El castigo de una zorra infiel

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Castigo a la mujer adúltera

Me contaron esta historia que quiero escribiros para que no quede nunca en el olvido… Así me lo dijo y tal cual lo redacto:

Unos años antes del famoso juicio de las brujas de Salem, en una Comunidad no lejos de ese pueblo, una esposa, sorprendida en adulterio, fue castigada ante toda la Comunidad anabautista (aquellos que consideran invalido el bautismo cuando son bebés y deben volver a bautizarse cuando son adultos)

El nombre de esa mujer ha sido olvidado, y el pueblo desde entonces ha dejado de existir… Sin embargo, la historia ha sido transmitida durante varias generaciones por los hombres de mi familia.

Esta joven en particular, se había visto obligada a casarse con un hombre muchos años mayor que ella, cuando sólo tenía diecisiete años… A los dieciocho años, era ya una mujer casada de reconocida belleza en la Comunidad anabautista.

La joven tenía un largo cabello que colgaba hasta casi su cintura, grandes pechos y caderas delgadas… Todos los jóvenes solteros del pueblo la deseaban, pero ella estaba casada a desgana y sin ningún amor.

Un día de verano, su esposo la había sorprendido haciendo el amor en el bosque… Dijo que su esposa había hechizado al joven y la llevo ante los ancianos de la Iglesia… Y ellos acordaron que debía ser desnudada, colocarla así ante toda la Comunidad para azotarla, marcarla y dejarla toda la noche en el centro de la plaza de la ciudad.

La hermosa joven adultera fue conducida a la plaza frente a la iglesia y al ayuntamiento donde el ministro anabaptista la desnudó completamente… Y todos los miembros del pueblo contemplaron el espectáculo.

La mujer desnuda fue colocada en un montante de tablones de madera, especialmente hecho para sujetar bien sus manos y la cabeza.

Largos clavos de hierro fueron introducidos en ambos lados de sus pechos y unas cuerdas de cuero, atadas a los clavos, fueron atadas con fuerza sobre sus pechos casi aplastándolos contra el tablón vertical del montante en el que quedó fuertemente sujeta.

Mientras uno de los ancianos vigilaba a la esposa adultera, el predicador de la Iglesia azotó sus hermosas nalgas desnudas con una caña delgada para que pronto se pusieran rojas como el fuego por los varazos que le dio.

La indefensa esposa adultera, sollozó y gimió cuando el predicador, una vez terminado su castigo, colocó la caña sobre sus firmes nalgas y muslos blancos.

La pasearon a lo largo de la plaza hasta llevarla, otra vez, a la plataforma en la que fue nuevamente atada, doblándola y haciendo que su bonito culo, ahora enrojecido por los varazos, dejase ver su coño a la vista de la gente de la comunidad.

Su fino vello pélvico permitió que su ano y sus labios vaginales se vieran completamente, calentando a los jóvenes del pueblo que lo vieron.

Un hierro al rojo vivo, con la letra ‘A’, de Adultera, fue presionada contra su nalga izquierda, y ella gritó mientras quemaban su piel.

Una ‘P’, de Puta, fue marcada en su vientre blando y blanco, haciendo que se retorciera de dolor.

La dejaron allí para que todos la vieran… Su cuerpo había sido azotado y degradado por las marcas.

Durante toda la tarde, los hombres pasaron y desearon el cuerpo desnudo y torturado de la joven belleza… Anhelaban follar su joven y apretado coño, pero no se atrevieron a hacerlo a plena luz del día.

El predicador vigiló el cuerpo de la mujer, víctima de la lujuria de la joven… Él siempre había deseado a la doncella desde que había sido el pastor de la iglesia comunitaria… De vez en cuando, echaba un vistazo a su cuerpo y su boca se secaba de deseo.

A mitad de la noche, varios de los jóvenes de la Comunidad se acercaron sigilosamente al cuerpo de la mujer desnuda.

El predicador hacía tiempo que se había retirado a su cama en su casa parroquial cercana pensando en la belle joven adultera.

La joven, agotada de su largo día de castigo, de alguna manera se las había arreglado para quedar medio dormida mientras estaba parada allí.

Un valiente muchacho se le acercó y le susurró al oído que se la iba a follar… Le separó sus nalgas y entró con su gran polla, en su apretado y joven coño por detrás… Ella gimió cuando él comenzó a follársela con fuerza… Se corrió pronto y se retiró.

Un segundo joven lo siguió… Empujó su polla en su coño resbaladizo y la violó aún con más fuerza que el anterior chico… Ella gimió en voz baja, primero por el dolor y luego por el placer que le daba… Le empujó el culo hacia delante hasta que el chico se corrió.

A este segundo joven le siguieron otros cuatro jóvenes más que la follaron vigorosamente, estirando su coño y abriéndoselo aún más con sus pollas rígidas… La dejaron con su vagina abierta y goteando semen y su propio fluido bajando por sus cansadas piernas.

Ella tuvo un visitante más esa noche… Éste, sin embargo, no se folló su coño… Él prefirió la puerta trasera… Empujó su gran polla dura en su ano y la cogió brutalmente, apretando hasta que se la metió profundamente en sus entrañas, vaciando su carga de esperma mientras continuaba bombeando su polla salvajemente en su castigado cuerpo.

Ella se mordió los labios y aceptó ser enculada sin emitir grito alguno… Sabía que no se atrevería a decirles a todos que el predicador había sodomizado su hermoso ano marrón… Era demasiado lo que tuvo que soportar, pero lo hizo.

Al día siguiente, el predicador liberó a la chica adultera torturada y marcada de por vida… Evitó mirarlo directamente a los ojos… Luego caminó desnuda hasta su casa, donde esperaba su ceñudo marido.

Intentó obligarla a tener relaciones sexuales, pero ella se negó… Una semana después, la joven adultera desapareció un día cuando su esposo estaba en el campo, arando.

La leyenda dice que se escapó con el joven que la había follado en el bosque ese día… La leyenda también dice que soy descendiente de esa unión… ¿Qué será verdad y qué será mentira?… No lo sé.

F I N