Cuando las cervezas hacen de las suyas me atrevo a todo

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Esta historia ocurrió hace ya unos años, un espléndido día ya bien entrada la primavera.

Era el día de la comunidad autónoma, con lo que todos los amigos y amigas del grupo teníamos fiesta. Y como era tradición del pueblo, fuimos a comer al parque que hay alado del rio.

Es un pueblo de tamaño medio, en el que todos más o menos nos conocemos, pero sin llegar a ser una gran familia.

Ese año, para el día campestre que nos esperaba, estábamos bastante gente. Más de lo habitual. Unas veinte personas entre los amig@s del grupo, algunas parejas de estos y el primo de una amiga. Este chico, no es la primera vez que se une a nuestras habituales quedadas. Es un poco callado, pero cuando se suelta es gracioso y vacilón. Como detalle, diré que es gay.

El día que os voy a describir, básicamente se pasa comiendo y bebiendo, como es tradición estos días festivos.

Por la mañana quedamos pronto para llevar todas las cosas que hacen falta, que nos son pocas. Mesas, sillas, neveras de camping, comida y bebida como para el doble de comensales… vamos lo de siempre.

Y ya una vez todo montado e instalado se almuerza para coger fuerzas. Como es costumbre, unos buenos huevos fritos con longaniza.

Y ya poco más que hacer hasta la hora de la comida. Beber cerveza bien fresquita y contar alguna batallita.

Como ya os he dicho, el día era estupendo. El sol era radiante, y como es ya bien entrada la primavera, el cuerpo ya tiene ganas de salir del letargo invernal, por lo que todos llegamos a ese día con muchas ganas.

¿alguien quiere otra cerveza?
Pregunto yo, a la vez que me levanto.

Varios son los que me piden que les acerque una.

Esta es mi cuarta cerveza por lo menos y aun no es ni medio día, la cosa se presenta peligrosa.

Es uno de esos días que estas a gusto y quieres disfrutar.

Después de la buena dosis de cerveza, era el momento de evacuarlas. Para lo que nos alejábamos un poco entre los árboles del parque que están más pegados al rio, donde la maleza ya es más espesa y nadie te ve.

Algún bache en el camino casi hace darme contra el suelo, fruto también de que la dosis de alcohol en sangre era creciente.

Cuando ya estaba un poco apartado, me baje el pantalón y comencé a soltar cerveza. ¡Qué liberación!

Y cuando ya estaba casi a punto de acabar, oigo una voz que me dice:

Tanta cerveza quería salir, ¡eh! Menudo rato llevas
Estaba tan concentrado, que no me había dado cuenta de la presencia junto a mí de nuestro invitado de hoy. El primo de mi amiga.

¡Sí! Casi no acabo. Jajaja.
Y mientras le decía esto, a punto de terminar, vi como dirigía su mirada con poco disimulo hacia mi polla. Me quede un poco parado, aunque no le di mucha importancia, ya que a veces esas cosas salen innatas.

Voy a por otra cerveza.
Le dije mientras me subía el pantalón y volvía con el resto de amigos.

Cuando este chico volvió, se acercó a por una cerveza, ofreciéndome solo a mí, pese a que había más gente alado mío.

Se lo agradecí levantándole el pulgar, pero le dije que la tenía casi entera. A lo que él me respondió guiñándome un ojo.

Le acababa de decir que iba a cogerme otra y aun así me ofrecía y luego me guiñaba el ojo.

¿Era un ofrecimiento por cordialidad o era algo más? Eso sumado a la mirada tan descarada de antes, me dio que pensar…

Yo soy totalmente hetero, pero sí que es verdad que algún día muy borracho, se te pasan cosas por la cabeza. Y hoy tenía pinta que iba a ser uno de esos.

Desde ese guiño de ojo, ya estaba un poco inquieto, y por un par de veces nos cruzamos de manera “accidental” las miradas. Tras eso, el siempre agachaba su mirada hacia mi paquete.

Qué situación más rara, no sabía cómo actuar.

Como os decía antes, no me gustan los hombres, pero conforme pasaba le miraba con otros ojos.

Es un chico delgado y guapete. Pese a que no me gustan los hombres, se reconocer que está bastante bien.

Cuando de repente, volví a sentir ganas de ir al improvisado excusado.

Justo era un momento en el que los más cocineros ya estaban preparando el menú, otros jugando con un balón de futbol y otros simplemente charlando.

Así que me levanté y dije a media voz: – Maldita cerveza, tengo que ir a vaciarla otra vez.

Lo dije con un cierto volumen, pero que solo me escuchara el primo de mi amiga.

Si, le estaba invitando a venir. No sé para qué, pero ya estaba hecho.

Con el corazón a mil por hora, me aleje a un paso muy lento.

No quería ir muy rápido con la esperanza de que hubiese entendido mi proposición y pudiera seguirme.

Miré ligeramente hacia atrás y vi que alguien me seguía, pero no podía asegurar que era él, pero quien iba a ser si no.

Esta vez, no me quede en los primeros árboles, si no me que fui al fondo, donde la maleza era lo suficientemente espesa para no ver a más de dos metros.

Me volví de nuevo, y efectivamente era quien estaba esperando, diciéndome él:

Qué lejos te has ido, ¿te estás escondiendo para algo?
A lo que yo no supe que responder, y mientras tragaba saliva y me señalaba mí ya erecto rabo le dije:

No sé muy bien que estoy haciendo, pero voy borracho y cachondo. ¿Qué me propones?
Echándose él una gran carcajada, me dijo que estaba muy sorprendido por mi invitación, y que como intuía que era mi primera vez, me dejaba elegir.

No sabía que decir ni que hacer, nunca había estado tan bloqueado en una situación sexual.

Así que me saqué mi húmeda polla y le dije:

¡No se!
No hizo falta decir más, se acercó y se agacho delante de mí agarrándome la polla y llevándosela a su boca.

Se la metió entera, y comenzó a chupar.

La suma de la excitación del momento y mi grado de alcoholismo, estaban haciendo que fuese algo increíble.

Él seguía chupándomela sin parar, se la sacaba de la boca y pasaba suavemente la lengua por el capullo a la vez que me acariciaba los huevos.

En ese momento cogí su cabeza y la apreté contra mí, quería que se la tragara entera. Que le llegase hasta la garganta. Note como se le caía la baba porque no podía ni tragar al tener la boca llena de mi polla.

Poco más iba a aguantar, así que cuando estaba a punto de correrme, le pregunte que el que hacía.

A lo que él no dijo nada, pero se la saco de la boca y siguió haciéndome una paja. Momento en el cual intuyó por mis gemidos que iba correrme y apoyo mi capullo en su lengua, descargándole toda mi corrida en su boca mientras me miraba a los ojos.

Ojos que casi tenía en blanco, ya que me habían hecho seguramente la mejor mamada de mi vida.

Alguna vez había escuchado, que nadie mejor que un hombre conoce a otro hombre.

Pero realmente es cierto.

Sin mediar más palabra, me subí el pantalón y deshice el camino andado.

Un poco avergonzado, por si alguno de los presentes había notado algo, llegue hasta donde estaban los demás.

Todos estaban como antes de marcharme, en sus historias o entretenimientos, por lo que respire bastante aliviado.

No más de un minuto después, volvió el chico que me había brindado tan gustosa mamada, entrándome de nuevo un poco de nerviosismo ante el miedo de ser relacionado con él. Eché una discreta mirada alrededor a ver si alguien hacia algo raro, que delatase que podía intuir lo ocurrido.

Todo en calma hacia un lado, pero cuando gire la cabeza hacia el otro, note una mirada directa a los ojos precedida de una sonrisa picarona. Tragué saliva, e hice como que no iba conmigo la cosa.

Quien me estaba mirando, era la prima del chico sobre el que me acababa de lefar. Nunca me dijo nada, hasta un cierto día que saco el tema… pero eso es otra historia que algún día contare.