Después de haberme divorciado finalmente vuelvo a mi pueblo, a donde nací, pero nada es como antes y eso me encanta
Nací en un pequeño pueblo en la costa de Murcia, pasé mi infancia recorriendo aquellas calles, jugué al fútbol, me enamoré y me rompieron el corazón en varias ocasiones allí. Cuándo crecí lo suficiente me salió un trabajo en otra ciudad de otra comunidad autónoma, yo valiente que era me lié la manta a la cabeza y me fui sin pensarlo mucho dejando a mis padres y hermanos aquí.
Desde entonces han pasado varios lustros, y aunque por fechas festivas he venido nunca pase el suficiente tiempo para darme cuenta que algo había cambiado en el pueblo dónde nací.
Estás semanas he vuelto debido a mi divorcio, necesitaba volver a mis orígenes, volver a respirar el aire del sitio dónde me vio nacer, empezar de nuevo, renovar los pensamientos de mi cabeza y Coger de nuevo fuerzas para seguir dando pasos hacia delante.
Lo recordaba distinto, con otro olor, diferente, ya no conozco a la gente que pasea por las calles, las aceras están sucias, paredes descuidadas, con gente de distintas culturas, gente que ha nacido a muchos kilómetros de distancia y que como yo allí vino aquí en busca de una vida mejor.
Los pequeños comercios que regentaban mis viejos vecinos han cerrado, en su lugar hay grandes establecimiento, bares y locales de apuestas, ni rastro de lo que hace muchos años dejé atrás.
En los campos de fútbol dónde jugaba, la tierra y el asfalto se ha convertido en césped artificial y para jugar ya no vale con llegar antes sino con pagar una hora o dos…
¿En que momento ha cambiado mi pequeño pueblo en una ciudad diez veces más grande? ¿En que momento crecí tanto para echar tanto de menos aquellas tardes de verano sentado en el parque con mis amigos? Un parque en el que en su lugar han construido un centro comercial.
No reconozco a mi pueblo, no reconozco el lugar dónde nací.