El portero esperándome para reclamar su paga
Como había quedado, al día siguiente de haber dejado los libros de cocina gallega-asturiana al portero del edificio de la calle Alfonso Molina, para que pudiera ofrecérselos a los inquilinos para su posible compra, a las 7 menos 10 de la tarde, ya estaba entrando por el portal del edificio, donde me esperaba Pepe, el conserje de dicho edificio.
¡Hola! Me saludó nada más verme entrar. Vienes un poco temprano, me dijo nada más verme. ¿no podrías venir un poco más tarde? Es que me falta un vecino que llega a las 7 o 7 y cuarto.
Si puedes venir a las 8 ya te tengo todo listo, ¿puede ser?
Sí, le contesté, voy a tomar algo y luego vuelvo, le decía en el momento que entraba una señora en el portal.
Bueno, pues ven en una hora que ya te tengo todo listo.
Fui a beber una cerveza al bar que había al dar la vuelta a la calle, y cuando iban dar las 8 de la noche, acudí de nuevo al edificio donde me estaba esperando el conserje.
Esta vez nada más entrar, ya me hizo ir con él hasta el cuarto donde estaba la conserjería, donde además de la mesa donde me había follado el día anterior, era el cuarto donde guardaba los utensilios de limpieza, donde tenía un aseo, etc. Nada más pasar, el portero cerró la puerta, y después de cerrarla con llave, empezó a magrearme el culito.
Hoy estás de suerte, te he vendido todos los libros, tienes aquí todos los impresos cubiertos, con todos los datos para ir a cobrar al banco.
Ahora espero que te portes bien, y dejes que te folle este culito que me vuelve loco, me decía empezando a abrazarme por la espalda.
Se inclinó llevando su boca a mi cuello, y pasando su lengua por él, empezó a susurrarme mientras me manoseaba el culo, Quiero que me des tu culito y hacerte mi hembrita. Voy a llenarte el culito con mi leche y dejarte bien preñado.
Vamos a disfrutar de este lindo y tierno culito, ya verás como vas a gozar, te voy a hacer que grites de placer hasta que te corras de gusto, mientras te abro el culito con mi polla y te dejo preñado esta barriguita, me iba diciendo mientras me manoseaba con sus manos, y con su boca me iba mordiendo el cuello y oreja.
Dios, el cabrón ya estaba caliente a más no poder. Le notaba el bulto de su entrepierna duro e hinchado, restregándose por mi culo, mientras me lamía y mordisqueaba el cuello, a la vez que con sus manos me empezaba a desabotonar la camisa que llevaba.
Mientras me iba desabotonando la camisa, me iba acariciando con sus manos. Acarició mis pechos, parándose a pellizcar y apretar los pezones con sus dedos. Mi hembrita ya está caliente, ¿eh? Tienes los pezoncitos duritos y excitados. A ver como tienes la pollita, me susurraba llevando su mano a mi entrepierna palpándome la polla y genitales.
Oh putita, ya estás empalmado, tienes durita la pollita ¿eh?
Mi hembrita tiene ganas de su macho. Quiere que la monte y haga suya, ¿eh?
Quieres que te haga gozar y gemir hasta correrte, ¿eh putita? Me susurraba terminando de desabotonar la camisa, siguiendo luego aflojándome el cinturón, y desabrochándome el pantalón, hasta que este empezó a caer por su peso a mis tobillos. Metió su mano por el elástico de mi slip, y mientras me acariciaba los cachetes de mi culito, iba bajándome el slip, hasta que este resbaló por mis piernas cayendo junto al pantalón.
Que bueno estás, maricón, tienes un culito que me vuelve loco, me susurraba mientras me mordisqueaba el lóbulo de la oreja, lamía el cuello, a la vez que deslizaba sus manos por todo mi cuerpo, acariciándome.
Pasó sus manos por mis genitales, notando como mi polla estaba dura e hinchada, mmm, mi hembrita ya está caliente, ¿eh? Mira como tienes la polla dura, maricón.
Mi hembrita tiene hambre de verga, ¿verdad putita?
¡Ufff! Como me pones, putita, me susurraba sin dejar de acariciarme.
Yo que ya estaba excitado y caliente, mientras el portero me iba acariciando, dejé caer la cabeza hacia atrás, apoyándola en su pecho, quedando mi cuello totalmente expuesto y listo para ser lamido y mordido.
Así putita, así, entrégate a tu macho y deja que te haga mi hembrita, me decía mordiéndome la nuez del cuello, mientras seguía acariciándome con sus manos.
Al notar sus dientes morderme el cuello, solté un gemido, empezando a temblarme las piernas, ¡ohhh! ¡ohhh ooohhh ohhh! Gemía empezando a temblar, mientras él me tenía abrazado por la espalda.
Así putita, así, mira cómo gimes y tiemblas de gusto. Estás deseando que te abra el culito y te haga mi hembrita, ¿eh putita?
Yo que no paraba de gimotear y temblarme las piernas, me sujetaba con las manos a su pantalón, y apoyaba la cabeza en su pecho mientras cerraba los ojos, disfrutando de aquellas caricias que el portero me estaba dando.
Mientras el portero me lamía el cuello, llevó sus manos a su cinturón, empezando a aflojárselo, liberando su polla del encierro en que la tenía.
Una vez tuvo la polla de fuera, me dio media vuelta, quedando yo frente a él. Mordió mis labios, a la vez que poniendo sus manos sobre mis hombros, me empujaba hacia abajo con la clara intención de que le chupara la polla.
Anda maricón, chúpame la verga, que vamos a abrirte el culo y follarte bien follado.
Abrí la boca, mientras sujetaba con mis manos aquel falo que se mostraba delante mía, llevándolo hacia mi boca. Pasé la punta de mi lengua por el capullo, metiéndola luego entre el glande y la piel del prepucio, saboreando aquel manjar que me iba a preñar el culo, haciendo que el portero soltara un gemido mientras apoyaba sus manos en mi cabeza, e impulsaba su pelvis queriendo meterme su tranca de una vez en mi boca.
Así maricón, así, trágala toda, ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh ohhh maricón que gusto! Gritaba el portero impulsando su pelvis y haciendo que fuese tragando su polla.
Mientras iba chupándole la polla estando agachado de cuclillas, fui bajándole el pantalón y bóxer, liberando por completo su verga y genitales.
Dios que pedazo de herramienta se gastaba el conserje, me gustaba la polla que tenía el cabrón. Chupaba y tragaba todo lo que podía, mientras con mi mano acariciaba aquellos genitales que le colgaban.
Así así, maricón, cómela toda. Abre esa boquita y cómela toda anda, que luego te la vas a comer por el culo. Te voy a hacer mi hembrita y dejar bien preñado.
Después de un buen rato chupándole la polla, tirando por mis brazos, me hizo levantar y mientras llevaba su boca a la mía, sujetándome por los cachetes de mi culo, me sentó sobre la mesa.
Nada más sentarme sobre la mesa, tirando de mis zapatos, me los sacó, quitándome luego el pantalón y slip. Así maricón, así estaremos más cómodos, me decía pasando sus manos ahora por mi abdomen y pecho, hasta que llegó a los hombros, donde deslizando sus manos por ellos, fue quitándome la camisa y cazadora que llevaba.
Así putita, así desnudo te quiero tener, ya verás como vamos a gozar los 2 haciéndote mi hembrita. Quiero que goces y que vuelvas más veces por aquí para que te folle y te haga mi hembrita. Quiero preñarte y llenar esta barriguita con mi leche.
Llevó sus manos a mis piernas levantándomelas, haciendo que me tumbara sobre la mesa, y mientras las iba levantando, me iba abriendo de piernas, quedando mis genitales y culito totalmente expuesto a él.
Mi polla que dura e hinchada reposaba sobre mi vientre llegándome al ombligo al estar con las piernas sobre sus hombros, dejaba mis genitales y ojete a su vista y listos para hacerme lo que quisiera.
Allí me tenía tumbado sobre la mesa, totalmente abierto de piernas, listo para ser follado. Pero no fue lo que hizo el conserje, sino que llevó su cabeza a mis genitales, empezando a mamarlos con su boca. Con sus labios sobre ellos, mamaba mi escroto, luego mordía el pirineo y muslos interiores de mis piernas, haciéndome chillar del gusto que me estaba dando.
¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Chillaba yo, llevando mis manos a su cabeza mientras el me iba torturando con su boca, aquella parte de mi cuerpo.
Pasó luego su lengua por mi esfínter, dándome uno de los besos negros que más me hizo gozar y gritar
Una vez me tuvo bien lubricado, caliente y excitado, dejó de lamerme y mordisquearme aquella zona tan sensible y erógena, poniéndose de pie, tiró de mis caderas hacia el borde de la mesa, arrimando mi hoyito para ser abierto e invadido por su polla.
Colocó la punta de su polla sobre mi esfínter, y mientras se inclinaba echándose sobre mi cuerpo llevando mis piernas sobre sus hombros, iba introduciendo su pene en mi cuerpo.
Así putita, así, relájate y deja que se abra tu culito para mí.
¡Ohhh! Grité al notar como su glande abría mi esfínter introduciéndose en mi cuerpo, ¡ooohhh ohhh! Volví a gritar al notar como su verga traspasaba mi esfínter, introduciéndose toda ella en mí.
Así, así, decía el conserje moviendo sus caderas e impulsando su pelvis, haciendo que su polla fuese abriendo mi culo e introduciéndose en él.
¡Así maricón, así, dame tu culito, ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! Ahora ya eres mi hembrita, ya la tienes toda dentro. Ahora disfruta y deja que te folle y preñe este culito que me vuelve loco. Déjame que te llene la barriguita con mi leche.
Yo que gimoteaba sin parar, sujetado a sus brazos, abierto de piernas tumbado sobre la mesa, notaba como su polla entraba y salía una y otra vez, abriéndome el culo y escuchando como su polla sonaba cada vez que me abría el culo entrando en mí, chof, chof chof chof, chof, chof chof chof.
¡Dios que gusto me estaba dando! Cada vez que me enterraba su polla en el culo y notaba sus pelotas pegar en la entrada de mi ano, la punta de su polla rozaba mi glándula prostática, golpeando una y otra vez ese punto que tanto nos hace gozar y gemir. Yo no podía dejar de gritar y gemir. No paraba de gimotear notando como aquella verga me follaba haciéndome suyo.
Ya llevaba un buen rato siendo enculado en aquella postura, cuando el conserje paró de darme por el culo, no estaba muy cómodo en aquella posición. Por lo que, sacando su verga de mi culo, me levantó de la mesa, y llevándome con él, se sentó sobre la silla de madera que tenía, terminó de quitarse toda la ropa, y una vez desnudo al igual que estaba yo, me hizo abrir las piernas y arrimándome a él, me sentó a horcajadas sobre él.
Ven mi hembrita, ábrete bien de piernas y siéntate a horcajadas sobre mí. Así, así, me decía mientras yo me abría de piernas e iba arrimándome a él para sentarme a horcajadas.
Apoyé mis manos sobre sus hombros, y mientras el me sujetaba por la cintura, llevé mi mano derecha a su polla, y apuntándola a mi ojete, me fui introduciendo de nuevo aquella verga en mi interior.
¡Ohhh! ¡ooohhh ohhh! Gemí al entrarme de nuevo aquella polla en mi culito. Ya volvía a estar empalado de nuevo, el cabrón del conserje, ya me tenía totalmente ensartado en su polla haciéndome su hembrita.
Apoyado en sus hombros, subía y bajaba introduciéndome la polla mientras cabalgaba a horcajadas sobre el portero.
Ya volvía a gritar y gemir en un constante gimoteo, mientras estaba siendo sodomizado por el conserje de aquel edificio.
¡Ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! Decía él sujetándome con sus manos por las caderas, ayudándome a cabalgar sobre él, introduciéndome una y otra vez su polla en el culo, haciéndome su hembrita.
¡Ohhh que gusto! Decía llevando su boca a mi cuello lamiéndolo y mordiéndome el hombro mientras me ensartaba la polla una y otra vez. Así mi hembrita, así, mueve el culito y déjame follarte y hacer que seas mi hembrita.
Con tanto roce de mi polla contra su abdomen, al estar cabalgando sobre él, ensartándome una y otra vez su polla en el culo, noté como una corriente subía por mis genitales, mi pobre polla se hinchaba, empezando a eyacular, largando varios trallazos de semen sobre su abdomen.
Empecé a gemir, ¡ohhh! ¡ooohhh! Me corro, me corro, gritaba soltando todo el esperma que contenían mis genitales.
Así maricón, así, córrete y goza. Así, mueve el culito, muévelo para que tu macho te preñe y llene la barriguita de leche.
Yo sudaba y me temblaban las piernas, de tanto gusto que me había dado al eyacular y estar siendo sodomizado. Ya no aguantaba más, estaba a punto de derrumbarme, cuando noté como el conserje me clavaba sus dedos en mis caderas, me impulsaba más rápido y notaba como su polla se hinchaba empezando a eyacular, insertándome su semilla en lo más profundo de mis entrañas.
Me abracé a él apoyado a sus hombros, y gimiendo sin parar, subía y bajaba notando como su esperma iba regando mis entrañas, dejándome preñado con su semen.
El conserje, clavándome sus dedos en mis caderas y mordiéndome en el hombro, gritaba que se corría. Ya, ya me viene, ya me viene, ¡ohhh! Me corro, me corro, gritaba soltando varios trallazos de leche llenándome el culo de esperma y dejándome bien preñado.
Una vez terminó de eyacular, mientras su polla se iba desinflando y escurriéndose de mi culito, mientras yo estaba abrazado a él, él mordía mi cuello y boca susurrándome lo bueno que estaba y lo mucho que le gustaba follarme.
Cuando por fin pudimos normalizar la respiración y recuperar el aliento, levantándome de él, nos limpiamos un poco, luego nos vestimos, y despidiéndome de él hasta otro día, salí marchándome a mi casa, con el culo bien abierto y preñado de leche, pero eso sí, con un día con muy buenas ventas, y todo gracias al portero de aquel edificio, que tanto me había hecho gozar.