El increíble sexo con mi tío Gabriel

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Mi Tío Gabriel.

La camioneta de Miguel se paró frente a la puerta, me extrañó, ya que acostumbra a llegar a casa él sábado por la tarde, hoy era una tarde de viernes con bastantes nubes en el cielo, aun así, era una tarde calurosa, bochornosa, Sali a recibir a mi padre.

Juan, ayúdanos con las maletas, ¡Te tengo una sorpresa!, mira, te presento a Gabriel, es tu tío.
La verdad nunca supe de dónde venía mi parentesco con Gabriel, mi tío,

Hola tío mucho gusto de conocerte, soy Juan.
El gusto es mío Juanito, que bien te va ese short, te ves estupendo.
Ja, ja, ja, insiste en vestir de esa manera mi hijo es muy coqueto.
Miguel se metió al baño, mi tío y yo nos quedamos a meter las maletas, me agaché a recoger una bolsa del piso, mi tío me dio una nalgada. Volví mi vista a él y solo le lancé una sonrisa, que después me pareció tonta.

Gabriel es un chico cuatro años mayor que yo, de constitución fuerte, de ojos color miel, de una sonrisa agradable, nunca se me ocurrió preguntar de dónde venía nuestro parentesco, acepté como válida el que Miguel me dijera que era mi tío.

Gabriel pasará unos días en casa, dormirá en tu cama, así que tu podrás acompañarme, aunque solo será el fin de semana el lunes tu tío y yo nos iremos a Viesca a trabajar.
En realidad, mi padre lo dijo a manera de disimular nuestra situación. Desde la partida de mi madre, yo me había cambiado a su cuarto, los fines de semana me quedaba en nuestra cama, entre semana me gustaba disfrutar de mi cuarto, me sentía muy en mi ambiente, en mi intimidad. Podía leer, pasaba ratos muy agradables recordando situaciones pasadas.

A diferencia mía, mi tío a sus 19 años era un hombre que casi había alcanzado la plenitud de su cuerpo, alto, fornido moreno, de ojos entre azul y grises, con una mirada penetrante, unas manos grandes. Mi tío ocuparía un lugar importante en mi vida después de Miguel.

¡Caray sobrino, Miguel me habló de ti! Se quedó muy corto con su descripción, no me dijo lo lindo que estás, lo delicado que pareces y lo jotito que te miras.
Miguel rara vez utilizaba palabras groseras, Gabriel no se detenía en proferir palabras soeces con mucha facilidad, sin ninguna pena, me metí en mi cuarto para vestirme con algo decoroso y evitar así las miradas de mi tío sobre mi cuerpo, insistentes, cargadas de lujuria.

¿Qué preparaste de comer Juan?
No pensé que llegara hoy a casa Pa, me preparé un sándwich de carne con aguacate y jitomate, si me esperan preparo algo.
Anda pues te esperamos.
Mi madre en vida me había enseñado a cocinar lo elemental, lo hacía con gusto, me puse a elaborar rápidamente algo sencillo para para los dos, en poco tiempo estaban sentados a la mesa.

Te luciste Juanito, todo está muy rico, solo faltaron las cervezas. -Dijo mi tío-
¡Hay tío! Hay que comprarlas en el centro, aquí cerca no hay una tienda.
Pues hay que ir a comprarlas, ¿Miguel me prestas la camioneta y me das dinero para comprar unas cervezas?
Miguel le dio un billete, las llaves de la camioneta y le recomendó manejar con cuidado. Me cerró un ojo en señal de complicidad y con disimulo me mostró su paquete, se sentía deseoso. Me alegré, era buena oportunidad, sabía lo que venía cuando mi tío fuera por las cervezas, aunque era poco tiempo algo haríamos.

Oye Miguel, no conozco la ciudad, que Juanito me acompañe.
¡Hay Gabriel! Algo encontraras.
No Miguel, de verdad, deja que Juan me acompañe.
Miguel hizo un gesto de desagrado, aún así, aceptó que acompañara a mi tío
Antes de ello me llamó al cuarto para darme ciertas recomendaciones.

Juan, te recomiendo tengas mucho cuidado con tu tío, Gabriel es un cabrón, cámbiate de ropa, ponte algo que no sea ese pantalón pegado.
Si Pa, no tenga cuidado, bien sabe que no ando buscando nada.
Pues más te vale Juan, más te vale.
Miguel conocía las mañas de mi Tío, por eso su recomendación, no niego que Gabriel me había impresionado, su manera de verme, su forma de tratarme, su cuerpo y su juventud me atraían, pero de eso a que yo me rindiera con él había un gran obstáculo.

¡Qué lindo estás sobrino! el short que traías puesto te queda divino, se marcan tus nalgas muy lindas.
Oh, gracias Tío, eres amable.
El viaje al centro de la ciudad toma unos 15 o 20 minutos, transitamos por un camino vecinal con arbustos y cactus a ambos lados de dos kilómetros antes de abordar la carretera pavimentada, desde que iniciamos el viaje, mi tío se tocaba la entrepiernas, vi como su pene se hacía notar a través de su pantalón, por discreción volví mi vista a un lado, mi tentación fue mucha que regresé mi vista a su entrepierna durante un momento.

¿Cómo la ves Juanito, te gusta?
Este, no, no, como crees tío.
¿Ya la probaste, me imagino?
¿Por qué piensas eso? ¡No, Para nada!
Para ese momento estábamos llegando a la vinatería, Gabriel se acomodó hacía arriba su pene para disimular su erección, bajó a comprar, las cervezas y agregó una botella de Ron, Don Marcial, amigo de mi padre a quien conocí en una reunión de amigos, reconoció la camioneta de Miguel, me hizo una seña para que fuera a saludarlo.

¡Buena tarde Don Marcial! Gusto de saludarlo.
Hola Muchacho más gusto siento yo, solo nos vimos esa ocasión en la reunión aquella reunión, ¿Recuerdas?
Claro que lo recuerdo, ah Don Marcial, le presento a mi tío Gabriel.
Mucho gusto señor Marcial -dijo mi tío
Hola Muchacho, estás joven, pues ya van bien refaccionados, ¿van a tener reunión?
No señor. -dijo mi tío- solo para estar en casa
Mira mijo, te regalo esta bebida, sé que te gusta, tómala con mesura.
Si don Marcial
Emprendimos el regreso a casa, después de comprar las cervezas pronto estábamos sobre la carretera rumbo a casa.

Caray Juanito que pegue tienes, ese hombre te comía con la mirada, y te regaló ese ron tan sabroso, ¿Por qué?
Lo escuchaste tío, es amigo de mi padre, lo conocí en una reunión, solo eso.
Abrió una cerveza y comenzó a beberla, se acariciaba su entrepierna, tomó mi mano y la puso entre ellas, traté de retirarla, me la mantuvo ahí, sentía la firmeza de su falo, viró hacía un camino de tierra, se adentró y se estacionó al abrigo de unos arbustos.

¿Te gusta sobrino?
No esperó respuesta, abrió su bragueta, sacó su miembro erecto con dificultad, moreno, gordo, el glande cubierto por el prepucio. Puso mi mano sobre su hermosa verga, disimulé volviendo mi vista hacia el frente, su mano acarició mi cabellera suelta, y me forzó acercándome a su entrepierna.

Anda Juanito, sé que te gusta, sé que deseas darle una chupada
¡No tío, no, para nada!
Abrió la botella que Don Marcial me había regalado, me ofreció que bebiera.

Estás nervioso Juanito, bebe del licor que te regaló el ruco ese.
Y si, vaya que me gustaba ese licor, lo bebí, uno, dos tres tragos, ¡Delicioso! Dije, delicioso, eso me relajó, me sentí desinhibido.

Acercó su cara a la mía, pasó su lengua sobre mis labios, abrí mi boca para permitir un beso profundo, metió su lengua la acepté, mantenía mi mano sobre su miembro viril, descubrí su glande, un pene gordo, brillante, con un gran deseo de ser atendido,

Lo tenía durísimo, descubrí su prepucio, apareció su glande, grande, brillante, puse mis labios sobre él, le di un beso, luego pasé mi lengua alrededor, abriendo mi boca entró lentamente, muy lentamente, sentí que invadía mi garganta, se mantuvo un momento para después comenzar a meterla y sacarla, permitiendo que le chupara su glande, y pasar mi lengua por la punta. Luego lo vi directamente a la cara, como buscando su aprobación.

Por favor tío no le vayas a decir nada de esto a mi papá
No Juanito, como crees, para nada, esto queda entre tu y yo, sabía que te gusta la verga, lo supe desde que te vi por primera vez.
Continué con mi caricia abriendo mi boca y recibiendo su verga, reinicié la mamada, una y otra vez, ocasionalmente volvía mi vista hacía el rostro de mi tío, de verdad disfrutaba de mi caricia. Su mano exploraba mis nalgas bajo mi ropa, llegó hasta mi abertura, sentí su mano, su caricia, su deseo, su necesidad de llegar a algo más.

No pares Juan, sigue, es toda tuya.
Seguí con mi gusto, sentía que me llegaba a la garganta, me ahogaba, las lágrimas afloraban a mis ojos. Por un momento me desprendí de su falo, para descansar de sus embestidas.

¡Sigue Juan! ¡Sigue! estoy por venirme, no pares, no pares, sigue mamando.
Seguí con mi caricia, me ahogaba, mas no me importaba, solo deseaba complacer a Gabriel, y recibir su semen, volví mi vista a su cara, sus ojos estaban cerrados, sus manos sobre mi cabeza, evitando que me retirara, no deseaba hacerlo, solo esperaba su final.

¡Oh! ¡Oh! Que rico, ya, ya.
Su semen pegó en mi garganta, sentí el sabor agridulce en mi boca, lo saboreé, continuó su movimiento, prácticamente me seguía cogiendo por la boca, una y otra vez, hasta que su verga fue perdiendo su dureza.

Si que sabes hacerlo Juan.
Tío ya nos tardamos mucho tiempo, mi papá puede sospechar
Compusimos nuestra ropa, arrancó la camioneta, mientras nos dirigíamos a casa me dijo.

Estuviste estupendo Juan, de verdad me gustó, el short que usas te queda muy bien Juan, resalta tu figura, mientras esté en tu casa te quiero ver vestido así. Me calienta.
Pero tío a mi papá no le gusta que me ponga ese short
Eso no mi importa Juan, te quiero ver así, me prendes.
No respondí, me lo dijo con mucha seguridad, no tardamos en estar en casa. Miguel nos preguntó sobre el motivo de nuestra tardanza, Gabriel muy astuto, se ensució las manos sobre una llanta.

Es que se bajó una llanta, no traes llanta de refacción, lo bueno es que estábamos cerca de una desponchadora.
Si Papá, eso fue lo bueno. -solo eso pude decir-
Se sentaron a la mesa, y comenzaron a tomar cerveza, fui al cuarto a cambiarme de ropa tal como Gabriel me había pedido, sabía que yo le gustaba, y demasiado, con Miguel en casa, no sería posible llegar más de lo que hicimos en aquel paraje escondidos de vistas inoportunas, ya me había bañado me estaba vistiendo cuando entró Miguel.

¡Juan! ¿Qué pasó con tu tío?
Hay pa, me espantaste. Nada, no pasó nada
¿Como que nada? Eso de la ponchadura de la llanta no me la trago.
La verdad no se ponchó la llanta, no quise contradecir a mi tío
Llegamos a el negocio de Don Marcial, estuvimos platicando con él, a propósito, te mandó ese Ron que tanto te gusta

Miguel estaba excitado, muy erecto, Me abrazó, me besó, acarició mis nalgas.

Está bien Juan, hoy te toca, te preparas bien, por cierto, que bien te queda ese short, me encantan tus nalgas, estaré platicando con tu tío un rato, prepara unos bocadillos.
Si Pa, preparo algo para ustedes, luego voy a estar en tu cuarto para cuando llegues.
Fui a la cocina, serví cacahuates, palomitas, y unas tortas para que estuvieran bien atendidos. Mientras preparaba las frituras mi tío Gabriel fue hasta la cocina, se cuidó que Miguel no se diera cuenta, y me acarició las nalgas, sus dedos acariciaron entre mis nalgas, mi short le permitía hacerlo.

Cuidado tío puede verte mi papá. -se lo dije cuidando no levantar mi voz-
¡Hay Juanito! ¡Qué bueno estás! Te aseguro que pronto te voy a coger.
Fingí no escucharlo, llevé lo preparado hasta el lugar de Miguel, Me senté a su lado, con una bebida en mis manos, no pensaba estar mucho tiempo, ellos tendrían cosas que platicar, Gabriel ocupó un lugar a mi lado, frente a Miguel, la platica estuvo muy variada, disimuladamente mi tío tocaba mis piernas, se atrevió a meter su mano en mi trasero, me puse nervioso, mi bebida hacía efecto en mí.

Bueno, me voy a dormir.
Porque te aún es temprano.
Estoy cansado tío, mañana seguimos platicando
Antes de acostarme me metí bajo la regadera, esperaba despejarme del exceso de alcohol ingerido, si, estaba fatigado, los sucesos del día me habían excitado, pasé un rato agradable con Gabriel, Le había mamado la verga hasta que se vino en mi boca. Cerré la llave de la regadera, sequé bien mi cuerpo, me metí bajo la sábana totalmente desnudo, esperando que llegara Miguel, cerré mis ojos y me quedé dormido.

En algún momento de la noche escuché que la puerta se abría, me fingí dormido, Era Miguel, con dificultad se desnudó, se metió a la cama, sentí su virilidad pegarse a mi cuerpo, olía a alcohol, mas no me importó; sus manos acariciaron mi cuerpo, recorrieron mi espalda, se posaron sobre mis nalgas, después mi abrió y puso entre ellas su boca, me dio un beso, me estrujó las nalgas, me las mordió.

¡Oh Juanito! ¡Oh!
Continué fingiendo, me abrazó por la espalda, me dio una, dos tres nalgadas.

¡Oh Pa! ¿Qué pasa?
Mira como me tienes hijo.
No dije nada, simplemente me pegué a él, sentí la presión de su verga en mi entrada, le ayudé abriendo mis nalgas, presionó, volvió a hacerlo hasta que sentí como entraba, me puso boca abajo, y comenzó a moverse, entraba hasta adentro, se detenía, para volver a moverse con fuerza.

¡Oh Juanito, Oh! Que bien me oprimes la verga. ¡Que rico!
Siguió con su movimiento, mientras me daba en mi ano, me mordía una oreja, me lamía mi cuello, me hablaba al oído palabras dulces en combinación con palabras fuertes. Me movió para colocarme de lado, alzó una pierna mía, y me penetró, se movía, me daba hasta adentro, hasta que se corrió. Al poco rato escuché su respiración pausada, se quedó dormido con su verga dentro de mí.