Dos mujeres se dan cuenta de lo que sienten la una por la otra, ellas llevan su amor a sus hijas y terminan siendo un cuarteto sexual

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Discretas madres lesbianas 

Helen Mosley se consideraba una buena madre, pero ser madre soltera presentaba muchos desafíos… Su hija Pamela, de diecisiete años, era respetuosa, responsable, una buena estudiante y se estaba volviendo más guapa y sexy cada día que pasaba.

Al igual que Helen, Pamela era alta y delgada… Ambas eran pelirrojas… A veces, Helen se maravillaba de lo mucho que el cuerpo de su hija Pamela le recordaba al suyo cuando era adolescente… Pamela, tenía una culo bonito y lo movía con mucha gracia sexual… Las cabezas de los hombres y también de las mujeres se giraban cuando entraba en un lugar… Sus pechos ya eran más grandes que los de su madre y todavía estaba creciendo.

Helen y Pamela siempre habían ido de forma bastante informal por casa… La desnudez total o parcial era un hecho diario en su hogar… Pero esto se estaba convirtiendo en un problema para Helen porque se dio cuenta de que ahora miraba a su hija de manera diferente.

Ella intentaba mantener a raya los pensamientos sexuales sobre su hija, cuando ésta la abrazaba, llevando sólo sujetador y bragas, presionando sus firmes pechos contra los suyos… Se sentiría invadida por pensamientos de acariciar el pelo de su hija, mirándola a sus ojos verdes y besándola con fuerza en sus labios suaves y sensuales.

La razón por la que Helen se había separado del padre de Pamela era porque había descubierto al principio de su matrimonio que era lesbiana… Como madre soltera tomó la decisión consciente de no contarle a Pamela su preferencia sexual y abstenerse de tener amigas públicamente hasta que su hija fuera lo suficientemente mayor como para comprenderla y aceptarla… Helen estaba empezando a darse cuenta de que su silencio no había sido una buena estrategia… Sus fantasías incestuosas fueron alimentadas al descubrir que su hija estaba follando con su amiga Rosie… Las dos chicas hicieron todo lo posible por ocultárselo, pero Helen oyó gemidos reveladores y sonidos de dedos en los coños cada noche que Rosie dormía con su hija en casa.

Helen era enfermera y restringía su actividad sexual a unas pocas veces al año, que era cuando asistía a algún Congreso… Allí coincidía con otra enfermera, llamada Susan, que también asistía a estos Congresos… Aunque ambas vivían alejadas, se encontraban siempre… Compartían una habitación y todas las noches la utilizaban para desfogarse sin parar… Al día siguiente se disfrazaban de colegas como si nada hubiera pasado.

Sandra, la amante de Helen, estaba casada y tenía dos hijas adolescentes: Margaret, que tenía 18 años, y Roxana, 16… Además, el marido de Susan apenas practicaba sexo con ella y su matrimonio le brindaba estabilidad tanto para ella como para las hijas.

Susan y Helen se mantuvieron siempre en contacto por correo electrónico… Nunca utilizaron skype, Facebook o se hicieron llamadas telefónicas, aunque hubo momentos en que Helen hubiese deseadp escuchar la risa de su amante Susan, ya que era muy risueña y eso la tenía muy enamorada… Susan siempre fue muy abierta en el tema de sexo y la hacía disfrutar mucho cuando le tocaba y lamia su coño.

Un día de verano, Helen abrió un correo electrónico de Susan y notó que le había enviado un archivo adjunto… Sintió un cálido cosquilleo en el coño al pensar que le habría adjuntado algunas imágenes desnudas de ella… Como Sandra y su familia eran nudistas, siempre le enviaba algunas fotos de ella para que viera su bonito cuerpo y se excitara contemplándolo.

Cuando Helen abrió el archivo, se sorprendió al ver que había varias fotos… Ella miró y notó que en esta ocasión había tres figuras en las fotos… Las abrió e hizo clic en la opción de pantalla completa.

La primera foto era de Susan, desnuda, sentada entre sus hijas igualmente desnudas en un sofá… Helen hizo una pausa en la pantalla y sintió que sus pezones se endurecían al instante… En Navidad, Sandra le había enviado fotos de ella y sus hijas vestidas siempre con jerséis y faldas, pero de repente, ahora las tres estaban desnudas y sonreían… La bella amante de Helen y sus dos hijas adolescentes, mostraban sus bonitos cuerpos… Los ojos de Helen se fijaron en los pechos redondos y grandes, con los pezones rosados y ​​largos de Margaret… Roxana tenía las tetas más pequeñas pero bien formadas con pequeñas areolas y pezones hinchados.

Helen se alegró de que su hija Pamela estuviera este día en la playa con sus amigos… Ella llevaba una pantaloneta corta blanca y una blusa azul… Miró hacia abajo y notó lo duros que se habían vuelto sus pezones… Se sacó una de sus tetas y raspó sus largas uñas sobre el pezón grueso y lo pellizcó con fuerza, con los bordes afilados de dos uñas… Luego, gimió y miró hacia la imagen… No había notado, en primer momento, donde estaban las manos de Susan… Ahora vio los largos y delgados dedos de cada una de las manos de Sandra que apretaban firmemente el muslo interno de cada hija… Helen se quedó sin aliento cuando notó lo cerca que estaban los dedos de Susan de los coños de sus hijas… No era de extrañar que los pezones de la pequeña Roxana se vieran tan tiesos… Debía de estar muy caliente.

Helen se sacó su otro pecho y apretó ambos, pellizcándose los pezones… Luego, con la mano temblorosa, hizo clic con el ratón para ver otra foto ampliada… Angie gimió cuando se fijo… Las piernas de Susan, muy abiertas, estaban sobre las de sus hijas y volvió a gemir cuando notó que Margaret y Roxana tenían, cada una, sus dedos colocados en los labios del coño de su madre, doblándolos hacia atrás para abrirle el coño y mostrar bien el clítoris de su madre… Las chicas sonreían a la cámara, y la punta de la lengua de Margaret era visible fuera de su sexual boca, insinuando su función.

Helen golpeó con su mano derecha su entrepierna y comenzó a frotar furiosamente su raja a través de la pantaloneta… Su mente se tambaleaba… En la foto estaba el coño de su amante, un coño que ella adoraba y que sus dos adorables hijas le habían abierto para que se viera… Helen gimió y se quitó la blusa y se bajo los pantaloneta y la tanga hasta los tobillos… Separó las piernas y se dio una palmada en el coño afeitado mientras se decía a si misma: «Oh, joder, Susan, vas a hacer que me corra tan jodidamente bien», gimió cuando hizo clic en la imagen para aumentarla de tamaño.

Angie gimió mientras se metía dos dedos en su coño mojado y asimilaba la lujuriosa imagen que llenaba la pantalla de su ordenador.

En otra foto, Margaret y Roxana estaban entre las piernas de su madre, abriéndole los labios de su coño con los dedos y cada chica sacaba la lengua hasta converger en el clítoris rosa de su madre… Cuántas veces Helen había puesto su lengua en el receptivo clítoris de Susan… Ahora, en la foto, eran sus hijas las que lo hacían sobre el clítoris hinchado de su madre, lo cual la excitaba de sobremanera.

En la foto siguiente, Margaret estaba lamiendo el clítoris de su madre mientras Roxana estaba a punto de hundir su lengua en el enorme y abierto ano de Susan.

Helen hizo una pausa para recrearse en la escena y entonces se dio cuenta de que además de ser un regalo de su amante, también podría ser un mensaje que le enviaba.

Con los dedos húmedos, Helen hizo clic en la siguiente foto que necesitaba ver… – «Oh, joder, esto es tan jodidamente caliente», gritó ella al ver como la lengua de Margaret estaba ahora profundamente metida en el coño de su madre y Roxana le estaba chupando fuertemente el clítoris… Se veía perfectamente la escena.

Ahora Helen se metió tres dedos en su coño mientras se daba cuenta de lo húmedo que estaba el coño de su amante Susan, recordando lo mucho que le gustaba utilizar la lengua para follar con ella, chuparle bien y tragarse cada gota del jugo que salía de su coño.

La siguiente foto era más ancha, abarcando todo el cuerpo de Susan y su hermosa cara… Helen había visto esa mirada en la cara de su amante muchas veces… Susan le estaba sonriendo, sí, pero era una sonrisa estática, mientras miraba directamente a la cámara, con una mirada de absoluta lujuria, tiraba con fuerza de sus pezones.

En la siguiente imagen, Margaret estaba follando a su madre metiéndole tres dedos en su coño y besando a su hermana Roxana, que seguía lamiendo el clítoris de su madre atrapado en el fuego cruzado de las lenguas de sus hijas… Helen miró atentamente la pantalla del ordenador mientras agarraba su propio clítoris entre su pulgar y su índice y lo apretaba con fuerza.

En la imagen siguiente, tanto Margaret como Roxana, mostraban dos dedos metidos en el interior del coño de su madre, abriéndolo, mientras ellas continúan besándose y lengüeándose, sobre el clítoris rosado de su madre.

Helen se metió tres dedos dentro del coño y gimió continuamente… Ahora, su hija Pamela pasó por su mente… Mientras continuaba masturbando su clítoris, se imaginó a Pamela gimiendo mientras le tocaba el coño con los dedos y movía la lengua sin piedad sobre el clítoris de su hija… Estas imágenes la estaban volviendo loca, pero también estaban aclarando su mente… El momento del silencio había terminado… Ella le diría todo a su encantadora hija en cuanto volviera a casa y después se la follaría de una puñetera vez, que ya tenía muchas ganas de hacerlo.

Helen estaba muy cerca de correrse, y sabía que sólo quedaban unas pocas imágenes por ver… Ella hizo clic con el ratón y volvió a poner sus dedos en su clítoris, alternando pasarlo a lo largo del coño que estaba soltando flujo sin cesar… La puntilla fue ver la siguiente imagen… El coño de Susan tiraba caldo sin cesar, mientras sus dos adorables hijas, abrían la boca y capturaban el precioso néctar de su madre les obsequiaba para que lo tragaran.

Esto ya fue demasiado para Helen, que arqueó su trasero de la silla y roció su propio semen cremoso sobre el escritorio y el teclado… Cuando el tremendo orgasmo de Helen disminuyó, hizo clic en la imagen final del archivo… Y gimió una vez más, cuando vio a Susan, otra vez, entre sus dos adorables hijas en el sofá… En esta imagen, las chicas tenían las piernas abiertas y los elegantes dedos de Susan separaban hábilmente los labios vaginales rosados ​​de los coños de sus hija.

Helen sonrió y sintió su clítoris temblar una vez más… Debajo de la increíble foto había un breve mensaje para Helen.

«Amor, es hora de que te unas a la diversión y te folles a Pamela… Y con el tiempo, que espero sea breve, podamos estar todas juntas para disfrutar lo increíble e impensable… ¿Querrás?».

F I N

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