En mi casa de playa

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Estaba en la casa de la playa con mi esposo, pasabamos un sabroso fin de semana largo producto de un «puente» por feriado. Pero como teníamos tiempo sin visitar nuestro lar playero, la grama y el monte estaban muy altos. Siempre por allí pasaban hombres o chicos que se ofrecían, a cambio de un poco de dinero, desmalezar las casas de los turistas. Al rato llegó un jovencito sin franela y con un short, descalzo, de piel curtida, cabello crespo, se notaban sus abdominales bien definidos y su cuerpo, flaco pero durito. Llamó poderosamente mi atención… Le preguntó a mi esposo que si quería se encargaba de limpiar la casa de tanto monte, a lo que Fabián (así se llama mi marido) dijo que sí. Yo sentí emoción, algo raro me sucedía pero aquel jovenzuelo me atraía. Confieso antes de continuar mi relato que no soy una joya que digamos, he sido infiel a mi esposo varias veces porque digamos, soy muy caliente, aunque amigas cercanas que conocen de mi conducta dicen «muy puta», hahaha. Pero nunca lo he hecho con alguien menor por muchos años que yo, o con gente relacionada con mi familia o amistades. Tengo 32 por cierto; han sido deslices en viajes que he realizado sola bien por trabajo o placer. Me han tocado amantes ocasionales rondando mi edad o muy mayores ¡Soy de las que cree firmemente que en la variedad está el goce!

Lo cierto es que no podía dejar de admirar al muchacho, creo que de primeras el niñato se dio cuenta que lo miraba y miraba. Estaba yo a orillas de la pequeña piscina, cargaba un hilo dental blanco que dejaba ver generosamente mis voluptosidades. El chico también me veía pero con asombro, como embobado, salvo cuando mi marido estaba cerca. Al rato de iniciar el corte del monte, empezó a sudar, se veía regio, sus pequeños músculos tensos por la labor que hacía con un machete y aquel abdomen, Diossss. Ya empezaba a agitarme imaginando cosas morbosas y sensuales. En una de esas que cruzamos miradas, le sonreía pícaramente y él me devolvió el gesto. Eso me emocionó, ya estaba desencajada… Mas tendría que conformarme con sólo fantasear con aquel pueblerino ya que estaba allí con mi consorte.

Pero repentinamente, el Universo conspiró a mi favor. Fabián recibió una llamada a su celular; su Jefe le pedía urgente unos papeles que mi maridito tenía en casa. Así que acongogado se me acercó y dijo que debía atender la petición del «Chivo mayor», pero eran tres horas de camino más tres horas de regreso, sin contar el tiempo que le tomaría verse con el Jefe y darle los documentos. Poniendo cara de «tristeza», pues le dije que era el precio del deber, que su buen cargo exigía sacrificios como ese y que total, estaría de vuelta en la noche o mejor, mañana tempranito para seguir nuestro relax de playa ya que quedaban el domingo entero y parte del lunes que era el feriado. Así quedamos, al día siguiente es que él retornaría a la playa. Entonces partió mi esposito amado, al cabo de una rato verifiqué por dónde iba no fuese hacer que se devolviese repentinamente por un imprevisto. Todo bien, iba rodando a la ciudad… Mi cuerpo empezó a emocionarse, se ponían mis pelitos de punta ¡y la cara sentía que se me transformaba como de oveja a loba! Tenía el chance perfecto de tratar de seducir a mi «machetero». Pues bien, me levanté de la tumbona a orillas de piscina, me acerqué al chico quien ya había avanzado en su trabajo, no era tan grande el patio de la casita.

-¡Hola! Veo que trabajas muy bien, has cortado ya la mitad del monte…

-Si señora, ya tengo práctica…

-Vaya, ¿y que tiempo de práctica puedes tener? Eres muy joven aún.

-Bueno, trabajo en esto desde los 9 años y ya tengo 17…

-¡Ah okk! Pues posees un cuerpo muy atractivo te diré, ha de ser por el trabajo rudo que vienes haciendo desde pequeño.

El joven se ruborizó al notar que lo miré de arriba a abajo, sin pudor, bajó la mirada y continuó en su labor. Pensé en una estrategia, allí le ofrecí que tomara un descanso y bebiese un jugo de patilla que es bueno por la deshidratación que el sol causaba. Pasamos dentro de la casa, le pedí se sentase mientras le servía el jugo. Al caminar, lo hacía de manera provocativa, insinuante… Le di su jugo y el muchacho posó sus ojos en mis senos, no dejaba de mirarlos callado, sin sorber el vaso. Viéndolo así le pregunté:

-¿Qué, te gustan mis tetas? -sonreí maliciosamente.

-Claro señora son lindas… -respondió con sus ojitos abiertos como faros.

-Hahaha, qué simpático eres… ¿Cómo te llamas?

-Wilker…

-Uff, vaya qué nombre, ¿ah? Wilker

-Y Wilker, ¿tienes novia?

-No, no tengo -hablaba entrecortado el pobre.

-¿Un muchacho simpático y tabajador como tú y sin novia? ¡Qué malo eso!

-Es que acá no hay muchas chicas así de mi edad, señora. Y las pocas les gustan los tipos mayores con dinero.

-Ah ya… E imagino que calmarás tus ganitas de alguna forma, ¿eh?

-¿Mis ganitas? no entiendo…

-Hehehe, me refiero que a tu edad los jóvenes suelen querer casi todo el tiempo tener sexo con chicas y eso, así que debes masturbarte con frecuencia.

-Eeehh, bueno, no, esteee, sí, a veces lo hago…. -Estaba muy nervioso el peladito, creo que sudaba más que cuando trabajaba.

-Mmmmm, o sea, que debes cargar esas bolitas llenitas de leche, hahaha ¿Sabes? Deseaba quedarme a solas contigo, pensarás que soy una sinvergüenza porque siendo una señora casada pues te digo esto. Pero es algo muy curioso lo que siento, y te hablo claro y ‘raspao’; ya que me cuentas que no has podido estar con una chica, te ofrezco ser tu primera mujer, quiero que me cojas y descargues la leche acumulada que llevas en ti desde hace quién sabe cuanto… Voy al grano ya que no tenemos mucho tiempo, cuando se goza, el «señor» tiempo pasa volando y eso lo sé. Disculpa si soy atrevida y sientes pena o te intimidas por lo que te digo ¡pero me llamas la atención, me gustas y punto! Y quiero que tengas tu primera sesión de sexo conmigo.

-Pe… pero señora, ¿y si llega su esposo? me maaata… No, no qué va, ¡no quiero problemas!

-Mira Wilker, mi marido fue a la ciudad y no regresará hasta mañana temprano, así que no tienes por qué preocuparte por eso, ¿ok? Te lo digo con certeza…

-Señora, siento el corazón ‘acelarao’, pero me da como cosa, no sé que hacer primero y mi pene está muy parado…

-¿Sí? eso significa que estás a punto para la acción, haha. Tranquilito que yo me encargo de todo, te voy a enseñar con paciencia mi lindo -Me acerqué y le di un beso en la boca, nos abrazamos, aparté sus brazos y empecé a bajar dándole besitos húmedos por su pecho, tetillas, bajé por cada abdominal de su estómago que me enloquecía. El chico suspiraba y gemía, le pedí que bajase su short y su miembro orgulloso y desafiante emergió mojado de líquido preseminal.

-Uuuyyy, Wilker, vaya trozo de carne que te gastas muchacho… muack -besé su virilidad -Voy a darte una rica mamada amor, algo que sé te gustará y a mí también.

Pero era predecible, apenas introduje su pene en mi boca y di tres chupaditas el chicó lanzó chorros y chorros de semen los cuales traté de tragar, pero era tanto que inevitablemente bañó mi cara y senos. Al tiempo que acababa, sus piernas temblaban y lanzaba quejidos de placer. Como estaba sudadito, lo sentí salado pero super agradable.

-Mi Macho, qué leche tan sabrosa me has dado…

-Señora, es increíble, sentí demasiado rico su mamada… No sabía que era tan bueno eso, pensé que me caía al suelo…

-Hahahaha, ya me di cuenta chico… Tu primera mamada, me encantó ser yo quien te la diese, amorcito.

Se puso de pie y empezamos a besarnos como locos, me tocaba por todas partes, me apretaba torpemente, quería cubrir mi cuerpo apresurado por todos lados. Lo tranquilicé y le fui guiando en los besos y caricias, era un novicio en ello y me daba morbo ser su maestra. Nos acostamos en el sofá del recibidor, me cubrió de besos todo mi ser, chupaba según mis indicaciones, estuvo por mis pies, pantorrillas, muslos, subió a mis tetas donde se entretuvo un rato, sacándome quejiditos de placer. Me di vuelta y recorrió besando mi cuello, espalda hasta llegar a mis nalgas, yo me estremecía de gusto, le pedí las mordiera suavecito. Le indiqué que las separase con sus manos y metiera su lengua en mi ano. Así lo hizo, me lo chupó también al pedírselo hasta que loca de ganas giré nuevamente y lo llevé a mi clítoris y vagina. Allí le pedía que me lamiera, succionara y moviese su lengua rapidito hasta que tuve un gran orgasmo, fue toda una explosión inmensa… ¡vaya qué orgasmo! Volvimos a besarnos, su verga dura ya estaba dispuesta a darme más placer.

-¡Ahora mi hombre, me vas a coger! Méteme tu guevo, primero despacio y vas acelerando las penetraciones, ¿ok?

-Si, si… ¡lo que usted diga mi señora!

-Mientras me cojes me vas a decir puta, perra, zorra… ¡Así quiero que me trates! Eso soy para ti, papi…

-Sí, mi perra, te voy acoger y dar duro, eres una puta casada que le gusta que se la coja este muchacho, ¿verdad? Qué putaza eres nojoda…

-Siii, siii…. Cógeme mi macho, hazme tuya, hazme tu mujer… Soy casada pero una zorra que te vio y enloqueció, así que poseéme… Aaaggghhh, aaggghhh, Diosss papacito, dale, así, más rápido, ¡cógeme!

Me dio fuerte, sudábamos ambos, nos veíamos con lujuria, me puse de lado, luego me monté sobré él, tanto de frente como de espaldas hasta que volvió a acabar mientras yo había alcanzado varios otros orgasmos sublimes. Allí relajados, fuimos a hacer pis, regresamos tomados de la mano al sofá para continuar con besos y caricias, mordiscos, pellizcos en zonas claves que le decía me diera y yo se los daba a él. Eso nos prendió nuevamente, la pasión y el deseo eran algo insólitos, desmedidos… Eramos macho y hembra llevados por el sexo al límite. Me puse en cuatro patas, le pedí me cogiera así.

-Mira amor, tu perra poniéndose para ti para que me cojas otra vez con tu vergota… -y moví mis nalgas.

-Aaahhh, qué rico culo tienes, te ves divina, pareces una perra de verdad… Toma guevo, eso es lo que quieres, ¿no? Ahí va mi guevo que deseas, eres ahora mia, mi hembra, eres una zorra tirona…

-Aaaayyy, sí, soy toda tuya, tu mujer amorcito, aaahhgg, dame duro, cógeme y lléname de semen caliente de nuevo… Eres mejor que mi esposo, me gusta más como me coges tú, ahora seré tu esclava papiii…

Esas palabras lo llevaron a desenfrenarse, me vapuleba con la fiereza de un toro salvaje, así me dio y me dio hasta hacerme sumar orgasmo tras orgasmo… Entonces volvió a vaciarse dentro de mí, sentí su leche recorrerme, cayó sobre mi espalda y yo sobre el sofá quedándonos pegados largo rato, sin decir media plabara, sólo pequeños gemidos. Luego se levantó y fue al baño, lo esperé y le dije al llegar:

-Wilker, ha sido maravilloso coger contigo… Te confiezo que tenía años sin tener un sexo tan rico como el que hemos gozado. Pero debes ser discreto ya que soy mujer casada, nada de contar a nadie lo que aquí pasó. Y así me tendrás cada vez que se pueda, ¿trato hecho? -el chico con cara de bobo y casi como enamorado juró que ese sería nuestro secreto, que me protegería y cuidaría para seguir teniéndome como su mujer. Nos dimos besos tiernos pero era ya tiempo de que terminara su trabajo, y así mi marido al llegar mañana encontrase todo en orden, como debía ser. Terminó, recogió la basura en bolsas grandes, se fue a despedir, lo abracé y volvimos a besarnos. Le dije que para el próximo encuentro, que esperaba no fuese muy lejano, le tendría otra «sorpresita», parando mi culito y apuntando con el dedito índice mi ano, en señal de que por ahí iba a venir la cosa!!!! (Continuará).

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