Después de tanto fantasear, su sueño se cumple y lo hace con su mejor amiga

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Eran las 9 de la noche, acaba de llegar a casa y el asqueroso novio de mi madre estaba sentado en el sillón como siempre esperando verme pasar hacia mi cuarto. Creo que le pone verme llegar con las mallas ajustaditas. Se que me marcan mucho el chocho y eso le pone. Si supiera lo que esconden por dentro creo que le pondría todavía más. Siempre me pregunta de dónde vengo a esas horas. Mis clases de baile terminan a las 6 y dice que tardo demasiado en llegar a casa, que tres horas son demasiado. Siempre le digo que nos quedamos estirando un poco más y se nos hace tarde. La realidad es un poco así. Cuando terminamos y se marchan la mayoría de la clase, a mi amiga Carla y a mi nos gusta ponernos a estirar juntos en el suelo. Siempre nos ponemos una frente a la otra con las piernas abiertas y nos empujamos para abrirlas más. Hemos llegado a tener tanta flexibilidad que rozamos coño con coño e incluso puedo sentir lo húmeda que está y oler el olor que desprenden sus braguitas. Siempre me ha puesto muy cachonda ciertos olores, pero el olor del coño de Carla me pone demasiado. Somos muy amigas y ya se lo había dicho, pero ella se reía y no me tomaba muy enserio. Yo aprovechaba la excusa de estirar para rozarme con ella y algunas veces le pedía que me dejara tocarle las tetas para compararlas con las mías. Dios las tiene enormes y durante las clases de baile se le mueven de arriba a abajo. A veces no lleva sujetador y se le marcan todos los pezones. Me he masturbado mil veces pensando en esas pedazos de tetas. A veces a esta en el cuarto de baño, durante las clases.

Siempre pensé que yo era muy cerda, y que Carla no se ponía tan cachonda como yo con las mías o con mi olor a coño sudado. Sin embargo, desde hace semanas la cosa a cambiado. Un día mientras estirabamos al final de las clases y rozabamos chochito con chochito note un olor diferente en su maillot. Mire hacia su entrepierna y además de ver sus labios bien marcados y pegadizos con los míos VI que estaba muy mojada. En ese momento no me pude aguantar, le agarré los muslos y comencé a frotarme desesperada. Ella me siguió y empezamos a gemir y a manusearnos todas las tetas. Estábamos tan mojadas que hubiéramos podido escurrir las bragas. Hasta ese momento no habíamos cruzado una palabra, solo nos tocábamos y gemiamos como perras en celo. Entonces Carla me miró y me dijo «sigamos en el vestuario, así no voy a correrme». Las dos nos levantamos y entre risas y azotes en las nalgas entramos en las duchas. Dios allí si que disfrute. No pensé que Carla podría ser tan guarra. Disimula muy bien con esa carita de niña buena. Me empotró contra una de las duchas y abrió el grifo. Yo no quería mojarme y me retiré rápidamente.

– ¿Que haces? Quiero que te mojes para ver como se marcan tus pezones.

– Ahora no. Tengo las tetas muy sudadas y quiero que me las chupes.

Entonces no le di opción. Me quité el maillot, la agarré del moño y la apreté contra mis tetas. Las tengo muy grandes y queria que las sintiera bien. Tal y como pensé, le gustó. Tenia el sujetador puesto y me saqué los pezones para que pudiera chuparlos y morderlos. Ella prefirió quitármelo. La muy cerda comenzó a olerlo casi con los ojos vueltos. Luego empezó a escupirle en las tetas y me refregaba la saliva por toda las tetas con las manos. El olor de su saliva era intenso. Apenas bebe agua durante el entrenamiento y eso hace que sea pastosa. Mi coño no paraba de lubricar y el suyo tambien. El olor que desprendiamos me estaba mareando. Me encanta el olor de mi coño y chupar mis fluidos mientras me masturbo y después de correrme, pero nunca me había liado con una chica y no sabía como olería y como sabría. El de Carla es aún más fuerte que el mío, es un olor muy corporal. No usa cremas ni perfumes. El sudor de debajo de las tetas es líquido y algo amargo. El del coño sin embargo es más dulce pero el olor es fascinante. Sin pensármelo más me arrodillé y comencé a lamer sus labios por encima del maillot. Ella apretaba mi cabeza y se movía, rozando todo su coño por mi cara.

– No pares hasta que me corra Dani. Sigue, sigue porfavor. Métete los dedos, quiero que tu te corras también.

Me metí tres dedos mientras Carla gemía y me asfixiaba contra ese chochito húmedo y sudoroso.

Nos corrimos casi a la vez, pero seguíamos tan cachondas que aún queríamos más. Aún seguíamos sin duchar y no teníamos intención de hacerlo hasta que nos chuparamos bien.

Yo siempre digo que lo que más me suda del cuerpo es el culo. Lo tengo tan gordo que entre las nalgas y por debajo se me acumula mucho sudor.

– ¿Que quieres que te haga Dani?

– Comeme el culo.

Me puse a 4 patas encima de un banco y Carla me pasó la lengua por todas las nalgas. Me mordía los cachetes y me azotaba mientras yo gemía desesperaza y me tocaba el clitoris.

– No sabía que eras tan cerda Carla. Siempre he querido chupartelo todo.

– Ponte mi tanga y correte con el Dani. Quiero llevarme parte de tu coño a casa.

Aún lo tenía puesto así que se sentó, le abrí las piernas y se lo quite con la boca. Mientras lo mordía podía saborearlo. Ya se había corrido y la textura de los fluidos era pegajosa y blanquecina. Incluso pude tragar un poco. Al fijarme en su coño vi que de su agujerito seguía saliendo poco a poco el mismo fluido blanquecino así que le metí la lengua y empecé a extraer todo lo que podía para tragarmelo. Era muy pegajoso, tenía un sabor dulce, pero el olor era muy intenso, me recordaba al yogur de kéfir, un olor algo raro pero con un sabor muy rico.

No se exactamente cuántas veces nos corrimos ese día, pero no paramos hasta pasadas varias horas. Por más que nos lamiamos y tocábamos seguíamos sudando y eso nos ponía más. Nuestros olores y fluidos se mezclaban y eso nos ponía más cachondas.

Ese día llegué a casa sin duchar. No quería perder ese olor a sexo y orgasmos. De hecho desde entonces llegó todos los días sin duchar. Cada día vamos avanzando más.

Nuestros ciclos menstruales se han compaginado y los días que ovulamos es increíble. Clara mancha mucho sus tanguitas. Se los sigo quitando siempre con la boca y me doy cuenta que además de los fluidos blanquecinos sexuales, esos días tiene un flujo más pegajoso y transparente. Cuando esta seco se queda una capa más dura y algo amarilla en el tanga. Lo chupo e intento mojarlo para reblandecerlo, pero no lo consigo por más que lo lamo. Siempre se queda esa capa amarilla y tiesa en el tanga.

El otro día le confesé que antes solía oler sus sujetadores sin que ella se diese cuenta. Es un olor muy característico, parecido a ropa guardada, pero con un olor a hormonas que me pone muy cachonda.

– ¿Cuantos días llevas con ese sujetador Carla? Hoy quiero que me lo cambies.

– Las dos somos muy tetonas, pero aún así creo que se te van a salir los pezones. Entre el coño marcadito y ahora los pezones, todo el mundo va a ir mirándote Dani.

– Puuf creo que eso me pone más. Comeme el culo un poco y nos vamos.

Ante me repudiaba un poco el olor de mis tangas después de estar todo el día sudando el culo, pero después de ver lo que a Carla le pone, me encanta. Hace lo mismo que yo para quitarme las braguitas. Ella me pone a 4 patas, lo muerde y me lo va quitando con la boca. Le encanta olerlo, incluso pasar la lengua por toda la tira que llevo metida por el culo.

– Eres una culona asquerosa Dani. ¿Como puedes dejar este olor en el tanga? La gente debe de olerlo a distancia.

Al principio Carla y yo dijimos de no ducharnos para no perder tiempo y corrernos todo lo que pudiesemos, pero después de varias semanas las dos sabemos que nos gusta llegar a casa con el coño aún mojado y pegajoso por los orgasmos.

Ahora que lo pienso, no me extraña que mi padrastro me mire el coño y las tetas cuando llego, a pesar de que las tengo grandes y gordas, el olor que desprende debe de ponerle hasta él.

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