Después de mucho tiempo se reencontraron y recuperaron el tiempo perdido de la mejor forma. Probaron sus coños hasta el orgasmo

Rate this post

Reconocí a Elena en la cola del cine, iba con su novio o su marido y yo iba con Montse, mi mujer, y otra pareja de amigos. Se acercaron a comprar palomitas y un refresco y yo aproveché para saludar a Elena.

-Elena? –Le entré.

-Juan? Joder que sorpresa tío!! Cuanto tiempo!! –Nos dimos los dos besos de rigor y me dijo – Oye cómo está tu hermana? Se ha casado y tiene un enano. Dale recuerdos de mi parte. Me tienes que pasar su telf. que yo no lo tengo.

-Pues márcame tu telf. en mi móvil, yo te agrego al “wasap,” y con un mensaje te lo enviaré, porque no me lo sé de memoria.

-Yo me casé hace dos años – Me decía Elena mientras marcaba el número- y trabajo en el mercadona de Gran Vía.

– Joder, yo suelo ir allí a comprar -le di al botón de llamada y sonó en su bolso. – Ya te tengo fichada.

-En serio sueles ir a comprar? A mí me han contratado hace 2 meses. Mira este es Quique, mi marido. Nos dimos la mano.

– Juan, ya estamos –era Montse que venía con las palomitas.

– Ven Montse te presento a Elena, una amiga de la infancia que me he encontrado. –Se dieron dos besos. Y este es su marido Quique.

– Si me suena que Marta, la hermana de Juan, me ha hablado de ti Elena, más de una vez. Vais con alguien?

-No, hemos venido los dos solos. –decía Elena.

– Que peli vais a ver?

– La de ciencia ficción, Prometheus.

-Ah pues nosotros también, queréis sentaros con nosotros? –les ofreció Montse.

Entramos a la sala y en una fila donde había 6 sillas libres, se sentaron primero Javi y Clara, nuestros amigos, después nos sentamos Montse y yo, y luego Elena a mi lado y su marido en la fila del pasillo. La peli duraba más de dos horas y media. De vez en cuando Elena se acercaba a mi oído y me hacia algún comentario, normalmente sobre lo contenta que estaba de haber coincidido conmigo aquella noche. Ella acerco su mano en un gesto mientras hablaba y yo se la cogí y la acaricié con las mías. Devolvió su brazo al reposabrazos entre los dos.

– Estás muy bueno cabronazo. – Me dijo de repente, bien pegada a mi oído para que nadie pudiera oírla. -En qué trabajas?

-Tengo una tienda de informática. En Gran Vía 56.

-Coño, eso está…

– A la parte de enfrente del mercadona., -jajajjajaj reíamos los dos.

– shhhhhhhhhhhh!!! -Nos recriminó alguien de la fila de atrás. Mire a Montse y sonreía divertida. No tanto Quique, quien ponía cara de pocos amigos. Bueno, acabó la peli nos despedimos y ya no volví a ver a Elena hasta dos semanas después. Eso sí, antes le envié el mensaje con el telf. de mi hermana, me dio las gracias y punto.

Pues dos semanas después se me ocurrió ir al mercadona a comprar la merienda para Carlo, mi socio en la tienda, y para mí. Estuve mirando por la sección de bollería y panadería. Y de repente apareció ella. Llevaba un delantal blanco sobre su uniforme de blusa y pantalón.

-Ya creía que no venias porque intentabas evitarme. –Me dijo sonriendo.

– Me contó mi hermana que habíais quedado para tomar café un día y que os lo habíais pasado de vicio recordando los viejos tiempos y poniéndoos al día.

– Y de cuando te gustaba decir que yo era tu novia… y me besabas. –Jajajaja

-Éramos unos críos, vecinos, pero críos. Hasta que nosotros nos mudamos. A qué hora acabas?

– A las 9:30 pm. Vas a pasar a recogerme?

-Supongo que vendrá tu marido.

– Mi marido se va al gym. Hasta las 11 pm. Tres veces a la semana.

– Si yo fuera tu marido…

– No lo dejes en el aire, acaba la frase.

-Si yo fuera tu marido… -me acerque a ella para que no nos oyera nadie – estaría deseando llegar a casa para follarte. Porque tú también estas muy buena cabrona.

– Ya he visto donde está tu tienda, me esperas allí a las 9:30?

-Te estaré esperando.

Llamé a Montse le dije que me quedaba a reparar un par de equipos de buenos clientes que los necesitaban para el día siguiente. Ya lo había hecho más de una vez. Yo tenía una habitación interna en el local, en la que había colocado una cama pequeña, por si se terciaba descansar. También había una pequeña nevera.

Elena llegó a las 21:45, llamó al timbre y subí la persiana para que pudiera pasar, y luego la volví a bajar por completo. La espera había valido la pena. Se había cambiado de ropa. Llevaba una falda azul marino y un jersey fino d color verde claro. La llevé a esa habitación. Metí las manos por debajo de su falda y le saque sus braguitas. Las tenía mojadas.

-Qué ganas tenia de hacer esto, Elena!

-Yo desde que te vi de nuevo en el cine, sabía que acabaríamos haciéndolo. –La desnudé completamente. Tenía enchufado un pequeño calefactor para no sentir demasiado el frio que estaba haciendo a principios de diciembre. Me la follé una primera vez y, sin sacársela, estuvimos besándonos, acariciándonos, comentando alguna cosa.

-Estás tomando precauciones?

-Sí, por eso no te he dicho nada. No quiero tener hijos.

-Ah vale! Nosotros sí que queremos uno. Estamos en ello. –Se me había puesto a tono otra vez. Empecé a moverme dentro de ella, dentro, fuera.

-No me la has sacado? –quería saber ella sorprendida.

-Sin sacártela, te voy a follar otra vez.

-Dime cosas mientras me follas, háblame.

-Si putita, te voy a reventar ese coñito de puta q tienessssssss.

-Eso es, sigue así…ahhhhhh ahhhhhhhh

-Eres una zorra…

-Lo soy, mi marido… en el gym y… yo aquí contigo.

-Venga puta córrete. Córrete que te vea yo, quiero saber cómo te corres…

-Si me corrooo, ya llego… fóllame cabronazo… fóllate a tu puta… ahhhhh ahhhhhhh ahhhhhhhhhhh

Salimos de la tienda a las 22:30 pm nos dimos un beso y nos fuimos a casa. Por la noche estuvimos mandándonos mensajes hasta la 1 am. Me dijo que en Mercadona hacían turnos una semana de mañana y la siguiente de tarde. Esta semana obviamente iba de tarde. Que le gustaba más ir de mañana y como su marido trabajaba de 3 a 7 pm. Disponía ella de más tiempo libre, por la mañana entre la ropa, la comida… se le pasaba en nada. Le pregunté si había sido infiel antes, me contestó que cuando vivían en pareja sí, pero de casada no lo había sido hasta ahora. Continuó diciéndome que era un vecino. Que ella no trabajaba y su vecino estaba en paro y la que trabajaba era su mujer. Decía que se enrollaron varias veces. Y después añadió que desde niños cuando nos deshacíamos de mi hermana y nos tocábamos, sólo eso, jamás pasamos de ahí. “Muchas veces había soñado con esto, que nos volvíamos a encontrar por casualidad y quedábamos para consumar lo que empezó muchos años atrás.” “Eres vidente tía, tus sueños son premonitorios. Ahora podías soñar que nos toca la primitiva.” Me envió tres filas de caritas llorando de risa. Me preguntó si yo lo había sido, le dije que hasta ahora no, porque si lo hacía sabía que tenía que ser con alguien que me gustara mucho. Me envió un montón de besos. Nos despedimos y nos fuimos a dormir.

Esa semana pasó con esos mensajes y alguna llamada por la mañana, desde la tienda. Quedamos que la semana siguiente iría un día, una tarde a su casa. Quedamos en la tarde del martes. Me dio la dirección y me explicó cómo llegar allí. El martes salió un día lluvioso y desapacible. Pero tenía el aliciente de la visita a Elena. Le dije a Carlo que me cubriera en caso de una posible visita a la tienda de Montse, que le dijera que estaba en una reparación a domicilio. Llegué a su casa, era uno de los barrios para gente joven, muy despejado, con un jardín y parque entre los edificios. La pega es que estaba a las afueras de la ciudad. Subí en el ascensor y no hizo falta que llamara a su puerta porque ella misma me abrió antes. Fue como en las pelis. Nada más cerró la puerta nos fundimos en un beso salvaje. Le levanté los brazos por encima de la cabeza sujetándoselos con los míos, besándole la boca, las orejas, el cuello, bajando un brazo para abrirle la bata, albornoz, que llevaba, y descubrir debajo un camisón rojo transparente. Le dije que me llevara a su dormitorio, me dijo que si porque allí estaba puesta la calefacción. Le dije que ella era mi mejor calefacción. Y nos reímos los dos. Yo me desnudé y ella estaba sólo con el camisón me tiré encima de ella. La besé de nuevo, ella separaba sus piernas para dejarme sitio entre ellas. Le bajé los dos tirantes hasta descubrirle esas dos tetas tan imponentes que tiene. Son perfectas, para mí, redondeadas, plantando cara, nada de caídas, y unos pezones gruesos y que sobresalían mucho, justo como a mí me gustan.

– Eres mi puta

– Soy tu puta. Hoy y siempre que quieras.

– Chúpamela, bébete toda mi leche… sácamela toda. –Así lo hizo mientras yo le comía el coño en un 69. Después se dio la vuelta y subiendo hasta mi altura, abrió la boca para ver que no había quedado nada, que se lo había tragado todo. Le di una nalgada con la palma de la mano, le di otra y otra.

-Dime la verdad, no has sido infiel desde que te casaste?

-Me daba corte decírtelo por mensaje, pero si lo he sido.

-Eres muy caliente, lo imaginaba.

-Y qué quieres mi marido no me calma. –Sabía que era una hembra que necesitaba más.

– Con quién lo hiciste?

-Con mi cuñado, el hermano de mi marido. –como yo me callé esperando, ella siguió –Y con mi compañero en el horno, en el mercadona.

-Aún follas con ellos?

-Con mi cuñado ya no, con mi compañero si.

-Claro, estás cerca del horno, te calientas… -Jajajajaa –reímos, la cogí de la mano y nos fuimos al comedor-salón de su casa. Ella conectó la calefacción en esta sala. mos. La tumbé en el sofá boca abajo me subí encima. El culito lo tenía cerradísimo y entonces me dijo:

-Juan, por detrás nooooo por favor. Métemela por el coño.

-No te la han metido nunca?

-Nunca, me da pánico.

-Tampoco es para tanto mujer. – Se la metí en su coñito, caliente, húmedo y me corrí dentro de ella por segunda vez. Le di un mordisco en una de las nalgas. Ella protestó mínimamente, le di la vuelta, la puse boca arriba y me dediqué a su clítoris, a besárselo, mordisquearlo, chupárselo… hasta que se corrió como una loba en celo.

– Quiero que no folles con tu compañero. Solamente conmigo.

-Quieres que sea sólo tu puta. Pues dalo por hecho. Mi compañero es un egoísta que sólo quiere correrse él y no se preocupa de mí, como lo haces tú. Además no me gusta ni la mitad que tú.

-Te lo follas, follabas, allí mismo? En el curro?

– Si hay una especie de cuarto que esta para guardar material. Allí me mete y me folla, me follaba.

Lo dejamos ahí porque ya eran casi las 8 pm, me despedí y regresé a la tienda.

Deja una respuesta 0

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *