mismo e impúdica, apenas viéndonos hablar desde atrás. Ella tomó la iniciativa, se levantó, caminó hasta la puerta, y le dijo:

– Oye… estamos un poquito sucias… si nos prestas el baño para ducharnos te «pagaré» bien rico…

– …ej… ¿ya, o cuando se bañen?

– …No sé… ¿qué prefieres?

– …pues póngase de espaldas en la cama, mamita…

Dicho y hecho, el tipo entró tras ella, ella puso las manos en la baranda de la cama, y él, desde atrás, tras ponerse un condón, la penetró vaginalmente hasta acabar… y ella… gritaba y sonreía de gusto… era excitante verla haciendo eso… ¿con cuántos pensaba hacerlo en su primer día? ¿Contaría la historia a sus amigos?

El tipo nos llevó al baño, al final de un pasillo, lo abrió, y entramos. Por su puesto, lo habíamos seguido sin cambiar mucho de atuendo… ella particularmente, parecía encontrar placentero no llevar nada… pero, quizás para su decepción, no nos cruzamos por nadie en el camino.

– Sólo podemos prestarles una toalla, señoritas…

– …con eso será suficiente, papi… – respondió ella, con una amplia sonrisa… entonces supe lo que ella tenía en mente…

Vi al tipo desaparecer tras la puerta cerrándose, y una parte de mí temió… pues sería la primera vez…

Ella se acercó a la ducha, abrió la llave, y se metió bajo el chorro tibio… y sin cambiar de sonrisa, me llamó…

…y yo me desnudé… caminé hacia ella, y… la besé. No jugamos. Nos besamos apasionadamente desde el principio. Era mi primera vez con una mujer, simplemente… el beso y el toqueteo de antes eran distintos… ésto era… de verdad… mi primera relación lésbica con alguien… el caer del agua y la calentura me obligaban a respirar a bocanadas, mientras mis senos, mis pezones, y mi vulva se tensaban a más no poder. Entre besos y risas me acariciaba los senos, los chupaba, me cogia las nalgas mientras yo le correspondía, y casi bailábamos haciéndonos delicias la una a la otra.

Hizo lo que hacía él, aunque él lo hacía mejor, e hice lo que ella me hizo… con torpeza pero viéndola feliz de todas formas. Con su mano en mi clítoris y la mía en el suyo, nos tocamos hasta corrernos. y afuera, seguramente, alguien oía encantado… pues hacía rato una sombra de tamaño congruente taaba parte de la luz que entraba por debajo de la puerta. Lejos de disuadirme, me encantó aún más… pero ella no parecía haberse percatado, y, por alguna razón, no quise decírselo.

Limpias, finalmente, nos secamos con la misma toalla; primero yo, y luego ella. Quizás por la satisfacción, ya no se permitió estar desnuda, y se envolvió con la toalla. Salimos, y el tipo que nos llevó pretendió que acababa de llegar… pero seguramente era quien había estado ahí todo el tiempo. Fuimos a la habitación y recogimos la ropa de ella; ella se la puso… más abierta de lo normal… se despidió del tipo con un beso en la boca, y salimos del lugar; él no parecía querer mucho más; no era avaro.

Tomamos un taxi.

– ¿A dónde las llevo, reinas?

Ella me miró. Claramente quería seguir puteando… pero yo no.

– A [un lugar cercano ami casa] – respondí.

– Bueno, pues. – dijo él, y arrancó.

Ella me preguntó si no había un área en la que pudiéramos trabajar… yo le respondí, de forma amable y cortante a la vez, lo mejor que pude, que por el momento era suficiente, y que pasaríamos la noche en mi casa. Aunque yo, para mis adentros, ocultaba que haberlo hecho seriamente al fin había sido impactante también para mí… mi vida estaba dando un giro… tenía que asimilarlo… y ella… también.

Llegamos. Nos bajamos, pero no de inmediato… no… ella, tal como noté en el camino, había estado haciéndole caras al conductor, y éste acomodó el retrovisor de forma «conveniente». Me sentí un poco en peligro, pero no quería hacer nada; algo había drenado toda mi energía. Al llegar, ella simplemente le dijo:

– ¿Te puedo pagar en especie, papi?

Y el tipo no se negó. Ella se pasó al asiento de adelante, y acomodó su delgado cuerpo de la forma correcta; sentada de frente, lo masturbó por encima de la ropa con su propia vulva, luego él se abrió el pantalón, y ella, sin pensarlo mucho, hizo a un lado el panty y se lo metió. Ahí se agitó como si fuera la primera vez, gritando, gimiendo, riendo y besando mientras él no se decidía entre agarrarle las nalgas o manosearle los senos… hasta que acabó y la llenó… la cara de ella lo decía todo… disfrutaba incluso sentir el fluído dentro de ella…

– ¿Y cómo te llamas, mamita, dónde puedo encontrarte cuando me sienta solo? – preguntó él, aprovechando el tiempo.

– …Hmmm… Florecita. Pero estoy empezando y no tengo SIM ni lugar… dame tu número y te llamo cuando consiga SIM…

El tipo le dió el número; ella, ahí, sobre él aún, lo anotó en su celular. Se despidió con un beso apasionado en la boca, y abrieron la puerta; ella finalmente dejó salir el pene de su cuerpo, acomodó el panty, y se bajó con un poco de dificultad, pero riendo. Él también se divertía. Yo me bajé de la forma tradicional.

– De verdad eres la chica más puta que conozco… – le dije sinceramente.

– …eso he pensado yo de ti… – me respondió sonriendo… no supe si peleaba o hablaba de buena manera… así que mejor seguí en buena actitud.

– Gracias. – dije simplemente. – Vamos.

Caminamos. No había nadie en la calle, aunque en los bordes de las casas dormían algunos habitantes de la calle. A ella le asustaron… pero a mí no… eran casi conocidos; los había visto muchas veces antes.

Llegamos, entramos… ella fue al baño… me puse algo cómodo… ella salió… comimos algo… hablamos de vanalidades… no había cama porque vivo sola… reímos… y prenda tras prenda, nos desnudamos entre besos y caricias hasta llegar a la cama de mi cuarto. Las tijeras no son tan fáciles de hacer, tontos… pero tenían su encanto… probamos el alcance de nuestras lenguas y cada una, según su turno, se corrió con la de la otra dentro… y acabada la faena, encantadas y exhaustas, dormimos abrazadas bajo mis sábanas.

…Y así es como, más por lujuria que por mera simpatía, Flor se convirtió en mi nueva «novia».

Al otro día, al despertar, me preguntó perezosa:

– ¿Y ahora qué hacemos?

– No lo sé… – respondí. – Ahora estamos sin trabajo…

– Habrá que putear… – me dijo, sin pestañear ni dejar de sonreír.

– Quizás… – le dije, sintiéndome un poco vencida, y excitada a la vez…

…cada vez más excitada. Lo que había comenzado siendo un juego con mi exnovio, se estaba convirtiendo en mi nueva realidad…

…pero no quise pensar en ello… había descubierto, como ella, un nuevo placer… miré sus labios, ella los míos, y la besé como si no hubiera mañana para disfrutarlo una vez más.

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