Enfrentarse a la dura realidad de la infidelidad tuvo una gran sorpresa

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Amor más allá de la muerte

-Mírate, eres realmente una maravilla- decía Mijaíl a una distancia de más o menos 3 metros de Sofía.

Sofía era una mujer hermosísima con un rostro angelical y un cuerpo que emanaba sensualidad por todos sus poros. Desafortunadamente Sofía no conoce algo de Mijaíl, bueno, no conoce muchas cosas; pero lo que no conoce y pone su vida en riesgo es que Mijaíl desarrolló una obsesión compulsiva hacia ella. Siempre la sigue a donde va; tiene Hackeado el celular de ella, lo que le permite ver sus mensajes, no por celos, sino por conocer todo de ella; conoce todos sus gustos; sus miedos; sus aficiones; todo, los sabía incluso antes de hablarle por primera vez. Haría lo que fuera por ella, lo que fuera…

Pero remontémonos a donde inicia todo. Mijaíl no hablaba con ella directamente cuando la elogió de esa manera, es más, si lo llegase a escuchar Sofía, esta saldría corriendo, pues ella no sabe él la está mirando, mirando y degustando la vista como nadie en esa plaza de mercado. Todos los sábados Sofía sale del trabajo a comprar pulpa para hacer sus jugos combinados y un poco de carne; tiene un mini-negocio de jugos naturales, el cual el 50% de los ingresos son gracias a Mijaíl, pero ella no lo sabe porque las ventas son anónimas y virtuales. Después de mercar va a su apartamento dónde lo espera su mejor amiga, Paula, que es cofundadora de la tienda de jugos: Fruty-tastic, para hacer los encargos que tienen vía web.

Respecto a la relación de Mijaíl y Sofía, ¡Son pareja! Pero últimamente han ocurrido muchas cosas entre ellos que no deberían ser parte del plan de vida que tenía previsto Mijaíl para ellos. Sofía lo descubrió vigilándola un martes en la tarde, saliendo del trabajo oficial que tiene, secretaria de un psiquiatra reconocido en la cabecera de la ciudad. Estaba caminando tranquila vuelta a su casa, pero por azares del destino decidió parar a comprar unas golosinas para tener una noche de cine con Mijaíl. Por su parte, nuestro espía no tan profesional se asomó a verla de espaldas a él y de frente a la tendera, y esta misma lo alcanzó a ver y le preguntó en voz alta si necesitaba algo de su tienda. Esto hizo que Sofía se volteara a mirarlo y ver de quién se trataba. Nuestro apasionado Mijaíl tuvo su primer strike en ese momento. La pelea fue monumental, pero gracias a unos dotes innatos de persuasión, Mijaíl logró calmarla, pero no del todo.

-Si me amas, deberías confiar en mí ¿no crees?

Esto dejó derrotado a Mijaíl, pues él la seguía a todos lados por eso mismo, porque la amaba con mucha pasión… u obsesión, tal vez.

Ese solo era el strike uno, el strike dos vinos cuando ella le confesó que lo amaba mucho, PERO su rendimiento en la cama no resultaba suficiente. Dijo que ella misma lo ayudaría a mejorar, PERO no lo hizo, por el simple hecho de que ya no tenían sexo. Esto dejó petrificado a Mijaíl; todos los relatos eróticos que había leído le decían que lo más seguro es que su pareja le estaba siendo infiel. Pero eso era imposible, él le tenía el rastro las 24 horas del día. A no ser… que le era infiel dentro de la oficina.

-¡DIOS MÍO!- exclamó Mijaíl al imaginarse a su nunca como es suficiente amada novia siendo penetrada por la gran y colosal verga del doctor Edouard Arraut.

Todo le incitaba a liberar el demonio que tenía dentro en contra del Dr. Arraut, pero después del strike uno le hizo reflexionar sobre lo mal novio que era, se dio cuenta que debía confiar más en ella, no por lo infiel, sino porque ella podía cuidarse sola.

Pongamos algo en claro antes de continuar con la historia: Mijaíl no la vigilaba porque no confiaba en su fidelidad, lo hacía porque temía que le pasara algo malo. Bueno, pensaba eso hasta que sospechó de un idilio con el Dr. Arraut. No quería tomar por hecho que le era infiel, así que ideó un plan para comprobar si le era infiel de verdad.

Aquí es cuando nos remontamos al presente. Mijaíl la espiaba desde que salió del trabajo, porque iba a hacerle una pequeña visita al Dr. Arraut. Tenía todo planeado, milimétricamente planeado a la perfección. Entró en el despacho, se acercó a la secretaria suplente y antes de que pudiera decir una palabra, la secretaria pegó un brinco y con una sonrisa en los labios gritó su nombre.

-¡Mijaíl!¡Por fin te atreves a venir!- exclamó seguido de una carcajada muy sonora, como es típico de las tías cuarentonas.

-Disculpe, ¿me conoce? -preguntó nuestro querido espía confundido

-¡Claro! Sofía nos habla mucho de ti. Eres una maravilla, pero con unos grandes problemas de espacio personal, si sabes a lo que me refiero- dijo la secretaria suplente, agregando un bajo tono de confidencialidad a la última frase-. El Dr. Arraut también esperaba su llegada, ¡pase y salúdelo!

Mijaíl, pálido de la vergüenza y la confusión, siguió las órdenes de la secretaria como una máquina no pensante y entró en el despacho del Dr. Arraut.

-¡Mijaíl!¡Por fin te atreves a venir!- exclamó seguido de una carcajada muy sonora, como es típico de las tías cuarentonas- Debes de estar muy confundido, pero no te preocupes, para eso estoy yo.

-Sí, estoy un poco confundido- logró articular Mijaíl mirando fijamente al Doctor.

-Tu novia nos contó sobre el incidente en la tienda de golosinas… Y pues… me dijo que tal vez necesites una terapia para dejar esos celos que no te dejan disfrutar de tu relación a gusto. Dijo que hablaría contigo sobre la terapia.

¿Cómo no sentir celos ahora? El hombre con quién compartía su pareja el día entero era un doctor de un metro noventa, ojos azules, pelirrojo lacio y con un cuerpo ciclado como un toro y su novia está necesitada sexualmente. Y Mijaíl… bueno… lo único que tiene de toro son los posibles cuernos.

-«Pues la verdad, venía a darle una terapia de puñetazos a usted hasta que confiese cuales son sus intenciones con mi novia»- pensó, pero no dijo ni diría nunca Mijaíl. En vez de esas valientes palabras, lo que hizo fue pedirle que no le dijera a su novia que estuvo ahí e irse a su casa a pensar en otro plan.

«Bueno, bueno. No todo está perdido, aún tengo un plan b de emergencia y puede que funcione. Solo tengo que mantener distraída a Sofía y hacer que el doctor deje su despacho por unos minutos»- pensó

Y efectivamente tenía planeado revisar las cámaras del despacho del doctor, él no era tonto y su visita no fue completamente en vano, dentro de su despacho pudo ver cuántas cámaras había y qué computador era el que posiblemente las controlaba. Solo tenía que revisarlas cuando el doc no estuviera y listo.

-Recuerda que todo esto lo hago por ti- exclamó a una Sofía que solo vivía en su mente.

Le escribió un mensaje de texto a Sofía diciendo que iba a acompañar a su abuela al parque, pues esta tenía claustrofobia o algo así. Ella contestó alegre y le dijo que volviera pronto, pues Paula, su mejor amiga, tenía un nuevo sabor de jugo, maracuyá con lulo. Le pareció extraño el hecho de que no se incluía ella en esa actividad, como si fuera a estar ausente, cosa que nunca hace cuando se trata de su negocio.

Sin darle demasiada importancia, fue al consultorio del doc y notó que él estaba fuera, en la calle, clavando su mirada al teléfono y sonriendo como si se acabara de ganar un premio. Eso fue aprovechado por Mijaíl para entrar a escondidas sin que la secretaria, que aún seguía ahí se diera cuenta. Un punto a su favor era que la puerta al consultorio del doc estaba en un punto ciego para la secretaria, lo que le daba la posibilidad de forzar la cerradura sin que ella se percatara. Entró agachado rápidamente al despacho mientras la secretaria no miraba a la puerta y luego se acercó a la puerta del consultorio, hizo lo que ya sabemos y entró.

Cuando estaba dentro del consultorio se sentó frente a una computadora que había y rogó para que no hubiese contraseña. Nuestro querido acosador tiene mala suerte siempre, y esta no es una excepción. Tenía una contraseña.

Buscó en los cajones si podía haber un papel que le indicara la contraseña, pero no encontró ninguno. Pensó que tal vez el doc usó como contraseña algo de su habitación para recordarla cada vez que se sentaba. Miró alrededor a ver que podía ser digno de una contraseña; lo único que había era una estantería de libros de filosofía… de filosofía… filo… ¡Sofía! Puso de contraseña: ******** y se desbloqueó el computador. Le hubiera gustado celebrarlo con un aguardiente de hierbas, pero no tenía tiempo de nada. Empezó a buscar en las carpetas los vídeos de la cámara del consultorio y encontró cinco vídeos organizados y titulados como «Culito» seguido de un número del uno al cinco. Palideció ante el hecho de que uno de esos vídeos podía ser protagonizado por su amada Sofía.

-Dios te salve María; llena eres de gracia. El señor está contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y vendito sea el fruto de tu vientre Jesús…- rezó en voz baja mientras miraba cada uno de los vídeos a ver si tenían a su novia como protagonista.

Soltó un gran suspiro al darse cuenta de que no estaba. «Mi noviecita nunca podría hacerme esto. Ella es el amor más grande de mi vida»

Iba preparándose para salir cuando escuchó que la manija de la puerta era torcida, indicando que alguien entraba. Rápidamente se escondió debajo del escritorio y rogó a su mala suerte que esta vez le fallara y el que acababa de entrar no usara el computador.

-Uuuu… Doctor…- escuchó en medio de risitas a los invitados.

-¿Lista para tu chequeo?- escuchó preguntar al doc.

-Dámelo, me muero por tenerlo.

«Esa voz…» pensó Mijaíl. Después de esto escuchó las telas desprenderse de los cuerpos y el roce de pieles mientras unos sonoros besos inundaban la sala. De repente escuchó una bragueta bajarse y el sonido de las rodillas de alguien situándose en el piso.

-Todo esto para mí- dijo la voz familiar-. No podría desear nada más.

Asomó los ojos para ver si tenía alguna posibilidad de escapar, pero estaban justo tapando la entrada. La imagen que lo recibió era totalmente inverosímil: La secretaria suplente sin camisa ni brasier (solo en la minifalda con la que iba al trabajo) chupando como si fuera una golosina el miembro viril del Dr. Arraut. Movía su cabeza de adelante hacia atrás como una posesa mientras el doc oprimía su cabeza con su gran mano. Esto dejó impactado a Mijaíl, quien empezó a tener una erección un tanto grande.

-¿Disfrutas lo que ves?- Mijaíl se puso nervioso pues pensaba que la pregunta era para él, pero antes de que se levantara abatido para recibir su castigo, el doctor respondió:

-Sí, me encanta.

Eso alivió de una manera inimaginable a Mijaíl, quien se alegró de poder seguir viendo el espectáculo que tenían esos dos.

-¿Y tú Mijaíl?¿Disfrutas la vista?- esta pregunta descolocó más al Dr. Arraut que a Mijaíl, que volteó hacia donde de repente había volteado a mirar la secretaria, que por cierto, se llama Clara.

-¿Mijaíl?- dijo el doctor poniéndose los pantalones y acercándose al escritorio.

Mijaíl se intentó ocultar debajo del escritorio, pero este lo vio claramente. Lo cogió del brazo y lo sacó con una facilidad que asustaba. El doctor, envenenado en furia, golpeó en el estómago a Mijaíl el cual cayó al suelo retorciéndose de dolor.

-¡¿Qué haces en mi consultorio, imbécil?!- gritó Edouard fuera de sí y antes de que pudiese volver a atinarle un golpe, Mijaíl se intentó zafar de todas las maneras, pero no tuvo otra opción que enterrarle un lapicero, que había cogido del escritorio antes de ser descubierto, en el cuello.

La sangre brotaba por montones manchando a Mijaíl y todo el suelo, que estaba tapizado para más inri. Los ojos llenos de terror del doctor miraban fijamente a Mijaíl. Intentó sostenerse de Mijaíl, pero este se movió, haciendo que el doc cayera al suelo e intentara gritar, pero por fin la suerte estuvo del lado de Mijaíl, y no pudo gritar.

Mijaíl, lleno de terror por lo que había hecho, miró a Clara, la cual estaba boquiabierta, pero sin decir ninguna palabra. Se puso de pie y fue al escritorio a ver más de cerca lo que Mijaíl había hecho.

-No… puedo…-intentó decir Clara mientras miraba a Mijaíl y al cuerpo ya fallecido del doctor-… creerlo.

Clara después de dos minutos mirando fijamente al cadáver volteó a mirar a Mijaíl, y el miedo que sintió Mijaíl no fue por la situación, sino por ver los ojos iluminados de Clara que desbordaban felicidad. Clara empezó a reír desenfrenadamente mientras Mijaíl cada vez estaba más confundido y pensaba su versión de los hechos para cuando lo atraparan e interrogasen.

-¡Ahora te amo más!-exclamó de repente Clara- ¿Y sabes que es lo mejor? Hay un paciente en camino para su cita a las 17 horas.

«No lo puedo creer, Clara está loquísima»

-Pero lo bueno es que es la primera cita, entonces puedes hacerte pasar por él- dijo y volteó a mirar el charco de sangre con el cadáver, con la ropa toda manchada e inútil para vestir-. Bueno, tal vez no. Debes encontrar una bata prime…

En lo que terminaba la frase sonó unos nudillos chocar tres veces en la puerta. La mala suerte de Mijaíl está de vuelta más fuerte que nunca.

«Mira lo que me hiciste hacer, Sofía»

Continuará

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