Dianna, jovencita de 19 años que termina empalada por un vecino
Era un lunes por la mañana, cuando desperté el reloj ya marcaba las 9:00 AM, mi tía había salido de compras y su esposo a su trabajo. Yo me encontraba de vacaciones, pero aun así mi tía me hizo despertar temprano para que limpiara la casa. Aun medio dormida baje a la cocina y me prepare un cereal para desayunar. Mientras desayunaba paseaba por la casa (costumbre la mía de caminar cuando como cereal), abrí la puerta corrediza del patio y salí para contemplar el día.
Hacia un día soleado con unas cuantas nubes, el pasto se sentía agradable bajo mis pies desnudos, el calor del sol también me resultaba agradable y el viento movía ligeramente mi cabello. De pronto sentí que alguien me miraba, gire hacia mi izquierda y se trataba de uno de mis vecinos.
Este vecino es nuevo en el vecindario, tenía dos semanas viviendo en la casa de al lado, era un tipo alto, de al menos 45 años, características afroamericanas, ojos de color negro, sin cabello y un poco llenito, brazos algo marcados y con bellos. Me miraba detenidamente y era algo que me perturbaba. Lo mire unos instantes y lo salude sin querer, el me regreso el saludo con una sonrisa y pude ver que sus dientes eran de un color amarillo.
-Hey niña, buenos días, que linda amaneciste hoy –me decía mientras se acercaba a la cerca que dividía nuestros patios.
-amm hola, buenos días… gracias… jejeje –le devolví el saludo más fingido del mundo. –Era un tipo que no me agradaba en lo más mínimo, no sabía porque, había algo que no me gustaba.
-Veo te vas despertando –me dijo mientras me miraba de arriba abajo –Me gusta tu pijama niña, se te miran unas lindas piernas –cuando lo escuche caí en la cuenta que había salido al patio solo en una camisola grande y vieja.
Deje caer el plato de cereal en el pasto y me metí de inmediato a la casa roja de vergüenza. Subí hasta mi habitación y me quede recostada un tiempo. Una vez pasada la vergüenza me quite el camisón quedando solamente en pantis. Me puse frente al espejo y comencé a mirarme, quede toda despeinada después de levantarme. Como mi cabello es largo y de color castaño, me gusta llevarlo suelto. Seguí mirándome y note que mis pezones comenzaron a ponerse duritos ya que hacia un poco de frio adentro de mi habitación.
Al final me puse una blusa top negra sin mangas, debajo un bra rosa, un short corto de mezclilla y unos tenis negros. Me encanta usar short ya que me deja lucir mis piernas. Al fin y al cabo tenía que limpiar la casa y quería andar cómoda.
Cuando bajaba las escaleras escuche que llamaban a la puerta, pensé que era mi tía que regresaba de las compras y necesitaba ayuda, así que abrí la puerta sin preguntar de quien
se trataba. Sin embargo, no era mi tía quien tocaba si no mi vecino de antes. Me quedé parada en la puerta sin decir nada hasta que el habló.
-Hola vecina, ¿está tu tía en casa? –me preguntaba mientras me miraba como antes.
-No, lo siento, salió de compras –le conteste casi al instante.
-Me dejas pasar voy a buscar un poco de leche.
-Claro que no puede pasar –le conteste casi riéndome por la forma tan altanera en la que lo dijo –si quiere leche vaya al mercado vecino.
-Vecina no seas así, déjeme pasar –decía mientras entraba a mi casa.
-Vecino… usted no puede pasar a mi casa así como así, salgase por favor o tendré que hablarle a la policía –mi vos se escuchaba chillona y asustada.
-Dame la leche y me voy, solo eso, está ahí en la nevera, ve, te espero aquí. –lo mire incrédula y de mala manera fui a la cocina por la leche. Regresé al instante con el galón de leche y se lo acerque para que lo tomara.
-Vecina, está muy linda –no dije nada. –Nos quedamos en silencio.
-Aquí está la leche, retírese por favor –de pronto se me acerco y comenzó a verme los pechos, me tomo de un brazo y me hizo dar media vuelta y me abrazo por detrás.
– ¿Qué… está haciendo?…. ¡suélteme! –me abrazaba fuerte por la cintura y me tenía junto a él.
-Usted me tiene loco vecina, cada vez que sale a hacer algún mandado hace que me den ganas de… -restregó su pelvis sobre mis nalgas y de pronto sentí que algo crecía y empujaba mis pompis.
Comencé a pelear para zafarme de él, hasta que le di un pisotón. Me soltó y salí corriendo hacia arriba; subí las escaleras y rápido me metí al baño, cuando estaba a punto de cerrar la puerta, este choco con la puerta y me derribó para que no la cerrara.
-Vecina mire como me tiene el pene –se agarraba su entre pierna obscenamente mientras me miraba. –me puse de pie para no mirarlo y tratar de salir del baño.
Cerró la puerta detrás de él y comenzó a desabrocharse el pantalón hasta que se sacó su verga. Sin saber cómo, me tomo de la mano y la llevo hacia su pene.
-¡Que estás haciendo! –grite, al mismo tiempo que trataba de retirar mi mano.
-Solo tócala un poquito, siente como me la pones al verte –decía al tiempo que se acercaba hacia mí.
-¡¡¡ayuda ayuda!!! –comencé a gritar. Cosa que aprovecho para soltarme y colocarse detrás de mí, solo que esta vez me tomo de los pechos y comenzó a apretarlos suavemente.
-Sácate la blusa vecinita, me gustaría conocer tus tetas – me decía con tono lujurioso.
Como no le hacía caso, se llevó una de sus manos a su bolcillos y de ella saco una navaja.
-Quédate quieta preciosa, no querrás que te haga daño –Me tomo de la blusa y me la rompió por detrás, junto con el brasier. Mis pechos dieron un pequeño bote por lo ajustado de las prendas e inmediatamente estas cayeron al suelo.
Instintivamente tape mis pechos con mis manos y lo mire a la cara. –Eres un pervertido.
– ¿Quieres salir de aquí, preciosa?
– Déjame en paz –le contesté.
– ¿Quieres salir? –Solo vete.
-Haz lo que te diga y te dejare tranquila o si no –Puso su navaja en mi cuello y con eso capté el mensaje.
-Me tienes loco –Me tomo de la mano y me llevo hasta mi cuarto, cerró la puerta una vez que pasamos y me tiro sobre la cama.
-Ahh… -caí boca abajo y de inmediato me tomo de los pantalones y me los empezó a sacar. Comenzó a sobarme las piernas y a besármelas.
-¡Que piernas tan deliciosas tienes. ¡Me vuelves loco cuando usas faldas o shorts! -Me decía mientras las acariciaba.
Y es que no lo culpo, mis piernas son lo mejor de mí, como salgo a correr, mis piernas están firmes y suaves al tacto. Después me abrió las piernas y comenzó a tocarme mi conchita.
Comencé a gritar, cuando sentí sus dedos en mis labios vaginales –Cállate, trato de chupártela. -sentía como su lengua húmeda me tocaba por dentro.
En ocasiones la metía hasta dentro, lenta y suavemente para después recorrer mis labios menores, estaba completamente a su merced, inmediatamente empezó a torturar mi clítoris con la punta de su lengua, las sensaciones que sentía hicieron que mi espalda se arqueará y dejará escapar y pequeño gemido. Después comenzó a tocarme los pechos, con sus dedos apretaba mis pezones de una forma delicada pero fuerte, haciendo que el placer que estaba sintiendo se multiplicara, después sus manos bajaron a mi cintura, mis nalgas, todo lo que quería de mí.
-me gusta… ahh… me gusta la calidez de tu sapito vecina… -decía mientras entraba y salía de mí. –Me gustan las conchas con poquitos vellitos vecina… mmm… nunca imagine que fueras tan perfecta.
De pronto con sus dedos separo mis labios vaginales –que rico clítoris tienes vecina, me gusta cómo se te hincha hasta parecer un botoncito. -le dio unos ligeros toques con la punta de la navaja y sentí unos ligeros espasmos en mi pelvis.
-¿Te gusto vecinita? –decía al mismo tiempo que pasaba la navaja por mi clítoris, por mis pezones y por todo mi cuerpo.
– ¿Qué… es… lo… que quiere… de mí? –le dije apenas recuperándome de todas las sensaciones que había sentido.
– Quiero follarte vecina, desde que te vi he querido follarte toda.
– Por favor no, se lo suplico, no me haga nadaaaa…
Me abrió la piernas y comenzó a besar mi conchita, sentía como me la humedecía al pasarme su lengua llena de saliva, después comenzó a chuparme los pechos, primero el izquierdo y luego el derecho, con sus labios apretaba mis pezones mientras pasaba su lengua rápidamente por la punta de mis pezones. Sentí unas cosquillas en ellos a la vez que sentía que se me ponían duritos. En eso el vecino agarro su pene mientras me ponía de rodillas en la cama.
-mira vecina, este es un amigo que ha querido conocerte desde que te vi
–su pene era grande y un poco grueso, era la primera vez que veía el pene de un hombre, anteriormente había visto los penes de los caballos cuando intentaban montar a las yeguas en el rancho de mi abuelo y eran muy grandes, sin embargo el pene de mi vecino era muy parecido menos en lo grueso. Me tomó del cabello y me metió su pene en la boca.
Puse cara de asco y cerré mis ojos, pero me ordeno que los abriera y que lo mirara directamente a la cara.
–mírame la cara y chúpalo… vamos… mmmm… métetelo todo vecinita…
–brbr… brbrb… rbrbrb… –sentía arcadas cada vez que me penetraba y mis ojos comenzaron a lagrimear por lo mismo.
Me tomo con sus dos manos la cabeza y me empujo para que se lo chupara más. Su pene apenas cabía dentro de mi boca y mi lengua recorrió cada centímetro de su pene y conocer el sabor de ese negro pene. Sentía que no podía seguir teniendo su pene en mi boca, asi que como pude me separé de él, lo mire mientras tocia y note que estaba completamente cubierto de mi saliva, pequeño hilos de saliva caían sobre la cama y unos cuantos conectaban su pene con mi boca.
De pronto me tomo y me tiro sobre la cama, sin darme tiempo de reaccionar abrió completamente mis piernas, lento y suavemente introdujo su pene aun mojado por mi saliva en mi conchita mientras me miraba a los ojos.
– ¡Mírame! –me grito. Sentía como su pene entraba poco a poco y el dolor que me causaba me hacía temblar.
–Que apretadito está aquí adentro vecinita, nunca imagine que fueras virgen. Creía que alguien más ya te había desflorado antes. –Me tomo de las caderas y de una sola embestida me metió su pene; sentí como me desgarraba al entrar y salir completamente de mí.
Deje escapar un leve grito al tiempo que me la metía con más fuerza, sentí como algo caliente emanaba de mi conchita y escurría por mis piernas.
– ¡Uy!… sí… mmm… que rico se siente mi pene dentro de tu vagina apretadita –me lo metía con más fuerza con cada embestida, me tenía bien agarrada por la cintura y me embestía salvajemente. Sentía como su pene chocaba con la entrada de mi útero pero en vez de dolor, lo que sentía eran pequeñas descargas de placer.
Al poco rato el dolor había desaparecido y en su lugar un mar de sensaciones que nunca había sentido me ponía la piel chinita. –mmm… mmm… mmm… mmm… –gemía con cada embestida.
Al escuchar como gemía me puso como una perrita en la cama, me agarro el pelo y empezó a metérmela despacio y al final fuerte hasta dentro como a él le gustaba. Después me la metía más rápido, más rápido y más rápido.
–mmmmmmm… aaahhhhh… –gemía con cada embestida –ahhh ahhh ahhh… mmmm… –Por la forma en como me trataba sabía que le gustaban mis gemidos.
–Te gusta ehh.. ahh ahhh ahhh… eres una vecinita muy putita… ¿lo sabias?… ahh.. ahhh… ¿te gusta que te la meta duro verdad? –me mordí el labio inferior y puse cara de niña buena, me miro y pude ver como lo excitaba mi gesto.
De pronto me cargó en sus brazos y me la comienzó a meter. Me subía y me bajaba, me subía y me bajaba en su pene solo para escucharme gritar mientras me la metía toda.
–ahhhh ahhhh… dete…nn…tee…ahhh… mmm paraaa!!!
–No puedo… me gustas mucho vecina… no puedo –seguía más y más rápido dándome.
–Ya no puedo maaas…. ahhhhhh –siento como llega mi primer orgasmo y como mi cuerpo se tensa cada vez que siento llegar un espasmo.
–Si…córrete encima de mi… si… ven si… más rápido –me daba rápido mientras me chupaba las tetas y me daba pequeñas mordidas en mis pezones.
Mis pezones pasaron de su color rosa oscuro a rojos por causa de mordidas que me haba dado
–Ya por favor te suplico dejameeeee –en su lengua recorrió mi pezón y me excite más.
–Suplícame, me gusta escucharte pedir piedad –me puso contra la pared y dejo de cargarme para después levantarme una pierna y seguir cogiéndome. Me miro y me besó.
–Dime si te gusta así… mmm… vas hacer que me corra en cualquier momento… que putita eres y ni querías al principio.
De pronto se salió de mí y me tiro al piso. Caí acostada al tiempo que el se agarraba la verga y comenzaba a masturbarse. –Uiii si… ahh… prepárate vecina… que te bañare toda. –me apunto con su verga y un chorro de semen blanco y caliente fue a parar a mi cara, después otro y otro. Parecía lluvia y no paraba de gemir y tirar semen.
–mmmmmmmmmmmmm… uuuuuuuuyyyyyyyyy si toma tu lechita bebe…-me hecho todo su esperma encima, mis pechos quedaron completamente cubiertos, en mi cara unos cuantos chorros escurrían por mis mejillas y mi abdomen se fue cubriendo por el semen que escurría por mis pechos.
–tenia meses sin poder correrme tan a gusto, tenía las bolas llenas y todo eso lo guarde para ti vecinita. ¿Te gustó? –no le conteste, preferí mirar hacia otro lado. Lo cual le dio risa.
–Mira que bien te vez niña. Jajajajajaja. –de su pantalón saco su celular y me empezó a tomar fotografías.
–te tomaré unas fotitos llena de leche, para recordar todo lo que te hice y como quedaste al final. –Se vistió mientras yo seguía en el piso.
Cuando estaba a punto de salir de mi habitación me miró, saco un frasco vacío de su pantalón y se devolvió. Se arrodillo ante mí, me tomo una vez más de las piernas y me las abrió. Comenzó a darme unos chupones en la vagina mucho más extensos que los de hace rato, metía su lengua en los labios menores de mi vagina a la vez que movia en círculos su lengua.
–¡¡¡Ya por favor!!!
–Es que me pones caliente.
–Sentí como mis juguitos empezaban a salir de mi conchita, rápidamente coloco el frasco vacío y lo empezó a llenar con mis juguitos.
–Mmmm aquí está mi leche –tomó el frasco mientras con sus dedos abria mi vagina para que saliera un poco más. Metió un dedo hasta dentro de mi vagina y este salió cubierto de mis jugos, se lo llevo a su boca para probarlo.
–mmmmmmmmm que rico sabes –me quito leche de la cara y me lo dio a probar
Tapo su frasco y me dijo. –gracias por la leche vecina fue un placer venir a su casa ajajjajajajjajajjaja…