Mi cuñado negro amarro a mi hermanita para follarsela, la llevo hasta la cocina para también poder hacérmelo a mi

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Las guarras que fantasean con ser penetradas por un buen rabo, mientras son domadas como verdaderas cerdas pueden escribirme, así como los cornudos de mierda consentidores.

Cuando apareció mi hermana, estábamos los dos sentados en un lado de la mesa y, a mi izquierda Kevin, el cual reflejaba en su cara una media sonrisa.

—Buenos días —Dijo mi hermana, la cual apareció con una camiseta larga que le llegaba hasta medio muslo, dirigiéndose hasta su hombre, para darle un beso en sus labios.

—Buenos días…preciosa —Le dijo Kevin introduciendo su mano bajo la camiseta agarrando sus nalgas, subiendo su camiseta lentamente, hasta mostrar todo el culo de mi hermana, donde plantó su manaza mientras le besaba, haciendo un potente contraste el negro de la mano de ébano de él con el blanco lechoso de las nalgas de mi menuda hermana, haciéndome ver que tenía toda la raja del culo depilada.

Ante tal situación, mi hermana no pareció darse cuenta de que Kevin iba sin calzoncillos, hasta que miró hacia abajo y, por el gesto de sorpresa de su cara, debía tener el cipote tieso y enorme, otra vez. Pude oír como mi hermana se acercó a su oído para susurrarle.

—¿Cómo vas sin nada puesto, estás loco? Jajajaja. ¿No te habrá visto mi hermana no? —Le preguntó mi hermana con una risilla.

—No, cuando ella llegó yo ya estaba sentado, ayer se me pusieron los calzoncillos perdidos de semen y me los quité, sin saber donde me los dejé. A demás no voy a ponérmelos sucios, se me olvidó traer la ropa interior en la maleta y solo tengo esos jajajaja —Le contestó Kevin.

—Pero mira como estas, te va a reventar y…mi hermana se va a dar cuenta… —Dijo mi hermana mirándome de reojo para vigilar que no le escuchase.

—Pues entonces…ponte un pantalón o algo ¿No?

—No, me produce una sensación desagradable el roce del capullo con el pantalón.

—Pues ponte mientras los otros, te los traigo y luego ya te los lavo ¿Vale? —Le dijo mi hermana.

—Pero…sabes que el rabo, conforme lo tengo sale por fuera de la goma más de medio, y sabes que, hasta que no me sacas la leche, no se me baja —Le decía Kevin —así que te vas a venir conmigo, que vas a tomarte tu vaso de leche matutino, te va a salir hasta por las orejas, te lo garantizo —Dijo Kevin en su incontestable rol de macho dominante, levantando mientras mi hermana intentaba tapar el cuerpo de Kevin con su cuerpo, poniéndose ante él y acompañándole hasta la puerta de la cocina, donde se detuvo Kevin, susurrando con mi hermana.

Yo miraba de reojo, intentando simular que de nada de lo hablado me había percatado. Mientras tanto, era una espectadora en mi propia casa, no pintaba nada. Miraba a Kevin y a mi hermana hablar entre ellos pareciendo yo un simple florero. Por mi cabeza solamente pasaba lo que Kevin me dijo minutos antes, “como lo vamos a pasar…jajajaja. Sois las dos hermanitas igual de zorras y, como perras que sois, así os voy a tratar”. No quería ni pensar lo que podría ocurrir con mi marido en casa, él era una persona buena, amable, acogedora, buena persona, esto no podía ocurrirnos a nosotros.

—¡¿Tú que cojones mirabas?¡ —Me dijo Kevin mirándome de reojo traspasándome.

—No…yo nada…yo… —Dije absolutamente roja y sofocada por haber sido sorprendida.

—Tú ni te muevas, ahí quietecita que ahora venimos, no te comas el desayuno, ahora lo continuamos juntitos, espero que tengas hambre, pues te vas a hartar, se te va a llenar la boca —Dijo Kevin antes de marchar junto a mi hermana hacia mi habitación, yendo mi hermana atrás como su perrita sumisa y fiel.

Me levanté y salí un poco al pasillo, pues se les podía oír hablar.

—Me vas a ordeñar en el baño, así luego me lavo el rabo —Le dijo Kevin a mi hermana —me da morbo ver como te tragas mi cipote mientras tu hermana nos espera, blanquita marrana. Vamos, que te voy a rellenar como a un pavo, guarra. Pero antes… te vas a vestir con ropa de tu hermana. A ver…ponte…esto y esto —Se le oía decir a Kevin, pudiendo escuchar como abría y cerraba cajones y puertas de mi cuarto.

—Pero…vale. Espero que no nos vea mi hermana… —Le decía la ignorante de ella.

—Tranquila, le vi poner televisión de la cocina antes de salir, la estará viendo —Mintió Kevin.

—Venga, pues vamos rápido —Dijo ella.

—¡Pero vas a ir a cuatro patas, como la perra que eres! —Pude oír que le decía, tras un sonoro ruido, que parecía ser una nalgada.

Estaba claro que mi hermana era para él una simple sacaleches, tratada por ese negro como su vulgar zorra.

—¿No querías recoger mis calzoncillos? ¡Pues los vas a llevar puestos en la cabeza! —Le oí decirle a ella —¡Camina marrana! ¡Plaaaaaaaaasssss! ¡Cerda! ¡Plaaaaaaaaassss! —Se oía en el pasillo, por lo que, rápidamente me introduje en la cocina y me senté en mi sitio, esperando que acabasen, poder desayunar y que todo pasase.

Las voces sonaban cada vez más cercanas, más y más y…más…Comencé a ver la cabeza de mi hermana aparecer por el marco de la puerta, estaba cubierta por los calzoncillos de Kevin llenos de grandes manchas blancas, le tapaba toda la cara, impidiendo completamente su visión. A continuación, tras ella, apareció Kevin con su rabo completamente hinchado y venoso, mirando al techo, imponente, mientras desde atrás nalgueaba sin reparos las nalgas de mi pobre hermana, las cuales vibraban cada vez que la gran mano de su macho se estrellaba contra ellas, dejando su marca plasmada a fuego. Llevaba uno de mis vestidos, blanco que llegaban hasta media pierna, aunque ella llevaba la falda levantada mostrando todo su bien dotado culo, firme, respingón y blanco, aunque ya cogía una tonalidad a rosado por la rudeza con que lo trataba Kevin.

Kevin se adelantó a mi hermana y, poniéndose ante ella, le agarró de la parte delantera del calzoncillo donde mi hermana tenía metida la cabeza, y lo agarro como si fuera un bozal para dirigirla hacia el interior de la cocina, ante mi atenta mirada.

—¡Vamos perra, hacia el baño, marrana! ¡plaaaaaaaaaaaasssss! ¡A tomar tu desayuno! —Le decía Kevin a voces.

Kevin llevaba consigo mis tapones de los oídos que yo usaba para dormir y los cuales estaban sobre mi mesita de noche. A continuación se acercó a mi hermana y se los introdujo en sus oídos, inhibiendo totalmente su audición, estaba claro que no se iba a enterar de nada de lo que allí sucediese y, dada su desorientación, no sabía ni en qué lugar de la casa se encontraba. Kevin ciñó sus calzoncillos puestos en la cabeza de mi hermana y los colocó correctamente en sus ojos, dejando su boca libre, haciendo un pequeño nudo con estos en la parte trasera de la cabeza de mi hermana.

—Hoy voy a dar un espeso y caliente desayuno, vas a ver —Me dijo Kevin —tengo a dos blanquitas y encima hermanitas, decía mientras agachaba la cabeza a mi hermanita para tener el culo a su disposición, mientras lo abría con sus dos grandes manos, mostrando su rosada raja toda depilada.

Kevin, ató las manos de mi hermanita a su espalda con uno de los trapos que había sobre la encimera, dejando a mi hermana con su culo totalmente en pompa y con la carita pegada al suelo y, comenzó a introducir dos de sus largos dedos por su coño, ya encharcado, y otro más de la misma mano por el ojo del culo, habiéndolo chupado previamente, para comenzar a meter y sacar los tres dedos a la vez, siendo audible el chapoteo del encharcado coño de mi hermana.

—¡Aaaaahhhhhhhhhhh! ¡Uuuuuuuuuffffffffff! ¡Jooooooooo…deeeeeeeerrrrr! —Gemía de gusto mi hermana.

—¡Ven aquí, zorra! —Me dijo Kevin.

Yo, temerosa y, sin hacer caso a lo que mi instinto me intentaba decir, me levanté como un zombi, sin voluntad ni dignidad, puesto que parecía a estas alturas no haber tenido el placer de conocerla y, lentamente, como si mi cuerpo no quisiese cumplir mis órdenes, fui levantándome de la silla para dirigirme hasta él. Una vez llegué a su altura, me miró con una sonrisa que iluminaba su cara, con unos dientes blancos y radiantes.

—Escupe sobre tu hermana —Me ordenó Kevin.

—¿Co…co…mo…? —Pregunté con incertidumbre, temblorosa, sin entender bien a qué se refería.

—¡¿Tienes problemas de entendimiento?! —Dijo Kevin mirando fijamente a mis ojos de forma imponente.

De pronto, con su mano libre y, mientras con la otra follaba el culo y el coño de mi hermana, la cual continuaba gimiendo como una cerda, me agarró del pelo y acercó mi cara, poniéndola sobre el culo de mi hermana.

—¡Si no entiendes las cosas, tendré que hacerlas yo mismo! —Dijo Kevin, situando su cabeza por encima de la mía —¡Mírame con esos ojitos con los que miras a tu marido, marrana! ¡Puesto que hace unos minutos que me he corrido, me va a costar bastante volver a hacerlo, aunque ese es problema vuestro jajajajaja—Me dijo, mientras, alcé mis ojos para mirar a los suyos hacia arriba, observando como me miraba a una distancia de unos 25 centímetros sobre mí, con su mirada triunfante.

A continuación, observé que un gran torrente de saliva comenzó a salir de su boca, en forma de una espesa y gruesa hilera blanca y, lentamente, fue cayendo hasta dirigirse hasta mi carita, para acabar cayendo sobre mi frente e ir deslizándose por ella y atravesar toda mi carita de arriba hasta abajo, por mi nariz, mis labios y, finalmente resbalar hasta mi barbilla, para comenzar a caer sobre la raja del culo de mi hermanita y así ir resbalando lentamente hasta llegar al ojo de su culo, donde Kevin tenía introducido su dedo hasta el nudillo, metiéndolo y sacándolo, ahora con un chasquido todavía más audible.

—¡Escupe sobre la marrana de tu hermana! —Me repitió.

Esta vez me acerqué lentamente a ella.

—Estoy deseando que llegue el maricón de tu marido, las folladas que te voy a dar en su camita…vas a tragar rabo hasta que me harte, jajajaja —Me decía Kevin, mientras me apretaba las mejillas con la mano con la que antes sujetaba mi pelo, dándome dos palmadas en la mejilla.

— ¡Ahora ponte junto a tu hermanita pequeña y empina el culo de zorra, piensa en tu maridito, que seguro que él estará pensando en ti —Me dijo Kevin, mientras, lentamente y sin dejar de mirarle con respeto por su imponencia, comencé a tomar la posición junto a mi hermana —¡Agacha la cabeza, coño! ¡El culo bien en pompa! —Me dijo en un tono que no daba lugar a discusión, sin atreverme a contrariar mínimamente tal exigencia, dada mi delicada situación personal y sobre todo, matrimonial.

Quedé con el culo totalmente mirando al cielo y mi cabeza pegada contra el frío piso, como una vulgar perra. Pegó un fuerte tirón a mi pantalón y lo bajó hasta las rodillas, y tiró de mis bragas hacia arriba de un fuerte tirón metiéndolas por la raja de mi culo, dejándolas a modo de tanga, con mis dos blancas nalgas totalmente a su merced. En la posición en la que me encontraba, con el culo en pompa y mi cara pegada contra el suelo, alargó su brazo y me soltó con toda su manaza una gran nalgada sobre mi desnuda nalga derecha con su mano libre, mientras seguía follando a mi hermana con los dedos de la otra.

—¡¡¡Plaaaaaaaaaassss!!! ¡¡¡Hay que ser zorra, adúltera!!! —Me espetó Kevin.

—¡Aaaayyyyyyyyy! —Emití por la sorpresa, más que por la nalgada en sí.

Solo pensaba en el pobre de mi marido, mientras el se partía el lomo para traer un sueldo y darme una buena vida, yo a cuatro patas en nuestra cocina, donde diariamente comemos y conversamos los dos, con el culo al aire ofrecida como una perra, vulnerando la fidelidad, aunque no de forma voluntaria pero, de alguna forma, una situación propiciada por mi mala actuación, por no saber actuar tajantemente ante los hechos acontecidos que me han llevado a un callejón sin salida, que me han empujado hacia el abismo, un abismo del que es propietario ese negro enorme y pervertido, que me ha llevado a tragar hasta mi esófago su descomunal miembro y, mientras tanto, no podía quitarme de la cabeza a mi pobre esposo, al que prometí fidelidad, al que voy a tener que mirar a los ojos y dar un beso de bienvenida con la misma boca con la que chupe ese rabo, con la misma lengua con la que chupé el culo a ese semental de ébano.

—Tienes ganas de que venga tu marido ¿Verdad? —Me dijo Kevin con un aire que percibí compasivo.

—Sss…sssiii… —Asentí con derrotismo mirándole a los ojos, esperando clemencia.

—Ya, entiendo, todo esto es muy duro para ti ¿No? —Me dijo arrodillándose frente a mí.

—Muuu…mucho… —Asentí.

—Bien, no pretendo traumatizarte, por lo que…espera —Dijo Kevin abandonando la cocina.

Me quedé en la misma posición, al igual que mi hermana, a la cual acababa de sacar los dedos de su culo y coño para abandonar la cocina, dejándola con el culo empinado, esperando a que su macho continuara. A los veinte segundos apareció con mi móvil.

—¿Por qué no lo llamamos a ver como está? jajajaaja —Dijo el hijo de puta.

—¡No, por favor, no! —Dije levantándome como un resorte del suelo —no, Kevin, no nos humilles de esa forma, por favor —Suplicaba con desesperación.

—¿Humillar yo? Tú me comes el cipote, me chupas los huevos, lo disfrutas y ¿Encima te haces la víctima? —Dijo el cínico asqueroso, parecía que hasta se lo creía.

—¿Qué? ¡Eso no es cierto! —Dije cogiendo aire.

—¿Ah no? ¿Alguien te obligó? ¿Te forcé o en algún momento te agarré o amordacé? ¿Te prohibí marcharte? —Me dijo sin darme tiempo a pensar ni responder —Lo hubieses tenido fácil, tanto como haber salido por esa puerta y haberlo contado todo a tu hermana, pero no, te arrodillaste y, voluntariamente, me comenzaste a comer el rabo, incluso colaboraste —Me dijo, no pudiendo responder a tal manipulación pues, contado así…realmente no me forzó, no físicamente, no me prohibió marcharme…¿Porqué no lo hice? Las consecuencias hubiesen sido menores…aunque…podía estar a tiempo.

—Puedo decir que, aquí no ha pasado nada, que todo es una invención tuya, mi marido me creerá antes a mí que a un chulo de mierda como tú —Le solté envalentonada.

—Sí, tienes razón ¿Quién va a creer a este negrito… ? —Dijo irónicamente poniendo pucheros —aunque, vale más una imagen que mil palabras…mira tu E—mail —Me dijo ofreciéndome mi móvil.

Agarré mi móvil con desconfianza de su mano mirándole fijamente, el móvil estaba desbloqueado, puesto que no tengo contraseña, con simplemente deslizar el dedo es suficiente. En la parte superior aparece el icono de que tengo un correo, donde puedo leer una dirección que no conozco. Abro el e—mail mientras mi corazón es audible en mis oídos, siento el latir en mi garganta, mi boca se seca y mi lengua parece engordar y no caber en mi boca, comienzo a tener sudores fríos, abro el correo y…una foto se ha cargado, no, son dos…no, son tres… en ellas sale…yo, salgo yo y él, una foto hecha desde arriba, en la cual él sale sonriendo, encontrándome yo más abajo, estoy de rodillas, con mi cabeza pegada a sus grandes cojones y su cipote por encima de mi cabeza. La segunda foto estoy con su enorme rabo en la boca, hasta casi la mitad y taponando mi nariz con mis propios dedos, aparezco con los ojos cerrados y apretados por el esfuerzo de tener semejante monstruo alojado en mi garganta, y en la tercera estoy agarrando las comisuras de mis labios y estirando de ellas para facilitar su follada de garganta. No me percaté en ningún momento de que el hijo de puta me estaba fotografiando, no sé en que momento lo hizo, pero lo más importante es que en las tres fotos asoma su cabeza en la foto sonriendo mientras yo, sin ser forzada, salgo con sus huevos en mi boca y su rabo dentro de ella. En esos momentos mi alma había salido de mi cuerpo y había cerrado la puerta, mi dignidad se ha marchado sin billete de vuelta y sola me quedé como un trozo de carne, sin palabras en mi boca ni aire en mis pulmones, estoy completamente muda y jadeo por el estrés acumulado, la ansiedad fruto del pánico, la mirada penetrante de ese negro enorme que me mira con aires de superioridad desde la altura como si de un Dios absoluto se tratase.

—Si quieres… ¿La mandamos a tu marido? jajajaja Seguro que así viene antes —Me dijo mofándose de la situación.

—¡No…no…Kevin, es suficiente, por favor…para ya! —Le dije con angustia y desesperación.

—Estas fotos son muy caras. Yo no sé que verás tú en ellas, pero visto en tercera persona se ve a una mujer casada, adúltera, pegándose un banquete de barra de carne negra y, parece que no lo pasa nada mal, jajajaja, no creo creíble lo de la «invención» y, tampoco pareces muy descontenta ni forzada. A demás, como decía, tienen pinta de ser una fotos muy, muy caras —Me dijo Kevin, permitiéndome ver un haz de luz en la más inmensa oscuridad.

—¡Yo…te pagaré lo que quieras…de verdad Kevin! —Dije con un ápice de esperanza.

—¿Que me pagarás, «lo que quiera»? jajajaja, no preciosa, cambia la frase «lo que quiera» por «como quiera» y, puede que empecemos a hablar —Me dijo dando otra vuelta más a mis tripas y, colocando mi estómago boca abajo del nuevo impacto que mi moral recibía.

Mi cabeza intentaba buscar un salida, pensaba a toda velocidad, mis ojos miraban en todas direcciones como buscando una salida material, ya que no la encontraba en forma de argumento, mi cabeza estaba fuera de servicio, había desconectado por mi inconsciencia, me había dejado tirada como un guiñapo, con razón, esas fotos no daban lugar a defensa ni argumentos, eran absolutamente destructivas en lo personal y psicológico. Vista la falta de ideas…

—Yo…Kevin… —Dije mirándole temerosa.

—¿Sí? Dime preciosa, te escucho —Dijo mientras posaba la mano en el coño de mi hermana, la cual continuaba a cuatro patas y con la cara pegada al suelo, todavía mojada, comenzando a frotárselo mientras la besaba en los labios y acariciaba la mejilla con sensualidad mientras, mantenía su mirada clavada en la mía y, con la mano que con que estimulaba el coño comenzó a alternarla para darle fuertes nalgadas, siendo correspondidos por los gemidos de mi hermana.

—Estoy esperando… —Continuó diciéndome.

—Que yo…

—¿Sí? ¿Que tú…? —Me respondía, mientras se arrimaba al culo de mi hermana y, mientras le metía en el coño los dedos índice y corazón, aproximó sus carnosos labios con la lengua fuera hacia el culo de mi hermana, comenzando a deslizarla desde su ojete hasta su rabadilla, dejando un rastro de saliva en su recorrido mientras metía y sacaba de su encharcado coño sus gruesos dedos, para comenzar a introducir su enorme lengua en el ojete de mi hermana al compás de las nalgadas que le propinaba con la mano libre.

—Te…te pagaré…como quieras… —Dije con un hilo de voz tímido e inaudible.

—Lo siento, no he oído nada y tu hermana creo que tampoco —Dijo Kevin aproximándose al oído de mi hermana —¿Verdad que tú tampoco, cerdita? —Dijo Kevin dando dos palmadas en la mejilla de mi hermana mientras continuaba metiendo y sacando sus dedos girándolos sobre sí mismo como si estuviese metiendo un tornillo, introduciéndolos hasta el fondo, girándolos en el interior de su coño, para volver a sacarlos brillantes y viscosos por la gran lubricación de mi hermana, que hacía emitir fuertes chasquidos al introducir las dos morcillas que Kevin tenía por dedos.

—Que…te pagaré como…quieras… —Repetí intentando normalizar la voz.

—Acércate más, sigo sin oírte, pero como las perras, acércate a cuatro patas —Decía Kevin mientras su cuerpo desnudo estaba de espaldas a mí chupando el culo de mi hermana.

Yo me acerqué más hacia él como dijo, con mis blancas nalgas al aire como él me las dejo y mis bragas a modo de tanga, vibrando conforme avanzaba, has quedar a unos 20 centímetros.

—Que…te pagaré…como quieras… —Repetí como una imbécil.

—Sigue avanzando hacia adelante que no te oigo —Continuaba diciendo sin dejar de nalguear y follar con sus dedos el coño de mi hermana, mientras dejaba caer un chorro de saliva en la raja del culo, el cual se deslizó hasta su ojete, permitiéndole la lubricación necesaria para introducir un dedo hasta el fondo del culo y comenzar a follarlo, ante los gemidos desproporcionados de mi hermanita.

Continué avanzando hasta quedar a unos 10 centímetros de sus negras y carnosas nalgas.

—Que…te pagaré como…quieras… —Repetí con temeridad ante su presencia tan corpulenta, mientras esperaba como una perrita esperando la aprobación, el visto bueno.

—Vamos, acércate más, marrana, sin miedo, que te oiga bien donde tengo que oírte, jajajajaja.

—Pero…no puedo…avanzar más —Dije ignorante de mí.

—Por supuesto que puedes, continúa hasta que físicamente te sea imposible avanzar, yo te diré cuando tienes que detenerte, solo entonces me lo repites, jajajaja.

Tragué saliva y continué avanzando, sus nalgas estaban cada vez más cerca, sin un solo pelo, respingonas, atléticas, seguía avanzando hasta que, a dos centímetros, me detuve y me dispuse a decir mi frase.

—Te…paga… —Kevin me interrumpió.

—¿¡Te he dicho yo que te detengas!? —Me dijo de forma autoritaria.

—No…yo…

Avancé un poco más y, mi cara quedó en contacto con sus nalgas, en una posición ridícula y vejatoria.

—Te…pagaré…c…—Volvió a interrumpir.

—¡Continúa, coño, hasta que sienta tu boca en mi ojete! —Dijo sacando el culo hacia afuera abriéndose la raja.

Tragué saliva e introduje mi cabeza en la raja de su ojete, forzando hasta tocar con mis labios en él.

—¡Pero saca la lengua! —Me exigió.

Saqué mi lengua y, teniéndola en contacto con su ojete, repetí la frase.

—eeee…aaa…aaa…eee…ooo…ooo…eeeeeaaaassss…

Mi vocalización era nula, mi nariz y toda mi cara estaban incrustadas en toda la raja de su culo. El contraste que daba el tener a una mujer casada y adultera, de tez blanquísima con la carita metida en la raja de su culo intentando vocalizar, mientras que delante de él tenía a la hermana, infiel también, a cuatro patas y ofrecida mientras le calentaba el culo nalgueándola y follando el coño y su culo con sus gordos dedos, se nota que le debía ponerle demasiado la situación, dado el descomunal tamaño de su grandísimo cipote, algún centímetro más grande que cuando me la metí en la boca.

Kevin agarró de las bragas metidas por su cabeza y la atrajo hacia su rabo bien tieso y duro. Colocó la punta de su enorme capullo en los labios de mi hermana y la frotó en círculos por ellos, como si fuera un pintalabios, a lo que mi hermana correspondió abriendo la boca y sacando la lengua, sabía bien cual era el ritual. Kevin le dio dos bofetadas mientras mantenía la punta de su enorme rabo en su lengua babeante y, lentamente comenzó a introducirla hasta que mi hermana hizo el ademán de retirarse por reflejo provocado por la arcada, aunque, impasible continuó sin detenerse, provocando la salida de abundante saliva espesa que fue saliendo por su labio inferior y las comisuras de sus labios, por donde podía, ya que los huecos que quedaban en su boca sin taponar eran pocos.

—Dime ¿Cuánto quieres a tu buen marido? —Me dijo el cabrón, mientras mantenía mi cabeza insertada en su culo.

—…uuu…ho… —Dije como podía.

—Mete la lengua en mi culo y lámelo si no quieres que te folle la garganta como hago con tu hermanita —Me ordenó Kevin.

Yo, he de confesar que, no es el primer culo que chupo, pues mi primera experiencia fue con un chico 7 años más pequeño que yo, que meses después de dejarlo saldría con mi hermana, con el cual tuve un noviazgo de un año, no siendo sabido por ella ni mi familia, dado que me avergonzaba de que supieran que era un chico tan joven, pues él tenía entonces la edad de mi hermana, 19 años, mientras que yo tenía 26. Aunque él tenía cara aniñada, era guapísimo y estuvimos saliendo como unos 6 meses, hasta que me dejó sin entender muy bien por qué, hasta que mi hermana lo presentó meses después en casa como su novio dolió muchísimo. Recuerdo que era un chico muy salido y pervertido, con un pene enorme, de unos 21 cm. que no puedo olvidar, él se encargó de grabarlo a fuego en mi mente, me dio polla hasta por las orejas. A partir de ese momento, encandilada por su carácter y su físico, totalmente enamorada, cedí a sus caprichos y deseos, dejando que utilizase mi cuerpo a placer. Todavía recuerdo como, mi hermana, desconociendo por completo nuestra relación, con toda su inocencia, tenía encuentros con él mientras ella en ocasiones veía la televisión, pues él le decía que iba a que yo le explicase no se qué de los estudios y, cómo no, mi hermana no hubiese pensado, dada la diferencia de edad, que pasaba lo que en realidad estaba pasando a sus espaldas entre nosotros dos, pues mientras ella veía la televisión, él me tenía chupándole el ojete con los calzoncillos bajados hasta las rodillas y a cuatro patas sobre la cama de mi hermana, mientras yo me encontraba con toda la cara metida en la raja de su culo, de un chaval de 19 años, haciendo que metiese mi lengua hasta lo más profundo de su ojete, completamente humillada, con su rudeza todavía más desatada que cuando salíamos juntos, mientras, con mi otra mano, me ordenaba que le pajeara su gran miembro, pues debía medirle como 21 cm de pollón, impresionante para mí, para mi boca y para mi pequeño culo. Chupándole el culo de rodillas me podía tener unos 20 minutos, hasta que se corría sobre la colcha de la cama de mi hermana a cuatro patas, como él estaba mientras le chupaba el ojete, tirando grandes y espesas cantidades de semen, chorretones gordísimos que producía un charco blanco en la colcha de la cama, que luego me hacía recoger con la lengua a cuatro patas mientras me nalgueaba duramente con las bragas bajadas, mientras cogía un bote de rímel de mi hermana y me lo metía por el culo, mientras que por el coño me introducía sus dedos, follándome al simultáneamente hasta hacerme correr como una verdadera cerda.

En otras ocasiones, se deleitaba taladrándome el culo, me bajaba mis pantaloncitos del pijama y las bragas, mallas o me subía la falda, dependiendo del atuendo que en esos momentos llevase y, sin contemplaciones, me ponía a cuatro patas sobre la cama de mis padres o mi hermana mientras me enculaba, me empalaba el ojete sin compasión, lubricándolo con espesos salivazos que dejaba caer desde lo alto de su posición, cogiendo en ocasiones las bragas de mi madre de su mesita de noche para meterlas en mi boca para, después de correrse abundantemente en lo más profundo de mi culo y hacerme limpiar el cipote con ellas, para posteriormente meterlas plegaditas nuevamente en el cajón de mi madre, pudiendo ver como al día siguiente mi madre se las había puesto con todos los chorretones amarillos.

En otras ocasiones más, mientras mi hermana se duchaba, Luís decía a mi hermana que él se encargaba de llevar su ropa al cesto, aprovechando para coger sus bragas recién quitadas y usarlas para ponerlas en mi boca de mordaza, o meterlas por mi cabeza a modo de pasamontañas mientras calentaba mi culo a base de fuertes nalgadas, tirando de mi moño o coleta, dependiendo del peinado que en ese momento llevase, mientras me ponía encima de él a cabalgarle, sujetando mis manos en mi espalda mientras embestía con rabia y con la mano libre me nalgueaba con fuerza, incluso me hacía gritar el nombre de mi hermana mientras me ponía a cuatro patas en el borde de la cama y me taladraba el ojete.

Pocas veces me daba por el coño, casi siempre follaba el culo o me follaba la garganta. En una ocasión le pregunté el porqué siempre por el culo, y él se limitó a decir que, «a su novia, bueno, a mi hermanita, se la follaba por el coño y, a las marranas como, yo por el culo, que ahora ya no era su novia, era una mojigata que todavía no se lo merecía», por lo que, dado el enamoramiento y ceguera que sufría en esos momentos por ese chulo niñato y prepotente, pensé que mejor era eso que no tenerlo, a demás, que me excitaba muchísimo, nada más verlo mojaba las bragas, era su mojabragas, una niña dulce y recatada, aunque mayor que él, pero con el coño chorreando cuando lo veía.

En otras ocasiones, él cerraba mi habitación con pasador y se entretenía follando mi garganta, el niñato reía mientras incrustaba todo su joven rabo hasta mi campanilla, atando mis manos a mi espalda con los coleteros de mi hermana mientras esta tocaba la puerta, dada nuestra tardanza, aunque sin compasión embestía sus caderas y me hacía contestar como podía a mi hermana, en ocasiones diciendo cosas tales como… «Me estoy comiendo un bocadillo”. Aunque no eran más que ocurrencias de él, le divertía oír mi pobre pronunciación, mientras mi hermana permanecía al otro lado de la puerta, sin entender bien mi pobre vocalización y creyendo lo que decía a pies juntillas.

—»eee…toy…oiendo…uuu…oadillooo….»

Mientras tanto, él no se quedaba calladito.

—¡Venga, traga, traga, espera que te doy de beber…! —Decía el sinvergüenza, mientras forzaba mi cabeza con todas sus fuerzas haciendo que mis babas salieran a chorro llenando el suelo con las espesas y largas hileras —¡Bebeeeeee…bebeeeee…traga…! —Decía el cabrón mientras daba golpes en mi coronilla para incrustar todo su largo rabo hasta lo más profundo de mi cavidad.

Mi pobre hermana jamás se imaginaría que el bocadillo que me comía era su inmensa barra de carne y, lo que me daba a beber, era su semen, que me salía casi hasta por las orejas, mi atragantamiento era claramente audible, lleno de gorgoritos producidos por la gran cantidad de saliva mezclada con los abundantes chorrazos de semen acumulados en mi boca, taponando incluso mi nariz con sus dedos hasta correrse abundantemente en mi esófago, provocando que el semen me saliese hasta por la nariz, haciendo luego que le limpiase el cipote a conciencia, con mi hermana al otro lado de la puerta, con unas bragas de mi hermana para hacer luego que me las pusiera llenas de semen.

—¿Estás bien? —Me preguntaba mi hermana desde el otro lado mientras intentaba recuperar el aliento.

—¡Sí, tranquila cariño, yo le doy una palmaditas en la espalda para que se le pase, se le fue la bebida por el otro lado! ¡Espera ahí en la puerta, no te alejes, que ya salimos! —Decía él, mientras me giraba dándole la espalda y, de pie como estaba, de un tirón me bajaba el pantalón y las bragas dejando mis respingonas nalgas al aire, me bajaba la cabeza con su mano en mi nuca a la altura de mis rodillas, haciendo apoyar mis brazos en el suelo, manteniendo las piernas juntas, ofreciendo mis dos blancas y respingonas nalgas para comenzar a nalguearlas, ante la presencia de mi hermana al otro lado de la puerta, que todo lo escuchaba.

—¡Plaaaaaaaaaaaaassssss! ¡Plaaaaaaaaaaaaassssss! ¡Le estoy dando palmaditas en la espalda! —Le decía a ella desde el interior de la habitación mientras me calentaba el culo.

—¡Dale cariño, dale a ver si se va a ahogar! —Decía la ignorante.

—iPlaaaaaaaaaaaaassssss! ¡Plaaaaaaaaaaaaaaaasssss! ¡Es que tengo miedo a darle fuerte…! —Le decía él mientras me calentaba el culo.

—¡Dale sin miedo cariño…! —Repetía mi hermana.

Por lo que él me puso a cuatro patas en la silla del escritorio de ruedas, me acercó hasta la puerta de la habitación, por lo que solo me separaban de mi hermana 4 centímetros de puerta y, con las bragas y el pantalón bajado hasta las rodillas y, enredando mi pelo en su mano y tirando de él, comenzó a nalguearme sin delicadeza ninguna. Mis nalgas ondeaban a cada nalgada, alternando de una a otra, hasta dejarlas bien enrojecidas, con un rosado con su mano plasmada a fuego.

—¿A que estás mejor? —Me preguntaba para que respondiera.

—Sss….sí… ¡Aaaaayyyyyyy! —Intentando disimular el tono.

En otra ocasión, esta fue muy fuerte, mi madre estaba tumbada en el sofá, con una mascarilla de base transparente y dos pepinos sobre los ojos, por lo que me pidió que por favor le trajese la crema antiarrugas del baño y, Luís fue rápido mentalmente, pero para nada bueno.

—Tranquila Sandra (así es como se llama mi madre), ahora te la buscamos y te la ponemos —Le decía Luís.

—Muchas gracias Luisito (apodo cariñoso que le puso mi madre) —Contestó mi madre.

El cerdo, se bajó los pantalones allí mismo, se quedó en calzoncillos, sacando su grandísimo rabo morcillón por un lado de este y, sin quitarse el calzoncillo, ante mí y sobre la cara de mi madre, comenzó a hacerse una paja, deslizando toda su mano de atrás hacia adelante, mientras tiraba grandes salivazos sobre la cara de mi madre, cayendo por su frente y sus mejillas, la cual esparcía por toda su cara pasando toda la extensión del duro y largo rabo por la carita de mi madre, por la nariz, mejillas y hasta por sus labios cerrados, no siendo consciente mi pobre madre de las guarrerías y humillación por la que Luís le hacía pasar, pensando ella que se trataría de cremita extendida por mis manitas, mientras ella tumbada allí, con sus dos rodajas de pepino en sus ojos, mientras un niño de 19 años se machacaba el rabo a un centímetro de su cara, llegando incluso a darle pollazos en las mejillas y los labios, mientras le decía “lo bien que tu hija te extiende la cremita”. Me pegó un tirón a los pantaloncitos y las bragas que llevaba y me hizo subir en una de las illas del comedor, posicionando mi culo desnudo sacándolo bien hacia fuera sobre la carita de mi madre, quedando mis nalgas unos 40 centímetros por encima de su cara y, acercándose Luís a la raja de mi culo, tiró un abundante salivazo sobre él, haciendo que resbalase por toda la raja, estancándose parte de la saliva en el ojo de mi culo, para seguir descendiendo hasta mi coño, y terminar cayendo en hilera sobre la cara de mi madre. Estaba claro que Luís iba al límite, para él no existían las medias tintas ni los terrenos inestables, estaba seguro de sí mismo, una seguridad aplastante que me arrastraba a situaciones tan incoherentes como hirientes sin poseer la fuerza de voluntad necesaria para resistirme. Las situaciones que me hacía pasar me resultaban horribles y vergonzosas, todavía más cuando, viendo el rabo completamente empalmado, lleno de líquido preseminal que escurría desde la punta hacia el tronco venoso y musculoso, que servía de lubricación a su mano, para deslizarse de arriba abajo, lentamente, ejerciendo más presión al llegar al capullo para hacer salir sacar más líquido todavía, Luis me dice…

—Continúa tú moviendo el bote sobre la cara de tu madre —Me dijo susurrando al oído y guiñándome un ojo.

—Yo le miré abriendo la boca y señalando a mi madre, haciéndole señas con mi dedo en la sien, dándole a entender que estaba loco, aunque con una sonrisa de nerviosismo en mi rostro.

—Bueno, le diré a tu madre que se la dé ella…

—No, no…deja… —Le dije.

Agarré su pollón, el cual no pude abarcar con la mano en su totalidad, comenzando a friccionar con mi mano sobre él, deslizando desde el grandísimo capullo, por el cual pasaba toda la mano para estimularlo y la bajaba hasta la base, mientras él ponía sus manos en su cadera y echaba la cabeza hacia atrás disfrutando al máximo de tener a una chica 7 años mayor que él y a su disposición, completamente enchochada, pajeando su cipote sobre la cara de una milf, que encima es su madre. Luís agarró y tiró más hacia un lado sus calzoncillos para sacar sus enormes cojones, en los cuales puso mi otra mano para que con la otra mano se los agarrara mientras le ordeñaba.

—Tranquila Sandra, tu hija ya está moviendo el bote para sacar la crema —Le dijo Luís sonriendo mientras me miraba.

—Jajajajaja, yo, como verás, mucha prisa no tengo —Dijo mi madre alentando a Luís a tomarse su tiempo.

Cuando comenzaba a tensar el cuerpo, pudiendo sentir como su rabo se comenzó a hinchar en su totalidad y a definir sus venas todavía más, agarró mi cabeza y la juntó a la de mi madre. —¡Ya sale Julia! ¡Dale con más fuerza! ¡Échala toda sobre la cara de tu madre y la tuya, que hay suficiente para las dos! —Me dijo el morboso, deseando ver cubiertas de leche la cara de su ex, hermana de su actual novia y a la madre de estas.

Yo continuaba ordeñándole, mirando de reojo a mi pobre madre, siendo cómplice del bautismo de semen que Luís iba a celebrar en nuestras caras, hasta que pude sentir subir por el tronco, a través de mi mano, una vibración interior que indicaba que un gran torrente de semen estaba subiendo, hasta que… chorros gruesos y densos, blancos como la leche, comenzaron a salir, de forma lenta pero constante, seguramente debido al gran espesor que mostraban y el peso del chorro, ya que el primero que nos cayó encima, abarcó toda mi cara hasta la nariz de mi madre, nos cruzó la cara a las dos, se notó que el peso y consistencia del chorrazo al caer sobre nuestras caras, los tres siguientes nos cruzó por los ojos y la boca, encharcando nuestras caras por completo. Acabamos las dos con la cara empapada completamente en chorros de semen.

—Extiende la cremita a tu madre ¿No? —Me dijo con malicia.

—Ss…siii…claro… —Dije comenzando a extender todo el semen por toda la superficie facial.

— ¿Que caliente está la crema no? —Decía mi madre.

—Sí, sí que está calentita, sí —Le contestaba Luís —ahora extiéndela tú a tu hija, que también quería crema —Le dijo a mi madre

—Pues claro que sí —Dijo su madre incorporándose, viendo a su hija al retirarse las rodajas de pepino de los ojos, como la cara de su hija tenía chorros de lado a lado de la cara, toda su blusa negra con chorretones blancos que habían caído en hileras desde su barbilla.

Pude ver cómo, Luís se dejaba ver el medio cipote que le asomaba por la parte superior del calzoncillo, con el capullo todavía blanco por el semen, percatándose de inmediato mi madre de donde había salido la cremita, por la cara que puso y la apertura de sus ojos.

—Pero venga mujer, extiéndele ya la crema a tu niña… —Le dije.

—Siiii…sii… —Dijo totalmente avergonzada ante lo que acababa de ver, intentando disimular lo acontecido, comenzando a extender a su hija todo el semen por su cara, no pudiendo asimilar lo que pasaba por su cabeza, por lo que era más sencillo hacer como si no supiese nada, actuar con naturalidad.

Incluso recuerdo, en una ocasión, en que me hizo pajearle ese pedazo de pollón en la cocina, mientras mi hermana se terminaba de arreglar en el baño y, apuntar su rabo al vaso de leche que ella tenía preparado para tomar, mientras me hacía sostenerlo…en fin…no pretendo aburrir…aunque he de matizar que, en esa ocasión lo hacía todo de buena gana, por amor, con Kevin no, ya que estoy casada, siempre he sido una mujer fiel al cien por cien…bueno…no al cien por cien…he de reconocer que, cuando faltaban unos días para la boda, Luís venía a la boda y se hospedó en nuestra casa, Fernando, lógicamente, no sabía nada de él, solamente que era un viejo amigo. Lo que sucedió en mi casa con mi novio en ella…lo contaré más adelante, quizás, o puede que no, puede que no interese mucho como emputeció Luís a mi madre.

Bueno, pues tal como contaba, Kevin me ordenó meter su lengua en el ojete.

— ¿Cuánto quieres al maricón de tu marido? —Me repitió.

—…uuu…hhhhooooo… —Intentaba vocalizar metiendo mi lengua todo lo que podía en el ojo de su culo.

— ¡Ven aquí, ponte detrás de tu hermana! —Me ordenó.

Yo, agradeciendo acabar con ese calvario, saqué mi lengua de su culo y me retiré de él, poniéndome tras mi hermanita, la cual de nada se enteraba la pobre, las ideas que pudiese tener ese semental pervertido me aterraban.

—¡Vas a hacer que tu hermana se trague mi rabo hasta el fondo, quiero que hagas que lo trague entero, hasta el fondo y no tengas compasión, podría hacerlo yo solito, pero me parece más divertido ver cómo le hace sufrir su hermanita, o bien puedo hacer que tú te la tragues hasta el fondo…¿Qué prefieres, ella o tú? —Me dijo dándome a elegir entre una opción mala y otra peor.

—Eee…ella… —Me disgustaba profundamente lo que me iba a obligar a hacer, pero no iba a ser dura con ella, pues prefería que lo hiciese ella, que para eso es su amante, novio…o lo que sea, antes que yo.

Yo miraba a mi hermanita, a la cual tenía con poco menos de la mitad en la garganta, salivaba abundantemente.

— ¡¿Amas al cornudo de tu maridito?! —Me preguntó con media sonrisa.

—Ssss…siiii…lo amo… Respondí con tono derrotado.

— ¡Pues te sugiero que la trates como yo lo haría, piensa que está en juego tu matrimonio…piensa en el cornudo de tu marido, tan solo tienes que tratar a tu hermanita lo más duro que puedas! –Me dijo acercando su cara a la mía violentamente, manejándome por el pelo.

Agarré a mi hermana de la parte trasera de la cabeza con la mano y, presioné para que tragase un poquito más, pero rápidamente cesé pues, dadas sus arcadas la solté, algo que parece que no gusto mucho a Kevin, pues me agarró a mí del pelo y, tapando mi nariz, me embutió el viscoso rabo cubierto de las babas de mi hermana, con gruesos hilos colgando, hasta el fondo de mi garganta, pero lentamente, noté como el cabrón lo hacía a conciencia, metiendo primero su enorme capullo para ir avanzando hasta comenzar a ser rechazado por el reflejo de mi garganta, la cual comenzó a producir abundante cantidad de saliva, continuando hacia mi esófago sin detenerse, teniéndome perfectamente aprisionada con una mano, mientras con la otra comenzó a nalguearnos a las dos, mi hermana con su culo totalmente ofrecido para ser empalada, al igual que el mío, tenía a su disposición a una fiel casada y a una novia infiel, aunque intentara simularlo, éramos sus zorras y con el culo calentito. Kevin volvió a situarme junto a mi hermana y, esta vez, ya había aprendido la lección.

— ¡Ya sabes lo que tienes que hacer! —Me dijo Kevin con autoridad.

Mientras miraba a Kevin con respeto, agarré la cabeza de mi hermanita y la dirigí al enorme rabo, que apenas parecía que fuera a entrar en su boca —¡Quiero que entre entero, o te lo meteré yo a ti por el culo hasta el fondo! —Me dijo.

Más valía que hiciera que le entrase…por lo que comencé a empujar su cabecita que, al contacto de sus labios sobre el grueso capullo, mi hermana actuó como un resorte y abrió la boca al máximo y sacó la lengua todo lo que pudo para dejar espacio al monstruo, aunque ella creía que era él el que manejaba su cabecita, no su hermana mayor.

Comencé empujar hasta introducir el capullo en su boca, que ya llenaba sus mofletes, continúe un poco más ante la atenta mirada de Kevin, el cual nos miraba desde arriba, desde una perspectiva de macho dominante. Mi hermanita tuvo su primera arcada, acompañándola de un chorro de espesa saliva, pero, recordando la amenaza de Kevin, continué empujando con mis dos manos.

—¡Aaaagggggggghhhhhhh! ¡Uuuuuuugggggggggggggg! —Eran los sonidos guturales que salían de su pobre garganta.

Todavía quedaba más de medio rabo y seguía empujando.

—¡Que empujes con fuerza y rabia o cambias el sitio, coño! —Me gritó.

Acto seguido, con todo el dolor de mi corazón por mi hermana, empujé su cabeza con fuerza e intenté meterla de golpe y con desesperación en su garganta, de golpe.

—¡Uuuuaaaaaaagggggggghhhhhhh! —Una vez —¡Uuuuuuuaaaaaaaaaagggggggghhhhhh! —Y otra más, con furia, intentando acabar cuanto antes con esto, haciendo retroceder un poco su cabeza para, con un empujón seco, embutírsela hasta topar con su garganta, oyéndose sus terribles arcadas, viendo como su mezcla de babas y mocos colgaban en forma de hileras como si de lianas se tratasen colgando de su barbilla, balanceándose a cada empujón, viendo como la carita de mi hermana, blanquita y angelical, se había vuelto roja por la congestión, con el cuello hinchado, señal de que su esófago acogía a ese tremendo rabo, aunque con dificultad.

Kevin agarró una silla y se sentó en ella lentamente, para seguir disfrutando de la humillación de las dos hermanitas, viendo como la mayor daba un durísimo trato a su hermana pequeña, para disfrute del negro, dueño del tremendo rabo tragado por esta y macho dominante de esa casa y sus dos hembras.

—Tapona su nariz y empuja con la otra, estoy apunto —Decía Kevin echando si cabeza hacia atrás.

De pronto, mi móvil sonó, giré la cabeza de inmediato. Kevin agarró el teléfono y, mirando la pantalla lo descolgó ante mi impotente mirada.

—¿Sí, dígame? —Contestó Kevin poniendo el altavoz.

—Eeeehhh…¿Pero…quién es usted? —Contestó al otro lado «mi marido».

—Yo soy Kevin, el cuñado de Julia y novio de su Clara.

—¿El cuñado de Julia? ¿No sabía que Clara traería a su novio…? ¡Pues encantado entonces, yo soy Fernando! —Contestó mi maridito.

—¿Podría ponerse Julia?

—No, pues en estos momentos no, está muy ocupada ayudando a su hermana a preparar la leche —Contestó Kevin, mientras, mirando hacia él, continuaba empujando la cabecita de mi querida hermana contra su miembro, por el cual se descolgaban gordos hilos de babas, deslizándose hasta sus enorme bolas.

—Eeehhhh…bueno…pues ¿Podrías por favor decirle que estoy subiendo ya? No tengo llaves —Mi cara se desencajó, no le esperaba tan pronto…no me había avisado, Dios mío, si mi marido me encontraba así…

—Sí, claro, jajajajaja, ya se lo digo yo, ahora te abre…hasta luego.

—Tu maridito sube para casa, pero hasta que no termines tu trabajo, de aquí no se mueve nadie —Me contestó Kevin ante mi aterrada mirada —Cuando más dura seas y más la humilles, antes de correré jajajajaja —Reía el descarado mal nacido.

No tuve otro remedio, cegada por la desesperación, mientras miraba la cara de Kevin para intentar averiguar lo que le excitaba por los gestos de su cara y su boca, dejé caer un espeso salivazo desde lo alto a la carita de mi hermana mientras, tapando su nariz con una mano, con la otra empujaba su cabecita hasta lo más profundo comenzando a hacer círculos en ellas y así prolongar el gusto de Kevin, aunque también prolongando su agonía y terribles arcadas. Para deleite de Kevin, se me ocurrió azotar las nalgas de mi hermana y, que sé que eso le ponía mucho, comencé a nalguearla duramente, mientras con la otra mano forzaba su garganta al máximo, abofeteando su carita en ocasiones mientras miraba hacia Kevin.

—¡Ding…dong…ding…dong…! —Sonó el timbre…

—Tu maridito ¿Le abrimos? —Dijo Kevin sonriendo…

Continuará…

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