De cómo una esposa y madre se convierte en una zorra traicionera

Rate this post

Todo bien?.-. Me preguntó Pablo cuando llegué a la mesa, todavía tenía el vaso lleno, o bien no lo había bebido o había repetido; su mirada era distinta, no sabría cómo definirla, extraña.-.

– ¿Nos vamos?.-. Dijo dejando el baso sobre la mesa.

– Si, claro.-. Un escalofrío me recorrió todo mi cuerpo, miré alrededor sin saber el porque, como si quisiera encontrar alguna prueba o pista de que me hubiera descubierto, salvo mi aliento y el semen de mi entrepierna, no había señales en mí que pudiera delatarme. Sin embargo, en su comportamiento había algo extraño.

– ¿Cómo llevas lo de los clientes?-. Preguntó Pablo mientras me abría la puerta del coche.

– Bien..bien.-. Le mentí.

– Me alegro.-. Cerró la puerta, lo seguí con la mirada mientras daba la vuelta al coche para dirigirse a lado del conductor, me pareció ver una sonrisa; una sonrisa irónica.

– Bueno, así cuento contigo para el domingo. ¿Verdad?, tengo que confirmárselo al jefe.

– Si, si claro, tu mujer no te va a fallar.-. Le dije acariciando su muslo cariñosamente.

Nada más llegar a casa me metí en la ducha, borré cualquier rastro de mi infidelidad, sentía miedo, aquella vez fue la primera vez que me arrepentí de dejarme llevar por la calentura.

Aquella noche, Pablo se metió en la cama nada más llegar, al salir de la ducha me lo encontré durmiendo, cada vez me sentía más perturbada, que decir que prácticamente no dormí, intentaba descubrir cómo me habría pillado, en qué momento se dio cuenta, tendría que llamar a Carlos, lo nuestro se tendría que terminar, ¡joder!.

A la mañana siguiente me hice la dormilona, lo escuchaba bañarse, y cuando entraba en la habitación para buscar algo cerraba los ojos haciéndome la dormida, no tenía el valor de enfrentarme a él, todavía no, tenía que saber más, aún me parecía imposible que lo supiera, solo habían estado diez minutos, ¡joder!, cualquier mujer que va al servicio está diez o quince minutos, eso es de cajón, quizás también fue al servicio y…¿se asomó al de señoras?, no, no me lo imaginaba metiendo la cabeza en el lavabo de mujeres, ¿para qué ?, ¿me habría llamado desde la puerta?, ¿a motivo de que?, mi cabeza era un remolino, no sabía el que, pero a Pablo le había pasado algo.

Me quedé en la cama hasta que sentí la puerta, no esperé ni un minuto para llamar Carlos, seguramente estaría en casa, quizás follandose a su mujer, pero me daba igual, necesitaba hablar con el.

Después de varios intentos me cogió el teléfono, aún estaba medio dormido, alguna de sus bromas de que si quería más, y cosas parecidas, se dio cuenta que no estaba para tonterías, le conté lo sucedido, y me negó que Pablo se hubiera levantado de la mesa, le tenía dicho a los trabajadores que si eso pasara uno lo entretuviera mientras otro lo tenía que avisar, y bien sabían que si no lo hacían se iban a la puta calle, así de claro. Aquello me dejo más tranquila; al final me dije que igual eran tonterías mías, esa noche le daría una sesión de sexo que le iba a quitar las tonterías.

Me pasé la mañana pensando en cómo encontrar clientes, toda mi lista de contactos me había fallado, quedaba la opción de ir a buscar trabajo a los gimnasios, me tenía que enfrentar a la realidad, pero así era, no iba a ser tan fácil como creía.

Esa mañana decidí hacer una lista de gimnasios, desde los más cercanos a los que estaban más lejos de casa, evitando los de la misma zona del gimnasio que había trabajado; miraba el equipamiento, los tipos de clase que impartían, lo conocido que era en redes sociales, comentarios etc. Sin darme cuenta se me echó encima la hora de ir a comer a casa de mi hermana, tenía que escoger bien mi ropa, si quería sacar alguna clienta de aquella comida necesitaba que me vieran bien, mi cuerpo era mi tarjeta de visitación.- Así que a enseñar chicha- pensé, escogería ropa que remarcasen mis líneas, una falda lo suficientemente corta pero sin exagerar, tampoco iba ha ir en plan buscona, un top que dejara entrever mi abdomen plano, con mis zapatos de tacón que marcarían mis gemelos.

Así que media hora antes estaba en casa de mi hermana, bueno casa…aquello era más que una casa, vivía a las afueras, en una urbanización donde solo podían acceder aquellos que tuvieran muchos ceros en su cuenta bancaria.- cuantas pollas te habrás comido hermana.- no pude reprimir aquel pensamiento al entrar en su inmenso jardín.

– ¡Sofía!.- Me abrazó nada más entrar en su casa.- Has llegado muy puntual…

– Bueno, la verdad es que al no trabajar…pues me sobra tiempo.- Dije sonriendo.

– Ya, pero tú tranquila, lo arreglaras seguro, hoy vienen cuatro amigas, que decirte que están forradas de pasta, yo te presento, luego deja que yo vaya llevando la conversación hasta donde las dos queremos, no puedes parecer desesperada, ¿lo entiendes?.- Mi hermana me estaba dando una clase de venta, no pude dejar de sentir que era como si me estuviera vendiendo.

– Lo que tú digas, Eva.- Contesté sumisamente.

– Hoy le he dado fiesta al servicio, así que me tendrás que echar una mano, la comida me la dejo preparada Asunción, solo falta calentarla, comeremos en el jardín…mira qué hora es y estamos aquí charlando.- Dijo mirando al reloj de cuco que había en la sala, un reloj antiguo, regalo de un cliente suizo, según ella era una pieza única, tallada a mano y el valor de aquel reloj superaba los seis ceros.- Me voy a cambiar, pones tú la mesa.- Eva no dejo que contestara. Por un momento pensé que aquello era un poco abusivo, vale que tenía que encontrar clientes, vale que era su casa, pero aquello me sonaba a servilismo, y ¿el hecho de haber dado fiesta al servicio?.

A la media hora tenía puesta la mesa, y había calentado la comida tras un recordatorio de mi hermana desde la otra punta de la casa, aquello era surrealista, pero no dije nada, me interesaba quedar bien con Eva, me tenía que echar una mano, todavía no tenía claro el tener que ir a buscar trabajo por los gimnasios, por un momento se me pasó por la cabeza mandarlo todo a la mierda, no necesitaba el dinero, pero a la vez no quería depender de Pablo y porque no decirlo, como ama de casa no me veía, yo era mujer de mundo, mis relaciones, mis costumbres no tenían que ver con una mujer solo dedicaba a sus labores.

Sonó el timbre, al momento salió mi hermana, la verdad es que estaba guapísima, su vestido azul de tirantes dejando que el moreno artificial destacará la hacía parecer más joven, su pelo recogido y con algo de maquillaje, sin duda que estaba guapa.

– Acuérdate, deja que sea yo la que lleve la conversación.- Dijo cogiéndome del brazo.- Ya abro yo, tú quédate detrás de mí, así parecerá casual.- Eva lo dijo adelantándose, me sentí como la mascota de mi hermana.

Enseguida hoy las voces, saludos, risas, sabía que Eva entendía más que yo sobre marketing, ventas y toda la mierda esa, y me calmé pensando en que sabía lo que se hacía, y era por mi bien.

Tres mujeres de la edad de Eva aparecieron sonriendo, venían solas sin mi hermana.

– Hola, tú debes de ser Sofía ¿verdad?.- La mujer que me habló vestía con unos pantalones de lino blanco, a juego con una camisa estilo ibicenca y unos zapatos de tacón, seguro que a cien metros se podía oler su perfume, se notaba que eran amigas de mi hermana, su mirada altiva y aquel modo de comportarse, una a una se fueron presentando, a cual mejor vestida y para mí inri todas lucían unos cuerpos de escándalo, cada vez lo veía más difícil, aquellas mujeres tenían entrenador personal, seguro, ¿cómo convencerlas de cambiar?; no lo veía.

Al cabo de cinco minutos apareció mi hermana, y al ver a la cuarta y quinta invitada me quede de piedra, por un momento pensé que era una broma, era Lucía y Susana; ¿de qué iba aquello?, mi hermana me miró con una sonrisa de póquer, a la vez que me hizo una señal con las cejas, la cual entendí que le tenía que seguir el juego.

– ¡Sofía!, no sabía que eras tú la hermana de Eva-. Aquello sonó tan falso que me parecía imposible que alguien se lo pudiera creer.

– Si, es mi hermana.- Evidente, pensé. Nos dimos dos besos tan rápidos que parecía que nos hubiéramos quemado, pero también estaba Susana, bueno lo de ella me parecía normal, Eva había invitado a Lucía y está a Susana.

– Hola guapísima.- Dijo Susana antes de darme dos besos, estos fueron más prolongados que los de mi ex jefa.

Aproveché cuando todas salieron al jardín para coger a mi hermana del brazo y llevármela a la cocina, me tenía que aclarar aquella ridícula situación.

– ¿De qué vas Eva?, ¿qué hace ella aquí?.

– Lo primero, tranquilízate…¿vale?, mira , no sé que es lo que hiciste, pero algo muy gordo seguro, ayer después de hablar contigo, llamé a unos cuantos clientes que tienen gimnasio, lo hice por ti, intentaba ver si a alguno de ellos le podría interesar que trabajaras, les estaba pidiendo un favor Sofía.- Mi hermana tenía los brazos en jarra, la conocía bien, y aquel gesto me decía que o bien estaba preocupada o enfadada.- ¿ Y sabes que me dijeron en confianza?…que estás en una lista de personas conflictivas…¿me puedes explicar eso?.

– … Yo que se, no tengo ni idea.- Como explicarle que yo me….no, jamás podría entenderlo.

– Estoy segura que de tus contactos no has sacado nada¿es así?.- Era una puta adivina.

– …..no…

– Claro, tú crees que es tonta, seguro que llamó a sus clientes para ofrecerles algún tipo de descuento o ponerte a parir, si quieres seguir en el mundo de los gimnasios sigue mi consejo….intenta solucionar las cosas con Lucia, porque si no, lo tendrás crudo, y por si te lo estás pensando, Lucía y yo somos amigas desde hace mucho tiempo, eso a parte de que es una buena clienta.- Eva se me quedó mirando como la maestra a la alumna.- Así que pórtate bien, baja del pedestal o olvídate y sal por la puerta, tú misma, y ahora voy a sentarme con mis invitadas, si te quedas porque no sacas unos refrescos, hoy hace mucha calor.- Y allí me dejo, después de soltarme todo aquel discurso.

Nada más salir Eva, cuando no me había repuesto y todavía mi cabeza daba vueltas entro Susana, su vestido ajustado guardaban aquellas tetas que había podido degustar el día anterior, su contorneo y su sonrisa lasciva la acompañaban, ¡joder!, no era el día ni el momento.

– Hola Sofía, me alegro de que estés aquí, la verdad es que no me los esperaba.- Susana se apoyó en el mármol con los brazos apoyados en el sacando aquellas nalgas.

– …Yo tampoco esperaba que tú estuvieras.-. Aquella mujer era un secreto para mí, me hacía sentir tan pequeña, como si mi voluntad no existiera, su forma de hablar, su caída de ojos, su cuerpo entero se convertía en una máquina de seducir.

– Ven aquí.- Dijo moviendo su dedo índice, y como si fuera una marioneta me fui acercando a ella poco a poco hasta que nuestros labios se juntaron, las bocas se abrieron y las lenguas se reconocieron.

Su mano recorría mi espalda mientras que yo permanecía inmóvil ante ella, mi falda se fue levantando poco a poco y su mano se coló entre mis nalgas sorteando mi tanga, nuestras bocas permanecían unidas, por un momento mire de soslayo hacia la puerta, una sonrisa de Susana apareció en su cara.

– Tranquila, no nos molestaran.-. Lo tenía todo atado, seguramente Lucía sabía lo que estaba pasando y estaría pendiente de Eva dejando que Susana disfrutará de su puta, porque era lo que sentía en ese momento, era su chica, su puta.

Su manos bajaron mi tanga hasta los tobillos, instintivamente levante primero un pie y luego el otro, Susana lo miro, sonreía era como su trofeo de caza, miro por la cocina como buscando algo hasta que encontró la puerta donde estaba el cubo de la basura.

– Hoy no hace falta que lo lleves.- Dijo una vez de dejarlo en el fondo del cubo.- Te espero fuera no tardes.

Salí con una bandeja con los refrescos, estaban riendo y aquello me produjo un escalofrío; desconocía si sabrían algo de lo que había pasado pero me sentía desnuda ante las miradas de aquel grupo de pijas, no descubrí nada raro en la mirada de mi hermana y eso me tranquilizó un poco, me senté en la única silla libre que casualmente era entre Lucía y Susana, al sentarme la mirada de Lucía me heló la sangre, ella sí que lo sabía, y nada más sentarme descuidadamente su mano fue a mi entre pierna comprobando que no llevaba bragas.

– En el fondo no eres más que una puta.Me dijo al oído disimuladamente.

Después de los refrescos entré con mi hermana a la cocina para sacar la comida, tiró los envases de los refrescos justo al lado del cubo donde permanecían mis bragas, tuve la tentación de volvérmelas a poner, pero no tuve la valentía de hacerlo, Lucía sabía cosas de mí que me podían hacer mucho daño, y porque no decir que Susana me había calentado mucho, y dentro de mi había nacido la sensación de complacerla, si ya sé que no tiene sentido, pero como dije tenía esa fuerza superior a mí.

– Veo que Lucía estaba hablando contigo, se os veía bien.- Dijo Eva desconociendo el propósito de las risas entre Lucía y Susana.

– Bueno, intento hacer lo que me dijiste.- Comportarme como una puta, pensé.

– Ves, creo que sacaras provecho de esta comida, tú estate por Lucía y su amiga y yo me encargo de las otras, esa son unas pijas con mucha pasta, creo que las podré convencer para que te contraten, bueno, siempre que Lucía cambie su versión hacia ti, igual fue un enfado de esos que pillan los empresarios cuando su mejor trabajador se va, con un poco de mano izquierda se le pasara.-. Sentí pena por mi hermana, tan lista y a la vez tan tonta, no tenía ni puta idea de lo que estaba pasando delante de sus narices.

Ya estábamos acabando de comer, yo permanecía con las piernas semi abiertas donde se colaba la mano de Susana o de Lucía, parecía que no tenían fin, era su manera de rebajarme, de hacerme sentir sucia.

Eran las cinco cuando salíamos de casa de mi hermana, Eva se quedo hablando con sus amigas, yo me iba a despedir cuando Susana se acercó a mí.

– Me gustaría que vinieras un día a cenar a mi casa.

– No se…si.

– Si, si que podrás, tranquila ven con tu marido, será una cena de parejas, así nos conocemos mejor.

– Vale, pues ya me dirás que día quieres que vayamos.- Me parecía rara aquella invitación, no veía razón para mezclar a nuestros maridos.

Cuando vi que se había ido me escabullí a la casa, recuperé mi tanga y volví a salir, para despedirme de las amigas de mi hermana.

Durante dos días estuve pensando en Susana, y en la manera que podría afectar Lucía en mi vida, se me había ido de las manos, por suerte Pablo se comportaba normal, y llegué a pensar que mis nuevos remordimientos me habían jugado una mala jugada la otra noche.

Y llego el día que tenía que conocer al famoso jefe de mi marido, no es que tuviera ganas, bastante lío tenía con Susana y Lucía, mi vida pendía de un hilo, pero le había dicho a Pablo que iría con el, me vestí para la ocasión, mi traje algo ceñido y zapatos de tacón.

– ¿Dónde vais tan guapos?.- Paula asomó la cabeza por la puerta, aún vestía con su pijama de verano, y sus pelos revueltos.

– Una comida de trabajo cielo.- Le respondió su padre.- Ayer no te oí llegar, supongo que eso significa que habéis arreglado lo vuestro.

– Pues si, por cierto cuando vamos a mirar lo mío.- Paula se había puesto delante de su padre para ayudarle con el nudo de la corbata, Pablo me miró de una forma extraña, como ocultándome algo.

– ¿Qué es eso que tenéis que mirar?.- Le dije mirándolo fijamente.

– Papa me va a comprar un coche.- Dijo Paula encogiendo los hombros como si fuera una niña pequeña. Vi que su padre le recriminó con la mirada que lo hubiera dicho.

– ¡¿Qué ?!, ¿de que va todo esto?, ¿me lo puedes explicar Pablo?.- No me lo podía creer, el coche de Paula tenía menos de dos años, el ultimo modelo y ahora le pedía otro a su padre.

– Pues eso, papá me prometió comprarme el ultimo modelo de Audi, es una promesa.- Pablo seguía con el nudo de la corbata, más por intentar buscar las palabras adecuadas que por hacérselo; estaba ganando tiempo.

– Ya te lo explicaré, pero vamos tarde y no es el mejor momento para hablar de eso.- Se puso la americana y salió de la habitación.

– Yo también me voy, he quedado con Oscar para comer, su padre va a hacer una paella.-. Una paella, seguro que no solo comerás arroz; igual arroz con leche, estuve a punto de decirle, me molestaba como engatusaba a su padre para conseguir lo que quería, en ese momento los odiaba a partes iguales.

Fuimos hasta la empresa en coche, recé por qué allí donde fuéramos hubiera aire acondicionado porque iba a ser un día muy caluroso, era la primera vez que estaba en la empresa de Pablo, se trataba de exportación e importación de productos vinícolas, o que es lo mismo, compraban y vendían vino, así de sencillo.

– Miguel, esta es Sofía mi mujer.- Allí estaba el jefe de mi marido, llevaba un traje que parecía un guante en su cuerpo, piel tostada, ojos azules, barba descuidada, sin duda todo un prototipo de hombre perfecto¡Dios!.

– Por fin, tu marido habla muy bien de ti.- Encima aquella voz, serena pero segura.

– Espero que bien, también habla muy bien de usted.

– Miguel, llámame Miguel, y he de decir que mintió a la hora de describirte, eres más hermosa de lo que sus palabras dijeron.- Mire ha Pablo, no vi ningún motivo que le sentarán mal las palabras de su jefe.

Apareció otro hombre, más mayor que nosotros, algo barrigudo, pero también con clase, me lo presentaron, Ramón, director ejecutivo de compras en el extranjero, otro cargo por encima de Pablo, así que allí estaban la plana mayor de la empresa.

– Tendrás que disculpar a mi esposa, en teoría tenía que haber venido pero un problema a última hora le ha hecho imposible asistir.- Mejor, dije para mí.

Fuimos en dos coches, la verdad es que me había quedado impresionada con Miguel, la suerte que debía tener su mujer, tener a ese hombre cada noche¡joder!, si fuera mi marido no salía de la cama en un mes.

– ¿Qué te ha parecido Miguel?.- Por un momento pensé que Pablo leí mis pensamientos.

– Bien.- le contesté fingiendo indiferencia.- Parece simpático, no se, no lo conozco.

– Si, parece buen tipo….pero luego es un lobo con piel de cordero, hijo de puta.

– Creo que Pablo exageraba, aunque el mismo, no me iba a meter en su trabajo, él lo trataba cada día, pero que estaba muy bueno…eso seguro.

Al cabo de una hora interminable de coche llegamos a las bodegas, veía a Pablo cada vez más nervioso.

– Tranquilízate hijo, lo harás muy bien.- Dije poniendo mi mano sobre las suya.

– Ramón se quiere jubilar en un par de años, me he enterado ayer,¿entiendes?.- Me preguntó serio.- Necesito que esto salga bien Sofía, puede que su puesto lo ocupe yo, y eso sería añadir un cero a mi nómina.

– Pues hagamos que funcione.- Le di un beso antes de abrir la puerta.

Era un edificio que jamás pensé que podría ser una bodega, había grandes ventanales en la fachada, todo de obra nueva, la verdad que yo me esperaba más…como decirlo, mas campestre, quizás mi imaginación más romántica esperaba ver grandes viñedos, -demasiadas películas- pensé.

Dos hombres con traje y de muy buen ver nos esperaban en la entrada, enseguida las manos de Miguel y la de ellos se estrecharon, Miguel hablaba con ellos mientras que los tres esperábamos a que nos tocara el turno de las presentaciones.

– Pablo estos son Luis y Raúl, más amigos que clientes, Luis, Raúl , os presento a Ramón mi hombre de confianza en el extranjero, y por último , esta preciosa dama es la mujer de Pablo, que por cierto, no lo he dicho, es jefe de ventas nacional, un verdadero hombre de negocios.

No me pasaron desapercibidas las miradas de aquellos hombres, iba a ser la única mujer así que recibiría la atención de los cuatro; mejor, aquella manera de pensar me había llevado ha perder mi trabajo, sentirme como una puta ante mi ex jefa, pero era mi forma de ser, el morbo y el sexo eran mis drogas, y evitarlo me era imposible.

– Pues ahora que nos conocemos todos, ¿qué os parece si os enseñamos las bodegas?.- Dijo Raúl mostrando el camino.

– Perfecto.

Los cinco nos dirigimos hacia una puerta donde estaban las escaleras, yo iba junto a Pablo siguiendo a Raúl y Luis, Miguel y Ramón se quedaron detrás, Ramón se disculpó con su jefe, le había entrado una llamada de un cliente, así que le dijo que nos adelantáramos que el nos alcanzaría más tarde, antes de atravesar la puerta oí como hablaba en francés, Miguel se puso a nuestra altura quedándome en medio de Pablo y su jefe, las escaleras cada vez eran más empinadas y el cambio de temperatura hizo que me encogiera, aquello cada vez se parecía más a lo que yo había imaginado, un pasillo angosto rodeado de barricas de vino hizo que nos tuviéramos que apretar más, el olor del perfume de Miguel me inundó, ¡joder!, simplemente por el olor ya daban ganas de follarselo, después de pasar aquel pasillo llegamos a una estancia más amplia, tampoco es que fuera muy grande pero permitía hacer un corro, Luis y Raúl comenzaron a explicar los tipos de vinos, cubas, barriles, las clases de madera que usaban, miré a Pablo, estaba muy concentrado en sus palabras, giré la vista para mirar a Miguel, este me estaba mirando, sus ojos estaban clavados en mi, una sonrisa apareció en su cara sin darme motivos para pensar que se avergonzará de haber sido descubierto, entonces solo pude sonreír como se sonríe cuando estás cachonda, su mano sujetó la mía y supe lo que ocurriría ese día.

Una vez acabaron de explicar volvimos a otro pasillo igual de estrechó que el anterior, pero esta vez Pablo se adelantó hablando con Luis sobre el volumen de la bodega, Miguel se quedó a mi lado y en un momento su mano paso por detrás de mi espalda bajándola hasta agarrar mis nalgas con fuerza.

– ¡Estas loco!.- Le dije sujetando su mano.

– Calla, no se enteran.- Miguel se deshizo de mi mano y la volvió a colocar en mi culo.- Además lo estás deseando.

– No.- Dije con la boca pequeña.- Ni lo sueñes. Nuestros susurros no se oían gracias a las voces de Luis, Raúl y Pablo en aquel pasillo tan estrecho, retumbaban sus voces acallando nuestro susurro.

Pareció entender que no era la mejor situación posible, así que me soltó pero por su cara sabía que no lo había convencido, aproveché muy a pesar mío para adelantarme hasta pegarme al grupo, pero las manos de Miguel volvieron a posarse sobre mis nalgas aprovechando la estrechez.

No iba a conseguir quitármelo de encima.

Después de escuchara Raúl y Luis y soportar el morbo que me daban las manos de Miguel volvimos a salir a la parte nueva, que decir que mi cabeza iba a mil por hora, el cabrón me había puesto cachonda a dos metros de mi marido. Solo eran caricias suaves, pero sabía hacerlas.

De allí nos fuimos a comer, por suerte me senté alejada de sus manos, de lo contrario no se lo que hubiera pasado.

Sobre las cinco nos despedimos y volvimos para casa, Miguel me sonrió abriendo la puerta del coche; de lo que te has librado, decían sus ojos.

Durante la siguiente semana estuve entrenando, salía a correr, repasaba las clases, pensando en que conseguiría volver a trabajar; tonta de mí, tomé la decisión de no volver a ver a Carlos, aún tenía en mente el comportamiento de Pablo y aunque estaba segura de que no tuvo nada que ver con lo que pasó, no me fiaba, luego estaban Lucía, la hija de puta me había vetado en los gimnasios y estaba a su merced, Susana, ¡uf!, aquella mujer podría sacarme de quicio, por suerte no se puso en contacto conmigo, quería mantener la cabeza fría, y por último Miguel, el jefe de Pablo ¡joder!, vaya trío, y yo en medio de todos, era el ciervo entre los lobos, solo podía esperar a saber cual me echaría el mordisco; para despejarme llamé a mi sobrino un par de veces, era mi consolador andante, bravura y no preguntaba, justo lo que necesitaba.

Al cabo de una semana recibí la llamada de Susana, aquel día había decidido que intentaría buscar trabajo, quería comprobar por mí misma si realmente estaba vetada en los gimnasios, así que me había personado, recorrí media ciudad y en todos y cada uno de ellos cuando daba mi nombre la cara del encargado cambiaba, y con buenas palabras, eso sí, los repasos sobre mi cuerpo no faltaban, acababa saliendo igual que como entré, así que lo único bueno del día fue que Susana me llamó.

Quedé con ella en un hotel, al cabo de cinco minutos estábamos follando, disfruté de su cuerpo igual que ella del mío.

– Le he hablado de ti a mi marido.- Dijo para mi sorpresa.

– ¿Tu marido?.- Estábamos las dos desnudas sobre la cama, Susana jugaba con mi pecho.

– Si, somos un matrimonio liberal, no te asustes, a veces quedamos con gente y organizamos orgias, ¿te apuntarías?.

– ¡Uf!, la verdad es yo nunca….

– Di que sí, te puedo asegurar que es una pasada, ¡joder!, es una pasada, tíos, tías, coños y pollas por todos los lados…di que sí.

La verdad es que me llamaba la atención, nunca lo había hecho y bueno, si ella estaba.

– Me lo pienso.

– Lo organizo y te llamo, ahora me tengo que ir.

Todo aquello quedó allí, pasé otra semana comiéndome la cabeza con el dichoso trabajo, se me pasó por la cabeza la idea de llamar a Lucía, e intentar convencerla de que me diera trabajo, aunque sabía que si accedía tendría que pagar un precio muy alto, pero que más daba, sabía que estaba en sus manos, más valía tenerla contenta aunque eso significara tener que comer muchos sapos.

Pero no me dio tiempo, todo se derrumbó ante mi.

Susana me llamó pasaría a buscarme por casa a las diez, el local estaba a las afueras de la ciudad.

– Pablo, he quedado con unas amigas para cenar, llegaré tarde.

– Tranquila, diviértete.- Me di cuenta en el rostro de mi marido, otra vez tenía el mismo rostro del de la noche en que estuvimos en Las Cascadas, cara de póquer, una sonrisa que no era habitual en el, se me pasó por la cabeza llamar a Susana y decirle que no podía; pero no lo hice.

A las Díez estaba un de alta gama con los cristales tintados, al entrar me quedé alucinada, Miguel y Susana giraron la cabeza para verme, ¿que hacía Miguel con Susana ?

– Si cariño, la verdad es que está muy buena.

– Sofía, este es Miguel mi marido.- No sabía qué decir.- Si quieres conduzco yo y vosotros, bueno os conocéis mejor.

No hizo falta la contestación, Miguel se pasó a los asientos traseros, ¡joder!, aquello se estaba poniendo muy caliente.

Nada más sentarse nos comimos la boca, durante el trayecto prácticamente me había medio desnudado, tenía obsesión por mis tetas, las estrujaba y chupaba mientras mi mano lo masturbaba, y porque llegamos si no me hubiera follado en el mismo coche.

Era una especie de nave industrial, todo muy tosco, pero la verdad es que era la primera vez que acudía a ese tipo de «eventos», Miguel me llevaba de la mano, miré hacia Susana, aquello de ir cogida de la mano de un hombre mientras su mujer estaba presente me llamaba la atención, el morbo recorría mi cuerpo libremente, no sabía que es lo que me esperaba dentro de aquella nave, pero me sentía segura al lado de Miguel y Susana.

Al entrar en la nave se encendieron unos fluorescentes dejando a la vista un simple almacén, me los quedé mirando sin entender lo que pasaba.

– Tranquila, es por allí.- Me dijo Miguel guiándome hacia una puerta.

Aquel día no ganaba para sorpresas, al abrir la puerta entramos a una sala donde había una cama redonda, salvo un foco que iluminaba esta lo demás estaba a oscuras, me parecía ver espejos o ventanas, pero la verdad es que estaba bastante nerviosa para fijarme.

– Quítate la ropa y túmbate.- Miguel se acercó a Susana para besarla, mientras me desnudaba los veía observándome, puse mi ropa en una esquina de la habitación y volví a la cama, Miguel ya se había desnudado por completo, Susana permanecía vestida, estaba mirando su teléfono, cosa que me pareció extraño pero el cuerpo desnudo de Miguel me llamaba, nada más que llegué a su altura Miguel me puso de rodillas, no hacía falta que me guiara, conocía ese camino de sobras.

Escuché el ruido de la puerta, pero yo no estaba para nada que no fuera aquella verga, cuatro manos comenzaron a sobarme y sin darme cuenta tenía un corro de vergas, mire hacia arriba y aluciné, eran Raúl, Luis y Ramón, iba a decir algo pero la mano de Raúl llevo mi cabeza a su verga, en ese momento decidí no preguntar y disfrutar.

Llegaba a las cuatro de la mañana a casa, pegajosa, cansada y muy satisfecha, al abrir la puerta lo primero que vi fueron unas maletas, mi mundo se vino a bajo, corrí al interior de la casa en busca de Pablo, pero no estaba, sobre la mesa del comedor había un pendrive y una nota.

Bueno, el juego ha acabado, en el pendrive podrás ver tu película, la he titulado ‘» Madre, esposa y puta», creo que le pega.

Jamás me engañaste, lo sé todo, lo único que te estado esperando a que Paula fuera lo suficientemente mayor para hacerlo, pero deja que te lo explique.

1- Soy el jefe de mi empresa, no te lo he dicho jamás y tú tampoco te diste cuenta, supongo que te importaba una mierda, Miguel es un amigo e igual que Susana, no son matrimonio.

2- Eva y yo estamos juntos hace dos años, los mismos que llevamos preparando todo esto, todo comenzó cuando Andrés ¿te acuerdas de Andrés?, si tu cuñado, bueno pues un día coincidió con Javier » tu sobrino, hacía tiempo que no veía a su padre, total que se fueron a cenar, y entre copa y copa hablaron del motivo de la separación, y mira por donde saliste tú, Javier se sintió mal, te echo la culpa de que sus padres se divorciaran, que decir de tu hermana, de ella salió la idea, de que su hijo se aprovechará de tener una tía…¿cómo dijo?…a sí, de tener una tía tan puta.

3- Lucía, bueno ella lo tubo fácil, Lola y ella eran amantes, así que se enteró enseguida que te tiraste a su marido y como Lucía es amiga de tu hermana, pues nada, en cuanto Eva le comentó su plan se apuntó la primera.

4- Carlos, Carlos no es más que un desgraciado que se vende al primer postor, solo tuve que pagarle un poco para que pusiera unas cámaras en su local, bueno por lo menos te he dejado una película porno, y mira por dónde tú eres la protagonista.

5- Paula, ella es mayor para decidir, pero me da la sensación que se quedara conmigo hasta que se quiera independizar,¿tú qué crees?

Tienes veinticuatro horas para salir de casa.

Pablo.