El amigo gay de mi hermana me hace perder la virginidad

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Tengo diez y ocho años, mi hermana Natalia tiene veinte y esta muy buena, me gusta mirarla con su ropa sexi y su cuerpo precioso. Tiene muchos amigos y amigas, con su personalidad, simpatía y belleza atrae a mucha gente.
Uno de ellos David, un chico que siempre la acompaña de tiendas, es un gay con mucha pluma. Siempre que venía a casa intentaba frotarse conmigo. Me acariciaba la cara dulcemente y se ponia tontorrón, todo lo que la presencia de mi hermana o mis padres le permitía.

No se si esta enamorado de mi, pero desde luego me desea. Al principio me hacia el despistado, pero cuando me di cuenta del juego incluso intentaba excitarle mas. Aparecía en pantalones cortos y ajustados o sin camiseta ante él cada vez que venía a casa. Un juego de provocación y excitación algo inocente, me parecía.

Era un chico guapo y aunque a mi me gustan las chicas me ponía cachondo seguirle el juego y mas de una vez tuve que retirarme a mi habitación a masturbarme pues había conseguido excitarme de verdad con el cachondeo y los toqueteos.

Hasta el día que la casualidad, sigo dudando si mi hermana no tuvo algo que ver, conspiró ¿con? ¿contra? nosotros. A estas alturas ya sé que lo hizo adrede. Mis padres y mi hermana tuvieron que salir y no volverían hasta el día siguiente. Y yo me quedé solo en casa.

David se presentó a buscar a mi hermana con la que había quedado. Y esta había olvidado llamarle para que no fuera. Dada la confianza que nos teníamos le invité a pasar. Nos tomamos un refresco mientras le contaba la situación. Pasaríamos un rato divertido y me imaginaba que podríamos seguir con los jugueteos estando a solas.

Hacia calor y para estar por casa no llevaba mas que un viejo pantalón de deporte bastante escaso y apretado. E iba sin camiseta luciendo mi torso lampiño.

Pareció apenarse por haberse quedado sin plan, a la vez que me miraba con ojos de carnero degollado. Devorando mi piel expuesta. Estaba claro que la situación no terminaba de disgustarle. Le ofrecí un refresco y un rato de charla.

Su mirada comenzó a excitarme y casi sin pensarlo dejé descansar una mano sobre su muslo, diciéndole que quizá podríamos divertirnos juntos. En ese momento pudo más la lujuria que la prudencia en la balanza de mi mente.
Aún pienso que solo pretendía que me sacara a tomar una copa por ahí aprovechando que él era mayor de edad. Pero las cosas se estaban torciendo rápidamente. Todavía no sé si era jugar a provocarlo o si de verdad pretendía llegar a más.

Su gesto de sorpresa y de lujuria me impresionó y calentó más a mí. Me excitó tanto que me incliné hacia él depositando un beso suave en sus labios. Apenas fue un leve roce casi sin carga de lascivia. En ese momento no sabia a donde quería llegar con él. Pensaba que solo era una muestra de cariño. Pero ya no había marcha atrás.

Un segundo mas tarde nos estábamos besando sentados en el sofá. Mi lengua hambrienta pero inexperta pasó a explorar su boca todo lo adentro que podía, la suya me correspondía de igual manera llegando a mis dientes, al paladar, por debajo de la lengua y la intención era llegar a mis amígdalas si hubiera tenido suficiente longitud.

Él me acariciaba el pecho desnudo, las yemas de sus dedos recorrían mi piel y pellizcaban mis pezones con suavidad.

Me decía una y otra vez:

-me gustas, siempre me has puesto muy caliente, quiero que me folles.

Me lo llevé a mi habitación con la clara intención de perder la virginidad esa tarde. Tenía ganas de buen sexo y tenia ganas de él. De pie junto a mi cama volvimos a besarnos con pasión.
Le dije:

-Tranquilo, hoy no te me escapas.

Con la seguridad que le daba su experiencia se separó un poco y fue besando y lamiendo mi cuello bajando por mi pecho lampiño y mordisqueando mis pezones mientras me dejaba la piel húmeda de saliva. Pasó a lamer mis axilas levantando mis brazos por detrás de mi cabeza, me sentía muy expuesto y me encantaba.

Continuó hacia mi vientre hasta llegar al elástico de mis pantalones cortos, lo único que yo tenía puesto. Mirándome a los ojos con cara de vicio me suplicó permiso para continuar y le contesté con una sonrisa:

-como te eches atrás ahora te mato.

Sin más dudas me lo bajó, sólo lo bajó, y quedó admirado de mi polla bien dura y el vello rubio y suave que cubría mi pubis casi invisible. Depositó un beso suave sobre mi glande haciendo que se pusiera más duro si eso era posible. Pasó su lengua por mi escroto lo que casi hace que me corra en ese instante.

Yo me limitaba a revolver su cabello disfrutando de lo que me estaba haciendo sentir.

Por fin se la metió en la boca acariciando con sus manos mis testículos. Aún no se atrevía a acariciar mi culo. Parecía que tenía ganas de mi sexo, de mi rabo, de mi semen.

Estaba tan excitado que a los pocos segundos le advertí que me corría y el sin darle importancia siguió mamando. Apretando mi polla contra su paladar aún mas fuerte recorriéndola y jugando con la lengua hasta que eyaculé en su boca.

Entonces se levantó y me besó. Mi semen aun en su boca batiéndolo y jugando entre las lenguas. A veces se separaba un poco y un hilo de lefa y saliva unía nuestras lenguas juguetonas. Que de inmediato se volvían a juntar.

A todo esto yo casi desnudo por completo y él seguía vestido. Asi que empecé a desnudarlo liberando su cuerpo de su ajustada camiseta, de las playeras, y bajando los estrechos vaqueros.

Mientras lo hacia besaba su piel, la primera que tocaba así de otra persona. Lo lamía disfrutando de tener un cuerpo así entregado.

Yo tenia mis fantasías, un montón de porno y lo que había investigado en internet. Lamí su cuello bajando por su pecho depilado sin dejar que me tocara. Sujetando sus muñecas sobre su cabeza como había hecho el antes pude lamer sus sobacos suaves depilados y con aroma a desodorante. Los míos debían haberle olido a sudor lo que no le había importado.

Mordí sus pezones pequeños y oscuros que se pusieron durísimos. Volví a lamer sus axilas sin vello. Jugaba con él, con su piel. Bajé por su vientre mientras abría sus pantalones y liberaba su polla del pequeño y sexi slip que la contenía dándole una lamida larga y lasciva mirándolo a los ojos.

Su pubis suave sin vello fue una agradable sorpresa pensaba que solo los actores porno se depilaban ahí. Así que aproveché para lamer sus huevos.

Estaríamos mas cómodos en mi cama. No podía separar sus labios de mi cuerpo ni yo mis manos del suyo. Los sentía por todas partes despacio lamiendo mi cuello y hombros bajando hasta mi pecho y mis axilas, mordisqueando suave mis pezones duros oscuros en mi piel morena.

Seguía por mi vientre plano haciéndome cosquillas con la lengua, sus manos tiraban de mis pantalones de deporte cortos y ajustados. Los bajó despacio por mis muslos liberando por fin mi dura polla. No tuvo prisa por tomarla en su boca, se la quedó mirando y acariciándola suavemente.

-no sabes las ganas que tenía de tenerla entre mis manos.

-creo que nos hacíamos una idea.

-¿Quienes?

-Natalia y yo claro.

-¿así que vosotros también habéis hablado de mis deseos?

Incorporándome sobre los codos y mirándolo a los ojos le dije:

-¿No pensarías que lo estabas ocultando bien?

Y llamándolo con un dedo para que subiera le besé en los labios. A la vez tiraba de su camiseta para sacársela.

Metiéndole la lengua en la oreja le dije:

-venga, termina de desnudarte, quiero ver ese culito que me has prometido.

Dejándose caer de espaldas a mi lado se arrancó en un segundo los vaqueros y el slip ajustado llevándoselos juntos.

-tendrás que guiarme es la primera vez que follo un culito. Es la primera vez que follo.

Amorrado a mi polla que no podía ponerse ya mas dura me dijo:

-sin prisa ¿No has dicho que tenemos tiempo? Primero quiero probar tu leche con tranquilidad.

-Tenemos toda la noche pero quiero verte desnudo.

También era la primera mamada seria que alguien me hacía y la verdad es que la estaba disfrutando. Antes me había limitado a correrme apenas se la había metido en la boca. Él se esmeraba lamiendo de arriba abajo, metiéndose los huevos en la boca y chupándolos como caramelos. Haciéndolo largo sensual para hacerme disfrutar todo lo que podía.

En un esfuerzo intentaba tragarla hasta el fondo de su garganta y aunque lo llevaba bien, lo mejor era cuando me apretaba el glande con su lengua contra el paladar mientras acariciaba los testículos o el tronco, la lengua frotando justo en el frenillo.

En ningún momento la lengua y las manos pararon. No dejaron de estar sobre mi piel hasta que inevitablemente me corrí en su boca. Suspirando y gimiendo descargué el semen en un orgasmo genial, el mejor de mi vida hasta ese momento.

Se tragó casi todo pero cuando enseguida volví a besarlo en los labios y a juguetear con su lengua noté de nuevo mi sabor en la boca.

El sabor de mi propia leche en la boca de mi primer amante. Haciéndome arrumacos y caricias desnudos los dos sobre mi cama me dejó descansar para que me recuperara. Fue a buscar la vaselina al tocador de mi hermana. Donde sabía que estaba, y entonces me permitió explorar su hermoso cuerpo.

Ahora era yo quien lo acariciaba, besaba, lamía y excitaba a tope para poder follármelo. Me daba un morbazo enorme tener su cuerpo desnudo a mi disposición. Eso hacía que mi rabo volviera a ponerse en condiciones sin apenas tocarlo.

Tenía su polla dura en la mano y le masturbaba como él había hecho conmigo. Se dio la vuelta. Boca abajo en la cama lo tenía a mi merced y pensaba hacerle disfrutar. Sujetando sus brazos a la cama con una de mis manos por encima de su cabeza besé su nuca. Pasando la lengua por cuello y hombros.

La columna y los riñones usando suave los dientes hasta que los clavé un poco más fuerte en su nalga para dejar mi marca. Nalgas duras respingonas que yo abría con las manos. Contemple con tiempo aquello que iba a follar. Ni un pelo me lo ocultaba suave y limpio como si lo hubiera preparado justo antes de venir. Probablemente lo había hecho.

Después de mordisquear las nalgas le pasé la lengua por la raja de arriba abajo pasando por el ano pero sin detenerme. No al principio, levantaba el culo siguiendo mi ritmo para facilitarme las cosas. Cuando estaba bien caliente le clavé la lengua en el culo lo más profundo que pude y oí con satisfacción el gemido que soltó entonces.

Agarré la vaselina dispuesto a hacérselo pasar lo mejor posible. Dos dedos bien untados, casi ni hacia falta se deslizaban dentro de su cuerpo sin ningún esfuerzo, clavados en su culo. Con ellos se la extendí por el ano una buena cantidad y con esa misma mano puse bastante en mi polla para que nada quedara sin cubrir y le hiciera daño. Limpiándome la mano en mis pantalones cortos pude por fin agarrar su cadera y enfilar el glande a tan pequeña diana.

De tan dura que la tenía no necesitaba sujetármela una vez bien apoyada en la entrada empujaba con suavidad para que fuera entrando sin que nos doliera. El glande se abría paso como cuchillo caliente por maquilla y una vez que entró bastó un empujón para que todo el tronco fuera detrás. Cuando quise darme cuenta mis testículos rozaban los suyos.

Me retiraba un poco para sentirlo mas tiempo y mejor y al momento volvía a hacer fuerza. No creía lo fácil que me estaba resultando, a cada empujón entraba más, hasta El glande había pasado en un golpe y el resto fue dentro solo y pude apreciarlo por el placentero apretón que sentía en el tronco. Un gemido suyo me indicó que no lo estaba haciendo mal del todo.

Le entraba hasta que mis huevos hicieron tope en los suyos. No podía dejar de mirar como el ano se tragaba mi rabo, como se distendía ante la presión. Me lo estaba follando y era mi primera vez.

Mis manos recorrían su suave piel, le acariciaba todo lo que alcanzaba de los hombros a los muslos. O me agarraba a sus nalgas como si se me fueran a escapar, que no era el caso. Mientras bombeaba sin descanso y cada vez mas fuerte. Con su cabeza apoyada en mi almohada su mano entre sus muslos alcanzaba mis testículos, los de los dos y su polla que no dejaba tranquila.

-¡córrete dentro!. Me decía. ¡follame fuerte mi macho!.

-¡Como me aprietas!

-Como he deseado esa dura polla donde está y que la dejes ahí durante horas.

No creo que aguantara mucho aquella primera vez y eso que ya me había corrido dos veces en su boca, con lo caliente que iba. Pero no estaba para cronometrarme. Así que descargué todo el semen en su culo en el mejor orgasmo de mi vida hasta el momento. Empiezo a repetirme, cada orgasmo con él era aún mejor que el anterior.

Derrengado me dejé caer sobre su espalda aún sin sacarla besando y lamiendo su cuello y hombros. Giró la cara sonriéndome buscando mi lengua con la suya. Volví a besarlo mientras me separaba despacio dejándome caer a su lado boca arriba. Agotado no tanto por el esfuerzo físico sino por el emocional.

Se acomodó en el hueco de mi brazo con el pecho, lamiendo mi axila o alzando la cabeza hacia mí para darnos suaves besos. Rozándonos relajados y dejando que me hiciera a la idea de haberle hecho el amor.

Allí fue cuando por fin me contó que todo había sido una encerrona de mi hermana para que los dos pudiéramos pasar un buen rato juntos y que yo dejara de ser virgen. En realidad no llegué a enfadarme, no sólo deseaba follar, ese chico me gustaba y no quería hacerle daño, pretendía disfrutar con él. Aunque también me gustaban las chicas, joder, mi hermana me la seguía poniendo dura.

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