Cuando los orgasmos son una necesidad enferma
¡Carolina! – gritó mi jefe en la cuartucho al que él denominaba oficina, levantándome de mi escritorio minúsculo, lleno de documentos, afiches y recortes. Y pensar que estudie 5 años de diseño para ser la cuarta asistente de un publicista degenerado que casi ha destruido la gran compañía que admire desde que era adolescente. Me acerco a la puerta con mi cartera y poniéndome la chaqueta de lluvia, porque afuera se veía un diluvio como hacía años no se veía en Septiembre.
¿Si Don Raúl? En que le puedo ayudar – digo con mi sonrisa mejor fingida, mientras veo que el eleva su mirada para verme las piernas quedarse un segundo en mi escote mientras termino de cerrar mi chaqueta y sin siquiera mirarme a los ojos me dice – hay que llevar esa caja con las muestras de colores y borradores a la empresa Nexus en La Dehesa, deben estar allá a las 6 de la tarde, y debes hablar directamente con el Francisco Errazuriz en el piso 18 – y mirándome con ojos amenazadores recalca – solo se lo debes entregar a él.
Tomo nota, mientras salgo de la oficina con la caja diciendo – ok, le diré a Cesar que lo lleve enseguida – y escucho que detrás de mi recrimina – Carolina, tu lo llevaras, Cesar se acaba de ir a la casa.
Lo escucho y me devuelvo a responderle, pero la hora de salida paso hace 45 minutos, y tengo cosas que hacer – mentí, pero no fue suficiente – Eres la única que está en la oficina a quien puedo confiarle esta tarea – giro la cabeza y el piso ya estaba vacío, malditas perras me dejaron sola y no me avisaron cuando se fueron, maldije a mis compañeras de puesto, resignándome le pregunto – ¿Y no puedo entregarlas mañana o el lunes? – el solo toma su chaqueta y su paraguas y me dice – No, tiene que ser hoy – mientras cierra la oficina y se va y me deja sola en el piso mientras la señora del aseo comienza a aspirar las oficinas.
¡Genial!, lo que me faltaba, agarrar todo el taco desde Santiago Centro a La Dehesa con lluvia y yo que pensaba, ir a tomar un mojito con las malditas de mis compañeras y luego me iba a ir a casa a ver Betty la Fea, panorama perfecto para el viernes en la noche de cualquier solterona.
Tomo la dirección de mi escritorio y salgo rumbo a La Dehesa, mientras corro por el estacionamiento para llegar a mi joyita, un mini del 84 azul, que se caía a pedazos, pero era mío. Me subí a mi joyita y al encender el auto, la bandwatch de mi muñeca vibra, mmm son las 1630hrs, me quedan dos horas para mi próximo «regalo», calculo la hora y calculo que a las seis treinta estaré ya rumbo a mi departamento, y a las siete y media ya podre masturbarme a gusto.
Mientras manejaba por las calles congestionadas de un Santiago que puede fácilmente resistir un terremoto 8.5, pero con dos horas de lluvia colapsa terriblemente y ya lleva dos días de lluvia ininterrumpida. Vuelvo a mirar el reloj, el color que era de un verde brillante comienza levemente a cambiar a un verde amarillento indicando que inexorablemente la hora de recibir un orgasmo se acerca.
Porque habré salido a beber anoche con Mariela, yo sabía que no sería buena idea, en la mañana quedándome dormida, la resaca y luego mi aparatito milagroso se me quedo en la tanga en el canasto de la ropa sucia. Me falta otro ilove en mi vida, jajaja, ilove, que buen nombre, quien iba a imaginar que cuando estábamos terminando el covid19, vendría una nueva pandemia, compleja para algunos, pero deliciosa cuando ya te acostumbrabas, los dos ilove que tenía eran perfectos para mí, pero indudablemente debía comprar otro más para tener uno en mi cartera para los días como estos.
Reconozco que me costó configurarlos como deseaba y que me costaron 2 sueldos completitos, para comprarlos en el extranjero porque a Chile llegaron a un precio de locos. El rojo para trabajar y el negro para la noche, un vibrador inalámbrico que se configuraba a todos los aparatos electrónicos que tenia, mi teléfono, mi televisor, mi bandwatch, mi tablet, y que tenia configurado para que media hora antes de cada luz roja se encendía con una vibración muy, muy lenta y poco a poco iba a elevando sus vibraciones tanto en el que se introducía al punto g como en el que quedaba fuera en contacto con la tanga a la altura de mi clítoris, con una vibración distinta e insonora, para que en el momento que mi reloj llegaba a la hora límite, el orgasmo ya era inminente y solo me iba al baño y dejaba puesto mi dedo en la pantalla del reloj lo que provocaba que las vibraciones llegaran a la velocidad máxima y el orgasmo llegaba casi de inmediato, uffff mis iloves eran responsables de mis orgasmos con precisión alemana cada cuatro horas desde enero de 2023 y los amaba. Nota mental, comprar otro ilove blanco.
Vuelvo a ver el reloj, son un cuarto para las seis y aun no llego, el único estacionamiento esta a una cuadra del edificio, y trato de correr bajo la lluvia, pero al llegar mi pelo es un desastre y mis botines están empapados y muero de frio, ¿Quien en su sano juicio va a trabajar con faldas en invierno?, esta pastel, obvio.
Entro al hall del edificio y la recepcionista que esta recepción corría y se movía para irse mientras su reloj pitaba y estaba en un rojo que se veía peligroso. No alcance a decir buenas tardes y ella pregunto – ¿Piso? – 18 – respondí, y ella solo me pasa una tarjeta y me indica con su mano apuntando a los ascensores a mi derecha – gracias – y me fui al ascensor.
Bajaban repletos de ejecutivos y mujeres que iban vestidas muy elegantemente, si hasta las secretarias se veían bien, que envidia me daban, mientras mi pelo aun goteaba agua. Presione el 18 mientras subía saque de mi cartera un pañuelo para secarme lo que podía del pelo y la puerta se abrió a un hall donde había solo una mujer que se estaba arreglando para salir y le digo, buenas tardes vengo a ver a don Francisco Errazuriz, tengo que entregar esto, ella amablemente – déjelo aquí yo se lo entrego cuando salga – no no, tengo que entregárselo personalmente, instrucciones de él mismo – digo mientras le sonrío. De mala gana me acompaña a la oficina, donde su secretaria una «rubia peliteñida», plástica por donde se le mirara me dijo – está en una teleconferencia tendrás que esperarlo unos minutos y al rato agarra sus cosas y se va junto a la recepcionista.
Sigo tratando de secarme el pelo y la caja que también se estaba empezando a deshacer ya que era de pésima calidad, tras media hora sentada, me levanto y empiezo a caminar por la oficina, viendo las fotos de la «peliteñida» donde estaba en Paris con otro tipo que tenia los labios con botox, en eso me asusto cuando me preguntan casi gruñendo – ¿Quién eres tú y donde esta mi secretaria? – ehhhhhh, yo vengo a dejarle unas muestras publicitarias a Francisco Errazuriz – digo mientras me acerco a la parka y a la caja media deshecha por la lluvia – el tipo me mira enojado, mira al escritorio de la secretaria y me dice entra.
Recojo mis cosas y lo sigo en la oficina, wow, amplia, altísima, pisos negros, paredes en hormigón luces por toda la habitación y todo muy «masculino», mientras escucho un – ¡por acá! – si – camino hacia él y ahora si lo veo con calma alto (190-195cm), delgado podrías imaginar un cuerpo que iba al gimnasio muy elegante quijada cuadrada pero no en exceso, algo de barba, pelo un poco largo para ser hombre de negocios, pero se notaba que estaba cuidado, tenia canas, mmm, y al estar cerca, pude ver dos ojos negros que me veían hasta el alma, uff, no me molestaría que me desnudara no solo el alma – aquí en la mesa, ordénalos – una orden simple, pero sin siquiera un ápice de educación o respeto, en mi mente de un 10 bajo a un 9.6.
Una vez ordenados me alejo dos pasos y espero que los observe, me apoya en la mesa y se ve inclinado, mmm buen culo, sus brazos si se ven fuertes, vestido muy elegante (9.7). mi pensamiento se diluye cuando mi reloj suena con la alarma de 4 horas cumplidas, son las seis y media y comienzo a preocuparme, cuando vuelvo la vista, el está mirando mi reloj y luego me escanea de pies a cabeza, cuando llega a mis ojos miel, me va a decir algo, pero se arrepiente, es cuando veo su reloj esta parpadeando repetidamente, en un magenta casi violeta indicando que lleva dos horas de atraso en su orgasmo, ya que es el mismo modelo de bandwatch que tengo yo pero la versión masculina y solo digo – tu reloj – él lo observa y vuelve a mirar el mío, que comienza a parpadear lentamente en rojo, hasta que replica – te pago para que tengamos sexo y así matamos dos pájaros de un tiro.
¿Qué? ¿Había escuchado bien? ¿Me pagaría por sexo?, el se dio vuelta se saco la corbata, se desabrochaba la camisa y doblaba sus manga de camisa y me dijo – aquí contra el escritorio – con un solo movimiento despejando un área para que me colocara. Camine muy lento, aun no podía procesar lo que me había pasado se desabrocha el pantalón y escucho – mirando a la pared inclínate y levanta tu falda – me doy vuelta miro a la pared, mis manos tiemblan, aun estoy en shock, cuando siento que agarra de mis brazos y siento su cuerpo calido en mi espalda fria y el olor a perfume me invade los sentidos, besa mi hombro, cuando besa mi cuello su barba raspa, pero debo cerrar las piernas por la ola de placer que envia su lengua en mi cuello a mi entrepierna y su – mmm hueles exquisito – me hizo emitir un gemido mudo.
Me inclina y me deja en 90 grados, levanta mi falda y me dice – lindas bragas de abuelita, pero tienes un lindo culo – agradeciendo usar botines con taco alto – baja mi bragas que no son de abuelita pero si muy cómodas, su mano me presiona por la espalda a la mesa y siento que lo que debe ser su verga entra en contacto con mi clítoris y lo recorre desde el clítoris, subiendo a mis labios mayores en donde la cabeza me mete entre ellos pero siguen su camino por el perineo, el ano, y las nalgas, para ahora devolverse por mis nalgas, mi ano, el perineo y esta vez se queda en la entrada de la mi concha que con la primera pasada quedo húmeda, siento que se acomoda empuja la punta solo para la verga quede en posición y agarra mis caderas con ambas manos, y justo antes de que diga que lo haga con cuidado, comienza a empujar penetrando mi sexo en un movimiento no rápido pero continuo y a medida que iba entrando su pene en mi concha, mi boca iba creciendo por la ola de dolor y placer que me estaba provocando.
Mi gemido fue brutal y debió escucharse hasta en el primer piso, mezcla de dolor y placer, mientras me arqueaba en la mesa y trataba de sujetarme en la pared y el borde, pero el gemido gutural de él, me envió una ola de placer que recorrió mi columna – oh chica que estrecha eres, pareces virgen – virgen no, pero casi sin experiencia y el dildo de 10 cm y 2 de grosor que usaba cada noche, no fueron suficientes para prepararme para él.
Mi concha ofrecía resistencia, nunca había sido invadida así, sentí que saco un poco la verga y volvió a presionar y penetrar misma velocidad un poco mas de presión, volvía la ola de dolor y placer, pero lo sentí mas adentro, mi gemido fue igual de violento, si seguía así me iba a quedar sin voz, luego del 5 empujón se detuvo y me dijo – ohh como aprietas mi pene, tienes una concha de ensueño – se vuelve a acomodar, la saca lento, y comienza a meterla sin presionar tanto, y comienza de a poco a acelerar, eliminando gradualmente el dolor y aumentando las olas de placer. Mis gemidos cambiaban de dolor a placer, abrí los ojos, y vi a Carito, mi ángel bueno, con encaje y medias blancas, inclinada sobre la cajita de las tarjetas de presentación, siendo cogida por Carol, mi ángel malo con corset y medias negras y un strap-on y la volvía loca, así mismo estaba yo, gimiendo como creo nunca lo he hecho, medio seno pegado a la mesa ya que a cada empujón mi seno se arrastraba mas.
Mis quejidos bajaban en intensidad porque mis piernas y mis manos comenzaron a dormirse, y mi concha hervía, se venía un orgasmo tan grande y violento que comencé a preocuparme, cuando escucho que entra alguien diciendo – Pancho, te vengo a buscar para irnos a tu despedida de soltero – nooo ¿Por qué? Porque entraba un hombre justo ahora – uh que ricos gemidos se escuchan – ya estaba casi sobre nosotros, y cuando me ve comenta – no jodas Pancho, ¿Quién es la morena? – mi penetrador no hablaba solo gemia y bufaba y comenzó a agarrarme con fuerza de las caderas se iba a venir y yo igual.
El tipo con cara de gordo pajero caliente se agarraba el paquete y se lo ordenaba, mientras agarraba mi pelo y me lo tiraba para el otro lado, dejando mi cara libre para su deleite. Yo ya no aguantaba mas, mis gemidos se acompasaron con los de él, trataba de aguantar el orgasmo no quería que el pervertido me viera, di vuelta la cara y me deje llevar. Las embestidas eran endiabladas y mi orgasmo llego violento como predije, con un grito brutal que me lastimo la garganta, temblaba, no sentía mis manos, mis piernas no me sostenían y de no ser que me tenía agarrada de las caderas me caía de la mesa, inevitablemente mi concha se contrajo con fuerza. En el momento que siento un gruñido, mis caderas se apegan a las suyas su pene llego a un lugar que nunca había sido consiente y su semen comienza a verterse caliente, quemándome las entrañas, con su verga dentro me levantaba del piso el seguía gritando ahogando hasta los míos.
Mi respiración agitada, me ayudaba a poder recuperar el aliento, nunca había tenido un orgasmo así, mis manos aun estaban dormidas, mis piernas aun temblaban, y siento que las manos de mis caderas ayudan a mi amante a salirse de dentro de mi. El ultimo gemido de él fue cuando saco todo el pene y comenta – uffff eres la mejor con la he estado niña – aun estaba sujeto de mis caderas y le dice al amigo – dale una tarjeta con la dirección de hoy en la noche, quiero que vaya – claro que si pero déjame cogerla ahora – el responde con un rotundo – No, ella es mi regalo, le pagare lo que me pida – se inclina, mueve mi pelo y me besa el hombro y me dice te espero en la noche, a tu izquierda esta el baño.
Cuando se comienza a arreglar me subo como puedo la bragas, mientras el semen escurre por mi entrepierna, bajo mi falda y al levantarme mis piernas aun tiemblan, arreglo mi escote y retiro la tarjeta de presentación que estaba pegada a mi seno dejando una marca, afirmándome por la pared entro al baño mientras los escucho hablar de la despedida de soltero. Me veo en el espejo del baño estoy hecha un desastre, mi pelo, el vestido, mi maquillaje, pero mi cara de satisfacción no la quitaría ni chupando un limón.
Al salir del baño los veo hablando de las muestras que deje en el escritorio voy a buscar mi cartera y mi parka y salgo de la oficina, antes de que tome el ascensor el pervertido me dice – Aquí la tarjeta, con mi dirección y me dice que pagaran muchísimo dinero y que a las 9 debes estar ahí, nunca lo había visto tan excitado como hoy. Ah, cuando llegues dile que eres la invitada especial de Francisco así te dejaran entrar sin problemas, y si puedes llevar un disfraz seria genial, le encantan las francesas.
Se da media vuelta y se va, entro al ascensor, camino por la calle mientras la lluvia me empapa el cuerpo y comienzo a llorar, ¿Por qué no pude decir que no? No era una puta, fui criada en un colegio católico, y si bien no era mojigata, nunca había sido cogida por dinero, ni de joda iba a ir a ver a este grupo de pervertidos, degenerados, que creen que por dinero una abrirá las piernas cuando ellos deseaban.
Llore casi todo el camino a mi departamento estaba empapada cuando entre a mi edificio y me metí a la ducha para quitar todo lo que me habían hecho. Cuando me di cuenta, el disfraz de mucama francesa estaba estirado en la cama y me estaba maquillando los labios.
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